Hetero curiosa, en la ducha

ikarusulu

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23 Jul 2023
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Soy bisexual desde hace mucho, exactamente desde este día. Antes de mi primera experiencia sexual con una chica ya conocia el sexo con los chicos y no era virgen pero queria probar alguna cosas nuevas a las que por otra parte tenía muy fácil acceso.


Un dia estaba en casa de una amiga que vive sola. Veniamos del gimnasio despues de haber hecho ejercicio. No teniamos puestos mas que los pantalones cortos y las camisetas de tirantes, Todo bastante fino y sudado. Se podía apreciar una porción bastate amplia de nuestros senos.


Además a traves de la fina lycra blanca se la notaba incluso la morena pelambrera de su coñito. Me invitó a su ducha y mientras me mostraba donde tenía las cosas yo me quité la camiseta sin esperar a que me dejara sola. Sabía que ella era lesbiana, habiamos hablado mucho de sexo pero hasta entonces no me había dejado tocar por ella ni por ninguna otra chica.


Le dije que no se marchara, que podíamos charlar mientras me duchaba o que podría enjabonarme la espalda. Me saqué el pantalón y me acaricié sin ningún pudor los dorados rizos de mi coño. Me metí en la bañera y abrí el grifo dejando que el agua caliente resbalara por mi piel. Ella tomó una pastilla de jabón y sosteniendola con la plama de la mano los dedos bien extendidos empezó a recorrer mi espalda acariciandome al principio con algo de miedo y respeto, por si yo protestaba.


Pero al ver que la animaba con mi silencio y con algún gemido de placer siguió acariciandome y tocandome. Estaba de pie y ella trazaba círculos con su mano en mi espalda cada vez mas abajo. Pronto llegó al culo y continuó con él metiendome la mano y el gel de ducha por la raja manteniendome bien abiertas las nalgas, me las acarciaba con la otra mano.


Entonces me dí la vuelta y la emprendió con mis senos, se cansó o le entró prisa y empezó a bajar por el vientre, deslizando un dedo juguetón en el ombligo. Llegó al coñito que acariciaba con los dedos mientras sostenia el jabon sobre el monte de venus justo por encima de la la almeja. Fue entonces cuando le quité el jabon y comencé a desnudarla. Decidida a hacerle el amor. Pronto le quité la camiseta por la cabeza y me detuve un poco en jugar con sus pezones.


Mientras rodeaba sus pechos con mis manos, noté como se le ponían duros los pezones como antes lo habian hecho los míos. Por fín nos besamos con pasión en la boca, sus labios carnosos, gruesos y rojos los dientes mafileños y cada vez que se remojaba los labios con la lengua a mi me daban ganas de mordersela. Primero exploré su boca con la sin hueso y despues la mia la recibió gustosa mientras cruzabamos las lenguas y se acariciban la una a la otra.


Le quité el pantalón y la metí dentro de la bañera conmigo donde me arrodillé y en un gesto de adoración me puse a chuparle el coñito metiendo mi lengua entre sus otros labios y hasta el punto mas alejado posible de su vagina sintiendo el salado sabor de su intimidad o poniendome el hermoso y delicado clítoris entre los labios, besandolo. A cada chupada ella se retorcía de placer y sus jugos casi resbalaban por mi garganta. Ella cerró el agua y salimos.


Cogí una toalla y me puse a secarla con cariño, primero los hombrós morenos, los pechos abundantes que podía amasar suavemente de grandes areolas oscuras, el vientre plano y el ombligo profundo, el vello profundamente oscuro del pubis y los muslos fuertes y un poco gruesos. la espalda en la que los omoplatos enmarcaban la fina línea de la columna y las caderas generosas con las amplias nalgas. Mientras hacía esto besaba con delicadeza la piel que ya había secado, suavemente rozando únicamente su suave epidermis con los labios.


Ella hizo lo mismo conmigo mimandome contenta de tenerme al fin a su disposición como una amante entregada. Aprovechó para teniendome sentada en el lavabo con un pie apoyado en el bidet y losmuslosbie abiertos lamerme el coño anhelante de caricias, provocandome espasmos de placer. Yo sujetaba y aprisionaba su cabeza contra mi cadera y ella deslizó uno de sus dedos entre mis nalgas hacia mi ano. Me corri en su lengua sin ninguna verguenza.


Nos dirigimos a su dormitorio, de una mesilla sacó un vibrador que directamente me clavó en el coño. Me dijo que lo había comprado en honor a mi heterosexualidad esperando tenerme algun día así, húmeda en su cama. Se puso a mover el dildo con delicadeza dentro de mí y a girar sobre mi cuerpo hasta que se colocó encima en un sesenta y nueve.


Así mientras yo gemía por el placer de la profunda penetración del aparato y su lengua juguetona en mi clítoris ella se corria una y otra vez a causa de mis inexpertos dedos y mi lengua curiosa en su vagina, recorriendo sus labios o intentando penetrar en sus secretos. Al cabo de un rato de profundos orgasmos me pasó el consolador y comprobando que ella tampoco era virgen lo utilicé para seguir dándole placer, con una mano manejaba el dildo y deslizaba por turnos los dedos de la otra en su culito amplio.


Ella también jugaba con mis nalgas finas y respingonas mientras me chupaba el coñito. Nos corrimos muchas veces y me indicó que me diera la vuelta quedando boca abajo sobre las revueltas sábanas. Se sujetó el consolador a la cintura cosa que el aparato permitía y lo deslizó entre mis nalgas intentando abrirse camino hacia el ano. Lo dejó fuera en el canla el tiempo justo para untarlo de lubricante en la imitación de glande.


Al principio me dolía mucho pues aunque no era la primera vez que me lo penetraban si lo era con algo tan enorme. Sentia su peso sobre mí manteniendome sujeta contra el colchón, sus labios cariñosos en mis hombros besandome el cuello y la nuca. El dolor pronto pasó pues me encanta que me follen el culo y clavando los antebrazos me puse a gatas levantando las caderas.


Para así poder masturbarme si no lo hacía ella, pues alcanzaba a acariciarme la vulva con la mano. Con la otra me sujetaba del hombro y tiraba de mí para que el consolador entrase mas y mas en el ano. No dejaba de acariciarme la espalda, el culo o las deslizaba por las ingles hacia el coñito. Cuando me lo sacó del culo solo paró para lavarlo y metermelo en la vagina practicamente sin que yo pudiera moverme.


Por fín cambiamos de postura y la tuve a mi disposición a cuatro patas, con el consolador enganchado a la cadera la penetré primero la vagina roja y profunda y luego el ano mientras no paraba de acarciar el culazo o masajear sus hombros. Sujetandola del hombro le di la vuelta para que quedara de espaldas. volviendo a la postura clásica del misioneros y sintiendome como uno de los machos que me habían follado a mí la besé en la boca, lamiendo sus labios.


La acarcié los pechos y fuí metiendo la falsa polla abriendome camino suavemente entre los labios de su vagina mientras ella me agarraba las nalgas y cruzaba las piernas por detras de mis rodillas. Seguíamos besandonos en la boca mientras frotabamos nuestros pechos en los movimientos del coito, los mios pequeños y duros sobre los suyos generosos y abombados.


Perdí la cuenta de los orgasmos que tuve o los que ella tenía para cuando me arrancó el dildo de la cadera para volver a colocarselo ella. Situando su precioso cuerpazo sobre mí, sujetandose con los brazos rectos, el torso levantado y mirandome a los ojos, se dedicó a calentarme, sin penetrarme rozando solo los labios que se abrían al más mínimo toque dejando que acariciara la punta de mi clítoris con el falso glande vivrador. Entonces puse mis manos en su culo y tiré de ella con todas mis fuerzas obligándola a hundirse en mí. Luego no las quité de allí y se las amasaba mientras me follaba, mis piernas sobre las suyas.


Ahora se lo que es la piel de melocoton, la incríble suavidad de la piel de una chica frotandose contra la mía, la suya de todo el cuerpo, de sus senos generosos, de sus nalgas suaves merecía con creces ese calificativo, puedes creerme pues se los besé y acarcié una y otra vez. Ahora conozco la sensación de ser multigiorgásmica y de correme una y otra vez y conseguir que mi amante vaya de orgasmo en orgasmo.


Para entonces nos encontrábamos algo cansadas y nos pusimos a vestirnos la una a la otra renovando nuestros eróticos juegos. Deslicé el tanga por sus muslos arriba y volvió a correrse antes de que la prenda llegara a cubrir su pubis gracias a mi lengua. Ella me colocó una braguitas y volvimos a besarnos en la boca, a frotar nuestros pechos y a deslizar ella los dedos en mi coñito antes de terminar de tenerlas puestas.


Mi minifalda le volvió a permitir acarciarme los muslos y sus vaqueros fueron una excusa para mis manos acarciadoras. lo siguiente fue su sujetador y camiseta y volví a mimar chupar y tocar sus hermosos senos. Luego fue mi blusa abierta la que provocó sus besos y caricias en mis pechos. Entonces nos puesimos a charlar, como no, una vez mas sobre el sexo, el amor y las demás chicas.


Me contó como ligaba en la piscina o se acostaba con mujeres casadas hartas del egoismo de sus maridos, de su indolencia y falta de imaginación. Y de como eran precisamente esas mujeres las más pervertidas y con ideas eróticas que simpre desarrollaban con ella.


También me relató su primera experiencia sexual con otra mujer: una preciosa peliroja de pechos enormes, suaves nalgas y una vagina tan profunda caliente y húmeda como la que más. La había metido mano en el cine cuando fueron a ver juntas una peli que oh casualidad resultó ser de lesbianas. Hicieron el amor por primera vez en el coche de la peliroja y luego en el piso de mi amante.


A la peliroja la conocería dos días despues, todo un volcan de sensualidad y deseo. Mi amante nos dejó una habitación para nosotras mientra ella hacía el amor con otra de sus amigas, pero pronto nos juntamos las cuatro para disfrutar encima de la misma cama.
 
Soy bisexual desde hace mucho, exactamente desde este día. Antes de mi primera experiencia sexual con una chica ya conocia el sexo con los chicos y no era virgen pero queria probar alguna cosas nuevas a las que por otra parte tenía muy fácil acceso.


Un dia estaba en casa de una amiga que vive sola. Veniamos del gimnasio despues de haber hecho ejercicio. No teniamos puestos mas que los pantalones cortos y las camisetas de tirantes, Todo bastante fino y sudado. Se podía apreciar una porción bastate amplia de nuestros senos.


Además a traves de la fina lycra blanca se la notaba incluso la morena pelambrera de su coñito. Me invitó a su ducha y mientras me mostraba donde tenía las cosas yo me quité la camiseta sin esperar a que me dejara sola. Sabía que ella era lesbiana, habiamos hablado mucho de sexo pero hasta entonces no me había dejado tocar por ella ni por ninguna otra chica.


Le dije que no se marchara, que podíamos charlar mientras me duchaba o que podría enjabonarme la espalda. Me saqué el pantalón y me acaricié sin ningún pudor los dorados rizos de mi coño. Me metí en la bañera y abrí el grifo dejando que el agua caliente resbalara por mi piel. Ella tomó una pastilla de jabón y sosteniendola con la plama de la mano los dedos bien extendidos empezó a recorrer mi espalda acariciandome al principio con algo de miedo y respeto, por si yo protestaba.


Pero al ver que la animaba con mi silencio y con algún gemido de placer siguió acariciandome y tocandome. Estaba de pie y ella trazaba círculos con su mano en mi espalda cada vez mas abajo. Pronto llegó al culo y continuó con él metiendome la mano y el gel de ducha por la raja manteniendome bien abiertas las nalgas, me las acarciaba con la otra mano.


Entonces me dí la vuelta y la emprendió con mis senos, se cansó o le entró prisa y empezó a bajar por el vientre, deslizando un dedo juguetón en el ombligo. Llegó al coñito que acariciaba con los dedos mientras sostenia el jabon sobre el monte de venus justo por encima de la la almeja. Fue entonces cuando le quité el jabon y comencé a desnudarla. Decidida a hacerle el amor. Pronto le quité la camiseta por la cabeza y me detuve un poco en jugar con sus pezones.


Mientras rodeaba sus pechos con mis manos, noté como se le ponían duros los pezones como antes lo habian hecho los míos. Por fín nos besamos con pasión en la boca, sus labios carnosos, gruesos y rojos los dientes mafileños y cada vez que se remojaba los labios con la lengua a mi me daban ganas de mordersela. Primero exploré su boca con la sin hueso y despues la mia la recibió gustosa mientras cruzabamos las lenguas y se acariciban la una a la otra.


Le quité el pantalón y la metí dentro de la bañera conmigo donde me arrodillé y en un gesto de adoración me puse a chuparle el coñito metiendo mi lengua entre sus otros labios y hasta el punto mas alejado posible de su vagina sintiendo el salado sabor de su intimidad o poniendome el hermoso y delicado clítoris entre los labios, besandolo. A cada chupada ella se retorcía de placer y sus jugos casi resbalaban por mi garganta. Ella cerró el agua y salimos.


Cogí una toalla y me puse a secarla con cariño, primero los hombrós morenos, los pechos abundantes que podía amasar suavemente de grandes areolas oscuras, el vientre plano y el ombligo profundo, el vello profundamente oscuro del pubis y los muslos fuertes y un poco gruesos. la espalda en la que los omoplatos enmarcaban la fina línea de la columna y las caderas generosas con las amplias nalgas. Mientras hacía esto besaba con delicadeza la piel que ya había secado, suavemente rozando únicamente su suave epidermis con los labios.


Ella hizo lo mismo conmigo mimandome contenta de tenerme al fin a su disposición como una amante entregada. Aprovechó para teniendome sentada en el lavabo con un pie apoyado en el bidet y losmuslosbie abiertos lamerme el coño anhelante de caricias, provocandome espasmos de placer. Yo sujetaba y aprisionaba su cabeza contra mi cadera y ella deslizó uno de sus dedos entre mis nalgas hacia mi ano. Me corri en su lengua sin ninguna verguenza.


Nos dirigimos a su dormitorio, de una mesilla sacó un vibrador que directamente me clavó en el coño. Me dijo que lo había comprado en honor a mi heterosexualidad esperando tenerme algun día así, húmeda en su cama. Se puso a mover el dildo con delicadeza dentro de mí y a girar sobre mi cuerpo hasta que se colocó encima en un sesenta y nueve.


Así mientras yo gemía por el placer de la profunda penetración del aparato y su lengua juguetona en mi clítoris ella se corria una y otra vez a causa de mis inexpertos dedos y mi lengua curiosa en su vagina, recorriendo sus labios o intentando penetrar en sus secretos. Al cabo de un rato de profundos orgasmos me pasó el consolador y comprobando que ella tampoco era virgen lo utilicé para seguir dándole placer, con una mano manejaba el dildo y deslizaba por turnos los dedos de la otra en su culito amplio.


Ella también jugaba con mis nalgas finas y respingonas mientras me chupaba el coñito. Nos corrimos muchas veces y me indicó que me diera la vuelta quedando boca abajo sobre las revueltas sábanas. Se sujetó el consolador a la cintura cosa que el aparato permitía y lo deslizó entre mis nalgas intentando abrirse camino hacia el ano. Lo dejó fuera en el canla el tiempo justo para untarlo de lubricante en la imitación de glande.


Al principio me dolía mucho pues aunque no era la primera vez que me lo penetraban si lo era con algo tan enorme. Sentia su peso sobre mí manteniendome sujeta contra el colchón, sus labios cariñosos en mis hombros besandome el cuello y la nuca. El dolor pronto pasó pues me encanta que me follen el culo y clavando los antebrazos me puse a gatas levantando las caderas.


Para así poder masturbarme si no lo hacía ella, pues alcanzaba a acariciarme la vulva con la mano. Con la otra me sujetaba del hombro y tiraba de mí para que el consolador entrase mas y mas en el ano. No dejaba de acariciarme la espalda, el culo o las deslizaba por las ingles hacia el coñito. Cuando me lo sacó del culo solo paró para lavarlo y metermelo en la vagina practicamente sin que yo pudiera moverme.


Por fín cambiamos de postura y la tuve a mi disposición a cuatro patas, con el consolador enganchado a la cadera la penetré primero la vagina roja y profunda y luego el ano mientras no paraba de acarciar el culazo o masajear sus hombros. Sujetandola del hombro le di la vuelta para que quedara de espaldas. volviendo a la postura clásica del misioneros y sintiendome como uno de los machos que me habían follado a mí la besé en la boca, lamiendo sus labios.


La acarcié los pechos y fuí metiendo la falsa polla abriendome camino suavemente entre los labios de su vagina mientras ella me agarraba las nalgas y cruzaba las piernas por detras de mis rodillas. Seguíamos besandonos en la boca mientras frotabamos nuestros pechos en los movimientos del coito, los mios pequeños y duros sobre los suyos generosos y abombados.


Perdí la cuenta de los orgasmos que tuve o los que ella tenía para cuando me arrancó el dildo de la cadera para volver a colocarselo ella. Situando su precioso cuerpazo sobre mí, sujetandose con los brazos rectos, el torso levantado y mirandome a los ojos, se dedicó a calentarme, sin penetrarme rozando solo los labios que se abrían al más mínimo toque dejando que acariciara la punta de mi clítoris con el falso glande vivrador. Entonces puse mis manos en su culo y tiré de ella con todas mis fuerzas obligándola a hundirse en mí. Luego no las quité de allí y se las amasaba mientras me follaba, mis piernas sobre las suyas.


Ahora se lo que es la piel de melocoton, la incríble suavidad de la piel de una chica frotandose contra la mía, la suya de todo el cuerpo, de sus senos generosos, de sus nalgas suaves merecía con creces ese calificativo, puedes creerme pues se los besé y acarcié una y otra vez. Ahora conozco la sensación de ser multigiorgásmica y de correme una y otra vez y conseguir que mi amante vaya de orgasmo en orgasmo.


Para entonces nos encontrábamos algo cansadas y nos pusimos a vestirnos la una a la otra renovando nuestros eróticos juegos. Deslicé el tanga por sus muslos arriba y volvió a correrse antes de que la prenda llegara a cubrir su pubis gracias a mi lengua. Ella me colocó una braguitas y volvimos a besarnos en la boca, a frotar nuestros pechos y a deslizar ella los dedos en mi coñito antes de terminar de tenerlas puestas.


Mi minifalda le volvió a permitir acarciarme los muslos y sus vaqueros fueron una excusa para mis manos acarciadoras. lo siguiente fue su sujetador y camiseta y volví a mimar chupar y tocar sus hermosos senos. Luego fue mi blusa abierta la que provocó sus besos y caricias en mis pechos. Entonces nos puesimos a charlar, como no, una vez mas sobre el sexo, el amor y las demás chicas.


Me contó como ligaba en la piscina o se acostaba con mujeres casadas hartas del egoismo de sus maridos, de su indolencia y falta de imaginación. Y de como eran precisamente esas mujeres las más pervertidas y con ideas eróticas que simpre desarrollaban con ella.


También me relató su primera experiencia sexual con otra mujer: una preciosa peliroja de pechos enormes, suaves nalgas y una vagina tan profunda caliente y húmeda como la que más. La había metido mano en el cine cuando fueron a ver juntas una peli que oh casualidad resultó ser de lesbianas. Hicieron el amor por primera vez en el coche de la peliroja y luego en el piso de mi amante.


A la peliroja la conocería dos días despues, todo un volcan de sensualidad y deseo. Mi amante nos dejó una habitación para nosotras mientra ella hacía el amor con otra de sus amigas, pero pronto nos juntamos las cuatro para disfrutar encima de la misma cama.
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