A la mañana siguiente no estuve demasiado atenta en clases pensando en cómo solventar la papeleta del fin de semana. Luis no podía saber nada pero tampoco podía apartarlo. Era mi novio, me había dado una sorpresa preciosa y yo tenía que buscar el equilibrio entre disfrutar del momento y no erosionar más mi convivencia en el piso.
Siempre estaba igual. Nunca disfrutaba plenamente de las cosas. No me dejé llevar con Luis por los estudios, cuando ya no pude evitarlo vivía agobiada por los estudios, después separados, después peleados por la beca…era imposible disfrutar la felicidad plena de los últimos días de la residencia y la playa.
Sin tener del todo claro como podía salir aquello tras comer nos subimos al coche de Gianni y tomamos la carretera. Luis estaba incómodo. Se lo notaba. Por eso me pasé todo el trayecto cogiéndole la mano y acariciándolo. Pero me incomodaba más la actitud de Gianni, abiertamente hostil a la presencia de Luis. Respondía de forma seca y lanzaba preguntas incómodas a mi novio, que estaría bastante decepcionado de pensar que no era el fin de semana que él habría previsto. Más aún cuando vio el alojamiento pues los cuatro compartíamos habitación.
Admito que para mí la situación era también bastante incómoda pues habría preferido tener intimidad para hablar y follar con mi novio cuanto me apeteciera. Me sentía culpable por haberlo llevado allí en vez de afrontar el problema. Pero esa era yo: incapaz de afrontar las cosas. No fui capaz de decirle a mi novio que me iba y ahora era incapaz de explicarle mi situación en aquel piso.
Su decepción era evidente y me lo hizo saber:
-Princesa, yo quería estar a solas contigo…
-Pero gordo, si hubiera sabido que venías me habría organizado de otra manera. Ya sabes que no ando sobrada de dinero y no iba a perder este viaje. Mejor contigo, así tengo mejor recuerdo de este sitio- intenté convencerlo.
-Pero yo quiero…ya tu sabes contigo…
-Ya veremos cómo lo hacemos…jajajaja. Que yo también te tengo ganitas.
Y tanto que tenía ganas de pasarme todo un fin de semana con él abrazada a su cuerpo o con él dentro de mí. Si no fuera tan importante para mí aprovechar aquella beca lo habría mandado todo a la mierda por él en ese momento.
Además Gianni no ayudaba y seguía con su actitud borde con Luis. No ocultaba su molestia con la presencia de mi novio. A saber cuáles serían sus planes. Al decidir irnos a dormir Gianni y Tita se cambiaron con naturalidad y yo para no hacerle la situación más incómoda a Luis los imité con cuidado de no enseñarle las tetas a Gianni. Nunca fui excesivamente pudorosa pero no me apetecía darle ese premio. Además su cuerpo me desagradó enormemente. Muy delgado y velludo por todo el cuerpo, piernas, pecho, barriga, y con unos terribles slips muy ajustados, nada que ver con lo bien que le quedaban los boxers a mi niño que algo cortado se quedó también en calzoncillos.
Luis se metió en la litera de abajo conmigo mientras Gianni durmió en la otra superior y Tita en la inferior. Pero Luis quería fiesta y yo estaba bloqueada. No podía ponerme a follar con mi novio a dos metros de los dos italianos. Ellos no eran Lourdes y Víctor. Para frenar a Luis tuve que pedirle que esperara al día siguiente. Se conformó aunque yo misma tuve que evitar comprobar la erección que sabía que tenía durmiendo abrazado a mí.
Por la mañana al despertarse de nuevo intentó meterme mano. Me pareció excesivo no dejarle acariciarme así que estuvo unos instantes con su mano acariciando mis tetas mientras me pegaba el paquete al culo. Sentir su caricia en mis pezones y su dureza entre mis nalgas me estaba encendiendo por lo que corté levantándome para ducharme.
Allí coincidí con Tita que me alabó el gusto con Luis diciéndome que era muy guapo. Tal y como la iba conociendo no sabía como interpretarlo. Con lo abierta que aparentaba mostrarse capaz era de plantear un cambio de pareja o cualquier cosa rara. Aunque quizá se iba más de boquilla que de realidad, pues salvo el día de la fiesta en el piso nunca la había visto con nadie, aunque tampoco salía tanto con ella como para saber. Pero desde luego no había traído a nadie.
Ese día teníamos planeada una ruta de senderismo hasta un lago cerca dela frontera austriaca. Luis no venía preparado para aquello así que salió con sus zapatillas y su chaquetón nada apropiado para la alta montaña. Desde luego no contaba con estar en un sitio tan frío a primeros de noviembre. Estaba tan preocupada por él que casi ni me fijo en el paisaje espectacular que surgió detrás de la niebla entre circos glaciares y riscos verticales. ¡Qué lastimita me daba el pobre! Él viniendo a darme una sorpresa y yo tratándolo así.
Pero para colmo Luis estaba con la mosca detrás de la oreja. Y no podía callárselo:
-¿Hay algún motivo por el que tu amigo me mire tan mal?
-¿Quién? ¿Gianni? Pero si es superamable- mentí.
-Contigo. Yo creo que le gustas.
Joder, algo se olía pero no creo que se imaginara la verdad.
-Apenas me habla y me trata como si le molestara mi presencia. Sólo encuentro ese motivo- explicó.
-Luis, de verdad. Yo no me he dado cuenta. Te juro, que yo no…
-Claudia. Tranquila. He dicho que le gustas. Nadie mejor que yo puede entender que tú le gustes a alguien. No te culpo. Pero te lo estoy diciendo para que lo sepas. A veces los tíos interpretamos amabilidad con lo que no es y nos hacemos esperanzas…
Tenía que dejarle claro que él era el único. Me di cuenta de que mi actitud con Luis no estaba siendo correcta y que debía comportarme con naturalidad con mi novio y olvidarme del italiano. Así que empecé a abrazarlo, tirar de su mano o besarle la mejilla cuando me apetecía. Luis parecía también más relajado. Incluso Gianni parecía no haberse creído del todo que de verdad Luis era mi novio y al verme ahora comportarme de forma más natural también se relajó y empezó a ser menos cortante con él. Al final parecía que no estaba siendo tan mala idea todo.