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Invitado
El 2 de julio de 2023 mi móvil se llenó de notificaciones de mensaje, lo cual era totalmente inusual. Con gran curiosidad lo desbloqueé para ver de qué se trataba y así fue como descubrí que estaba metido en un grupo llamado "Día 18 - Fiestón en la piscina - Reencuentro Generación del 91".
Al principio, lógicamente, me ilusioné por volver a ver a todos aquellos de los que hacía tantos años que no sabía nada. Realmente mantenía contacto con tres o cuatro y por redes sabía cómo le iba a unos cuántos más. Sin embargo había muchísimas incógnitas por descubrir y muchísimas anécdotas que contar y escuchar.
Por aquel entonces me encontraba en una racha de más de un año sin follar, por lo que una de las cosas que más ilusión me hacía de aquella fiesta era reconectar con las chicas y ver si podía surgir algo con alguna.
Llevaba años sin saber nada de casi ninguna de ellas, ni si quiera de Raquel, que fue mi novia durante nueve meses en primero de bachillerato. Siempre tuvo un cuerpo espectacular y la razón por la que salí con ella en aquella época fue casi exclusivamente física. Tenía las tetas... y tenía el culo, no se puede culpar a un adolescente por haber caído en aquellas redes.
Los días previos a la fiesta hablé bastante con Daniel, mi mejor amigo en el instituto, y estuvimos debatiendo sobre quiénes estarían más buenas ahora, 14 años después. La principal duda era si Carmen, la chica más guapa del instituto, seguiría al nivel al que estaba hacía casi 15 años. Era muy morena y tenía uno de los mejores culos del curso del 91.
Luego bromeamos sobre si volvería con Raquel y si ella seguiría teniendo ese poder de excitar a cualquiera que la viera pasar de espaldas o de frente.
También había cierta curiosidad con Paula. Era la mejor amiga de mi ex, Raquel, y siempre fue la gordita que hacía que Raquel pareciera aún más sexy de lo que ya era. ¿Y si ahora había perdido peso y era la más sexy de todas?
Ambos coincidimos en que la que más cachondos nos ponía era Sara, una chica bastante alta, de pelo rizado negro, siempre con pantalones excesivamente cortos que permitían contemplar la parte final de sus nalgas sobresaliendo del pequeño pantalón. <<La de pajas que me habré hecho pensando en ella durante aquellos años>>.
Las últimas chicas de las que hablamos fueron Berta, la chica con la que me di mi primer beso con trece años y que habría sido mi novia si no fuera porque se volvió un pibón fuera de mi alcance; y Elena, la chica más tímida, que nunca enseñó su cuerpo ni desfasó en ninguna fiesta. Siempre bien vestida y protegida tras las lentes de sus gafas.
El día de la fiesta quedé con Dani para ir juntos, ya que era probable que nos perdiéramos intentando encontrar la remota casa en la que se iba a celebrar el reencuentro.
Pasamos todo el trayecto charlando y recordando anécdotas de aquella época. ¿Qué habría sido de Luis? El capullo que siempre quiso tirarse a Raquel cuando era mi chica.
―¿Y Andrés? ¿Te imaginas que ahora tiene novia y que no era gay realmente? ―bromeó Dani.
―A todas estas, ¿de quién es esta super casa con piscina? ―pregunté con curiosidad.
―Joder tío, si es que no te enteras de nada. Es la casa de Ingrid.
―No... ¿Ingrid la profe?
Dani asintió con una sonrisa pícara.
―Dios... qué cachondo nos ponía a todos ―añadí
―Ahora tendrá unos cincuenta y largos... una pena.
―Yo creo que seguro que me la follaría igual, aunque sea por los recuerdos.
―Ya te digo. ―Ambos reímos.
Al principio, lógicamente, me ilusioné por volver a ver a todos aquellos de los que hacía tantos años que no sabía nada. Realmente mantenía contacto con tres o cuatro y por redes sabía cómo le iba a unos cuántos más. Sin embargo había muchísimas incógnitas por descubrir y muchísimas anécdotas que contar y escuchar.
Por aquel entonces me encontraba en una racha de más de un año sin follar, por lo que una de las cosas que más ilusión me hacía de aquella fiesta era reconectar con las chicas y ver si podía surgir algo con alguna.
Llevaba años sin saber nada de casi ninguna de ellas, ni si quiera de Raquel, que fue mi novia durante nueve meses en primero de bachillerato. Siempre tuvo un cuerpo espectacular y la razón por la que salí con ella en aquella época fue casi exclusivamente física. Tenía las tetas... y tenía el culo, no se puede culpar a un adolescente por haber caído en aquellas redes.
Los días previos a la fiesta hablé bastante con Daniel, mi mejor amigo en el instituto, y estuvimos debatiendo sobre quiénes estarían más buenas ahora, 14 años después. La principal duda era si Carmen, la chica más guapa del instituto, seguiría al nivel al que estaba hacía casi 15 años. Era muy morena y tenía uno de los mejores culos del curso del 91.
Luego bromeamos sobre si volvería con Raquel y si ella seguiría teniendo ese poder de excitar a cualquiera que la viera pasar de espaldas o de frente.
También había cierta curiosidad con Paula. Era la mejor amiga de mi ex, Raquel, y siempre fue la gordita que hacía que Raquel pareciera aún más sexy de lo que ya era. ¿Y si ahora había perdido peso y era la más sexy de todas?
Ambos coincidimos en que la que más cachondos nos ponía era Sara, una chica bastante alta, de pelo rizado negro, siempre con pantalones excesivamente cortos que permitían contemplar la parte final de sus nalgas sobresaliendo del pequeño pantalón. <<La de pajas que me habré hecho pensando en ella durante aquellos años>>.
Las últimas chicas de las que hablamos fueron Berta, la chica con la que me di mi primer beso con trece años y que habría sido mi novia si no fuera porque se volvió un pibón fuera de mi alcance; y Elena, la chica más tímida, que nunca enseñó su cuerpo ni desfasó en ninguna fiesta. Siempre bien vestida y protegida tras las lentes de sus gafas.
El día de la fiesta quedé con Dani para ir juntos, ya que era probable que nos perdiéramos intentando encontrar la remota casa en la que se iba a celebrar el reencuentro.
Pasamos todo el trayecto charlando y recordando anécdotas de aquella época. ¿Qué habría sido de Luis? El capullo que siempre quiso tirarse a Raquel cuando era mi chica.
―¿Y Andrés? ¿Te imaginas que ahora tiene novia y que no era gay realmente? ―bromeó Dani.
―A todas estas, ¿de quién es esta super casa con piscina? ―pregunté con curiosidad.
―Joder tío, si es que no te enteras de nada. Es la casa de Ingrid.
―No... ¿Ingrid la profe?
Dani asintió con una sonrisa pícara.
―Dios... qué cachondo nos ponía a todos ―añadí
―Ahora tendrá unos cincuenta y largos... una pena.
―Yo creo que seguro que me la follaría igual, aunque sea por los recuerdos.
―Ya te digo. ―Ambos reímos.