mifurro
Miembro muy activo
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El verano pasado, a principios de julio, asistí a un congreso en el que participaba la empresa para la que trabajo en Logroño. El congreso iba sobre nuevas tecnologías, dedicándome yo a la informática. El congreso duraba todo el fin de semana, así que la empresa nos reservó a quienes íbamos a asistir una habitación de hotel. Se ve que aquel fin de semana, quizá por estar como quien dice recién empezado el verano, estaban los hoteles a tope de gente y de reservas. Con esto, mi empresa tuvo que agrupar a varias personas en las mismas habitaciones. Yo no tengo ningún problema de compartir habitación, pues diría que me llevo bien con todo el mundo en la empresa, así que yo con tal de tener un sitio donde descansar, todo genial. Esto de compartir la habitación lo supimos varias semanas antes del evento, así que ya sabíamos con quién o quiénes estaríamos. A mí me tocó con Silvia y su hija, Gemma. Reconozco que me llevé sorpresa al saber que sería con ellas con quienes estaría en la habitación, ya que pensaba que lo pondrían todo con personas del mismo sexo… Pero no. Yo estaba encantado, porque me llevo fenomenal con ellas. Y además, ambas están de buen ver, con lo que pensar que las vería en pijama en algún momento, era un aliciente bastante erótico para mi mente habitualmente calenturienta.
Silvia es comercial y tiene la misma edad que yo (48 años) y Gemma, su hija, tiene 24. Silvia es alta, morena y tirando a flaca pero con un cuerpo que se adivinaba bien bonito, especialmente sus tetas, pequeñas pero respingonas ya que se podían adivinar muchas veces con sus vestidos no escotados pero sí ligeros (cada vez que se agachaba un poco, yo intentaba fijarme en sus pechos, cosa que a veces he conseguido ver sin que se diera cuenta) y un culo de infarto, perfectamente formado y redondeado que cada vez que la tenia delante de mí no paraba de observar, ya llevara vaqueros, falda o vestido. Su boca es grande y me la he imaginado un montón de veces comiéndose mi polla y corriéndome dentro de ella, con esos labios rojos carnosos que tiene…
En cuanto a su hija, Gemma, trabaja en el mismo departamento que su madre, mano a mano, y la verdad es que nunca me había fijado en ella, salvo contadas ocasiones, pero no por nada relacionado con el sexo, sino simplemente porque también nos llevamos muy bien y charlamos a menudo. Morena como su madre, en su momento reconoció que le gustaban las chicas así que esa es la razón por la que no me he fijado mucho en ella. Con ese toque de rebeldía, o chulería, que tienen los jóvenes siempre, a veces ha ido algo escotada a trabajar y claro, uno no es de piedra… Tiene un culo que también es muy bonito, bien heredado de parte de su madre, siendo muy acariciable y apetitoso.
Cuando llegamos al hotel, era una habitación para tres, con tres camas. El espacio era escaso así que las camas estaban juntas, sin espacio entre ellas. Elegimos cada uno la suya: Yo la de un lado, la más cercana al lavabo, Silvia la del medio, y por eliminación, Gemma se quedó con la del otro extremo. Decidimos prepararnos para salir a dar una vuelta y reunirnos con otras personas de nuestra empresa. Mientras colocábamos nuestras maletas sobre las camas, cuando Silvia y Gemma abrieron las suyas, vi parte de la ropa interior que habían llevado: Se trataba de unos bonitos tangfas de encaje, así como sujetadores a juego. Lo vi sin querer (ellas seguro que vieron mis calzoncillos también) pero de repente noté un picor en mi entrepierna que me hizo unas cosquillas muy agradables…
Pregunté si alguna de ellas quería pasar al baño a ducharse o a prepararse, y me dijeron que no. Yo, por mi parte, para despejarme un poco del viaje, decidí pasar a darme una ducha. Cogí mis cosas básicas (calzoncillos limpios, una camiseta, cosas de aseo y perfume) y entré en el baño. Comencé a desnudarme y comprobé que las cosquillas que había sentido poco antes me habían puesto la polla algo morcillona. Y es que estaba empezando a imaginarme a mis dos compañeras de habitación con esa lencería tan bonita puesta. Me toqué un poco y no tardé nada en ponerme bien duro. No tengo un rabo largo, pero sí se me pone bien gordo, con un capullo que sobresale que cuando estoy muy cachondo adquiere un color granate muy curioso. Enseguida decidí dejar de tocarme, porque ellas dos estaban al lado y me estarían esperando, así que me metí en la ducha. Con el calorcito del agua deslizándose sobre mi cuerpo, una vez más vinieron mis amigas a mi mente. Silvia con el sujetador tapando sus pequeñas tetas y el tanga sosteniendo su impresionante culo… Bajé mi mano a la polla, sin poder resistirlo, y ya sin pudor empecé a sobarme bien, meneando la piel de abajo a arriba, a la vez que sobaba mis huevos. Por otra parte, también pensaba en Gemma, que aunque fuera lesbiana, su cuerpo también debía lucir increíble con esa ropa interior, y más sin ella. Empecé a pajearme más rápido, pasando mi lengua por mis labios, imaginando que besaba primero a Silvia y luego a Gemma, acariciaba mi torso húmedo y, agarrando la alcachofa de la ducha la dirigí a la punta de mi polla para que me diera más placer, pensando en que sería la boca de Silvia quien estaba succionando sin descanso y con mucho vicio mientras Gemma me dejaba que le tocara las tetas mientras ella se masturbaba.
El chapoteo del agua cayendo en el plato de la ducha según me sacudía la polla, cada vez más rápido, me hizo pensar en que tanto Silvia como Gemma supondrían lo que estaba haciendo, porque ese sonido se tenía que oír, pero a esas alturas ya me daba todo bastante igual, yo estaba cachondísimo y quería correrme, sabiendo que ellas dos estaban justo al lado y quién sabe si también calentándose. Las imaginaba junto a mí, con sus bocas y sus tetas bien dispuestas a recibir mi leche, la cual ya estaba muy cerca, yo me sacudía el miembro cada vez más rápido y duro, jadeando, mordiéndome los labios para no gemir demasiado alto, hasta que por fin todo mi semen se desparramó sobre el suelo y parte de mi mano, saliendo un chorro importante que me dejó muriéndome del gusto…
Tras unos instantes para recuperarme y dejar que el agua me apaciguara la calentura, por fin salí de la ducha, me sequé aún teniendo la polla erecta, me puse el calzoncillo y la camisera, me eché un poco de perfume, y salí. Silvia y Gemma estaban sentadas en el borde de sus respectivas camas, viendo la tele y sin decir nada. Me fijé en que Silvia miró distraídamente mi bulto, el cual se iba rebajando poco a poco pero que aún se marcaba, y yo como quien no quiere la cosa empecé a vestirme. Al terminar, dije “¿nos vamos?” y ellas casi al unísono pero con cierto nerviosismo que las delataba, asintieron. Ya en el ascensor comenzamos a hablar de cosas de trabajo y de lo que nos gustaba Logroño, ciudad donde ya habíamos estado otras veces, y no pasó nada más destacable.
CONTINUARÁ...
Silvia es comercial y tiene la misma edad que yo (48 años) y Gemma, su hija, tiene 24. Silvia es alta, morena y tirando a flaca pero con un cuerpo que se adivinaba bien bonito, especialmente sus tetas, pequeñas pero respingonas ya que se podían adivinar muchas veces con sus vestidos no escotados pero sí ligeros (cada vez que se agachaba un poco, yo intentaba fijarme en sus pechos, cosa que a veces he conseguido ver sin que se diera cuenta) y un culo de infarto, perfectamente formado y redondeado que cada vez que la tenia delante de mí no paraba de observar, ya llevara vaqueros, falda o vestido. Su boca es grande y me la he imaginado un montón de veces comiéndose mi polla y corriéndome dentro de ella, con esos labios rojos carnosos que tiene…
En cuanto a su hija, Gemma, trabaja en el mismo departamento que su madre, mano a mano, y la verdad es que nunca me había fijado en ella, salvo contadas ocasiones, pero no por nada relacionado con el sexo, sino simplemente porque también nos llevamos muy bien y charlamos a menudo. Morena como su madre, en su momento reconoció que le gustaban las chicas así que esa es la razón por la que no me he fijado mucho en ella. Con ese toque de rebeldía, o chulería, que tienen los jóvenes siempre, a veces ha ido algo escotada a trabajar y claro, uno no es de piedra… Tiene un culo que también es muy bonito, bien heredado de parte de su madre, siendo muy acariciable y apetitoso.
Cuando llegamos al hotel, era una habitación para tres, con tres camas. El espacio era escaso así que las camas estaban juntas, sin espacio entre ellas. Elegimos cada uno la suya: Yo la de un lado, la más cercana al lavabo, Silvia la del medio, y por eliminación, Gemma se quedó con la del otro extremo. Decidimos prepararnos para salir a dar una vuelta y reunirnos con otras personas de nuestra empresa. Mientras colocábamos nuestras maletas sobre las camas, cuando Silvia y Gemma abrieron las suyas, vi parte de la ropa interior que habían llevado: Se trataba de unos bonitos tangfas de encaje, así como sujetadores a juego. Lo vi sin querer (ellas seguro que vieron mis calzoncillos también) pero de repente noté un picor en mi entrepierna que me hizo unas cosquillas muy agradables…
Pregunté si alguna de ellas quería pasar al baño a ducharse o a prepararse, y me dijeron que no. Yo, por mi parte, para despejarme un poco del viaje, decidí pasar a darme una ducha. Cogí mis cosas básicas (calzoncillos limpios, una camiseta, cosas de aseo y perfume) y entré en el baño. Comencé a desnudarme y comprobé que las cosquillas que había sentido poco antes me habían puesto la polla algo morcillona. Y es que estaba empezando a imaginarme a mis dos compañeras de habitación con esa lencería tan bonita puesta. Me toqué un poco y no tardé nada en ponerme bien duro. No tengo un rabo largo, pero sí se me pone bien gordo, con un capullo que sobresale que cuando estoy muy cachondo adquiere un color granate muy curioso. Enseguida decidí dejar de tocarme, porque ellas dos estaban al lado y me estarían esperando, así que me metí en la ducha. Con el calorcito del agua deslizándose sobre mi cuerpo, una vez más vinieron mis amigas a mi mente. Silvia con el sujetador tapando sus pequeñas tetas y el tanga sosteniendo su impresionante culo… Bajé mi mano a la polla, sin poder resistirlo, y ya sin pudor empecé a sobarme bien, meneando la piel de abajo a arriba, a la vez que sobaba mis huevos. Por otra parte, también pensaba en Gemma, que aunque fuera lesbiana, su cuerpo también debía lucir increíble con esa ropa interior, y más sin ella. Empecé a pajearme más rápido, pasando mi lengua por mis labios, imaginando que besaba primero a Silvia y luego a Gemma, acariciaba mi torso húmedo y, agarrando la alcachofa de la ducha la dirigí a la punta de mi polla para que me diera más placer, pensando en que sería la boca de Silvia quien estaba succionando sin descanso y con mucho vicio mientras Gemma me dejaba que le tocara las tetas mientras ella se masturbaba.
El chapoteo del agua cayendo en el plato de la ducha según me sacudía la polla, cada vez más rápido, me hizo pensar en que tanto Silvia como Gemma supondrían lo que estaba haciendo, porque ese sonido se tenía que oír, pero a esas alturas ya me daba todo bastante igual, yo estaba cachondísimo y quería correrme, sabiendo que ellas dos estaban justo al lado y quién sabe si también calentándose. Las imaginaba junto a mí, con sus bocas y sus tetas bien dispuestas a recibir mi leche, la cual ya estaba muy cerca, yo me sacudía el miembro cada vez más rápido y duro, jadeando, mordiéndome los labios para no gemir demasiado alto, hasta que por fin todo mi semen se desparramó sobre el suelo y parte de mi mano, saliendo un chorro importante que me dejó muriéndome del gusto…
Tras unos instantes para recuperarme y dejar que el agua me apaciguara la calentura, por fin salí de la ducha, me sequé aún teniendo la polla erecta, me puse el calzoncillo y la camisera, me eché un poco de perfume, y salí. Silvia y Gemma estaban sentadas en el borde de sus respectivas camas, viendo la tele y sin decir nada. Me fijé en que Silvia miró distraídamente mi bulto, el cual se iba rebajando poco a poco pero que aún se marcaba, y yo como quien no quiere la cosa empecé a vestirme. Al terminar, dije “¿nos vamos?” y ellas casi al unísono pero con cierto nerviosismo que las delataba, asintieron. Ya en el ascensor comenzamos a hablar de cosas de trabajo y de lo que nos gustaba Logroño, ciudad donde ya habíamos estado otras veces, y no pasó nada más destacable.
CONTINUARÁ...