Hola, me gustaría aportar mi granito de arena:
Como creo que ya he comentado por otros hilos, mi pareja y yo nos cosideramos pareja abierta desde hace muchos años. Ahora esto es puramente teórico, porque tenemos muy poco tiempo libre y, aún menos, tiempo libre por separado. Pero bueno, ese es el marco jurídico.
Como en toda relación abierta, hay límites: amigas y conocidas comunes, en mi caso.
Y justo una de estas me está tirando la caña fuertemente; una con la que compartí buen sexo en el pasado remoto, allá por el Pleistoceno Inferior. Está recientemente divorciada y la semana pasada hemos llegado casi al sexting, incluyendo audios calentorros, pero torpes, porque somos los dos casi boomers y lo de "follar" por wassap se nos da fatal. Pero hace ilusión.
El apetito por lo (casi) nuevo, lo prohibido y lo tentador se suma a que mi pareja se esfuerza moderadamente, pero, sencillamente, no me sigue el ritmo en el sexo. Yo soy más voraz, más imaginativo, más guarro y tengo más iniciativa. Ambos sabemos que esto podría haber sido causa de ruptura mil veces, pero aquí estamos, con dos niños, hipoteca y una vida tan asombrosamente convencional que aún me asombra que sea la mía, que siempre me he considerado un anormal (en el buen sentido de la palabra).
Total, que me debato entre lo que me pide el cuerpo y lo que sería honorable. Por ahora, evito quedar con esta amiga en persona porque el honor se iba a acabar junto con la segunda cerveza. En mi vida, he perdido polvos por tener principios y ahora lo lamento más de lo que lamentaría seguramente haberlos echado. La vida va dando perspectiva.