La siguiente semana en la casa de la playa

David777

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Había pasado un tiempo desde que acabé mi oculta relación con Marc y ahora vivía una época mucho más tranquila. Aunque el recuerdo de Marc corriéndose entre gemidos bajo mi cuerpo mientras le follaba no se me iba de la cabeza tan fácilmente. Continuamente me sorprendía a mí mismo oliendo su cuerpo y sintiendo su semen caliente y el olor a limpio y a hombre de su verga creciendo dentro de mi boca, mientras se agrandaba mi erección hasta el límite y necesitaba tumbarme y masturbarme. Me costaba concentrarme para trabajar y aumenté mis paseos por la playa, a un paso de la casa de verano.

En uno de esos paseos encontré a Natalia, la madre de Marc, tomando el sol en toples junto a su marido Jaime, el padre de Marc. Natalia ya no era ninguna jovencita, pero tenía unas tetas grandes y turgentes, con unas areolas amplias y muy oscuras, como siempre imaginé que las tendría. Me gustaba un pequeño tatuaje que ella tenía en su ingle y que asomaba del tanga, con forma de araña y corazón. Me sonrieron ambos, amables, y me agaché para charlar con ellos y, de paso, disimular mejor la incipiente erección que se estaba formando de nuevo bajo mi bañador cuando sin previo aviso me asaltó la imagen del cuerpo de Natalia y su tatuaje cabalgando sobre la polla de su marido, y éste sujetándole esos pechos bamboleantes, que ahora estaban a mi vista, con ambas manos mientras se corría dentro de ella.
 
Hablamos durante unos minutos sobre cuestiones intrascendentales, pero pronto Natalia se incorporó, se sacudió la arena de las caderas y nos anunció que debía marcharse si no quería llegar tarde a un compromiso familiar. Cuando nos quedamos solos Jaime y yo sobre la arena me empecé a fijar más en él, buscando posibles similitudes con el fascinante cuerpo de su hijo Marc que tanto me había hechizado. Un buen cuerpo, muy bien conservado para la edad que tenía, que superaba ya los cincuenta años.

La conversación pronto se tornó más interesante porque Jaime tenía una gran cultura cinematográfica e hicimos un buen repaso de algunas viejas películas que a ambos nos gustaban y que yo utilizaba mucho como referencia para los guiones que escribía. La mañana soleada era maravillosa y yo me sentía muy cómodo con él. Le ofrecí darnos un baño rápido en el mar antes de abandonar la playa y regresar al cemento civilizatorio. Se levantó él primero y corrió hacia las olas delante de mí, y pude ver en su espalda otro pequeño tatuaje, con una telaraña negra y un corazón atrapado.
 
A mediados de mayo, las aguas del mediterráneo aún estaban algo frías y pronto volvimos a la arena para secar nuestros cuerpos al sol. Jaime permanecía tumbado y yo medio incorporado consultando un mensaje de trabajo que acababa de llegar a mi teléfono cuando noté su mano sobre mi pierna. Fue algo muy rápido, ni siquiera fui consciente en ese momento de que pudiera haber una intención sexual por su parte, pero a mí me electrizó todo el cuerpo y sentí la fantasía de lamerle las gotas de agua salada que aún tenía sobre su pecho y su vientre.

- No puede ser – me dije a mí mismo – no puedo excitarme con el padre de Marc mientras aún puedo sentir el culo de su hijo presionando mi polla y su esperma en mi boca.

Deseché esos pensamientos, controlé la erección y me incorporé para sacudirme la arena, presto para partir.
 
Pfff no dejes de contarnos pfff
 
- Bueno, Jaime, me voy a casa a darme una ducha a ver si consigo quitarme esta arena, me ha encantado conocerte y compartir este tiempo contigo.

- David, ¿te importaría si me ducho yo también en tu casa? Vivo lejos de esta playa y no quiero llenar de arena el coche.

- Claro. Está aquí a la vuelta. Tomaremos algo.

Abrí una botella de vino cuando llegamos a la cocina de la casa, serví dos copas y puse algo de música.

- Dúchate tú primero, Jaime. El cuarto de baño está junto al dormitorio, saliendo a la derecha. Tienes toallas limpias en el primer cajón del mueble blanco.

Jaime apuró su copa de vino y fue al baño. Abrió la ducha y dejó la puerta abierta. Desde el salón pude ver cómo se desnudaba y aparecía ante mí su cuerpo atlético con una preciosa polla circuncidada y unos enormes y estéticos huevos, con el vello muy recortado en su pubis y en su pecho. Durante unos segundos se cruzaron nuestras miradas en la distancia antes de que él entornara la puerta y se metiera en la ducha. Yo quedé abrumado por la ansiedad en el salón, notando como mi verga se expandía pidiendo acción y mi cerebro luchaba por asumir la evidencia de la imposibilidad de tener sexo con él. Hetero, mayor, padre de Marc.
 
Ganó mi polla esa lucha, y con el ritmo cardiaco ya alterado apuré mi copa y la dejé sobre la mesa. Avancé hasta la puerta del cuarto de baño que Jaime había dejado sólo entornada, como una invitación o al menos no una prohibición. La abrí, entré y pude ver la silueta de su cuerpo bajo el agua vaporosa tras la mampara. Me quedé observando el perfil de su paquete entre el vaho mientras mi polla estaba ya completamente empalmada, presionada dentro del bañador.

- Ya pensaba que no vendrías, David – me dijo Jaime desde detrás de la mampara – dúchate conmigo, que hay que ahorrar agua.

Me desnudé y entré con él bajo el chorro de agua caliente. Su cuerpo enjabonado, con esos huevos enormes goteando el agua que resbalaba por su cuerpo, me estaba excitando demasiado y quedé paralizado a escasos centímetros de él, con mi verga completamente dura y erecta, ya sin recato. Jaime tomó la esponja, puso una buena dosis de gel y comenzó a enjabonarme el pecho y el vientre. Yo ya no podía más y acerqué mi mano a sus magníficos cojones. Su polla reaccionó inmediatamente y se alzó poderosa entre mis dedos, llena de promesas de buen sexo. La visión de su verga erecta y sus formidables testículos me estaba resultando magnífica, pero entonces él me dio la vuelta para enjabonarme la espalda y mi mano perdió el contacto con su excitante y poderoso paquete.

Yo, plenamente excitado por sus caricias jabonosas y el aura de su cuerpo a milímetros del mío arqueaba mi cuerpo para sentir su falo pegado a mis caderas mientras él frotaba cada vez más cerca de mi culo. Yo no podía soportar más la tensión sexual y gemía sin control, con mi capullo a punto de explotar de placer.

- Jaime, anda, vamos a la cama.
 
Ganó mi polla esa lucha, y con el ritmo cardiaco ya alterado apuré mi copa y la dejé sobre la mesa. Avancé hasta la puerta del cuarto de baño que Jaime había dejado sólo entornada, como una invitación o al menos no una prohibición. La abrí, entré y pude ver la silueta de su cuerpo bajo el agua vaporosa tras la mampara. Me quedé observando el perfil de su paquete entre el vaho mientras mi polla estaba ya completamente empalmada, presionada dentro del bañador.

- Ya pensaba que no vendrías, David – me dijo Jaime desde detrás de la mampara – dúchate conmigo, que hay que ahorrar agua.

Me desnudé y entré con él bajo el chorro de agua caliente. Su cuerpo enjabonado, con esos huevos enormes goteando el agua que resbalaba por su cuerpo, me estaba excitando demasiado y quedé paralizado a escasos centímetros de él, con mi verga completamente dura y erecta, ya sin recato. Jaime tomó la esponja, puso una buena dosis de gel y comenzó a enjabonarme el pecho y el vientre. Yo ya no podía más y acerqué mi mano a sus magníficos cojones. Su polla reaccionó inmediatamente y se alzó poderosa entre mis dedos, llena de promesas de buen sexo. La visión de su verga erecta y sus formidables testículos me estaba resultando magnífica, pero entonces él me dio la vuelta para enjabonarme la espalda y mi mano perdió el contacto con su excitante y poderoso paquete.

Yo, plenamente excitado por sus caricias jabonosas y el aura de su cuerpo a milímetros del mío arqueaba mi cuerpo para sentir su falo pegado a mis caderas mientras él frotaba cada vez más cerca de mi culo. Yo no podía soportar más la tensión sexual y gemía sin control, con mi capullo a punto de explotar de placer.

- Jaime, anda, vamos a la cama.
Buffff
 
- ¿Quieres follar, David? – me preguntó mientras acariciaba mi vientre con su mano izquierda extendida.

- Quiero que me folles, Jaime – respondí mientras con mis manos buscaba con ansiedad su polla a mi espalda.

- Quiero follarte, David – me dijo mientras metía lentamente un dedo de su mano derecha en mi ano y me llevaba al paraíso de las sensaciones.

Salimos apresuradamente de la ducha, los dos completamente empalmados. Le tomé de la mano como había hecho con su hijo la semana anterior y fuimos directos a la cercana cama, donde le tumbé y me posé sobre él mientras restregaba mi polla con la suya, mucho más grande que la mía. Enredé mi lengua con la suya y le acariciaba la punta de uno de sus pezones con mis dedos de la mano izquierda. Con la mano derecha abrí el cajón de la mesilla y saqué el bote de lubricante que había utilizado con su hijo Marc en esa misma cama por última vez apenas unos días antes. Me unté el ano y unté su dura y húmeda polla antes de sentarme con impaciencia sobre ella.
 
Me estremecía sentir la punta de su capullo en mi ano, y él jugaba con ella haciendo círculos sobre mi entrada extendiendo sus abundantes líquidos preseminales que me estaban dejando las nalgas empapadas. Yo suspiraba y gemía por el placer incontrolado que me estaba proporcionando ese fascinante pedazo de carne dura que estaba a punto de follarme. Gemidos que quedaron ahogados cuando Jaime se incorporó y metió su lengua en mi boca hasta la garganta. Así estuvimos un buen rato hasta que Jaime me puso en cuatro sobre la cama y empezó a penetrarme poco a poco con su poderosa verga hasta que pude sentir sus enormes huevos pegados a la parte más alta de mis muslos. No me dolió, mi excitación era enorme y sólo quería sentir más y más y más polla dentro de mí. Todo mi universo era la pétrea polla de Jaime llenándome el culo y acercándome al éxtasis del orgasmo. Jaime se movía percutiendo dentro de mí cada vez más fuerte, berreando como un animal pegado a mi espalda, sujetándome con fuerza de las caderas. Yo hundía mi cara en la almohada y echaba hacia atrás mi mano para sentir el movimiento de esos magníficos testículos con el vaivén de su penetración poderosa.

- Me voy a correr, David… - jadeó apenas audible Jaime a mi espalda mientras yo sentía cómo sus manos me agarraban más y más fuerte las caderas anunciando la gloriosa venida de su orgasmo.
 
- Ni se te ocurra salirte ahora, Jaime, hazlo dentro. Lléname, por favor – le imploré entre gemidos

Con un espasmo y un gemido largo y ahogado, Jaime se corrió. Vació sus extraordinarios huevos dentro de mí y se derrumbó sobre mi espalda mientras continuaba apurando lechazos a gran potencia dentro de mi culo.

Cuando sacó su polla de dentro de mí, sentí la enorme cantidad de su semen desbordando mi recto y empapando las sábanas que había mojado también su hijo Marc días atrás.

Me di la vuelta con mi polla completamente erecta, hiperventilando y con el culo abierto y palpitando con el semen de Jaime saliendo a borbotones aumentando aún más mi excitación. Jaime empezó a masturbarme con fuerza mientras me succionaba un pezón con su boca. Tardé apenas unos segundos es correrme brutalmente en su mano, en su pecho, en sus brazos, en su cara, y mezclando mi semen con el suyo y el de su hijo Marc en las sábanas.
 

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