PARTE 2
CapĂtulo 8
Junio, 2022
La previsiĂłn del tiempo no podĂa ser más calurosa. HabĂan anunciado en las noticias que era el dĂa de junio con la temperatura más alta en los Ăşltimos veinte años, y ya por la mañana se notaba el bochorno.
Por fin habĂa llegado el momento. Sergio y Laura se casaban en la iglesia del barrio de ella.
SalĂ de la ducha, pero me dio igual, antes de ponerme el traje ya estaba otra vez sudando, y eso que todavĂa no eran ni las once; solo faltaban dos horas para el enlace. Me vestĂ y despuĂ©s pasĂ© por la casa de los padres de Sergio y SofĂa. Como me imaginĂ©, tenĂan montado un buen follĂłn: familiares, gente arreglándose, todos muy nerviosos y apenas pude saludar a mi novia. Ella era la encargada de llevar y repartir los detalles, de organizar las ofrendas en misa y decirles a los invitados dĂłnde se tenĂan que sentar en la iglesia.
AsĂ que SofĂa ni tan siquiera se fijĂł en mĂ, al saludarme me dijo que estaba muy guapo y enseguida se fue a ayudar a vestir a su madre. Yo entrĂ© en la habitaciĂłn de Sergio, que tambiĂ©n se estaba poniendo su traje frente al espejo, y al verme nos dimos un abrazo.
―Ey, tĂo, Âżnervioso?
―SĂ, bastante, tengo unas ganas de que termine ya todo… ―me contestĂł.
―Tengo el coche listo, ha quedado muy bonito…
Mi mejor amigo me habĂa pedido que lo llevara hasta la iglesia en un coche de gama alta que nos habĂa prestado un familiar y yo le puse unos adornos la noche anterior que quedaron geniales. Y para Laura habĂan alquilado un coche de Ă©poca, en el que luego se irĂan los dos, una vez terminada la ceremonia.
SegĂşn se acercaba la hora, los nervios en el novio iban en aumento y la casa se fue vaciando poco a poco. Me despedĂ de SofĂa con un beso y ella llevĂł a su padre y un par de primos en su coche. Ya solo quedábamos en el piso Sergio, su madre y yo. Y media hora antes salimos para la iglesia.
Ya nos estaban esperando todos los invitados cuando llegamos con cinco minutos de antelaciĂłn, y la gente se acercĂł a saludar al novio y a la madrina. Yo me situĂ© con los colegas de la facultad y Pablo me dio un abrazo y luego me presentĂł a su chica. TodavĂa no habĂa llegado Elvira.
―Me ha dicho que está de camino, esta es capaz de llegar más tarde que la novia, ja, ja, ja.
―Pues seguro.
Y no llegó más tarde, pero casi. Por suerte para Sergio, Laura no fue muy mala y «solo» se retrasó diez minutillos, y prácticamente a la vez, con paso ligero, aparecieron ellas. Fue una entrada estelar, llamativa, Laura abrió su coche de época y justo a su lado pasaron Elvira y Fiorella cogidas de la mano.
La gente dividiĂł la atenciĂłn entre la novia y aquellas dos diosas que lucĂan unos vestidos demasiado sugerentes, mientras SofĂa metĂa prisa a los invitados para que entraran en la iglesia antes de que bajara la novia. EscuchĂ© un murmullo detrás de mĂ, en el que pude entender claramente.
―Joder, tĂo, era verdad, es Fiorella Moretti, la top model italiana.
Elvira y su chica se acercaron hasta donde estaba yo, pero antes tuve unos segundos para deleitarme con la ropa que llevaban puesta. Cogiditas de la mano, Elvira habĂa elegido un vestido de color verde turquesa con la falda muy corta, un escote imponente y los tirantes cruzados por la parte delantera.
Pude cerciorarme de que mi amiga habĂa mejorado muy mucho con el paso de los años, y de que se notaban las horas de entrenamiento con su coach personal; sus piernas se veĂan increĂbles, más anchas, fibradas, lo mismo que su pequeño culo, que ya no era tan pequeño. HabĂa ganado volumen en sus glĂşteos, ¡menuda trasera tenĂa ahora Elvira!, por no hablar de sus brazos tonificados, en el que destacaba su tatuaje. No iba para nada vulgar, con los labios pintados de un rojo intenso y la media melena bien lisa, lo que le daba un toque de clase y distinciĂłn.
Y si Elvira estaba radiante, quĂ© decir de su acompañante, Fiorella, con un vestido azul metalizado, igual de corto que el de Elvira, con un escote menos sugerente, pero con toda la espalda al aire. Era como una tabla la jodĂa, muy alta y con poquitas curvas; además, habĂa elegido unos taconazos que todavĂa le hacĂan más estilizada, y se movĂa de manera glamurosa con unas enormes gafas de sol y con el pelo en una especie de recogido descuidado que parecĂa que se habĂa hecho ella misma, pero que le sentaba de maravilla.
Yo creo que, si Fiorella se ponĂa una mierda en la cabeza, tambiĂ©n le quedarĂa bien. ¡Era una cosa de locos!
Mi amiga me saludó con un beso rápido en la mejilla y después hice lo mismo con su chica.
―Te acuerdas de Adrián, ¿verdad? ―le preguntó a Fiorella, que movió la cabeza de manera afirmativa sin soltar una palabra.
―Pero, ÂżquĂ© haces ahĂ? ―me regañó de repente SofĂa, mirando de reojo a mis dos acompañantes―. Venga, que los familiares ya van cogiendo sitio, tienes que ponerte en aquel hueco de allĂ, junto a mi padre, que yo ahora tengo que preparar a los niños para las ofrendas ―dijo mi chica atacada de los nervios.
―Hola, SofĂa ―le saludĂł Elvira.
―Ey, hola, perdona que no te haya dicho nada, es que menudo jaleo tengo. ―Y se saludaron con dos besos―. Estás muy guapa, Elvira, luego hablamos…
―De acuerdo.
―Bueno, chicas, pues os dejo, luego a la salida nos vemos.
Me puse donde me habĂa indicado SofĂa; cualquiera le llevaba la contraria —aunque a mĂ me apeteciera más quedarme con los colegas de la facultad— y al mirar hacia atrás vi que Pablo le daba un abrazo a Elvira y despuĂ©s saludaba a la modelo italiana.
La ceremonia fue muy emotiva, demasiado, y Laura no pudo evitar ponerse a llorar un par de veces. HabĂa perdido unos cuantos kilos las Ăşltimas semanas, pero eligiĂł muy bien su vestido, acorde a su estatura y tenĂa que reconocer que estaba muy guapa. No se soltĂł de la mano de Sergio durante la hora que durĂł la misa y por fin se acercĂł el momento de la verdad.
Entonces se me vino a la cabeza el dĂa de la casa rural. Apenas los tenĂa a cuatro metros, de espaldas, y no podĂa dejar de mirar el cuello desnudo de Laura. No querĂa pensar en eso, pero me fue inevitable. No habĂan pasado ni dos meses desde que me habĂa follado a la novia y ahora allĂ estaba, casándose con mi mejor amigo.
MovĂa sus caderas de manera acompasada, adelante y atrás, frotándome con los glĂşteos en mis muslos, mordiĂ©ndome el hombro y terminĂ© metiendo un dedito en su culo. Hasta el fondo. Y entonces nos corrimos juntos, ni tan siquiera usĂ© preservativo, nada. InundĂ© su coño con una abundante lefada.
Y caĂ en la cuenta. Joder, en cuanto saliĂ©ramos de la iglesia, Laura y yo serĂamos familia oficialmente.
¡Me habĂa follado a mi cuñada!
CrucĂ© las piernas hacia el otro lado intentando acomodarme el paquete, pero era muy difĂcil. Me habĂa empalmado a lo bestia y, cuanto más intentaba apartar ese pensamiento de mi cabeza, más dura se me ponĂa. Una erecciĂłn potente y hasta dolorosa justo cuando Laura y Sergio se daban el «sĂ, quiero».
AllĂ estaba yo, detrás de ellos, de pie con un descarado bulto bajo los pantalones del traje y una gota de sudor perlando mi frente mientras veĂa a Sergio besar a la novia. NotĂ© unos golpecitos en el hombro y al girarme vi a Pablo.
―Vamos, tĂo, tenemos que liarla bien, hemos preparado el arroz y unos cuantos cañones de confeti, vamos a atar unas latas en el coche, y hemos pegado las fotocopias que hicimos con sus caras, ja, ja, ja, Laura se va a pillar un buen rebote…
Ya estaban todos los compañeros de la universidad preparados cuando salĂ de la iglesia, hasta Fiorella tenĂa un cañón en la mano y Elvira me pasĂł otro y unos puñados de arroz, fue cuando se dio cuenta del destacado bulto en mi bragueta y esbozĂł una sonrisa traviesa mirándome a los ojos.
―¡Eres un cabrĂłn! ―me susurrĂł al oĂdo sin que nadie más la escuchara.
En cuanto salieron los bañamos en arroz y papelitos y despuĂ©s llegĂł una maratoniana sesiĂłn de fotos. Yo tuve que ponerme en la de los amigos, en la de la familia de Ă©l, nos hicimos otra solo con los novios y SofĂa, total, más de media hora tuvieron que soportar Sergio y Laura a treinta y cinco grados a la sombra.
Pero no fueron los Ăşnicos a los que reclamaron fotos. Varios jĂłvenes reconocieron a la novia de Elvira y le pidieron retratarse con ella. Fiorella accediĂł con una sonrisa forzada, aunque habĂa unos doscientos invitados, no fueron más de diez los que se acercaron, pero unos primos de la novia se pusieron un poco pesados e hicieron varias poses en plan de broma que no le gustaron nada a la supermodelo. Tuvo que ser Elvira la que les pidiera de manera muy seria que se fueran, que ya se habĂan hecho las fotos y que por favor no molestaran más a Fiorella.
Cuando se quedaron solas, nos acercamos a ellas fuimos Pablo y yo, y nos tiramos una foto con Elvira, y tambiĂ©n le pedĂ, con toda la educaciĂłn del mundo, hacerme una con su novia. A mĂ tambiĂ©n me hacĂa ilusiĂłn tener un recuerdo con una de las modelos más cotizadas del mundo.
Elvira se quedĂł mirando cĂłmo agarraba a su chica de la cintura y Pablo nos tirĂł tres o cuatro fotos hasta que apareciĂł de nuevo SofĂa y nos dijo que fuĂ©ramos saliendo para el hotel.
―Venga, Adri, joder, te estaba buscando, tienes que llevar a mis padres a la comida. Están allà a la sombra, se están achicharrando los pobres…
―Vale, voy para allá…
―Yo llevo a mis tĂos, ahora nos vemos. ―Y se despidiĂł de mĂ con un pico.
Solo esperaba que en el hotel SofĂa se tranquilizara, se relajara y disfrutara de la boda de su hermano, porque hasta el momento no habĂa parado ni un segundo. Me despedĂ de Elvira, Fiorella, Pablo y su chica y quedaron que los cuatro iban juntos en el coche de nuestro colega.
Ya en los jardines del hotel nos juntamos todos los amigos de la universidad. HabĂan preparado un lunch antes del convite y lo primero que hicimos fue buscar una de las pocas sombras que habĂa disponibles. Casi a las dos de la tarde el puto calor era infernal y yo ya me habĂa quitado la americana y la corbata.
Ahora sĂ, SofĂa charlaba animadamente con Elvira y Fiorella y mi novia me llamĂł con la mano para que me acercara con ellas.
―Les estaba diciendo que ya hemos sacado los billetes de aviĂłn ―me dijo SofĂa.
―¡Qué bien que vengáis con nosotras una semanita a Ibiza!, es una pasada el sitio, la casa, las vistas, la playa privada que tenemos debajo…
―Me enseñó Adri las fotos, la verdad es que sĂ, tiene muy buena pinta…
―Y para comer, y por eso no os preocupéis, tenemos contratado un catering para todo el mes y, además, una chica que se encarga de las tareas de la casa…
―Pero eso saldrá por un pico ―le comenté―, ya me dirás cuánto os tenemos que dar por los gastos…
―Por favor, sois mis invitados, no me tienes que dar nada, y me da igual el precio, es mi mes de vacaciones…, ya lo hemos hecho asà el año pasado y es una gozada. Estaremos encantadas de teneros con nosotras ―dijo Elvira pasando el brazo por la espalda de Fiorella y dándole un beso en el hombro.
Enseguida llegaron los novios y, después de saludar a todos los invitados, Laura y Sergio vinieron con nosotros. La novia se dio un efusivo abrazo con Elvira, se llevaban muy bien en la universidad y yo me quedé mirando la evidente diferencia de altura. Si Elvira estaba sobre el 1,78, Laura apenas llegaba al 1,55.
―Me alegra mucho que hayas venido, tĂa.
―Por favor, no podĂa perderme esta boda por nada del mundo…
―Estás guapĂsima, no sĂ© cĂłmo lo haces, pero cada vez que te vemos estás más espectacular ―le dijo Laura.
―Tú sà que estás preciosa con ese vestido.
―Tengo que irme, pero luego nos vemos y tomamos algo, ¿eh?
―Por supuesto…
DespuĂ©s de la comida comenzĂł la fiesta. Fiorella se soltĂł un poco más, pero se notaba que era bastante tĂmida y que no estaba en su ambiente, aunque Elvira trataba de bailar con ella todo el rato y no se separaban ni un centĂmetro.
Yo no podĂa dejar de mirar a Elvira, me volvĂa loco ver cĂłmo le botaban las tetas mientras se meneaba. HacĂa muy buena pareja con la italiana y por unos segundos me las imaginĂ© juntas en la cama. ¡Aquello tenĂa que ser un espectáculo!
Con un par de copas encima y el vino de la comida ya empezaba a ir bastante animado y cuando llegaron los pasodobles, evité bailar con Laura para que no se sintiera incómoda, pero en un cambio de pareja me tocó con Elvira mientras Pablo probaba las mieles de dirigir los pasos de Fiorella. Nos agarramos con fuerza y yo puse una mano en su espalda.
―No se separa de ti ni un segundo… ―le susurré a mi amiga.
―Normal, no habla nada de español y está un poco cortada.
―Es muy seria, ¿no?
―Bueno…, en casa es más informal…, pero sĂ, es muy reservada…
―Hacéis muy buena pareja.
―Lo sé.
―Por cierto, que no te lo he dicho, ¡estás increĂble con ese vestido!, en un par de años te has puesto como un puto cañón…
―¿Me estás tirando los trastos?
―Puede…
―¡QuĂ© cabrĂłn eres!, ÂżtodavĂa te dura el calentĂłn o qué…?, antes me he dado cuenta, joder, has salido como un burro de la iglesia, no me digas que no…
―¿Y tú por qué me miras el paquete?
―Ha sido inevitable, era demasiado descarado… ¿Me quieres decir que estabas pensando para ponerte asà dentro de una iglesia?
―Nada, ha sido involuntario…
―SĂ, ya, ya…, Âżno tendrá algo que ver con lo que pasĂł con Laura?
―Buuuueno, un poquito…
―Yo tambiĂ©n me he acordado de lo que me contaste en la playa ―me cuchicheĂł al oĂdo.
―¿Ah, s�
―SĂ…
―Lo que pasa es que a ti no se te nota, pero seguro que te has puesto caliente…
―Puede ser. ―Y levantó las cejas.
―Seguro que sĂ… Y ya que estamos de confesiones, antes os he estado observando y te he imaginado con tu novia en la cama…
―¿Te gustarĂa verme follando con Fiorella?
―¡Uf, me encantarĂa!
―En Ibiza nos verás en topless en la playita, creo que te va a gustar…
―Joder, Elvira, sigues siendo igual de…
―¿De qué…?
―Iba a decir de guarra, sigues siendo una buena zorra… Y por cierto ―murmuré acercando mis labios a su cuello―, ¡me encantó el pajazo que me hiciste en Gijón!
―HacĂa mucho que no tocaba una polla…, pensĂ© que estarĂa más desentrenada…
―Pues no se notĂł nada, lo hiciste muy bien, y yo encantado, eh, vamos, que podĂas haber hecho lo que…
¡Cambio de pareja!
Y me tocĂł bailar con una tĂa de SofĂa. La breve conversaciĂłn con Elvira y el estar agarrado a ella, moviĂ©ndonos rĂtmicamente, habĂa hecho que se me volviera a poner dura. DespuĂ©s fue un poco incĂłmodo para mĂ bailar erecto con la cincuentona tĂa de mi chica y me separĂ© de ella todo lo que pude para que no notara nada extraño. A nuestro lado pasaron Elvira y Pablo y me echĂ© una mirada furtiva con mi amiga.
La cabrona de Elvira estaba igual que yo, la conocĂa muy bien, y me buscaba constantemente, en un tonteo que pasĂł desapercibido para el resto de los invitados. Por desgracia no pude volver a acercarme a ella, porque cuando terminaron los pasodobles, regresĂł con Fiorella y ya no se separaron el resto de la noche.
El Ăşltimo baile fue con mi chica, que ya parecĂa más distendida despuĂ©s del dĂa tan ajetreado que habĂa tenido.
―Cuando te veo con Elvira, es como si no hubiera pasado el tiempo ―me soltó de repente.
―Anda, ¿y eso?
―Me acuerdo mucho de la universidad, siempre estabais juntos, hasta fuisteis novios una temporada…
―¿Y…?, ¿ahora vas a estar celosa…?, si te elegà a ti…
―No, pero con ella tienes una complicidad especial que conmigo nunca has tenido.
―Ja, ja, ja, menuda tonterĂa. SĂ, siempre nos hemos llevado muy bien, pero te recuerdo que salimos juntos y la dejĂ© porque nunca estuve enamorado de ella, y sin embargo, en cuanto te vi, me gustaste de una manera especial…
―Encima se ha puesto buenorra la cabrona.
―Eso sà que no te lo voy a negar.
―Antes era un palo con dos tetas y ahora…, joder…, ¡lo que hace el dinero!
―El dinero y currárselo en el gimnasio, sus buenas horas de entrenamiento se ha pegado, aunque tenga una entrenadora personal, lleva unos cuantos años dándole muy duro.
―Pues ya me gustarĂa a mĂ cambiar asĂ mi cuerpo.
―¿Quééééé…?, ni se te ocurra, vamos, a mà me encantas como estás, ¡tienes un polvazo!, que por cierto te voy a echar en cuanto lleguemos a casa…
―¿Ah, s�
―Ni lo dudes, no sé por qué las bodas me ponen tan cachondo, pero cuenta con que te voy a follar muy duro…
―Mmmmmm…, y por cierto, ¿qué te parece su novia?, parece que le han metido un palo por el culo, no puede ser más tiesa…
―Me ha dicho Elvira que es un poco tĂmida…
―Y estirada.
―Eso también, ja, ja, ja, ya veo que te cae muy bien Fiorella.
―SĂ, de maravilla.
―Pues la vas a tener que aguantar toda la semana de vacaciones en Ibiza.
―Algo malo tenĂa que tener que nos dejen alojarnos gratis en su casa de lujo…
―Bueno, ¿ya más tranquila?
―SĂ, ha sido un dĂa muy estresante…
―Porque tĂş has querido, no tenĂas por quĂ© haberte ocupado de tantas cosas… Y para el año que viene la nuestra.
―Lo estoy deseando, esa sà que me apetece organizarla ―dijo de forma cariñosa dándome un pico en los labios.
―Te quiero.
―Y yo más…
Un rato más tarde terminĂł la fiesta del hotel, pero todavĂa era muy pronto y decidimos ir a picotear algo de cena para luego continuar con la juerga en una discoteca que habĂa reservado Sergio. Pero al salir de la sala, Elvira me dijo que ella y Fiorella ya se quedaban en el hotel, al parecer a la modelo no le apetecĂa mucho seguir con nosotros.
―Venga, Elvira, ¡no me fastidies!, ¿te vas a ir tan pronto de la boda de Sergio y Laura?, no me esperaba esto de ti ―la regañé para ver si lograba convencerla.
―No, si a mĂ me gustarĂa ir con vosotros, pero… ―dijo en un tono apesadumbrado mirando hacia su chica, que la esperaba separada a unos metros de distancia con los brazos cruzados.
―¿Está bien?, ¿se ha enfadado?
―No, qué va, pero dice que está cansada y se quiere quedar en el hotel…
―¿Y no podrĂas venir tĂş? ―insistĂ―. Cena con ella y luego te unes con nosotros, venga, Elvira, por favor…
―Está bien, lo intentaré, pero no prometo nada…
Se despidiĂł a medias y yo vi en su cara que estaba deseando quedarse. Quizás más tarde volviĂ©ramos a ver a Elvira, pero su novia ni tan siquiera se acercĂł a nosotros, y nos despidiĂł a distancia con la mano, con un saludo tan frĂo como ella.
DespuĂ©s de cenar algo rápido llegamos al bar que habĂan concertado Sergio y Laura para tomarnos unas cuantas copas. TodavĂa hacĂa mucho calor para ser las once de la noche y ya apenas quedábamos los jĂłvenes y cuatro o cinco matrimonios de entre cuarenta y cincuenta años.
Terminamos en la barra Sergio, Pablo y yo y le pedimos a nuestras chicas que nos hicieran una foto a los tres juntos. Levantamos las copas y brindamos en alto por Iván, y Sergio hizo un emotivo brindis para que se unieran todos. Me dio mucha tristeza ver cómo se le escapaba una lágrima a mi mejor amigo en recuerdo de nuestro compañero de universidad, pero asà de perra es la vida.
Luego le pedĂ a SofĂa que me hiciera unas fotos con Laura y Sergio y despuĂ©s se puso ella con su hermano.
―Y ahora, tú una con la novia ―me pidió Sergio.
Agarré a Laura por la cintura e intenté aparentar normalidad, lo mismo que Laura, pero no debimos ser muy convincentes, pues su reciente marido nos lo recriminó:
―Joder, Âżpero quĂ© os pasa…?, parece que estáis enfadados, vamos, juntaos más y sonreĂd, eso es, y ahora, Adrián, dale un abrazo y un besazo a la novia…
Nos quedamos unos segundos dudando y tĂmidamente me situĂ© detrás de Laura para hacer lo que nos habĂa pedido Sergio.
―Estás muy guapa y me alegro mucho por vosotros ―le dije a la novia envolviéndola con los brazos.
Tras las fotos comenzĂł la parte final de la fiesta. Ya llevábamos muchas horas acumuladas, demasiado alcohol y el calor habĂa hecho que llegáramos con las fuerzas justas, cuando, media hora más tarde, casi a las doce de la noche y sin que ya no nos lo esperáramos, apareciĂł Elvira. EntrĂł como un torbellino en el bar y fue una inyecciĂłn importante de adrenalina para que no decayera la fiesta.
¡Menudo alegrón nos pegamos!
―Te has animado a venir, ¡genial!
―Claro, no podĂa perderme esta boda.
―¿Y Fiorella?
―Bueno, prefiero no hablar de eso ―me dijo apartándose de mà para ir a darse un abrazo cariñoso con Laura.
Las vi irse juntas a la barra, sonriendo, como si no hubiera pasado el tiempo, pero claro que habĂa pasado, ya no eran las dos universitarias de dieciocho que conocimos, se habĂan convertido en dos mujeres bien atractivas y no pude evitar recrearme en el culo de Elvira cuando se apoyĂł en la barra y se inclinĂł hacia delante para pedir.
Ni tan siquiera lo vi venir y Pablo me agarró por el cuello, agachándome y frotándome el pelo con fuerza.
―Cabronazo, deja de mirarle el culo a Elvira, que se te van a salir los ojos de las órbitas, ja, ja, ja…
DebĂa haber sido muy evidente para que hasta Pablo, con el ciego que llevaba, se diera cuenta y despuĂ©s me tomĂ© otra copa con Ă©l. La penĂşltima. SofĂa se lo estaba pasando en grande con sus primas, y Sergio se acercĂł a nosotros. TambiĂ©n llevaba una buena cogorza encima.
―Mis dos mejores amigos, joder, cómo os quiero… ―Y si no se llega a abrazar en nuestros cuellos, creo que se hubiera ido directo al suelo.
Yo me seguĂa fijando en Laura y en Elvira, se las veĂa muy entretenidas en su conversaciĂłn; Laura, ya sin esa tensiĂłn ni los nervios de un dĂa tan importante, tenĂa la cara mucho más relajada, y Elvira seguĂa con el mismo vestido sugerente, pero se habĂa quitado los zapatos de tacĂłn para cambiarlos por unas deportivas.
Y encima le quedaban bien.
Me preguntĂ© si seguirĂa llevando algĂşn piercing en los pezones, con esas areolas enormes y rosadas, en unos pechos prácticamente iguales a los de la actriz porno Kendra Sunderland cuando era más jovencita.
Me encantaba que se hubiera unido de nuevo a la fiesta, sin ella no era lo mismo, y no sĂ© por quĂ© me reconfortaba que estuviera con nosotros. Y cuando reclamaron a la novia, se quedĂł sola en la barra y al girarse me vio tambiĂ©n sin compañĂa a unos metros de ella. Frente a frente. Me hizo un gesto con la mano y no me lo tuvo que pedir dos veces.
―Te quedan de maravilla esas zapatillas con el vestido, ja, ja, ja… ―le dije al llegar hasta ella.
―SĂ, Âżverdad?, tenĂa los pies reventados, es lo que pasa por no estar acostumbrada a llevar zapatos de tacĂłn.
―Al final te has animado, es una pena que no haya venido Fiorella…
―Bueno, a mà también me hubiera gustado…, después de cenar se lo he pedido, y ella no ha querido…
―No habréis discutido, ¿no?
―Ya estoy acostumbrada, mañana se nos pasará…
―Lo siento, no querĂa que terminara asĂ el…
―Lo que me ha fastidiado es que tampoco querĂa que viniera yo, ¡joder, eso es muy egoĂsta por su parte!, por eso hemos discutido y yo he cogido la puerta y… aquĂ estoy…
Se me escapó una sonrisa que traté de disimular, pero Elvira se dio cuenta.
―¿Te hace gracia?
―No, no, perdona, solo es que te estaba imaginando teniendo una bronca en inglés con tu chica…
―Cuando se enfada, Fiorella suelta los tacos en italiano…
―Ah, bueno, entonces en eso son iguales que los españoles.
―Mira, prefiero no seguir hablando de ella, además, tambiĂ©n estaba muy celosa contigo, no le ha gustado mucho cuando nos ha visto bailar, dice que se nota que hemos sido pareja y que entre nosotros todavĂa queda algo…
―Pues entonces no es la Ăşnica, porque a SofĂa tambiĂ©n le ha pasado lo mismo ―le comentĂ© en bajito acercándome a su oĂdo.
―¡Vaya par de idiotas!
―Y eso que no saben lo de Gijón ―bromeé con Elvira.
―Mejor que no se enteren, no quiero que tu novia me mate…
―SĂ, va a ser lo mejor para los dos, a mĂ podrĂa cortármela… ¡y no exagero!… ÂżSabes?, SofĂa me ha dicho que te has puesto muy buenorra y la verdad es que tiene razĂłn, ¡estás tremenda!
―Muchas gracias.
―Llevo todo el dĂa mirándote el puto culo ―le confesĂ© acercándome a su oĂdo―, y preguntándome si estará tan duro como parece…
―¿Eso es una proposiciĂłn indecente?, Âżes que acaso te gustarĂa comprobarlo aquĂ rodeado de amigos y familiares?, podrĂan pillarnos…
―Por supuesto…
―Es una pena que haya tanta gente, peroooo… no me importarĂa que lo hicieras y me dijeras quĂ© te parece. Llevo dos años entrenándome con mucho sacrificio, controlando la alimentaciĂłn; tardan en verse los resultados…, esto no es de un dĂa para otro…
―¿Y si te lo toco ahora, crees que alguien se darĂa cuenta? ―preguntĂ© bajando la mano con disimulo y acariciando furtivamente su trasero.
Apenas me dio tiempo a apretar su glĂşteo derecho por encima del vestido y enseguida volvĂ a subir el brazo para apoyarlo en la barra. Efectivamente, lo tenĂa duro y bien redondito, como habĂa imaginado, pero me quedĂ© con ganas de más.
―Uf, no está nada mal…
Ella bebiĂł de la copa mirándome a los ojos y esbozĂł una sonrisa de satisfacciĂłn. La muy cabrona sabĂa que estaba buena y le encantaba tontear conmigo sabiendo el riesgo que eso conllevaba. Esos nervios de que alguien nos pudiera ver eran muy morbosos. AlcĂ© la vista al fondo del bar y me encontrĂ© a mi chica bailando con sus primas, pero yo en ese momento solo tenĂa ojos para Elvira y los dirigĂ sin remedio a su magnĂfico escote.
―Bueno, estas ya las tenĂas de serie, no te ha hecho falta que entrenaras esa parte…
―¡Eres un idiota!
―¿Sigues llevando el piercing en los pezones?, es solo por curiosidad, si no quieres, no me contestes…
―Depende del dĂa, incluso me hice otro hace años, aunque ahora querĂa quitármelos, pero a Fiorella le ponen, me dice que le dan mucho morbo, asĂ que cuando follamos, me los suelo poner… A veces llevo uno, o los dos, pero en el dĂa a dĂa ya no los utilizo, pues cuando voy sin sujetador, se notan bastante… y aunque no deberĂa importarme, entiendo que no dan muy buena imagen como empresaria, pero vamos, más que nada ya te digo que es por comodidad…; me la sopla que unos babosos me miren fijamente las tetas en una reuniĂłn porque las tenga grandes y lleve unos jodidos piercings en los pezones…
―Uf, Elvira, sigues siendo la caña…, ¡me encanta que no hayas cambiado nada!
―Lo mismo te digo. ÂżSabes?, antes, cuando estaba hablando con Laura, no he podido evitar recordar lo que me contaste de la casa rural… y bueno, esas cosas me ponen mucho… ―me susurrĂł en el oĂdo―, hacĂa mucho que no bebĂa y creo que se me ha subido el puto alcohol, me voy a llevar otra bronca de Carol el lunes cuando vaya a entrenar, me va a hacer sudar como a una cerda.
―Mmmmm, ¿asà que te has puesto cachonda pensando en cómo me follaba a la novia?
―¡Exacto!
EchĂ© otra ojeada alrededor y nadie estaba pendiente de nosotros. Me gustaba estar tan cerca de Elvira, arrimarme a ella, sentir el calor que desprendĂa, esa cara de zorra viciosa que se le dibujaba en el rostro cuando estaba cachonda y que yo conocĂa tan bien.
―Dime una cosa ―cuchicheó―, Âżte follarĂas hoy a Laura si surgiera la oportunidad?
―¡Joder, Elvira!, menuda preguntita…
―No me has contestado.
―No, no me la follarĂa, y lo digo muy en serio…
―¿Me quieres decir que con lo borracho que estás y con la polla tan dura no se la meterĂas?, no te lo crees ni tú…
―¿Y cómo sabes que la tengo dura?
―Por favor, Adrián, que nos conocemos…
―SĂ, vale, tienes razĂłn, estoy cachondo, pero creo sinceramente que no me la follarĂa. Lo de la casa rural fue un error, Sergio es mi mejor amigo y no lo volverĂa a hacer; además, Laura ahora es mi cuñada…
―Pues ya te has follado a tu cuñada, ja, ja, ja…
―¡Qué cabrona eres!
―¿Y a mĂ… me follarĂas? ―me preguntĂł mirándome fijamente mientras se pasaba la lengua por los labios esperando mi respuesta.
―¿Ahora?
―SĂ, claro…
―¡Sigues siendo una putita, Elvira!
―¿Te estoy poniendo cachondo o qué…?
―¡Ni te imaginas cuánto!
―No me has contestado.
―Ahora estoy con SofĂa…
―Eso no te impidió follarte a Laura…
―Es distinto, estaba muy borracho, nos despertamos, no Ă©ramos muy conscientes de lo que hacĂamos…
―¿En serio piensas que Laura lo hizo sin querer?, Âżque se arrepiente?, seguro que tenĂa ganas de echarte un polvazo desde hacĂa mucho tiempo y al final se saliĂł con la suya, probĂł otra polla antes de su boda…
―Joder, Elvira…, ¡qué puta mente más calenturienta tienes!
―Lo sé, y eso te encanta, porque eres igual que yo… Y ahora, contéstame una cosa, por favor, en Gijón, ¿me hubieras follado en la playa esa noche?
―¿Te hubieras dejado?
―No, pero si te soy sincera, me quedé con muchas ganas de hacerte una buena mamada…
―Mmmmm, no me digas esas cosas…
―Es lo que más echo de menos de estar con un tĂo ―me murmurĂł a la oreja y despuĂ©s me dio un beso en la mejilla―, me encantaba cuando se me corrĂan en la cara y sobre todo esa sensaciĂłn de chupársela, notar que se les ponĂa más dura en la boca y de repente esa explosiĂłn, mmmmmm, ¡eso era lo mejor!
―Buffff… ―gimoteé pasando mis dedos por uno de sus muslos, justo donde terminaba el vestido.
―¿Quieres meter la mano por debajo?, antes te ha sabido a poco cuando me has tocado.
―¿Puedo?
―No, pero quieres hacerlo igualmente.
―¿Llevas tanga o braguitas?
―A lo mejor no llevo nada…
―¿Y Fiorella tampoco llevaba nada?
―¿Quieres saber qué ropa interior llevaba mi novia?
―SĂ.
―Un mini tanguita muy fashion, negro, italiano, de una tela increĂble, ¡vale cien euros el puto trapito!
―Uffff… ―Y después colé la mano por debajo de su falda.
Nos juntamos bien a la barra y nos pusimos de lado, intentando ocultar mi brazo todo lo posible, y en un segundo alcancĂ© su glĂşteo izquierdo. Le pasĂ© los dedos con miedo, acariciándola despacio, tenĂa el culo muy suave y cuando apretĂ© con fuerza, sentĂ lo duro que estaba. Un culo pequeñito, redondo y prieto que era una delicia y Elvira cerrĂł los ojos al sentirme directamente sobre su piel.
―Llevas tanguita, Âżel tuyo tambiĂ©n vale cien euros? ―preguntĂ© jugando con el hilo que se le perdĂa entre los cachetes.
―¡MĂ©teme el dedito por el culo!, por favor, mmmm…, con cuidado… ―me pidiĂł en una especie de jadeo, apoyando su cabeza en la mĂa y aplastando uno de sus pechos contra mi hombro.
―¿Cómo dices?
―Que me hagas lo mismo que le hiciste a Laura, quiero que me metas el dedo…
―Joder, Elvira…
―¡Venga, hazlo! ―Y después de apremiarme se mordió los labios.
NotĂ© que se acomodaba a mi mano y esperĂł ansiosa que cumpliera lo que me pedĂa. Yo me acerquĂ© a su agujerito y antes le pasĂ© el dedo corazĂłn por los labios vaginales para lubricarlo un poco. Creo que se le abriĂł la boca y debiĂł soltar un tenue gemido antes de que introdujera la puntita en el ano.
Estábamos tan concentrados que ni me percatĂ© de que SofĂa se acercaba a nosotros; al levantar la vista me la encontrĂ© a tres metros y saquĂ© el brazo como un muelle, cambiando la cara y esbozando una sonrisa para recibir a mi novia.
―Aaaah, Âżpor quĂ© par…? ―quiso decirme Elvira, hasta que se dio cuenta de que SofĂa ya estaba delante de nosotros.
Los dos nos pusimos rojos de vergĂĽenza y fue tan evidente la pillada que no lo supimos disimular.
―Me estaba contando Elvira que ha discutido con Fiorella… ―salà del paso como pude.
―¿Ah, s�, ¿y eso? ―preguntó mi novia.
―Bueno, es que no querĂa venir, estaba cansadilla la pobre, y tampoco es que le gusten mucho este tipo de fiestas, no las entiende mucho…
―Pues lo siento…
―No pasa nada.
Luego se hizo un silencio incĂłmodo y Elvira supo retirarse a tiempo dejando la copa a medio beber en la barra.
―Si me disculpáis, tengo que ir al baño…
Cuando nos quedamos solos, SofĂa se me quedĂł mirando con cara de pocos amigos. No sĂ© si habrĂa visto algo, pero de lo que no cabĂa duda es de que me habĂa visto en actitud cariñosa con Elvira.
―¿Qué estabais haciendo?
―Nada…
―¿Nada?, pero si solo os faltaba comeros la boca delante de todos…
―¿QuĂ© dices, SofĂa?, Elvira estaba fastidiadilla por lo de su novia y me lo estaba contando, aquĂ soy el Ăşnico con el que puede hablar, necesitaba desahogarse…
―ParecĂa que te estaba besando el cuello y cuando he llegado, joder, os habĂ©is puesto muy tensos los dos.
―Sofi, vale, ¡pero si además Elvira es lesbiana!, ¿en serio después de tantos años te vas a poner celosa con ella?
―Yo solo digo lo que he visto, no sĂ©, es que parecĂa…
―Me estaba contando lo de Fiorella, han tenido una bronca fuerte, pero solo es eso… Anda, ven aquĂ… ―La cogĂ de la cintura y me acerquĂ© para darle un muerdo.
No calculĂ© demasiado bien y al juntar los cuerpos mi chica notĂł que estaba empalmado, por lo que se separĂł inmediatamente de mĂ.
―¿Y por eso se te ha puesto dura? ―me preguntó frunciendo el ceño.
―Se me ha puesto asà por estar contigo, idiota, solo estoy pensando en el polvo que te voy a echar cuando lleguemos a casa, antes me lo has prometido y no admito un no por respuesta…
―Ya veremos…
El resto de la noche, SofĂa no se separĂł de mĂ, habĂa estado muy cerca de pillarme con Elvira y yo creo que no se tragĂł mi absurda excusa. Mi novia no tenĂa un pelo de tonta, un poco más y casi me caza con el dedo metido en el culo de Elvira. HabĂa sido una estupidez por mi parte hacer eso delante de todos y estaba claro que, si no controlaba esos impulsos, tarde o temprano me iba a terminar descubriendo en algĂşn renuncio.
La despedida con Elvira fue más bien frĂa; al darnos dos besos y un abrazo, los dos nos miramos con la misma sensaciĂłn de tener más ganas de seguir jugando, y al final quedamos en llamarnos para concretar el tema de las vacaciones en Ibiza.
Al llegar a casa con SofĂa, ya habĂa amanecido. Echamos el tĂpico polvo resacoso, con el alcohol que llevaba encima me costĂł correrme y despuĂ©s de follármela durante una hora de todas las maneras posibles, ella me la meneĂł a toda velocidad y eyaculĂ© en sus enormes tetazas, cubriĂ©ndoselas de leche.
Mi chica se durmiĂł enseguida, pero yo me quedĂ© bocarriba en la cama, dándole vueltas a la cabeza. La boda habĂa estado muy bien y me preguntĂ© quĂ© habrĂa pasado si hubiera estado a solas con Elvira.
ÂżHasta dĂłnde habrĂamos llegado?
HabĂamos empezado una especie de tonteo morboso que me tenĂa muy cachondo, y en apenas un mes Ăbamos a pasar una semana de vacaciones con ella y Fiorella en Ibiza. SofĂa se habĂa molestado al pillarme tonteando con Elvira, lo que yo consideraba normal, mi novia tenĂa mucho carácter, muchĂsimo, y yo sabĂa que no me iba a pasar ni media. Entonces, me preguntĂ© quĂ© me harĂa si se enterara de que me habĂa follado a Laura, de que habĂa dejado que Elvira me hiciera una paja en la despedida de su hermano y de que tenĂa un hijo con MĂłnica y en unos dĂas Ăbamos a vernos a escondidas en nuestra primera cita.
Y es que una semana antes de la boda, MĂłnica se puso en contacto conmigo, lo que todavĂa me habĂa revolucionado más y terminamos quedando el jueves en mi casa. Ella no querĂa que nos viĂ©ramos en una cafeterĂa, porque podrĂa vernos alguien, y yo le sugerĂ la posibilidad de que se acercara a mi piso de alquiler. Le comentĂ© que vivĂa solo y que asĂ Ăbamos a estar más tranquilos. Ella dudĂł, y tras pensárselo unos minutos, al final accediĂł.
Una vez terminada la boda, ahora tocaba pensar en MĂłnica...