Pues yo tengo una experiencia muy morbosa y excitante en el trabajo, duró algunos años, 3 ó 4, hasta que cambié de localidad.
De todas esas experiencias os voy a contar la que más me excita recordar.
Os pongo en situación, Trabajaba en un instituto de profesor y la administrativa de secretaría estaba tremenda, era bajita, pero tenía un cuerpo diez, además se había operado los pechos y los tenía precioso y, sobre todo, era una provocadora nata, iba vestida siempre con mini, minivestidos o con leggin que le marcaban toda la raja del coño. Siempre iba con taconazos, por lo que aún provocaba más. Al principio sólo fue una buena amistad, pero poco a poco, con mensajes por whatsapp y tiritos cuando estábamos solo, la cosa se calentó y empezamos a meternos manos y al final a follar como locos, siempre en el instituto, ya os contaré en que sitios, pero era super morboso.
No me demoro más y os cuento la experiencia. En una de nuestras charlas picantes, le comento que me encanta el sexo anal, pero que a mi mujer no mucho por lo que apenas disfruto de él. También le comenté que a mí me gustaba también que me tocaran el culo y que jugaba con objetos y me los metía. Ella se sorprendió mucho y se excitó, la cuestión era que, aunque ella había tenido alguna que otra aventura, su culito era virgen, imaginaros como me puso. Decía que le daba susto, pero yo seguía insistiéndole y contándole experiencias. Poco a poco fue dejándome hacer y empecé a comerle el culito, la tía gemía como una perra y en otras, me chupaba un dedo y se lo metía, me decía que le dolía, que parara, pero la sujetaba fuerte y la obligaba a doblarse, exponiendo aún más su culito y metiendo el dedo, al final siempre terminaba gimiendo.
Un día, antes de irnos para casa, le mandé un mensaje diciéndole que viniera preparada al día siguiente que me iba a comer ese culito. Solíamos vernos a primera hora, normalmente ella estaba sola en la oficina del instituto, hasta la siguiente hora no llegaba nadie y dentro tenían un almacén pequeñito, sin ventana y con alguna mesa y silla que usábamos. Cuando entraba, disimuladamente echaba la llave a la puerta y nos quedábamos los dos solos y nos metíamos en el almacén.
Ese día cuando llegué a la oficina de la secretaria a primera hora, estaba ella sentada en su silla giratoria y, al verme entrar, gira el sillón hacia mi y abre sus piernas, la tía venía sin bragas, imaginaros como me puso. Enseguida la cogía de la mano y me la llevé para el almacén. Empezamos comiéndonos la boca, yo le sobaba con una mano las tetas y bajaba hasta su culito. No quería precipitarme y quería excitarla al máximo para que me dejara hacer.
La senté en la mesita que había y empecé a comerle el coño, la tía no hacía más que gemir y mi polla crecía por momentos.
Después de un rato así, la bajé y la puse de espaldas a mí, le obligué a apoyar su cuerpo sobre la mesa y así tenía todo su culito a la vista. Me puse de rodillas y empecé a pasar mi lengua por la rajita del culito desde arriba, cuando llegué a su ojete, se lo acaricié con la lengua pero muy suavemente, para que deseara que se la metiera dentro. Dio un gemido y temblaba de placer, así que empecé a comerle el culito bien, le metía un poco la lengua, bajaba hasta su clítoris y volvía a subir.
Cuando vi que estaba super excitada, me levanté y mientras con una mano le pajeaba su clítoris, me chupé un dedo de la otra y se lo llevé a la entrada de su culito. Primero se lo rozaba, se lo presionaba un poco y lo separaba. Ella se movía deseosa, así que empecé a meterle el dedo despacito, tenía todo su ojete ensalivado y el dedo también, pero me costaba un poco, ella se quejaba un poco pero yo seguía y el hecho de que estuviese con su clítoris también, ayudaba a que siguiera dejándome jugar con su culito.
Después de estar un ratito con mi dedo dentro de su culito, se lo saqué y me lamí dos dedos y empecé a presionarle el culito con ellos e intentar metérselos. Me pidió que parara, que le dolía, pero no le hice caso, seguí despacio metiéndoselos, ella quejándose, pero dejándose hacer.
Consiguieron entrar y poco a poco se los sacaba y volvía a meterlos, como si estuviese follándola. Cuando vi que se le estaba relajando el ojete, fui a por el tercero. Los saqué, me chupé tres y los dirigí hacia su culo. Ya me decía que no podía más que le dolía, que se los sacara, pero, como supondréis, no le hice caso, le follé el culito con mis tres dedos. Yo estaba que me iba a correr solo y no quería, quería follarme ese culito. Así que me puse justo detrás de su culito, me bajé los pantalones (no llevaba yo tampoco ropa interior) y una mano le separé los cachetes como pude y con la otra cogí mi polla y se la acerqué a la entrada de su culito. Cuando la sintió, me dijo que le daba susto, pero le susurré que le había metido en su culito tres dedos y que se lo había follado, ahora le tocaba a mi polla. Ella se resignó en ese momento, no sabía lo que le venía aún.
Empecé a apretar mi polla en su ojete y, aunque me costaba avanzar, mi polla fue entrando poco a poco, ella empezó a quejarse más y me pedía que parar, yo le contestaba que se relajase, que estaba entrando. Mi polla poco a poco, con mi flujo seminal y ensalivada que la tenía también, consiguió entrar casi entera, me acerqué a su oído y se lo dije, la tienes ya dentro, enterita zorra ¿Te gusta verdad? Casi no podía hablar, pero me dijo que si muy flojito y jadeando y quejándose.
Lo cierto es que no pude aguantar mucho, a los pocos movimientos de mi polla en su culito solté toda mi lecha dentro. Por cada espasmo de mi polla, ella daba un pequeño quejido, entre dolor y excitación.
Cuando terminé se la saqué y ella se relajó. Me preguntó dónde estaba mi lefa y le contesté que la llevaba en su culito. Nos pusimos bien la ropa y ella se fue al servicio, supongo para sacarla fuera.
Ese día no pude verla más, pero al día siguiente, en un momento que nos cruzamos por un pasillo, se me acercó y me dijo al oído: Me he acordado de ti toda la tarde de ayer, tenía el culito irritado, pero me encantaba esa sensación.
Uff, me puso otra vez a cien, pero ese día no pudimos hacer nada.
Bueno, un poco larga, pero os puedo asegurar que es real, igual que otras que ya os contaré, me costó mucho irme de ese instituto, porque me lo pasaba muy bien, pero la vida es así.
Un saludo.