No me corro por el culo.
De todos modos, creo que ya lo he contado alguna vez, una vez que me corrí sin permiso y me pilló ya me dejó claro que ni se me volviera a ocurrir:
Me quitó la jaula, me masturbó hasta provocarme un gran dolor de huevos, me volvió a enjaular y me puso a 4 patas, en pelotas, con una mordaza de bola en la boca. Me ordenó separar las piernas para ver como colgaban mis pelotas por detrás y, con sus botas puestas, me pegó tal patada en los huevos que me dolieron una semana entera.