La verdad es que formábamos un trío a cual más guarro.
A mi amigo le conocía desde hace muchos tiempo y fue la primera mano ajena que mi hizo una paja, la primera polla que me atreví a chupar y la primera leche que tragué. Posiblemente a él le pasara lo mismo conmigo. Y ella... era una persona alucinante, una máquina de follar, que disfrutaba humillándonos pero luego, en el día a día era muy cariñosa.
Hacíamos de todo con ella y especialmente ella con nosotros. Sabía que los dos estábamos locos por darle por el culo. Según ella no le gustaba, algo que no cuadraba con sus disposición al disfrute del sexo. Quizás fuera porque mi amigo tenía una polla larga y muy gorda. El coño se lo llenaba totalmente, pero claro... aquella polla en su culo necesitaría mucho tiento, paciencia y lubricante. Yo le decía bromeando, que lo que necesitaba era una polla standar como la mía para ir haciendo camino. Pero se reía y nada.
Un fin de semana en que nos escapamos a un pueblo costero nos avanzó que nos iba a dar una sorpresa y que nos iba a entregar su culo. Pero nada fue como esperábamos. Resulta que para una tarde había invitado a un conocido suyo. El pobre se metió una panzada de kilómetros para pasar un tarde y noche con nosotros. Era un buen tipo que con tal de follar con ella hacía lo que fuera y tuvo que alucinar con la propuesta.
Consistía, básicamente en que él sería el afortunado de darle por el culo delante de nosotros dos. Así que imaginaros la escena: preciosa habitación de un hotel con vistas a la playa nosotros dos sentados a los pies de la cama y nuestra amiga con su amigo follando en la cama. Ella llevaba un plug anal y follaron un poco en la postura del misionero. Luego ella se puso a cuatro patas y nos pidió a nosotros que le quitáramos el invento y le aplicáramos lubricante. El tipo, el invitado, sonreía mientras se manoseaba la polla para que no perdiera la erección. Por cierto, una polla muy nornalita, ahora lo entiendo todo.
Nosotros estábamos como motos, con la ilusión de que quizás el tipo aquel iniciara el asunto para que nosotros rematáramos, pero que va! El tío, con mucha paciencia, le abrió el ojete. Se folló aquel culo que nosotros tanto deseábamos. Y como dos críos lo único que hicimos fue no perder ojo de la escena. Hasta que ella dijo:
- ¿Qué cojones hacéis así, mirando como dos tontos? ¡Pajearos el uno al otro!
Una orden suya era siempre acatada y comenzamos a pajearnos el uno al otro. Casi nos corrimos a la vez y el tipo que le estaba dando por el culo se corrió sobre él.
- ¡Venir aquí! - Pidó ella. Yo me temía lo peor pero no estaba dispuesto a tragarme el semen de un tipo que acababa de conocer por mucha confianza que ella tuviera en él. Pero no, no quería eso.
- Esparcérmelo todo por el culo, con vuestras manos. Darme un masaje en el culo con semen.
El tipo se descojonaba y nosotros dos, obedeciendo, tocando aquella leche y sobando el culo de nuestra amiga. Creo que ella se corrió en ese momento. Luego cenamos los cuatro juntos y vinieron más humillaciones.