No sé si encaja aquí, pero me gustaría hablar un poco de mis primeras pajillas con exhibición.
Recuerdo la primera vez que me atreví a enseñar la polla a una vecina. Ella tenía un año menos que yo, y más o menos solía salir de casa a la misma hora porque seguramente habría quedado con sus amigas. Estaba de muy buen ver, y ya me había pajeado pensando en ella unas cuantas veces.
Un día coincidió que mis padres salían, y como sabía que iba a estar solo en casa un buen rato, fui a la sala, abrí la ventana, y coloqué una silla.
Empecé a pajearme pensando en ella y para cuando vi que ella salía de casa, yo ya la tenía preparada.
Polla en ristre, me subí a la silla para que pudiera verme desde la calle. Cuando más o menos pasaba por delante, moví un poco la ventana haciendo algo de ruido. Entonces ella miró. Se quedó parada ahí delante, en la acera de enfrente, con expresión seria, pero mirando fijamente.
No dijo nada. Se quedó mirando algo más, y entonces yo empecé a pajearme lentamente, retirando el prepucio y cubriendo, lentamente, girándome un poco hacia los lados para que tuviera una vista más completa. Se quedó mirando un poco más, y entonces siguió su camino, pero mirando hacia atrás de vez en cuando. Entonces, cuando todavía la tenía a la vista pero ya no miraba, me corrí.
Otra vez, más adelante, en verano, después de comer no había nadie en casa más que yo. Salí al balcón de la cocina, que daba a otro edificio más alto que había a cierta distancia. Ese edificio arriba tenía una terraza común y varios trasteros, por lo que de vez en cuando se vea a gente que iba a los trasteros. Había una chica que a veces subía, y yo últimamente estaba pendiente de ver si aparecía.
Apareció. Entonces me despeloté completamente y me tumbé como si estuviera tomando el sol, pero dándole al manubrio para que la polla se pusiera dura. Al salir del trastero me vio, y en lugar de irse, se quedó apoyada en el murete de la terraza, mirando.
Yo seguí masturbándome haciendo como que no la veía, y ella mirando fijamente. Así estuve fácilmente como 10 minutos, y ella mirando sin parar.
Al final ya decidí correrme, y me levanté. Al levantarme, todavía con la polla tiesa, ella ya se fue como si estuviera de paso.
Lo curioso es que bastantes años más tarde, coincidí con la chica, ya más mayor (era más mayor que yo) en una asociación, y un día en conversación salió el tema de que ella había vivido en ese edificio. Entonces me di cuenta de que era ella. Ni ella ni yo llegamos a comentar nada, pero creo que ella supo desde el primer momento que yo era el que se pajeó tomando el sol.