Aquel café cambiara nuestras vidas

sua99

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6 Ago 2023
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Muy buenas a todos, por fin puedo acceder plenamente al foro. Somos pareja del norte de España de 40 años. Todos los nombres que aparezcan son ficticios obviamente. Me gustaría compartir con vosotros un relato que he publicado en otro sitio. He de aclarar que los relatos que escribo son 70% ficticios, me gustaría que sucedieran pero por ahora no se dan las circunstancias.



7 de septiembre de 2023, un calor infernal para la época en el norte de España y mi segundo día en el gimnasio después de 1 año sin ir. Excusas las de siempre, el niño, las extraescolares, los turnos de trabajo y porque no decirlo... vagancia, sí, a no hacer nada se acostumbra uno rápido.


Después de terminar me pedí un café con hielo en el bar al que siempre voy después de entrenar, salí fuera a la única mesa con sombra que había para fumar y mirar el móvil. En ese momento apareció una mujer de unos 55 años, estatura media y complexión delgada. Aún siendo de tez blanca, lucía un ligero moreno acompañado de unos labios pintados de rojo intenso y cabello a media melena teñida de rubio. Llevaba puesto un vestido blanco de cuello ancho redondo sin mangas y por encima de la rodilla.

Salió con un Bitter Kas buscando sombra, me miró, titubeo y al final se sentó en la mesa de al lado a pleno sol.


-Vaya calor tenemos hoy y casi no hay sombra. -comenté a modo de saludo.


-Si, están todas libres pero al sol. Me voy a asfixiar aquí. ¿Me puedo sentar en tu mesa? te prometo que no te doy la chapa. -respondió y aprovecho para pedir permiso.


-Sin problemas mujer, estoy yo solo y hay sitio para los dos.


-Muchas gracias. Ya siento sentarme en tu mesa, están todas vacías pero al sol.


-Tranquila entramos de sobra. -respondí y acto seguido seguí mirando el móvil.


Hasta ese momento no me había fijado en su pecho, sería una talla 85 y bastante firme. Cada uno seguíamos a lo nuestro, fumando y mirando el móvil. Note que hacía movimientos extraños con el cuello, como si tuviera alguna dolencia y de vez en cuando se llevaba la mano a la lumbar.


-¿Dolor de espalda?. -interpele para romper el hielo.


-Si la verdad, he venido de vacaciones con dolor de cuello y el fisioterapeuta al que voy no me da cita hasta dentro de una semana. Además he intentado que se me pasara nadando y después de un mes sin hacer nada también tengo las piernas cargadas.


-¿Has probado a ir al del polideportivo?. Es muy bueno y a parte es económico.


Le aconsejé ése porque es al que acudo cuando tengo una lesión y nunca falla, tanto mi mujer como familiares son asiduos y siempre hablan bien de él.


-Pues no, siempre voy a uno que está en el casco viejo, ¿crees que me dará cita?.


-Toma, llama y prueba. -dejé mi móvil encima de la mesa con el teléfono del fisioterapeuta.


-Ahora mismo. -sacó su teléfono y llamó, uno, dos, tres tonos... y cogió al cuarto.


No hubo suerte, acababa de venir de vacaciones y tenía la agenda peor que el suyo, hasta dentro de dos semanas no tenía hueco.


-¡Pues sí que están solicitados!. -exclamé sorprendido.


-Eso parece, me toca aguantar y esperar dos semanas por lo menos. -dijo mientras seguía moviendo el cuello.


-Oye, dile a tu pareja o a algún amigo que te de un masaje, ya se que no es lo mismo, no te va a solucionar la contractura o lo que tengas pero igual te alivia y relaja la zona. Yo se los suelo dar a mi mujer y algo hace...


En principio esa proposición no tenía doble sentido ni mucho menos, yo suelo dar algún que otro masaje a mi mujer cuando tiene la espalda cargada y el profesional no está disponible, además lo bueno es que suelen acabar bien... Es algo que siempre me ha gustado, no trabajo de ello pero he de decir que aparte de leer un libro y varios artículos he visto muchos videos de profesionales. Si se quiere hacer bien es imprescindible aprender, de lo contrario lo único que haces es frotar su piel con tus manos. Eso sí, como los servicios de un buen masajista o fisioterapeuta no hay nada.


-Mi marido no sabe, alguna vez me ha dado algún masaje en la espalda y nada, si aprieta me hace daño y si no lo hace no noto nada.


-Pues no te va a quedar otra que esperar dos semanas y rezar por que el dolor no vaya a más. -sentencie.


-Oye, ¿tú podrías darme un masaje?, vivo aquí al lado y si quieres te puedo pagar.


Me pregunto como si fuera lo más normal del mundo, realizar semejante proposición a una persona de la cual no sabes ni su nombre.Me dejó bastante descolocado, no sabía muy bien que responder he intente ser lo más cordial posible en mi negativa.


-Haber, yo solo se los he dado a mi mujer y algo hace pero ni por asomo logró quitar su dolor de espalda. No me gustaría intentarlo y agravar tu situación y mucho menos cobrar por ello.


-Si a ella le funciona a mi me vale. Además hemos terminado la consumición y aquí hace más calor por momentos. -sentenció levantándose de la silla y haciendo ademán de marcharse.


Y así sin comerlo ni beberlo me metí en semejante berenjenal.

Mientras íbamos andando aprovechamos para hablar y presentarnos, ella se llamaba Isabel, trabaja en un bufete de abogados, casada y sin hijos.

Llegamos a su portal, subimos a la última planta y para adentro. Decoración minimalista, moderna y por supuesto todo impoluto.


-Bueno y como hacemos, en el sofá, cama, silla... lógicamente camilla no tengo.


-En una cama y si es de noventa mejor, así me puedo mover más fácil por los dos lados.


-No, como te he comentado no tengo hijos, por lo que todas las camas son grandes. Así que lo hacemos en mi dormitorio.


Recorrimos el pasillo hasta el fondo y tras la puerta apareció un dormitorio muy grande, cama de uno cincuenta, vestidor y baño con ducha grande en la cual entraban dos personas. Lo que más me llamó la atención fue la terraza, para acceder a ella había una cristalera de lado a lado con una puerta corredera de cristal, afuera dos tumbonas para tomar el sol, una mesa y dos sillas. No pude evitar salir y asomarme, las vistas eran increíbles, se veía desde la desembocadura de la Ría del Nervión hasta casi la Torre Iberdrola de Bilbao y por supuesto libre de miradas indiscretas.


-Vaya vistas tienes desde aquí y encima te da el sol casi todo el día.


-Sí, suelo tomar el sol aquí cuando tengo tiempo y en cuanto a las vistas... poco más que añadir, hablan por sí solas. ¿Qué me pongo para el masaje?


-Un bikini es suficiente, una toalla de lavabo y como supongo que aceite de masajes no tienes pues crema hidratante.


No me gusta la crema hidratante, es un engorro para este cometido. Al poco tiempo la piel la absorbe y tienes que echar más constantemente.


-Bikini no tengo, solo uso bañadores para ir a nadar por lo que me quedo en ropa interior.


-Esta bien, te espero aquí afuera si no te importa mientras te cambias.


Salió de la terraza hacia el vestidor, intenté no mirar pero la curiosidad me podía y gire ligeramente la cabeza, pude observar como se quitaba primero los zapatos y los colocaba en una repisa, después bajó la cremallera lateral, se subió el vestido quedándose en ropa interior y lo colgó en una percha. Llevaba unas bonitas bragas blancas brasileñas, el sujetador no pude verlo. Se notaba que metía horas en la piscina, tenía una espalda trabajada, trasero en su sitio y piernas bien definidas.

Lo que ocurrió después me dejó un poco descolocado, se bajó las bragas hasta los tobillos doblando su espalda, sacando primero un pie y luego el otro. Evidentemente pude ver perfectamente su orificio anal y por primera vez se me empezó a poner morcillona. Acto seguido saco de un cajón un tanga de color blanco sin costuras y repitió operación pero a la inversa. Cuando se lo estaba colocando me giré y esperé a que me llamara.


-Puedes empezar cuando quieras. -me instó con tono elevado para que oyera.


Se encontraba tumbada boca abajo en la cama con el pelo hacia la derecha, en la mesilla una toalla blanca y el bote de crema hidratante. Me coloque en su lado izquierdo y extendí la toalla por encima de su culo perpendicular a ella.


-¿Te puedo desabrochar el sujetador? me molesta para trabajar en la zona.


-¡Sí claro! se me había olvidado.


Quite el cierre y coloque a ambos lados de su espalda. Cuando iba a proceder con la crema note que se levantaba.


-Será mejor que me lo quite totalmente porque te van a molestar los tirantes.


Se incorporó apoyándose sobre sus antebrazos, primero se quitó el lado derecho y luego el opuesto quedando sus pechos colgados rozando con la sábana los pezones. Estiró el brazo y me dio el sujetador para que lo dejara en la mesilla mientras se volvía a tumbar. En ese momento yo notaba una presión incipiente en mi entrepierna y me había puesto bastante nervioso. Antes de empezar pude observar que su espalda carecía de marca alguna de sol y me vino la imagen a la cabeza de sus pechos, los cuales también lucían morenos.


Comencé echando abundante crema en mis manos y repartiendo desde el cuello hacia los hombros, rápido me di cuenta que quedarme de pie a su lado iba a ser muy incómodo. En casa siempre me pongo encima de mi mujer pero aquí me parecía pasarse, de momento decidí continuar como estaba.

Empecé por sus hombros bajando ligeramente haciendo hincapié entre las escápulas y continúe por la espalda baja. Después decidí trabajar su brazo izquierdo que es el que tenía más a mano, para ello lo estire apoyándolo sobre mí, recorría toda su extensión desde la mano hasta el hombro y bajaba por sus costillas. Para repetir la operación por el otro lado no me quedó otra que subir a la cama, acción que ella noto porque giró su cabeza en mi dirección abriendo los ojos para ver qué pasaba. Al estar de rodillas, su brazo derecho quedó extendido sobre mí muslo llegando la mano casi a mi entrepierna, rápidamente vi la situación y la coloqué para afuera. Mientras cogía más crema, fue ella la que movió su mano a la posición inicial. En ese momento me estaban entrando sudores fríos por la situación y estaba empezando a empalmarme muy seriamente.

Al terminar con su brazo decidí trabajar las lumbares, era horrible desde esa posición y he de reconocer que se me estaba cargando la espalda.


-¿No estás incómodo en esa posición?. -preguntó ella.


-Si la verdad, normalmente me subo encima de Alicia.


-Pues no te cortes, si así vas a estar más cómodo y lo vas a hacer mejor... adelante.


Me puse de rodillas dejando sus piernas entre las mías por debajo de su culo manteniendo un ligero contacto. Ahora si podía hacer bien el masaje. Continúe por las lumbares con movimientos que iban desde la columna a los laterales y hacia arriba con las dos manos a la vez para terminar en sus hombros. Para hacer más hincapié en la zona baja de la espalda, retiré un poco la toalla y bajé un poco el tanga hasta ver el inicio de su trasero. Realice fuertes presiones con mis pulgares en el centro haciendo círculos para después recorrer su piel hasta los laterales por debajo de la goma del tanga. Para finalizar con la espalda, me bajé de la cama y eché abundante crema para repartirla por todos lados, no desaproveche la ocasión de introducir ligeramente las puntas de mis dedos por la única prenda de ropa que tenía puesta, pudiendo comprobar el inicio de un trasero bien firme.

Era el turno de las piernas, las separé y me volví a subir a la cama. Empecé por los gemelos haciendo presión con los pulgares desde el tendón de Aquiles hasta la parte de atrás de la rodilla. Cuando terminé le abrí un poco más las piernas y me coloque en medio. Entre la vista tan bonita que tenía, la ola de calor y que el sol estaba pegando en toda la cristalera la temperatura de la habitación y de mi cuerpo había subido considerablemente y estaba sudando bastante.

Para hacer la última parte que me quedaba le subí la toalla para arriba, dejando prácticamente todo su trasero a la vista. Creo que no lo vio venir porque dio una sacudida, calambre, no se, como sorprendida, acompañado de un pequeño suspiro que apenas pude apreciar, pero el sorprendido fui yo cuando abrió más las piernas dejando una vista perfecta de su entrepierna.


-¿Estás bien?. -pregunté irónicamente.


-Si si, sigue que lo haces muy bien. Ha sido una corriente de aire que ha entrado, ¿tú no tienes calor?.


-Pues sí la verdad, hace bastante aquí, encima está dando justo en la fachada.


-Si quieres puedes quitarte la camisa, por mí no te cortes.


Si ella no pasaba apuro por quedarse casi desnuda delante de una persona la cual hacía solo una hora y media que acababa de conocer, yo no iba a ser menos y me quite la camisa.


Siempre hecho el aceite (en este caso crema) en mis manos para repartirla por el cuerpo pero esta vez cogí el bote y eche un hilo que iba desde la parte baja de los muslos hasta la nalga, era toda una declaración de intenciones, no me quería ir sin tocar ese formidable culo. Con las dos manos a la vez, subía por la pierna izquierda desde abajo hasta el moflete sin miramientos y al bajar, giraba mi mano derecha siguiendo la forma de la nalga. En todo momento veía su cara y expresaba relajación, observaba como cada vez que tocaba su culo, se le abría ligeramente la boca. También se veía humedecido el tanga, no se si por el sudor o porque lo estaba mojando con sus jugos.

Este paso lo repetí varias veces en cada pierna y para finalizar quise arriesgar un poco más. Mis manos subieron por ambas piernas hasta llegar a la goma del tanga, tuve la tentación de tirar y quitárselo pero me contuve, opte por abrir mis manos al máximo y con las yemas de los dedos recorrer todo su culo, como si estaría amasando pan, juntando mis pulgares que se perdían ligeramente por la línea que separaba ambas nalgas y bajando hasta rozar ligeramente la tela. En ese momento su respiración se agitó, incluso arqueo un poco la espalda para facilitar la tarea. Estaba claro lo que podía pasar pero yo no quería dar ese paso, prefería que fuera ella la que tomara la iniciativa. Para relajar el ambiente, me baje de la cama y coloque la toalla por debajo de sus omóplatos con la intención de que se cubriera el pecho cuando se diera la vuelta.


-¿Tienes otra toalla pequeña?. -pregunté.


-Pues creo que sí, pero... ¿para que la quieres?


-Te la puedo poner en los ojos ahora cuando te des la vuelta y así no te hace daño tanta luz, un antifaz también vale, de esos que dan en los aviones cuando se hacen viajes largos.


-No te preocupes, uso la toalla que tengo aquí.


-Ya bueno, esa es para tapar tus pechos. -respondí incrédulo.


-No me importa, aunque tomo poco el sol siempre lo hago desnuda, mi marido y yo practicamos nudismo y no me voy a ruborizar ahora.


Y acto seguido se puso boca arriba, me observo un momento y mientras se cubría la mitad de su cara con la toalla y quedándose prácticamente desnuda ante mí, añadió:


-Veo que al final te has quitado la camisa.


-Si, hace bastante calor aquí… -mientras ella esbozó una ligera sonrisa.


Me subí a la cama y desde la derecha coloqué su brazo sobre mí tripa, masajeaba desde la mano hasta el hombro, haciendo pequeñas presiones circulares arriba, muy cerca de sus pechos. Añadir que yo estaba completamente empalmado, era imposible no estarlo con semejante belleza delante. Pasé al otro lado y repetí el proceso, pero nada más empezar su mano se deslizó quedando encima de mi paquete, un calambre recorrió todo mi cuerpo, ella no hacía nada y yo seguí, intentando relajarme y no hacer ninguna bobada. Tocaba el turno de las piernas, me coloque entre ellas y empecé a masajear sus muslos, del medio hacia afuera. Abrí un poco más sus piernas, ahora si podía ver que su tanga estaba bastante empapado, tanto que se pegaba a su cuerpo marcando su raja. Cuando llegaba a la ingle, la mano que recorría la cara interna del muslo y con el dedo índice para ser preciso, hacia todo el contorno del tanga, donde acaba la piel desnuda y empieza la goma, para perderse por debajo tocando parte de su culo. Esos movimientos le estaban gustando, su respiración agitada era prueba irrefutable, sumado a leves suspiros y pequeños mordiscos en su labio inferior.


-Tienes que echarte hacia abajo para poder ponerme arriba y trabajar los hombros.


No dijo nada, simplemente se movió dejando su fina tela en contacto con mi pantalón. Yo quise que notara mi erección y presione un poco su zona íntima con mi bulto, añadiendo un gemido más que salía de sus labios.

Con suma delicadeza, doble su pierna derecha para bajar de la cama. Quite la almohada y coloque su cabeza encima de mi pantalón, llegó la hora de los hombros. Desde mi posición deslizaba mis manos hasta el inicio de sus pechos, sin tocarlos, seguía su contorno perdiendo mis manos en sus costillas.


-¿Sería mucho pedir que te quitaras los pantalones?. Me está rozando la cremallera en la cabeza.


-Si perdona, no me había dado cuenta de ello. -respondí.


Me los quité y aproveche para colocar mi pene completamente erecto a un lado. Volví a la posición inicial, pero esta vez su cabeza apoyaba directamente en mi paquete. Transcurridos unos minutos, note que levantaba un brazo y tocaba mi calzoncillo (eran unos bóxer), lo agarraba... hasta que metió sus dedos por dentro. Ahora el que suspiro y se sobresaltó fui yo, no me pillaba de sorpresa, es más, era la señal que estaba esperando pero los nervios se habían apoderado de mí en cierta medida.

Se dedicó a acariciar mi muslo como buenamente podía hasta que llegó a lo que estaba buscando, posó su mano sobre mí miembro y la dejó unos segundos, como buscando aprobación. Tomé la iniciativa y me olvidé de los hombros, acaricié sus pechos descaradamente sin miramientos y llegue a sus pezones, los cuales pellizque provocando un gemido en ella nada disimulado.


-Creo que te puedes quitar esto. - dijo tirando de mi bóxer.


Me levanté y lo quité bajo su atenta mirada, por supuesto estaba en plena erección y con líquido preseminal brillando en mi capullo. Me puse de rodillas a su lado, alzó su mano y la agarró, apretó y comenzó a subir y bajar despacio. Con mi mano izquierda tocaba sus pechos, los agarraba con fuerza y de vez en cuando pellizcaba mientras que la mano derecha bajaba por su vientre. Llegué al tanga e introduje mi mano comprobando una depilación perfecta, tenía tan solo una fina tira de vello. Me estiré más y pude comprobar con la palma de mi mano el calor y el flujo que emanaba. Dejé su raja entre mis dedos índice y corazón mientras subía y bajaba mi mano haciendo presión en sus labios, de vez en cuando cambiaba y era el dedo anular quien recorría la zona sin llegar a entrar, recogiendo su jugo y lubricando toda la zona con las yemas de mis dedos realizando círculos.

Ella se incorporó, bajo la mano hasta la base descapullando completamente mi pene mientras la otra se afanaba en agarrar mis huevos y acariciar mi ano. Con la punta de la lengua recorrió todo el tronco desde la base hasta el frenillo, echó saliva en mi capullo, la esparció con la lengua y se la metió entera en la boca. Lo hacía de maravilla, la sacaba, metía y saboreaba toda, con una cantidad de saliva inusual. Se chupo el dedo índice y después de jugar en la entrada de mi ano, sincronizo a la perfección la penetración con la engullida de mi polla. Denotaba una destreza abismal, enseguida alcanzó mi punto g. Agarre su cabeza con mis manos, baje y nos besamos torridamente, tuve que apartarla o de lo contrario me iba a correr ahí mismo.


He de añadir que soy conocedor de mis límites sexuales, tengo un pene que apenas alcanza los quince centímetros y en el coito apenas llegó a los diez minutos. Es por ello que he desarrollado sobremanera mis habilidades manuales y con la lengua para dar el máximo placer a mi mujer.


Coloque una almohada en su lumbar, baje suavemente el tanga y cuando salía por sus pies aproveche para lamer sus dedos. Hundí mi cabeza en su sexo, separe sus labios con mis dedos y pase la punta de mi lengua de arriba abajo, jugando con su clítoris, era delicioso, nunca había estado con una mujer que soltara tanto flujo. Mis dedos entraban con suma facilidad, los puse en forma de gancho y realizando movimientos enérgicos y succionando el clítoris conseguí que llegara al orgasmo.

Me incorporé y subí lamiendo cada centímetro de su cuerpo, la mordisqueé los pezones y besé su boca. Ella agarró mi miembro, frotó el capullo varias veces y con un movimiento se la metió entera. Ahora ya podía abandonarme al placer, tenía la sensación del deber cumplido. Bombee con todas mis ganas, a veces cuando la tenía dentro hacía movimientos circulares con mi pelvis acompañados de toda la presión que era capaz de ejercer hasta que al final acabé dentro de ella, extasiado.


La mezcla de jugos de su interior ayudó a que mi polla ya flácida saliera de ella. Permanecimos en esa posición y continuamos besándonos, acariciándonos.


-Quiero correrme otra vez, baja y haz lo que mejor sabes. -me ordenó al oído.


No dije nada, me deslice por su cuerpo hasta sus piernas y recogí con mi lengua toda la mezcla que de su interior emanaba dejándolo bien limpio.


-¿Te puedes dar la vuelta y ponerte a cuatro patas?. le pregunté.


No dijo nada y accedió, la almohada que estaba en su pelvis la dejé a la altura de su cabeza y ella interpretó la señal a la perfección posándose en ella. No quería desaprovechar la ocasión de catar su culo, es algo que mi mujer no me deja, por lo que me coloque detrás. Con mis manos abría sus nalgas todo lo que podía mientras mi lengua recorría sus dos orificios parando en su ano, intentando penetrarlo con la punta. Después de mucha saliva y jugar con el dedo decidí probar, para mi sorpresa entraba con suma facilidad, estaba claro que era habitual esta práctica en ella, además también ayudaba el hecho de que su excitación iba en aumento puesto que se estaba frotando el clítoris con la mano. Para entonces yo ya estaba empalmado otra vez pero antes decidí probar con dos dedos, más saliva y poco a poco los fui introduciendo sin problema, los dejé unos segundos quietos metidos hasta adentro y los saqué. Me agarre el miembro, lo frote por toda su vagina recogiendo todo el flujo posible, eché una buena cantidad de saliva en su orificio y apoyé el capullo. Con una ligera presión entró sin problemas, lo dejé unos instantes para que se amoldara y poco a poco fui penetrando hasta que mis huevos hicieron tope. El ritmo era suave, quería disfrutar del momento, la sacaba casi entera y cuando la metía aprovechaba para agarrar más fuerte su trasero, casi arañando su piel.


-Para un momento. -dijo mientras se separaba de mí.


-¿Ocurre algo?. -pregunté.


-No, pero quiero hacer una cosa.


Me cogió de la mano y nos dirigimos a la terraza, se apoyó en la barandilla y me ofreció su culo en pompa. Me coloque por detrás y nuevamente la volví a clavar por el mismo agujero. Esta vez no fui tan sensible, las embestidas eran más enérgicas y veloces. Agarré su pelo para acercar nuestros rostros, las lenguas se entrelazaron en un festival de saliva y gemidos, apreté ligeramente su cuello con una mano mientras que la otra le pellizcaba los pezones. Entre gemidos llegamos juntos al orgamo.


Nos besamos, se separó de mí y mientras se iba a la ducha me dijo:


-Vístete y marcha, deja alguna forma de contacto por si algún día yo o mi marido necesitamos un masaje.


Esa última parte, la del marido, me dejó descolocado. En un papel escribí mi nick de ********, es discreto y no necesitas dejar número de teléfono. Me vestí y marche por donde vine. El ascensor paró en el tercero, una vecina de su misma edad aproximadamente entró.


-Buenos días ¿bajas?. -preguntó mirándome de arriba abajo.


-Buenos días. Si.


Me preguntaba si aquella señora u otro vecino había oído los gemidos, una cosa es que nadie nos pudiera ver, pero oír...tal vez algún día salga de dudas.
 
Muy buenas a todos, por fin puedo acceder plenamente al foro. Somos pareja del norte de España de 40 años. Todos los nombres que aparezcan son ficticios obviamente. Me gustaría compartir con vosotros un relato que he publicado en otro sitio. He de aclarar que los relatos que escribo son 70% ficticios, me gustaría que sucedieran pero por ahora no se dan las circunstancias.



7 de septiembre de 2023, un calor infernal para la época en el norte de España y mi segundo día en el gimnasio después de 1 año sin ir. Excusas las de siempre, el niño, las extraescolares, los turnos de trabajo y porque no decirlo... vagancia, sí, a no hacer nada se acostumbra uno rápido.


Después de terminar me pedí un café con hielo en el bar al que siempre voy después de entrenar, salí fuera a la única mesa con sombra que había para fumar y mirar el móvil. En ese momento apareció una mujer de unos 55 años, estatura media y complexión delgada. Aún siendo de tez blanca, lucía un ligero moreno acompañado de unos labios pintados de rojo intenso y cabello a media melena teñida de rubio. Llevaba puesto un vestido blanco de cuello ancho redondo sin mangas y por encima de la rodilla.

Salió con un Bitter Kas buscando sombra, me miró, titubeo y al final se sentó en la mesa de al lado a pleno sol.


-Vaya calor tenemos hoy y casi no hay sombra. -comenté a modo de saludo.


-Si, están todas libres pero al sol. Me voy a asfixiar aquí. ¿Me puedo sentar en tu mesa? te prometo que no te doy la chapa. -respondió y aprovecho para pedir permiso.


-Sin problemas mujer, estoy yo solo y hay sitio para los dos.


-Muchas gracias. Ya siento sentarme en tu mesa, están todas vacías pero al sol.


-Tranquila entramos de sobra. -respondí y acto seguido seguí mirando el móvil.


Hasta ese momento no me había fijado en su pecho, sería una talla 85 y bastante firme. Cada uno seguíamos a lo nuestro, fumando y mirando el móvil. Note que hacía movimientos extraños con el cuello, como si tuviera alguna dolencia y de vez en cuando se llevaba la mano a la lumbar.


-¿Dolor de espalda?. -interpele para romper el hielo.


-Si la verdad, he venido de vacaciones con dolor de cuello y el fisioterapeuta al que voy no me da cita hasta dentro de una semana. Además he intentado que se me pasara nadando y después de un mes sin hacer nada también tengo las piernas cargadas.


-¿Has probado a ir al del polideportivo?. Es muy bueno y a parte es económico.


Le aconsejé ése porque es al que acudo cuando tengo una lesión y nunca falla, tanto mi mujer como familiares son asiduos y siempre hablan bien de él.


-Pues no, siempre voy a uno que está en el casco viejo, ¿crees que me dará cita?.


-Toma, llama y prueba. -dejé mi móvil encima de la mesa con el teléfono del fisioterapeuta.


-Ahora mismo. -sacó su teléfono y llamó, uno, dos, tres tonos... y cogió al cuarto.


No hubo suerte, acababa de venir de vacaciones y tenía la agenda peor que el suyo, hasta dentro de dos semanas no tenía hueco.


-¡Pues sí que están solicitados!. -exclamé sorprendido.


-Eso parece, me toca aguantar y esperar dos semanas por lo menos. -dijo mientras seguía moviendo el cuello.


-Oye, dile a tu pareja o a algún amigo que te de un masaje, ya se que no es lo mismo, no te va a solucionar la contractura o lo que tengas pero igual te alivia y relaja la zona. Yo se los suelo dar a mi mujer y algo hace...


En principio esa proposición no tenía doble sentido ni mucho menos, yo suelo dar algún que otro masaje a mi mujer cuando tiene la espalda cargada y el profesional no está disponible, además lo bueno es que suelen acabar bien... Es algo que siempre me ha gustado, no trabajo de ello pero he de decir que aparte de leer un libro y varios artículos he visto muchos videos de profesionales. Si se quiere hacer bien es imprescindible aprender, de lo contrario lo único que haces es frotar su piel con tus manos. Eso sí, como los servicios de un buen masajista o fisioterapeuta no hay nada.


-Mi marido no sabe, alguna vez me ha dado algún masaje en la espalda y nada, si aprieta me hace daño y si no lo hace no noto nada.


-Pues no te va a quedar otra que esperar dos semanas y rezar por que el dolor no vaya a más. -sentencie.


-Oye, ¿tú podrías darme un masaje?, vivo aquí al lado y si quieres te puedo pagar.


Me pregunto como si fuera lo más normal del mundo, realizar semejante proposición a una persona de la cual no sabes ni su nombre.Me dejó bastante descolocado, no sabía muy bien que responder he intente ser lo más cordial posible en mi negativa.


-Haber, yo solo se los he dado a mi mujer y algo hace pero ni por asomo logró quitar su dolor de espalda. No me gustaría intentarlo y agravar tu situación y mucho menos cobrar por ello.


-Si a ella le funciona a mi me vale. Además hemos terminado la consumición y aquí hace más calor por momentos. -sentenció levantándose de la silla y haciendo ademán de marcharse.


Y así sin comerlo ni beberlo me metí en semejante berenjenal.

Mientras íbamos andando aprovechamos para hablar y presentarnos, ella se llamaba Isabel, trabaja en un bufete de abogados, casada y sin hijos.

Llegamos a su portal, subimos a la última planta y para adentro. Decoración minimalista, moderna y por supuesto todo impoluto.


-Bueno y como hacemos, en el sofá, cama, silla... lógicamente camilla no tengo.


-En una cama y si es de noventa mejor, así me puedo mover más fácil por los dos lados.


-No, como te he comentado no tengo hijos, por lo que todas las camas son grandes. Así que lo hacemos en mi dormitorio.


Recorrimos el pasillo hasta el fondo y tras la puerta apareció un dormitorio muy grande, cama de uno cincuenta, vestidor y baño con ducha grande en la cual entraban dos personas. Lo que más me llamó la atención fue la terraza, para acceder a ella había una cristalera de lado a lado con una puerta corredera de cristal, afuera dos tumbonas para tomar el sol, una mesa y dos sillas. No pude evitar salir y asomarme, las vistas eran increíbles, se veía desde la desembocadura de la Ría del Nervión hasta casi la Torre Iberdrola de Bilbao y por supuesto libre de miradas indiscretas.


-Vaya vistas tienes desde aquí y encima te da el sol casi todo el día.


-Sí, suelo tomar el sol aquí cuando tengo tiempo y en cuanto a las vistas... poco más que añadir, hablan por sí solas. ¿Qué me pongo para el masaje?


-Un bikini es suficiente, una toalla de lavabo y como supongo que aceite de masajes no tienes pues crema hidratante.


No me gusta la crema hidratante, es un engorro para este cometido. Al poco tiempo la piel la absorbe y tienes que echar más constantemente.


-Bikini no tengo, solo uso bañadores para ir a nadar por lo que me quedo en ropa interior.


-Esta bien, te espero aquí afuera si no te importa mientras te cambias.


Salió de la terraza hacia el vestidor, intenté no mirar pero la curiosidad me podía y gire ligeramente la cabeza, pude observar como se quitaba primero los zapatos y los colocaba en una repisa, después bajó la cremallera lateral, se subió el vestido quedándose en ropa interior y lo colgó en una percha. Llevaba unas bonitas bragas blancas brasileñas, el sujetador no pude verlo. Se notaba que metía horas en la piscina, tenía una espalda trabajada, trasero en su sitio y piernas bien definidas.

Lo que ocurrió después me dejó un poco descolocado, se bajó las bragas hasta los tobillos doblando su espalda, sacando primero un pie y luego el otro. Evidentemente pude ver perfectamente su orificio anal y por primera vez se me empezó a poner morcillona. Acto seguido saco de un cajón un tanga de color blanco sin costuras y repitió operación pero a la inversa. Cuando se lo estaba colocando me giré y esperé a que me llamara.


-Puedes empezar cuando quieras. -me instó con tono elevado para que oyera.


Se encontraba tumbada boca abajo en la cama con el pelo hacia la derecha, en la mesilla una toalla blanca y el bote de crema hidratante. Me coloque en su lado izquierdo y extendí la toalla por encima de su culo perpendicular a ella.


-¿Te puedo desabrochar el sujetador? me molesta para trabajar en la zona.


-¡Sí claro! se me había olvidado.


Quite el cierre y coloque a ambos lados de su espalda. Cuando iba a proceder con la crema note que se levantaba.


-Será mejor que me lo quite totalmente porque te van a molestar los tirantes.


Se incorporó apoyándose sobre sus antebrazos, primero se quitó el lado derecho y luego el opuesto quedando sus pechos colgados rozando con la sábana los pezones. Estiró el brazo y me dio el sujetador para que lo dejara en la mesilla mientras se volvía a tumbar. En ese momento yo notaba una presión incipiente en mi entrepierna y me había puesto bastante nervioso. Antes de empezar pude observar que su espalda carecía de marca alguna de sol y me vino la imagen a la cabeza de sus pechos, los cuales también lucían morenos.


Comencé echando abundante crema en mis manos y repartiendo desde el cuello hacia los hombros, rápido me di cuenta que quedarme de pie a su lado iba a ser muy incómodo. En casa siempre me pongo encima de mi mujer pero aquí me parecía pasarse, de momento decidí continuar como estaba.

Empecé por sus hombros bajando ligeramente haciendo hincapié entre las escápulas y continúe por la espalda baja. Después decidí trabajar su brazo izquierdo que es el que tenía más a mano, para ello lo estire apoyándolo sobre mí, recorría toda su extensión desde la mano hasta el hombro y bajaba por sus costillas. Para repetir la operación por el otro lado no me quedó otra que subir a la cama, acción que ella noto porque giró su cabeza en mi dirección abriendo los ojos para ver qué pasaba. Al estar de rodillas, su brazo derecho quedó extendido sobre mí muslo llegando la mano casi a mi entrepierna, rápidamente vi la situación y la coloqué para afuera. Mientras cogía más crema, fue ella la que movió su mano a la posición inicial. En ese momento me estaban entrando sudores fríos por la situación y estaba empezando a empalmarme muy seriamente.

Al terminar con su brazo decidí trabajar las lumbares, era horrible desde esa posición y he de reconocer que se me estaba cargando la espalda.


-¿No estás incómodo en esa posición?. -preguntó ella.


-Si la verdad, normalmente me subo encima de Alicia.


-Pues no te cortes, si así vas a estar más cómodo y lo vas a hacer mejor... adelante.


Me puse de rodillas dejando sus piernas entre las mías por debajo de su culo manteniendo un ligero contacto. Ahora si podía hacer bien el masaje. Continúe por las lumbares con movimientos que iban desde la columna a los laterales y hacia arriba con las dos manos a la vez para terminar en sus hombros. Para hacer más hincapié en la zona baja de la espalda, retiré un poco la toalla y bajé un poco el tanga hasta ver el inicio de su trasero. Realice fuertes presiones con mis pulgares en el centro haciendo círculos para después recorrer su piel hasta los laterales por debajo de la goma del tanga. Para finalizar con la espalda, me bajé de la cama y eché abundante crema para repartirla por todos lados, no desaproveche la ocasión de introducir ligeramente las puntas de mis dedos por la única prenda de ropa que tenía puesta, pudiendo comprobar el inicio de un trasero bien firme.

Era el turno de las piernas, las separé y me volví a subir a la cama. Empecé por los gemelos haciendo presión con los pulgares desde el tendón de Aquiles hasta la parte de atrás de la rodilla. Cuando terminé le abrí un poco más las piernas y me coloque en medio. Entre la vista tan bonita que tenía, la ola de calor y que el sol estaba pegando en toda la cristalera la temperatura de la habitación y de mi cuerpo había subido considerablemente y estaba sudando bastante.

Para hacer la última parte que me quedaba le subí la toalla para arriba, dejando prácticamente todo su trasero a la vista. Creo que no lo vio venir porque dio una sacudida, calambre, no se, como sorprendida, acompañado de un pequeño suspiro que apenas pude apreciar, pero el sorprendido fui yo cuando abrió más las piernas dejando una vista perfecta de su entrepierna.


-¿Estás bien?. -pregunté irónicamente.


-Si si, sigue que lo haces muy bien. Ha sido una corriente de aire que ha entrado, ¿tú no tienes calor?.


-Pues sí la verdad, hace bastante aquí, encima está dando justo en la fachada.


-Si quieres puedes quitarte la camisa, por mí no te cortes.


Si ella no pasaba apuro por quedarse casi desnuda delante de una persona la cual hacía solo una hora y media que acababa de conocer, yo no iba a ser menos y me quite la camisa.


Siempre hecho el aceite (en este caso crema) en mis manos para repartirla por el cuerpo pero esta vez cogí el bote y eche un hilo que iba desde la parte baja de los muslos hasta la nalga, era toda una declaración de intenciones, no me quería ir sin tocar ese formidable culo. Con las dos manos a la vez, subía por la pierna izquierda desde abajo hasta el moflete sin miramientos y al bajar, giraba mi mano derecha siguiendo la forma de la nalga. En todo momento veía su cara y expresaba relajación, observaba como cada vez que tocaba su culo, se le abría ligeramente la boca. También se veía humedecido el tanga, no se si por el sudor o porque lo estaba mojando con sus jugos.

Este paso lo repetí varias veces en cada pierna y para finalizar quise arriesgar un poco más. Mis manos subieron por ambas piernas hasta llegar a la goma del tanga, tuve la tentación de tirar y quitárselo pero me contuve, opte por abrir mis manos al máximo y con las yemas de los dedos recorrer todo su culo, como si estaría amasando pan, juntando mis pulgares que se perdían ligeramente por la línea que separaba ambas nalgas y bajando hasta rozar ligeramente la tela. En ese momento su respiración se agitó, incluso arqueo un poco la espalda para facilitar la tarea. Estaba claro lo que podía pasar pero yo no quería dar ese paso, prefería que fuera ella la que tomara la iniciativa. Para relajar el ambiente, me baje de la cama y coloque la toalla por debajo de sus omóplatos con la intención de que se cubriera el pecho cuando se diera la vuelta.


-¿Tienes otra toalla pequeña?. -pregunté.


-Pues creo que sí, pero... ¿para que la quieres?


-Te la puedo poner en los ojos ahora cuando te des la vuelta y así no te hace daño tanta luz, un antifaz también vale, de esos que dan en los aviones cuando se hacen viajes largos.


-No te preocupes, uso la toalla que tengo aquí.


-Ya bueno, esa es para tapar tus pechos. -respondí incrédulo.


-No me importa, aunque tomo poco el sol siempre lo hago desnuda, mi marido y yo practicamos nudismo y no me voy a ruborizar ahora.


Y acto seguido se puso boca arriba, me observo un momento y mientras se cubría la mitad de su cara con la toalla y quedándose prácticamente desnuda ante mí, añadió:


-Veo que al final te has quitado la camisa.


-Si, hace bastante calor aquí… -mientras ella esbozó una ligera sonrisa.


Me subí a la cama y desde la derecha coloqué su brazo sobre mí tripa, masajeaba desde la mano hasta el hombro, haciendo pequeñas presiones circulares arriba, muy cerca de sus pechos. Añadir que yo estaba completamente empalmado, era imposible no estarlo con semejante belleza delante. Pasé al otro lado y repetí el proceso, pero nada más empezar su mano se deslizó quedando encima de mi paquete, un calambre recorrió todo mi cuerpo, ella no hacía nada y yo seguí, intentando relajarme y no hacer ninguna bobada. Tocaba el turno de las piernas, me coloque entre ellas y empecé a masajear sus muslos, del medio hacia afuera. Abrí un poco más sus piernas, ahora si podía ver que su tanga estaba bastante empapado, tanto que se pegaba a su cuerpo marcando su raja. Cuando llegaba a la ingle, la mano que recorría la cara interna del muslo y con el dedo índice para ser preciso, hacia todo el contorno del tanga, donde acaba la piel desnuda y empieza la goma, para perderse por debajo tocando parte de su culo. Esos movimientos le estaban gustando, su respiración agitada era prueba irrefutable, sumado a leves suspiros y pequeños mordiscos en su labio inferior.


-Tienes que echarte hacia abajo para poder ponerme arriba y trabajar los hombros.


No dijo nada, simplemente se movió dejando su fina tela en contacto con mi pantalón. Yo quise que notara mi erección y presione un poco su zona íntima con mi bulto, añadiendo un gemido más que salía de sus labios.

Con suma delicadeza, doble su pierna derecha para bajar de la cama. Quite la almohada y coloque su cabeza encima de mi pantalón, llegó la hora de los hombros. Desde mi posición deslizaba mis manos hasta el inicio de sus pechos, sin tocarlos, seguía su contorno perdiendo mis manos en sus costillas.


-¿Sería mucho pedir que te quitaras los pantalones?. Me está rozando la cremallera en la cabeza.


-Si perdona, no me había dado cuenta de ello. -respondí.


Me los quité y aproveche para colocar mi pene completamente erecto a un lado. Volví a la posición inicial, pero esta vez su cabeza apoyaba directamente en mi paquete. Transcurridos unos minutos, note que levantaba un brazo y tocaba mi calzoncillo (eran unos bóxer), lo agarraba... hasta que metió sus dedos por dentro. Ahora el que suspiro y se sobresaltó fui yo, no me pillaba de sorpresa, es más, era la señal que estaba esperando pero los nervios se habían apoderado de mí en cierta medida.

Se dedicó a acariciar mi muslo como buenamente podía hasta que llegó a lo que estaba buscando, posó su mano sobre mí miembro y la dejó unos segundos, como buscando aprobación. Tomé la iniciativa y me olvidé de los hombros, acaricié sus pechos descaradamente sin miramientos y llegue a sus pezones, los cuales pellizque provocando un gemido en ella nada disimulado.


-Creo que te puedes quitar esto. - dijo tirando de mi bóxer.


Me levanté y lo quité bajo su atenta mirada, por supuesto estaba en plena erección y con líquido preseminal brillando en mi capullo. Me puse de rodillas a su lado, alzó su mano y la agarró, apretó y comenzó a subir y bajar despacio. Con mi mano izquierda tocaba sus pechos, los agarraba con fuerza y de vez en cuando pellizcaba mientras que la mano derecha bajaba por su vientre. Llegué al tanga e introduje mi mano comprobando una depilación perfecta, tenía tan solo una fina tira de vello. Me estiré más y pude comprobar con la palma de mi mano el calor y el flujo que emanaba. Dejé su raja entre mis dedos índice y corazón mientras subía y bajaba mi mano haciendo presión en sus labios, de vez en cuando cambiaba y era el dedo anular quien recorría la zona sin llegar a entrar, recogiendo su jugo y lubricando toda la zona con las yemas de mis dedos realizando círculos.

Ella se incorporó, bajo la mano hasta la base descapullando completamente mi pene mientras la otra se afanaba en agarrar mis huevos y acariciar mi ano. Con la punta de la lengua recorrió todo el tronco desde la base hasta el frenillo, echó saliva en mi capullo, la esparció con la lengua y se la metió entera en la boca. Lo hacía de maravilla, la sacaba, metía y saboreaba toda, con una cantidad de saliva inusual. Se chupo el dedo índice y después de jugar en la entrada de mi ano, sincronizo a la perfección la penetración con la engullida de mi polla. Denotaba una destreza abismal, enseguida alcanzó mi punto g. Agarre su cabeza con mis manos, baje y nos besamos torridamente, tuve que apartarla o de lo contrario me iba a correr ahí mismo.


He de añadir que soy conocedor de mis límites sexuales, tengo un pene que apenas alcanza los quince centímetros y en el coito apenas llegó a los diez minutos. Es por ello que he desarrollado sobremanera mis habilidades manuales y con la lengua para dar el máximo placer a mi mujer.


Coloque una almohada en su lumbar, baje suavemente el tanga y cuando salía por sus pies aproveche para lamer sus dedos. Hundí mi cabeza en su sexo, separe sus labios con mis dedos y pase la punta de mi lengua de arriba abajo, jugando con su clítoris, era delicioso, nunca había estado con una mujer que soltara tanto flujo. Mis dedos entraban con suma facilidad, los puse en forma de gancho y realizando movimientos enérgicos y succionando el clítoris conseguí que llegara al orgasmo.

Me incorporé y subí lamiendo cada centímetro de su cuerpo, la mordisqueé los pezones y besé su boca. Ella agarró mi miembro, frotó el capullo varias veces y con un movimiento se la metió entera. Ahora ya podía abandonarme al placer, tenía la sensación del deber cumplido. Bombee con todas mis ganas, a veces cuando la tenía dentro hacía movimientos circulares con mi pelvis acompañados de toda la presión que era capaz de ejercer hasta que al final acabé dentro de ella, extasiado.


La mezcla de jugos de su interior ayudó a que mi polla ya flácida saliera de ella. Permanecimos en esa posición y continuamos besándonos, acariciándonos.


-Quiero correrme otra vez, baja y haz lo que mejor sabes. -me ordenó al oído.


No dije nada, me deslice por su cuerpo hasta sus piernas y recogí con mi lengua toda la mezcla que de su interior emanaba dejándolo bien limpio.


-¿Te puedes dar la vuelta y ponerte a cuatro patas?. le pregunté.


No dijo nada y accedió, la almohada que estaba en su pelvis la dejé a la altura de su cabeza y ella interpretó la señal a la perfección posándose en ella. No quería desaprovechar la ocasión de catar su culo, es algo que mi mujer no me deja, por lo que me coloque detrás. Con mis manos abría sus nalgas todo lo que podía mientras mi lengua recorría sus dos orificios parando en su ano, intentando penetrarlo con la punta. Después de mucha saliva y jugar con el dedo decidí probar, para mi sorpresa entraba con suma facilidad, estaba claro que era habitual esta práctica en ella, además también ayudaba el hecho de que su excitación iba en aumento puesto que se estaba frotando el clítoris con la mano. Para entonces yo ya estaba empalmado otra vez pero antes decidí probar con dos dedos, más saliva y poco a poco los fui introduciendo sin problema, los dejé unos segundos quietos metidos hasta adentro y los saqué. Me agarre el miembro, lo frote por toda su vagina recogiendo todo el flujo posible, eché una buena cantidad de saliva en su orificio y apoyé el capullo. Con una ligera presión entró sin problemas, lo dejé unos instantes para que se amoldara y poco a poco fui penetrando hasta que mis huevos hicieron tope. El ritmo era suave, quería disfrutar del momento, la sacaba casi entera y cuando la metía aprovechaba para agarrar más fuerte su trasero, casi arañando su piel.


-Para un momento. -dijo mientras se separaba de mí.


-¿Ocurre algo?. -pregunté.


-No, pero quiero hacer una cosa.


Me cogió de la mano y nos dirigimos a la terraza, se apoyó en la barandilla y me ofreció su culo en pompa. Me coloque por detrás y nuevamente la volví a clavar por el mismo agujero. Esta vez no fui tan sensible, las embestidas eran más enérgicas y veloces. Agarré su pelo para acercar nuestros rostros, las lenguas se entrelazaron en un festival de saliva y gemidos, apreté ligeramente su cuello con una mano mientras que la otra le pellizcaba los pezones. Entre gemidos llegamos juntos al orgamo.


Nos besamos, se separó de mí y mientras se iba a la ducha me dijo:


-Vístete y marcha, deja alguna forma de contacto por si algún día yo o mi marido necesitamos un masaje.


Esa última parte, la del marido, me dejó descolocado. En un papel escribí mi nick de !!!NORMA DEL FORO VULNERADA,MODERADORES AVISADOS!!!, es discreto y no necesitas dejar número de teléfono. Me vestí y marche por donde vine. El ascensor paró en el tercero, una vecina de su misma edad aproximadamente entró.


-Buenos días ¿bajas?. -preguntó mirándome de arriba abajo.


-Buenos días. Si.


Me preguntaba si aquella señora u otro vecino había oído los gemidos, una cosa es que nadie nos pudiera ver, pero oír...tal vez algún día salga de dudas.
Bien redactado, se lee a gusto y además es excitante. ¡Enhorabuena!
 
De momento precioso y sutiles insinuaciones y adelantos, con un final perfecto pero, por el título "cambio nuestra vida..."
supongo habrá continuación y al decir "nuestra", sera que tu mujer participará? o eso, o es que te vas con ella!
Excelente
 
De momento precioso y sutiles insinuaciones y adelantos, con un final perfecto pero, por el título "cambio nuestra vida..."
supongo habrá continuación y al decir "nuestra", sera que tu mujer participará? o eso, o es que te vas con ella!
Excelente
Con el tiempo veremos como avanza la historia. Es verdad que el titulo hace spoiler, venía de tres relatos anteriores pero no me gusta como quedaron, eran demasiado directos e irreales. Estoy pensando en darles una vuelta y adaptarlos a algo más real, que puedan seguir con este inicio. Os mantendré informados y gracias por leer, un abrazo.
 
Joder que bueno, que pajote me he hecho.y encima vivimos cerca. Para cuando un masaje a mi mujer? O a los dos.. Eso si que sería real. 😉
 
Después de mi encuentro con Isabel, intento involucrar a Alicia en mis fantasías y cambiar nuestra forma de ver y sentir el sexo.

Antes de empezar me gustaría hacer una pequeña presentación. Somos una pareja del norte de España, tenemos 40 años y llevamos juntos desde los 19. Ella es morena, 1,53 y 58kg, usa una 95C y tiene un buen culo. Yo mido 1,76, 92kg y una polla del montón. En el terreno sexual, desde que tenemos críos, con suerte una vez al mes. Ella no es muy fogosa y tampoco da pie a cumplir mis fantasías, suelo ser yo el que tira del carro. Siempre me ha gustado la idea de hacer tríos o intercambios de pareja, se lo he propuesto y siempre ha dicho que no, incluso primero con un hombre o ella sola con un hombre. Tan solo una vez hablamos seriamente sobre un intercambio de pareja y dijo que si lo haríamos, sería en habitaciones diferentes, que no quería que yo viese lo que hacía. Será porque cuando se pone muy cachonda se desinhibe bastante y seguro que haría cosas que conmigo no hace. Después de mi encuentro extramatrimonial, creo que ha llegado el momento de arriesgar más e intentar cambiar nuestra vida sexual.

Navegando por una página de dogging, tuve la suerte de conocer a un hombre, Juan. Tiene 46 años, mide uno setenta y cinco, complexión delgada y se mantiene en forma. En el terreno sexual, él tiene relaciones con un pareja fija y exporadicamente con un hombre casado (es bisexual).

Manteníamos una conversación fluida por ********, yo le hablaba de mis fantasías, entre ellas: ver a Alicia con otro hombre, hacer tríos o intercambios e incluso que a mí me gustaría probar con otro hombre. La verdad es que era agradable, buena conversación, muy comprensivo y paciente. No le importaba que al final no consiguiera nada con nosotros. Es de agradecer poder hablar libremente con alguien así, normalmente muchos solo quieren follar a tu mujer o darte por el culo y si es para ayer, mejor. Me comentó que lo mejor para empezar es un contacto indirecto, casual, que ella piense que no está premeditado y ver su reacción.

La primera toma de contacto iba a ser en un probador de ropa, la idea era aprovechar que íbamos a comprar a una tienda de un centro comercial, él estaría en el probador de enfrente y luego me contaría que ha pasado, no añadió nada más.

Llegó el sábado, estábamos en el centro comercial y manteníamos contacto por teléfono. Por supuesto yo estaba nervioso, nunca nos habíamos visto en persona, solo en fotos. El ya tenía previsto la tienda y conocía los probadores, solo faltaba que iríamos. Tras recorrer dos tiendas, nos dirigimos a la indicada y se lo hice saber. Alicia escogió alguna prenda y enfilo los probadores, había cola. Ahí fue cuando nos vimos por primera vez, miró hacia nosotros, nos vio y ni un gesto. Él estaba el primero y ella la última, entre los dos tres personas más. Entraron todos y yo esperé fuera. Mi excitación era máxima, no sabía que iba a pasar. Alicia salió primera sin ningún signo aparente de que hubiera pasado nada fuera de lo normal, fuimos a caja y pagamos. Enseguida recibí un mensaje.

-Imposible hacer nada, no estaba enfrente de ella. Avísame a que tienda vais.

Seguimos la tarde de compras y fuimos a una tienda de lencería femenina, ni me moleste en mandar mensaje, ahí no se podía hacer nada. Después la oportunidad se presentó, acudimos a una que venden ropa tanto para hombres como para mujeres, mande mensaje y tocaba esperar. La verdad es que mi mujer se recreó bastante en la tienda y cogió varias prendas, entre ellas un vestido y un vaquero. Yo intentaba disimular como podía, pero cada dos por tres miraba en todas direcciones buscando a Juan. Nos dirigimos a los probadores, una persona se colocó detrás nuestro y nos preguntó la hora, era él, mi pulso se aceleró, nunca había oído su voz ni estado tan cerca. He de añadir que la fragancia que utilizaba olía muy bien. Entró Alicia, yo me quedé fuera y vi que ahora sí, Juan entró en la cabina de enfrente. Pasaron como unos seis o siete minutos, salió mi mujer primero devolviendo todas las prendas menos el vestido y nos dirigimos a pagar. Ahora si la notaba ciertamente nerviosa, como con prisa por marchar, pero en ningún momento dijo nada ni miró a su alrededor. La tarde siguió como empezó, fuimos a un par de tiendas más y yo mandando mensajes a Juan. Recibí un mensaje suyo muy escueto.

-Está hecho, luego te cuento. Suficiente por hoy.

¡Está hecho!. ¿Qué cojones estaba hecho?, me preguntaba a mí mismo. No tenía ni idea de lo que había ocurrido pero bueno, no me quedaba otra que esperar a que me escribiera. Al final cenamos allí, fuimos a recoger al crio donde mis suegros y esa noche tuvimos sexo, no note nada especial en el acto, ni mayor fogosidad por parte de Alicia ni prácticas diferentes. Si hubo algo que me llamó la atención y es el hecho de que por la mañana, antes de que se despertara el crío, quiso repetir. He de añadir que es raro en ella, cuando estamos solos en un hotel no, porque nos despertamos tarde y el niño no está, pero en casa, madrugar para follar no es habitual en ella. Me fui a desayunar, encendí el móvil y ahí estaba el mensaje de Juan.

"Hola, ha ido muy bien. Dejé la cortina un poco abierta y me desnudé de cintura para arriba. Ella la tenía cerrada, así que espere hasta que se movió, al parecer probándose algo debió tocarla y se abrió ligeramente. Yo no la veía pero tenía que probar, me quite todo menos la ropa interior y empecé a tocarme por encima para que se me pusiera dura. Se movió para atrás y pude ver como se quitaba un pantalón vaquero y a duras penas vi que llevaba un tanga negro. Giró su cabeza y me vio, en ese momento me puse la camisa para disimular y me di la vuelta. A través del espejo podía verla, no cerró la cortina, es más, diría que la abrió un poco más y se quedó mirando mi culo, me quedé quieto unos instantes y me volví a quitar el nicki quedándome de perfil. En ese momento me baje los calzoncillos quedandome completamente desnudo y bien erecto, lo hacía sin mirar a ella, como si no supiera que estaba. Lo que hizo tu mujer me gusto, se quedó mirando a su espejo y se quitó la parte de arriba sin cerrar la cortina, posteriormente se probó el vestido, dio un par de vueltas sobre sí misma y se lo quito. Yo para entonces me estaba masturbando, siempre sin mirarla (la veía por el espejo). Acto seguido se vistió, salió y paró dos segundos para mirar detenidamente mi miembro, nuestras miradas se cruzaron a través del espejo un instante, sonrió y se fue".

Me sorprendió que Alicia respondiera así, lo normal hubiera sido que corriera la cortina y al salir me contara lo que había visto.
Esa semana seguimos hablando Juan y yo, me dijo que mi mujer era más guapa en persona que en fotos y ya estaba pensando en el siguiente paso. Le comenté que el sábado íbamos a ir a Bilbao a ver un monólogo acompañados de más parejas, al finalizar, ellas se iban quedando mi mujer y yo solos. Enseguida urdió un plan.

-¿Alguna vez habéis ido a un sex-shop?. -preguntó.

-Sí, pero de eso hace mucho. Ahora si queremos algún juguete solemos comprar en tiendas online. -contesté.

-Bueno, cuando os quedéis solos, vais al sex-shop que está dos calles más abajo. De tu parte queda lograr que entréis a una cabina, si lo consigues me avisas. Yo estaré fuera, no puedo entrar antes porque me reconocería.

El plan estaba trazado, no daba un duro porque sucediera nada pero tenía que intentarlo. El ir a la tienda no era difícil, aunque tenemos varios juguetes siempre es bueno añadir alguno más o simplemente comprar lubricante. Además al que acudiremos hemos ido en anteriores ocasiones y la mujer que lo regenta es muy simpática y atenta. Lo que desconocía era que habían puesto cabinas de glory hole y éso iba a ser la parte difícil, lograr convencer a Alicia para entrar.

Llego el día, casualidades de la vida Alicia había escogido para la ocasión el vestido que compró la semana anterior, es entallado con vuelo por encima de la rodilla de color rojo y lo conjunto con unas sandalias atadas al tobillo. La tarde transcurrió con normalidad, vimos el monólogo, tomamos algo con los amigos y nos quedamos solos. Fue entonces cuando nos dirigimos al sex-shop, era algo que ya teníamos planeado de casa.

Nada más acercarnos vimos que había sido remodelado, era más grande al añadir una lonja aledaña y cuando entramos, para nuestro agrado, seguía la misma persona al frente del negocio. Dimos una vuelta, escogimos un lubricante y fundas para los dedos, nos hicieron gracia, fueron de los primeros juguetes que tuvimos, las hay estriadas, con puntos... Nos acercamos al mostrador a preguntar por el vibrador Lush 3, nos explicó cómo funcionaba, no es barato pero es algo que puede dar mucho juego, al final decidimos comprarlo. Al pagar la dependienta se acordó de nosotros, aprovechando que no había nadie nos enseñó las nuevas instalaciones. Después de cinco minutos llegamos a las cabinas de glory hole, nos explicó el funcionamiento, las medidas de higiene y precios. La cara de Alicia no era de entusiasmo precisamente pero la dependienta la ánimo.

-Si queréis, ya que os habéis dejado bastante dinero y sois clientes habituales os dejo entrar gratis a la doble, así las probáis.

-No se, no lo veo muy claro, no soy exhibicionista -contestó Alicia.

-Si mujer, por probar no pasa nada, además ahora no hay nadie.

-A parte de que ahora no hay nadie, como os he comentado, si tú no quieres abrir las trampillas nadie os va a ver o lo que sea...

Alicia estaba dubitativa, por lo que tuve que actuar rápido.

-Mira, entramos un rato y si no estás a gusto nos vamos. -dije mientras agarraba su mano y entrábamos.

-No se hable más pareja, que lo paséis bien. -se despidió de nosotros mientras cerraba la puerta y nos guiñaba un ojo.

Mientras Alicia comprobaba que la puerta y trampillas estuvieran bien cerradas, mandé un mensaje a Juan.

"Dentro".

El habitáculo era bastante grande, tenía dos metros de ancho por tres de largo, en la pared del fondo una pantalla para ver películas y en el centro de la habitación un sillón tantra de color rojo. Esta cabina es distinta a lo que había visto en videos, a parte de la trampilla redonda tiene dos más grandes arriba para poder meter las manos.

Ponemos una película de esas mal llamadas porno para mujeres, empezamos a besarnos sentados en el sillón y recorro el muslo de Alicia con mi mano notando como se eriza su piel.

-Comprueba que están bien cerradas las trampillas y la puerta. -me ordenó mientras no paraba de mirar a todas partes.

Su comportamiento es normal, no le gusta que nos grabemos como para que le guste que nos miren. Volvemos donde lo habíamos dejado, besándonos y empiezo a meter mi mano por debajo de su vestido. Llegando a su zona íntima la noto muy mojada, más de lo normal para acabar de empezar. Mientras la empiezo a rozar con mis dedos por encima del tanga ella empieza a desabrochar mi pantalón y a tocarme por encima del calzoncillo. Para estar más cómodo me quito los pantalones y estando de pie me desnuda de cintura para abajo, me da un pequeño lametón y me dice que me siente, empieza a pajearme y yo aprovecho para tocarla por encima del tanga. Lo aparto a un lado para poder lamer ese charco que se está formando, la meto un dedo y noto como se estremece. Con la otra mano le bajó los tirantes y queda el vestido por debajo de los pechos, a lo primero duda pero susurro en su oído que nadie mira. Quito su vestido y se queda con un precioso sujetador negro de encaje y tanga a juego. Me desprendo de la ropa que me quedaba, ella se sienta en el sillón y con su dedo índice me indica que sumerja mi cabeza entre sus piernas.

Su excitación va en aumento, mientras trabajo con mi lengua aprovecho para pellizcar sus pezones por dentro del sujetador. Me aparta para ponerse de rodillas, agarra mi miembro y comienza una mamada que me sabe a gloria, está totalmente inmersa en la tarea sin preocuparse de las trampillas hasta que unos golpes nos sorprende.

-¿Qué ha sido esos?. -preguntó mientras sus brazos intentaban tapar los pechos.

-No lo sé, creo que hay alguien en la cabina de al lado.

-Pues se acabó, nos vestimos y nos vamos.

-Espera espera, las trampillas están cerradas, nadie puede ver nada, solo oír.

-¿Estás seguro?. -preguntó Alicia.

-Si mujer, compruébalo tú misma si quieres.

Se levantó y miró una por una que estarían bien cerradas... hasta que volvieron a tocar. Se echó para atrás sorprendida.

-¡Siguen llamando!. -susurró.

-Me parece que alguien quiere ver lo que hacemos, ¿le dejamos que mire?.

-¡Tú estás loco! Me moriría de vergüenza.

-Bueno, se me ocurre una idea. ¿Qué te parece que abra la trampilla pequeña y mire a ver qué es lo que se ve?. -me estaba jugando el todo o nada, también estaba interesado en comprobar que era Juan y no otra persona.

-Vale, solo la pequeña, miras y me dices. -su respuesta hizo que mi erección cogiera más fuerza.

Me agaché y abrí la trampilla, vi a un hombre de cintura para abajo desnudo, no me quedó duda de que era él por las fotos que me había enviado.

-Hay un hombre completamente desnudo. Mira si quieres. -le dije a Alicia.

-Voy.

La verdad que me sorprendió, no se lo pensó dos veces. Era difícil que le reconociera puesto que no iba a ver su cara. Se puso de rodillas y miró, se quedó unos segundos y se levantó. Por mi cabeza pasaron multitud de imágenes imaginando a Alicia por primera vez con otra polla que no fuera la mía. He de aclarar que empezamos muy jóvenes a salir y ambos perdimos la virginidad juntos, salvo mi encuentro con Isabel solo hemos tenido sexo con una persona.

-Es verdad y he de añadir que está empalmado. -dijo entre susurros con cara de picara.

-Pues entonces lo mejor será no dejarle a medias, dejemos que nos mire. -añadí agarrando por la cintura a mi mujer y besándonos.

Juan tiene un miembro más grande que el mío, unos diecinueve centímetros en plena erección. Alicia ya lo vio en el probador, no se si lo reconoció, desde luego a mí no me dijo nada. Continuamos besándonos, uno frente a otro, ella contra la pared al lado del agujero. Tras unos instantes, llegó otro momento tenso, por el orificio apareció el miembro totalmente erecto de Juan rozando ligeramente el muslo de Alicia. Ella se sobresaltó y se quedó mirando ensimismada.

-¿Y esto?

-Hombre, supongo que ya sabrás para qué es ese agujero. Ahora depende de nosotros dejar que participe.

Ella no decía nada, ni se movía. Yo seguía frente a ella, mordisqueando su cuello, llegué a su oído y susurre que la acariciara.

-No se si debo. -respondió haciéndose la remolona.

-Tranquila, ¡mira!.

Mientras Alicia miraba a lo que asomaba, yo la comía el cuello a la vez que le agarraba el culo fuerte con la mano derecha y mi mano izquierda se fue directa a la polla de Juan. Recorrí suave toda su extensión, adelante y atrás hasta que la agarré y comencé a masturbarla suavemente. Era la primera vez que tocaba una que no fuera la mía, es algo que quería hacer desde hace mucho y no dude en cuanto vi la oportunidad, fue una sensación agradable el tener algo suave y duro en mi mano. Tras unos instantes, solté mi mano para agarrar de la muñeca a Alicia y dirigir su mano hacia abajo, no opuso resistencia, sabía lo que iba a suceder. Al principio la tocaba solo con la punta de los dedos, mi excitación era máxima, nuestras lenguas se juntaron, metí mi mano por dentro de su tanga y comprobé que estaba muy mojada, no demore en exceso e introduje un dedo dentro de ella. Se estremeció y por acto reflejo agarró el miembro con toda la mano, ya no había vuelta atrás, ella masturbaba a Juan y yo a Alicia.
Moví a mi mujer de tal manera que su entrepierna quedara justo en medio del agujero, ahora el pene de Juan entraba y salía rozando la parte íntima de Alicia. Lo agarre con fuerza y lo deje quieto haciendo presión en los labios vaginales, tan solo separados por una fina capa de tela cada vez más mojada.

-¿Quieres que entre?.

-No... no te pases. Así... está bien... además no tiene puesto condón. -respondió entre suspiros de placer.

Estaba tan excitado que podría correrme ahí mismo sin tocarme, por lo que decidí abstraerme de lo que sucedía abajo y centrarme arriba. Mientras besaba a Alicia, abrí las dos trampillas, cogí sus brazos, los levante juntando las manos por encima de su cabeza y los sujeté con mis manos. Nuestro invitado metió sus brazos por ellas y comenzó a acariciar el cuerpo de Alicia con las puntas de sus dedos, recorrió su cuerpo desde la altura de sus pechos hasta los muslos juntando sus manos para subir por su vientre hasta los hombros. Desde luego mi mujer estaba encantada tanto con las caricias como con el roce que tenía entre sus piernas, su respiración era cada vez más agitada y soltaba pequeños gemidos.

Juan, al ver que Alicia se dejaba acariciar, bajó un tirante del sujetador y cuando llegó a su pecho metió la mano por dentro. Jugó con su pezón, lo pellizcó y estiró provocando que mi mujer cerrara los ojos y se mordiera el labio inferior. Decidí facilitar la tarea, solté el cierre del sujetador, bajé el otro tirante y Alicia hizo el resto, se lo quito dejándolo caer al suelo. Ahora Juan agarraba los dos pechos a la vez y sus manos se entrelazaron con las de Alicia.

Me pongo de rodillas, agarro el tanga con las dos manos y lo bajo poco a poco sacándolo por sus pies. Agarro el culo de Alicia para separarlo de la pared, meto mi cabeza y empiezo a practicar sexo oral. Paro, agarro el miembro de Juan con fuerza y lo lamo saboreando su líquido preseminal, lo dirijo hacia Alicia y empiezo a frotar, noto como ella busca el contacto, ejerzo presión para meterla y...

-Cari para, no tiene condón puesto, ¡follame tu!. -añadió Alicia poniendo cordura al momento.

Mientras giraba el sillón de tantra para dejar la parte alta mirando a la pared, Juan desapareció para ponerse un condón y volver a hacer acto de presencia. Alicia se subió en el sillón dándome la espalda , yo no aguantaba más y se la metí entera de golpe provocando un gemido que ya no intento disimular. El ritmo era lento, intentaba alargar la situación todo lo que pudiera mientras ella masturbaba a Juan. Pose mi mano sobre su cabeza y la empujé al agujero, Alicia no se lo pensó y comenzó a hacer una mamada. Mi excitación era máxima y no iba a aguantar mucho más, empujaba con todas mis ganas sin llegar a sacarla y metiéndola hasta el fondo mientras Alicia acompasaba la felación con mis embestidas y se acariciaba el clítoris. No os voy a engañar, duré apenas tres minutos y tuve uno de mis mejores orgasmos. No me dio tiempo a sacarla cuando note los espasmos de Alicia, sin lugar a dudas ella también se había corrido. Nos quedamos unos segundos parados.

-Creo que nuestro amigo tiene más aguante que yo, a lo mejor puedes ayudarlo a terminar.

-Voy pero quita este sillón de aquí. -me urgió.

Lo quité como me pidió, se arrodilló y prosiguió con la mamada. La verdad que a mí nunca me lo había hecho como se la estaba trabajando a Juan, se la metía hasta el fondo mientras le acariciaba los huevos, la sacaba, se los chupaba, recorría toda su extensión con la lengua y se la volvía a meter. En un momento dado, Juan agarró su cabeza y la empujó para dejar su polla hundida en la boca de Alicia, se oyó unos gemidos y soltó. Al retirar su cabeza vi que nuestro invitado había terminado. Alicia se levantó, me besó y nos vestimos.

-Sal tú primero y mira si hay alguien.

-No hay nadie en el pasillo, podemos salir.

Salimos agarrados de la mano con intención de irnos y al pasar por delante de la dependienta nos freno.

-Esperar, esperar pareja. ¿Qué tal la experiencia?. -pregunto mirando a Alicia.

-Pues para ser la primera vez... me ha encantado, no descarto repetir.

-Sois bienvenidos pareja, juntos... o solos. -añadió guiñando un ojo a Alicia.

Llegamos a casa y esa noche dormimos plácidamente. A la mañana siguiente tenía un mensaje de Juan.

"Espero que lo hayas disfrutado tanto como yo. Tu mujer es increíble. Seguimos en contacto".
 
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Muy buenas a todos, por fin puedo acceder plenamente al foro. Somos pareja del norte de España de 40 años. Todos los nombres que aparezcan son ficticios obviamente. Me gustaría compartir con vosotros un relato que he publicado en otro sitio. He de aclarar que los relatos que escribo son 70% ficticios, me gustaría que sucedieran pero por ahora no se dan las circunstancias.



7 de septiembre de 2023, un calor infernal para la época en el norte de España y mi segundo día en el gimnasio después de 1 año sin ir. Excusas las de siempre, el niño, las extraescolares, los turnos de trabajo y porque no decirlo... vagancia, sí, a no hacer nada se acostumbra uno rápido.


Después de terminar me pedí un café con hielo en el bar al que siempre voy después de entrenar, salí fuera a la única mesa con sombra que había para fumar y mirar el móvil. En ese momento apareció una mujer de unos 55 años, estatura media y complexión delgada. Aún siendo de tez blanca, lucía un ligero moreno acompañado de unos labios pintados de rojo intenso y cabello a media melena teñida de rubio. Llevaba puesto un vestido blanco de cuello ancho redondo sin mangas y por encima de la rodilla.

Salió con un Bitter Kas buscando sombra, me miró, titubeo y al final se sentó en la mesa de al lado a pleno sol.


-Vaya calor tenemos hoy y casi no hay sombra. -comenté a modo de saludo.


-Si, están todas libres pero al sol. Me voy a asfixiar aquí. ¿Me puedo sentar en tu mesa? te prometo que no te doy la chapa. -respondió y aprovecho para pedir permiso.


-Sin problemas mujer, estoy yo solo y hay sitio para los dos.


-Muchas gracias. Ya siento sentarme en tu mesa, están todas vacías pero al sol.


-Tranquila entramos de sobra. -respondí y acto seguido seguí mirando el móvil.


Hasta ese momento no me había fijado en su pecho, sería una talla 85 y bastante firme. Cada uno seguíamos a lo nuestro, fumando y mirando el móvil. Note que hacía movimientos extraños con el cuello, como si tuviera alguna dolencia y de vez en cuando se llevaba la mano a la lumbar.


-¿Dolor de espalda?. -interpele para romper el hielo.


-Si la verdad, he venido de vacaciones con dolor de cuello y el fisioterapeuta al que voy no me da cita hasta dentro de una semana. Además he intentado que se me pasara nadando y después de un mes sin hacer nada también tengo las piernas cargadas.


-¿Has probado a ir al del polideportivo?. Es muy bueno y a parte es económico.


Le aconsejé ése porque es al que acudo cuando tengo una lesión y nunca falla, tanto mi mujer como familiares son asiduos y siempre hablan bien de él.


-Pues no, siempre voy a uno que está en el casco viejo, ¿crees que me dará cita?.


-Toma, llama y prueba. -dejé mi móvil encima de la mesa con el teléfono del fisioterapeuta.


-Ahora mismo. -sacó su teléfono y llamó, uno, dos, tres tonos... y cogió al cuarto.


No hubo suerte, acababa de venir de vacaciones y tenía la agenda peor que el suyo, hasta dentro de dos semanas no tenía hueco.


-¡Pues sí que están solicitados!. -exclamé sorprendido.


-Eso parece, me toca aguantar y esperar dos semanas por lo menos. -dijo mientras seguía moviendo el cuello.


-Oye, dile a tu pareja o a algún amigo que te de un masaje, ya se que no es lo mismo, no te va a solucionar la contractura o lo que tengas pero igual te alivia y relaja la zona. Yo se los suelo dar a mi mujer y algo hace...


En principio esa proposición no tenía doble sentido ni mucho menos, yo suelo dar algún que otro masaje a mi mujer cuando tiene la espalda cargada y el profesional no está disponible, además lo bueno es que suelen acabar bien... Es algo que siempre me ha gustado, no trabajo de ello pero he de decir que aparte de leer un libro y varios artículos he visto muchos videos de profesionales. Si se quiere hacer bien es imprescindible aprender, de lo contrario lo único que haces es frotar su piel con tus manos. Eso sí, como los servicios de un buen masajista o fisioterapeuta no hay nada.


-Mi marido no sabe, alguna vez me ha dado algún masaje en la espalda y nada, si aprieta me hace daño y si no lo hace no noto nada.


-Pues no te va a quedar otra que esperar dos semanas y rezar por que el dolor no vaya a más. -sentencie.


-Oye, ¿tú podrías darme un masaje?, vivo aquí al lado y si quieres te puedo pagar.


Me pregunto como si fuera lo más normal del mundo, realizar semejante proposición a una persona de la cual no sabes ni su nombre.Me dejó bastante descolocado, no sabía muy bien que responder he intente ser lo más cordial posible en mi negativa.


-Haber, yo solo se los he dado a mi mujer y algo hace pero ni por asomo logró quitar su dolor de espalda. No me gustaría intentarlo y agravar tu situación y mucho menos cobrar por ello.


-Si a ella le funciona a mi me vale. Además hemos terminado la consumición y aquí hace más calor por momentos. -sentenció levantándose de la silla y haciendo ademán de marcharse.


Y así sin comerlo ni beberlo me metí en semejante berenjenal.

Mientras íbamos andando aprovechamos para hablar y presentarnos, ella se llamaba Isabel, trabaja en un bufete de abogados, casada y sin hijos.

Llegamos a su portal, subimos a la última planta y para adentro. Decoración minimalista, moderna y por supuesto todo impoluto.


-Bueno y como hacemos, en el sofá, cama, silla... lógicamente camilla no tengo.


-En una cama y si es de noventa mejor, así me puedo mover más fácil por los dos lados.


-No, como te he comentado no tengo hijos, por lo que todas las camas son grandes. Así que lo hacemos en mi dormitorio.


Recorrimos el pasillo hasta el fondo y tras la puerta apareció un dormitorio muy grande, cama de uno cincuenta, vestidor y baño con ducha grande en la cual entraban dos personas. Lo que más me llamó la atención fue la terraza, para acceder a ella había una cristalera de lado a lado con una puerta corredera de cristal, afuera dos tumbonas para tomar el sol, una mesa y dos sillas. No pude evitar salir y asomarme, las vistas eran increíbles, se veía desde la desembocadura de la Ría del Nervión hasta casi la Torre Iberdrola de Bilbao y por supuesto libre de miradas indiscretas.


-Vaya vistas tienes desde aquí y encima te da el sol casi todo el día.


-Sí, suelo tomar el sol aquí cuando tengo tiempo y en cuanto a las vistas... poco más que añadir, hablan por sí solas. ¿Qué me pongo para el masaje?


-Un bikini es suficiente, una toalla de lavabo y como supongo que aceite de masajes no tienes pues crema hidratante.


No me gusta la crema hidratante, es un engorro para este cometido. Al poco tiempo la piel la absorbe y tienes que echar más constantemente.


-Bikini no tengo, solo uso bañadores para ir a nadar por lo que me quedo en ropa interior.


-Esta bien, te espero aquí afuera si no te importa mientras te cambias.


Salió de la terraza hacia el vestidor, intenté no mirar pero la curiosidad me podía y gire ligeramente la cabeza, pude observar como se quitaba primero los zapatos y los colocaba en una repisa, después bajó la cremallera lateral, se subió el vestido quedándose en ropa interior y lo colgó en una percha. Llevaba unas bonitas bragas blancas brasileñas, el sujetador no pude verlo. Se notaba que metía horas en la piscina, tenía una espalda trabajada, trasero en su sitio y piernas bien definidas.

Lo que ocurrió después me dejó un poco descolocado, se bajó las bragas hasta los tobillos doblando su espalda, sacando primero un pie y luego el otro. Evidentemente pude ver perfectamente su orificio anal y por primera vez se me empezó a poner morcillona. Acto seguido saco de un cajón un tanga de color blanco sin costuras y repitió operación pero a la inversa. Cuando se lo estaba colocando me giré y esperé a que me llamara.


-Puedes empezar cuando quieras. -me instó con tono elevado para que oyera.


Se encontraba tumbada boca abajo en la cama con el pelo hacia la derecha, en la mesilla una toalla blanca y el bote de crema hidratante. Me coloque en su lado izquierdo y extendí la toalla por encima de su culo perpendicular a ella.


-¿Te puedo desabrochar el sujetador? me molesta para trabajar en la zona.


-¡Sí claro! se me había olvidado.


Quite el cierre y coloque a ambos lados de su espalda. Cuando iba a proceder con la crema note que se levantaba.


-Será mejor que me lo quite totalmente porque te van a molestar los tirantes.


Se incorporó apoyándose sobre sus antebrazos, primero se quitó el lado derecho y luego el opuesto quedando sus pechos colgados rozando con la sábana los pezones. Estiró el brazo y me dio el sujetador para que lo dejara en la mesilla mientras se volvía a tumbar. En ese momento yo notaba una presión incipiente en mi entrepierna y me había puesto bastante nervioso. Antes de empezar pude observar que su espalda carecía de marca alguna de sol y me vino la imagen a la cabeza de sus pechos, los cuales también lucían morenos.


Comencé echando abundante crema en mis manos y repartiendo desde el cuello hacia los hombros, rápido me di cuenta que quedarme de pie a su lado iba a ser muy incómodo. En casa siempre me pongo encima de mi mujer pero aquí me parecía pasarse, de momento decidí continuar como estaba.

Empecé por sus hombros bajando ligeramente haciendo hincapié entre las escápulas y continúe por la espalda baja. Después decidí trabajar su brazo izquierdo que es el que tenía más a mano, para ello lo estire apoyándolo sobre mí, recorría toda su extensión desde la mano hasta el hombro y bajaba por sus costillas. Para repetir la operación por el otro lado no me quedó otra que subir a la cama, acción que ella noto porque giró su cabeza en mi dirección abriendo los ojos para ver qué pasaba. Al estar de rodillas, su brazo derecho quedó extendido sobre mí muslo llegando la mano casi a mi entrepierna, rápidamente vi la situación y la coloqué para afuera. Mientras cogía más crema, fue ella la que movió su mano a la posición inicial. En ese momento me estaban entrando sudores fríos por la situación y estaba empezando a empalmarme muy seriamente.

Al terminar con su brazo decidí trabajar las lumbares, era horrible desde esa posición y he de reconocer que se me estaba cargando la espalda.


-¿No estás incómodo en esa posición?. -preguntó ella.


-Si la verdad, normalmente me subo encima de Alicia.


-Pues no te cortes, si así vas a estar más cómodo y lo vas a hacer mejor... adelante.


Me puse de rodillas dejando sus piernas entre las mías por debajo de su culo manteniendo un ligero contacto. Ahora si podía hacer bien el masaje. Continúe por las lumbares con movimientos que iban desde la columna a los laterales y hacia arriba con las dos manos a la vez para terminar en sus hombros. Para hacer más hincapié en la zona baja de la espalda, retiré un poco la toalla y bajé un poco el tanga hasta ver el inicio de su trasero. Realice fuertes presiones con mis pulgares en el centro haciendo círculos para después recorrer su piel hasta los laterales por debajo de la goma del tanga. Para finalizar con la espalda, me bajé de la cama y eché abundante crema para repartirla por todos lados, no desaproveche la ocasión de introducir ligeramente las puntas de mis dedos por la única prenda de ropa que tenía puesta, pudiendo comprobar el inicio de un trasero bien firme.

Era el turno de las piernas, las separé y me volví a subir a la cama. Empecé por los gemelos haciendo presión con los pulgares desde el tendón de Aquiles hasta la parte de atrás de la rodilla. Cuando terminé le abrí un poco más las piernas y me coloque en medio. Entre la vista tan bonita que tenía, la ola de calor y que el sol estaba pegando en toda la cristalera la temperatura de la habitación y de mi cuerpo había subido considerablemente y estaba sudando bastante.

Para hacer la última parte que me quedaba le subí la toalla para arriba, dejando prácticamente todo su trasero a la vista. Creo que no lo vio venir porque dio una sacudida, calambre, no se, como sorprendida, acompañado de un pequeño suspiro que apenas pude apreciar, pero el sorprendido fui yo cuando abrió más las piernas dejando una vista perfecta de su entrepierna.


-¿Estás bien?. -pregunté irónicamente.


-Si si, sigue que lo haces muy bien. Ha sido una corriente de aire que ha entrado, ¿tú no tienes calor?.


-Pues sí la verdad, hace bastante aquí, encima está dando justo en la fachada.


-Si quieres puedes quitarte la camisa, por mí no te cortes.


Si ella no pasaba apuro por quedarse casi desnuda delante de una persona la cual hacía solo una hora y media que acababa de conocer, yo no iba a ser menos y me quite la camisa.


Siempre hecho el aceite (en este caso crema) en mis manos para repartirla por el cuerpo pero esta vez cogí el bote y eche un hilo que iba desde la parte baja de los muslos hasta la nalga, era toda una declaración de intenciones, no me quería ir sin tocar ese formidable culo. Con las dos manos a la vez, subía por la pierna izquierda desde abajo hasta el moflete sin miramientos y al bajar, giraba mi mano derecha siguiendo la forma de la nalga. En todo momento veía su cara y expresaba relajación, observaba como cada vez que tocaba su culo, se le abría ligeramente la boca. También se veía humedecido el tanga, no se si por el sudor o porque lo estaba mojando con sus jugos.

Este paso lo repetí varias veces en cada pierna y para finalizar quise arriesgar un poco más. Mis manos subieron por ambas piernas hasta llegar a la goma del tanga, tuve la tentación de tirar y quitárselo pero me contuve, opte por abrir mis manos al máximo y con las yemas de los dedos recorrer todo su culo, como si estaría amasando pan, juntando mis pulgares que se perdían ligeramente por la línea que separaba ambas nalgas y bajando hasta rozar ligeramente la tela. En ese momento su respiración se agitó, incluso arqueo un poco la espalda para facilitar la tarea. Estaba claro lo que podía pasar pero yo no quería dar ese paso, prefería que fuera ella la que tomara la iniciativa. Para relajar el ambiente, me baje de la cama y coloque la toalla por debajo de sus omóplatos con la intención de que se cubriera el pecho cuando se diera la vuelta.


-¿Tienes otra toalla pequeña?. -pregunté.


-Pues creo que sí, pero... ¿para que la quieres?


-Te la puedo poner en los ojos ahora cuando te des la vuelta y así no te hace daño tanta luz, un antifaz también vale, de esos que dan en los aviones cuando se hacen viajes largos.


-No te preocupes, uso la toalla que tengo aquí.


-Ya bueno, esa es para tapar tus pechos. -respondí incrédulo.


-No me importa, aunque tomo poco el sol siempre lo hago desnuda, mi marido y yo practicamos nudismo y no me voy a ruborizar ahora.


Y acto seguido se puso boca arriba, me observo un momento y mientras se cubría la mitad de su cara con la toalla y quedándose prácticamente desnuda ante mí, añadió:


-Veo que al final te has quitado la camisa.


-Si, hace bastante calor aquí… -mientras ella esbozó una ligera sonrisa.


Me subí a la cama y desde la derecha coloqué su brazo sobre mí tripa, masajeaba desde la mano hasta el hombro, haciendo pequeñas presiones circulares arriba, muy cerca de sus pechos. Añadir que yo estaba completamente empalmado, era imposible no estarlo con semejante belleza delante. Pasé al otro lado y repetí el proceso, pero nada más empezar su mano se deslizó quedando encima de mi paquete, un calambre recorrió todo mi cuerpo, ella no hacía nada y yo seguí, intentando relajarme y no hacer ninguna bobada. Tocaba el turno de las piernas, me coloque entre ellas y empecé a masajear sus muslos, del medio hacia afuera. Abrí un poco más sus piernas, ahora si podía ver que su tanga estaba bastante empapado, tanto que se pegaba a su cuerpo marcando su raja. Cuando llegaba a la ingle, la mano que recorría la cara interna del muslo y con el dedo índice para ser preciso, hacia todo el contorno del tanga, donde acaba la piel desnuda y empieza la goma, para perderse por debajo tocando parte de su culo. Esos movimientos le estaban gustando, su respiración agitada era prueba irrefutable, sumado a leves suspiros y pequeños mordiscos en su labio inferior.


-Tienes que echarte hacia abajo para poder ponerme arriba y trabajar los hombros.


No dijo nada, simplemente se movió dejando su fina tela en contacto con mi pantalón. Yo quise que notara mi erección y presione un poco su zona íntima con mi bulto, añadiendo un gemido más que salía de sus labios.

Con suma delicadeza, doble su pierna derecha para bajar de la cama. Quite la almohada y coloque su cabeza encima de mi pantalón, llegó la hora de los hombros. Desde mi posición deslizaba mis manos hasta el inicio de sus pechos, sin tocarlos, seguía su contorno perdiendo mis manos en sus costillas.


-¿Sería mucho pedir que te quitaras los pantalones?. Me está rozando la cremallera en la cabeza.


-Si perdona, no me había dado cuenta de ello. -respondí.


Me los quité y aproveche para colocar mi pene completamente erecto a un lado. Volví a la posición inicial, pero esta vez su cabeza apoyaba directamente en mi paquete. Transcurridos unos minutos, note que levantaba un brazo y tocaba mi calzoncillo (eran unos bóxer), lo agarraba... hasta que metió sus dedos por dentro. Ahora el que suspiro y se sobresaltó fui yo, no me pillaba de sorpresa, es más, era la señal que estaba esperando pero los nervios se habían apoderado de mí en cierta medida.

Se dedicó a acariciar mi muslo como buenamente podía hasta que llegó a lo que estaba buscando, posó su mano sobre mí miembro y la dejó unos segundos, como buscando aprobación. Tomé la iniciativa y me olvidé de los hombros, acaricié sus pechos descaradamente sin miramientos y llegue a sus pezones, los cuales pellizque provocando un gemido en ella nada disimulado.


-Creo que te puedes quitar esto. - dijo tirando de mi bóxer.


Me levanté y lo quité bajo su atenta mirada, por supuesto estaba en plena erección y con líquido preseminal brillando en mi capullo. Me puse de rodillas a su lado, alzó su mano y la agarró, apretó y comenzó a subir y bajar despacio. Con mi mano izquierda tocaba sus pechos, los agarraba con fuerza y de vez en cuando pellizcaba mientras que la mano derecha bajaba por su vientre. Llegué al tanga e introduje mi mano comprobando una depilación perfecta, tenía tan solo una fina tira de vello. Me estiré más y pude comprobar con la palma de mi mano el calor y el flujo que emanaba. Dejé su raja entre mis dedos índice y corazón mientras subía y bajaba mi mano haciendo presión en sus labios, de vez en cuando cambiaba y era el dedo anular quien recorría la zona sin llegar a entrar, recogiendo su jugo y lubricando toda la zona con las yemas de mis dedos realizando círculos.

Ella se incorporó, bajo la mano hasta la base descapullando completamente mi pene mientras la otra se afanaba en agarrar mis huevos y acariciar mi ano. Con la punta de la lengua recorrió todo el tronco desde la base hasta el frenillo, echó saliva en mi capullo, la esparció con la lengua y se la metió entera en la boca. Lo hacía de maravilla, la sacaba, metía y saboreaba toda, con una cantidad de saliva inusual. Se chupo el dedo índice y después de jugar en la entrada de mi ano, sincronizo a la perfección la penetración con la engullida de mi polla. Denotaba una destreza abismal, enseguida alcanzó mi punto g. Agarre su cabeza con mis manos, baje y nos besamos torridamente, tuve que apartarla o de lo contrario me iba a correr ahí mismo.


He de añadir que soy conocedor de mis límites sexuales, tengo un pene que apenas alcanza los quince centímetros y en el coito apenas llegó a los diez minutos. Es por ello que he desarrollado sobremanera mis habilidades manuales y con la lengua para dar el máximo placer a mi mujer.


Coloque una almohada en su lumbar, baje suavemente el tanga y cuando salía por sus pies aproveche para lamer sus dedos. Hundí mi cabeza en su sexo, separe sus labios con mis dedos y pase la punta de mi lengua de arriba abajo, jugando con su clítoris, era delicioso, nunca había estado con una mujer que soltara tanto flujo. Mis dedos entraban con suma facilidad, los puse en forma de gancho y realizando movimientos enérgicos y succionando el clítoris conseguí que llegara al orgasmo.

Me incorporé y subí lamiendo cada centímetro de su cuerpo, la mordisqueé los pezones y besé su boca. Ella agarró mi miembro, frotó el capullo varias veces y con un movimiento se la metió entera. Ahora ya podía abandonarme al placer, tenía la sensación del deber cumplido. Bombee con todas mis ganas, a veces cuando la tenía dentro hacía movimientos circulares con mi pelvis acompañados de toda la presión que era capaz de ejercer hasta que al final acabé dentro de ella, extasiado.


La mezcla de jugos de su interior ayudó a que mi polla ya flácida saliera de ella. Permanecimos en esa posición y continuamos besándonos, acariciándonos.


-Quiero correrme otra vez, baja y haz lo que mejor sabes. -me ordenó al oído.


No dije nada, me deslice por su cuerpo hasta sus piernas y recogí con mi lengua toda la mezcla que de su interior emanaba dejándolo bien limpio.


-¿Te puedes dar la vuelta y ponerte a cuatro patas?. le pregunté.


No dijo nada y accedió, la almohada que estaba en su pelvis la dejé a la altura de su cabeza y ella interpretó la señal a la perfección posándose en ella. No quería desaprovechar la ocasión de catar su culo, es algo que mi mujer no me deja, por lo que me coloque detrás. Con mis manos abría sus nalgas todo lo que podía mientras mi lengua recorría sus dos orificios parando en su ano, intentando penetrarlo con la punta. Después de mucha saliva y jugar con el dedo decidí probar, para mi sorpresa entraba con suma facilidad, estaba claro que era habitual esta práctica en ella, además también ayudaba el hecho de que su excitación iba en aumento puesto que se estaba frotando el clítoris con la mano. Para entonces yo ya estaba empalmado otra vez pero antes decidí probar con dos dedos, más saliva y poco a poco los fui introduciendo sin problema, los dejé unos segundos quietos metidos hasta adentro y los saqué. Me agarre el miembro, lo frote por toda su vagina recogiendo todo el flujo posible, eché una buena cantidad de saliva en su orificio y apoyé el capullo. Con una ligera presión entró sin problemas, lo dejé unos instantes para que se amoldara y poco a poco fui penetrando hasta que mis huevos hicieron tope. El ritmo era suave, quería disfrutar del momento, la sacaba casi entera y cuando la metía aprovechaba para agarrar más fuerte su trasero, casi arañando su piel.


-Para un momento. -dijo mientras se separaba de mí.


-¿Ocurre algo?. -pregunté.


-No, pero quiero hacer una cosa.


Me cogió de la mano y nos dirigimos a la terraza, se apoyó en la barandilla y me ofreció su culo en pompa. Me coloque por detrás y nuevamente la volví a clavar por el mismo agujero. Esta vez no fui tan sensible, las embestidas eran más enérgicas y veloces. Agarré su pelo para acercar nuestros rostros, las lenguas se entrelazaron en un festival de saliva y gemidos, apreté ligeramente su cuello con una mano mientras que la otra le pellizcaba los pezones. Entre gemidos llegamos juntos al orgamo.


Nos besamos, se separó de mí y mientras se iba a la ducha me dijo:


-Vístete y marcha, deja alguna forma de contacto por si algún día yo o mi marido necesitamos un masaje.


Esa última parte, la del marido, me dejó descolocado. En un papel escribí mi nick de ********, es discreto y no necesitas dejar número de teléfono. Me vestí y marche por donde vine. El ascensor paró en el tercero, una vecina de su misma edad aproximadamente entró.


-Buenos días ¿bajas?. -preguntó mirándome de arriba abajo.


-Buenos días. Si.


Me preguntaba si aquella señora u otro vecino había oído los gemidos, una cosa es que nadie nos pudiera ver, pero oír...tal vez algún día salga de dudas.
me encanta tu relato
 
Después de mi encuentro con Isabel, intento involucrar a Alicia en mis fantasías y cambiar nuestra forma de ver y sentir el sexo.

Antes de empezar me gustaría hacer una pequeña presentación. Somos una pareja del norte de España, tenemos 40 años y llevamos juntos desde los 19. Ella es morena, 1,53 y 58kg, usa una 95C y tiene un buen culo. Yo mido 1,76, 92kg y una polla del montón. En el terreno sexual, desde que tenemos críos, con suerte una vez al mes. Ella no es muy fogosa y tampoco da pie a cumplir mis fantasías, suelo ser yo el que tira del carro. Siempre me ha gustado la idea de hacer tríos o intercambios de pareja, se lo he propuesto y siempre ha dicho que no, incluso primero con un hombre o ella sola con un hombre. Tan solo una vez hablamos seriamente sobre un intercambio de pareja y dijo que si lo haríamos, sería en habitaciones diferentes, que no quería que yo viese lo que hacía. Será porque cuando se pone muy cachonda se desinhibe bastante y seguro que haría cosas que conmigo no hace. Después de mi encuentro extramatrimonial, creo que ha llegado el momento de arriesgar más e intentar cambiar nuestra vida sexual.

Navegando por una página de dogging, tuve la suerte de conocer a un hombre, Juan. Tiene 46 años, mide uno setenta y cinco, complexión delgada y se mantiene en forma. En el terreno sexual, él tiene relaciones con un pareja fija y exporadicamente con un hombre casado (es bisexual).

Manteníamos una conversación fluida por ********, yo le hablaba de mis fantasías, entre ellas: ver a Alicia con otro hombre, hacer tríos o intercambios e incluso que a mí me gustaría probar con otro hombre. La verdad es que era agradable, buena conversación, muy comprensivo y paciente. No le importaba que al final no consiguiera nada con nosotros. Es de agradecer poder hablar libremente con alguien así, normalmente muchos solo quieren follar a tu mujer o darte por el culo y si es para ayer, mejor. Me comentó que lo mejor para empezar es un contacto indirecto, casual, que ella piense que no está premeditado y ver su reacción.

La primera toma de contacto iba a ser en un probador de ropa, la idea era aprovechar que íbamos a comprar a una tienda de un centro comercial, él estaría en el probador de enfrente y luego me contaría que ha pasado, no añadió nada más.

Llegó el sábado, estábamos en el centro comercial y manteníamos contacto por teléfono. Por supuesto yo estaba nervioso, nunca nos habíamos visto en persona, solo en fotos. El ya tenía previsto la tienda y conocía los probadores, solo faltaba que iríamos. Tras recorrer dos tiendas, nos dirigimos a la indicada y se lo hice saber. Alicia escogió alguna prenda y enfilo los probadores, había cola. Ahí fue cuando nos vimos por primera vez, miró hacia nosotros, nos vio y ni un gesto. Él estaba el primero y ella la última, entre los dos tres personas más. Entraron todos y yo esperé fuera. Mi excitación era máxima, no sabía que iba a pasar. Alicia salió primera sin ningún signo aparente de que hubiera pasado nada fuera de lo normal, fuimos a caja y pagamos. Enseguida recibí un mensaje.

-Imposible hacer nada, no estaba enfrente de ella. Avísame a que tienda vais.

Seguimos la tarde de compras y fuimos a una tienda de lencería femenina, ni me moleste en mandar mensaje, ahí no se podía hacer nada. Después la oportunidad se presentó, acudimos a una que venden ropa tanto para hombres como para mujeres, mande mensaje y tocaba esperar. La verdad es que mi mujer se recreó bastante en la tienda y cogió varias prendas, entre ellas un vestido y un vaquero. Yo intentaba disimular como podía, pero cada dos por tres miraba en todas direcciones buscando a Juan. Nos dirigimos a los probadores, una persona se colocó detrás nuestro y nos preguntó la hora, era él, mi pulso se aceleró, nunca había oído su voz ni estado tan cerca. He de añadir que la fragancia que utilizaba olía muy bien. Entró Alicia, yo me quedé fuera y vi que ahora sí, Juan entró en la cabina de enfrente. Pasaron como unos seis o siete minutos, salió mi mujer primero devolviendo todas las prendas menos el vestido y nos dirigimos a pagar. Ahora si la notaba ciertamente nerviosa, como con prisa por marchar, pero en ningún momento dijo nada ni miró a su alrededor. La tarde siguió como empezó, fuimos a un par de tiendas más y yo mandando mensajes a Juan. Recibí un mensaje suyo muy escueto.

-Está hecho, luego te cuento. Suficiente por hoy.

¡Está hecho!. ¿Qué cojones estaba hecho?, me preguntaba a mí mismo. No tenía ni idea de lo que había ocurrido pero bueno, no me quedaba otra que esperar a que me escribiera. Al final cenamos allí, fuimos a recoger al crio donde mis suegros y esa noche tuvimos sexo, no note nada especial en el acto, ni mayor fogosidad por parte de Alicia ni prácticas diferentes. Si hubo algo que me llamó la atención y es el hecho de que por la mañana, antes de que se despertara el crío, quiso repetir. He de añadir que es raro en ella, cuando estamos solos en un hotel no, porque nos despertamos tarde y el niño no está, pero en casa, madrugar para follar no es habitual en ella. Me fui a desayunar, encendí el móvil y ahí estaba el mensaje de Juan.

"Hola, ha ido muy bien. Dejé la cortina un poco abierta y me desnudé de cintura para arriba. Ella la tenía cerrada, así que espere hasta que se movió, al parecer probándose algo debió tocarla y se abrió ligeramente. Yo no la veía pero tenía que probar, me quite todo menos la ropa interior y empecé a tocarme por encima para que se me pusiera dura. Se movió para atrás y pude ver como se quitaba un pantalón vaquero y a duras penas vi que llevaba un tanga negro. Giró su cabeza y me vio, en ese momento me puse la camisa para disimular y me di la vuelta. A través del espejo podía verla, no cerró la cortina, es más, diría que la abrió un poco más y se quedó mirando mi culo, me quedé quieto unos instantes y me volví a quitar el nicki quedándome de perfil. En ese momento me baje los calzoncillos quedandome completamente desnudo y bien erecto, lo hacía sin mirar a ella, como si no supiera que estaba. Lo que hizo tu mujer me gusto, se quedó mirando a su espejo y se quitó la parte de arriba sin cerrar la cortina, posteriormente se probó el vestido, dio un par de vueltas sobre sí misma y se lo quito. Yo para entonces me estaba masturbando, siempre sin mirarla (la veía por el espejo). Acto seguido se vistió, salió y paró dos segundos para mirar detenidamente mi miembro, nuestras miradas se cruzaron a través del espejo un instante, sonrió y se fue".

Me sorprendió que Alicia respondiera así, lo normal hubiera sido que corriera la cortina y al salir me contara lo que había visto.
Esa semana seguimos hablando Juan y yo, me dijo que mi mujer era más guapa en persona que en fotos y ya estaba pensando en el siguiente paso. Le comenté que el sábado íbamos a ir a Bilbao a ver un monólogo acompañados de más parejas, al finalizar, ellas se iban quedando mi mujer y yo solos. Enseguida urdió un plan.

-¿Alguna vez habéis ido a un sex-shop?. -preguntó.

-Sí, pero de eso hace mucho. Ahora si queremos algún juguete solemos comprar en tiendas online. -contesté.

-Bueno, cuando os quedéis solos, vais al sex-shop que está dos calles más abajo. De tu parte queda lograr que entréis a una cabina, si lo consigues me avisas. Yo estaré fuera, no puedo entrar antes porque me reconocería.

El plan estaba trazado, no daba un duro porque sucediera nada pero tenía que intentarlo. El ir a la tienda no era difícil, aunque tenemos varios juguetes siempre es bueno añadir alguno más o simplemente comprar lubricante. Además al que acudiremos hemos ido en anteriores ocasiones y la mujer que lo regenta es muy simpática y atenta. Lo que desconocía era que habían puesto cabinas de glory hole y éso iba a ser la parte difícil, lograr convencer a Alicia para entrar.

Llego el día, casualidades de la vida Alicia había escogido para la ocasión el vestido que compró la semana anterior, es entallado con vuelo por encima de la rodilla de color rojo y lo conjunto con unas sandalias atadas al tobillo. La tarde transcurrió con normalidad, vimos el monólogo, tomamos algo con los amigos y nos quedamos solos. Fue entonces cuando nos dirigimos al sex-shop, era algo que ya teníamos planeado de casa.

Nada más acercarnos vimos que había sido remodelado, era más grande al añadir una lonja aledaña y cuando entramos, para nuestro agrado, seguía la misma persona al frente del negocio. Dimos una vuelta, escogimos un lubricante y fundas para los dedos, nos hicieron gracia, fueron de los primeros juguetes que tuvimos, las hay estriadas, con puntos... Nos acercamos al mostrador a preguntar por el vibrador Lush 3, nos explicó cómo funcionaba, no es barato pero es algo que puede dar mucho juego, al final decidimos comprarlo. Al pagar la dependienta se acordó de nosotros, aprovechando que no había nadie nos enseñó las nuevas instalaciones. Después de cinco minutos llegamos a las cabinas de glory hole, nos explicó el funcionamiento, las medidas de higiene y precios. La cara de Alicia no era de entusiasmo precisamente pero la dependienta la ánimo.

-Si queréis, ya que os habéis dejado bastante dinero y sois clientes habituales os dejo entrar gratis a la doble, así las probáis.

-No se, no lo veo muy claro, no soy exhibicionista -contestó Alicia.

-Si mujer, por probar no pasa nada, además ahora no hay nadie.

-A parte de que ahora no hay nadie, como os he comentado, si tú no quieres abrir las trampillas nadie os va a ver o lo que sea...

Alicia estaba dubitativa, por lo que tuve que actuar rápido.

-Mira, entramos un rato y si no estás a gusto nos vamos. -dije mientras agarraba su mano y entrábamos.

-No se hable más pareja, que lo paséis bien. -se despidió de nosotros mientras cerraba la puerta y nos guiñaba un ojo.

Mientras Alicia comprobaba que la puerta y trampillas estuvieran bien cerradas, mandé un mensaje a Juan.

"Dentro".

El habitáculo era bastante grande, tenía dos metros de ancho por tres de largo, en la pared del fondo una pantalla para ver películas y en el centro de la habitación un sillón tantra de color rojo. Esta cabina es distinta a lo que había visto en videos, a parte de la trampilla redonda tiene dos más grandes arriba para poder meter las manos.

Ponemos una película de esas mal llamadas porno para mujeres, empezamos a besarnos sentados en el sillón y recorro el muslo de Alicia con mi mano notando como se eriza su piel.

-Comprueba que están bien cerradas las trampillas y la puerta. -me ordenó mientras no paraba de mirar a todas partes.

Su comportamiento es normal, no le gusta que nos grabemos como para que le guste que nos miren. Volvemos donde lo habíamos dejado, besándonos y empiezo a meter mi mano por debajo de su vestido. Llegando a su zona íntima la noto muy mojada, más de lo normal para acabar de empezar. Mientras la empiezo a rozar con mis dedos por encima del tanga ella empieza a desabrochar mi pantalón y a tocarme por encima del calzoncillo. Para estar más cómodo me quito los pantalones y estando de pie me desnuda de cintura para abajo, me da un pequeño lametón y me dice que me siente, empieza a pajearme y yo aprovecho para tocarla por encima del tanga. Lo aparto a un lado para poder lamer ese charco que se está formando, la meto un dedo y noto como se estremece. Con la otra mano le bajó los tirantes y queda el vestido por debajo de los pechos, a lo primero duda pero susurro en su oído que nadie mira. Quito su vestido y se queda con un precioso sujetador negro de encaje y tanga a juego. Me desprendo de la ropa que me quedaba, ella se sienta en el sillón y con su dedo índice me indica que sumerja mi cabeza entre sus piernas.

Su excitación va en aumento, mientras trabajo con mi lengua aprovecho para pellizcar sus pezones por dentro del sujetador. Me aparta para ponerse de rodillas, agarra mi miembro y comienza una mamada que me sabe a gloria, está totalmente inmersa en la tarea sin preocuparse de las trampillas hasta que unos golpes nos sorprende.

-¿Qué ha sido esos?. -preguntó mientras sus brazos intentaban tapar los pechos.

-No lo sé, creo que hay alguien en la cabina de al lado.

-Pues se acabó, nos vestimos y nos vamos.

-Espera espera, las trampillas están cerradas, nadie puede ver nada, solo oír.

-¿Estás seguro?. -preguntó Alicia.

-Si mujer, compruébalo tú misma si quieres.

Se levantó y miró una por una que estarían bien cerradas... hasta que volvieron a tocar. Se echó para atrás sorprendida.

-¡Siguen llamando!. -susurró.

-Me parece que alguien quiere ver lo que hacemos, ¿le dejamos que mire?.

-¡Tú estás loco! Me moriría de vergüenza.

-Bueno, se me ocurre una idea. ¿Qué te parece que abra la trampilla pequeña y mire a ver qué es lo que se ve?. -me estaba jugando el todo o nada, también estaba interesado en comprobar que era Juan y no otra persona.

-Vale, solo la pequeña, miras y me dices. -su respuesta hizo que mi erección cogiera más fuerza.

Me agaché y abrí la trampilla, vi a un hombre de cintura para abajo desnudo, no me quedó duda de que era él por las fotos que me había enviado.

-Hay un hombre completamente desnudo. Mira si quieres. -le dije a Alicia.

-Voy.

La verdad que me sorprendió, no se lo pensó dos veces. Era difícil que le reconociera puesto que no iba a ver su cara. Se puso de rodillas y miró, se quedó unos segundos y se levantó. Por mi cabeza pasaron multitud de imágenes imaginando a Alicia por primera vez con otra polla que no fuera la mía. He de aclarar que empezamos muy jóvenes a salir y ambos perdimos la virginidad juntos, salvo mi encuentro con Isabel solo hemos tenido sexo con una persona.

-Es verdad y he de añadir que está empalmado. -dijo entre susurros con cara de picara.

-Pues entonces lo mejor será no dejarle a medias, dejemos que nos mire. -añadí agarrando por la cintura a mi mujer y besándonos.

Juan tiene un miembro más grande que el mío, unos diecinueve centímetros en plena erección. Alicia ya lo vio en el probador, no se si lo reconoció, desde luego a mí no me dijo nada. Continuamos besándonos, uno frente a otro, ella contra la pared al lado del agujero. Tras unos instantes, llegó otro momento tenso, por el orificio apareció el miembro totalmente erecto de Juan rozando ligeramente el muslo de Alicia. Ella se sobresaltó y se quedó mirando ensimismada.

-¿Y esto?

-Hombre, supongo que ya sabrás para qué es ese agujero. Ahora depende de nosotros dejar que participe.

Ella no decía nada, ni se movía. Yo seguía frente a ella, mordisqueando su cuello, llegué a su oído y susurre que la acariciara.

-No se si debo. -respondió haciéndose la remolona.

-Tranquila, ¡mira!.

Mientras Alicia miraba a lo que asomaba, yo la comía el cuello a la vez que le agarraba el culo fuerte con la mano derecha y mi mano izquierda se fue directa a la polla de Juan. Recorrí suave toda su extensión, adelante y atrás hasta que la agarré y comencé a masturbarla suavemente. Era la primera vez que tocaba una que no fuera la mía, es algo que quería hacer desde hace mucho y no dude en cuanto vi la oportunidad, fue una sensación agradable el tener algo suave y duro en mi mano. Tras unos instantes, solté mi mano para agarrar de la muñeca a Alicia y dirigir su mano hacia abajo, no opuso resistencia, sabía lo que iba a suceder. Al principio la tocaba solo con la punta de los dedos, mi excitación era máxima, nuestras lenguas se juntaron, metí mi mano por dentro de su tanga y comprobé que estaba muy mojada, no demore en exceso e introduje un dedo dentro de ella. Se estremeció y por acto reflejo agarró el miembro con toda la mano, ya no había vuelta atrás, ella masturbaba a Juan y yo a Alicia.
Moví a mi mujer de tal manera que su entrepierna quedara justo en medio del agujero, ahora el pene de Juan entraba y salía rozando la parte íntima de Alicia. Lo agarre con fuerza y lo deje quieto haciendo presión en los labios vaginales, tan solo separados por una fina capa de tela cada vez más mojada.

-¿Quieres que entre?.

-No... no te pases. Así... está bien... además no tiene puesto condón. -respondió entre suspiros de placer.

Estaba tan excitado que podría correrme ahí mismo sin tocarme, por lo que decidí abstraerme de lo que sucedía abajo y centrarme arriba. Mientras besaba a Alicia, abrí las dos trampillas, cogí sus brazos, los levante juntando las manos por encima de su cabeza y los sujeté con mis manos. Nuestro invitado metió sus brazos por ellas y comenzó a acariciar el cuerpo de Alicia con las puntas de sus dedos, recorrió su cuerpo desde la altura de sus pechos hasta los muslos juntando sus manos para subir por su vientre hasta los hombros. Desde luego mi mujer estaba encantada tanto con las caricias como con el roce que tenía entre sus piernas, su respiración era cada vez más agitada y soltaba pequeños gemidos.

Juan, al ver que Alicia se dejaba acariciar, bajó un tirante del sujetador y cuando llegó a su pecho metió la mano por dentro. Jugó con su pezón, lo pellizcó y estiró provocando que mi mujer cerrara los ojos y se mordiera el labio inferior. Decidí facilitar la tarea, solté el cierre del sujetador, bajé el otro tirante y Alicia hizo el resto, se lo quito dejándolo caer al suelo. Ahora Juan agarraba los dos pechos a la vez y sus manos se entrelazaron con las de Alicia.

Me pongo de rodillas, agarro el tanga con las dos manos y lo bajo poco a poco sacándolo por sus pies. Agarro el culo de Alicia para separarlo de la pared, meto mi cabeza y empiezo a practicar sexo oral. Paro, agarro el miembro de Juan con fuerza y lo lamo saboreando su líquido preseminal, lo dirijo hacia Alicia y empiezo a frotar, noto como ella busca el contacto, ejerzo presión para meterla y...

-Cari para, no tiene condón puesto, ¡follame tu!. -añadió Alicia poniendo cordura al momento.

Mientras giraba el sillón de tantra para dejar la parte alta mirando a la pared, Juan desapareció para ponerse un condón y volver a hacer acto de presencia. Alicia se subió en el sillón dándome la espalda , yo no aguantaba más y se la metí entera de golpe provocando un gemido que ya no intento disimular. El ritmo era lento, intentaba alargar la situación todo lo que pudiera mientras ella masturbaba a Juan. Pose mi mano sobre su cabeza y la empujé al agujero, Alicia no se lo pensó y comenzó a hacer una mamada. Mi excitación era máxima y no iba a aguantar mucho más, empujaba con todas mis ganas sin llegar a sacarla y metiéndola hasta el fondo mientras Alicia acompasaba la felación con mis embestidas y se acariciaba el clítoris. No os voy a engañar, duré apenas tres minutos y tuve uno de mis mejores orgasmos. No me dio tiempo a sacarla cuando note los espasmos de Alicia, sin lugar a dudas ella también se había corrido. Nos quedamos unos segundos parados.

-Creo que nuestro amigo tiene más aguante que yo, a lo mejor puedes ayudarlo a terminar.

-Voy pero quita este sillón de aquí. -me urgió.

Lo quité como me pidió, se arrodilló y prosiguió con la mamada. La verdad que a mí nunca me lo había hecho como se la estaba trabajando a Juan, se la metía hasta el fondo mientras le acariciaba los huevos, la sacaba, se los chupaba, recorría toda su extensión con la lengua y se la volvía a meter. En un momento dado, Juan agarró su cabeza y la empujó para dejar su polla hundida en la boca de Alicia, se oyó unos gemidos y soltó. Al retirar su cabeza vi que nuestro invitado había terminado. Alicia se levantó, me besó y nos vestimos.

-Sal tú primero y mira si hay alguien.

-No hay nadie en el pasillo, podemos salir.

Salimos agarrados de la mano con intención de irnos y al pasar por delante de la dependienta nos freno.

-Esperar, esperar pareja. ¿Qué tal la experiencia?. -pregunto mirando a Alicia.

-Pues para ser la primera vez... me ha encantado, no descarto repetir.

-Sois bienvenidos pareja, juntos... o solos. -añadió guiñando un ojo a Alicia.

Llegamos a casa y esa noche dormimos plácidamente. A la mañana siguiente tenía un mensaje de Juan.

"Espero que lo hayas disfrutado tanto como yo. Tu mujer es increíble. Seguimos en contacto".
Qué esperiencia nas bonita
 
Muy buenas a todos, por fin puedo acceder plenamente al foro. Somos pareja del norte de España de 40 años. Todos los nombres que aparezcan son ficticios obviamente. Me gustaría compartir con vosotros un relato que he publicado en otro sitio. He de aclarar que los relatos que escribo son 70% ficticios, me gustaría que sucedieran pero por ahora no se dan las circunstancias.



7 de septiembre de 2023, un calor infernal para la época en el norte de España y mi segundo día en el gimnasio después de 1 año sin ir. Excusas las de siempre, el niño, las extraescolares, los turnos de trabajo y porque no decirlo... vagancia, sí, a no hacer nada se acostumbra uno rápido.


Después de terminar me pedí un café con hielo en el bar al que siempre voy después de entrenar, salí fuera a la única mesa con sombra que había para fumar y mirar el móvil. En ese momento apareció una mujer de unos 55 años, estatura media y complexión delgada. Aún siendo de tez blanca, lucía un ligero moreno acompañado de unos labios pintados de rojo intenso y cabello a media melena teñida de rubio. Llevaba puesto un vestido blanco de cuello ancho redondo sin mangas y por encima de la rodilla.

Salió con un Bitter Kas buscando sombra, me miró, titubeo y al final se sentó en la mesa de al lado a pleno sol.


-Vaya calor tenemos hoy y casi no hay sombra. -comenté a modo de saludo.


-Si, están todas libres pero al sol. Me voy a asfixiar aquí. ¿Me puedo sentar en tu mesa? te prometo que no te doy la chapa. -respondió y aprovecho para pedir permiso.


-Sin problemas mujer, estoy yo solo y hay sitio para los dos.


-Muchas gracias. Ya siento sentarme en tu mesa, están todas vacías pero al sol.


-Tranquila entramos de sobra. -respondí y acto seguido seguí mirando el móvil.


Hasta ese momento no me había fijado en su pecho, sería una talla 85 y bastante firme. Cada uno seguíamos a lo nuestro, fumando y mirando el móvil. Note que hacía movimientos extraños con el cuello, como si tuviera alguna dolencia y de vez en cuando se llevaba la mano a la lumbar.


-¿Dolor de espalda?. -interpele para romper el hielo.


-Si la verdad, he venido de vacaciones con dolor de cuello y el fisioterapeuta al que voy no me da cita hasta dentro de una semana. Además he intentado que se me pasara nadando y después de un mes sin hacer nada también tengo las piernas cargadas.


-¿Has probado a ir al del polideportivo?. Es muy bueno y a parte es económico.


Le aconsejé ése porque es al que acudo cuando tengo una lesión y nunca falla, tanto mi mujer como familiares son asiduos y siempre hablan bien de él.


-Pues no, siempre voy a uno que está en el casco viejo, ¿crees que me dará cita?.


-Toma, llama y prueba. -dejé mi móvil encima de la mesa con el teléfono del fisioterapeuta.


-Ahora mismo. -sacó su teléfono y llamó, uno, dos, tres tonos... y cogió al cuarto.


No hubo suerte, acababa de venir de vacaciones y tenía la agenda peor que el suyo, hasta dentro de dos semanas no tenía hueco.


-¡Pues sí que están solicitados!. -exclamé sorprendido.


-Eso parece, me toca aguantar y esperar dos semanas por lo menos. -dijo mientras seguía moviendo el cuello.


-Oye, dile a tu pareja o a algún amigo que te de un masaje, ya se que no es lo mismo, no te va a solucionar la contractura o lo que tengas pero igual te alivia y relaja la zona. Yo se los suelo dar a mi mujer y algo hace...


En principio esa proposición no tenía doble sentido ni mucho menos, yo suelo dar algún que otro masaje a mi mujer cuando tiene la espalda cargada y el profesional no está disponible, además lo bueno es que suelen acabar bien... Es algo que siempre me ha gustado, no trabajo de ello pero he de decir que aparte de leer un libro y varios artículos he visto muchos videos de profesionales. Si se quiere hacer bien es imprescindible aprender, de lo contrario lo único que haces es frotar su piel con tus manos. Eso sí, como los servicios de un buen masajista o fisioterapeuta no hay nada.


-Mi marido no sabe, alguna vez me ha dado algún masaje en la espalda y nada, si aprieta me hace daño y si no lo hace no noto nada.


-Pues no te va a quedar otra que esperar dos semanas y rezar por que el dolor no vaya a más. -sentencie.


-Oye, ¿tú podrías darme un masaje?, vivo aquí al lado y si quieres te puedo pagar.


Me pregunto como si fuera lo más normal del mundo, realizar semejante proposición a una persona de la cual no sabes ni su nombre.Me dejó bastante descolocado, no sabía muy bien que responder he intente ser lo más cordial posible en mi negativa.


-Haber, yo solo se los he dado a mi mujer y algo hace pero ni por asomo logró quitar su dolor de espalda. No me gustaría intentarlo y agravar tu situación y mucho menos cobrar por ello.


-Si a ella le funciona a mi me vale. Además hemos terminado la consumición y aquí hace más calor por momentos. -sentenció levantándose de la silla y haciendo ademán de marcharse.


Y así sin comerlo ni beberlo me metí en semejante berenjenal.

Mientras íbamos andando aprovechamos para hablar y presentarnos, ella se llamaba Isabel, trabaja en un bufete de abogados, casada y sin hijos.

Llegamos a su portal, subimos a la última planta y para adentro. Decoración minimalista, moderna y por supuesto todo impoluto.


-Bueno y como hacemos, en el sofá, cama, silla... lógicamente camilla no tengo.


-En una cama y si es de noventa mejor, así me puedo mover más fácil por los dos lados.


-No, como te he comentado no tengo hijos, por lo que todas las camas son grandes. Así que lo hacemos en mi dormitorio.


Recorrimos el pasillo hasta el fondo y tras la puerta apareció un dormitorio muy grande, cama de uno cincuenta, vestidor y baño con ducha grande en la cual entraban dos personas. Lo que más me llamó la atención fue la terraza, para acceder a ella había una cristalera de lado a lado con una puerta corredera de cristal, afuera dos tumbonas para tomar el sol, una mesa y dos sillas. No pude evitar salir y asomarme, las vistas eran increíbles, se veía desde la desembocadura de la Ría del Nervión hasta casi la Torre Iberdrola de Bilbao y por supuesto libre de miradas indiscretas.


-Vaya vistas tienes desde aquí y encima te da el sol casi todo el día.


-Sí, suelo tomar el sol aquí cuando tengo tiempo y en cuanto a las vistas... poco más que añadir, hablan por sí solas. ¿Qué me pongo para el masaje?


-Un bikini es suficiente, una toalla de lavabo y como supongo que aceite de masajes no tienes pues crema hidratante.


No me gusta la crema hidratante, es un engorro para este cometido. Al poco tiempo la piel la absorbe y tienes que echar más constantemente.


-Bikini no tengo, solo uso bañadores para ir a nadar por lo que me quedo en ropa interior.


-Esta bien, te espero aquí afuera si no te importa mientras te cambias.


Salió de la terraza hacia el vestidor, intenté no mirar pero la curiosidad me podía y gire ligeramente la cabeza, pude observar como se quitaba primero los zapatos y los colocaba en una repisa, después bajó la cremallera lateral, se subió el vestido quedándose en ropa interior y lo colgó en una percha. Llevaba unas bonitas bragas blancas brasileñas, el sujetador no pude verlo. Se notaba que metía horas en la piscina, tenía una espalda trabajada, trasero en su sitio y piernas bien definidas.

Lo que ocurrió después me dejó un poco descolocado, se bajó las bragas hasta los tobillos doblando su espalda, sacando primero un pie y luego el otro. Evidentemente pude ver perfectamente su orificio anal y por primera vez se me empezó a poner morcillona. Acto seguido saco de un cajón un tanga de color blanco sin costuras y repitió operación pero a la inversa. Cuando se lo estaba colocando me giré y esperé a que me llamara.


-Puedes empezar cuando quieras. -me instó con tono elevado para que oyera.


Se encontraba tumbada boca abajo en la cama con el pelo hacia la derecha, en la mesilla una toalla blanca y el bote de crema hidratante. Me coloque en su lado izquierdo y extendí la toalla por encima de su culo perpendicular a ella.


-¿Te puedo desabrochar el sujetador? me molesta para trabajar en la zona.


-¡Sí claro! se me había olvidado.


Quite el cierre y coloque a ambos lados de su espalda. Cuando iba a proceder con la crema note que se levantaba.


-Será mejor que me lo quite totalmente porque te van a molestar los tirantes.


Se incorporó apoyándose sobre sus antebrazos, primero se quitó el lado derecho y luego el opuesto quedando sus pechos colgados rozando con la sábana los pezones. Estiró el brazo y me dio el sujetador para que lo dejara en la mesilla mientras se volvía a tumbar. En ese momento yo notaba una presión incipiente en mi entrepierna y me había puesto bastante nervioso. Antes de empezar pude observar que su espalda carecía de marca alguna de sol y me vino la imagen a la cabeza de sus pechos, los cuales también lucían morenos.


Comencé echando abundante crema en mis manos y repartiendo desde el cuello hacia los hombros, rápido me di cuenta que quedarme de pie a su lado iba a ser muy incómodo. En casa siempre me pongo encima de mi mujer pero aquí me parecía pasarse, de momento decidí continuar como estaba.

Empecé por sus hombros bajando ligeramente haciendo hincapié entre las escápulas y continúe por la espalda baja. Después decidí trabajar su brazo izquierdo que es el que tenía más a mano, para ello lo estire apoyándolo sobre mí, recorría toda su extensión desde la mano hasta el hombro y bajaba por sus costillas. Para repetir la operación por el otro lado no me quedó otra que subir a la cama, acción que ella noto porque giró su cabeza en mi dirección abriendo los ojos para ver qué pasaba. Al estar de rodillas, su brazo derecho quedó extendido sobre mí muslo llegando la mano casi a mi entrepierna, rápidamente vi la situación y la coloqué para afuera. Mientras cogía más crema, fue ella la que movió su mano a la posición inicial. En ese momento me estaban entrando sudores fríos por la situación y estaba empezando a empalmarme muy seriamente.

Al terminar con su brazo decidí trabajar las lumbares, era horrible desde esa posición y he de reconocer que se me estaba cargando la espalda.


-¿No estás incómodo en esa posición?. -preguntó ella.


-Si la verdad, normalmente me subo encima de Alicia.


-Pues no te cortes, si así vas a estar más cómodo y lo vas a hacer mejor... adelante.


Me puse de rodillas dejando sus piernas entre las mías por debajo de su culo manteniendo un ligero contacto. Ahora si podía hacer bien el masaje. Continúe por las lumbares con movimientos que iban desde la columna a los laterales y hacia arriba con las dos manos a la vez para terminar en sus hombros. Para hacer más hincapié en la zona baja de la espalda, retiré un poco la toalla y bajé un poco el tanga hasta ver el inicio de su trasero. Realice fuertes presiones con mis pulgares en el centro haciendo círculos para después recorrer su piel hasta los laterales por debajo de la goma del tanga. Para finalizar con la espalda, me bajé de la cama y eché abundante crema para repartirla por todos lados, no desaproveche la ocasión de introducir ligeramente las puntas de mis dedos por la única prenda de ropa que tenía puesta, pudiendo comprobar el inicio de un trasero bien firme.

Era el turno de las piernas, las separé y me volví a subir a la cama. Empecé por los gemelos haciendo presión con los pulgares desde el tendón de Aquiles hasta la parte de atrás de la rodilla. Cuando terminé le abrí un poco más las piernas y me coloque en medio. Entre la vista tan bonita que tenía, la ola de calor y que el sol estaba pegando en toda la cristalera la temperatura de la habitación y de mi cuerpo había subido considerablemente y estaba sudando bastante.

Para hacer la última parte que me quedaba le subí la toalla para arriba, dejando prácticamente todo su trasero a la vista. Creo que no lo vio venir porque dio una sacudida, calambre, no se, como sorprendida, acompañado de un pequeño suspiro que apenas pude apreciar, pero el sorprendido fui yo cuando abrió más las piernas dejando una vista perfecta de su entrepierna.


-¿Estás bien?. -pregunté irónicamente.


-Si si, sigue que lo haces muy bien. Ha sido una corriente de aire que ha entrado, ¿tú no tienes calor?.


-Pues sí la verdad, hace bastante aquí, encima está dando justo en la fachada.


-Si quieres puedes quitarte la camisa, por mí no te cortes.


Si ella no pasaba apuro por quedarse casi desnuda delante de una persona la cual hacía solo una hora y media que acababa de conocer, yo no iba a ser menos y me quite la camisa.


Siempre hecho el aceite (en este caso crema) en mis manos para repartirla por el cuerpo pero esta vez cogí el bote y eche un hilo que iba desde la parte baja de los muslos hasta la nalga, era toda una declaración de intenciones, no me quería ir sin tocar ese formidable culo. Con las dos manos a la vez, subía por la pierna izquierda desde abajo hasta el moflete sin miramientos y al bajar, giraba mi mano derecha siguiendo la forma de la nalga. En todo momento veía su cara y expresaba relajación, observaba como cada vez que tocaba su culo, se le abría ligeramente la boca. También se veía humedecido el tanga, no se si por el sudor o porque lo estaba mojando con sus jugos.

Este paso lo repetí varias veces en cada pierna y para finalizar quise arriesgar un poco más. Mis manos subieron por ambas piernas hasta llegar a la goma del tanga, tuve la tentación de tirar y quitárselo pero me contuve, opte por abrir mis manos al máximo y con las yemas de los dedos recorrer todo su culo, como si estaría amasando pan, juntando mis pulgares que se perdían ligeramente por la línea que separaba ambas nalgas y bajando hasta rozar ligeramente la tela. En ese momento su respiración se agitó, incluso arqueo un poco la espalda para facilitar la tarea. Estaba claro lo que podía pasar pero yo no quería dar ese paso, prefería que fuera ella la que tomara la iniciativa. Para relajar el ambiente, me baje de la cama y coloque la toalla por debajo de sus omóplatos con la intención de que se cubriera el pecho cuando se diera la vuelta.


-¿Tienes otra toalla pequeña?. -pregunté.


-Pues creo que sí, pero... ¿para que la quieres?


-Te la puedo poner en los ojos ahora cuando te des la vuelta y así no te hace daño tanta luz, un antifaz también vale, de esos que dan en los aviones cuando se hacen viajes largos.


-No te preocupes, uso la toalla que tengo aquí.


-Ya bueno, esa es para tapar tus pechos. -respondí incrédulo.


-No me importa, aunque tomo poco el sol siempre lo hago desnuda, mi marido y yo practicamos nudismo y no me voy a ruborizar ahora.


Y acto seguido se puso boca arriba, me observo un momento y mientras se cubría la mitad de su cara con la toalla y quedándose prácticamente desnuda ante mí, añadió:


-Veo que al final te has quitado la camisa.


-Si, hace bastante calor aquí… -mientras ella esbozó una ligera sonrisa.


Me subí a la cama y desde la derecha coloqué su brazo sobre mí tripa, masajeaba desde la mano hasta el hombro, haciendo pequeñas presiones circulares arriba, muy cerca de sus pechos. Añadir que yo estaba completamente empalmado, era imposible no estarlo con semejante belleza delante. Pasé al otro lado y repetí el proceso, pero nada más empezar su mano se deslizó quedando encima de mi paquete, un calambre recorrió todo mi cuerpo, ella no hacía nada y yo seguí, intentando relajarme y no hacer ninguna bobada. Tocaba el turno de las piernas, me coloque entre ellas y empecé a masajear sus muslos, del medio hacia afuera. Abrí un poco más sus piernas, ahora si podía ver que su tanga estaba bastante empapado, tanto que se pegaba a su cuerpo marcando su raja. Cuando llegaba a la ingle, la mano que recorría la cara interna del muslo y con el dedo índice para ser preciso, hacia todo el contorno del tanga, donde acaba la piel desnuda y empieza la goma, para perderse por debajo tocando parte de su culo. Esos movimientos le estaban gustando, su respiración agitada era prueba irrefutable, sumado a leves suspiros y pequeños mordiscos en su labio inferior.


-Tienes que echarte hacia abajo para poder ponerme arriba y trabajar los hombros.


No dijo nada, simplemente se movió dejando su fina tela en contacto con mi pantalón. Yo quise que notara mi erección y presione un poco su zona íntima con mi bulto, añadiendo un gemido más que salía de sus labios.

Con suma delicadeza, doble su pierna derecha para bajar de la cama. Quite la almohada y coloque su cabeza encima de mi pantalón, llegó la hora de los hombros. Desde mi posición deslizaba mis manos hasta el inicio de sus pechos, sin tocarlos, seguía su contorno perdiendo mis manos en sus costillas.


-¿Sería mucho pedir que te quitaras los pantalones?. Me está rozando la cremallera en la cabeza.


-Si perdona, no me había dado cuenta de ello. -respondí.


Me los quité y aproveche para colocar mi pene completamente erecto a un lado. Volví a la posición inicial, pero esta vez su cabeza apoyaba directamente en mi paquete. Transcurridos unos minutos, note que levantaba un brazo y tocaba mi calzoncillo (eran unos bóxer), lo agarraba... hasta que metió sus dedos por dentro. Ahora el que suspiro y se sobresaltó fui yo, no me pillaba de sorpresa, es más, era la señal que estaba esperando pero los nervios se habían apoderado de mí en cierta medida.

Se dedicó a acariciar mi muslo como buenamente podía hasta que llegó a lo que estaba buscando, posó su mano sobre mí miembro y la dejó unos segundos, como buscando aprobación. Tomé la iniciativa y me olvidé de los hombros, acaricié sus pechos descaradamente sin miramientos y llegue a sus pezones, los cuales pellizque provocando un gemido en ella nada disimulado.


-Creo que te puedes quitar esto. - dijo tirando de mi bóxer.


Me levanté y lo quité bajo su atenta mirada, por supuesto estaba en plena erección y con líquido preseminal brillando en mi capullo. Me puse de rodillas a su lado, alzó su mano y la agarró, apretó y comenzó a subir y bajar despacio. Con mi mano izquierda tocaba sus pechos, los agarraba con fuerza y de vez en cuando pellizcaba mientras que la mano derecha bajaba por su vientre. Llegué al tanga e introduje mi mano comprobando una depilación perfecta, tenía tan solo una fina tira de vello. Me estiré más y pude comprobar con la palma de mi mano el calor y el flujo que emanaba. Dejé su raja entre mis dedos índice y corazón mientras subía y bajaba mi mano haciendo presión en sus labios, de vez en cuando cambiaba y era el dedo anular quien recorría la zona sin llegar a entrar, recogiendo su jugo y lubricando toda la zona con las yemas de mis dedos realizando círculos.

Ella se incorporó, bajo la mano hasta la base descapullando completamente mi pene mientras la otra se afanaba en agarrar mis huevos y acariciar mi ano. Con la punta de la lengua recorrió todo el tronco desde la base hasta el frenillo, echó saliva en mi capullo, la esparció con la lengua y se la metió entera en la boca. Lo hacía de maravilla, la sacaba, metía y saboreaba toda, con una cantidad de saliva inusual. Se chupo el dedo índice y después de jugar en la entrada de mi ano, sincronizo a la perfección la penetración con la engullida de mi polla. Denotaba una destreza abismal, enseguida alcanzó mi punto g. Agarre su cabeza con mis manos, baje y nos besamos torridamente, tuve que apartarla o de lo contrario me iba a correr ahí mismo.


He de añadir que soy conocedor de mis límites sexuales, tengo un pene que apenas alcanza los quince centímetros y en el coito apenas llegó a los diez minutos. Es por ello que he desarrollado sobremanera mis habilidades manuales y con la lengua para dar el máximo placer a mi mujer.


Coloque una almohada en su lumbar, baje suavemente el tanga y cuando salía por sus pies aproveche para lamer sus dedos. Hundí mi cabeza en su sexo, separe sus labios con mis dedos y pase la punta de mi lengua de arriba abajo, jugando con su clítoris, era delicioso, nunca había estado con una mujer que soltara tanto flujo. Mis dedos entraban con suma facilidad, los puse en forma de gancho y realizando movimientos enérgicos y succionando el clítoris conseguí que llegara al orgasmo.

Me incorporé y subí lamiendo cada centímetro de su cuerpo, la mordisqueé los pezones y besé su boca. Ella agarró mi miembro, frotó el capullo varias veces y con un movimiento se la metió entera. Ahora ya podía abandonarme al placer, tenía la sensación del deber cumplido. Bombee con todas mis ganas, a veces cuando la tenía dentro hacía movimientos circulares con mi pelvis acompañados de toda la presión que era capaz de ejercer hasta que al final acabé dentro de ella, extasiado.


La mezcla de jugos de su interior ayudó a que mi polla ya flácida saliera de ella. Permanecimos en esa posición y continuamos besándonos, acariciándonos.


-Quiero correrme otra vez, baja y haz lo que mejor sabes. -me ordenó al oído.


No dije nada, me deslice por su cuerpo hasta sus piernas y recogí con mi lengua toda la mezcla que de su interior emanaba dejándolo bien limpio.


-¿Te puedes dar la vuelta y ponerte a cuatro patas?. le pregunté.


No dijo nada y accedió, la almohada que estaba en su pelvis la dejé a la altura de su cabeza y ella interpretó la señal a la perfección posándose en ella. No quería desaprovechar la ocasión de catar su culo, es algo que mi mujer no me deja, por lo que me coloque detrás. Con mis manos abría sus nalgas todo lo que podía mientras mi lengua recorría sus dos orificios parando en su ano, intentando penetrarlo con la punta. Después de mucha saliva y jugar con el dedo decidí probar, para mi sorpresa entraba con suma facilidad, estaba claro que era habitual esta práctica en ella, además también ayudaba el hecho de que su excitación iba en aumento puesto que se estaba frotando el clítoris con la mano. Para entonces yo ya estaba empalmado otra vez pero antes decidí probar con dos dedos, más saliva y poco a poco los fui introduciendo sin problema, los dejé unos segundos quietos metidos hasta adentro y los saqué. Me agarre el miembro, lo frote por toda su vagina recogiendo todo el flujo posible, eché una buena cantidad de saliva en su orificio y apoyé el capullo. Con una ligera presión entró sin problemas, lo dejé unos instantes para que se amoldara y poco a poco fui penetrando hasta que mis huevos hicieron tope. El ritmo era suave, quería disfrutar del momento, la sacaba casi entera y cuando la metía aprovechaba para agarrar más fuerte su trasero, casi arañando su piel.


-Para un momento. -dijo mientras se separaba de mí.


-¿Ocurre algo?. -pregunté.


-No, pero quiero hacer una cosa.


Me cogió de la mano y nos dirigimos a la terraza, se apoyó en la barandilla y me ofreció su culo en pompa. Me coloque por detrás y nuevamente la volví a clavar por el mismo agujero. Esta vez no fui tan sensible, las embestidas eran más enérgicas y veloces. Agarré su pelo para acercar nuestros rostros, las lenguas se entrelazaron en un festival de saliva y gemidos, apreté ligeramente su cuello con una mano mientras que la otra le pellizcaba los pezones. Entre gemidos llegamos juntos al orgamo.


Nos besamos, se separó de mí y mientras se iba a la ducha me dijo:


-Vístete y marcha, deja alguna forma de contacto por si algún día yo o mi marido necesitamos un masaje.


Esa última parte, la del marido, me dejó descolocado. En un papel escribí mi nick de ********, es discreto y no necesitas dejar número de teléfono. Me vestí y marche por donde vine. El ascensor paró en el tercero, una vecina de su misma edad aproximadamente entró.


-Buenos días ¿bajas?. -preguntó mirándome de arriba abajo.


-Buenos días. Si.


Me preguntaba si aquella señora u otro vecino había oído los gemidos, una cosa es que nadie nos pudiera ver, pero oír...tal vez algún día salga de dudas.
Joder q morbazoooooooo
 
Después de mi encuentro con Isabel, intento involucrar a Alicia en mis fantasías y cambiar nuestra forma de ver y sentir el sexo.

Antes de empezar me gustaría hacer una pequeña presentación. Somos una pareja del norte de España, tenemos 40 años y llevamos juntos desde los 19. Ella es morena, 1,53 y 58kg, usa una 95C y tiene un buen culo. Yo mido 1,76, 92kg y una polla del montón. En el terreno sexual, desde que tenemos críos, con suerte una vez al mes. Ella no es muy fogosa y tampoco da pie a cumplir mis fantasías, suelo ser yo el que tira del carro. Siempre me ha gustado la idea de hacer tríos o intercambios de pareja, se lo he propuesto y siempre ha dicho que no, incluso primero con un hombre o ella sola con un hombre. Tan solo una vez hablamos seriamente sobre un intercambio de pareja y dijo que si lo haríamos, sería en habitaciones diferentes, que no quería que yo viese lo que hacía. Será porque cuando se pone muy cachonda se desinhibe bastante y seguro que haría cosas que conmigo no hace. Después de mi encuentro extramatrimonial, creo que ha llegado el momento de arriesgar más e intentar cambiar nuestra vida sexual.

Navegando por una página de dogging, tuve la suerte de conocer a un hombre, Juan. Tiene 46 años, mide uno setenta y cinco, complexión delgada y se mantiene en forma. En el terreno sexual, él tiene relaciones con un pareja fija y exporadicamente con un hombre casado (es bisexual).

Manteníamos una conversación fluida por ********, yo le hablaba de mis fantasías, entre ellas: ver a Alicia con otro hombre, hacer tríos o intercambios e incluso que a mí me gustaría probar con otro hombre. La verdad es que era agradable, buena conversación, muy comprensivo y paciente. No le importaba que al final no consiguiera nada con nosotros. Es de agradecer poder hablar libremente con alguien así, normalmente muchos solo quieren follar a tu mujer o darte por el culo y si es para ayer, mejor. Me comentó que lo mejor para empezar es un contacto indirecto, casual, que ella piense que no está premeditado y ver su reacción.

La primera toma de contacto iba a ser en un probador de ropa, la idea era aprovechar que íbamos a comprar a una tienda de un centro comercial, él estaría en el probador de enfrente y luego me contaría que ha pasado, no añadió nada más.

Llegó el sábado, estábamos en el centro comercial y manteníamos contacto por teléfono. Por supuesto yo estaba nervioso, nunca nos habíamos visto en persona, solo en fotos. El ya tenía previsto la tienda y conocía los probadores, solo faltaba que iríamos. Tras recorrer dos tiendas, nos dirigimos a la indicada y se lo hice saber. Alicia escogió alguna prenda y enfilo los probadores, había cola. Ahí fue cuando nos vimos por primera vez, miró hacia nosotros, nos vio y ni un gesto. Él estaba el primero y ella la última, entre los dos tres personas más. Entraron todos y yo esperé fuera. Mi excitación era máxima, no sabía que iba a pasar. Alicia salió primera sin ningún signo aparente de que hubiera pasado nada fuera de lo normal, fuimos a caja y pagamos. Enseguida recibí un mensaje.

-Imposible hacer nada, no estaba enfrente de ella. Avísame a que tienda vais.

Seguimos la tarde de compras y fuimos a una tienda de lencería femenina, ni me moleste en mandar mensaje, ahí no se podía hacer nada. Después la oportunidad se presentó, acudimos a una que venden ropa tanto para hombres como para mujeres, mande mensaje y tocaba esperar. La verdad es que mi mujer se recreó bastante en la tienda y cogió varias prendas, entre ellas un vestido y un vaquero. Yo intentaba disimular como podía, pero cada dos por tres miraba en todas direcciones buscando a Juan. Nos dirigimos a los probadores, una persona se colocó detrás nuestro y nos preguntó la hora, era él, mi pulso se aceleró, nunca había oído su voz ni estado tan cerca. He de añadir que la fragancia que utilizaba olía muy bien. Entró Alicia, yo me quedé fuera y vi que ahora sí, Juan entró en la cabina de enfrente. Pasaron como unos seis o siete minutos, salió mi mujer primero devolviendo todas las prendas menos el vestido y nos dirigimos a pagar. Ahora si la notaba ciertamente nerviosa, como con prisa por marchar, pero en ningún momento dijo nada ni miró a su alrededor. La tarde siguió como empezó, fuimos a un par de tiendas más y yo mandando mensajes a Juan. Recibí un mensaje suyo muy escueto.

-Está hecho, luego te cuento. Suficiente por hoy.

¡Está hecho!. ¿Qué cojones estaba hecho?, me preguntaba a mí mismo. No tenía ni idea de lo que había ocurrido pero bueno, no me quedaba otra que esperar a que me escribiera. Al final cenamos allí, fuimos a recoger al crio donde mis suegros y esa noche tuvimos sexo, no note nada especial en el acto, ni mayor fogosidad por parte de Alicia ni prácticas diferentes. Si hubo algo que me llamó la atención y es el hecho de que por la mañana, antes de que se despertara el crío, quiso repetir. He de añadir que es raro en ella, cuando estamos solos en un hotel no, porque nos despertamos tarde y el niño no está, pero en casa, madrugar para follar no es habitual en ella. Me fui a desayunar, encendí el móvil y ahí estaba el mensaje de Juan.

"Hola, ha ido muy bien. Dejé la cortina un poco abierta y me desnudé de cintura para arriba. Ella la tenía cerrada, así que espere hasta que se movió, al parecer probándose algo debió tocarla y se abrió ligeramente. Yo no la veía pero tenía que probar, me quite todo menos la ropa interior y empecé a tocarme por encima para que se me pusiera dura. Se movió para atrás y pude ver como se quitaba un pantalón vaquero y a duras penas vi que llevaba un tanga negro. Giró su cabeza y me vio, en ese momento me puse la camisa para disimular y me di la vuelta. A través del espejo podía verla, no cerró la cortina, es más, diría que la abrió un poco más y se quedó mirando mi culo, me quedé quieto unos instantes y me volví a quitar el nicki quedándome de perfil. En ese momento me baje los calzoncillos quedandome completamente desnudo y bien erecto, lo hacía sin mirar a ella, como si no supiera que estaba. Lo que hizo tu mujer me gusto, se quedó mirando a su espejo y se quitó la parte de arriba sin cerrar la cortina, posteriormente se probó el vestido, dio un par de vueltas sobre sí misma y se lo quito. Yo para entonces me estaba masturbando, siempre sin mirarla (la veía por el espejo). Acto seguido se vistió, salió y paró dos segundos para mirar detenidamente mi miembro, nuestras miradas se cruzaron a través del espejo un instante, sonrió y se fue".

Me sorprendió que Alicia respondiera así, lo normal hubiera sido que corriera la cortina y al salir me contara lo que había visto.
Esa semana seguimos hablando Juan y yo, me dijo que mi mujer era más guapa en persona que en fotos y ya estaba pensando en el siguiente paso. Le comenté que el sábado íbamos a ir a Bilbao a ver un monólogo acompañados de más parejas, al finalizar, ellas se iban quedando mi mujer y yo solos. Enseguida urdió un plan.

-¿Alguna vez habéis ido a un sex-shop?. -preguntó.

-Sí, pero de eso hace mucho. Ahora si queremos algún juguete solemos comprar en tiendas online. -contesté.

-Bueno, cuando os quedéis solos, vais al sex-shop que está dos calles más abajo. De tu parte queda lograr que entréis a una cabina, si lo consigues me avisas. Yo estaré fuera, no puedo entrar antes porque me reconocería.

El plan estaba trazado, no daba un duro porque sucediera nada pero tenía que intentarlo. El ir a la tienda no era difícil, aunque tenemos varios juguetes siempre es bueno añadir alguno más o simplemente comprar lubricante. Además al que acudiremos hemos ido en anteriores ocasiones y la mujer que lo regenta es muy simpática y atenta. Lo que desconocía era que habían puesto cabinas de glory hole y éso iba a ser la parte difícil, lograr convencer a Alicia para entrar.

Llego el día, casualidades de la vida Alicia había escogido para la ocasión el vestido que compró la semana anterior, es entallado con vuelo por encima de la rodilla de color rojo y lo conjunto con unas sandalias atadas al tobillo. La tarde transcurrió con normalidad, vimos el monólogo, tomamos algo con los amigos y nos quedamos solos. Fue entonces cuando nos dirigimos al sex-shop, era algo que ya teníamos planeado de casa.

Nada más acercarnos vimos que había sido remodelado, era más grande al añadir una lonja aledaña y cuando entramos, para nuestro agrado, seguía la misma persona al frente del negocio. Dimos una vuelta, escogimos un lubricante y fundas para los dedos, nos hicieron gracia, fueron de los primeros juguetes que tuvimos, las hay estriadas, con puntos... Nos acercamos al mostrador a preguntar por el vibrador Lush 3, nos explicó cómo funcionaba, no es barato pero es algo que puede dar mucho juego, al final decidimos comprarlo. Al pagar la dependienta se acordó de nosotros, aprovechando que no había nadie nos enseñó las nuevas instalaciones. Después de cinco minutos llegamos a las cabinas de glory hole, nos explicó el funcionamiento, las medidas de higiene y precios. La cara de Alicia no era de entusiasmo precisamente pero la dependienta la ánimo.

-Si queréis, ya que os habéis dejado bastante dinero y sois clientes habituales os dejo entrar gratis a la doble, así las probáis.

-No se, no lo veo muy claro, no soy exhibicionista -contestó Alicia.

-Si mujer, por probar no pasa nada, además ahora no hay nadie.

-A parte de que ahora no hay nadie, como os he comentado, si tú no quieres abrir las trampillas nadie os va a ver o lo que sea...

Alicia estaba dubitativa, por lo que tuve que actuar rápido.

-Mira, entramos un rato y si no estás a gusto nos vamos. -dije mientras agarraba su mano y entrábamos.

-No se hable más pareja, que lo paséis bien. -se despidió de nosotros mientras cerraba la puerta y nos guiñaba un ojo.

Mientras Alicia comprobaba que la puerta y trampillas estuvieran bien cerradas, mandé un mensaje a Juan.

"Dentro".

El habitáculo era bastante grande, tenía dos metros de ancho por tres de largo, en la pared del fondo una pantalla para ver películas y en el centro de la habitación un sillón tantra de color rojo. Esta cabina es distinta a lo que había visto en videos, a parte de la trampilla redonda tiene dos más grandes arriba para poder meter las manos.

Ponemos una película de esas mal llamadas porno para mujeres, empezamos a besarnos sentados en el sillón y recorro el muslo de Alicia con mi mano notando como se eriza su piel.

-Comprueba que están bien cerradas las trampillas y la puerta. -me ordenó mientras no paraba de mirar a todas partes.

Su comportamiento es normal, no le gusta que nos grabemos como para que le guste que nos miren. Volvemos donde lo habíamos dejado, besándonos y empiezo a meter mi mano por debajo de su vestido. Llegando a su zona íntima la noto muy mojada, más de lo normal para acabar de empezar. Mientras la empiezo a rozar con mis dedos por encima del tanga ella empieza a desabrochar mi pantalón y a tocarme por encima del calzoncillo. Para estar más cómodo me quito los pantalones y estando de pie me desnuda de cintura para abajo, me da un pequeño lametón y me dice que me siente, empieza a pajearme y yo aprovecho para tocarla por encima del tanga. Lo aparto a un lado para poder lamer ese charco que se está formando, la meto un dedo y noto como se estremece. Con la otra mano le bajó los tirantes y queda el vestido por debajo de los pechos, a lo primero duda pero susurro en su oído que nadie mira. Quito su vestido y se queda con un precioso sujetador negro de encaje y tanga a juego. Me desprendo de la ropa que me quedaba, ella se sienta en el sillón y con su dedo índice me indica que sumerja mi cabeza entre sus piernas.

Su excitación va en aumento, mientras trabajo con mi lengua aprovecho para pellizcar sus pezones por dentro del sujetador. Me aparta para ponerse de rodillas, agarra mi miembro y comienza una mamada que me sabe a gloria, está totalmente inmersa en la tarea sin preocuparse de las trampillas hasta que unos golpes nos sorprende.

-¿Qué ha sido esos?. -preguntó mientras sus brazos intentaban tapar los pechos.

-No lo sé, creo que hay alguien en la cabina de al lado.

-Pues se acabó, nos vestimos y nos vamos.

-Espera espera, las trampillas están cerradas, nadie puede ver nada, solo oír.

-¿Estás seguro?. -preguntó Alicia.

-Si mujer, compruébalo tú misma si quieres.

Se levantó y miró una por una que estarían bien cerradas... hasta que volvieron a tocar. Se echó para atrás sorprendida.

-¡Siguen llamando!. -susurró.

-Me parece que alguien quiere ver lo que hacemos, ¿le dejamos que mire?.

-¡Tú estás loco! Me moriría de vergüenza.

-Bueno, se me ocurre una idea. ¿Qué te parece que abra la trampilla pequeña y mire a ver qué es lo que se ve?. -me estaba jugando el todo o nada, también estaba interesado en comprobar que era Juan y no otra persona.

-Vale, solo la pequeña, miras y me dices. -su respuesta hizo que mi erección cogiera más fuerza.

Me agaché y abrí la trampilla, vi a un hombre de cintura para abajo desnudo, no me quedó duda de que era él por las fotos que me había enviado.

-Hay un hombre completamente desnudo. Mira si quieres. -le dije a Alicia.

-Voy.

La verdad que me sorprendió, no se lo pensó dos veces. Era difícil que le reconociera puesto que no iba a ver su cara. Se puso de rodillas y miró, se quedó unos segundos y se levantó. Por mi cabeza pasaron multitud de imágenes imaginando a Alicia por primera vez con otra polla que no fuera la mía. He de aclarar que empezamos muy jóvenes a salir y ambos perdimos la virginidad juntos, salvo mi encuentro con Isabel solo hemos tenido sexo con una persona.

-Es verdad y he de añadir que está empalmado. -dijo entre susurros con cara de picara.

-Pues entonces lo mejor será no dejarle a medias, dejemos que nos mire. -añadí agarrando por la cintura a mi mujer y besándonos.

Juan tiene un miembro más grande que el mío, unos diecinueve centímetros en plena erección. Alicia ya lo vio en el probador, no se si lo reconoció, desde luego a mí no me dijo nada. Continuamos besándonos, uno frente a otro, ella contra la pared al lado del agujero. Tras unos instantes, llegó otro momento tenso, por el orificio apareció el miembro totalmente erecto de Juan rozando ligeramente el muslo de Alicia. Ella se sobresaltó y se quedó mirando ensimismada.

-¿Y esto?

-Hombre, supongo que ya sabrás para qué es ese agujero. Ahora depende de nosotros dejar que participe.

Ella no decía nada, ni se movía. Yo seguía frente a ella, mordisqueando su cuello, llegué a su oído y susurre que la acariciara.

-No se si debo. -respondió haciéndose la remolona.

-Tranquila, ¡mira!.

Mientras Alicia miraba a lo que asomaba, yo la comía el cuello a la vez que le agarraba el culo fuerte con la mano derecha y mi mano izquierda se fue directa a la polla de Juan. Recorrí suave toda su extensión, adelante y atrás hasta que la agarré y comencé a masturbarla suavemente. Era la primera vez que tocaba una que no fuera la mía, es algo que quería hacer desde hace mucho y no dude en cuanto vi la oportunidad, fue una sensación agradable el tener algo suave y duro en mi mano. Tras unos instantes, solté mi mano para agarrar de la muñeca a Alicia y dirigir su mano hacia abajo, no opuso resistencia, sabía lo que iba a suceder. Al principio la tocaba solo con la punta de los dedos, mi excitación era máxima, nuestras lenguas se juntaron, metí mi mano por dentro de su tanga y comprobé que estaba muy mojada, no demore en exceso e introduje un dedo dentro de ella. Se estremeció y por acto reflejo agarró el miembro con toda la mano, ya no había vuelta atrás, ella masturbaba a Juan y yo a Alicia.
Moví a mi mujer de tal manera que su entrepierna quedara justo en medio del agujero, ahora el pene de Juan entraba y salía rozando la parte íntima de Alicia. Lo agarre con fuerza y lo deje quieto haciendo presión en los labios vaginales, tan solo separados por una fina capa de tela cada vez más mojada.

-¿Quieres que entre?.

-No... no te pases. Así... está bien... además no tiene puesto condón. -respondió entre suspiros de placer.

Estaba tan excitado que podría correrme ahí mismo sin tocarme, por lo que decidí abstraerme de lo que sucedía abajo y centrarme arriba. Mientras besaba a Alicia, abrí las dos trampillas, cogí sus brazos, los levante juntando las manos por encima de su cabeza y los sujeté con mis manos. Nuestro invitado metió sus brazos por ellas y comenzó a acariciar el cuerpo de Alicia con las puntas de sus dedos, recorrió su cuerpo desde la altura de sus pechos hasta los muslos juntando sus manos para subir por su vientre hasta los hombros. Desde luego mi mujer estaba encantada tanto con las caricias como con el roce que tenía entre sus piernas, su respiración era cada vez más agitada y soltaba pequeños gemidos.

Juan, al ver que Alicia se dejaba acariciar, bajó un tirante del sujetador y cuando llegó a su pecho metió la mano por dentro. Jugó con su pezón, lo pellizcó y estiró provocando que mi mujer cerrara los ojos y se mordiera el labio inferior. Decidí facilitar la tarea, solté el cierre del sujetador, bajé el otro tirante y Alicia hizo el resto, se lo quito dejándolo caer al suelo. Ahora Juan agarraba los dos pechos a la vez y sus manos se entrelazaron con las de Alicia.

Me pongo de rodillas, agarro el tanga con las dos manos y lo bajo poco a poco sacándolo por sus pies. Agarro el culo de Alicia para separarlo de la pared, meto mi cabeza y empiezo a practicar sexo oral. Paro, agarro el miembro de Juan con fuerza y lo lamo saboreando su líquido preseminal, lo dirijo hacia Alicia y empiezo a frotar, noto como ella busca el contacto, ejerzo presión para meterla y...

-Cari para, no tiene condón puesto, ¡follame tu!. -añadió Alicia poniendo cordura al momento.

Mientras giraba el sillón de tantra para dejar la parte alta mirando a la pared, Juan desapareció para ponerse un condón y volver a hacer acto de presencia. Alicia se subió en el sillón dándome la espalda , yo no aguantaba más y se la metí entera de golpe provocando un gemido que ya no intento disimular. El ritmo era lento, intentaba alargar la situación todo lo que pudiera mientras ella masturbaba a Juan. Pose mi mano sobre su cabeza y la empujé al agujero, Alicia no se lo pensó y comenzó a hacer una mamada. Mi excitación era máxima y no iba a aguantar mucho más, empujaba con todas mis ganas sin llegar a sacarla y metiéndola hasta el fondo mientras Alicia acompasaba la felación con mis embestidas y se acariciaba el clítoris. No os voy a engañar, duré apenas tres minutos y tuve uno de mis mejores orgasmos. No me dio tiempo a sacarla cuando note los espasmos de Alicia, sin lugar a dudas ella también se había corrido. Nos quedamos unos segundos parados.

-Creo que nuestro amigo tiene más aguante que yo, a lo mejor puedes ayudarlo a terminar.

-Voy pero quita este sillón de aquí. -me urgió.

Lo quité como me pidió, se arrodilló y prosiguió con la mamada. La verdad que a mí nunca me lo había hecho como se la estaba trabajando a Juan, se la metía hasta el fondo mientras le acariciaba los huevos, la sacaba, se los chupaba, recorría toda su extensión con la lengua y se la volvía a meter. En un momento dado, Juan agarró su cabeza y la empujó para dejar su polla hundida en la boca de Alicia, se oyó unos gemidos y soltó. Al retirar su cabeza vi que nuestro invitado había terminado. Alicia se levantó, me besó y nos vestimos.

-Sal tú primero y mira si hay alguien.

-No hay nadie en el pasillo, podemos salir.

Salimos agarrados de la mano con intención de irnos y al pasar por delante de la dependienta nos freno.

-Esperar, esperar pareja. ¿Qué tal la experiencia?. -pregunto mirando a Alicia.

-Pues para ser la primera vez... me ha encantado, no descarto repetir.

-Sois bienvenidos pareja, juntos... o solos. -añadió guiñando un ojo a Alicia.

Llegamos a casa y esa noche dormimos plácidamente. A la mañana siguiente tenía un mensaje de Juan.

"Espero que lo hayas disfrutado tanto como yo. Tu mujer es increíble. Seguimos en contacto".
Uffffffffff q morbazo mmmmmmmmmmmmm, yo no aviera podido contenerme a chuparle la polla tambien 😁😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂
 
Después del encuentro con Juan, decido escribir las experiencias vividas en forma de relatos en una página de internet. Un usuario que reconoce la zona (por el relato de mi encuentro con la mujer madura) contacta conmigo. Vive en cercanías e iniciamos una conversación por una app de mensajería que facilita la privacidad de lo que nos gusta y sobre todo, lo que me gustaría a mí que pasara. Resulta que Alberto, así se llama, tiene una relación en la cual su pareja no sólo es consciente de sus gustos y pasiones, si no que participa de alguna de ellas.

La verdad que encontrar a alguien con quien poder hablar libremente sin ser juzgado, que comparta muchos de mis gustos sexuales e incluso de pie a que si surge la posibilidad, tal vez realizar alguna de mis fantasías, es algo con lo que no contaba. El hecho de que viva cerca y tenga experiencia en el mundo liberal es algo que suma muchos puntos para animarme a ello.

Mi idea principal desde que empecé lo de Alicia con Juan sin que ella lo sepa, es verla con otro hombre. Gracias a Alberto y su pareja, no solo se abre un mundo de posibilidades para ella, si no que a lo mejor, también puedo satisfacer mi deseo de probar con un hombre. Para ello he de cambiar la estrategia, ser más atrevido y ver hasta dónde seremos capaces de llegar.

Por supuesto, Alberto había leído mis relatos y teníamos conversaciones torridas que incluían fotos y algún vídeo. Le confesé mis ganas de probar con un hombre, lo que me gustaría hacer y que me hicieran. Él lo puso todo en bandeja, quedamos a tomar una cerveza y conocernos, nada más, si hay buen feeling entre los dos subir a su piso y ver que pasa, sin prisa, sin presión ni obligación de nada. Después de tantos años fantaseando con un hombre, no podía dejar pasar esta oportunidad.

Por fin un día pudimos quedar a tomar esa cerveza. Los nervios por mi parte estaban a flor de piel, no sabía que iba a ocurrir pero después de dar el paso no quería desaprovechar la ocasión.

Eran las 9:30h de un miércoles en pleno mes de febrero, el frío y la lluvia se hacían notar. Llegué al bar y lo vi sentado en la mesa de afuera.


-Buenos días, ¿Alberto?. -pregunte.

-¿Sergio?.

-Si. -respondí al tiempo que estrechamos las manos.

-Buenos días. ¿Qué quieres tomar?. -preguntó.

-Un café con leche estaría bien, hace frío para una cerveza.


Entramos al bar a pedir y no me dejó pagar. La primera impresión era muy buena, 50 años, estatura media y complexión normal (nada que no habría visto antes en las fotos), lo remarcó porque uno de los miedos que hay es el ser engañado por fotos. Nos volvimos a sentar fuera y Alberto rompió el hielo iniciando una conversación de lo más normal, como si nos conociéramos de antes, en parte era lógico, no íbamos a hablar de sexo delante de la gente.


-¡Por fin!, sí que ha sido difícil quedar. -exclamó.

-Ya sabes, entre turnos, el crío... es difícil cuadrar.

-¿Qué tal está Alicia?

-Cada vez va mejor, poco a poco la rodilla le deja hacer más cosas. El otro día fuimos al monte y sin problemas. ¿Y la madre de Maider?. -pregunté.

-Va bien, nos dio un susto en Navidades, pero parece que está recuperada del todo.


La conversación siguió en unos términos como la de cualquier pareja de amigos que no se veían en tiempo, cada vez me sentía más relajado.


-Bueno, veo que has terminado tú también el café, ¿quieres ver como ha quedado la reforma que he hecho en casa?. -me interpelo discretamente.

-Pues sí, la verdad que me gustaría verla, para eso he venido en parte, no te voy a engañar. -contesté riéndonos al unísono.


Sin más preámbulos nos dirigimos a su casa, en el ascensor estaba más tenso. No sabía que iba a ocurrir pero el paso estaba dado.Entramos en su casa y dejamos los abrigos colgados en la entrada.


-¿Nervioso?, recuerda que si tu no quieres, no tiene que pasar nada. El ritmo lo marcas tú. Venga, te enseño la casa y así te relajas un poco.

-Un poco si la verdad. Me parece bien ver la casa.


Cuando terminamos, nos sentamos en el sofá, ahora sí, con una cerveza en la mano.


-¿Quieres que ponga la televisión?. -preguntó acostándose, habiendo dejado la bebida en la mesa.

-No la verdad, así creo que está perfecto. -contesté poniendo mi mano izquierda en su muslo.


Pude comprobar como Alberto sonreía ligeramente, creo que fue la última vez que le mire a la cara en un buen rato. Iba subiendo la mano por su pierna, mi mirada no se dirigía a otra parte, puede que por vergüenza o puede que intentando concentrarme en lo que iba a hacer. Llegué a su entrepierna y empecé a acariciar por encima del pantalón su bulto, notando como crecía poco a poco. La verdad que me gustaba lo que estaba sintiendo, me estaba excitando. Quería notar su piel en mi mano, quité su cinturón pero las ansias me jugaron una mala pasada con los botones del pantalón (estaba tan abstraído que lo intente con una sola mano).


-¿Quieres que te ayude?. -preguntó Alberto viniendo a mi rescate.

-La verdad que si, están duros los botones.

-No solo los botones... -murmuró mientras se desabrochaba.


Ahora el contacto era más real, tan solo una fina capa de tela separaba mi mano de su cuerpo. La notaba bien dura y no quería esperar más, con las dos manos y su ayuda le baje un poco la ropa saltando su miembro como un resorte. Nunca antes había visto una polla dura tan cerca, sin más preámbulos empecé a acariciarla con mi mano izquierda. No sabría describir la sensación, una mezcla de placer, calor, tal vez liberación por estar haciendo lo que llevaba años queriendo hacer. Envolví su miembro con mi mano y empecé a subir y bajar poco a poco, la verdad que de una manera bastante torpe hasta que me di cuenta que seguía usando mi mano izquierda. Solté mi mano y la apoyé en el sofá para poder girarme y usar la derecha, ahora si que estaba disfrutando aunque la postura era un poco incómoda.


-Me puedo bajar más los pantalones si quieres. -añadió Alberto.

-No, prefiero hacerlo yo pero como siempre lo he imaginado, súbete el pantalón por favor y abrocha los botones, vamos a tu cama. -no podía creer lo que acababa de decir.


Nos dirigimos a su cuarto y le pedí que se pusiera de pie en el borde de la cama, me puse de rodillas y lo primero que hice fue quitarle las zapatillas y los calcetines. Después le quité los botones y bajé su pantalón vaquero y los saqué por sus pies. Él por su parte aprovechó y se desnudó de cintura para arriba, subí mis manos acariciando sus muslos hasta llegar a su paquete, lo acaricié, se notaba firme, no había perdido ni un ápice de fuerza. Con mi mano izquierda agarre el elástico y bajé un poco el calzoncillo, con la derecha busqué la polla de Alberto y la saqué. Estuve un rato disfrutando cada movimiento que hacía con la mano hasta que decidí quitar la única prenda que le quedaba. Ante mí tenía a un hombre como siempre lo había imaginado, completamente desnudo y empalmado.
Agarre su miembro con la mano derecha, con la izquierda agarre su culo y acerque mi boca, saque la lengua y deguste el líquido brillante de su capullo. Fue una sensación rara, una mezcla de viscosidad y calor, recorrí de abajo a arriba con mi lengua y la introduje sin miramientos. Nunca pensé que se tenía que tener tanto ciudadano para no rozar con los dientes. La sacaba, metía, chupaba, lubricaba con mi saliva hasta que llegó otro momento esperado por mi y que tanto había visto en videos, pose mis manos en su culo y haciendo fuerza la introduje entera, estaba disfrutando tanto o más que Alberto. Él por su parte marcaba con sus manos en mi cabeza el ritmo.


-Vamos a parar que si no me voy a correr enseguida. -dijo.


Me incorpore y aprovecho para desnudarme, evidentemente pudo comprobar que estaba bien empalmado. Me sentía tan bien y liberado de prejuicios que quería probarlo todo. Le tumbé en la cama y me puse encima, notaba su polla en mi perineo y como rozaba su punta en mi ano, escalofríos recorrían mi cuerpo.


-Tranquilo, ahora soy yo el que te va a hacer explotar de placer. ¿Quieres probar?. -pregunto.

-Sí. -contesté rotundamente.

-Ponte de rodillas en el borde de la cama.


Así lo hice, se colocó detrás y me empezó a besar las nalgas y pasar su lengua por mí culo. Sacó un bote de lubricante y no escatimo, echó una buena cantidad en mi orificio la cual esparció con la yema de su dedo. Sin darme cuenta había metido un dedo entero, lo cual no era difícil teniendo en cuenta que era práctica habitual en mi cuando estoy en la ducha. Lo que si note y al principio dolió un poco fue el segundo, dejó un poco los dedos quietos para que me amoldara y comenzó a sacar y meter mientras me pajeaba. Ahora si, llegó el momento tan esperado por mi, apoyó la punta de su polla en mi culo y ejerció presión. Notaba como se hacía paso el capullo, milímetro a milímetro, acompañado de un ligero dolor y calor, mucho calor. Noté como entró el capullo, lo dejó un buen rato mientras me acariciaba la espalda y echaba más lubricante en el resto de su pene, volvió a ejercer presión y he de decir que el resto entró sin demasiados problemas, se notaba que tenía mucha experiencia en el sexo anal. Me empezó a follar despacio y debido a mi excitación, me corrí sin tan siquiera tocarme, tuve el mejor orgasmo de mi vida
Prosiguió unas embestidas más hasta que cambiamos de posición.
Me colocó boca arriba, puso una almohada en mis lumbares y subió mis piernas a sus hombros. Yo estaba ligeramente cortado porque tenía el pene completamente flácido pero me dejé llevar. Apunto su polla y la metió poco a poco hasta dentro, empezó por acometidas suaves mientras me pajeaba hasta volver a conseguir que estuviera bien erecto. Sacó su miembro, echó más lubricante para volver a meter despacio y cuando sus huevos hicieron tope, me follo sin dilaciones, con ritmo, podía oírse perfectamente el golpeteo, todo ello sin dejar de masturbarme. Nuevamente me volví a correr y poco después se la sacó, junto nuestras pollas y de dos sacudidas se corrió abundantemente.

Tras unos instantes de recuperar el aliento nos fuimos a la ducha, para mi sorpresa era grande y entrábamos los dos. Alberto puso el agua a tono y nos dimos jabón mutuamente.


-¿Te ha gustado?. -preguntó Alberto mientras me frotaba la espalda.


-Si, la verdad que ha ido mejor de lo que pensaba, ya sabes, siempre piensas en que va a doler. Uno nunca sabe cómo va a reaccionar ante situaciones nuevas. -respondí mientras le masturbaba con mi mano izquierda mirando a la pared.


Nos aclaramos y me puse de rodillas, no quería desperdiciar la oportunidad y sin perder tiempo le empecé a hacer una mamada. Repartía el tiempo a partes iguales entre la polla y los huevos, quería su manjar y no se me ocurría mejor sitio, sólo había probado el mío y no me supo raro. Alberto levantó ligeramente una pierna lo que me dio acceso a su culo, tras unas leves caricias y lubricando mi dedo con saliva le metí el dedo índice. Jugaba con su próstata, con la otra mano me sujetaba firmemente a su nalga y seguía succionando lo más rápido que podía hasta que llegó al clímax, note en mi garganta dos chorretones que pensé que me ahogaba. Tras unos segundos en mi boca, lo eche al suelo y me dedique a dejarla reluciente. La verdad que no note gran diferencia a la mía, viscoso, diría que casi gelatinoso y un sabor raro, tirando a amargo.Después nos secamos y vestimos.


-Bueno yo ya he cumplido una fantasía, ahora a ver cómo involucro a Alicia en todo esto.

-Eso no va a ser fácil, aunque algún paso ya has dado como he podido leer. A lo mejor si quedamos un día los cuatro para cenar sin que ella sepa nada, con alguna copa encima se desinhibe y quien sabe, hasta puede caer en las garras de Maider... -expuso Alberto.


Nos despedimos con un apretón de manos y me fui. La verdad que la idea no era mala, ahora solo tenía que urdir un plan para encajar esa cena, tarea difícil teniendo en cuenta que mi mujer conoce a todos mis compañeros de trabajo y amistades.

Después de darle vueltas, lo único que se me ocurría era presentar a Alberto como un amigo del gimnasio y que trabaja en la misma empresa que yo pero en otro departamento. Para que no le sonará raro el ir a cenar con una pareja que nos saca 10 años, el gancho iba a ser el teatro, si, otra vez íbamos a ver un monólogo (a lo mejor quiere que acabe como la otra vez...).


-Cari el fin de semana que viene tenemos plan. Me ha regalado Alberto dos entradas para ver un monólogo.-espeté, como quien no quiere la cosa.

-¿Pero... como así? y ¿quién es Alberto?. -preguntó Alicia.


-Es un compañero del trabajo de otro departamento y que también le suelo ver en el gimnasio. Estuvimos hablando de que un día fuimos y nos lo pasamos muy bien, se ha acordado y nos ha invitado. La cuestión es que iban a ir con una pareja que venía desde Barcelona pero al final no pueden y las entradas ya las tienen compradas.


-No suena mal, ¿luego también vamos a ir con ellos al sex-shop?.


Ostia, eso no me lo esperaba.


-Bueno si quieres... les puedo preguntar, viene también su pareja. En principio la idea era ir luego a cenar y tomar una copa.-contesté a ver si colaba.

-Anda anda, que te las meto dobladas. Déjate de líos que el plan que tenéis suena bien.


Bueno pues ya estaba trazado el plan, ahora solo falta que llegue el día y ver si surge algo. Lo bueno es que voy sin presión alguna, ellos tienen experiencia en este mundillo y sabrán aprovechar la ocasión si se tercia, si no, pues cada pareja a lo suyo y aquí no ha pasado nada.

Llegó el sábado, Alicia para la ocasión había elegido una blusa negra muy escotada que acababa en una hilera de 3 botones, minifalda a juego, medias negras con dibujos de corazones y botines. La verdad que me sorprendió la elección de medias y no pantis teniendo en cuenta el frío que podría hacer.

Llegamos a las 19h a la calle Ledesma para tomar algo, Alberto y Maider ya estaban allí, era la primera vez que veía a su pareja en persona. Lo primero que sentí según nos acercamos fue una mezcla de nervios y morbo, no solo por la situación, si no porque sabía que ella estaba al corriente de lo ocurrido entre Alberto y yo. Después de las pertinentes presentaciones entramos al bar. Parecía que se habían puesto de acuerdo entre ellas, Maider llevaba una vestimenta muy parecida, solo que su escote era mucho más provocativo, desde luego que tenía unos 50 años muy bien llevados. Cuando Alicia fue al baño, Maider aprovecho para relajarme.


-Estate tranquilo que te va a dar algo. Ya sabes que la intención es pasarlo bien, deja que fluya la noche con normalidad...


Lo dijo en un tono tan suave pasándome la mano por la espalda y guiñando un ojo que hizo efecto inmediato. Cuando volvió del baño nos dirigimos al teatro. Poco que añadir, una hora escasa y muchas risas. A la salida, Alberto propuso a ver si nos parecía bien ir a cenar a un local de tapas, lo cual nos pareció una idea fantástica puesto que no somos de cenar mucho. Fuimos al local y nos sentamos en una mesa de cuatro, ellas para beber eligieron lambrusco y nosotros tinto. Todo transcurría con normalidad y yo relajado totalmente, típicos temas de como nos habíamos conocido, lugares visitados, aficiones...


-Voy un momento al baño. -dijo Alicia.

-Te acompaño. -añadió Maider.

-¿Has visto cómo te mira el camarero?. -preguntó Maider.

-¿ A mí? ¡Ya será a tu escote!. -respondió Alicia entre carcajadas.

- ¡Como si tú no llevarás!. -replicó Maider.

-La verdad que no suelo vestir así. Escote si llevo pero minifaldas pocas la verdad, desde que me empezó a dar guerra la rodilla casi no uso tacones.


-Pues tienes que hacerlo más a menudo, te sienta muy bien, aunque creo que se podría mejorar.


Maider se acercó a Alicia y sin pedir permiso, le soltó un botón de la blusa, acomodó el escote y bajo sus manos rozando ligeramente sus pechos.


-Ya verás como ahora no te cabe duda de que te mira a ti. -expresó Maider haciendo que ambas se rieran al unísono.


Terminamos de cenar y nos fuimos a tomar algo a un bar de copas que también conocía Alberto. Por el camino Alicia me confesó lo acaecido en el baño.


-Oye, ¿tu sabes si Maider es bisexual?.

-Pues no se, nunca se lo he preguntado a Alberto. ¿Por qué me preguntas?.

-¿Ves el botón que llevo suelto de la blusa?, pues me lo ha soltado ella y a parte me ha rozado ligeramente las tetas.

-¡Joder!. ¡Si lo llego a saber habría ido con vosotras al baño!. -exclamé.

-Qué tontito eres.


Llegamos al bar y fuimos a pedir a la barra Alberto y yo.


-Me ha contado Alicia lo del baño.

-¿Y qué le ha parecido?. Maider cuando quiere sabe ser muy perspicaz.

-Pues no la he visto disgustada, lo que está claro es que no se lo esperaba. -respondí.

-Bueno como te hemos dicho al principio, veremos cómo transcurre la noche. Por ahora va muy bien, ¿no?.

-Si, desde luego nos lo estamos pasando muy bien.


La noche siguió entre risas y algún que otro baile, el alcohol empezaba a hacer mella. En un momento dado, las chicas estaban bailando juntas de manera sensual en la pista, provocando la mirada lasciva del resto de hombres. Desde mi posición podía ver perfectamente a Maider detrás de Alicia, recorría todo su cuerpo con sendas manos por los lados hasta quedar alojadas en sus caderas y vuelta para arriba. Otro momento estelar de la noche fue un baile por parejas, Alberto, en un movimiento inesperado, logró que intercambiaramos pareja. Maider ató sus brazos en mi cuello y las mías bajaron a su cintura, estaba tentado de ponerlas en su trasero pero me encontraba bastante cohibido. Le cogí su mano derecha e hice que diera una vuelta sobre sí misma volviendo a la posición inicial, me miró sonriendo y bajó mis manos a su culo. Inmediatamente noté como mi entrepierna despertaba, se acercó a mi oído a la vez que bajaba una mano por mi pecho posandola en mi entrepierna. Por acto reflejo apreté su cuerpo contra el mío.


-Veo que te lo estás pasando bien.

-Más de lo que esperaba. -añadí.

-Vamos al sofá de enfrente que tendremos mejor vista.


No sabía a qué se refería pero la seguí, nos sentamos juntos mientras pasábamos las copas en la mesa. Era un sofá corrido de cuatro plazas y ellos estaban bailando justo enfrente nuestro.


-Vamos a comprobar hasta dónde quiere llegar tu mujer. -dijo Maider sin dejar de mirar al frente.


Me había olvidado completamente de Alicia, estaba bailando en la misma posición que tenía yo antes, uno frente a otro. Se la veía muy a gusto y distendida. Alberto decidió girar el cuerpo de Alicia y pegarse a su espalda.


-Estoy segura que la está rozando con su paquete. -afirmó Maider.


Me estaba poniendo cardíaco solo de verlos. Alberto recorría el cuerpo de Alicia con su mano derecha mientras que su brazo izquierdo abrazaba su cuerpo por debajo de sus pechos. Ella por su parte se dejaba "hacer" y se podía observar como restregaba su trasero contra él, estaba seguro que la afirmación de Maider era cierta y Alicia era consciente de ello. No sé en qué momento ocurrió pero me di cuenta de que Maider había metido su mano debajo de la mesa y la estaba restregando contra mi polla.


-¿Te gustaría que la besara?. -preguntó.

-Por supuesto. -respondí.

-¿Y que se la follara?.

-Sin lugar a dudas. -sentencie sin atisbo de duda.


Mientras Maider me preguntaba y acariciaba yo seguía viendo el espectáculo. Seguían de la misma guisa pero ahora los movimientos de Alicia eran más clamorosos, subía y bajaba sujetando su pelo con las dos manos. Alberto por su parte, con la mano derecha bajaba a acariciar su muslo para luego subir y pararse en su pecho por el lateral. Los movimientos de él cada vez eran más arriesgados, en una ocasión pude comprobar cómo su mano se perdía ligeramente por debajo de la falda, no se hasta donde llegó pero seguro fue intenso, el cuerpo de Alicia se tenso, cerró los ojos dejando caer su cabeza en el cuerpo de Alberto y se pego a él, acto que aprovechó para posar suavemente su mano izquierda en el pecho.

-¡Joder Maider!. Para o me voy a correr aquí mismo. -exclamé mirando a sus ojos.


En ese momento cambió la música y cuando me di cuenta, Alberto y Alicia se estaban sentando.


-¡Uf, hacía mucho tiempo que no bailaba!. -exclamó Alicia.

-Bailas muy bien. -añadió Alberto.

-¿Nos vamos?. -pregunto Maider.

-Si, pero antes tengo que ir al baño. -respondió Alicia.

-Te acompaño. -dijo Maider mientras soltaba una sonrisa.


Se dirigieron al baño y las perdimos de vista.


-Esta muy buena tu mujer, Sergio.

-Ya he visto que os lo habéis pasado muy bien... ¿Hasta dónde han llegado tus manos?. -pregunté.

-¿Te gustaría saberlo?.

-Por supuesto. -respondí arrojando una sonrisa.

-Dejemos que ella te lo diga, sí quiere.


Cuando volvieron las chicas (juraría que Alicia volvió más roja de lo que fue), nos fuimos a coger un taxi.


-Bueno ya va siendo hora de ir a casa. -dijo Alicia.

-Si queréis, podemos tomar la última en nuestra casa. -añadió Alberto.

-Gracias pero en otra ocasión, hoy estoy muy cansada. -sentenció mi mujer.


Yo miraba a Maider sin saber que hacer pero ella enseguida lo resolvió, con un ligero movimiento de cabeza a izquierda y derecha me dio a entender que hasta aquí.


-Muchas gracias por todo, hacía mucho tiempo que no lo pasabamos tan bien. -añadí.

-¡Nosotros también lo hemos pasado genial!. -exclamó Maider.

-En cuanto podamos volvemos a quedar, pero esta vez invitamos nosotros al teatro. -dijo Alicia.


La verdad que esa última frase me dejó más relajado, pensé que algo malo había pasado en el baño. Nos despedimos y cogimos dos taxis. Nada más llegar a casa, Alicia me agarró de la mano y me llevó al cuarto, me plantó un morreo y me tiró a la cama.


-Me lo he pasado muy bien, ahora toca rematar la faena. -dijo con voz firme.


Me desnudo de cintura para abajo y me hizo una mamada como no recordaba, se puso en pie, se quitó los botines y dejó caer su tanga. Se puso encima, restrego mi miembro por su raja abundantemente lubricada y para adentro del tirón. Fueron unos minutos de cabalgada brutal, no se andaba con medias tintas, el primero en correrse fui yo pero no paró, siguió hasta conseguir su orgasmo. Se recostó sobre mí dándome un magreo de adolescente y tras unos instantes se levantó.
Estaba claro que había llegado a casa bien cachonda, Alberto y ¿Maider? habían hecho un buen trabajo. Ya en la cama tantee la situación, a ver si soltaba prenda.


-Bueno, pues ha estado genial la noche ¿no?. -pregunté.

-Si.

-¿Te gustaría quedar algún día con ellos otra vez?.

-Pues no me importaría, me lo he pasado muy bien, son una pareja maravillosa y saben divertirse. Además así desconectamos un poco de hacer siempre lo mismo con los del parque.

-Pues ya se lo comentaré el lunes cuando le vea. Lo único que ahora con la llegada del buen tiempo, creo que se suelen ir los fines de semana a una casita con piscina qué tienen en Cantabria.

-¿Tienen una casa con piscina?. -preguntó Alicia.

-Si si, alguna vez ya me ha hablado de ella. Debe ser en un pueblito. Oye, ¡a lo mejor nos invitan!.

-Pues diles que si de cabeza, no te lo pienses.


Nos reímos al unísono y nos quedamos dormidos.
 
Después del encuentro con Juan, decido escribir las experiencias vividas en forma de relatos en una página de internet. Un usuario que reconoce la zona (por el relato de mi encuentro con la mujer madura) contacta conmigo. Vive en cercanías e iniciamos una conversación por una app de mensajería que facilita la privacidad de lo que nos gusta y sobre todo, lo que me gustaría a mí que pasara. Resulta que Alberto, así se llama, tiene una relación en la cual su pareja no sólo es consciente de sus gustos y pasiones, si no que participa de alguna de ellas.

La verdad que encontrar a alguien con quien poder hablar libremente sin ser juzgado, que comparta muchos de mis gustos sexuales e incluso de pie a que si surge la posibilidad, tal vez realizar alguna de mis fantasías, es algo con lo que no contaba. El hecho de que viva cerca y tenga experiencia en el mundo liberal es algo que suma muchos puntos para animarme a ello.

Mi idea principal desde que empecé lo de Alicia con Juan sin que ella lo sepa, es verla con otro hombre. Gracias a Alberto y su pareja, no solo se abre un mundo de posibilidades para ella, si no que a lo mejor, también puedo satisfacer mi deseo de probar con un hombre. Para ello he de cambiar la estrategia, ser más atrevido y ver hasta dónde seremos capaces de llegar.

Por supuesto, Alberto había leído mis relatos y teníamos conversaciones torridas que incluían fotos y algún vídeo. Le confesé mis ganas de probar con un hombre, lo que me gustaría hacer y que me hicieran. Él lo puso todo en bandeja, quedamos a tomar una cerveza y conocernos, nada más, si hay buen feeling entre los dos subir a su piso y ver que pasa, sin prisa, sin presión ni obligación de nada. Después de tantos años fantaseando con un hombre, no podía dejar pasar esta oportunidad.

Por fin un día pudimos quedar a tomar esa cerveza. Los nervios por mi parte estaban a flor de piel, no sabía que iba a ocurrir pero después de dar el paso no quería desaprovechar la ocasión.

Eran las 9:30h de un miércoles en pleno mes de febrero, el frío y la lluvia se hacían notar. Llegué al bar y lo vi sentado en la mesa de afuera.


-Buenos días, ¿Alberto?. -pregunte.

-¿Sergio?.

-Si. -respondí al tiempo que estrechamos las manos.

-Buenos días. ¿Qué quieres tomar?. -preguntó.

-Un café con leche estaría bien, hace frío para una cerveza.


Entramos al bar a pedir y no me dejó pagar. La primera impresión era muy buena, 50 años, estatura media y complexión normal (nada que no habría visto antes en las fotos), lo remarcó porque uno de los miedos que hay es el ser engañado por fotos. Nos volvimos a sentar fuera y Alberto rompió el hielo iniciando una conversación de lo más normal, como si nos conociéramos de antes, en parte era lógico, no íbamos a hablar de sexo delante de la gente.


-¡Por fin!, sí que ha sido difícil quedar. -exclamó.

-Ya sabes, entre turnos, el crío... es difícil cuadrar.

-¿Qué tal está Alicia?

-Cada vez va mejor, poco a poco la rodilla le deja hacer más cosas. El otro día fuimos al monte y sin problemas. ¿Y la madre de Maider?. -pregunté.

-Va bien, nos dio un susto en Navidades, pero parece que está recuperada del todo.


La conversación siguió en unos términos como la de cualquier pareja de amigos que no se veían en tiempo, cada vez me sentía más relajado.


-Bueno, veo que has terminado tú también el café, ¿quieres ver como ha quedado la reforma que he hecho en casa?. -me interpelo discretamente.

-Pues sí, la verdad que me gustaría verla, para eso he venido en parte, no te voy a engañar. -contesté riéndonos al unísono.


Sin más preámbulos nos dirigimos a su casa, en el ascensor estaba más tenso. No sabía que iba a ocurrir pero el paso estaba dado.Entramos en su casa y dejamos los abrigos colgados en la entrada.


-¿Nervioso?, recuerda que si tu no quieres, no tiene que pasar nada. El ritmo lo marcas tú. Venga, te enseño la casa y así te relajas un poco.

-Un poco si la verdad. Me parece bien ver la casa.


Cuando terminamos, nos sentamos en el sofá, ahora sí, con una cerveza en la mano.


-¿Quieres que ponga la televisión?. -preguntó acostándose, habiendo dejado la bebida en la mesa.

-No la verdad, así creo que está perfecto. -contesté poniendo mi mano izquierda en su muslo.


Pude comprobar como Alberto sonreía ligeramente, creo que fue la última vez que le mire a la cara en un buen rato. Iba subiendo la mano por su pierna, mi mirada no se dirigía a otra parte, puede que por vergüenza o puede que intentando concentrarme en lo que iba a hacer. Llegué a su entrepierna y empecé a acariciar por encima del pantalón su bulto, notando como crecía poco a poco. La verdad que me gustaba lo que estaba sintiendo, me estaba excitando. Quería notar su piel en mi mano, quité su cinturón pero las ansias me jugaron una mala pasada con los botones del pantalón (estaba tan abstraído que lo intente con una sola mano).


-¿Quieres que te ayude?. -preguntó Alberto viniendo a mi rescate.

-La verdad que si, están duros los botones.

-No solo los botones... -murmuró mientras se desabrochaba.


Ahora el contacto era más real, tan solo una fina capa de tela separaba mi mano de su cuerpo. La notaba bien dura y no quería esperar más, con las dos manos y su ayuda le baje un poco la ropa saltando su miembro como un resorte. Nunca antes había visto una polla dura tan cerca, sin más preámbulos empecé a acariciarla con mi mano izquierda. No sabría describir la sensación, una mezcla de placer, calor, tal vez liberación por estar haciendo lo que llevaba años queriendo hacer. Envolví su miembro con mi mano y empecé a subir y bajar poco a poco, la verdad que de una manera bastante torpe hasta que me di cuenta que seguía usando mi mano izquierda. Solté mi mano y la apoyé en el sofá para poder girarme y usar la derecha, ahora si que estaba disfrutando aunque la postura era un poco incómoda.


-Me puedo bajar más los pantalones si quieres. -añadió Alberto.

-No, prefiero hacerlo yo pero como siempre lo he imaginado, súbete el pantalón por favor y abrocha los botones, vamos a tu cama. -no podía creer lo que acababa de decir.


Nos dirigimos a su cuarto y le pedí que se pusiera de pie en el borde de la cama, me puse de rodillas y lo primero que hice fue quitarle las zapatillas y los calcetines. Después le quité los botones y bajé su pantalón vaquero y los saqué por sus pies. Él por su parte aprovechó y se desnudó de cintura para arriba, subí mis manos acariciando sus muslos hasta llegar a su paquete, lo acaricié, se notaba firme, no había perdido ni un ápice de fuerza. Con mi mano izquierda agarre el elástico y bajé un poco el calzoncillo, con la derecha busqué la polla de Alberto y la saqué. Estuve un rato disfrutando cada movimiento que hacía con la mano hasta que decidí quitar la única prenda que le quedaba. Ante mí tenía a un hombre como siempre lo había imaginado, completamente desnudo y empalmado.
Agarre su miembro con la mano derecha, con la izquierda agarre su culo y acerque mi boca, saque la lengua y deguste el líquido brillante de su capullo. Fue una sensación rara, una mezcla de viscosidad y calor, recorrí de abajo a arriba con mi lengua y la introduje sin miramientos. Nunca pensé que se tenía que tener tanto ciudadano para no rozar con los dientes. La sacaba, metía, chupaba, lubricaba con mi saliva hasta que llegó otro momento esperado por mi y que tanto había visto en videos, pose mis manos en su culo y haciendo fuerza la introduje entera, estaba disfrutando tanto o más que Alberto. Él por su parte marcaba con sus manos en mi cabeza el ritmo.


-Vamos a parar que si no me voy a correr enseguida. -dijo.


Me incorpore y aprovecho para desnudarme, evidentemente pudo comprobar que estaba bien empalmado. Me sentía tan bien y liberado de prejuicios que quería probarlo todo. Le tumbé en la cama y me puse encima, notaba su polla en mi perineo y como rozaba su punta en mi ano, escalofríos recorrían mi cuerpo.


-Tranquilo, ahora soy yo el que te va a hacer explotar de placer. ¿Quieres probar?. -pregunto.

-Sí. -contesté rotundamente.

-Ponte de rodillas en el borde de la cama.


Así lo hice, se colocó detrás y me empezó a besar las nalgas y pasar su lengua por mí culo. Sacó un bote de lubricante y no escatimo, echó una buena cantidad en mi orificio la cual esparció con la yema de su dedo. Sin darme cuenta había metido un dedo entero, lo cual no era difícil teniendo en cuenta que era práctica habitual en mi cuando estoy en la ducha. Lo que si note y al principio dolió un poco fue el segundo, dejó un poco los dedos quietos para que me amoldara y comenzó a sacar y meter mientras me pajeaba. Ahora si, llegó el momento tan esperado por mi, apoyó la punta de su polla en mi culo y ejerció presión. Notaba como se hacía paso el capullo, milímetro a milímetro, acompañado de un ligero dolor y calor, mucho calor. Noté como entró el capullo, lo dejó un buen rato mientras me acariciaba la espalda y echaba más lubricante en el resto de su pene, volvió a ejercer presión y he de decir que el resto entró sin demasiados problemas, se notaba que tenía mucha experiencia en el sexo anal. Me empezó a follar despacio y debido a mi excitación, me corrí sin tan siquiera tocarme, tuve el mejor orgasmo de mi vida
Prosiguió unas embestidas más hasta que cambiamos de posición.
Me colocó boca arriba, puso una almohada en mis lumbares y subió mis piernas a sus hombros. Yo estaba ligeramente cortado porque tenía el pene completamente flácido pero me dejé llevar. Apunto su polla y la metió poco a poco hasta dentro, empezó por acometidas suaves mientras me pajeaba hasta volver a conseguir que estuviera bien erecto. Sacó su miembro, echó más lubricante para volver a meter despacio y cuando sus huevos hicieron tope, me follo sin dilaciones, con ritmo, podía oírse perfectamente el golpeteo, todo ello sin dejar de masturbarme. Nuevamente me volví a correr y poco después se la sacó, junto nuestras pollas y de dos sacudidas se corrió abundantemente.

Tras unos instantes de recuperar el aliento nos fuimos a la ducha, para mi sorpresa era grande y entrábamos los dos. Alberto puso el agua a tono y nos dimos jabón mutuamente.


-¿Te ha gustado?. -preguntó Alberto mientras me frotaba la espalda.


-Si, la verdad que ha ido mejor de lo que pensaba, ya sabes, siempre piensas en que va a doler. Uno nunca sabe cómo va a reaccionar ante situaciones nuevas. -respondí mientras le masturbaba con mi mano izquierda mirando a la pared.


Nos aclaramos y me puse de rodillas, no quería desperdiciar la oportunidad y sin perder tiempo le empecé a hacer una mamada. Repartía el tiempo a partes iguales entre la polla y los huevos, quería su manjar y no se me ocurría mejor sitio, sólo había probado el mío y no me supo raro. Alberto levantó ligeramente una pierna lo que me dio acceso a su culo, tras unas leves caricias y lubricando mi dedo con saliva le metí el dedo índice. Jugaba con su próstata, con la otra mano me sujetaba firmemente a su nalga y seguía succionando lo más rápido que podía hasta que llegó al clímax, note en mi garganta dos chorretones que pensé que me ahogaba. Tras unos segundos en mi boca, lo eche al suelo y me dedique a dejarla reluciente. La verdad que no note gran diferencia a la mía, viscoso, diría que casi gelatinoso y un sabor raro, tirando a amargo.Después nos secamos y vestimos.


-Bueno yo ya he cumplido una fantasía, ahora a ver cómo involucro a Alicia en todo esto.

-Eso no va a ser fácil, aunque algún paso ya has dado como he podido leer. A lo mejor si quedamos un día los cuatro para cenar sin que ella sepa nada, con alguna copa encima se desinhibe y quien sabe, hasta puede caer en las garras de Maider... -expuso Alberto.


Nos despedimos con un apretón de manos y me fui. La verdad que la idea no era mala, ahora solo tenía que urdir un plan para encajar esa cena, tarea difícil teniendo en cuenta que mi mujer conoce a todos mis compañeros de trabajo y amistades.

Después de darle vueltas, lo único que se me ocurría era presentar a Alberto como un amigo del gimnasio y que trabaja en la misma empresa que yo pero en otro departamento. Para que no le sonará raro el ir a cenar con una pareja que nos saca 10 años, el gancho iba a ser el teatro, si, otra vez íbamos a ver un monólogo (a lo mejor quiere que acabe como la otra vez...).


-Cari el fin de semana que viene tenemos plan. Me ha regalado Alberto dos entradas para ver un monólogo.-espeté, como quien no quiere la cosa.

-¿Pero... como así? y ¿quién es Alberto?. -preguntó Alicia.


-Es un compañero del trabajo de otro departamento y que también le suelo ver en el gimnasio. Estuvimos hablando de que un día fuimos y nos lo pasamos muy bien, se ha acordado y nos ha invitado. La cuestión es que iban a ir con una pareja que venía desde Barcelona pero al final no pueden y las entradas ya las tienen compradas.


-No suena mal, ¿luego también vamos a ir con ellos al sex-shop?.


Ostia, eso no me lo esperaba.


-Bueno si quieres... les puedo preguntar, viene también su pareja. En principio la idea era ir luego a cenar y tomar una copa.-contesté a ver si colaba.

-Anda anda, que te las meto dobladas. Déjate de líos que el plan que tenéis suena bien.


Bueno pues ya estaba trazado el plan, ahora solo falta que llegue el día y ver si surge algo. Lo bueno es que voy sin presión alguna, ellos tienen experiencia en este mundillo y sabrán aprovechar la ocasión si se tercia, si no, pues cada pareja a lo suyo y aquí no ha pasado nada.

Llegó el sábado, Alicia para la ocasión había elegido una blusa negra muy escotada que acababa en una hilera de 3 botones, minifalda a juego, medias negras con dibujos de corazones y botines. La verdad que me sorprendió la elección de medias y no pantis teniendo en cuenta el frío que podría hacer.

Llegamos a las 19h a la calle Ledesma para tomar algo, Alberto y Maider ya estaban allí, era la primera vez que veía a su pareja en persona. Lo primero que sentí según nos acercamos fue una mezcla de nervios y morbo, no solo por la situación, si no porque sabía que ella estaba al corriente de lo ocurrido entre Alberto y yo. Después de las pertinentes presentaciones entramos al bar. Parecía que se habían puesto de acuerdo entre ellas, Maider llevaba una vestimenta muy parecida, solo que su escote era mucho más provocativo, desde luego que tenía unos 50 años muy bien llevados. Cuando Alicia fue al baño, Maider aprovecho para relajarme.


-Estate tranquilo que te va a dar algo. Ya sabes que la intención es pasarlo bien, deja que fluya la noche con normalidad...


Lo dijo en un tono tan suave pasándome la mano por la espalda y guiñando un ojo que hizo efecto inmediato. Cuando volvió del baño nos dirigimos al teatro. Poco que añadir, una hora escasa y muchas risas. A la salida, Alberto propuso a ver si nos parecía bien ir a cenar a un local de tapas, lo cual nos pareció una idea fantástica puesto que no somos de cenar mucho. Fuimos al local y nos sentamos en una mesa de cuatro, ellas para beber eligieron lambrusco y nosotros tinto. Todo transcurría con normalidad y yo relajado totalmente, típicos temas de como nos habíamos conocido, lugares visitados, aficiones...


-Voy un momento al baño. -dijo Alicia.

-Te acompaño. -añadió Maider.

-¿Has visto cómo te mira el camarero?. -preguntó Maider.

-¿ A mí? ¡Ya será a tu escote!. -respondió Alicia entre carcajadas.

- ¡Como si tú no llevarás!. -replicó Maider.

-La verdad que no suelo vestir así. Escote si llevo pero minifaldas pocas la verdad, desde que me empezó a dar guerra la rodilla casi no uso tacones.


-Pues tienes que hacerlo más a menudo, te sienta muy bien, aunque creo que se podría mejorar.


Maider se acercó a Alicia y sin pedir permiso, le soltó un botón de la blusa, acomodó el escote y bajo sus manos rozando ligeramente sus pechos.


-Ya verás como ahora no te cabe duda de que te mira a ti. -expresó Maider haciendo que ambas se rieran al unísono.


Terminamos de cenar y nos fuimos a tomar algo a un bar de copas que también conocía Alberto. Por el camino Alicia me confesó lo acaecido en el baño.


-Oye, ¿tu sabes si Maider es bisexual?.

-Pues no se, nunca se lo he preguntado a Alberto. ¿Por qué me preguntas?.

-¿Ves el botón que llevo suelto de la blusa?, pues me lo ha soltado ella y a parte me ha rozado ligeramente las tetas.

-¡Joder!. ¡Si lo llego a saber habría ido con vosotras al baño!. -exclamé.

-Qué tontito eres.


Llegamos al bar y fuimos a pedir a la barra Alberto y yo.


-Me ha contado Alicia lo del baño.

-¿Y qué le ha parecido?. Maider cuando quiere sabe ser muy perspicaz.

-Pues no la he visto disgustada, lo que está claro es que no se lo esperaba. -respondí.

-Bueno como te hemos dicho al principio, veremos cómo transcurre la noche. Por ahora va muy bien, ¿no?.

-Si, desde luego nos lo estamos pasando muy bien.


La noche siguió entre risas y algún que otro baile, el alcohol empezaba a hacer mella. En un momento dado, las chicas estaban bailando juntas de manera sensual en la pista, provocando la mirada lasciva del resto de hombres. Desde mi posición podía ver perfectamente a Maider detrás de Alicia, recorría todo su cuerpo con sendas manos por los lados hasta quedar alojadas en sus caderas y vuelta para arriba. Otro momento estelar de la noche fue un baile por parejas, Alberto, en un movimiento inesperado, logró que intercambiaramos pareja. Maider ató sus brazos en mi cuello y las mías bajaron a su cintura, estaba tentado de ponerlas en su trasero pero me encontraba bastante cohibido. Le cogí su mano derecha e hice que diera una vuelta sobre sí misma volviendo a la posición inicial, me miró sonriendo y bajó mis manos a su culo. Inmediatamente noté como mi entrepierna despertaba, se acercó a mi oído a la vez que bajaba una mano por mi pecho posandola en mi entrepierna. Por acto reflejo apreté su cuerpo contra el mío.


-Veo que te lo estás pasando bien.

-Más de lo que esperaba. -añadí.

-Vamos al sofá de enfrente que tendremos mejor vista.


No sabía a qué se refería pero la seguí, nos sentamos juntos mientras pasábamos las copas en la mesa. Era un sofá corrido de cuatro plazas y ellos estaban bailando justo enfrente nuestro.


-Vamos a comprobar hasta dónde quiere llegar tu mujer. -dijo Maider sin dejar de mirar al frente.


Me había olvidado completamente de Alicia, estaba bailando en la misma posición que tenía yo antes, uno frente a otro. Se la veía muy a gusto y distendida. Alberto decidió girar el cuerpo de Alicia y pegarse a su espalda.


-Estoy segura que la está rozando con su paquete. -afirmó Maider.


Me estaba poniendo cardíaco solo de verlos. Alberto recorría el cuerpo de Alicia con su mano derecha mientras que su brazo izquierdo abrazaba su cuerpo por debajo de sus pechos. Ella por su parte se dejaba "hacer" y se podía observar como restregaba su trasero contra él, estaba seguro que la afirmación de Maider era cierta y Alicia era consciente de ello. No sé en qué momento ocurrió pero me di cuenta de que Maider había metido su mano debajo de la mesa y la estaba restregando contra mi polla.


-¿Te gustaría que la besara?. -preguntó.

-Por supuesto. -respondí.

-¿Y que se la follara?.

-Sin lugar a dudas. -sentencie sin atisbo de duda.


Mientras Maider me preguntaba y acariciaba yo seguía viendo el espectáculo. Seguían de la misma guisa pero ahora los movimientos de Alicia eran más clamorosos, subía y bajaba sujetando su pelo con las dos manos. Alberto por su parte, con la mano derecha bajaba a acariciar su muslo para luego subir y pararse en su pecho por el lateral. Los movimientos de él cada vez eran más arriesgados, en una ocasión pude comprobar cómo su mano se perdía ligeramente por debajo de la falda, no se hasta donde llegó pero seguro fue intenso, el cuerpo de Alicia se tenso, cerró los ojos dejando caer su cabeza en el cuerpo de Alberto y se pego a él, acto que aprovechó para posar suavemente su mano izquierda en el pecho.

-¡Joder Maider!. Para o me voy a correr aquí mismo. -exclamé mirando a sus ojos.


En ese momento cambió la música y cuando me di cuenta, Alberto y Alicia se estaban sentando.


-¡Uf, hacía mucho tiempo que no bailaba!. -exclamó Alicia.

-Bailas muy bien. -añadió Alberto.

-¿Nos vamos?. -pregunto Maider.

-Si, pero antes tengo que ir al baño. -respondió Alicia.

-Te acompaño. -dijo Maider mientras soltaba una sonrisa.


Se dirigieron al baño y las perdimos de vista.


-Esta muy buena tu mujer, Sergio.

-Ya he visto que os lo habéis pasado muy bien... ¿Hasta dónde han llegado tus manos?. -pregunté.

-¿Te gustaría saberlo?.

-Por supuesto. -respondí arrojando una sonrisa.

-Dejemos que ella te lo diga, sí quiere.


Cuando volvieron las chicas (juraría que Alicia volvió más roja de lo que fue), nos fuimos a coger un taxi.


-Bueno ya va siendo hora de ir a casa. -dijo Alicia.

-Si queréis, podemos tomar la última en nuestra casa. -añadió Alberto.

-Gracias pero en otra ocasión, hoy estoy muy cansada. -sentenció mi mujer.


Yo miraba a Maider sin saber que hacer pero ella enseguida lo resolvió, con un ligero movimiento de cabeza a izquierda y derecha me dio a entender que hasta aquí.


-Muchas gracias por todo, hacía mucho tiempo que no lo pasabamos tan bien. -añadí.

-¡Nosotros también lo hemos pasado genial!. -exclamó Maider.

-En cuanto podamos volvemos a quedar, pero esta vez invitamos nosotros al teatro. -dijo Alicia.


La verdad que esa última frase me dejó más relajado, pensé que algo malo había pasado en el baño. Nos despedimos y cogimos dos taxis. Nada más llegar a casa, Alicia me agarró de la mano y me llevó al cuarto, me plantó un morreo y me tiró a la cama.


-Me lo he pasado muy bien, ahora toca rematar la faena. -dijo con voz firme.


Me desnudo de cintura para abajo y me hizo una mamada como no recordaba, se puso en pie, se quitó los botines y dejó caer su tanga. Se puso encima, restrego mi miembro por su raja abundantemente lubricada y para adentro del tirón. Fueron unos minutos de cabalgada brutal, no se andaba con medias tintas, el primero en correrse fui yo pero no paró, siguió hasta conseguir su orgasmo. Se recostó sobre mí dándome un magreo de adolescente y tras unos instantes se levantó.
Estaba claro que había llegado a casa bien cachonda, Alberto y ¿Maider? habían hecho un buen trabajo. Ya en la cama tantee la situación, a ver si soltaba prenda.


-Bueno, pues ha estado genial la noche ¿no?. -pregunté.

-Si.

-¿Te gustaría quedar algún día con ellos otra vez?.

-Pues no me importaría, me lo he pasado muy bien, son una pareja maravillosa y saben divertirse. Además así desconectamos un poco de hacer siempre lo mismo con los del parque.

-Pues ya se lo comentaré el lunes cuando le vea. Lo único que ahora con la llegada del buen tiempo, creo que se suelen ir los fines de semana a una casita con piscina qué tienen en Cantabria.

-¿Tienen una casa con piscina?. -preguntó Alicia.

-Si si, alguna vez ya me ha hablado de ella. Debe ser en un pueblito. Oye, ¡a lo mejor nos invitan!.

-Pues diles que si de cabeza, no te lo pienses.


Nos reímos al unísono y nos quedamos dormidos.
Uffffffffffff morbazoooooooo, joder me encantaria con mi mujer y uno buenos amiguitos uuffffffffff y mas si ellos son bisex, como yoooooooo
 
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