2D5CUENTAS
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Del amor y otras cosas improbables,
aunque a veces,
apuntan posibilidades,
trata la canción que aquí les traje,
desde mi post-adolescencia, ya perdida,
sonando en un stereo autoreverse.
¡Que despilfarro, que locura , que derroche!
era en aquel entonces en un coche.
Con los cristales
blancos por el vaho,
de dos que respiraban, anhelantes,
haciendo el amor, que no follando,
pues la vida,
aún no les había dado,
golpes bastantes.
Las noches eran blanco satén,
pieles desnudas,
enredos de corchetes y cinturas,
excitación y miedo,
ansias y dudas.
Desde antaño a hogaño,
está presente,
como banda sonora del amor,
siempre en mi mente.
Edito para añadir, que aún hoy la veo,
desnuda para mí, dulce, inocente,
salvaje en ocasiones,
en otras, indolente,
joven como el futuro, cruel, ardiente,
sabia en su juventud, de mujer fuerte.
Lo que juntos vivimos, permanece,
en un rincón de mí, y se aparece,
a recordarme que, en el pasado,
su inocencia y la mía,
de la mano enlazadas,
fueron muriendo,
y plantaron semilla en tierra fértil,
de la que creció un espino,
que aún conservo,
y riego con esmero, cada algún tiempo.
aunque a veces,
apuntan posibilidades,
trata la canción que aquí les traje,
desde mi post-adolescencia, ya perdida,
sonando en un stereo autoreverse.
¡Que despilfarro, que locura , que derroche!
era en aquel entonces en un coche.
Con los cristales
blancos por el vaho,
de dos que respiraban, anhelantes,
haciendo el amor, que no follando,
pues la vida,
aún no les había dado,
golpes bastantes.
Las noches eran blanco satén,
pieles desnudas,
enredos de corchetes y cinturas,
excitación y miedo,
ansias y dudas.
Desde antaño a hogaño,
está presente,
como banda sonora del amor,
siempre en mi mente.
Edito para añadir, que aún hoy la veo,
desnuda para mí, dulce, inocente,
salvaje en ocasiones,
en otras, indolente,
joven como el futuro, cruel, ardiente,
sabia en su juventud, de mujer fuerte.
Lo que juntos vivimos, permanece,
en un rincón de mí, y se aparece,
a recordarme que, en el pasado,
su inocencia y la mía,
de la mano enlazadas,
fueron muriendo,
y plantaron semilla en tierra fértil,
de la que creció un espino,
que aún conservo,
y riego con esmero, cada algún tiempo.
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