BURBUJAS
Segunda parte
El joven sólo alcanzaba a ver una MILF empotrable, con unas tetas bien apetitosas, empotrarla en una de las cabinas de aquel vestuario mixto.
Y con eso se quedaría, con el deseo y la visión de aquel cuerpo blanco y cuidado donde el color más destacable era el rosa oscuro de sus pezones.
Helena se puso el albornoz y sin mirar al muchacho se dirigió a su taquilla, depósito el neceser de baño y guardo en uno de los bolsillos del albornoz unas bragas negras para ponerse tras el tratamiento. De allí subió a la zona de tratamientos donde tras identificarse la pasaron a una relajante habitación donde le sirvieron un zumo natural mientras escuchaba una relajante música en un ambiente de luz cromoterapica.
Al poco apareció un bello joven, un precioso efebo educado y refinado, con un iPad en sus manos que se identificó como Marcel, coordinador de tratamientos.
Comenzó a hacerle algunas preguntas a Helena respecto a sus gustos y necesidades así como hacerle alguna pregunta de si tenía alergia al látex o a algún producto. Helena enseguida se percató de la homosexualidad de aquel precioso capricho.
Acto seguido le acompañó a una estancia contigua, le entregó una bolsa precintada con una tanga desechable y una toalla, le dijo que cuando estuviera lista se tumbase en la camilla.
Por último le pregunto:
-¿Qué prefieres para el tratamiento, un chico o una chica?
Helena parece no dudo la respuesta.
-Me da igual.
-Perfecto, luego cuando acabes te veo para ver si ha estado todo a tú gusto. Ciao
El joven cerró la puerta y dejó en intimidad a Helena para que pudiera cambiarse y acomodarse.
Lo primero que hizo Helena fue hacer una detenida vista 360º de aquella cabina; una decoración Zen elegante, la temperatura perfecta y una luz suficiente pero tampoco deslumbrante acompañaban aquella música relajante.
Tampoco quiso recrearse ya que quería cambiarse y estar lista para cuando el masajista entrará y por de pronto hacía ya un poco que comenzaba a sentirse incómoda con la humedad de la braga del biquini.
Se despojó de ella y secó con cuidado y lentamente con el interior del albornoz toda su vulva, momento en el que noto que además de la humedad del agua del bañador también estaba “húmeda”. Por algún motivo aquella situación en los vestuarios frente al joven que la
miraba con cierta lascivia la había excitado. Su sexo no lo había pasado por alto.
La vulva de Helena y a pesar de su edad era pequeña y generaba flujo abundante las veces que se excitaba; con sólo un poco de vello rubio casi inapreciable que se fundía con su blanco vientre.
Mientras terminaba de secarse pensó de nuevo en el joven de los vestuarios y lo imaginó entrando por la puerta vestido de masajista.
El pensamiento solamente contribuyó a que aún se humedeciese más.
Allí sola, completamente desnuda y excitada aquello más que un pensamiento se convirtió en un deseo, aún así supo mantener la compostura y se coloco aquel ridículo tanga desechable. Acto seguido se tumbo en la camilla boca abajo colocando la toalla con destreza encima de sus nalgas.
Pasaron unos minutos cuando sonó el “toc toc” de la puerta a la vez que lo hacía el corazón de Helena. Ya podía sentir al muchacho de los vestuarios entrar vestido de masajista pero no.
Tras el “toc toc” la puerta se abrió y Helena solo pudo ver por el agujero de la camilla unas bailarinas negras y unas largas piernas de mujer hasta debajo de la rodilla que era el lugar que aquella bata negra cerrada con una cremallera, fijaba el límite entre lo adecuado y lo sensual.
Una voz de mujer eslava se dirigió a Helena con el frío que las caracteriza y el misterio que hay detrás de esos acentos.
-Hola Buenas tardes “mi llamo Irina yo voy hacer su tratamiento”.
-¿Quieres que me mueva?
Pregunto Helena
-No, estese tranquila, yo le voy pidiendo si necesito algo. Usted sólo relájese y esté cómoda.
Está bien de temperatura?
Tiene frío?
-No frío no, de hecho hace un momento estaba acalorada. Pero eso ya son cosas de la edad …. Estoy bien, estoy bien.
-Perfecto, si en algún momento le hago daño o se siente mal dígalo.
Irina comenzó aplicando unos líquidos, seguido de unas bandas de preso terapia en las piernas de Helena que posteriormente conectaría a una de las máquinas que era la encargada de hinchar aquellos manguitos alrededor de las piernas. La sensación era agradable, especialmente cuando se descomprimía.
A su vez Irina se colocó sentada en una banqueta de ruedas en la cabeza de Helena y tras haber atenuado la luz comenzó a masajear el cráneo de Helena, movimientos circulares con sus dedos y una precisión absoluta, sobre sus sienes, su nuca, los parietales.
Helena estaba en la gloria, se había relajado completamente y le estaba entrando hasta sopor.
Irina continuó masajeando la espalda de Helena para lo cual redujo la toalla a la zona de los glúteos.
Comenzó con las dorsales llegando por momentos hasta la nunca donde uno de sus dedos casi llegaba a hundirse en esa región cervical, en concreto entre el recto mayor y menor de la cabeza.
Esa manipulación dejó a Helena casi en trance.
Se fue extendiendo por los omoplatos, la región central hasta llegar a las lumbares, no estaba dejando ni un sólo músculo sin manipular, sin duda era una experta y así lo sentía Helena.
Justo cuando estaba terminando las lumbares la máquina de preso terapia comenzó a pitar, lo que indicaba que había terminado. Irina se había sincronizado con la precisión de un buen reloj suizo.
Retiro los manguito y comenzó desde el otro extremo de la camilla a trabajar los pies de Helena, después los gemelos, poco a poco seguía trabajando cada músculo a la vez que iba subiendo por sus piernas hasta llegar a la cara más interna de sus abductores, manipulaba hasta llegar al final donde inexorablemente su mano llegaba a rozar partes próximas al sexo de Helena, y aquel tanga de papel fino solamente era una formalidad.
En alguno de los roces Helena hizo un pequeño movimiento de contorsión e Irina preguntó:
-La he molestado, le he hecho daño? Quiere que evite alguna parte ?
A lo que Helena le contesto.
-No, todo lo contrario me estas dando mucho placer. Sigue como lo haces. Necesitaba algo así.
-Muy bien señora. Tiene un cuerpo muy reactivo y no sabía si la podía molestar.
Helena pensó que lo del cuerpo reactivo lo había dicho porque podía haber notado como su sexo destilaba y aquella tanga era incapaz de contener aquel flujo.
Poco después había pasado más de una hora y
la primera parte del tratamiento había terminado.
-ahora si le voy a pedir que se gire hacia arriba.
Le dijo Irina en pie desde uno de los laterales de la camilla.
-Muy despacio no se maree.
Mientras estiro otra toalla a lo ancho poniendo una barrera visual entre ambas. Era un gesto de respeto que parecía mas protocolario, para respetar la intimidad del cuerpo desnudo de Helena.
Helena hizo el movimiento del giro sobre si misma.
-Ya estoy (dijo Helena)
Y de seguido Irina le colocaba aquella nueva toalla caliente sobre el cuerpo.
Lo primero que hizo Helena fue fijarse en la cara de Irina.
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La tercera parte la colgaré en unos días. Si no quieres esperar la tienes completa en mi blog.