El libro

Hotlove

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De esta historia estoy personalmente orgulloso. Una historia dentro de otra. Espero vuestro veredicto.



El libro

Alba estaba sentada en la playa a las diez de la mañana. No se lo podía creer. La noche anterior habían dejado las niñas en casa de unos amigos y cumplieron la promesa hecha semanas antes de pasar un día completo solos. Decidieron aprovecharlo al máximo e ir temprano a disfrutar del mar, después almorzar en un restaurante, regresar a casa a dormir una siesta y/o echar un polvo y después recoger a las niñas. Hacía tiempo que no se quedaban solos y esa sensación en la arena, sin prácticamente nadie alrededor, era fenomenal. De todas formas no era una playa muy concurrida debido a las rocas y a la dificultad de llegar hasta ella. Pero merecía la pena. El sonido de las olas rompiendo en la orilla, ninguna familia con niños haciendo ruido y algún lugareño echando la caña de pescar a mucha distancia configuraban un paisaje idílico. Las parejas o bañistas solitarios se ponían lejos unos de otros en acuerdo cómplice para tener más intimidad. Aunque era difícil distinguirlo bien, algunos parecían hacer nudismo. Alba y Pablo se llevaron una sombrilla, un par de toallas y unos bocadillos. A él le encantaba caminar solo por la arena.
-Cariño, ¿te importa si me doy un paseo para echar un vistazo para ver qué hay detrás de aquellas rocas? Está lejos, así que tardaré un rato. -Dijo él
-Claro que no. Yo prefiero quedarme aquí a leer. Llévate una gorra -Le dijo Alba.
En cuanto se quedó sola, sacó el libro que había comprado por internet. Una historia erótica de una chica que decide probar todo tipo de relaciones sexuales antes de su próxima boda. Lo leyó en las recomendaciones para el verano en una revista de chicas, y pensó que era una lectura perfecta para un día sola en la playa o en la piscina. Ese día había llegado.
La chica se llamaba Astrid, y era una veinteañera que iba a casarse con un chico de buena familia, gente importante en su pueblo. El chico se enamoró de ella debido a su enorme belleza y cuerpo escultural. No tenía estudios superiores ni trabajo fijo, pero atraía a los chicos como una cobra, hipnotizándolos. A nadie le extrañó que acabara con un chico rico. Podría haber elegido a cualquiera. Pero sabía que una vez se casara, sus aventuras sexuales iban a terminar, y quería darse prisa en probar todo lo posible. Su hambre de sexo solo era superada por su atrevimiento. Un día follaba en una parada de autobús a altas horas de la madrugada con algún chico afortunado que volvía de fiesta, otro día le hacía una mamada a otro chico bajo el mostrador en una tienda de telefonía justo antes de cerrar. Sus ganas de experimentar no disminuían, y sabía que se le acababa el tiempo.
Alba pasaba las hojas de manera casi compulsiva. La historia le había enganchado de tal modo que por un momento olvidó donde se encontraba y deslizó una mano debajo del top del biquini. Se acarició las tetas mientras Astrid estaba en un parque por la noche follando con dos chicos. Mientras se follaba en cuclillas a uno de ellos le chupaba la polla al otro. Este no pudo evitar correrse en minutos al ver las hermosas tetas y la bellísima cara de la chica. Ella siguió cabalgando al otro chico hasta que consiguió sacarle la última gota.
Alba deslizó la mano por su barriga hasta llegar al biquini. Quitó uno de los lazos laterales y empezó a tocarse suavemente. Astrid le ayudaba en esto. Ahora estaba en un coche de un chico en un arcén chupándole la polla mientras el chico le masajeaba las tetas. Después se sentaron en el asiento trasero y ella le pidió que se la follara por el culo, teniendo cuidado al principio. A los pocos minutos le pareció a Alba escuchar los gemidos de Astrid, pero era ella misma. Se puso colorada y miró a los lados. Nadie. “Ufff, qué susto. Se me ha ido la cabeza. Voy a ponerme una toalla encima por si alguien pasea cerca”.
Astrid seguía haciendo de las suyas. Ya solo quedaban dos semanas para su boda, y una para la despedida. Ella aprovechaba la excusa de mirar detalles de última hora de la celebración para ir a la ciudad. Decía que se quedaba en casa de una amiga. Pero realmente salía todas las noches de caza, y nunca perdía una presa. Esa tarde comenzó en un cine. Buscó una película que no fuera famosa y algún hombre solo sentado en la parte trasera del cine. Se sentaba al lado y a los pocos minutos le ponía la mano en el muslo. Poco a poco la deslizaba hacia la ingle y posteriormente abría la cremallera. Ya lo había hecho igual en varias ocasiones. Le ponía ver la cara de sorpresa de los tíos y posteriormente el placer. Le chupaba la polla o le masturbaba hasta que se corría. Entonces se iba y cambiaba de sala.
La mano de Alba se movía rítmicamente debajo de la toalla. Algo se ocultaba, pero era fácil imaginar lo que estaba sucediendo. A unos veinte metros detrás de ella había una pareja nudista que la estaba observando desde hacía un rato. La chica se acercó por detrás. Alba seguía absorta en su lectura.
Astrid decidió esa noche tener una experiencia diferente. Fue a una zona conocida por ser lugar de encuentro de parejas para follar en coche. Se acercó en la oscuridad a uno de ellos y miró dentro. Una pareja estaba desnuda de cintura para abajo y estaban besándose. Ella golpeó en el cristal y dijo:
-Perdonad, pero mi coche no arranca. ¿Podríais ayudarme? Haría lo que fuera necesario, no sé si me entendéis.
Después del susto inicial, el chico y la chica se miraron. Él le preguntó a ella con la mirada, y la chica dijo:
-Entra.
A los pocos minutos se estaba morreando con la chica y pajeando al chico. El coche se empañó completamente. Los gemidos de unos y otros se entremezclaban. Mientras el chico le chupaba el coño, las dos se besaban, haciendo contorsionismo. Después las dos hicieron un 69 y dejaron al chico apartado. Después de correrse, Astrid cogió la polla del chico y se la chupó con fuerza, y le dijo:
-¿Prefieres correrte encima de ella o de mí?
El chico no aguantó más y su esperma cayó en sus tetas, mientras su novia se masturbaba viendo la escena. No podían creer lo que les había deparado la noche.
Alba escuchó un ruido detrás y se giró. Vio a una chica rubia desnuda, sonriente. Su corazón le dio un vuelco.
-Perdona, no quería asustarte. Lo siento, de verdad. Es que tenemos algunas cervezas pero nos hemos olvidado un abridor. ¿No tendrás por casualidad uno, no?
Alba se quedó unos momentos estupefacta. Después reaccionó y le dijo que sí, que esperara un momento. Rebuscó en una bolsa y se lo acercó.
La chica le dijo:
-Muchísimas gracias, nos has salvado la vida. Ya hace mucho calor y tenemos la nevera llena. Deja que te invitemos a una. Estamos allí- dijo señalando a un chico desnudo recostado a unos veinte metros.
Alba se lo pensó un segundo y aceptó. Se levantó y, al ver a la chica desnuda, se quitó el top instintivamente. No sabría explicar por qué lo hizo. Las dos se acercaron al chico. Era una chica muy simpática, y tenía un cuerpazo. Pero al llegar al chico se dio cuenta que eran tal para cual. Los dos tenían pinta de deportistas serios, aunque la nevera estuviera a tope de cervezas. Después de un rato de conversación, se dio cuenta que se había tomado cuatro, y estaban todos riéndose. Estaba pasando un buen rato.
-Bueno, gracias por las cervezas. He pasado un buen rato con vosotros. Voy a mi toalla a seguir con mi libro.
-También estabas pasando antes un buen rato sola. O al menos eso parecía.- Se miraron los dos con cara de complicidad- ¿De qué trata el libro?- Dijo la chica.
Alba no pudo evitar ponerse colorada. No sabía donde meterse.
-No me digas que habéis visto algo. Me muero de la vergüenza.
-No tienes nada de lo que avergonzarte. Es lo más normal del mundo.- Dijo el chico. Alba se dio cuenta que a la vez que hablaba estaba tocándole el pecho a su mujer, pellizcándole el pezón con tal naturalidad que se veía normal.
-Eso. Yo me masturbo a diario cada vez que vengo a la playa. Es mi lugar preferido, venga con Óscar o venga sola. Pero no nos has contestado: ¿De qué trata el libro?
Mientras decía esto, estaba acariciándole la polla a su pareja, que empezaba a crecer por momentos. Aparte de un buen cuerpo, estaba bien dotado. Los dos estaban bronceados y sus músculos bien marcados. Alba no pudo evitar pensar en Astrid. ¿Qué haría su heroína en esta situación? Está muy claro. Pero no sabía que hacer, a pesar de estar tan caliente que se follaría al chico allí mismo. Pero, ¿Y la chica? ¿Estarían proponiéndole unirse a ellos? No sabía como reaccionar.
Entonces la chica dio el primer paso. Se acercó a ella y le mesó los cabellos. -Eres muy guapa ¿Por qué no te quedas completamente desnuda como nosotros? Como ves, no hay nadie cerca. Es una sensación muy agradable, de libertad. Déjame que te ayude.
Le quitó los dos lazos laterales del biquini y la dejó completamente desnuda. Su coño estaba completamente mojado, y eso se veía claramente. La chica se puso detrás y la besó en los lóbulos de las orejas. Primero una. Después otra. Después repitió el proceso, pero mordisqueando suavemente. Una corriente eléctrica sacudió su cuerpo. Le agarró las tetas por detrás y se las masajeó deteniéndose en los pezones. Los gemidos empezaron a brotar de su boca. Entonces el chico se acercó y la besó. Le acarició el largo cabello negro e investigó con su lengua el interior de su boca. En eso momento Alba se entregó completamente. El chico le cogió una mano y se la puso en su polla erecta. No le hizo falta más información. Empezó a masturbarle mientras seguían besándose. Entonces la chica se puso de pie y apartó suavemente a su pareja. Alba estaba sentada y tenía a la altura de su boca un hermoso coño bien depilado esperando ser satisfecho, y eso es lo que hizo. Empezó a chuparlo mientras le metía un dedo. Con la otra mano seguía masturbando al chico. Y estaba más caliente que nunca.
El chico se tendió boca arriba. Puso una mano detrás de su cabeza. Alba lo miró, se subió encima y empezó a follárselo, sin parar de chuparle el coño a la chica, que estaba con los ojos cerrados de placer. Pensó que sería una escena perfecta para Astrid.
Entonces la novia del chico se puso en cuclillas encima de él. Óscar le chupaba el coño, follaba a Alba y las dos se besaban ardientemente en un trío perfecto donde todos disfrutaban por igual. Los gemidos se entremezclaban y los fluidos también. Alba tuvo su primer orgasmo, y las contracciones de su vagina hicieron que el chico sacara su polla, a punto de correrse. Entonces su novia le masturbó rápidamente y vació sus testículos en los marcados pectorales, restregándole después el semen como si de crema solar se tratara.
Mientras tanto, Pablo había regresado. Vio que Alba no estaba y pensó que estaría bañándose o dando un paseo. Miró a su alrededor y vio a lo lejos lo que parecía una pareja tomando el sol. Se sentó en la toalla. Vio el libro entreabierto y lo cogió. Empezó a leer.
Astrid regresó al hotel donde se hospedaba. Eran las cuatro y la noche había sido muy productiva. Estaba cansada pero todavía excitada recordando el parque donde encontró a ese maduro interesante que había sacado muy tarde al perro al no poder conciliar el sueño. Follaron en un banco debajo de una farola mientras el perro los observaba curioso. Saludó al recepcionista de noche y se dirigió al ascensor. Pero, después de pulsar el botón, se dio la vuelta. Se acercó al mostrador y observó al chico. Era muy joven. Unos veinte años. Con poca experiencia, evidentemente. Y pensó que podía darle un motivo para que durante toda su vida recordara que trabajar por la noche tenía a veces sus aspectos positivos.
-Perdona, ¿te podría pedir un favor?
-Claro, dígame.
-Necesitaría que me subieras algunas toallas limpias.
-Lo siento, pero no puedo dejar la recepción sola.
-Solo es un momento. Son las cuatro de la madrugada. No creo que llegue más gente como yo a estas horas, ¿no crees?.
-Si viniera alguien y no estuviera, podrían despedirme. Lo siento. Lo que sí puedo hacer es dárselas aquí. Tengo un juego en el back-office. ¿Puede esperar un momento?
Astrid asintió. El chico desapareció por una puerta detrás de la recepción y ella se metió detrás del mostrador. En un par de minutos el chico regresó y la vio sentada en su silla, balanceándose.
-Perdone, pero no puede estar aquí dentro. -dijo
-Solo me he sentado mientras volvías. Además, tenía curiosidad por ver qué se siente detrás del mostrador. Espero que no te hayas molestado.
-No, que va, no pasa nada. Aquí tiene las toallas, ¿necesita algo más?- dijo, algo nervioso. El escote de Astrid era más evidente ahora que hacía dos minutos.
-Pues sí, la verdad es que necesito algo más. Pero siéntate en tu silla, no quiero quitártela. - El chico accedió. -Una pregunta: ¿qué haces por la noche cuando no tienes nada que hacer? ¿Duermes?- Dijo mesándose el cabello.
-No tenemos permitido dormir. Nos despedirían.-Contestó
-En este hotel despiden por cualquier cosa. Qué estrictos. Pero sin embargo permiten ver porno, ¿no?- dijo mirándolo fijamente.
El chico empezó a balbucear algo y miró la pantalla de su ordenador. Se veía una foto de una chica chupando la polla enorme de un negro. No acertaba con las palabras y no sabía donde meterse.
-No pasa nada. Yo también veo porno: Me pone. Los tíos pensáis que solo lo hacéis vosotros, pero estáis muy equivocados. Nosotras también tenemos fantasías, y nos gusta verlas. Te voy a poner un ejemplo.
Astrid se desabotonó completamente la camisa y sus pechos turgentes salieron rebosantes. Se había quitado el sujetador. Entonces se puso de rodillas desapareciendo debajo del mostrador y le bajó los pantalones al chico, que no tuvo tiempo de reaccionar. Su polla estaba fláccida, y comenzó a juguetear con ella. Con sus labios besó la punta y con la lengua le estimulaba el frenillo. En pocos segundos empezó a crecer.
-Bueno, no es como la polla enorme de ese negro, pero no está mal. De hecho, la prefiero así. A ver como te portas. Estoy algo cansada, así que voy a hacer que te corras pronto. Nunca fallo, y tú no vas a ser una excepción. Ya lo verás.
El chico entrecerró los ojos y se dejó llevar. Astrid sabía como hacer una mamada. Era su especialidad. Le encantaba sentir un miembro gordo en su boca, y sus latidos en la lengua. Sabía como parar y comenzar para alargar la situación. Comenzó a masajearle los testículos. El chico miró hacia abajo incrédulo y se dejó hacer.
En ese momento, se abrieron las puertas correderas del hotel. Entró una pareja abrazada con síntomas de haber bebido. Se acercaron al mostrador. Cuando estaban a unos tres o cuatro metros el recepcionista abrió los ojos. Su mirada fue de terror.
-Buenas noches. Uy, perdona, parece que te hemos despertado. Solo tenemos una pregunta: ¿A qué hora sirven el desayuno?
Astrid los escuchó y aumentó el ritmo.
-Pues, bueno, el desayuno, eh, por la mañana, ¿a qué hora dice? Pues a las, pues a las 8.
Astrid aumentó la presión de la boca.
-De acuerdo, muchas gracias. ¿Y dónde se sirve?
Astrid le acarició los testículos bañados en saliva y lo masturbó rápidamente mientras le chupaba.
-Pues, se sirve, en, en la cafetería, claro- dijo entrecortadamente.
-Ya, imaginamos. ¿Y dónde está? -Dijeron casi al unísono, riéndose.
En ese momento el chico descargó todo su amor en la boca de Astrid, que no dejaba de chupar para que saliera hasta la última gota. La cara del chico se contrajo y la pareja se miró extrañada.
-Perdona, ¿te encuentras bien? No tienes muy buena cara. -Dijo la chica.
-Sí, sí, me encuentro bien, gracias. Que pasen una buena noche.
Los dos se miraron y se encogieron de hombros. Se fueron hacia el ascensor.
El chico miró hacia abajo y vio como Astrid lo miraba divertida con la boca abierta y su semen en ella. Entonces le guiñó, cerró la boca y el chico vio como su garganta se movía. Astrid se levantó y le dio un beso en la boca.
-Guapo, que tengas dulces sueños. Seguro que ahora caes como un bebé. Si mañana me haces tú el check-out, voy a preguntarte delante de los demás qué te pareció lo de anoche-. Le guiñó y se dio la vuelta en dirección al ascensor. Las puertas se abrieron: Era la pareja de antes. Se habían olvidado una chaqueta en el mostrador. La vieron salir de la recepción. Ella los miró, relamiéndose.
Pablo se puso como una moto. ¡Vaya libritos que lee mi mujer! ¡Y yo sin enterarme! Estaba completamente empalmado. Miró a los lados y se metió una mano dentro del bañador. No se dio cuenta, pero Alba se estaba acercando por detrás, completamente desnuda. Cuando ya llegaba a su altura, se dio cuenta de lo que estaba pasando. Lo vio con una mano en el libro y la otra moviéndose debajo de su bañador. Le puso las manos en los hombros. Pablo soltó el libro y dio un salto. No podía sacarse la mano del bañador. Alba no podía evitar morirse de la risa.
-Alba, coño, ¡qué susto! ¿Qué haces? ¡Me va a dar un infarto!
-La pregunta es qué haces tú- dijo riéndose.
-Pues leer este libro. No me habías contado nada de él. No sabía que te gustara este tipo de temática. Es muy bueno, por cierto..
-Yo tampoco sabía que me gustara hacer un trío- dijo traviesa.
-¿Cómo? No te entiendo.
-Si quieres te lo cuento con detalles. Pero ahora tiéndete que voy a terminar lo que has comenzado. Yo también estoy muy caliente, y cuando te cuente lo que me ha pasado, tú también lo vas a estar. Después te voy a presentar a unos amigos...
 
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