Fantasías cornudas con mi mujer

Pedromiguel

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24 Jun 2023
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i mujer me contó que un dentista, a quien conoce desde hace años, tuvo una actitud rara cuando se lo encontró en el gimnasio.

Coincidieron a la salida y él paró a charlar con ella, saludándolo afectuosamente, interesado por la familia, etc. Mientras estaban hablando aparece una de las chicas de la administración a decirle algo , con lo que se distrae y se aparta, discutiendo con la chica. Pasados unos minutos, mi mujer lo saluda de lejos y se va.

Unos días después se encuentran nuevamente. Él, medio en chiste y medio en serio, le reprocha que se había ido cuando estaban empezando a hablar. Mi mujer no entiende nada y trata de explicarle cuando aparece la esposa del dentista, con cara de pocos amigos, mirándola mal, saludando poco amable y se lo lleva, yéndose ambos.

Inexplicablemente él, no parece saber qué decir ni donde meterse y se va, balbuceando tímidamente una excusa.

Cuando mi mujer me lo cuenta, es para mí muy claro. La mujer es muy celosa y el tipo está interesado en mi mujer. Como yo estoy siempre con mis fantasías cornudas no cree cuando se lo digo. Le pido que le siga la corriente, la edad es adecuada, es simpático y de buen aspecto.

Como siempre lo descarta, siendo el motivo central es que sea un hombre casado. Aunque trato de convencerla de que no todo es igual y que si no es con ella va a ser con otra no tengo éxito.

Pero el destino tal vez me ayude.

Llegó a casa con dolor en una muela, que empezó hace unos días, con intermitencias, pero ahora es continuo y más intenso. Fue a la emergencia y la trataron pero le dijeron que tiene que ver a un dentista a la brevedad, porque la muela está enferma. Si quiere salvarla necesita un tratamiento pronto.

Llamó a su dentista habitual y estaba de licencia, que recién comenzaba, reintegrándose en un mes.

Desde luego no puede esperar tanto. Mientras piensa que hacer camina y da vueltas.

Yo tengo la respuesta..

  • ¿Y si le preguntas a tu compañero del gimnasio?, trataba a tu padre, y decías que era buen dentista. – Mientras lo digo el morbo me engorda la verga.
  • No sé, -contesta, ¿- te parece?, me da un poco de temor después de lo que pasó el otro día…
  • ¿Que te puede pasar? ¡No te va a violar en el consultorio!
Se rie.

  • No, claro que no, pero puede darse una situación violenta.
  • ¿Y si a vos te gusta? no seas boba, dale si da la situación, a mí sabés que me gustaría.
  • Pero mirá si eres idiota, si yo voy a hacer eso, ¿quién te crees que soy?, bla, bla, bla - me contesta, enojada.
Pero al final lo llamó y coordinó una cita para el día siguiente, ¡a las 6 de la tarde! Escuché la llamada, por supuesto, muy atentamente, desde el cuarto de al lado.

Muchas risas, simpática, le hizo algún chiste que le gustó y se lo festejó..

Va a ser justo en mi horario de trabajo y no voy a poder acompañarla. Seguro que mejor, ya que no puedo llevarla de ninguna manera y así abro la puerta a favor de algún movimiento de él.

Así fue. Al día siguiente me comían los nervios todo el día. ¿Qué te pasa? me preguntaban en la oficina, estás algo distraído hoy, tenés algún problema? Jajajja, si supieran mis compañeros cuál era el problema: ¿tratará de follarse a mi mujer? ¿Se dejará ella? ¿se la follará o no? ¿Me lo contará?

Cuando pude salir a las 7 pm ya estaba todo hecho. ¿Qué habrá pasado?

Llegué a casa en tiempo record, creo. Pero no había nadie. Todavía no había regresado. Ni un ruido. La soledad me resultada abrumadora, no podía más con mis nervios. Me sentaba, me levantaba, caminaba de un lado a otro, me servía un whisky y luego otro, olvidando el primero en alguna mesa en otra habitación

Mientras los minutos se sumaban y ya eran horas, empecé a preocuparme realmente

A las 9 la llamé, no aguanté más. Me respondió el correo de voz. Dejé un mensaje, con mi preocupación por el retraso y le pedí que por favor me llamara. El consultorio es en el centro de la ciudad y no es una zona muy segura en la noche.

Media hora después sigo sin novedad. El teléfono sigue sin responder. Me empiezo a asustar, ¿deberé llamar al 911? No sé que hacer.

Finalmente, poco después, suena mi teléfono que atiendo apurado. ¡Era ella!

Perdón mi amor, se nos hizo tarde sin darnos cuenta. Mario empezó el tratamiento con la idea de terminarlo en lo posible hoy, para no tener que volver. Recién terminó. Quedate tranquilo que todo está bien.

Bueno, mi mujer está bien. Mi susto fue injustificado. Menos mal!

Pero entonces me doy cuenta de otra cosa. ¡No pasó nada! Todas estas horas con el tio y sólo terminaron el trabajo. Bueno, al menos eso me dijo. Quien sabe, tal vez no quiso decir nada por teléfono.

¡Renació una pequeña esperanza!

Llegó a los 20 minutos, con cara de cansada y el labio hinchado. Me sorprendió como fue vestida: con una camisa que yo le regalé para usar con botones sueltos y sostenes de encaje, para mostrar. Tiene puesto uno de esos, pero también tiene todos los botones prendidos. No se ve nada.

Yo de cualquier manera me la imagino. En el sillón del dentista, con la camisa desprendida y él mirándola de arriba, el escote, el sostén, las tetas por arriba. Vamos, ¡le podría ver hasta el ombligo! ¿Se habrá mostrado?

Vino hacia mí y me dio un beso, con cuidado, pero cariñosa.

  • Hola amor, me tenías preocupado por la hora. ¿Te fue bien?, le pregunto.
  • Sí, claro, estoy cansada. Por suerte quedó todo resuelto. Tenías razón, es bárbaro, me arregló todo de una vez. Quedé muy contenta. ¡Y vos también vas a estar contento, espero!, -agregó, con un guiño.
  • Ah, si? y por qué? Tenés algo para contarme?
  • Mucho, ven, traeme algo para tomar, porque comer no puedo hasta mañana, pero tomar sí, algo fuerte, sí un whisky, ese que yo te regalé, - me dijo, palmeando el lugar a su lado en el sofá.
Me senté, después de servirle el whisky como sé que le gusta, con poco hielo, pero con mucho whisky.
 
i mujer me contó que un dentista, a quien conoce desde hace años, tuvo una actitud rara cuando se lo encontró en el gimnasio.

Coincidieron a la salida y él paró a charlar con ella, saludándolo afectuosamente, interesado por la familia, etc. Mientras estaban hablando aparece una de las chicas de la administración a decirle algo , con lo que se distrae y se aparta, discutiendo con la chica. Pasados unos minutos, mi mujer lo saluda de lejos y se va.

Unos días después se encuentran nuevamente. Él, medio en chiste y medio en serio, le reprocha que se había ido cuando estaban empezando a hablar. Mi mujer no entiende nada y trata de explicarle cuando aparece la esposa del dentista, con cara de pocos amigos, mirándola mal, saludando poco amable y se lo lleva, yéndose ambos.

Inexplicablemente él, no parece saber qué decir ni donde meterse y se va, balbuceando tímidamente una excusa.

Cuando mi mujer me lo cuenta, es para mí muy claro. La mujer es muy celosa y el tipo está interesado en mi mujer. Como yo estoy siempre con mis fantasías cornudas no cree cuando se lo digo. Le pido que le siga la corriente, la edad es adecuada, es simpático y de buen aspecto.

Como siempre lo descarta, siendo el motivo central es que sea un hombre casado. Aunque trato de convencerla de que no todo es igual y que si no es con ella va a ser con otra no tengo éxito.

Pero el destino tal vez me ayude.

Llegó a casa con dolor en una muela, que empezó hace unos días, con intermitencias, pero ahora es continuo y más intenso. Fue a la emergencia y la trataron pero le dijeron que tiene que ver a un dentista a la brevedad, porque la muela está enferma. Si quiere salvarla necesita un tratamiento pronto.

Llamó a su dentista habitual y estaba de licencia, que recién comenzaba, reintegrándose en un mes.

Desde luego no puede esperar tanto. Mientras piensa que hacer camina y da vueltas.

Yo tengo la respuesta..

  • ¿Y si le preguntas a tu compañero del gimnasio?, trataba a tu padre, y decías que era buen dentista. – Mientras lo digo el morbo me engorda la verga.
  • No sé, -contesta, ¿- te parece?, me da un poco de temor después de lo que pasó el otro día…
  • ¿Que te puede pasar? ¡No te va a violar en el consultorio!
Se rie.

  • No, claro que no, pero puede darse una situación violenta.
  • ¿Y si a vos te gusta? no seas boba, dale si da la situación, a mí sabés que me gustaría.
  • Pero mirá si eres idiota, si yo voy a hacer eso, ¿quién te crees que soy?, bla, bla, bla - me contesta, enojada.
Pero al final lo llamó y coordinó una cita para el día siguiente, ¡a las 6 de la tarde! Escuché la llamada, por supuesto, muy atentamente, desde el cuarto de al lado.

Muchas risas, simpática, le hizo algún chiste que le gustó y se lo festejó..

Va a ser justo en mi horario de trabajo y no voy a poder acompañarla. Seguro que mejor, ya que no puedo llevarla de ninguna manera y así abro la puerta a favor de algún movimiento de él.

Así fue. Al día siguiente me comían los nervios todo el día. ¿Qué te pasa? me preguntaban en la oficina, estás algo distraído hoy, tenés algún problema? Jajajja, si supieran mis compañeros cuál era el problema: ¿tratará de follarse a mi mujer? ¿Se dejará ella? ¿se la follará o no? ¿Me lo contará?

Cuando pude salir a las 7 pm ya estaba todo hecho. ¿Qué habrá pasado?

Llegué a casa en tiempo record, creo. Pero no había nadie. Todavía no había regresado. Ni un ruido. La soledad me resultada abrumadora, no podía más con mis nervios. Me sentaba, me levantaba, caminaba de un lado a otro, me servía un whisky y luego otro, olvidando el primero en alguna mesa en otra habitación

Mientras los minutos se sumaban y ya eran horas, empecé a preocuparme realmente

A las 9 la llamé, no aguanté más. Me respondió el correo de voz. Dejé un mensaje, con mi preocupación por el retraso y le pedí que por favor me llamara. El consultorio es en el centro de la ciudad y no es una zona muy segura en la noche.

Media hora después sigo sin novedad. El teléfono sigue sin responder. Me empiezo a asustar, ¿deberé llamar al 911? No sé que hacer.

Finalmente, poco después, suena mi teléfono que atiendo apurado. ¡Era ella!

Perdón mi amor, se nos hizo tarde sin darnos cuenta. Mario empezó el tratamiento con la idea de terminarlo en lo posible hoy, para no tener que volver. Recién terminó. Quedate tranquilo que todo está bien.

Bueno, mi mujer está bien. Mi susto fue injustificado. Menos mal!

Pero entonces me doy cuenta de otra cosa. ¡No pasó nada! Todas estas horas con el tio y sólo terminaron el trabajo. Bueno, al menos eso me dijo. Quien sabe, tal vez no quiso decir nada por teléfono.

¡Renació una pequeña esperanza!

Llegó a los 20 minutos, con cara de cansada y el labio hinchado. Me sorprendió como fue vestida: con una camisa que yo le regalé para usar con botones sueltos y sostenes de encaje, para mostrar. Tiene puesto uno de esos, pero también tiene todos los botones prendidos. No se ve nada.

Yo de cualquier manera me la imagino. En el sillón del dentista, con la camisa desprendida y él mirándola de arriba, el escote, el sostén, las tetas por arriba. Vamos, ¡le podría ver hasta el ombligo! ¿Se habrá mostrado?

Vino hacia mí y me dio un beso, con cuidado, pero cariñosa.

  • Hola amor, me tenías preocupado por la hora. ¿Te fue bien?, le pregunto.
  • Sí, claro, estoy cansada. Por suerte quedó todo resuelto. Tenías razón, es bárbaro, me arregló todo de una vez. Quedé muy contenta. ¡Y vos también vas a estar contento, espero!, -agregó, con un guiño.
  • Ah, si? y por qué? Tenés algo para contarme?
  • Mucho, ven, traeme algo para tomar, porque comer no puedo hasta mañana, pero tomar sí, algo fuerte, sí un whisky, ese que yo te regalé, - me dijo, palmeando el lugar a su lado en el sofá.
Me senté, después de servirle el whisky como sé que le gusta, con poco hielo, pero con mucho whisky.
Es mi sueño incumplido, verla sobada por otro tío y q le coma la boca, pero nada dice q soy un guarro por desear eso
 
i mujer me contó que un dentista, a quien conoce desde hace años, tuvo una actitud rara cuando se lo encontró en el gimnasio.

Coincidieron a la salida y él paró a charlar con ella, saludándolo afectuosamente, interesado por la familia, etc. Mientras estaban hablando aparece una de las chicas de la administración a decirle algo , con lo que se distrae y se aparta, discutiendo con la chica. Pasados unos minutos, mi mujer lo saluda de lejos y se va.

Unos días después se encuentran nuevamente. Él, medio en chiste y medio en serio, le reprocha que se había ido cuando estaban empezando a hablar. Mi mujer no entiende nada y trata de explicarle cuando aparece la esposa del dentista, con cara de pocos amigos, mirándola mal, saludando poco amable y se lo lleva, yéndose ambos.

Inexplicablemente él, no parece saber qué decir ni donde meterse y se va, balbuceando tímidamente una excusa.

Cuando mi mujer me lo cuenta, es para mí muy claro. La mujer es muy celosa y el tipo está interesado en mi mujer. Como yo estoy siempre con mis fantasías cornudas no cree cuando se lo digo. Le pido que le siga la corriente, la edad es adecuada, es simpático y de buen aspecto.

Como siempre lo descarta, siendo el motivo central es que sea un hombre casado. Aunque trato de convencerla de que no todo es igual y que si no es con ella va a ser con otra no tengo éxito.

Pero el destino tal vez me ayude.

Llegó a casa con dolor en una muela, que empezó hace unos días, con intermitencias, pero ahora es continuo y más intenso. Fue a la emergencia y la trataron pero le dijeron que tiene que ver a un dentista a la brevedad, porque la muela está enferma. Si quiere salvarla necesita un tratamiento pronto.

Llamó a su dentista habitual y estaba de licencia, que recién comenzaba, reintegrándose en un mes.

Desde luego no puede esperar tanto. Mientras piensa que hacer camina y da vueltas.

Yo tengo la respuesta..

  • ¿Y si le preguntas a tu compañero del gimnasio?, trataba a tu padre, y decías que era buen dentista. – Mientras lo digo el morbo me engorda la verga.
  • No sé, -contesta, ¿- te parece?, me da un poco de temor después de lo que pasó el otro día…
  • ¿Que te puede pasar? ¡No te va a violar en el consultorio!
Se rie.

  • No, claro que no, pero puede darse una situación violenta.
  • ¿Y si a vos te gusta? no seas boba, dale si da la situación, a mí sabés que me gustaría.
  • Pero mirá si eres idiota, si yo voy a hacer eso, ¿quién te crees que soy?, bla, bla, bla - me contesta, enojada.
Pero al final lo llamó y coordinó una cita para el día siguiente, ¡a las 6 de la tarde! Escuché la llamada, por supuesto, muy atentamente, desde el cuarto de al lado.

Muchas risas, simpática, le hizo algún chiste que le gustó y se lo festejó..

Va a ser justo en mi horario de trabajo y no voy a poder acompañarla. Seguro que mejor, ya que no puedo llevarla de ninguna manera y así abro la puerta a favor de algún movimiento de él.

Así fue. Al día siguiente me comían los nervios todo el día. ¿Qué te pasa? me preguntaban en la oficina, estás algo distraído hoy, tenés algún problema? Jajajja, si supieran mis compañeros cuál era el problema: ¿tratará de follarse a mi mujer? ¿Se dejará ella? ¿se la follará o no? ¿Me lo contará?

Cuando pude salir a las 7 pm ya estaba todo hecho. ¿Qué habrá pasado?

Llegué a casa en tiempo record, creo. Pero no había nadie. Todavía no había regresado. Ni un ruido. La soledad me resultada abrumadora, no podía más con mis nervios. Me sentaba, me levantaba, caminaba de un lado a otro, me servía un whisky y luego otro, olvidando el primero en alguna mesa en otra habitación

Mientras los minutos se sumaban y ya eran horas, empecé a preocuparme realmente

A las 9 la llamé, no aguanté más. Me respondió el correo de voz. Dejé un mensaje, con mi preocupación por el retraso y le pedí que por favor me llamara. El consultorio es en el centro de la ciudad y no es una zona muy segura en la noche.

Media hora después sigo sin novedad. El teléfono sigue sin responder. Me empiezo a asustar, ¿deberé llamar al 911? No sé que hacer.

Finalmente, poco después, suena mi teléfono que atiendo apurado. ¡Era ella!

Perdón mi amor, se nos hizo tarde sin darnos cuenta. Mario empezó el tratamiento con la idea de terminarlo en lo posible hoy, para no tener que volver. Recién terminó. Quedate tranquilo que todo está bien.

Bueno, mi mujer está bien. Mi susto fue injustificado. Menos mal!

Pero entonces me doy cuenta de otra cosa. ¡No pasó nada! Todas estas horas con el tio y sólo terminaron el trabajo. Bueno, al menos eso me dijo. Quien sabe, tal vez no quiso decir nada por teléfono.

¡Renació una pequeña esperanza!

Llegó a los 20 minutos, con cara de cansada y el labio hinchado. Me sorprendió como fue vestida: con una camisa que yo le regalé para usar con botones sueltos y sostenes de encaje, para mostrar. Tiene puesto uno de esos, pero también tiene todos los botones prendidos. No se ve nada.

Yo de cualquier manera me la imagino. En el sillón del dentista, con la camisa desprendida y él mirándola de arriba, el escote, el sostén, las tetas por arriba. Vamos, ¡le podría ver hasta el ombligo! ¿Se habrá mostrado?

Vino hacia mí y me dio un beso, con cuidado, pero cariñosa.

  • Hola amor, me tenías preocupado por la hora. ¿Te fue bien?, le pregunto.
  • Sí, claro, estoy cansada. Por suerte quedó todo resuelto. Tenías razón, es bárbaro, me arregló todo de una vez. Quedé muy contenta. ¡Y vos también vas a estar contento, espero!, -agregó, con un guiño.
  • Ah, si? y por qué? Tenés algo para contarme?
  • Mucho, ven, traeme algo para tomar, porque comer no puedo hasta mañana, pero tomar sí, algo fuerte, sí un whisky, ese que yo te regalé, - me dijo, palmeando el lugar a su lado en el sofá.
Me senté, después de servirle el whisky como sé que le gusta, con poco hielo, pero con mucho whisky.
Que morbosa la situación
 
Bueno, ahora abrázame y no me interrumpas. Tampoco me pegues,jajaja, bueno, te gustó como me vestí? Tu camisa con el mejor sostén que tengo para mostrar. Es casi transparente, si me animaba a soltarme los botones como a vos te gusta, ¡se me iba a ver todo! Me reía mientras me vestía, pensando en que te gustaría.

Y me animé! En el consultorio me solté dos botones más y me senté a esperar. Sabía que estarías de acuerdo, o no?

La chica me hizo pasar y él me saludó muy cariñoso, con dos besos. Me dí cuenta que vio el escote por cómo me miraba.

Me senté en el sillón y me puso el babero, charlando.

Me examinó la boca con ese espejito que tienen mientras apuntaba la luz. La vista se le iba todo el tiempo a mi escote, lo que el babero no tapaba, que era mucho, jajaja . Me explicó lo que tenía y lo que había que hacer.

Me preguntó si tenía tiempo para hacer todo en una vez y estuve de acuerdo. Lo hizo. Eso fue aburrido y doloroso, demoró más de media hora. Tanto que entró la chica de la recepción para preguntarle si necesitaba algo o se podía ir. Le dijo que se fuera, que él se arreglaba.

  • Y el resto del tiempo? hasta ahora?, pregunté, cómo un idiota.
  • Shhhh, te pedí que no me interrumpas! Ahora viene la parte que te va a gustar. Espero! Te dije que el trabajo fue aburrido, pero no todo. ¿Podés creer que a poco de empezar a trabajar empezó a apoyarme la pija en el hombro? Primero creí que era sin querer, pero luego vi que era intencional. Se frotaba y yo notaba que se le iba parando. La sacaba por momentos para luego volver. Era bien claro lo dura que estaba. Cuando estaba terminando ya era relajo total, la frotaba suave, insistente, ya que yo no sólo no retiraba el hombro sino que acompañaba un poco el frotamiento. Pensé, esto es por mostrarle las tetas, y si Pedro quiere esto, vamos a hacerlo bien. Además, es un lindo hombre y muy simpático.
  • Te imaginas que cuando terminó, me enjuagué la boca con esa canillita que tiene el sillón, me sacó el babero y otra más que me había puesto. Me secó la cara con una gasita, muy suave. Tiró la gasa y me tocó los labios, acariciándome despacito, mientras me preguntaba si seguían dormidos. ¿Y entonces que hizo la puta de mujercita? Abrí la boca, lo miré, me pasé la lenga por los labios, ¡cómo que exploraba y los humedecía, y, mirándolo a la cara, le mordí suavecito el dedo y me lo metí en la boca! ¡Le chupé el dedo! Se agachó y nos besamos. ¿Qué sigue? Y bueno, maridito mío, sueño cumplido, ¡eres cornudo!
Yo estaba asombrado, encantado, con la verga dura. Como ahora, mientras lo recuerdo y lo escribo.

  • Mientras nos besábamos, - continuo- yo sentada en el sillón y él parado al lado, hizo lo que él y yo estábamos deseando desde hace rato. Metió su mano en mi escote y bajo el sostén, agarrándome una teta, ¡acariciándome suavemente el pezón, que ya estaba parado, el puto! Se me erizó el pelo, le metí la lengua en la boca, el acercó su pelvis a mi hombro apoyando sin ningún disimulo su verga erecta contra él. Suspiré, le mordía suavemente el labio e intenté levantarme. Pero él apoyó su mano en mi cabeza y no me dejó. Me giró de frente a él y me apoyó su polla dura en la cara. Abrí la boca y se la comí a través de la ropa, mojándole el pantalón del equipo con el que trabaja. Me di cuenta de algo que no había notado, ¡no tenía ropa interior! Sentía su pija, muy cerca, a través de la fina tela de su pantalón. Era grande y estaba dura. Sabes cuanto odio las pollas chicas, pero ese no iba a ser problema. El pantalón se mojó rápidamente, con mi saliva y sus jugos. Estaba rico.
  • Y Pedro, ¿cómo vas? ¿Todo bien?
  • Siiii encantado, mirá, tocame, - le pedí, la tenía bien dura.
Yo estaba fascinado, encantado, con la verga dura de hacía rato, que me acariciaba suavemente a través del pantalón. Gozaba oyendo a mi mujer caliente, en plan putón con otro y contándomelo. Sin decir nada, le acaricié la cara y girándola hacia mi, le besé los labios con cuidado de no lastimarla. Luego, con más fuerza, abriéndole la boca metí mi lengua para hacerle saber cuánto me gustaba y me excitaba su historia, esos labios que seguramente hacía poco habían estado besando a otro.

  • Me alegro, yo también disfruté. Entonces me dijo cuanto le gustaba hacer esto, que la paciente le chupara la pija sentada en el sillón, que le diera la boca para darlo placer, que se la entregara como hacía para que la trabajara.
  • Le bajé los pantalones, tenían un elástico en la cintura, sin cinturón ni abertura. No tenía calzoncillos. Saltó la pija dura, hacia adelante y arriba.
  • Le pregunté si me podía hacer mal a la muela chuparla, se rio, me dijo que la chupara del otro lado, hahahah. Acerqué los labios, la besé, húmeda, tenía todavía dormida una parte por la anestesia, se sentía rara, pero abrí la boca y me la tragué. Era grande, linda, con una gruesa cabeza, roja y húmeda. No había chupado ni 3 minutos cuando me dijo que se venía. Lo apreté y no le dejé sacarla, sentí los chorros de leche tibia y espesa en mi boca. Sabia rica y la tragué, como sabes que me gusta, ¡mmmmm! no le dejé sacarla hasta que se ablandó, ¡me encanta eso en la boca! Mmmm ¡qué gusto! Sentirla como crece y se pone dura y luego cómo se achica, blandita, cansada…mmm, ¡que rico!
  • -me ayudó a levantarme del sillón, después de acomodarse la ropa, me besó suavemente en la boca y, tomándome de la cintura, me dirigió a una puerta cerrada del consultorio.

 
Bueno, ahora abrázame y no me interrumpas. Tampoco me pegues,jajaja, bueno, te gustó como me vestí? Tu camisa con el mejor sostén que tengo para mostrar. Es casi transparente, si me animaba a soltarme los botones como a vos te gusta, ¡se me iba a ver todo! Me reía mientras me vestía, pensando en que te gustaría.

Y me animé! En el consultorio me solté dos botones más y me senté a esperar. Sabía que estarías de acuerdo, o no?

La chica me hizo pasar y él me saludó muy cariñoso, con dos besos. Me dí cuenta que vio el escote por cómo me miraba.

Me senté en el sillón y me puso el babero, charlando.

Me examinó la boca con ese espejito que tienen mientras apuntaba la luz. La vista se le iba todo el tiempo a mi escote, lo que el babero no tapaba, que era mucho, jajaja . Me explicó lo que tenía y lo que había que hacer.

Me preguntó si tenía tiempo para hacer todo en una vez y estuve de acuerdo. Lo hizo. Eso fue aburrido y doloroso, demoró más de media hora. Tanto que entró la chica de la recepción para preguntarle si necesitaba algo o se podía ir. Le dijo que se fuera, que él se arreglaba.

  • Y el resto del tiempo? hasta ahora?, pregunté, cómo un idiota.
  • Shhhh, te pedí que no me interrumpas! Ahora viene la parte que te va a gustar. Espero! Te dije que el trabajo fue aburrido, pero no todo. ¿Podés creer que a poco de empezar a trabajar empezó a apoyarme la pija en el hombro? Primero creí que era sin querer, pero luego vi que era intencional. Se frotaba y yo notaba que se le iba parando. La sacaba por momentos para luego volver. Era bien claro lo dura que estaba. Cuando estaba terminando ya era relajo total, la frotaba suave, insistente, ya que yo no sólo no retiraba el hombro sino que acompañaba un poco el frotamiento. Pensé, esto es por mostrarle las tetas, y si Pedro quiere esto, vamos a hacerlo bien. Además, es un lindo hombre y muy simpático.
  • Te imaginas que cuando terminó, me enjuagué la boca con esa canillita que tiene el sillón, me sacó el babero y otra más que me había puesto. Me secó la cara con una gasita, muy suave. Tiró la gasa y me tocó los labios, acariciándome despacito, mientras me preguntaba si seguían dormidos. ¿Y entonces que hizo la puta de mujercita? Abrí la boca, lo miré, me pasé la lenga por los labios, ¡cómo que exploraba y los humedecía, y, mirándolo a la cara, le mordí suavecito el dedo y me lo metí en la boca! ¡Le chupé el dedo! Se agachó y nos besamos. ¿Qué sigue? Y bueno, maridito mío, sueño cumplido, ¡eres cornudo!
Yo estaba asombrado, encantado, con la verga dura. Como ahora, mientras lo recuerdo y lo escribo.

  • Mientras nos besábamos, - continuo- yo sentada en el sillón y él parado al lado, hizo lo que él y yo estábamos deseando desde hace rato. Metió su mano en mi escote y bajo el sostén, agarrándome una teta, ¡acariciándome suavemente el pezón, que ya estaba parado, el puto! Se me erizó el pelo, le metí la lengua en la boca, el acercó su pelvis a mi hombro apoyando sin ningún disimulo su verga erecta contra él. Suspiré, le mordía suavemente el labio e intenté levantarme. Pero él apoyó su mano en mi cabeza y no me dejó. Me giró de frente a él y me apoyó su polla dura en la cara. Abrí la boca y se la comí a través de la ropa, mojándole el pantalón del equipo con el que trabaja. Me di cuenta de algo que no había notado, ¡no tenía ropa interior! Sentía su pija, muy cerca, a través de la fina tela de su pantalón. Era grande y estaba dura. Sabes cuanto odio las pollas chicas, pero ese no iba a ser problema. El pantalón se mojó rápidamente, con mi saliva y sus jugos. Estaba rico.
  • Y Pedro, ¿cómo vas? ¿Todo bien?
  • Siiii encantado, mirá, tocame, - le pedí, la tenía bien dura.
Yo estaba fascinado, encantado, con la verga dura de hacía rato, que me acariciaba suavemente a través del pantalón. Gozaba oyendo a mi mujer caliente, en plan putón con otro y contándomelo. Sin decir nada, le acaricié la cara y girándola hacia mi, le besé los labios con cuidado de no lastimarla. Luego, con más fuerza, abriéndole la boca metí mi lengua para hacerle saber cuánto me gustaba y me excitaba su historia, esos labios que seguramente hacía poco habían estado besando a otro.

  • Me alegro, yo también disfruté. Entonces me dijo cuanto le gustaba hacer esto, que la paciente le chupara la pija sentada en el sillón, que le diera la boca para darlo placer, que se la entregara como hacía para que la trabajara.
  • Le bajé los pantalones, tenían un elástico en la cintura, sin cinturón ni abertura. No tenía calzoncillos. Saltó la pija dura, hacia adelante y arriba.
  • Le pregunté si me podía hacer mal a la muela chuparla, se rio, me dijo que la chupara del otro lado, hahahah. Acerqué los labios, la besé, húmeda, tenía todavía dormida una parte por la anestesia, se sentía rara, pero abrí la boca y me la tragué. Era grande, linda, con una gruesa cabeza, roja y húmeda. No había chupado ni 3 minutos cuando me dijo que se venía. Lo apreté y no le dejé sacarla, sentí los chorros de leche tibia y espesa en mi boca. Sabia rica y la tragué, como sabes que me gusta, ¡mmmmm! no le dejé sacarla hasta que se ablandó, ¡me encanta eso en la boca! Mmmm ¡qué gusto! Sentirla como crece y se pone dura y luego cómo se achica, blandita, cansada…mmm, ¡que rico!
  • -me ayudó a levantarme del sillón, después de acomodarse la ropa, me besó suavemente en la boca y, tomándome de la cintura, me dirigió a una puerta cerrada del consultorio.

Que mujer más caliente tienes, eres todo un afortunado
 
  • Entramos a una habitación grande, amueblada casi como una pieza de hotel. Una cama grande, cómoda, un escritorio, biblioteca y se veía a través de una puerta abierta un lindo baño.
  • En un rincón, una mesita estaba rodeada de dos sillones y una pequeña heladera.
  • Pasa, pasa, ¿quieres darte un baño? ¿Higienizarte?, te espero aquí. ¿Quieres tomar algo? Yo me voy a tomar algo rico, ¿una copa de champagne? ¿Te gustaría?
Le dije que sí y pasé al baño. Me arreglé la ropa, me lavé el coño, por si me quería chupar y me volví a enjuagar la boca.

Cuando salí Mario estaba vestido con una bata de seda, aparentemente desnudo bajo ella y tenía una botella de champagne abierta sobre la mesa, junto a dos copas servidas.

Me senté en uno de los sillones, tomé mi copa y la alcé para un brindis, chocamos tradicionalmente y luego él quiso cruzar los brazos, para acercarnos y mirarnos tomando el primer trago. Con los labios húmedos de burbujas me besó…¡todo era tan romántico! Agregale el morbo de que yo estaba vestida y el desnudo, en su casa. Me preguntó por ti, si sospechabas algo, lo que negué enfáticamente, mientras me reía por dentro, pensando –sí supieras!- pero me parece mejor así, que no sepa que te gusta que folle con otro.

Bueno, después de hablar un ratito, se acercó, desprendiéndose los botones de mi camisa, soltándome el sostén y me chupó las tetas, suavemente. Me acarició los muslos, llegando a mi concha, a la que encontró desnuda. Me levanté la falda y separé las rodillas, dejando claro que quería.

Sin dudarlo se lanzó a chuparme, metió su lengua saboreando mis jugos mientras buscaba expertamente mi clítoris. Ummmm, ¡qué goce! Es un experto comiendo coños, ¡pocas veces en mi vida me chuparon igual! Me dio tanto placer que no puede aguantar más y me vine gloriosamente, gimiendo y retorciéndome, como sabés que hago.

Me levantó en sus brazos y me llevó a la cama. ¡Qué fuerza que tiene!

Me desnudó totalmente, mientras yo gozaba esos minutos de después del orgasmo. Cuando abrí los ojos estaba totalmente desnuda, expuesta, boca arriba. Una piensa cada bobada a veces: ¡pensé que suerte que me había arreglado los pelos del coño! Jajaja.

Él me miraba, parado al lado de la cama. Se quitó la bata y, cómo sospechaba, estaba desnudo, con su tremenda verga bien parada, dura hacia adelante, derechita como un buen soldado. Sonreía, feliz.

Sonreí yo también y separé más los muslos, abriendo mi concha chorreante, hinchada, gordita y hambrienta de más goce

  • ¿La tiene más grande que yo? – pregunté, interrumpiendo, sin poder contener mi curiosidad.
  • Si, bastante más grande, pero te pedí que no me interrumpas, ¡shhh!
  • Sigo, se arrodilló en la cama, entre mis piernas, estiró sus brazos a ambos lados de mi cintura, fue bajando de a poco su cuerpo cubriendo al mío, yo lo veía, ahí, grande, sobre mí, arrimando su pija a mi concha. La apoyó, para hacerse desear entre mis labios. Cuando la sentí ahí no aguanté más: con un golpe de cintura me la metí adentro, un buen pedazo, ¡qué placer!, suspiré y sentí que se dejaba caer sobre mí, metiéndomela toda, hasta el fondo de mi vagina, donde tú nunca llegaste, ¡cornudo!, ahora sí, ¡totalmente cornudo!
  • Un goce sentirla adentro, me llenaba bien, mejor que tú y la maneja muy bien, además. Se aguantó un buen rato antes de darme la leche, porque le pedí que me la diera toda adentro, ¡para ti, toda la tengo ahí! Se acabó largo aunque era el segundo, estuvo muy bien. Yo no volví a acabar. Pero me sentía muy bien. Feliz. No es como coger contigo, es distinto. A vos te quiero. Eso cambia todo. Pero estuvo muy bien, de verdad.
-Después me di una ducha, sin lavarme la concha, por si querías chuparla. Y me fui.

-Él se quedó a dormir ahí. Llamó a la casa para avisar que terminó tarde y se quedaba. Vive en Atlántida, yo no sabía. Por eso tiene ese dormitorio ahí.

- Y eso fue todo, ¿estás enojado? ¡Cogí con otro hombre! ¿Te gustó? ¡Solo lo hice por ti! Jajajajaja, no me creas, cuando empecé a provocarlo sí, pero después me gustó calentarlo y follármelo. Cuéntame, mi maridito, por favor, ¿estás molesto?

- Noooo! ¡Me encanta lo que hiciste! Y vos, ahora, ¿cómo estás?

- muy bien, estuvo bueno, pero ahora tengo ganas de nuevo. ¿De verdad no te molestó? ¡No lo puedo creer, eres asombroso!

- te lo voy a demostrar – le dije, - abrazándola y besándole la boca suavemente, con cuidado al principio. Al ver que no le dolía, le metí la lengua y la besé con pasión, agarrándola del culo y apretándola contra mí. Me respondió el beso, abriendo la boca y con una mano en la nuca que me apretaba a sus labios mientras la otra buscaba mi polla, que encontró dura de caliente.

Nos desvestimos apurados, en el mismo lugar y fuimos a la cama donde nos tiramos terminando de sacarnos toda la ropa, excitados como pocas veces antes.

Busqué su concha que era un charco caliente y abierto, metí mis dedos que entraron fácilmente, recogí jugos y le mostré como me los llevaba a la boca, ostensiblemente disfrutándolos. Fui entonces bajando, recorriendo su cuerpo desnudo, besándolo hasta zambullirme en ese chocho delicioso, preparada y condimentada por otro para mi deleite. Estaba increíble, ¡nunca caté nada igual! Muy mojada, con mezcla de sus jugos y la leche de él. Los labios afeitados se veían gordos, hinchados y con pegotes, muy visibles sobre los pelos que adornaban su parte superior. Me excitaban mucho esas demostraciones de su infidelidad. Pero lo mejor estaba adentro. Entreabierta, llena de su corrida espesa, viscosa, muy gustosa, con ese gusto especial de cada leche, distinto de esa concha que tanto conocía. Busqué su clítoris, erecto y muy sensible.

  • Que delicia tu lengua, Pedro, dale muy suavecito, que está muy sensible, muy castigado por el otro, hahaha, me duele un poquito si frotás muy fuerte, - me pidió, mientras apretaba mi cabeza contra su conio.
  • ¡Eres raro de verdad! Te gusta que esté cogida, bien folladita, ¡y yo que no te creía!
Mientras yo se la comía, por primera vez llena de leche de otro. No era lo mismo que cogida por mí. Totalmente distinto, mucho más excitante.

  • No te vayas a acabar, -le pedí, - quiero cogerte llena, ¡mi primer segundo jugoso!
  • Entonces apúrate, no aguanto mucho más, ¡cógeme ya!
Me salí del festín, sin muchas ganas pero deseando también estar dentro de ella. La cubrí con mi cuerpo, penetrándola sin ninguna dificultad, casi no sentía el roce. La sensación era increíble, una delicia lujuriosa, chapotear en esa concha ya cogida, aún llena de leche de otro macho. Un goce sibarita para mí. No resistí nada, me vine ruidosamente, agregando mi leche acumulada en toda la noche mientras la esperaba. Al sentir que yo me acababa se vino ella también.

Así, sí, así, dámela toda ,s i mi amor, si que divino ummmmm que locura esto, no se que pasa no termino más de acabar, nonono, por favor, chúpamela ahora que te doy de nuevo…aaaaaaasí si es por favor coger si coger sisisis

Gritaba y se sacudía totalmente descontrolada. Nunca la había visto así. Claro que la comí la concha, ahora con mi leche también. ¡¡¡¡Y se volvió a acabar!!!!

Fue uno de los mejores polvos de nuestra vida, nos dormimos abrazados, desnudos, tal como estábamos en la cama.

Asi lo imagino. El dentista es real y también es real que va a por ella. Y que yo le pido que juegue con él. Lo demás es deseo mío. Lo del título: fantasía cornuda.
 
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