En las fiestas de mi pueblo ya cerca del amanecer y con el calentón que conlleva salir de fiesta, me habló uno por grindr, sin foto ni info. No me vi venir que era un chaval marroquí hasta que hablando un buen rato me pasó varias fotos. Me calentó al momento.
Era el típico niñato de corte de pelo a lo CR7 con su raya en la cabeza, chándal de fútbol y riñonera de boutique falsa. Tenía una cara de cabrón que me puso a mil, con sus ojos rasgados y labios carnosos, a demás de lunar encima que le daba un toque sexy y provocador. Delgado pero fibrado, con unas piernas algo peludas y la polla, larga, rasurada y un pelín curvada, cosa que me flipó.
El chaval estaba de paso porque curraba de feriante, y viendo la hora en ese momento, era probable que estuviese a punto de dormir. Me dijo que fuese a su camión. No lo pensé mucho, me despedí de mis colegas y fui directo para allá. Le avisé por el móvil para que me abriese ya que no quería hacer mucho ruido, por si acaso. Me agarró rápido, me metió y cerró la puerta.
Vaya tío, me la puso tiesa al verle. Me senté en una cama que había ahí y lo acerqué a mí sin mucha resistencia. El chaval ya tenía los pantalones bajados y la camiseta quitada, y mientras que él se fumaba un porro, me tocaba a mí bajarle los calzoncillos.
Que polla, de verdad. Se me hizo la boca agua. Se la empecé a comer y que gustazo como sabía y entraba. El cabrón duró 5 minutos, y se corrió sin avisar, llenándome la boca de rica lefa de árabe. Le debió encantar la mamada que le hice por como gemía, y yo encantado de escucharlo porque eso me ponía más cachondo, tanto que me tragué toda su corrida.
Al terminar, le limpié un rato bien la polla a lametones, cosa que le gustó más aún y diciéndome que estaría toda la semana trabajando, que ya se donde está su camión y que si me porto bien tendré ración de leche durante esos dias.
Ver el archivo adjunto 1291820
Este era el rabo que calzaba el chaval.
Muy caliente, ese encuentro - y creo que totalmente representativo sobre lo que es el sexo con tíos árabes.
Yo mismo, en el hilo anterior, **************, había posteado sobre mis experiencias.
Recupero la primera.
Yo tenía diecisiete años y estaba con mis padres en Túnez. Mi viejo insistió en que fuéramos a ver las ruinas de Cartago, pues fuimos. Después de las columnas etc., el museo, un muermo total. Yo iba con mis padres, mi madre ocupadísima con mis hermanitas pequeñas que daban la lata, yo aburridísimo entre sarcófagos, lámparas, etc.
Hasta que me doy cuenta que uno de los vigilantes, un tío de unos 40, más bien bajito y con un bigote me miraba constantemente. Fijaos, en el primer momento pensaba que sospechaba que fuera a mangar algo. Pero luego me fija con mucha insistencia, y me puse nervioso. En este momento (esto fue hace casi veinte años,....) no sabía qué hacer, nunca había hecho nada más que unos magreos con compañeros del cole, y me daba corte.
Seguía a mis padres y las peques por las salas hasta que vi como el tío se dio la vuelta y fue hacia la entrada; pero antes me había vuelto a mirar con tanta fuerza que le seguí. Estaba como hipnotizado. Dije a mi padre que iba al baño.
Pues hacia allí fui efectivamente; el vigilante se había quedado en la entrada de la primera sala. No me atreví a hacerle ninguna sñal, tampoco fue necesario. Nada más haber cerrado la puerta, entró él. Casi me pongo a temblar. Era muy moreno, mostachón denso, fornido pero bajito, uniforme color beis. Me indicó con la cabeza la única cabina que había, entró y se abrió la bragueta. Ahí ya no pude más, entré, eché el cerrojo.
Él sacó su polla, muy oscura, no muy grande, ycon otro gesto que me bajara.
Fue la primera vez con un árabe, ynunca la voy a olvidar. Me agaché, me metió la polla en la boca. Estaba dura como la piedra.
Me cogió por el pelo y se folló mi boca, sin decir nada, pero asiéndome con fuerza. Muy poco tiempo, eso sí. Después de unas embestidas fuertes, la sacó y se corrió en el suelo. Después se dio la vuelta y se fue, sin mediar palabra.
Yo no supe qué hacer, me daba vergüenza y al mismo tiempo estaba excitadísimo. Os vais a reír: pero en vez de hacerme una paja me fui sin nada.
Por la noche sí, en el hotel, me pajeé tres o cuatro veces.
Esta fue mi primera experiencia con un árabe, y me encantó la forma tan directa y tan cachonda que tuvo de abordarme y luego ponerme a sus pies. Desde entonces he tenido varias "sesiones" parecidas, pero ninguna tan sorprendente como la primeriza.