
Hoy me toca a mi contaros una historia con Luna una vez más como protagonista. Todo ocurrió en uno de nuestros viajes a Marruecos y creo que jamás he visto a Luna tan cachonda, con tantas ganas de follar. Por supuesto, cuando estamos follando está supercachonda, pero esa vez fue muy distinto, vino a mi con unas ganas de polla que nunca había visto nunca antes, ya que otra persona la había puesto a mil.
El asunto fue que en uno de nuestros viajes a Marruecos, después de una larga jornada de coche llegamos a un riad en el norte que era muy acogedor, muy tranquilo. Habría unas ocho o diez habitaciones que conectaban con un encantador patio interior de estilo árabe. Cuando llegamos, la señora de la recepción nos mostró el riad, ya que era un poco laberíntico. Al subir a nuestra habitación pasamos por una pequeña estancia con una camilla de masaje en su interior.
La persona que nos guiaba nos dijo que ofrecían servicios de masaje y Luna, que le encantan, decidió reservar un masaje relajante para esa misma tarde. Nos mostró la habitación, nos instalamos y nos pusimos cómodos, básicamente nos pusimos en ropa interior, ya que era agosto y hacía un calor tremendo.
Tras descansar un rato llegó la hora del masaje de Luna, así que se quitó el sujetador dejando libres sus grandes tetas y se puso un vestido suelto para ir a la sesión de masaje. Yo confieso que me quedé traspuesto en la cama de la habitación de lo cansado que estaba.
Pasada algo más de una hora, Luna llegó a la habitación. Estaba ruborizada, como roja del calor supuse, con aspecto de estar muy relajada. De inmediato se quitó el vestido y se quedó totalmente desnuda a excepción del tanga que escasamente cubría su coñito. Se acostó a mi lado y me dijo ¿quieres saber lo que me ha pasado?, con una cara de vicio que no os podéis ni imaginar.
Por supuesto, le dije que sí, y Luna empezó a contarme con todo detalle lo que le había pasado en su sesión de masaje. La masajista al parecer no trabajaba directamente en el riad, era una chica del pueblo a la que los distintos riad llamaban cuando algún cliente requería sus servicios. Era una chica joven, de unos veintipocos años, delgada, bastante guapa.
Cuando llegó Luna se quedó desnuda y se tumbó boca abajo en la camilla. La masajista encendió algo de incienso y empezó a masajear lentamente el cuerpo de mi mujer con aceites típicos marroquíes, desde el cuello hasta los pies, dedicando bastante tiempo a las piernas y a sus pies.
Pasado un buen rato la masajista le dijo a Luna que se diera la vuelta para masajear la parte delantera del cuerpo. Al principio Luna se sorprendió un poco, ya que normalmente cuando le dan masajes en nuestro lugar de residencia le tapan sus tetazas con una toalla para que se sienta más cómoda, pero este no fue el caso.
Empezó por los pies, piernas, abdomen... hasta que finalmente la masajista se puso delante de la cabeza de mi esposa y empezó primero a hacerle un masaje en la cabeza, en las sienes, cara, cuello... luego cuando Luna estaba totalmente relajada empezó a masajear la parte alta de su pecho, a la altura de las clavículas, hasta que finalmente sucedió algo que no tenía previsto... La masajista, como si fuera lo más normal del mundo (era algo que debía hacer habitualmente con todas sus clientas), empezó a masajear las tetas

de Luna de forma increíble. Primero empezó a bajar con ambas manos por el centro, por el canalillo entre ambas tetas. Esto en principio ya empezó a poner cachonda a Luna, pero la cosa no se quedó allí.
Tras varias pasadas entre ambas tetas, la masajista abrió sus manos y empezó a ampliar sus movimientos. Las manos de la chica se posaron con firmeza y suavidad a la vez sobre los pechos de Luna, trabajando con movimientos lentos, circulares, profundos. Los pulgares trazaban caminos lentos mientras el resto de los dedos sostenían y presionaban con calma los pechos de Luna, haciendo que el calor se concentrara ahí, que su respiración se volviera agitada.
Tras unos minutos trabajando los pechos de Luna el masaje finalizó en ese punto, y el relato que me brindó también. Como me gusta morbosear sobremanera mi pregunta se hizo evidente: ¿si la masajista te hubiera empezado a tocar el coño, a masturbarte, te habrías dejado?, a lo que Luna me respondió que era muy posible que sí, que estaba muy excitada... vamos que lo que en realidad quería decirme era que claramente si, que habría dejado que esa masajista le hubiera masturbado hasta correrse. Yo, a la vista de lo cachonda que vino Luna no tengo duda, se habría dejado si o si... Es más, si el. masajista hubiera sido un tío creo que también se habría dejado masturbar.
Tras contarme lo sucedido os podéis imaginar como tenía yo la polla, dura como una piedra y dispuesta a darle gusto a Luna en todo lo que quisiera. Recuerdo una cosa que fue una pasada, cuando me contaba la historia le toqué el coño a Luna, le metí varios dedos y lo que encontré fue una auténtica delicia... no recuerdo haber visto nunca el coño de mi mujer tan mojado, era una auténtica locura, estaba chorreando de la excitación... estaba tan dilatada y mojada que podría haberse metido sin problema cualquier polla independientemente de su tamaño y grosor
Y la actitud sexual de Luna estaba a la altura de lo mojado de su coño. Estaba como una auténtica perra. Lo primero que me dijo es que quería que la grabara mientras me la follaba, cosa que no es muy habitual en ella, yo soy más de grabarnos follando que Luna.
Pusimos el teléfono móvil a grabar desde un lateral de la cama, desde una mesilla que habíamos movido, y primero empezó a chuparme la polla. No estuvo mucho rato, ya que ella los preliminares ya los había disfrutado.
Tras mamarme la polla un rato me dijo que me la follara a lo perrito, a cuatro patas, pero me dijo como quería que me la follara exactamente para que se viera luego en la grabación. Primero me pidió que me la follara rápido, lo más rápido que pudiera, así que me la follé todo lo rápido que pude durante un rato, como un pequeño conejo follador.
Luego me dijo que siguiera en esa posición, pero que en lugar de follarla rápido lo hiciera lento, follándola a golpes secos, con toda mi fuerza, hasta el fondo, como si quisiera reventarla a pollazos con un golpeteo rítmico. Por supuesto, cumplí sus órdenes a rajatabla. Hacíamos mucho ruido. Seguramente que otros clientes del riad nos escucharon, ya que era muy tranquilo y no se escuchaba nada, salvo mi cuerpo golpeando contra el suyo.
Tras un rato empotrándola todo lo fuerte que pude yo estaba a punto de correrme, por lo que le dije que se pusiera boca arriba para descansar yo un poco y evitar correrme ya y empecé a comerle el coño, que os podéis imaginar como estaba de encharcado. Me da la impresión que si en ese momento hubiera entrado otro tío a la habitación y yo se lo hubiera pedido, se lo habría follado sin miramientos. Así estaba Luna...


No duró mucho el asunto. Al cabo de un par de minutos Luna me dijo que se quería correr y se puso encima de mi a cabalgarme. Yo ya no estaba como para aguantar mucho sin correrme, pero por suerte Luna tampoco. Empezó a cabalgarme a saco, frotando su coño contra mi como a ella le gusta, y al cabo de un par de minutos se corrió entre gritos entrecortados.
Mi estratagema de comerle el coño había surtido su efecto y retrasó mi eyaculación, por lo que Luna tras correrse se sacó la polla y me dijo que me le corriera en su cara, en plan cerda total. Me chupó y pajeó la polla, y tras unos instantes me corrí en su cara y sus tetas, ante la atenta mirada de la cámara. Luego le pedí que no se limpiara mi semen y nos tumbamos en la cama a besarnos y acariciarnos.
Por supuesto, esa noche follamos otra vez y el recuerdo de ese magreo de tetas nos ha dado muy buenas sesiones de folleteo.
¿Qué os parece?¿Cómo os habríais follado vosotros a Luna? ¿Creéis que con el calentón habría hecho un trío?