Y así lo vivió Luis
Me asusté un poco pero como suele pasar en estos casos preferí no alarmarla. De hecho me limité a levantarme de la cama y observar sus gestos. Los habituales tras nuestros polvos. Claudia estaba totalmente floja, abandonada, con so rostro contraido en una mueca que podía ser de placer o de dolor. Preferí inclinarme por lo primero y tras coprobar el estado poc higiénico de mi polla morcillona me dirigí al baño por papel higiénico y haciendo una almohadita con él se lo coloqué por donde chorreaba la mezcla de grumos de semen y sangre bajo su ano dilatado. Le besé la frente sin que reaccionara y me fui a darme una ducha rápida y limpiarme bien.
Durante la ducha medité sobre todo lo ocurrido. Su marcha. Mi cabreo. El sexo anal. El dolor que podría haberle provocado. Estaba inseguro ante como reaccionar. Salí del baño con la toalla anudada a la cintura y regresé a la cama. Todo seguía igual.
-Claudia., lo vas a poner todo perdido...
No respondió. Me senté a su lado. Insistí. Sin abrir los ojos mi chica movió el brazo chocando con mi muslo y sin esperarmelo me dió un manotazo fuerte.
-Cabrón, me has reventado...-dijo con media sonrisa sin abrir los ojos.
-¿Te he hecho daño?-pregunté asustado.
-Literalmente me has partido el culo...
-No tendríamos que haberlo hecho...pero te has empeñado.
-Quería probarlo...contigo...
-Estás loca, Claudia...ven que te ayudo.
La ayudé a levantarse haciendo gestos de dolor. Llegaos hasta el baño mientras mi chica intentaba qu no escurriera todo el contenido de su recto y admito que se escapaba algún olor poco agradable. Me echó del baño para tener intimidad para asearse y yo la esperé inseguro e impaciente sentado en la cama.
Tardó bastante pero al salir estaba cariñosa y recibió con ganas mi abrazo envolvente y mis besos.
-Perdóname Claudia...
-No tengo nada que perdonar, no has hecho más que lo que te he ofrecido aunque me has dado fuerte, cabrón, jajaja...
-Me vine arriba...
-Me encanta cuando te pones así, pero creo que no vamos a repetir, me ardía el agua al limpiarme.
-¿Pero tú has disfrutado?
-Me he corrido dos veces ggordo, y bien, pero ahora me duele, me arde...tu pollón me ha reventado.
-Ven aquí princesa...
La ayudé a tumbarse y se quedó dormida sobre mi pecho mientras yo acvariciba su cabello y dibujaba con mi dedo el contorno de sus caderas y sus pechos. Ya los echaba de menos y los tenía conmigo. No sé porqué me vino de nuevo el enfado anterior, el pensar que su marcha sería nuestro fin, aunque a la vez decidí no mostrar ese sentimiento y dejar que el tiempo mandara y no mis prejuicios.
Lo cierto y verdad es que se despertó totalmente incómoda y cuando entró al baño lo pasó bastante mal. Viendo que no podíamos follar me llevó por la mañana en autobús a hacer turismo. De vez en cuando notaba un gesto de dolor y me sentía culpable. Si el sexo anal era así no merecía la pena. No soy un macho que necesite dominar a su hembra para estar agusto. Ni había sentido el morbo que pensaría que sentiría ni el placer experimentado merecían el daño aparentemente provocado.
Me disculpé varias veces con ella pero siempre me negaba la culpa. Pero no estaba disfrutando con la situación. Me sentía mal por todo. Y cuando tras la entrega de los trofeos a los ganadores del torneo me acompañó a la estación de ferrocarril no fue una despedida como las anteriores. Fue más silenciosa. Con alguna disculpa todavía. Me abracé a ella sin decir nada como si ya no nos viéramos más a pesar de haber hecho planes aquel verano. Parecía que nuestra relación empezaba a torcerse por culpa de lo mal que yo aceptaba que se fuera acompañada de un mal paso sexual. Mi diosa era mortal y yo estaba empezando a no saber gestionarlo. Necesitaba de ella más de lo que ahora encontraba. Mi idealización se derrumbaba y en vez de reforzarme como su compañero de fatigas empezaba a alejarme de ella. Y yo era consciente y en mi mano estaba cuidar la relación con alguien tan maravilloso como Claudia.
La semana siguiente estuvo marcada por dos hechos. Mis relación con Claudia y el inicio de mis clases particulares.
Con respecto a mi relación mis sentimientos eran encontrados entre el cabreo por como me había ocultado su marcha hasta el último momento y el sentimiento de culpa por como había dejado a mi chica al irme, pues al daño inflingido por mi falta de cuidado al follarmela por el culo se sumó su fastidiosa regla por lo que estaba pasando unos días bastante incómodos entre dolores menstruales y cieto ardor todavía en la zona anal especialmente al sentarse en el trono. Yo ejercí de novio bueno llamándola por teléfono todas las noches en vez de hacerlo por mensajes para que me sintiera con ella.
Las clases particulares me pusieron más nervioso de lo esperado. Los tres chicos de Latín eran apenas de una año menos que yo. Temía no cumplir sus espectativas o que no confiaran en que apenas un año antes yo era como ellos. Sin embargo rápidamente conectamos echando mano de mis consejos cuando yo estaba en 2º de bachillerato y engatusándolos con historias universitarias. Eran como ya conté dos chavalas y un chaval. De las chicas una era de esas niñas gorditas pero muy monas de cara. Debía estar acomplejada con sus kilos de más porque siempre vestía ropa suelta. La otra era alta y muy delgada y solíavenir con ropa deportiva. El chico era compañero de la misma clase que las dos chicas y era el típico chaval alto y fortote, noble pero con pocas luces, así que el Latín y sus declinaciones se le convertía en un berenjenal de difícil solución, por no hablar de participios, infinitivos... En dos clases me había ganado su confianza e incluso ya me hablaban de acompañarlos a algún botellón, algo que me recordó a como empecé con Viqui.
Cuando terminé el lunes con mis clases de Latin en el salón de mi casa cambié a la Lengua de 1º de bachillerato. Un sólo año más y ya se notaba la diferencia de edad. Los chicos más cortados que los anteriores y yo más seguro. Eran un chico y una chica de 16 años. Ella bajita pero con curvas, pelo rizado y piel muy clara y pecosa a pesar de ser castaña de ojos marrones. El chico era también bajito y delgado con cierto amaneramiento que me hizo pensar que era gay aunque el intentara mostrar no serlo con algunos comentarios.
El contraste llegó el martes cuando fui a casa de la amiga de mi madre a darle clases a su hija. Mi madre me advirtió que era una hija única muy consentida y mala estudiante. Había repetido dos veces y se pasaba de edad para conseguir el título de ESO sin tener que ir a clases para adultos. En realidad era un marrón pues no me veía capaz de ayudar a la chica. La madre no la había apuntado a una academia pues sabía que le niña se saltaría las clases y aunque yo dije que sólo la podía ayudar en las asignaturas de letras entre ella y mi madre me convencieron.
Las clases las habíamos acordado martes y jueves de 11 a 13. Llegué el primer martes a las 10:55 y llamé al porterillo pero nadie me abría. Yo sabía que la chica estaba sola pues los padres trabajaban por la mañana. Insistí. 5 minutos más tarde se abrió la puerta sin que nedie preguntara. Subí a la planta correspondiente y llamé al timbre. Se abrió la puerta y me encontré a la chica, que yo no conocía despeinada con el pelo sobre la cara frotándose los ojos con un pijama de verano descolocado.
-¿Tú eres el maestrillo?-preguntó sin mirarme.
-¿No te había dicho tu madre que venía a las 11?
-Yo paso de mi madre...-respondió bostezando.
-Bueno. Entonces me voy y vosotras os entendeis.
-Espera, espera, que no quiero broncas. Pasa al salón que ya voy.
Entré al salón de la casa y escuché como la chica pasaba al baño y al poco sonaba la cisterna. Después el grifo abierto y a los 5 minutos reapareció con el pelo recogido y el pijama bien colocado con un sujetador asomando entre las tirantas. Era una niña mona a pesar de su mal carácter. 1,60 aproximadamente, castaña con media melena rapada en un lado y por fin pude verle unos ojos castaños más vivos que los que frotaba a mi llegada. Llevaba la oreja del lado rapado llena de piercings. El pijama era suelto pero marcaba unos pechos bien puestos y por un hombro asomaba un tatuaje como de tela de araña. La verdad que su imagen contrastaba con el ambiente algo pijo de la casa.
Le pedí los informes de sus profesores para ver que tenía que recuperar. Le habíanq uedado 5 pero yo con las matemáticas tenía poco que hacer, así que me centré en ver los informes de Lengua, Inglés, Latín y Francés. Mientras yo miraba sus informes, Paula, o mejor dicho Pau que es como la llamaban, se preparó un colacao en la cocina y volvió al salón con la taza y un cigarro encendido.
-¿No es muy temprano para eso?- le dije seco.
-Me apetece...
-¿Tu madre te deja fumar en casa?
-No, pero diré que has sido tú...
-Ella sabe que no fumo...-mentí.
-Eres un poco muermo maestrillo- respondió saliendo al balcón.
-Yo cobro por esto así que apaga el cigarro y pasa para adentro.-dije buscándola.
-Mi vais a amargar el verano...-dijo apagando el cigarro y siguiendome al salón.
-Mira Paula...
-Pau...te he dicho.
-Vale, Pau. Si te esfuerzas un poco te sacas el título este año. No tienes tan mal como me temía las asignaturas pero tenemos sobre todo que practicar la sintáxis y la redacción. Ahora te voy a hacer unas pruebas para ver como llevas de mal las partes que tienes suspendidas pero te tengo que aclarar una cosa. Esto depende de tí. Si tu quieres y te aplicas podemos hacerlo si la actitud va a ser lo que he visto hasta ahora yo te dejo por imposible y le digo a tu madre que se ahorre el dinero.
-Joder, tío. ¿Qué plaste y amargado eres para ser tan joven no?
-Jajajaja- reí- Mira Pau, yo cuando estoy de fiesta puedo ser el más divertido y hasta el más bebedor, pero cuando estoy con el trabajo me lo tomo en serio. No está reñida una cosa con la otra.
-¿Tienes novia?-preguntó a bocajarro.
-Sí. ¿A qué viene eso?
-Será otra muerma como tú...
-Jajajaja. Es una belleza inteligente y muy loca cuando quiere- respondí orgulloso.
-Y empollona como tú...
-No te voy a contar detalles de mi vida íntima pero mi chica y yo lo pasamos muy bien juntos.
-¿Mi chica? Jajajaja. Que moñas suena eso, jajaja.
-¿Tú no tienes novio?
-Yo paso de líos maestrito.
-Me llamo Luis...
Por fin conseguí hacerle unas pruebas de sintáxis, morfología y redacción. Colaboró entre quejas pero lo hizo y cuando llegaba la hora de irme le pedí que el jueves me recibiera ya despierta, espabilada y vestida demostrando su interés. Me contestó de mala gana y me despedí de ella hasta el jueves convencido de que no iban a durar mucho aquellas clases.
odo marchaba bien. El jueves cuando legué Pau estaba despierta, duchada y algo más dispuesta. Se lo agradecí y le puse tarea para el siguiente martes tras comprobar los fallos que tenía en sus cuadernos. Nos hicimos un planning y me sosprendió que a pesar de su actitud arrogante era una chica inteligente. Quizá demasiado consentida o con una adolescencia difícil.
El fin de semana sin embargo estuve un poco de bajón. Casi todos mis amigos estaban fuera y no salí por la noche aunque Pablo me había invitado a salir con él y Leyre. Incluso me picó diciendo que Nieves había preguntado por mí. Pero estaba algo depre por Claudia y al final mi viernes noche lo pasé mandándome mensajes con ella tirado en el sofá. Mi maravilloso verano se desinflaba. Mi esperanza era que el siguiente fin de semana y tras cobrar dos semanas de trabajo yo me iría apasar el fin de semana con Claudia.
La cosa empeoró el lunes. Por la tarde tumbado en la cama me puse a charlar con Claudia por el móvil. Tenía que ir a Madrid a hacer gestiones para la beca. Cosas de convalidacions y no sé que historia. Se iba el viernes y si le daba tiempo volvía el mismo día. Me ofrecí a acompañarla porque ese finde nos tocaba juntos y no sólo se molestó sino que me negó toda posibilidad. Me dijo que no necesitaba ayuda, que ella era capaz de hacer sus cosas y que por tener novio no era más tonta que antes. No entendí su reacción pero terminamos discutiendo. Y aunque terminamos arreglándolo me dejó mal sabor de boca y la sensación de que me apartaba antes de irse.
Durante la semana intenté olvidarme del bache con Claudia con las clases. Pau no estaba resultando tan difícil como me temía. En el fondo daba lasensación de ser una persona con necesidad de reclamar atención de unos padres que la colmaban de todo lo material pero no le dedicaban tiempo y yo me estaba conviertiendo en un compañero "agradable" de sus mañanas de estudio de verano. De hecho empezó a estar realmente amable ofreciéndome café al llegar y sustituyendo los pijamas de los primeros días por shorts y camisetas reivindicativas o de temativa heavy.
El viernes me llamó Pablo de nuevo. Iba a hacer botellón con los amigos de Leyre y como yo era el único que quedaba en la ciudad quería que lo acompañara sí o sí. Claudia estaba en Madrid y llegaría a su ciudad de madrugada. Ya hablaríamos el sábado por la tarde. Sin muchas ganas me arreglé. Hasta me puse pantalón largo por si después ibamos de discoteca.
Era un grupo de gente bastante pija. Aunque lo más destacado es que allí estaba Nieves y no se separó de mí en toda la noche dándome palique y lanzando sonrisitas. A ratos me olvidé que Claudia estaba en Madrid. De hecho hasta varias copas después de haber llegado no me fijé en su ropa: minifalda ajustada tan pegada que debía llevar tanga para que no se marcara la ropa interior y un top anidado a la espala muy escotado por delante suelto hasta el ombligo. Al fijarme no pude reprimirme decirle:
-¿Tu madre te deja salir así de casa?
-Evidentemente mi madre no elige mi ropa...-repsondió.
-No sabía que las pijas de colegio de monjas salieran los fines de semana a cazar...
-¿No serás de los que se piensan que vamos provocando?
-Para nada. Estás espectacular. Vas a tener que apartar moscones....
-Eso se me da muy bien...
El alcohol y mi conversación aquel día en el chalé me soltaron la lengua y le dije:
-Cualquiera que te vea sabe que debajo sólo llevas un tanguita...
Puso cara de escándalo con una vuelta de ojos muy graciosa y me contestó:
-A lo mejor voy más fresquita...pero eso no lo vas a saber, jajaja...
-¿Me estás calentando?
-Yo no voy buscando niños con novia, Luis...ni voy enseñando la mercancía como tú...-me soltó recordandome cuando me abrí el bañador para mostrarle mi vello púbico recortado dejando que me viera la polla morcillona.
-Fíjate pues ahora tengo también una sorpresa para tí...-le dije con picardía.
-Ahn, ¿sí?
-Pero tampoco lo vas a saber...
Así estábamos cuando nos avisaron que íbamos a entrar en la terraza de una discoteca de moda. Tras una breve cola pues no era demasiado tarde entramos y se repitió el típico ritual de chicas bailando y chicos bebiendo a su alrededor. Lo bueno es que evitábamos los buitres. Pero en un momento Nieves se perdió. la busqué con la mirada y no la veía hasta que pensé que estaría tonteando con cualquier tio cachas de los que había por allí. Fui al baño a mear y me la encontré haciendo cola. Era yo el malpensado. Entré al masculino y al salir me quedé a esperarla. Por mi mente pasaban ideas en ese momento y no olvidaba la conversación de un rato antes. ¿Me estaba tirando los tejos? ¿Qué pasaría si me lanzaba a por ella?
Cuando Nieves salió del baño tomamos el camino de regreso con el grupo pero había que salir del salón de invierno de la discoteca a la terraza por una zona con setos altos y un muro detrás con una separación aproximada de un metro. Vi un hueco y tiré de la cintura de Nieves quedando los dos en aquel espacio fuera de la vista de los que entraban a los baños. Por la forma de entrar ella quedaba contra la pared y yo no tuve reparo en pegarle el paquete al culo.
-¿Tienes algún problema, Luis?-me preguntó.
-Sí...
-¿Y yo puedo ayudarte?
-No lo sé...
Me sorprendí a mí mismo empalmado apretando mi polla contra sus nalgas. Nieves no colaboraba pero no se zafaba de mí.
-Llevo toda la noche deseando empotrarte...-le dije con total descaro.
-¿Esa era tu sorpresa?- me dijo creyendo intuir su respiración agitada al sentir mi cuerpo pegado al suyo.
-Para descubrir la sorpresa tendrías que darte la vuelta y agacharte...-no me conocía a mi mismo hablandole así a la chica.
-Ni me has dado un beso ¿y quieres que te coma la polla?
-Yo no he hablado de comer...eso ha sido idea tuya.-respondí frotándome contra su culo.-Además necesito comprobar algo desde hace un rato.
No tenía ni idea de como podía acabar aquello, si Nieves me quitaría de encima y me mandaría a la mierda o si terminaríamos enrollándonos allí mismo. Sin embargo quité mis manos del muro contra el que la aprisionaba y las bajé a sus muslos.
Me fue imposible así que al estar fuera de la vista de la gente que pasaba tras el seto subí su falda lo suficiente para llegar a su pubis y me tropecé con una tela fina que parecía encaje al tacto.
-No vas tan fresquita- le dije mientras la chica se estremecía al sentir mi mano rozar su entrepierna.
-Te dije que podría...-respondió con la voz entrecortada.
-Pero ahora no me voy sin ver que tan suave estás...
-Cuidado donde vas...-me dijo.
-¿Me vas a parar?-pregunté.
-Te puedes quemar...-me respondió estirándose.
-Lo soportaré...-contesté intentando colar las manos entre sus muslos y la estrechez de la falda.
-Parece que te pongo más caliente que tu novia...-me dijo en el instante en que mi dedo se abrió paso entre sus labios invadiendo su chocho caliente y ¡húmedo!.
Colé mi mano dentro del tanga comprobando su pubis totalmente rasurado y muy suave mientras sentía su culo apretarse a mi polla.
Nieves estaba empapada disfrutando aquel momento de calentón. Y muy sensible. Al sentir mi mano en su chocho empezó a gemir. Yo empecé a desatarme aun más apretando con más fuerza mi paquete a sus nalgas casi en pompa por la presión de mi mano en su coño.
-No me imaginaba lo zorrita que eras...
-Pues yo siempre he sabido lo cerdo que eras y que acabarías follando conmigo aunque tuvieras novia...¿o si no porque me enseñaste la polla?
Según me decía eso yo clavaba dos dedos en su chocho entre gemidos de Nieves. El calentón era grande. La chica lo había conseguido y yo colaboraba con facilidad. A pesar de nombrar a mi novia yo sólo tenía cabeza en ese momento para su cuerpo.
-Voy a tener que follarte entonces...me voy a follar a la zorrita de Nieves en una discoteca. ¿A cuántos te has tirado así?
-Vas a ser el primero cabrón...
-No me lo creo...-respondí sin dejar de masturbarla con mi mano.
-Me he liado con tíos en su coche pero nunca dentro de la discoteca...
-Pues ahora te voy a dar hartón de polla para que te enteres....¿llevas condones?
Nieves sacó cun condón de su bolsito mientras yo me abría el pantalón y me sacaba la polla del calzoncillo. Estaba empalmadísimo. Me pasó el condón sin mirar y le dije que se diera la vuelta. Miró mi pubis rasurado y se mordió el labio.
-¿Lo has hecho porque sabías que me gustaba?
-Sí...-mentí.
Me puse el condón y al terminar la chica acarició mi pubis y mi polla. Yo la volví a colocar de cara a la pared y terminé de subir la falda dejando su culo con un tanga de hilo azul ante mis ojos. Le di un cachete y lo aparté dirigiendo mi nabo a su chocho. Nieves me ayudó a colocarme a la entrada y cuando sentí su calor en mi glande apreté sintiendo como me deslizaba en su interior. Se la clavé entera entrando despacio y Nieves se estiró vaciando el aire de sus pulmones.
-Mmm., que chochito tan estrechito para ser tan zorra....-le dije.
-Sólo lo he hecho con tres...
-¿Solo? ¿Con lo zorrita que eres?
-Solo follo con quien me apetece...ya te lo dije...
La cogí por la cintura y empecé a bombear. Primero despacio y después más rápido. Nieves gemía aunque la música de la discoteca ahogaba sus gemidos. Yo estaba concentrado sólo en el roce de mi polla en su vagina. En apenas 5 minutos sentí como Nieves temblaba aunque de forma leve. Yo seguí bombeando. Estaba dándole bastante fuerte a la chiquilla que recibía mis embates entre gemidos y temblores. 5 minutos más y me corrí entre fuerte gritos ahogados por la música. Me había follado a Nieves sin un beso. Le había puesto los cuernos a Claudia. Y lo peor es que no tenía remordimientos...