En la sauna

ikarusulu

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Por debajo de la ropa me puse un bañador rojo tipo slip, muy pequeño y ajustado que dejaba casi la mitad inferior de las nalgas al aire. No es la ropa interior mas cómoda pero no pensaba tenerlo puesto mucho tiempo. Y desde luego que es sexi. Queda muy bien en mi cuerpo delgado, depilado y ahora en esta época del año todavía muy blanco.


Salí de casa sin hacer ruido para no despertar a nadie. Con diez y ocho años quería disfrutar esa noche sin que nadie se enterase. No me gustaba esconder nada a mis padres pero mi sexualidad era una de las excepciones. Ya hablaría con ellos cuando estuviera preparado.


Me habían hablado de aquel local de ambiente nuevo: mitad pub, mitad sauna, mitad o completa orgia cada noche. El amigo que me lo había contado era tan vicioso como yo, pero esa noche no necesitaba compañía ni carabina. Quería probarlo yo solo.


Cuando llegué a la puerta la fiesta parecía haber empezado ya al fondo del local. Por una rendija en la cortina junto a la recepción pude ver tíos desnudos o a medio vestir acariciándose en unos cómodos divanes.


Me dejaron una taquilla para dejar mis cosas. En el vestuario me quedé solo con el bañador, en realidad me imaginaba que ni eso necesitaría. Al menos mirando alrededor nadie lo estaba usando, casi todos ya estaban más desnudos que yo.


La moqueta y la calefacción permitían estar así. Me acerqué a la barra para pedir una copa mientras miraba alrededor curioso. Así me tranquilizaba y veía lo que podía hacer. Las opciones que se me ofrecían


El camarero iba sin camisa enseñando el pecho depilado y musculoso. Apenas con un short vaquero blanco muy reducido luciendo unos muslos poderosos y un bonito y firme culo. Pero él tenía su trabajo.


La polla se me había puesto bien dura y asomaba el glande. La prenda era tan pequeña que se marcaba perfectamente. Para eso me la había puesto.


A mi espalda un tipo solo con un tanga, fuerte, mas mayor velludo y con pircings en los pezones. Se me acercó, mucho. No me dijo nada, ni yo me quejé. Solo me acarició el culo mientras miraba a los demás por encima de mi hombro.


Efectivamente no me habían mentido, no hacia falta nada para empezar a disfrutar. Acababa de entrar y ya estaba liado con alguien que no conocía de nada.


Pegué la espalda a su pecho y giré la cabeza para que me besara, nuestras lenguas juguetearon un rato mientras me abrazaba y acariciaba mis pezones pellizcándolos. Le cogí la polla por encima del tanga. No estaba dura del todo pero iba cogiendo firmeza en mi mano. A la vez él miraba de reojo el resto de la enorme sala por encima de mi hombro.


Un poco más lejos sobre una cama redonda una confusión de brazos, piernas, cuerpos y pollas. Una mano aparecía de pronto y no se sabía de quien era. Una cadera se movía rítmicamente y todos nos imaginábamos que estaba follando, ¿un culo? ¿una boca?. Pero otro cuerpo lo tapaba a medias y ese chico lamía la piel de alguien más que tenía delante.


Cerca de las paredes había sofás, algunos ocupados por hombres desnudos o con muy poca ropa. Y si estaban acompañados tampoco estaban quietos sino acariciándose y besándose.


No estaba allí para limitarme, quería toda la carne posible, todas las pollas y todos los culos, mucha piel. No le solté el rabo, tampoco quería hacerle un desprecio a nadie, sino que tiré de él hacia un grupo de tres tíos en un sofá. Me habían llamado la atención.


Uno de ellos ya sentado sobre el pene de otro que se lo clavaba en un culo bien abierto. Le daba la espalda a su amante mirando hacia la cama redonda. El tercero entre las rodillas de ambos lamía la polla del de arriba y los huevos de los dos. En ese momento me hubiera gustado estar en el lugar de cualquiera de ellos, y lo haría.


Mi nuevo amigo se agachó tras el culo de este último y empezó a comérselo y lamerlo bien. Yo me puse de pie sobre el sofá. El que estaba encima me cogió de la cadera me bajó el bañador rojo y se puso a comerme el rabo y lamer los huevos.


Pasó la mano entre mis piernas buscando mi ano con sus dedos hábiles. No quería correrme nada mas llegar así que saqué la polla de su caliente boca y busqué otro sitio donde meterla.


Ese grupo se había disuelto cuando algunos de ellos se corrieron y quedaron dos parejas. Me despedí del de los pircings con un morreo mientras el se follaba al que antes estaba comiendo pollas. Y al que le había comido el culo un momento antes.


Recogí mi copa y seguí paseando entre los grupos y parejas que follaban. Recorría el local con el pene bien duro por fuera del bañador a ver quien se animaba a atraparlo. Mas de uno lo acariciaba o besaba al pasar. Yo también sobaba, besaba, lamía lo que quedaba a mi alcance. Pero seguía adelante solo catando el ambiente del local.


Me refugié en la sauna durante un rato para tranquilizarme. También aproveché para darme una ducha y limpiarme un poco, por dentro y por fuera. En el jacuzzi había dos chicos que no perdían detalle de mis manos recorriendo mi cuerpo con el gel de baño. Así durante un rato procuré dar un buen espectáculo. Acariciando todo mi cuerpo con lascivia.


También me asomé a la sauna pero con el vapor apenas se veía nada. Solo sombras difusas que podían perfectamente estar follando. Movimientos entre el vapor que guardaba su intimidad. Los dejé en paz suponiendo que buscaban esa soledad adrede.


Al rato, junto a la barra, sentado en un taburete, encontré su culito duro, suave, blanco, respingón sin vello. Perfecto, mientras otro tipo le comía el nabo. Comencé a amasarle las nalgas, bien pegado a su espalda. Como yo hice antes él giró la cabeza para morrearme. El echó la mano hacia atrás para pasar mi rabo por la raja de su culo.


Antes de pasar a más me incliné para darle unos mordisquitos a esas duras nalgas. Pasar la lengua por toda la raja y clavarla en el ano. Se había levantado del asiento para dejarme acceso libre. Alcancé un sobre de lubricante de una cestita sobre la barra del bar de la sala. Me embadurné bien la polla y su culo y separé sus nalgas. Deseaba ese agujerito estrecho.


Mientras él se inclinaba lo suficiente como para dejarme acceso al ano. Su amigo pasó a lamerme a mí el culo mientras yo sujetaba la cadera con una mano y el hombro con la otra. Se sumó otro hombre con su lengua a darme placer, a lamer mi pecho, axilas, pezones y vientre o a besarme en la boca. Me encantaba su lengua en mis pezones. La suya tenía sabor a semen. No debía ser la única boca de por allí a la que le pasaba eso.


No sabía cómo nos habíamos vuelto a juntar cuatro, pero allí estábamos. Otra pequeña orgía en la que manos, lenguas y pollas estaban por medio. Una parte de la fiesta más grande que se desarrollaba a nuestro alrededor. No sabía a quién pertenecía cada órgano que tenía encima. Solo recibía placer. En mi ano noté un par de dedos, bien lubricados entraron fácilmente. Lo tenía bien ejercitado.


Se me escapó un gemido, pero allí había una lengua dispuesta a entrar en mi boca. A recoger mi saliva y recorrer toda mi boca, los dientes hasta el paladar. Era larga y juguetona y lo disfruté. Ya estaba dispuesto a dejarme ir. Correrme donde mi polla estuviera en ese momento.


Unos segundos mas y el orgasmo llegó fuerte e incontenible, uno de los mejores de mi vida. Dejé todo mi semen en el culo que estaba follando en ese momento. Una duras nalgas, fuertes, respingonas, suaves, perfectas. Se me escapó un fuerte gemido que hacía coro con los de mis nuevos amigos.


Ese fue el momento elegido por el tío que tenía detrás para clavarme su verga. Entró en mí ano como un cuchillo caliente en mantequilla. Y eso logró un pequeño milagro. La mía no perdió dureza como me habría pasado en otras circunstancias.


Pero el chico al que tenía empalado dio un paso adelante y me dejó el rabo al aire apuntando al techo. Allí estaba el hombre que me besaba para hacerse cargo de ella. La limpió con mucho esmero con las toallitas que estaban a disposición de todos los participantes. Igual que los lubricantes y condones.


Era evidente que la quería y la tenía para él. Empezó lamiendo mis huevos. Se la metió en la boca. Era una mamada estupenda. Me hacía gemir junto a la polla que tenía en el culo. Unas fuertes manos sujetaban mi cadera tirando de mí a cada embestida de su nabo. Entre esos dos hombres estaba disfrutando como nunca antes. Y me llevaron a un nuevo orgasmo como si no me hubiera corrido minutos antes.


No se lo tragó, se levantó y me besó. Con mi propia lefa en la boca. Me metió la lengua en la boca un momento y luego besó al tío que me estaba follando por encima de mi hombro. Me dio a probar mi semen y luego sus leguas jugaban y se cruzaban junto a mi oreja. A veces rozándola y provocándome placenteros escalofríos.


El resto de la orgia seguirá a nuestro alrededor. Todo se acaba y el que me follaba también se corrió. En vez de simplemente separarse y despedirse se agachó y empezó con un lascivo beso negro donde recogía su propio semen.


El otro hombre se agachó a su lado y colaboraba en la faena. Yo tenía que estar doblado por la cintura con los muslos bien separados para que a ellos les fuera cómodo hurgar en mi ano con sus lenguas. A la vez una mano me acariciaba los huevos y la polla en ese momento flácida.


No creía que se me pudiera poner dura de nuevo y era hora de la retirada. Poco a poco volví hacia los vestuarios dando por perdido el bañador. Aún así por camino no deje de besar, acariciar y lamer todo lo que se me ponía al alcance.


Dentro de la taquilla algunos habían dejado tarjetitas con sus teléfonos. Me las llevé penando en su las usaría o no. En casa nadie se había dado cuenta de mi ausencia si que me planteé volver alguna otra noche y repetir tan placentera experiencia.







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