La chica religiosa, el vicio y la humillación

dom99

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Corrían principios del 2023 cuando conocí a esta chica cuyo nombre era Lucía. Medía 1,74, era delgada, con pecho pequeño y culo pequeño pero bien puesto, rubia de melena larga y ojos marrones.

Comenzamos a hablar por una amiga en común y pronto vimos que teníamos bastante en común: La lectura, el gimnasio, la pasión por la naturaleza, e incluso el sentido del humor. Le propuse una quedada, pero estaba en Reino Unido de erasmus y tardaría en volver más de un mes. Para colmo, hablando los días posteriores me comentó sus ideas religiosas que aunque no me parecían mal ni nada similar, lo cierto es que truncaban mis ideas con ella.

A decir verdad, perdí bastante el interés sabiendo que sería difícil echar un polvo con ella, pero seguimos hablando porque nos caíamos bien y llegó un punto en el que pese a no haberla visto personalmente, la consideraba una especie de amiga.

Pasó el tiempo y nos vimos. Llegó a España un martes de madrugada y quedamos para tomar café ese mismo día. La recogí bien vestido y perfumado, con el coche recién lavado y su canción favorita en un tono agradable. Jamás olvidaré su caminar decidido llegando al coche, ni todas las vistas clavadas en ella. Tenía cara de malhostiada y en persona se veía un cuerpo duro y firme, una tía decidida, que con sus botines de tacón rozaba casi el 1,80 y pese a no ir desnuda o super pintada como van muchas, su elegancia la hacía resaltar entre el resto. De esas personas que tienen un aura que las hace brillar o resaltar, no sé explicarlo muy bien.

Con la decisión que siempre me ha caracterizado, le planté dos besos a aquel mujerón. Yo tenía 22 y ella me sacaba dos. Y he de decir que me puso hasta nervioso la presencia de aquel mujerón al otro lado de la palanca de cambios. Y el morbo que transmitía era brutal.

La llevé a una zona poco concurrida a las afueras de la ciudad en la que había un bar de tapas que me gustaba bastante. Nada más bajar del coche me dio un abrazo y me dijo al oído que tenía ganas de verme y le correspondí con un "yo también"

En el bar había bastante gente y nos pusimos en una mesa alta casi a la entrada, por lo que para ir al baño tuvo que pasar frente a todo el mundo. No sé qué tenía esa chica, en serio, pero la gente la miraba de una forma... Recuerdo un grupo de chicos que habían, unos 6-7 y entre los cuales había un conocido mío. Nada más pasar, se quedaron embobados y no en un plan baboso, sino por lo que ella transmitía.

La conversación en la mesa fue agradable y le acaricié la mano varias veces, gesto que le gustó y devolvió. Y a medias de una conversación, le dije: "Me apetece mucho besarte", la cogí de la barbilla y nuestros labios se juntaron, llevando ella su mano a mi rostro de forma bastante tierna.

Continuará si queréis. Tengo que hacer unas cosas.
 

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