La madre de mi amiga Raquel

CarmenyJuan

Nuevo miembro
Desde
20 May 2023
Mensajes
3
Reputación
60
Un día saliendo de la universidad, me encontré a la madre de Raquel, mi exmejor amiga, llorando a la entrada de su apartamento. Traté de consolarla y me dijo que entrara para tomarnos un té. Más calmada me contó el problema: Su esposo le ponía los cuernos desde hacía tiempo, y había decidido hacerle probar su misma medicina. También me dijo que se había dado cuenta de que Raquel y yo estábamos distanciadas, a lo que le pregunté si sabía el motivo de mi enfado con ella.

Me dijo que sí y que ella había esperado que resolviéramos nuestras diferencias, que sabía que jugábamos a ser lesbianas, pero que ella sabía que eso se nos pasaría con el paso de los años, que para ella lo que hacíamos era como escoger la aventura sexual menos arriesgada frente a un embarazo y frente a los desengaños de los hombres.

Acto seguido se puso a hablarme sobre sus incursiones sexuales con su amante. Ella era bastante explícita en sus comentarios, me dijo hasta de qué medida tenía la polla aquel hombre. También me contó paso a paso y con muchos detalles cuando le metía mano por todos lados hasta dejarla tan mojada y excitada que no se negaba a que la penetrara por donde quisiera, ya fuera en el salón de su casa con el riesgo de que su esposo o Raquel fueran a llegar, o en alguna calle oscura. Con todas esas imágenes en mi mente, no pude evitar sentirme muy excitada. En esos momentos deseaba aliviar esa ansiedad y me imaginaba también cómo sería la madre de Raquel en la cama.

No se consideraba, según ella, ni bisexual ni lesbiana, sólo que el sexo le llama tanto la atención que está abierta a experiencias de cualquier tipo. Intervine, preguntándole:

- ¿También con mujeres?

- Si se da la situación y me apetece, ¿pues porqué no?

De pronto, sacándome de mis ensoñaciones, le conté que para mi cumpleaños, mi prima me había dejado un regalo en una fiesta sorpresa que organizamos, en la cual también había participado Raquel.

Le comenté que, para su sorpresa, mi prima me había regalado un juego de dildos diferentes. Uno era vibrador y había otro que era doble, tenía dos miembros de plástico unidos. Le comenté que antes de ese día nunca había visto uno de esos juguetes de cerca, que los conocía de ver películas porno, pero no en vivo, y que después de aquella fiesta fue una de las cosas que más usábamos Raquel y yo.

Sin titubear, la invité a mi casa, para que los viera y se le quitara la curiosidad, a lo que ella aceptó enseguida. Sabía que mi hermano llegaría tarde, y Raquel todavía estaba en la universidad. Ya estando en mi casa, le ofrecí algo de beber, ya que el calor era insoportable. Mientras estaba en la cocina, me imaginaba en ese lugar con ella... y de solo pensarlo sentí que ya me estaba humedeciendo por debajo de mi falda.

- Ufff... ¡qué calor! ¿no? - le dije mientras le daba el agua- ¿Por qué no te quitas esa blusa, que se ve bastante calurosa?

No pudo evitar sonrojarse un poco por mi solicitud, pero lo hizo. Se quitó la blusa quedándose solo con un top deportivo.

- Vamos a mi habitación para que veas esos juguetitos - le dije, invitándola a subir a mi habitación.

Ya en el cuarto, cerré bien la puerta y saqué una caja de debajo de la cama. Yo estaba sentada en medio y me ponía cada vez más caliente. Acto seguido, le mostré mis juguetes y le conté que no los utilizaba desde que empezó mi enfado con Raquel

- ¿Me ayudarías a probarlos? – le pregunté dirigiéndole una mirada pícara. Para que los viera y se le quitara la curiosidad, a lo que ella aceptó enseguida.

- ¿Y cómo puedo ayudarte? - dijo un tanto inocentemente. - ¿Me crees una experta? - dijo entre carcajadas...

Después de esa respuesta, la madre de Raquel encendió el vibrador y me dijo que la observara. Se bajó el tanga que llevaba y se subió un poco la falda corta que tenía. Se acomodó en la cama con las piernas abiertas y comenzó a darse una especie de masaje en el clítoris. ¡Qué escena tan cachonda! ¡Ella haciendo eso mientras entrecerraba los ojos y empezaba a gemir suavemente!

Eso ya me tenía súper empapada la ropa interior. Me concentré tanto en verla que no me di cuenta cuando mis dedos cobraron consciencia propia y se metieron debajo de mi falda para masturbarme viendo lo que hacía la madre de Raquel. Ella me observaba también y se calentaba aún más. Yo le di rapidez a mis dedos y casi al mismo tiempo tuvimos nuestros orgasmos.

- Ahora viene lo bueno y donde tú me ayudarás, amiguita - me susurró.

Con mucha sensualidad, me quitó la ropa que me quedaba hasta dejarme desnuda. Yo no dije nada porque quería ver hasta donde llegábamos. Después ella se quitó la ropa y comenzó a chuparme y morderme suavemente los pezones.

- No creí que tuvieras unas tetas tan deliciosas - dijo.

Yo estaba excitadísima y le dije que cuál sería mi ayuda.

Me entregó el juguete de doble pene y se puso a cuatro patas en la alfombra.

- Métemelo - susurró.

No me lo pensé y con suavidad se lo fui introduciendo tanto en su coño como en su culo.

- ¡Ay, eso duele un poco, deberías hacer algo para lubricarlo! - sugirió.

Su coño estaba ya muy mojado por el orgasmo anterior, así que lo único que faltaba lubricar era su orificio anal, de modo que comencé a lamérselo dejando mucha saliva a su alrededor y dentro de él. No me creí capaz de hacérselo así pero lo hice por la calentura que tenía, además ella era muy ardiente y eso me animaba más.

Entonces, volví a intentarlo y ahora sí, ella gemía de placer. Lo estábamos disfrutando al máximo, pero esperaba que yo tuviera algo de acción también, así que cuando ella tuvo su orgasmo más intenso, le propuse que me diera algo de atención.

- A mí me apetece comerte el coño - me dijo.

Me tumbó en la cama para abrirme las piernas y comenzar a lamerme todo el coño. Se detenía en el clítoris y luego avanzaba hacia la entrada de mi coño. Me estaba dando sexo oral y yo disfrutaba como loca.

Me estaba perdiendo en ese mar de sensaciones cuando, de repente, sentí que algo entraba en mi coño. Estaba usando el vibrador, metiéndolo y sacándolo, provocando que salieran muchos líquidos de mi excitación, y por fin tuve un orgasmo grandioso, después de varios pequeños con anterioridad.

Ya era tarde y debía irse, además se escuchaba que en su apartamento ya había alguien más. Me pidió que me reconciliara con Raquel, a lo cual accedí.

Me agradeció la tarde tan exquisita que había pasado y prometió repetirla algún día.
 
Un día saliendo de la universidad, me encontré a la madre de Raquel, mi exmejor amiga, llorando a la entrada de su apartamento. Traté de consolarla y me dijo que entrara para tomarnos un té. Más calmada me contó el problema: Su esposo le ponía los cuernos desde hacía tiempo, y había decidido hacerle probar su misma medicina. También me dijo que se había dado cuenta de que Raquel y yo estábamos distanciadas, a lo que le pregunté si sabía el motivo de mi enfado con ella.

Me dijo que sí y que ella había esperado que resolviéramos nuestras diferencias, que sabía que jugábamos a ser lesbianas, pero que ella sabía que eso se nos pasaría con el paso de los años, que para ella lo que hacíamos era como escoger la aventura sexual menos arriesgada frente a un embarazo y frente a los desengaños de los hombres.

Acto seguido se puso a hablarme sobre sus incursiones sexuales con su amante. Ella era bastante explícita en sus comentarios, me dijo hasta de qué medida tenía la polla aquel hombre. También me contó paso a paso y con muchos detalles cuando le metía mano por todos lados hasta dejarla tan mojada y excitada que no se negaba a que la penetrara por donde quisiera, ya fuera en el salón de su casa con el riesgo de que su esposo o Raquel fueran a llegar, o en alguna calle oscura. Con todas esas imágenes en mi mente, no pude evitar sentirme muy excitada. En esos momentos deseaba aliviar esa ansiedad y me imaginaba también cómo sería la madre de Raquel en la cama.

No se consideraba, según ella, ni bisexual ni lesbiana, sólo que el sexo le llama tanto la atención que está abierta a experiencias de cualquier tipo. Intervine, preguntándole:

- ¿También con mujeres?

- Si se da la situación y me apetece, ¿pues porqué no?

De pronto, sacándome de mis ensoñaciones, le conté que para mi cumpleaños, mi prima me había dejado un regalo en una fiesta sorpresa que organizamos, en la cual también había participado Raquel.

Le comenté que, para su sorpresa, mi prima me había regalado un juego de dildos diferentes. Uno era vibrador y había otro que era doble, tenía dos miembros de plástico unidos. Le comenté que antes de ese día nunca había visto uno de esos juguetes de cerca, que los conocía de ver películas porno, pero no en vivo, y que después de aquella fiesta fue una de las cosas que más usábamos Raquel y yo.

Sin titubear, la invité a mi casa, para que los viera y se le quitara la curiosidad, a lo que ella aceptó enseguida. Sabía que mi hermano llegaría tarde, y Raquel todavía estaba en la universidad. Ya estando en mi casa, le ofrecí algo de beber, ya que el calor era insoportable. Mientras estaba en la cocina, me imaginaba en ese lugar con ella... y de solo pensarlo sentí que ya me estaba humedeciendo por debajo de mi falda.

- Ufff... ¡qué calor! ¿no? - le dije mientras le daba el agua- ¿Por qué no te quitas esa blusa, que se ve bastante calurosa?

No pudo evitar sonrojarse un poco por mi solicitud, pero lo hizo. Se quitó la blusa quedándose solo con un top deportivo.

- Vamos a mi habitación para que veas esos juguetitos - le dije, invitándola a subir a mi habitación.

Ya en el cuarto, cerré bien la puerta y saqué una caja de debajo de la cama. Yo estaba sentada en medio y me ponía cada vez más caliente. Acto seguido, le mostré mis juguetes y le conté que no los utilizaba desde que empezó mi enfado con Raquel

- ¿Me ayudarías a probarlos? – le pregunté dirigiéndole una mirada pícara. Para que los viera y se le quitara la curiosidad, a lo que ella aceptó enseguida.

- ¿Y cómo puedo ayudarte? - dijo un tanto inocentemente. - ¿Me crees una experta? - dijo entre carcajadas...

Después de esa respuesta, la madre de Raquel encendió el vibrador y me dijo que la observara. Se bajó el tanga que llevaba y se subió un poco la falda corta que tenía. Se acomodó en la cama con las piernas abiertas y comenzó a darse una especie de masaje en el clítoris. ¡Qué escena tan cachonda! ¡Ella haciendo eso mientras entrecerraba los ojos y empezaba a gemir suavemente!

Eso ya me tenía súper empapada la ropa interior. Me concentré tanto en verla que no me di cuenta cuando mis dedos cobraron consciencia propia y se metieron debajo de mi falda para masturbarme viendo lo que hacía la madre de Raquel. Ella me observaba también y se calentaba aún más. Yo le di rapidez a mis dedos y casi al mismo tiempo tuvimos nuestros orgasmos.

- Ahora viene lo bueno y donde tú me ayudarás, amiguita - me susurró.

Con mucha sensualidad, me quitó la ropa que me quedaba hasta dejarme desnuda. Yo no dije nada porque quería ver hasta donde llegábamos. Después ella se quitó la ropa y comenzó a chuparme y morderme suavemente los pezones.

- No creí que tuvieras unas tetas tan deliciosas - dijo.

Yo estaba excitadísima y le dije que cuál sería mi ayuda.

Me entregó el juguete de doble pene y se puso a cuatro patas en la alfombra.

- Métemelo - susurró.

No me lo pensé y con suavidad se lo fui introduciendo tanto en su coño como en su culo.

- ¡Ay, eso duele un poco, deberías hacer algo para lubricarlo! - sugirió.

Su coño estaba ya muy mojado por el orgasmo anterior, así que lo único que faltaba lubricar era su orificio anal, de modo que comencé a lamérselo dejando mucha saliva a su alrededor y dentro de él. No me creí capaz de hacérselo así pero lo hice por la calentura que tenía, además ella era muy ardiente y eso me animaba más.

Entonces, volví a intentarlo y ahora sí, ella gemía de placer. Lo estábamos disfrutando al máximo, pero esperaba que yo tuviera algo de acción también, así que cuando ella tuvo su orgasmo más intenso, le propuse que me diera algo de atención.

- A mí me apetece comerte el coño - me dijo.

Me tumbó en la cama para abrirme las piernas y comenzar a lamerme todo el coño. Se detenía en el clítoris y luego avanzaba hacia la entrada de mi coño. Me estaba dando sexo oral y yo disfrutaba como loca.

Me estaba perdiendo en ese mar de sensaciones cuando, de repente, sentí que algo entraba en mi coño. Estaba usando el vibrador, metiéndolo y sacándolo, provocando que salieran muchos líquidos de mi excitación, y por fin tuve un orgasmo grandioso, después de varios pequeños con anterioridad.

Ya era tarde y debía irse, además se escuchaba que en su apartamento ya había alguien más. Me pidió que me reconciliara con Raquel, a lo cual accedí.

Me agradeció la tarde tan exquisita que había pasado y prometió repetirla algún día.
Impresionante tu relato, es muy excitante y morboso, me has puesto a cien.
Espero que nos cuentes alguna experiencia más si tu lo deseas y gracias
 
Atrás
Top Abajo