Micro-microrrelatos (menos de 100 palabras), eróticos o no

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Buenas. Aunque he visto que hay varios hilos de microrrelatos, la mayoría no se ciñen demasiado a lo de ser realmente "micro", así que he pensado que un hilo de microrrelatos realmente cortos sería un buen lugar para los que somos presa de la falta de tiempo, de talento, o simplemente de la pereza.


Reproduzco aquí una descripción extraída de agujaliteraria.com:

Estructura de un microcuento​

El microcuento o microrrelato es un texto ficcional breve.

A pesar de lo que puede parecer, escribir un microrrelato no es sencillo. Al igual que en cualquier otro texto, el desarrollo de la acción debe ser coherente, puede presentarse un personaje e, incluso, una sorpresa en el final que incite al lector a reflexionar. ¿Sabes cómo incluir estos elementos en una extensión tan acotada? ¡A continuación te lo contamos!

¿Qué es un microcuento?​

Los microcuentos también reciben el nombre ficción breve, microficción o hiperbreve. Definirlos no es sencillo, pues existe heterogeneidad entre las obras que se clasifican como tal. Se trata de textos ficcionales caracterizados por su corta extensión, pero de carácter híbrido. Pueden combinar narrativa con crónica o elementos ajenos al mundo literario, como datos numéricos.

¿Qué extensión debe tener un microcuento? No existe una extensión específica, pero deben mantenerse en el límite entre una línea, un párrafo o máximo media plana (media página o cuartilla).

Características del microcuento​

Su propia heterogeneidad complica la tarea de establecer características para este tipo de ficción narrativa; sin embargo, los textos suelen cumplir varias de estas:

• Se presenta una situación narrativa incompleta. El lector intuye que algo ha ocurrido en la historia antes de la acción descrita en el cuento.
• Final abrupto o imprevisible. El final del microrrelato deja al lector con interrogantes.
• Historia abierta. Luego de leer el cuento, el lector es libre de aventurar sus interpretaciones, pues el cuento deja cabos sueltos.
• Fugacidad. Lo narrado tiene un carácter rápido; es una viñeta de cierta situación, como si pudiéramos espiar durante un segundo otro mundo que no entendemos del todo.
• Ruptura. Lo escindido, lo incompleto, lo que pudiera ser parte de una historia más amplia, pero que no se desarrolla, conforma el microrrelato.
• Lenguaje preciso. Sobran los conectores innecesarios, las redundancias o las reiteraciones (a menos que esta última esté bien lograda). La microficción requiere únicamente las palabras justas.
• Incita al lector a participar. Incluso más que en los relatos extensos o las novelas, el microcuento invita a convertirse en participante activo de lo que lee. Las posibilidades de imaginar el trasfondo oculto son infinitas, le toca a él llenar los espacios vacíos con significaciones.

¿Cómo escribir un microrrelato?​

Llegados a este punto, insistimos en que el carácter híbrido y escurridizo del microrrelato le permite escapar de una estructura definida o un modo de hacer; sin embargo, te ofrecemos algunos consejos para que te animes con la microficción:

• Limita los personajes. Uno o dos son suficientes para estos relatos cortos.
• Reduce las descripciones. A menos que sea el tema del microcuento, no son necesarias descripciones extensas del ambiente narrativo. Ofrece solo los detalles imprescindibles.
• Analiza cuál será el elemento sorpresa. Dejar al lector pensando en el cuento es el objetivo.
• Inicio, nudo, desenlace. A pesar de su brevedad, los microcuentos tienen la misma estructura que los otros textos narrativos. Una frase suelta o un pensamiento cualquiera no clasifican, deben tener la intención de ficcionalidad.
• Tiempo corto. Al igual que el ambiente, el tiempo de la historia es breve.
• Pon atención a los detalles. Como requieres de las palabras justas, los detalles son tus aliados para transmitir lo que deseas sin extenderte.
• Corrige hasta estar satisfecho. Elimina lo que creas innecesario, reestructura y revisa hasta que te guste el resultado.

Con estos consejos, ¡estás listo para escribir microcuentos!

Este artículo fue escrito por:

Zorayda Coello Freitas

Editora de Aguja Literaria

 

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Reparos felatorios
Mientras engullía aquello no pudo evitar pensar que en realidad no sería para tanto chuparsela al jefe... si no se tratara de una empresa estrictamente familiar.

 

[Perdition]

Y tiro porque me toca
Aquella insulsa chiquilla de cara angelical había derrumbado con un simple gesto una paz interior construida trabajosamente durante años. Vuelta a la casilla de salida.

 

[Perdition]

Cómo decirle
¿Cómo decirle que a su recatada novia sus tímidos azotes le supieron muy, muy a poco, y que le sobró todo lo demás? ¿Cómo?

 

[Perdition]

La madriguera
Ella sabía que había una gran diferencia entre asomarse a la madriguera del conejo y meterse en ella. Que una vez atravesado el espejo no habría vuelta atrás. Respiró profundo y se quitó su anillo.

 

[Perdition]

Mirona
Observó con atención a la pareja: sus movimientos, sus miradas y sonrisas. Todo complicidad, pensó con envidia. Su marido nunca la había mirado así. Y avergonzada notó cómo súbita e inesperadamente una oleada de humedad impregnaba su ropa interior. Decidió seguir mirando un ratito más; ignoraba que a su esposo le gustasen las chicas de color.

 

[Perigeia]

Reparos felatorios
Mientras engullía aquello no pudo evitar pensar que en realidad no sería para tanto chuparsela al jefe... si no se tratara de una empresa estrictamente familiar.

Constipados tontos

Como le hacía ilusión, le gustaba acercarle a tope la cara para "comprobar lo bien que le quedaba la ropa interior femenina".

Lo que no veía tan claro es por qué tenía que cederle la que llevaba puesta. ¿No podía ser otra o, mejor, no podía comprarse prendas propias?

Estaba harta de coger frío.

 

[Perigeia]

Y tiro porque me toca
Aquella insulsa chiquilla de cara angelical había derrumbado con un simple gesto una paz interior construida trabajosamente durante años. Vuelta a la casilla de salida.

Eternidad

Otros placeres se iban agotando, pero había algo eterno.

Con la seriedad del vampiro, gozaba de una certidumbre: siempre podría devorar la belleza, natural o recreada, viva o muerta.

 

[Perigeia]

Cómo decirle
¿Cómo decirle que a su recatada novia sus tímidos azotes le supieron muy, muy a poco, y que le sobró todo lo demás? ¿Cómo?

Maquillaje

¡Vaya éxito que tuvo la fotito de marras!

Fue Lea quien pensó que debajo del tul rosa, cierto enrojecimiento sería muy favorecedor. Le extendió de modo delicioso el labial subidito de las ocasiones especiales.

De azotes y mordiscos, nada. (Salvo los que ellos añadieron).

 

[Perigeia]

La madriguera
Ella sabía que había una gran diferencia entre asomarse a la madriguera del conejo y meterse en ella. Que una vez atravesado el espejo no habría vuelta atrás. Respiró profundo y se quitó su anillo.

Marinerito
- ¿En serio no fantaseas? ¿Ni siquiera en sueños? Anda, cuenta
- Qué pesado. Así que recuerde...una vez soñé que estaba en un barco. Miraba algún mástil, un ojo de buey...y me sentía excitada.
- ¿Y ya? Algo más habría...
- Pues no recuerdo.

 

[Perigeia]

Mirona
Observó con atención a la pareja: sus movimientos, sus miradas y sonrisas. Todo complicidad, pensó con envidia. Su marido nunca la había mirado así. Y avergonzada notó cómo súbita e inesperadamente una oleada de humedad impregnaba su ropa interior. Decidió seguir mirando un ratito más; ignoraba que a su esposo le gustasen las chicas de color.

El teatrillo

Cuando la vio, supo que sería suya. Estuvo ahorrando durante meses. Una vez en casa, comprendió lo bien que quedaría junto a una compañera y eligió la de tez oscura. Creyó que ahí parararía. Pero no tardó mucho en pensar que el modelo masculino ampliaría el juego.

Se había quedado sin un céntimo, pero lo daba por bien empleado.

Pasaba el tiempo libre masturbándose. A veces utilizaba con furia esa silicona hiperrealista que tan cara había salido, pero lo normal era usar la mano mientras ellos, quietos en sus posiciones, representaban la escena en la que quería recrearse.

 

[Perigeia]

Buenas. Aunque he visto que hay varios hilos de microrrelatos, la mayoría no se ciñen demasiado a lo de ser realmente "micro", así que he pensado que un hilo de microrrelatos realmente cortos sería un buen lugar para los que somos presa de la falta de tiempo, de talento, o simplemente de la pereza.

Muy de acuerdo en esa apreciación. Es un formato ideal para aquellos a los que nos pilla todo eso.

Aquí ya probé. (No los traigo por no duplicar publicaciones)

 

[Perdition]

Aquí ya probé. (No los traigo por no duplicar publicaciones)

Demasiado revoltijo . Pásate por aquí cuando quieras, estás en tu casa.

 

[Perdition]

La pregunta

Nunca había sacado esa ropa interior de sexshop de la intimidad de los juegos de dormitorio. Pero su solitaria estancia en aquella ciudad anónima le dió la idea, y el morbo se impuso al sentido común. Quería sentir la vergüenza y la excitación de las miradas juzgándola por su apariencia. Solo un paseo.
Pero en aquella esquina del barrio viejo acababa de balbucear una respuesta que salió con vida propia de sus labios, dinamitando todo lo que creía saber de sí misma. Y esa respuesta era un número.

 

[Lass]

Allá va mi aportación, quizá menos elegante que las anteriores. Siento no haber encontrado una imagen mejor, era complicado dado el tema:


Dilema

Al llegar a casa, se levantó el vestido: ahí seguía, como un latigazo blanco, el semen de su amante, ya reseco, cruzando su abdomen.

Y recordó cómo pocas horas antes él la puso contra la pared del baño y hundió su verga dentro de ella. Ambos haciendo esfuerzos por no hacerse notar en la oficina hasta que ella gozó uno de sus mejores orgasmos.

Ahora, el dilema: ¿debería limpiarse o dejarse la marca de su amante, para que cuando llegara su marido, comprobara cuán puta había sido su nena traviesa y acaso le regalara una segunda condecoración de esperma?

 

[Perigeia]

La pregunta

Nunca había sacado esa ropa interior de sexshop de la intimidad de los juegos de dormitorio. Pero su solitaria estancia en aquella ciudad anónima le dió la idea, y el morbo se impuso al sentido común. Quería sentir la vergüenza y la excitación de las miradas juzgándola por su apariencia. Solo un paseo.
Pero en aquella esquina del barrio viejo acababa de balbucear una respuesta que salió con vida propia de sus labios, dinamitando todo lo que creía saber de sí misma. Y esa respuesta era un número.

La (pen)última

En cada ocasión se juraba que esa sí, que esa sería la última vez.

Le encantaba la ceremonia. Vestirse, pararse en la esquina, mirar fijamente al primer tipo que pasara -los prefería fáciles, no demasiado atractivos-, atraerles con un movimiento del índice. Cuando los tenía justo delante ponía cara de "quiero follar", "quiero chupar", pero lo que susurraba al oído era:
-¿Quieres jugar conmigo a Belle de Jour?

Alguno entendió a la primera, pero a la mayoría tuvo que soltarles el rollo, lo que la excitaba todavía más. En cualquier caso, se portaban bien, muy bien.

Era adicta a a la amabilidad de lo(s) extraño(s)

 

[Perigeia]

Allá va mi aportación, quizá menos elegante que las anteriores. Siento no haber encontrado una imagen mejor, era complicado dado el tema:


Dilema

Al llegar a casa, se levantó el vestido: ahí seguía, como un latigazo blanco, el semen de su amante, ya reseco, cruzando su abdomen.

Y recordó cómo pocas horas antes él la puso contra la pared del baño y hundió su verga dentro de ella. Ambos haciendo esfuerzos por no hacerse notar en la oficina hasta que ella gozó uno de sus mejores orgasmos.

Ahora, el dilema: ¿debería limpiarse o dejarse la marca de su amante, para que cuando llegara su marido, comprobara cuán puta había sido su nena traviesa y acaso le regalara una segunda condecoración de esperma?

Bueno, esto no va de "elegancia", va de microrrelatos, y el tuyo respeta las pautas del creador del hilo y está logrado

 

[Perigeia]

Allá va mi aportación, quizá menos elegante que las anteriores. Siento no haber encontrado una imagen mejor, era complicado dado el tema:


Dilema

Al llegar a casa, se levantó el vestido: ahí seguía, como un latigazo blanco, el semen de su amante, ya reseco, cruzando su abdomen.

Y recordó cómo pocas horas antes él la puso contra la pared del baño y hundió su verga dentro de ella. Ambos haciendo esfuerzos por no hacerse notar en la oficina hasta que ella gozó uno de sus mejores orgasmos.

Ahora, el dilema: ¿debería limpiarse o dejarse la marca de su amante, para que cuando llegara su marido, comprobara cuán puta había sido su nena traviesa y acaso le regalara una segunda condecoración de esperma?

Por seguir un poco en la línea de @Lass:


Palabras sucias

Insistió en que ella pronunciara esas palabras que tanto le costaban.

¿Que hable en plan guarro? ¿Que te diga cerdadas? Vale. Pero a mi modo- dijo mientras se quitaba la ropa y se quedaba solo con las bragas verdes.

No te acerques y tampoco hables. Si no, pierdo el hilo.

Sácate la polla y pajéate mientras. Si paras de hacerlo, paro de hablar. El brillo de tu glande es lo que me estimula. Hazlo brillar. Mójate los dedos. ¿Sabes que puedo oler mi coño aunque estoy tumbada? Lástima que hoy tú no puedas, pero imagínalo.

Y de paso trata de adivinar a dónde fue a parar tu lefa el otro día, cuando te corriste dentro...¿Nada?

¡Al sofá de la sala de espera del dentista! Estaba tan tranquila y de repente, plof, sentí el líquido resbalarme. La falda y el tanga no sujetaron tu corrida. El asiento era plasticoso, así que pude pasar un pañuelo de papel. Tendría que haberlo guardado para que lo chuparas.

Sé lo que quieres. Quieres oír que me gusta tu polla. Quieres oír dónde me gusta más tenerla.

Pero no te diré lo que quieres oír. Te voy a decir dónde te vas a corre. Te vas a correr sobre mi vientre. Échamelo encima. Échame la leche encima.

ASÍ.

 

[Lass]

Expectativa

Estuve inquieto toda la cena.

No porque ella trufara la conversación con dobles sentidos. O porque en un momento dado ella se descalzó y acarició mi pierna bajo la mesa. Ni siquiera por su escote vertiginoso.

Fue porque se había maquillado con ese pintalabios: un bermellón intenso y mate que solo se pone en ocasiones especiales y seguramente tras la cena, acabaría formando un obsceno anillo alrededor de mi erección que, pese a la intensa fricción, no perdería su intensidad hasta que una capa de mi líquido deseo blanco atenuara su tono.

Y claro, ¡estaba deseado llegar a los postres!

 

[Perigeia]

Expectativa

Estuve inquieto toda la cena.

No porque ella trufara la conversación con dobles sentidos. O porque en un momento dado ella se descalzó y acarició mi pierna bajo la mesa. Ni siquiera por escote vertiginoso.

Fue porque se había maquillado con ese pintalabios: un bermellón intenso y mate que solo se pone en ocasiones especiales y seguramente tras la cena, acabaría formando un obsceno anillo alrededor de mi erección que, pese a la intensa fricción, no perdería su intensidad hasta que una capa de mi líquido deseo blanco atenuara su tono.

Y claro, ¡estaba deseado llegar a los postres!

Insipidez (Expectativa II)

Idiota. Soy una idiota. Todos estos días pensando qué ponerme...Todo ese rato en el espejo comprobando si el pelo estaba suficientemente rizado, suficientemente esponjoso...Todo el cuidado para perfilar los labios y rellenarlos, para que el rojo estuviera ahí, en su sitio, y no se moviera.

Le pregunto qué me va a dar de postre...¡Y me trae pitahaya! ¡Troceada! ¡Y encima con tenedor!