Entregarse a tu virilidad, ceder ante tu hombría; es lo que toda nena debería anhelar. Tan solo por probar un placer difícil de explicar, el de contemplar un miembro viril terso y duro, brillante y lujuriosamente dispuesto entrar y salir del humilde coño trasero de una. Poder sentir, poder tener el privilegio de asistir a esos golpes de riñón poderosos que auguran ríos de placer a la afortunada persona que está gozando de un inmenso polvazo de hombre. De un hombre macho, diferente al resto del rebaño, nada egoísta; sino todo lo contrario sumamente generoso a la hora de hacer gozar a quien le da placer...eso sería un breve resumen de lo que significa entregarse.