BuBu77
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Hola! Intentaré recuperar mis relatos durante la mudanza de foro 
La primera vez que la ví fue en uno de los interminables y aburridos viajes de autobús después de salir del trabajo. No sé qué me hizo fijarme precisamente en ella, pero desde que se subió no pude evitar mirarla a través del reflejo del pasillo central que se proyectaba sobre el cristal de la ventanilla. Nos bajamos en la misma parada, lo que despertó aun más mi curiosidad sobre aquella mujer, jamás la había visto en el barrio, demasiado pequeño para que cualquier forastero pasara inadvertido.
Caminaba unos metros por delante de mi, lo que me permitió completar la imagen que había comenzado a esbozar en el autobús. Era una mujer de mediana edad, unos treinta y pico años muy bien llevados por lo que había podido apreciar en el autobús. Caminaba con paso firme sobre unos zapatos de medio tacón que eran el inicio de unas piernas perfectas. Jamás había visto unos tobillos ni unas pantorrillas tan bien definidas como aquellas, Con cada paso la falda granate que llevaba se ceñía a sus muslos y sus caderas, perfilando una silueta más que apetecible. Pronto me vi fantaseando con deslizar mis manos sobre aquellas formas para comprobar por mi mismo que eran reales. O dejaba de mirarla o sería imposible de detener lo que comenzaba a despertar en mi entrepierna.
Durante unos segundos me entretuve haciendo extraños cálculos mentales pero no tardé demasiado en encontrarme con la mirada fija en aquella falda disfrutando de cada paso que daba. Llevaba una blusa blanca sobre la que se movía grácilmente su larga y oscura melena. Cuando se subió al autobús, una de las cosas que más me había llamado la atención era su cabello, muy brillante, que le perfilaba el rostro y le caía hasta un poco más abajo de los hombros. Ahora la podia admirar en todo su esplendor. No podía evitar mirar para ella ¿Quién sería esa extraña mujer que me habia dejado embobado?,
Al cambiar de sentido para dirigirme hacia mi casa la perdí de vista, debía de vivir en los edificios que acababan de poner a la venta un poco más arriba. Entré en casa y me di una ducha, no podía dejar de pensar en ella. Me sentía como un niño con un juguete nuevo. Un mundo nuevo por descubrir. Mi mujer misteriosa.
Al día siguiente la encontré en la parada del autobús y pude completar la imagen que había empezado a formar la tarde anterior. Si por detrás era impresionante, por delante tampoco estaba nada mal, No pude evitar bajar mi mirada a sus pechos mientras rebuscaba en la cartera el cambio para el autobús. Perfectos. Pareció darse cuenta y esbozó una breve sonrisa para después desviar la mirada hacia otro lado. Genial, me habían pillado.
Durante varios días no pude evitar pensar en ella y en su cuerpo a todas horas. Deseaba que llegara la hora de irme para casa para poder disfrutar de esos minutos en los ue imaginaba cientos de fantasías en los que ella era la protagonista. Hasta que dejó de tomar el autobús y la perdí de vista.
Una tarde, varios meses después, me encontraba en la piscina comunitaria tumbado en una hamaca y la volví a ver. Al principio no sabía por qué se me hacía familiar pero pronto me di cuenta de que era ella, seguía tal cual la recordaba, ahora algo más morena pero tan impresionante como la primera vez. Se colocó varias filas más allá de donde estaba yo, miró a su alrededor y al pasar sobre mi zona volvió a esbozar una sonrisa como la del dia de la parada, ¿Se habría dado cuenta de que la estaba mirando?. Desvié mi mirada hacia el libro que tenía entre las manos y dismuladamente volví a observarla. Había desplegado una toalla sobre el césped y se estaba sacando la camiseta y el short. Debajo llevaba un bikini verde y pude comprobar que todas mis fantasías se habían quedado cortas a la vista de la realidad. Su cuerpo se me antojó perfecto, a pesar de que se notaba que el tiempo había pasado por el, sin dejar demasiados signos eso si. Se recogió el pelo en una cola y se tumbó sobre el cesped. Sus pechos se separaron ligeramente y casi pude adivinar sus pezones bajo aquel trozo de tela verde. Flexionó ligeramente las piernas y pude disfrutar de nuevo de la vision de aquellas dos maravillas. Intenté disimular mi erección metiéndome en la piscina e intentando pensar en otra cosa. Ya me había pillado una vez y no me gustaba la idea de que lo hiciera una segunda , y menos en ese estado.
Al salir de la piscina volví a mirar hacia su zona pero ya no estaba. Para mi sorpresa se había situado justo al lado de mi tumbona. Estaba boca abajo y en lo primero que me fijé fue en lo bien que le que le quedaba el tanga verde a aquel trasero de ensueño. Me tumbé y me hice el distraido con el libro, no quería que se diese cuenta de que volvía a estar excitado de nuevo.
- "Espero que no te importe, en el otro lado había unos niños con un balón y el único lugar tranquilo era este" - me dijo sin girar la cabeza.
-"No, no te preocupes. la verdad es que son un poco molestos" - respondí algo cortado
-"¿Vives por aquí?" - le pregunté
-"Si, hace unos meses que me he mudado, he estado fuera unas semanas y ahora estoy de vacaciones. ¿Y tú? ¿Eres de por aquí?" - me preguntó mientras se giraba hacia mi.
- "Si, mi piso esta ahí mismo" - señalé en la dirección de mi bloque
- "Me llamo Ana" - dijo mientras me sonreia
- "Luis, encantado"
Al volverse hacia mi para estrecharme la mano no pude evitar mirar para sus pechos de nuevo. Perfectamente perfilados por el bikini se me antojaron tiernos y jugosos. Pechos, pezones, vientre. Tan cerca. Empezaba a sudar y a notar como mi pene se clavaba en la hamaca. "Que no se dé cuenta o creerá que soy un salido" - pensé.
Se giró de nuevo y con el rabillo del ojo aproveché para estudiarla mejor. Aquel cuello estaba pidiendo a gritos que lo besara, aquellos pezones que los mordiera y aquel ombligo... aquel ombligo pedía ser comido eternamente. Por mi mente pasaron mil ideas con aquel cuerpo como protagonista.
- "Oye.. Luis ¿no?" - dijo bajándose las gafas de sol hasta la nariz y mirando hacia mi
- "¿Si?"
-"Si quieres mirar puedes, no hace falta que disimules tanto, se te nota demasiado" - susurró con un guiño - "Desde que he llegado a la piscina no me has quitado ojo de encima, igual que el dia del autobús ¿recuerdas?"
Me había pillado. No sabía donde esconderme ni qué decir.
-"¿Por qué no vamos a mi casa y lo ves de cerca?, no tendrás que disimular, incluso podrás tocarlo y será más divertido para los dos ¿no crees?."
La primera vez que la ví fue en uno de los interminables y aburridos viajes de autobús después de salir del trabajo. No sé qué me hizo fijarme precisamente en ella, pero desde que se subió no pude evitar mirarla a través del reflejo del pasillo central que se proyectaba sobre el cristal de la ventanilla. Nos bajamos en la misma parada, lo que despertó aun más mi curiosidad sobre aquella mujer, jamás la había visto en el barrio, demasiado pequeño para que cualquier forastero pasara inadvertido.
Caminaba unos metros por delante de mi, lo que me permitió completar la imagen que había comenzado a esbozar en el autobús. Era una mujer de mediana edad, unos treinta y pico años muy bien llevados por lo que había podido apreciar en el autobús. Caminaba con paso firme sobre unos zapatos de medio tacón que eran el inicio de unas piernas perfectas. Jamás había visto unos tobillos ni unas pantorrillas tan bien definidas como aquellas, Con cada paso la falda granate que llevaba se ceñía a sus muslos y sus caderas, perfilando una silueta más que apetecible. Pronto me vi fantaseando con deslizar mis manos sobre aquellas formas para comprobar por mi mismo que eran reales. O dejaba de mirarla o sería imposible de detener lo que comenzaba a despertar en mi entrepierna.
Durante unos segundos me entretuve haciendo extraños cálculos mentales pero no tardé demasiado en encontrarme con la mirada fija en aquella falda disfrutando de cada paso que daba. Llevaba una blusa blanca sobre la que se movía grácilmente su larga y oscura melena. Cuando se subió al autobús, una de las cosas que más me había llamado la atención era su cabello, muy brillante, que le perfilaba el rostro y le caía hasta un poco más abajo de los hombros. Ahora la podia admirar en todo su esplendor. No podía evitar mirar para ella ¿Quién sería esa extraña mujer que me habia dejado embobado?,
Al cambiar de sentido para dirigirme hacia mi casa la perdí de vista, debía de vivir en los edificios que acababan de poner a la venta un poco más arriba. Entré en casa y me di una ducha, no podía dejar de pensar en ella. Me sentía como un niño con un juguete nuevo. Un mundo nuevo por descubrir. Mi mujer misteriosa.
Al día siguiente la encontré en la parada del autobús y pude completar la imagen que había empezado a formar la tarde anterior. Si por detrás era impresionante, por delante tampoco estaba nada mal, No pude evitar bajar mi mirada a sus pechos mientras rebuscaba en la cartera el cambio para el autobús. Perfectos. Pareció darse cuenta y esbozó una breve sonrisa para después desviar la mirada hacia otro lado. Genial, me habían pillado.
Durante varios días no pude evitar pensar en ella y en su cuerpo a todas horas. Deseaba que llegara la hora de irme para casa para poder disfrutar de esos minutos en los ue imaginaba cientos de fantasías en los que ella era la protagonista. Hasta que dejó de tomar el autobús y la perdí de vista.
Una tarde, varios meses después, me encontraba en la piscina comunitaria tumbado en una hamaca y la volví a ver. Al principio no sabía por qué se me hacía familiar pero pronto me di cuenta de que era ella, seguía tal cual la recordaba, ahora algo más morena pero tan impresionante como la primera vez. Se colocó varias filas más allá de donde estaba yo, miró a su alrededor y al pasar sobre mi zona volvió a esbozar una sonrisa como la del dia de la parada, ¿Se habría dado cuenta de que la estaba mirando?. Desvié mi mirada hacia el libro que tenía entre las manos y dismuladamente volví a observarla. Había desplegado una toalla sobre el césped y se estaba sacando la camiseta y el short. Debajo llevaba un bikini verde y pude comprobar que todas mis fantasías se habían quedado cortas a la vista de la realidad. Su cuerpo se me antojó perfecto, a pesar de que se notaba que el tiempo había pasado por el, sin dejar demasiados signos eso si. Se recogió el pelo en una cola y se tumbó sobre el cesped. Sus pechos se separaron ligeramente y casi pude adivinar sus pezones bajo aquel trozo de tela verde. Flexionó ligeramente las piernas y pude disfrutar de nuevo de la vision de aquellas dos maravillas. Intenté disimular mi erección metiéndome en la piscina e intentando pensar en otra cosa. Ya me había pillado una vez y no me gustaba la idea de que lo hiciera una segunda , y menos en ese estado.
Al salir de la piscina volví a mirar hacia su zona pero ya no estaba. Para mi sorpresa se había situado justo al lado de mi tumbona. Estaba boca abajo y en lo primero que me fijé fue en lo bien que le que le quedaba el tanga verde a aquel trasero de ensueño. Me tumbé y me hice el distraido con el libro, no quería que se diese cuenta de que volvía a estar excitado de nuevo.
- "Espero que no te importe, en el otro lado había unos niños con un balón y el único lugar tranquilo era este" - me dijo sin girar la cabeza.
-"No, no te preocupes. la verdad es que son un poco molestos" - respondí algo cortado
-"¿Vives por aquí?" - le pregunté
-"Si, hace unos meses que me he mudado, he estado fuera unas semanas y ahora estoy de vacaciones. ¿Y tú? ¿Eres de por aquí?" - me preguntó mientras se giraba hacia mi.
- "Si, mi piso esta ahí mismo" - señalé en la dirección de mi bloque
- "Me llamo Ana" - dijo mientras me sonreia
- "Luis, encantado"
Al volverse hacia mi para estrecharme la mano no pude evitar mirar para sus pechos de nuevo. Perfectamente perfilados por el bikini se me antojaron tiernos y jugosos. Pechos, pezones, vientre. Tan cerca. Empezaba a sudar y a notar como mi pene se clavaba en la hamaca. "Que no se dé cuenta o creerá que soy un salido" - pensé.
Se giró de nuevo y con el rabillo del ojo aproveché para estudiarla mejor. Aquel cuello estaba pidiendo a gritos que lo besara, aquellos pezones que los mordiera y aquel ombligo... aquel ombligo pedía ser comido eternamente. Por mi mente pasaron mil ideas con aquel cuerpo como protagonista.
- "Oye.. Luis ¿no?" - dijo bajándose las gafas de sol hasta la nariz y mirando hacia mi
- "¿Si?"
-"Si quieres mirar puedes, no hace falta que disimules tanto, se te nota demasiado" - susurró con un guiño - "Desde que he llegado a la piscina no me has quitado ojo de encima, igual que el dia del autobús ¿recuerdas?"
Me había pillado. No sabía donde esconderme ni qué decir.
-"¿Por qué no vamos a mi casa y lo ves de cerca?, no tendrás que disimular, incluso podrás tocarlo y será más divertido para los dos ¿no crees?."