Deseo

CAPÍTULO 6 - Pequeñas decisiones

Aquella noche, de nuevo, ambos fingieron dormir mientras combatían contra sus pensamientos en soledad.
Nacho se sentía en total desacuerdo con su cuerpo y no era capaz de entender cómo podía no haber mantenido la excitación en el sofá con Lucía. ¿Era acaso tan brutal la atracción y el morbo que sentía hacia su alumna Bea que ya no era capaz de "conformarse" con Lucía? Él siempre había visto a Lucía como a un auténtico pibón, que lo era. A sus cuarenta y cinco años, Lucía presumía de unas curvas más que dignas y a Nacho siempre le había sido extremadamente fácil excitarse a su lado. Sin embargo, su problema de excitación se remontaba a antes de que Bea comenzase a seducirle, por lo que el problema no se trataba de la comparación, sino que probablemente estaba más relacionado con la monotonía de hacerlo siempre con la misma persona. ¿Qué debía hacer? No tenía ninguna duda de que Lucía era el amor de su vida y que lo último que querría era hacer cualquier cosa que pudiese estropear su relación...

Al otro extremo de la cama se encontraba Lucía, que trataba de calcular cuánto tiempo hacía desde su último orgasmo. Se sentía como una adolescente que acaba de descubrir que tocarse ahí abajo da gustillo y que busca obsesivamente cualquier forma de generarse placer. Un rato antes, en el sofá, no había estado lejos del orgasmo con tan solo notar la mano firme de Nacho estimulando sus pechos. ¿Qué habría pasado si Nacho le hubiera follado como le prometió en la cena del aniversario...?
Lucía buscaba desesperadamente reencontrarse con aquella sensación, por lo que antes de quedarse dormida tuvo claro que iba a hacer lo que fuera por lograr recuperar el atractivo que su marido ya no veía en ella.

Nacho despertó con aires renovados. Ahora era capaz de recordar mejor las cosas buenas que habían ocurrido el día anterior y entendía que eran un buen motivo para alegrarse y esforzarse en solucionar sus dudas. Decidió continuar con la nueva tradición de dejarle el desayuno preparado a Lucía y se fue a trabajar, decidido a terminar con uno de los problemas que tanto amenazaba su relación. Tenía que ser capaz de terminar con las tonterías de Bea, que no eran nada al lado de lo que sentía por su mujer.

Lucía, por su parte, continuaba con las mismas dudas en la cabeza y no tuvo más remedio que tomar acción ante las inseguridades que le generaba su físico.
Desayunó rápidamente, sin pararse realmente a apreciar el detalle de su marido, perdiendo el menor tiempo posible antes de dirigirse al espejo del baño, dispuesta a recuperar su mejor versión.
Se vistió con EL VESTIDO, que era como había bautizado Nacho a un vestido que Lucía había comprado en un mercadillo sin darse cuenta de lo excesivamente alargado que era su escote. Prácticamente nunca se lo ponía, ya que no era muy fan de llamar tanto la atención, pero a Nacho, lógicamente, le encantaba.
Además, lo acompañó con un sujetador que realzaba su pecho, para que juntos hicieran la combinación perfecta.
Después, a parte del maquillaje base habitual, se aseguró de usar el pintalabios granate que tanto éxito le había dado con los hombres en el pasado.
Se detuvo un instante, se miró bien en el espejo, y se sintió orgullosa y atractiva como hacía tiempo que no se sentía. Estaba espectacular, sabía que no era su opinión, sino que era una observación objetiva, y por tanto, si Nacho no sabía apreciarlo, ese era su problema.
Con la cabeza bien alta, partió rumbo a la oficina.

Al comenzar a dar su clase, Nacho se sorprendió al ver la mesa de Bea vacía.
No le dio muchas vueltas, ya que no tenía por qué tener nada que ver con él. Había tenido suerte, y había podido posponer aquel dilema de tener que frenar las posibles pillerías de Bea delante de sus compañeros, lo cual le daba mucho pavor debido al aprecio que, a pesar de todo, sentía por su joven alumna.
Confiado, se limitó a continuar la lección por donde la había dejado el día anterior, no sin antes dar la enhorabuena a los alumnos por los excelentes trabajos que habían enviado.

Lucía llegó a la oficina con algo de nerviosismo, sabiendo que iba a ser juzgada por las miradas de todos sus compañeros. Temía que algunos pudieran considerar que se había arreglado de forma inapropiada, aunque esperaba que al menos Toni le fuera a dar la razón, como de costumbre.
La mayoría se limitaron a: Mirarla extrañados de arriba a abajo, después pararse unos segundos a contemplar el escote y finalmente volver a mirarla a la cara sorprendidos.
Alguna de sus compañeras la hizo sentir reconfortada halagando su apariencia, pero quien mejor la hizo sentir, como esperaba, fue Toni:
—Wow... Creía que la política de la empresa impedía que vinieran diosas del Olimpo a trabajar con nosotros.
—Qué tonto... —respondió ella haciéndose la tímida, pero sintiéndose tan empoderada como lo había deseado los últimos meses —. ¿Te traigo una servilleta para las babas? —bromeó.
—Sí. Creo que me van a hacer falta hoy —contestó Toni, quien probablemente ya tenía una erección bajo los pantalones.

Nacho tenía una hora libre al terminar de dar su clase con los alumnos de segundo curso, por lo que decidió ir a su despacho a continuar corrigiendo los trabajos que habían seguido enviando los demás alumnos.
Al llegar a la puerta se sobresaltó al encontrarse a Bea esperándolo con una sonrisa.
—Bea, ¿se puede saber qué haces aquí? ¿por qué no has ido a clase?
—¿Vas a fingir que no llegaste hasta el final del trabajo que envié? —dijo Bea con una seguridad que asustaba.
A Nacho hasta le temblaban las manos, pero sabía que tenía que ser firme y pararle los pies a Bea con autoridad.
—Tenemos que hablar seriamente —dijo Nacho, contundente.
 
Aquí hay una diferencia preocupante.
Mientras Nacho quiere romper por lo sano esas tonterías con Bea, Lucía, no digo que a propósito, pero ha tonteando con Tony.
Espero e insisto otra vez, en que no hagan algo de lo que se puedan arrepentir.
 
CAPÍTULO 7 - Roces


Lucía ese día no era capaz de razonar con frialdad. Su cuerpo interpretaba que la necesidad de tener un orgasmo era ya tan grande que no la iba a dejar pensar con claridad.
—Oye, Toni, ven a echarle un vistazo a esto porfa —improvisó Lucía obedeciendo a las peticiones de sus instintos que le pedían tener el cuerpo de Toni cerca del suyo.
Toni se acercó a la mesa de Lucía y, con seguridad, agarró el ratón para tomar el control del ordenador.
Lucía solo podía fijarse en el brazo firme de su compañero. Cómo se marcaba esa vena en su bíceps, cómo sus músculos indicaban la fuerza que debía tener en esos brazos...
Empezó a imaginarse cómo sería Toni sin camiseta y con qué ganas la empotraría contra la pared del baño si ella se lo propusiese... En cuestión de segundos, Lucía tenía la piel de gallina y su cuerpo entero respondía a los estímulos visuales que tenía en frente.
Mientras el bueno de Toni trataba de ayudarla con su trabajo, ella lo observaba, sedienta de sexo, hambrienta de placer. De vez en cuando trataba de rozar su brazo con el de Toni para sentir su piel, aunque fuera por un breve instante.
—¿Estás fuerte, eh? —dijo ella aprovechando para agarrar y sentir bien su brazo.
—Gracias, Luci. Uno hace lo que puede.
Toni tardó unos pocos minutos más en terminar de ayudar a Lucía. Luego esta le dio las gracias y contempló la espalda y el culo de su compañero mientras este volvía a su puesto.
—Tengo un problema, chicas, escribió en el chat con sus amigas —,Estoy demasiado cachonda, creo que he mojado las bragas por rozar el brazo de Toni.
—Toni Mr. Salido? Ese Toni? Luci por dios me preocupas. Piensa bien lo que haces, solo digo eso. Carlota y yo mataríamos por conocer a un tío como Nacho, no la cagues, hazlo por nosotras —respondió una de las amigas.

Mientras tanto, Nacho intentaba controlar la situación con Bea:
—Ven, pasa al despacho y siéntate.
Ella obedeció, aún sonriente, como si todo estuviera saliendo según lo había planeado.
—Vamos a ver. Tú y yo claramente tenemos un problema y estamos a tiempo de solucionarlo sin que haya repercusiones negativas para ninguno de los dos —arrancó Nacho —. Exhibirte de la manera que lo has hecho es un delito sexual, Bea. Tienes que andarte con cuidado. Ayer decidí no decir nada durante la clase porque realmente no quiero que te metas en líos. ¿No ves que solo intento ayudarte?
—¿Y el trabajo, te gustó? —dijo ella.
—Bea, joder —respondió Nacho muy serio —. Tómatelo en serio te lo pido por favor. Me enfadé mucho cuando lo vi. ¿Cómo coño puedes mandarle a tu profesor de universidad hasta tres fotos que perfectamente podrían...
—¡Lo sabía! —interrumpió Bea —¡Las viste todas! —añadió riéndose.
—Lárgate de mi despacho. Este es tu último aviso para cambiar tu actitud. Si no lo haces dejaré de ayudarte y tendrás que lidiar con las consecuencias tú solita.
—Muy bien —respondió ella resignada —.Sólo respóndeme a una pregunta. Si tanto te disgusto, ¿por qué ayer no parabas de mirarme el coño en clase? ¿Y por qué seguiste viendo mi trabajo hasta el final cuando habías visto que eran fotos de mi cuerpo?
Nacho se quedó en silencio, ya que cualquier respuesta le pareció mala.
—Te pongo cachondo —insistió ella —, pero no te atreves a hacer nada al respecto. Eres un aburrido.
—¿Ves esto que tengo en el dedo? ¡Se llama anillo de compromiso! —respondió Nacho muy alterado por la situación.
—Ah, vale, entonces ese es el problema.
—¿Te parece poco?
—Sí. Mola saber que le pongo cachondo a mi profe.
Nacho suspiró y negó con la cabeza.
Entonces Bea comenzó a hacer unos movimientos que Nacho no alcanzó a entender desde su silla, hasta que vio a Bea levantarse lista para marcharse... con un tanga en la mano.
—Puedes divertirte sin llegar a engañar a tu mujer, Don Fidelidad —añadió ella antes de colocar el tanga que se acababa de quitar en la cara de Nacho, que parecía petrificado.
Ella se dio media vuelta y se marchó por la puerta, no sin antes levantar su falda mostrando sus nalgas desnudas moviéndose en una hermosa danza marcada por su andar, ante la mirada hipnótica de su profesor, que aún seguía clavado en su silla, con el tanga de su alumna sobre su cara.
 
CAPÍTULO 7 - Roces


Lucía ese día no era capaz de razonar con frialdad. Su cuerpo interpretaba que la necesidad de tener un orgasmo era ya tan grande que no la iba a dejar pensar con claridad.
—Oye, Toni, ven a echarle un vistazo a esto porfa —improvisó Lucía obedeciendo a las peticiones de sus instintos que le pedían tener el cuerpo de Toni cerca del suyo.
Toni se acercó a la mesa de Lucía y, con seguridad, agarró el ratón para tomar el control del ordenador.
Lucía solo podía fijarse en el brazo firme de su compañero. Cómo se marcaba esa vena en su bíceps, cómo sus músculos indicaban la fuerza que debía tener en esos brazos...
Empezó a imaginarse cómo sería Toni sin camiseta y con qué ganas la empotraría contra la pared del baño si ella se lo propusiese... En cuestión de segundos, Lucía tenía la piel de gallina y su cuerpo entero respondía a los estímulos visuales que tenía en frente.
Mientras el bueno de Toni trataba de ayudarla con su trabajo, ella lo observaba, sedienta de sexo, hambrienta de placer. De vez en cuando trataba de rozar su brazo con el de Toni para sentir su piel, aunque fuera por un breve instante.
—¿Estás fuerte, eh? —dijo ella aprovechando para agarrar y sentir bien su brazo.
—Gracias, Luci. Uno hace lo que puede.
Toni tardó unos pocos minutos más en terminar de ayudar a Lucía. Luego esta le dio las gracias y contempló la espalda y el culo de su compañero mientras este volvía a su puesto.
—Tengo un problema, chicas, escribió en el chat con sus amigas —,Estoy demasiado cachonda, creo que he mojado las bragas por rozar el brazo de Toni.
—Toni Mr. Salido? Ese Toni? Luci por dios me preocupas. Piensa bien lo que haces, solo digo eso. Carlota y yo mataríamos por conocer a un tío como Nacho, no la cagues, hazlo por nosotras —respondió una de las amigas.

Mientras tanto, Nacho intentaba controlar la situación con Bea:
—Ven, pasa al despacho y siéntate.
Ella obedeció, aún sonriente, como si todo estuviera saliendo según lo había planeado.
—Vamos a ver. Tú y yo claramente tenemos un problema y estamos a tiempo de solucionarlo sin que haya repercusiones negativas para ninguno de los dos —arrancó Nacho —. Exhibirte de la manera que lo has hecho es un delito sexual, Bea. Tienes que andarte con cuidado. Ayer decidí no decir nada durante la clase porque realmente no quiero que te metas en líos. ¿No ves que solo intento ayudarte?
—¿Y el trabajo, te gustó? —dijo ella.
—Bea, joder —respondió Nacho muy serio —. Tómatelo en serio te lo pido por favor. Me enfadé mucho cuando lo vi. ¿Cómo coño puedes mandarle a tu profesor de universidad hasta tres fotos que perfectamente podrían...
—¡Lo sabía! —interrumpió Bea —¡Las viste todas! —añadió riéndose.
—Lárgate de mi despacho. Este es tu último aviso para cambiar tu actitud. Si no lo haces dejaré de ayudarte y tendrás que lidiar con las consecuencias tú solita.
—Muy bien —respondió ella resignada —.Sólo respóndeme a una pregunta. Si tanto te disgusto, ¿por qué ayer no parabas de mirarme el coño en clase? ¿Y por qué seguiste viendo mi trabajo hasta el final cuando habías visto que eran fotos de mi cuerpo?
Nacho se quedó en silencio, ya que cualquier respuesta le pareció mala.
—Te pongo cachondo —insistió ella —, pero no te atreves a hacer nada al respecto. Eres un aburrido.
—¿Ves esto que tengo en el dedo? ¡Se llama anillo de compromiso! —respondió Nacho muy alterado por la situación.
—Ah, vale, entonces ese es el problema.
—¿Te parece poco?
—Sí. Mola saber que le pongo cachondo a mi profe.
Nacho suspiró y negó con la cabeza.
Entonces Bea comenzó a hacer unos movimientos que Nacho no alcanzó a entender desde su silla, hasta que vio a Bea levantarse lista para marcharse... con un tanga en la mano.
—Puedes divertirte sin llegar a engañar a tu mujer, Don Fidelidad —añadió ella antes de colocar el tanga que se acababa de quitar en la cara de Nacho, que parecía petrificado.
Ella se dio media vuelta y se marchó por la puerta, no sin antes levantar su falda mostrando sus nalgas desnudas moviéndose en una hermosa danza marcada por su andar, ante la mirada hipnótica de su profesor, que aún seguía clavado en su silla, con el tanga de su alumna sobre su cara.
Me esta encantando….y enganchando…
 
No sé, pero tengo la esperanza de q un e al final ninguno de los dos sea infiel y recuperen el deseo sexual.
Me ha parecido muy bien el consejo que le ha dado la amiga a Lucía.
Además en todo esto, veo que Nacho si está intentando poner todo de su parte para no caer en la tentación, pero Lucía no tanto. Espero que recapacite.
 
Tras este último capítulo, quiero ser optimista y que no pase de fantasía y deseo. Confío en que el amor les hará superar esta crisis y creo que el dedo sexual puede volver a resurgir.
 
CAPÍTULO 8 - Al mismo tiempo

El resto del día transcurrió con cierta normalidad.
Nacho guardó el tanga de Bea en su maletín, ya que su otra opción era dejarlo a la vista en su despacho, lo cual no podía traer nada bueno.
Lucía pasó casi toda la mañana cerca de Toni, inclinándose cuando podía para mostrar su imponente escote y recibir el placer mental de pensar que Toni por dentro también estaría fantaseando con follársela.

Por la tarde, al reencontrarse la pareja en casa, el ambiente volvió a ser frío como venía siendo de costumbre. Todo lo bueno que había ocurrido en el salón el día anterior parecía volver a ser eclipsado por aquella devastadora sequía sexual que les asolaba.

Paradójicamente, aquella noche que se preveía tan fría, el placer sexual estuvo muy presente en la habitación de la pareja. Sin embargo, esto ocurrió sin interacción alguna entre ellos.
Cuando apagaron las luces de la habitación y cada uno se acurrucó hacia la parte externa de su lado de la cama, ambos dieron rienda suelta a sus fantasías.
Lucía, cabreada con Nacho por no haber hecho ningún comentario al ver lo guapa que estaba ese día, recordó la opuesta reacción de Toni al verla y no tardó en comenzar a masajear sus zonas más sensibles.

Nacho, que no aguantaba más la represión en la que se encontraba, intentando ocultarse a si mismo el deseo que sentía hacia Bea, dejó que sus fantasías por fin fluyeran sin impedimento. Lentamente, sin que Lucía pudiera darse cuenta, Nacho sujetó el tanga que aquella mañana había sido el encargado de cubrir el culo y el coñito de Bea, y lo acercó a su nariz, permitiéndose navegar en el mar de sensaciones que le producía masturbar su pene mientras olía los fluidos impregnados en la ropa interior de su alumna.

Ambos guardaban silencio, deseosos por gemir y masturbarse en movimientos mucho más bruscos e intensos, pero conscientes de que estaban haciendo algo que su pareja no debía descubrir.
Lucía exploraba con dos de sus dedos el interior de su empapada vagina, realizando movimientos que simulaban ser ocasionados por la pelvis de Toni. Con qué ganas se la follaría Toni después de tantos años deseándola. Ella estaría tan mojada que, a pesar de lo gorda y enorme que seguro que era esa polla, entraría acariciando todo su interior sin ninguna dificultad.

Nacho recordaba todas las veces que Bea había tratado de seducirle. Esa actitud implacable que tenía la chica, tan joven y tan segura de si misma. Qué rico tendría que estar ese coñito. Ahora mismo, cegado por el placer, deseaba regresar a aquel momento en el que Bea salió del despacho enseñando el culo y acercarse a ella por detrás, bajarse los pantalones y empezar a follársela ahí de pie, en medio del pasillo, corriendo el riesgo de que cualquiera pudiera verles.

<<Sí joder, Toni... Tírame del pelo y reviéntame...>>, pensaba Lucía
<<Sí joder, Bea... ¿Era esto lo que querías?¿Te gusta como te folla tu profe?>>, fantaseaba Nacho mientras tanto

<<Ufff... me corro...>>
<<Aghh... me corro...>>


Tras unos segundos de absoluta paz en las cabezas de ambos miembros de la pareja, Nacho dejó el tanga de Bea, ahora manchado con su semen, bajo la cama. Ya lo recogería mañana y vería qué hacer con él.

Ya completamente relajados, ambos conciliaron plácidamente el sueño.
 
Y no podría usar a Bea en la mente para cumplir con su mujer al menos?, seguro la hace gritar de placer. Es un idiota, deberían hacerle una cena.
Eso he pensado yo en algún momento. Aunque los dos piensen en personas distintas, seguro que lo disfrutaban.
En cualquier caso, espero que no pase de Fantasía y arreglen esto.
 
Eso he pensado yo en algún momento. Aunque los dos piensen en personas distintas, seguro que lo disfrutaban.
En cualquier caso, espero que no pase de Fantasía y arreglen esto.

No creo que tarden mucho en dar rienda suelta a su deseo y Lucia sea empotrada por Toni hasta dejarla bien escocidita; y Nacho va a hacer lo propio, engancharse a Bea en el despacho como si no hubiera un mañana. Del tema de la culpa ya lo hablarán más tarde, a no, que estos son de los que no hablan las cosas entre ellos.
 
A mí me gustaría que siguieran juntos, aunque no me ca a sorprender si no lo hacen.
Es una pena que habiendo amor, se pueda romper por haber perdido el deseo.
 
CAPÍTULO 9 - Fóllame

Lucía, mientras se preparaba para ir al trabajo, no podía dejar de darle vueltas a lo que había hecho anoche. Nunca se imaginó masturbándose a escondidas de su marido y mucho menos hacerlo pensando en Toni. Se sentía como una adolescente descontrolada por las hormonas.
Sin duda la crisis sexual de su matrimonio había llegado a su punto de inflexión y era hora de tomar medidas. Le daba mucho miedo tener la gran conversación con Nacho y poder escuchar cómo este ya no la sentía atractiva, pero, aunque no quisiera oírlo, tenía claro que necesitaba hablarlo de una vez. Quizás habría formas de reavivar esa llama en su marido. Quizás abriendo la relación (así además podría trincarse a Toni), o quizás realizar alguna actividad fetichista juntos, como ir a playas nudistas.
Todas las opciones que fue valorando se fundieron a negro cuando Lucía regresó a la habitación para cambiarse y encontró un tanga negro debajo de la cama.
<<Qué hijo de puta, me está poniendo los cuernos...>> dedujo.
Lucía no daba crédito. En seguida se imaginó la escena en su cabeza.
<<Aquel día que Nacho volvió antes de tiempo a casa... Lo hizo para traerse a una zorra y follársela en la puta cama donde duermo cada noche. ¿Cómo puede ser tan cabrón de hacerme esto? Yo pensando que no me follaba bien porque no me veía atractiva y resulta que era porque ya se había corrido en el coño de una zorra...>>
Estaba completamente fuera de sí. No era capaz de pensar con claridad. Absolutamente poseída por la ira y el dolor, convencida de que su marido le estaba poniendo los cuernos, decidió actuar de forma totalmente instintiva. Era su momento de vengarse.
Llegó a la oficina con paso seguro, con unos tacones nada apropiados para la jornada laboral, y sin llegar a sentarse antes en su sitio, se dirigió a Toni para entregarle una notita que decía: "En 2 minutos. El baño del fondo".
Sin dudar ni un instante, nada más dejar la nota en la mesa de Toni, se dirigió al baño, donde exactamente dos minutos más tarde, apareció Toni.
Lucía se apresuró a cerrar la puerta para que nadie pudiera verles.
—Guau, Lucía, no sé ni que... —dijo Toni, que fue interrumpido por Lucía.
—¡Shhhh!
Entonces, esta se abalanzó sobre su compañero de oficina y comenzó a besarle.
—Pero Lucía, entonces...
—Cállate joder. Cállate y fóllame.
En seguida, Lucía se quitó toda la ropa excepto los tacones, dejando a la intemperie el cuerpo con el que tanto había soñado Toni.
Este respondió haciendo un sonido de asombro mientras clavaba sus ojos en las tetas de su Lucía.
Ella se acercó a su oído y le susurró:
—Quiero que me folles duro, Toni. Quiero que me empotres contra la pared.
Entonces se dio la vuelta y se preparó para recibir las embestidas de su fornido compañero de oficina.
Toni, dando señales de que era todo un experto, se agachó primero para tantear el terreno con su lengua, comenzando a humedecer la ansiosa vagina de Lucía.
Ella se esforzaba en contener sus gemidos que deseaban salir a grito limpio de su garganta.
Unos instantes más tarde, Toni se puso en pie para comenzar lo que prometía ser el polvo más salvaje de sus vidas.
Lucía lo estaba deseando. Hacía meses que ningún hombre le provocaba un orgasmo y era casi una necesidad vital recibir las embestidas de un hombre fuerte y decidido.
Mientras le sujetaba una teta, con la otra mano, Toni se ayudó a introducir el pene dentro de la vagina de Lucía. Esta soltó un pequeño gemido.
Entonces, Toni comenzó a realizar pequeños y rapidísimos movimientos con su cadera, moviendo su pene erecto dentro de la vagina de Lucía a toda velocidad.
—Guau, Toni, ¿qué haces? Empieza más despa...
—Aghhh sí... ufff... —exhaló Toni antes de correrse dentro de su compañera.
—Dime que es una puta broma —dijo Lucía realmente enfadada.
—Lo siento, joder... Es que te tenía unas ganas...
—Pírate anda, que no nos vean salir juntos.


Mientras se volvía a vestir, Lucía se sentía fatal, vacía. Había engañado a su marido para recibir el polvo más cutre y ridículo de su vida.
Aún así, creía que Nacho la había engañado y estaba ansiosa de encontrarse con él para recriminarle lo que pensaba que había hecho.
 
La ha cagado a lo grande, pero me alegro que haya quedado insatisfecha, porque no me cae bien Tony y esto ya hace que esté haya quedado bastante mal.
Esto me da esperanzas de que se pueda arreglar lo de Nacho y Lucía.
 
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