El viernes, por la mañana, como cada día fue a trabajar, ese día, como venía siendo habitual, fueron al descanso juntos, él, mientras tomaban café, empezó a tratarla de convencer para que no se fuera el sábado, le pedía que se quedara un día más y se volviera el domingo.
Ella le ponía pegas, que qué me iba a decir a mí, que ni siquiera sabía si había autobuses para la vuelta del domingo, que donde se iba a quedar a dormir, que ya no tenía, para ese día, habitación de hotel.
Él contestó que por el hotel no había problema porque podía quedarse en su piso a pasar la noche, por el tema del transporte que era mirarlo y que de mí se tenía que encargar ella. Silvia, seguía reticente, que no lo veía, pero él insistía, que sólo era un día más.
Él, por la mañana, se dedicó a llamar por teléfono para encontrarla un transporte para volver el domingo. Cuando salieron, e iban los tres juntos de vuelta para el hotel, Gonzalo, sin cortarse un pelo, delante de la amiga, le dijo a mi mujer que no había autobuses de vuelta para el domingo, pero que había un tren que salía a las 4 de la tarde.
La compañera, lógicamente, preguntó y él la respondió que le había dicho a Silvia que se quedara un día más, mi mujer contestó que no le había dicho que sí, ella, entonces, se unió a él y le dijo que no fuera tonta, que, total era un día más, que luego se iba a volver y, que si podía aprovechar un día más que mejor.
Silvia, les contestó que eran unos pesados, que haber si había billete de vuelta y que cuando le iba a comprar, él se ofreció a ir a comprarlo esa misma tarde. Comieron, nuevamente, juntos y, en la comida, siguieron, los dos, insistiéndola.
Después del café, la compañera subió a la habitación y les volvió a dejar solos. Silvia le dijo que le iba a matar, pero ya la tenían, entre los dos, convencida. Después de estar un rato comiéndose el morro, él la dijo que si iban a su piso, Silvia le dijo que no, que había quedado con la compañera para ir de compras esa tarde, porque, como no había vuelto el fin de semana anterior, no tenía que ponerse para salir esa noche (que era la cena de despedida). Él dijo que vale, que iría a comprar el billete en ese mismo momento.
Por la tarde, después de descansar, fue con la compañera de compras, ella volvió a insistirla que se quedara y Silvia, al final, la dijo que se iba a quedar, que los dos eran unos liantes.
Esa tarde se compró dos vestidos, un conjunto de ropa interior y unos zapatos de tacón, he visto los cargos en la cuenta, que en su momento, no le di importancia, porque era ropa que se había comprado y, también me había comprado ropa a mi y a sus hermanas. Hay tres cargos en cuenta de ese día, uno de 54,99, otro de 35,99 y otro de 126,17.
Ese día, por la tarde, cuando volvieron de compras, bajó a la calle para llamarme por teléfono, para decirme que, al final se volvía el domingo, porque le hacían una cena de despedida las compañeras y que se volvía el domingo, yo claro, la dije que por qué no la hacían el viernes, ella contestó que, como el sábado se trabajaba, que habían decidido hacerla el sábado, que, total, sólo era un día más. A regañadientes, lo acepté.
Por la noche, se vistieron para la cena, mi mujer, se puso uno de los vestidos que había comprado que era rosa, falda más o menos a la altura de media pantorrilla, con escote de pico y un lazo a un lado, los zapatos de tacón que había comprado que eran también de color rosa y el conjunto de ropa interior, que era un tanga celeste de hilo y sujetador a juego.
La cena se desarrolló normal, y luego fueron de copas, bailaron, bebieron, él bailaba con ella, a veces bailando bajaba la mano a su culo, ella le paraba diciéndole que se cortara delante de la gente. En uno de los pubs, como a ella le hacían daño los zapatos, se sentó en una zona que había como reservado, él, al poco, se sentó con ella y empezó a comerla la boca, ella le dijo para, aquí no, que nos ven.
Él la dijo, pues vámonos ya, ella le contestó que qué decían y él, pues que nos vamos ya, ella le preocupaba que iban a pensar y él le respondió que más da lo que digan, si ya llevan así toda la semana. Ella le dijo que tenía razón, además, era el último día con todos.
Se despidieron, con cachondeo por parte de los compañeros, y se dirigieron hacia el coche de Gonzalo, por el camino la estuvo comiendo la boca y sobándola el culo y, una vez, dentro del coche, volvió al ataque.
Cuando llegaron al piso fueron directos a la habitación y se desnudaron, mi mujer se quedó en ropa interior y, Gonzalo, flipó con el conjuntín, le dijo que estaba buenísima y la tumbó en la cama y empezó a comerla con el conjunto puesto, la fue desnudando mientras la comía la boca, cuello, tetas…
Cuando la tuvo desnuda y, mientras jugaba con sus pezones, le dijo, comémela, Silvia. Mi mujer se puso encima de él y empezó a comerle la polla, despacio, él mientras jugaba con los dedos en su coño, cuando se lo vio bien encharcado, él la dijo ven aquí y la puso encima de él, empezó a cabalgarle mientras jugaba con sus pezones, eso la encendía y la vino el primer orgasmo.
Nada más que se corrió la tumbó boca arriba y empezó a bombearla con mucha energía, la volvió a venir otro orgasmo y, justo cuando ella se corría, él, casi a punto de correrse la dijo abre la boca, ella extasiada con el orgasmo ni se lo pensó, la abrió, él se salió y le hecho la corrida en la boca.
En esa posición, Silvia se atragantó bastante, incluso algo se la salió fuera, pero él no paró hasta que le hechó al última gota. Ella se fue al baño a limpiarse y volvió con él a la cama.
Después de un rato de conversación, él empezó a acariciarle los pezones, a mordisquearle el cuello y la volvió a poner a tono. La pidió que se diera la vuelta, que se pusiera a 4. Ella lo hizo, entonces, él, en esa posición jugueteaba con su coño, le acercaba la polla, se la pasaba por la rajita, hacía como que metía pero no se la metía.
Cuando la puso a tope y no se lo esperaba se la insertó del tirón, a ella se le escapó un gemido de placer y empezó a bombearla duro mientras sujetaba su cintura, le vino un orgasmo y, cuando ella gemía de placer por el orgasmo, él empezó a incrementar más la follada, la vinieron otros dos seguidos antes de que él la llenara el coño con su corrida.
Después de recuperarse, los dos, se vistieron y la llevó al hotel, su compañera ya dormía y ella se metió en la cama a hacer lo propio. Al día siguiente era sábado.