Caminata por el campo

ikarusulu

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23 Jul 2023
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Discutí con el resto y me separé del grupo. Hice mi mochila y me largué. Hacía un calor terrible, iba con mis pantalones vaqueros cortos, muy cortos, recortados por mí. Las playeras y una camiseta que tenía atada a las correas de la mochila, la usaba para quitarme el sudor.


Seguí por un camino de cabras montaña arriba para tranquilizarme y que se me pasara el cabrero, ups perdón el cabreo. La soledad, el sonido de los pájaros el duro ejercicio físico de caminar cuesta arriba, todo pensaba que me calmarla.


En una vuelta del camino, entre matorrales y arboles, un regato de agua cristalina corría fresco entre la hierba suave. Un sitio perfecto, un lugar para descansar una vez olvidada la bronca.


Al rato de estar tumbado apoyado contra un tronco, debí quedarme medio adormilado. Pero me despertó un silbido próximo.


Acercándose por la otra parte de la trocha venia un chico de mi edad. Vestía apenas, con un pantalón de deporte aun mas cortito que el mío como única vestimenta. También sin camiseta y acompañado de un enorme mastín. Se tumbó a mi costado sobre la hierba al lado del arroyo. Sin dudar, con confianza, como si el sitio fuera suyo y parece que lo era.


- Hola, ¿vienes de muy lejos?.


- No, estoy de excursión.


- ¿Solo?.


- Ahora ya no, ¿Y tú?.


Le dije sonriendo.


- Vivo un poco mas arriba con mi familia. He salido a dar una vuelta y despejarme.


- Pues como yo.


Nos sonreímos.


- Oye, ¿Sabes que este es mi rincón? Nadie viene por aquí mas que yo.


- Lo siento por haberte invadido.


- No pasa nada, me gusta tener compañía y además tan agradable. Me llamo Mario.


- Y yo Juan y gracias.


Nos tendimos la mano, y el apretón duró más de lo que yo pretendía.


- Una cosa, por aquí me gusta andar en bolas, tomar el sol y bañarme. ¿Te importa?.


Vaya, eso sí que había sido rápido. Pero si me gustaba verle con ese mínimo pantalón, contemplarlo al natural sería aún mejor.


- En absoluto, a mi también me gusta estar desnudo, así que por mí perfecto.


Sin mas palabras vi como levantaba el prieto culo de la hierba haciendo fuerza con los pies. Se sacó el pantalón de deporte y lo colgó de una rama. No llevaba nada debajo.


Por fin vi su rabo morcillón apoyado en la cadera. Una bonita polla gruesa, era evidente que tomaba el sol desnudo pues estaba bronceado del todo. Y sin un pelo que estorbara el comerla. No sabía yo que los chicos de pueblo fueran tan modernos. Pero me alegró.


- Estás muy sexi así depilado.


Yo me lo había tomado con mas calma. Me puse de pie para que pudiera verme a placer. Abrí el botón y la cremallera del short y lo bajé despacio por mis muslos, ofreciéndole el mejor espectáculo que pude pues él me miraba sin perder detalle como había hecho yo antes. Como no tenía nada debajo también me quedé en bolas. Me dijo.


- Estás muy bien. Tienes un cuerpo estupendo.


Me tumbé y me puse de costado mirándolo. Como yo no tenía un sitio tan privado para tomar el sol la piel de mis nalgas que cubría el speedo que usaba normalmente para tomar el sol y bañarme era mas blanca que el resto de mi cuerpo y él lo notó. Me lo señaló.


- Tienes el culito blanco.


- Bueno, yo tengo que ir a una piscina pública a tomar el sol. No como tú que tienes todo el campo para quedarte desnudo.


- Pero aparte de eso, tío, estas muy bueno, seguro que las tías en bikini van detrás de ti.


Sonriendo le contesté:


- Las tías y algunos tíos.


- ¿Y eso?, ¿No es un problema para ti?.


También sonreía y se relamía los labios.


- Para mí no, también me gustan los chicos, sobre todo si son tan guapos como tú.


- Vale ¿Pues que haces tan lejos?


Me levanté y me acerqué a él. Sin molestarse mucho le echó mano a mis huevos y polla y la acarició con suavidad. Desde luego reaccionó de inmediato poniéndose dura en su mano. También la suya se había endurecido.


- Veo que a tí también te gusta la carne y no solo el pescado.


Se incorporó un poco y se metió mi polla entre los labios. Se la saco de la boca para poder hablar. Pero desde luego sin soltarla.


- Pues claro y si es un chorizo tan apetitoso como este más.


Al terminar la frase empezó a chuparme los huevos con verdadera ansia. Subía por el tronco hasta comer el glande y apretarlo contra el paladar sin dejar de acariciar los testículos con la mano. Pasó la mano entre mis muslos para acariciar mi culo. Deslizar dedos por la raja.


- ¡Joder que bueno eres! No será la primera que chupas.


- Ni va a ser la última, pero esta está deliciosa.


Me incliné a besarlo, tuvo que dejar mi rabo en paz. Sino me hubiera corrido segundos después tan bien lo estaba haciendo. Inclinado sobre su cara pude saborear su lengua y darle la mía. Me la chupaba tan bien como lo había hecho con mi nabo. La saliva caía de mi boca a la suya y la aceptaba morboso.


Estiré la mano para acariciarle los pezones y pellizcarlos con suavidad. Su piel era muy suave. Gemía en mi boca. Despacio lo fui tumbando en la hierba hasta quedar sobre su cuerpo. Besándonos y acariciándonos toda la piel sin prisa. Las pollas duras apretadas entre nuestros cuerpos.


- Tienes buenas manos.... y todo lo demás.


- Tú no te quedas atrás.


Separó las piernas y rodeó mi cintura con ellas. Con eso mi rabo bajó hacia la raja de su duro culito. Movía la cadera con suavidad acariciando su ano con el glande. Pasó a lamer mi oreja, la barbilla, el cuello lascivo y muy muy húmedo.


Yo le correspondía por donde alcanzaba con la lengua. Bajé la mano hasta agarrar su nalga, levantar el muslo y acariciarlo.


- Yo también quiero saborearte.


- Pues soy todo tuyo.


Aflojó la presa de sus piernas lo justo para dejarme moverme y empezar a bajar besando cada centímetro de su suave piel. Lamer la piel de su pecho y mordisquear los pezones. Pasar la lengua por las depiladas axilas y clavarla en el ombligo.


Evité la polla por el momento. Le hice rabiar un poco y bajé por la cara interna de los muslos. Para ser un tío que vivía en el campo y andaba entre los hierbajos con pantalones cortos tenía la piel suave y sin muchos arañazos.


Quería probar sus pies, uno de mis fetiches. Chupar los dedos, las plantas de los pies. No me privé y él me dejaba. Sabía que solo pretendía darle placer y recibirlo.


- Me haces cosquillas. Pero es genial. ¡Joder! Que bueno.


- Tú si que estás bueno. Te voy a lamer entero.


Uniendo la acción a la palabra le giré boca abajo.


- Ahora por aquí.


Volví a subir por sus muslos sin separar la lengua de su piel. Allí delante de mí cara tenía ese duro culito perfecto. Lamí sus durísimas nalgas separándolas son prisa con las manos buscando su agujerito.


Clavé la sin hueso en el ano como si quisiera follarlo con ella. Y él jadeaba demostrando que le estaba gustando. No quería que se corriera pronto así que seguí por su espalda siguiendo la línea de la columna.


Hasta llegar a los hombros y nuca siempre sin separar la húmeda de su piel. Para entonces tenía mi férreo nabo justo en la entrada ensalivada de su culo.


- Vamos, ya, fóllame. No me hagas esperar más.


- Como quieras.


Le dije, lamiendo su oreja. Estaba claro que ya le habían penetrado antes. El glande se deslizó dentro de su cuerpo sin ninguna dificultad y detrás fue todo mi rabo hasta que mi huevos rozaron los suyos.


Lo único que se oía en ese claro era la banda sonora de nuestros suspiros y gemidos de placer. Ni siquiera su mastín se atrevía a interrumpir nuestro placer. Tumbado a nuestro lado pero sin perdernos de vista.


Me gustaría poder decir que aguanté horas dentro de su culo. Deslicé una mano debajo de su cuerpo hasta agarrar su polla y pájaro al mismo ritmo con que lo penetraba.


Como resultado ambos estábamos más cachondos todavía. Momentos después él se corría sobre la hierba. No sé cuánto de su semen habría regado ese césped antes de nuestro encuentro. Pero viendo lo morboso que es seguro que era una gran cantidad.


Segundos más tarde le llené el ano con mi lefa. Jadeando al lado de su oído y deslizando la lengua por su oreja.


Nos derrumbamos sobre la hierba con los miembros enredados. Descansamos un rato siguiendo con las confidencias y descubrí lo morboso que puede ser un chico de campo.









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Discutí con el resto y me separé del grupo. Hice mi mochila y me largué. Hacía un calor terrible, iba con mis pantalones vaqueros cortos, muy cortos, recortados por mí. Las playeras y una camiseta que tenía atada a las correas de la mochila, la usaba para quitarme el sudor.


Seguí por un camino de cabras montaña arriba para tranquilizarme y que se me pasara el cabrero, ups perdón el cabreo. La soledad, el sonido de los pájaros el duro ejercicio físico de caminar cuesta arriba, todo pensaba que me calmarla.


En una vuelta del camino, entre matorrales y arboles, un regato de agua cristalina corría fresco entre la hierba suave. Un sitio perfecto, un lugar para descansar una vez olvidada la bronca.


Al rato de estar tumbado apoyado contra un tronco, debí quedarme medio adormilado. Pero me despertó un silbido próximo.


Acercándose por la otra parte de la trocha venia un chico de mi edad. Vestía apenas, con un pantalón de deporte aun mas cortito que el mío como única vestimenta. También sin camiseta y acompañado de un enorme mastín. Se tumbó a mi costado sobre la hierba al lado del arroyo. Sin dudar, con confianza, como si el sitio fuera suyo y parece que lo era.


- Hola, ¿vienes de muy lejos?.


- No, estoy de excursión.


- ¿Solo?.


- Ahora ya no, ¿Y tú?.


Le dije sonriendo.


- Vivo un poco mas arriba con mi familia. He salido a dar una vuelta y despejarme.


- Pues como yo.


Nos sonreímos.


- Oye, ¿Sabes que este es mi rincón? Nadie viene por aquí mas que yo.


- Lo siento por haberte invadido.


- No pasa nada, me gusta tener compañía y además tan agradable. Me llamo Mario.


- Y yo Juan y gracias.


Nos tendimos la mano, y el apretón duró más de lo que yo pretendía.


- Una cosa, por aquí me gusta andar en bolas, tomar el sol y bañarme. ¿Te importa?.


Vaya, eso sí que había sido rápido. Pero si me gustaba verle con ese mínimo pantalón, contemplarlo al natural sería aún mejor.


- En absoluto, a mi también me gusta estar desnudo, así que por mí perfecto.


Sin mas palabras vi como levantaba el prieto culo de la hierba haciendo fuerza con los pies. Se sacó el pantalón de deporte y lo colgó de una rama. No llevaba nada debajo.


Por fin vi su rabo morcillón apoyado en la cadera. Una bonita polla gruesa, era evidente que tomaba el sol desnudo pues estaba bronceado del todo. Y sin un pelo que estorbara el comerla. No sabía yo que los chicos de pueblo fueran tan modernos. Pero me alegró.


- Estás muy sexi así depilado.


Yo me lo había tomado con mas calma. Me puse de pie para que pudiera verme a placer. Abrí el botón y la cremallera del short y lo bajé despacio por mis muslos, ofreciéndole el mejor espectáculo que pude pues él me miraba sin perder detalle como había hecho yo antes. Como no tenía nada debajo también me quedé en bolas. Me dijo.


- Estás muy bien. Tienes un cuerpo estupendo.


Me tumbé y me puse de costado mirándolo. Como yo no tenía un sitio tan privado para tomar el sol la piel de mis nalgas que cubría el speedo que usaba normalmente para tomar el sol y bañarme era mas blanca que el resto de mi cuerpo y él lo notó. Me lo señaló.


- Tienes el culito blanco.


- Bueno, yo tengo que ir a una piscina pública a tomar el sol. No como tú que tienes todo el campo para quedarte desnudo.


- Pero aparte de eso, tío, estas muy bueno, seguro que las tías en bikini van detrás de ti.


Sonriendo le contesté:


- Las tías y algunos tíos.


- ¿Y eso?, ¿No es un problema para ti?.


También sonreía y se relamía los labios.


- Para mí no, también me gustan los chicos, sobre todo si son tan guapos como tú.


- Vale ¿Pues que haces tan lejos?


Me levanté y me acerqué a él. Sin molestarse mucho le echó mano a mis huevos y polla y la acarició con suavidad. Desde luego reaccionó de inmediato poniéndose dura en su mano. También la suya se había endurecido.


- Veo que a tí también te gusta la carne y no solo el pescado.


Se incorporó un poco y se metió mi polla entre los labios. Se la saco de la boca para poder hablar. Pero desde luego sin soltarla.


- Pues claro y si es un chorizo tan apetitoso como este más.


Al terminar la frase empezó a chuparme los huevos con verdadera ansia. Subía por el tronco hasta comer el glande y apretarlo contra el paladar sin dejar de acariciar los testículos con la mano. Pasó la mano entre mis muslos para acariciar mi culo. Deslizar dedos por la raja.


- ¡Joder que bueno eres! No será la primera que chupas.


- Ni va a ser la última, pero esta está deliciosa.


Me incliné a besarlo, tuvo que dejar mi rabo en paz. Sino me hubiera corrido segundos después tan bien lo estaba haciendo. Inclinado sobre su cara pude saborear su lengua y darle la mía. Me la chupaba tan bien como lo había hecho con mi nabo. La saliva caía de mi boca a la suya y la aceptaba morboso.


Estiré la mano para acariciarle los pezones y pellizcarlos con suavidad. Su piel era muy suave. Gemía en mi boca. Despacio lo fui tumbando en la hierba hasta quedar sobre su cuerpo. Besándonos y acariciándonos toda la piel sin prisa. Las pollas duras apretadas entre nuestros cuerpos.


- Tienes buenas manos.... y todo lo demás.


- Tú no te quedas atrás.


Separó las piernas y rodeó mi cintura con ellas. Con eso mi rabo bajó hacia la raja de su duro culito. Movía la cadera con suavidad acariciando su ano con el glande. Pasó a lamer mi oreja, la barbilla, el cuello lascivo y muy muy húmedo.


Yo le correspondía por donde alcanzaba con la lengua. Bajé la mano hasta agarrar su nalga, levantar el muslo y acariciarlo.


- Yo también quiero saborearte.


- Pues soy todo tuyo.


Aflojó la presa de sus piernas lo justo para dejarme moverme y empezar a bajar besando cada centímetro de su suave piel. Lamer la piel de su pecho y mordisquear los pezones. Pasar la lengua por las depiladas axilas y clavarla en el ombligo.


Evité la polla por el momento. Le hice rabiar un poco y bajé por la cara interna de los muslos. Para ser un tío que vivía en el campo y andaba entre los hierbajos con pantalones cortos tenía la piel suave y sin muchos arañazos.


Quería probar sus pies, uno de mis fetiches. Chupar los dedos, las plantas de los pies. No me privé y él me dejaba. Sabía que solo pretendía darle placer y recibirlo.


- Me haces cosquillas. Pero es genial. ¡Joder! Que bueno.


- Tú si que estás bueno. Te voy a lamer entero.


Uniendo la acción a la palabra le giré boca abajo.


- Ahora por aquí.


Volví a subir por sus muslos sin separar la lengua de su piel. Allí delante de mí cara tenía ese duro culito perfecto. Lamí sus durísimas nalgas separándolas son prisa con las manos buscando su agujerito.


Clavé la sin hueso en el ano como si quisiera follarlo con ella. Y él jadeaba demostrando que le estaba gustando. No quería que se corriera pronto así que seguí por su espalda siguiendo la línea de la columna.


Hasta llegar a los hombros y nuca siempre sin separar la húmeda de su piel. Para entonces tenía mi férreo nabo justo en la entrada ensalivada de su culo.


- Vamos, ya, fóllame. No me hagas esperar más.


- Como quieras.


Le dije, lamiendo su oreja. Estaba claro que ya le habían penetrado antes. El glande se deslizó dentro de su cuerpo sin ninguna dificultad y detrás fue todo mi rabo hasta que mi huevos rozaron los suyos.


Lo único que se oía en ese claro era la banda sonora de nuestros suspiros y gemidos de placer. Ni siquiera su mastín se atrevía a interrumpir nuestro placer. Tumbado a nuestro lado pero sin perdernos de vista.


Me gustaría poder decir que aguanté horas dentro de su culo. Deslicé una mano debajo de su cuerpo hasta agarrar su polla y pájaro al mismo ritmo con que lo penetraba.


Como resultado ambos estábamos más cachondos todavía. Momentos después él se corría sobre la hierba. No sé cuánto de su semen habría regado ese césped antes de nuestro encuentro. Pero viendo lo morboso que es seguro que era una gran cantidad.


Segundos más tarde le llené el ano con mi lefa. Jadeando al lado de su oído y deslizando la lengua por su oreja.


Nos derrumbamos sobre la hierba con los miembros enredados. Descansamos un rato siguiendo con las confidencias y descubrí lo morboso que puede ser un chico de campo.
Muy bueno
 
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