Fiestón en la piscina - Reencuentro Generación del 91

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Invitado
El 2 de julio de 2023 mi móvil se llenó de notificaciones de mensaje, lo cual era totalmente inusual. Con gran curiosidad lo desbloqueé para ver de qué se trataba y así fue como descubrí que estaba metido en un grupo llamado "Día 18 - Fiestón en la piscina - Reencuentro Generación del 91".
Al principio, lógicamente, me ilusioné por volver a ver a todos aquellos de los que hacía tantos años que no sabía nada. Realmente mantenía contacto con tres o cuatro y por redes sabía cómo le iba a unos cuántos más. Sin embargo había muchísimas incógnitas por descubrir y muchísimas anécdotas que contar y escuchar.
Por aquel entonces me encontraba en una racha de más de un año sin follar, por lo que una de las cosas que más ilusión me hacía de aquella fiesta era reconectar con las chicas y ver si podía surgir algo con alguna.
Llevaba años sin saber nada de casi ninguna de ellas, ni si quiera de Raquel, que fue mi novia durante nueve meses en primero de bachillerato. Siempre tuvo un cuerpo espectacular y la razón por la que salí con ella en aquella época fue casi exclusivamente física. Tenía las tetas... y tenía el culo, no se puede culpar a un adolescente por haber caído en aquellas redes.
Los días previos a la fiesta hablé bastante con Daniel, mi mejor amigo en el instituto, y estuvimos debatiendo sobre quiénes estarían más buenas ahora, 14 años después. La principal duda era si Carmen, la chica más guapa del instituto, seguiría al nivel al que estaba hacía casi 15 años. Era muy morena y tenía uno de los mejores culos del curso del 91.
Luego bromeamos sobre si volvería con Raquel y si ella seguiría teniendo ese poder de excitar a cualquiera que la viera pasar de espaldas o de frente.
También había cierta curiosidad con Paula. Era la mejor amiga de mi ex, Raquel, y siempre fue la gordita que hacía que Raquel pareciera aún más sexy de lo que ya era. ¿Y si ahora había perdido peso y era la más sexy de todas?
Ambos coincidimos en que la que más cachondos nos ponía era Sara, una chica bastante alta, de pelo rizado negro, siempre con pantalones excesivamente cortos que permitían contemplar la parte final de sus nalgas sobresaliendo del pequeño pantalón. <<La de pajas que me habré hecho pensando en ella durante aquellos años>>.
Las últimas chicas de las que hablamos fueron Berta, la chica con la que me di mi primer beso con trece años y que habría sido mi novia si no fuera porque se volvió un pibón fuera de mi alcance; y Elena, la chica más tímida, que nunca enseñó su cuerpo ni desfasó en ninguna fiesta. Siempre bien vestida y protegida tras las lentes de sus gafas.

El día de la fiesta quedé con Dani para ir juntos, ya que era probable que nos perdiéramos intentando encontrar la remota casa en la que se iba a celebrar el reencuentro.
Pasamos todo el trayecto charlando y recordando anécdotas de aquella época. ¿Qué habría sido de Luis? El capullo que siempre quiso tirarse a Raquel cuando era mi chica.
―¿Y Andrés? ¿Te imaginas que ahora tiene novia y que no era gay realmente? ―bromeó Dani.
―A todas estas, ¿de quién es esta super casa con piscina? ―pregunté con curiosidad.
―Joder tío, si es que no te enteras de nada. Es la casa de Ingrid.
―No... ¿Ingrid la profe?
Dani asintió con una sonrisa pícara.
―Dios... qué cachondo nos ponía a todos ―añadí
―Ahora tendrá unos cincuenta y largos... una pena.
―Yo creo que seguro que me la follaría igual, aunque sea por los recuerdos.
―Ya te digo. ―Ambos reímos.
 
CAPÍTULO 2

Cuando llegamos supimos que era la dirección correcta al ver un enorme portón abierto con un cartel de "Reencuentro Generación del 91".
Tras aparcar, con algo de nerviosismo, cruzamos la puerta y empezamos a ver las primeras caras conocidas.
Todos se alegraban de nuestra llegada, fue un momento muy bonito que lamentablemente casi no recuerdo debido a todo lo que ocurrió después en esa fiesta.
La casa era espectacularmente grande, con una piscina en la que cabría el instituto entero. <<¿Cómo cojones se habrá pagado una casa así una profesora de instituto?>> pensé con cierta incredulidad.

Las primeras horas de la fiesta transcurrieron entre formalidades y anécdotas. Dani y yo nos dedicamos miradas de aprobación ante cada chica que había cumplido o superado nuestras expectativas. Hubo varias personas de las que vale la pena remarcar el cambio que habían experimentado durante aquellos años. El cambio más brutal, sin lugar a dudas, fue el de Andrea. Andrea era mi compañero de clase de inglés, Andrés, el gay. Por lo visto, nada más llegar a la universidad descubrió que no era un hombre homosexual, sino una mujer heterosexual, por lo que desde aquel entonces consiguió cambiar su nombre y empezar a llevar un tratamiento hormonal.
Debo reconocer que, si no supiera que se trataba de Andrés, habría pensado que tenía un buen polvo. Iba muy bien maquillada y se había puesto unas tetas que no dudó en lucir con un tremendo escote. Además llevaba el pelo largo y rubio, por lo que resultaba casi irreconocible el Andrés que una vez habitó aquel mismo cuerpo.
Carmen, la morena, seguía siendo la chica más guapa de todas. Llevaba ocho años con su novio y esperaba casarse pronto.
Sara, la que vestía con pantalones que cubrían sólo parcialmente sus enormes nalgas, seguía siendo un cañón. Ahora mostraba infinidad de novedosos tatuajes por su cuerpo, pero sus rizos y sus glúteos esculturales seguían luciendo de la misma forma que tantos años atrás.
Sus labios estaban pintados de un rojo pasión que pretendían atraer la atención de todo el público masculino y probablemente también femenino. <<Cómo está Sara... qué perra debe ser en la cama... y qué ganas de verla en bikini>> pensé nada más verla.
Luego también me reencontré con Paula, la mejor amiga de Raquel. Seguía estando igual de rellenita que antes, aunque no recordaba que sus tetas tuvieran aquel tamaño astronómico. Hablé con ella un buen rato y recordamos momentos graciosos que ocurrieron cuando yo salía con Raquel.
Berta, la chica con la que me di mi primer beso, seguía estando fuera de mi alcance. Fue una de las que más ganas tuve de ver en bikini cuando llegara el momento de la fiesta en el que fuéramos a la piscina.
Recuerdo que nada más ver a Ingrid, ambos nos fundimos en un abrazo. Siempre habíamos tenido muy buena relación y la consideraba una de las mejores profesoras que había tenido. Sé que ahora mismo te estás preguntando que si seguía siendo follable o si había perdido con el tiempo. Dígamos que ahora estaba incluso más guapa que antes. Tenía un aura de MILF, de estrella porno, que era una absoluta barbaridad. Fue tal mi impresión que lo primero que pensé al verla es que el dinero para pagarse aquella casa tenía que venir de exhibir su físico de alguna forma... y eso que sólo había visto su cara.
La última chica a la que saludé fue a Raquel, quise guardarme lo mejor para el final. Con pocos gestos ambos nos hicimos saber que aún nos guardábamos mucho cariño el uno al otro. Nada más verla se me pasó por la cabeza hasta intentar recuperarla. Me había gustado su forma de mirarme con tanto cariño, además de que se le intuían unas curvas exactamente igual de hermosas que 15 años atrás.
No llegué a intercambiar palabras con Elena, la tímida, aunque debo decir que sus ojos azules tras las gafas me llamaron la atención mucho más que cuando éramos estudiantes.

Cuando las conversaciones comenzaban a decaer ligeramente, todas fueron interrumpidas por un grito de una de las chicas diciendo:
― ¡Todo el mundo a bañarse!
La verdad es que hacía un día espectacular y todos estábamos deseando quitarnos la ropa y saltar a la piscina.
Seguramente las chicas tardarían unos pocos segundos en quitarse la ropa para quedar en bikini, pero mi percepción en aquel momento fue como si hubiera ocurrido a cámara lenta. De repente, todas las chicas con las que habías pasado tantos años en la adolescencia mostraban a la vez sus cuerpos bajo la luz de un sol radiante.
Se notaba que la fiesta tenía un aura sexual muy grande y que muchos esperaban algún polvo nostálgico, ya que la mayoría de las chicas habían optado por llevar bikinis más sugerentes de lo habitual. Casi todas llevaban tanga, algunas mostrando solo parte de sus culos y otras engullendo por completo un fino tanga con sus nalgas. Eran pocos los casos de chicas que no optaron por este tipo de bikini. Por ejemplo, Elena, fiel a su forma de ser tan introvertida, vestía con un bañador completo que tapaba exitosamente casi todo lo que te interesaría ver de su cuerpo.
Berta, una de las que más curiosidad me había generado, llevaba un bikini amarillo bastante elegante.
La parte de arriba permitía ver sólo la parte imprescindible de sus pechos, mientras que la parte de abajo se metía muy ligeramente por dentro de sus nalgas. Cuando la vi supe que en algún momento durante la fiesta debería ir a hablar con ella, ya que tenía el argumento perfecto para romper el hielo, que era que habíamos sido nuestro primer beso.

En el otro extremo se encontraban lógicamente Sara y sorprendentemente Raquel, como las dos que llevaban los bikinis más provocativos de todos. Sara llevaba un tanga de hilo de leopardo que mostraba su personalidad de depredadora felina y que combinaba espectacularmente bien con su pelo negro rizado. Raquel había decidido llevar también un tanga de hilo, en este caso negro. Recuerdo además que se quitó el pantalón de una forma particularmente sensual, dejando a todo el mundo boquiabierto al mostrar sus preciosas nalgas casi en su totalidad. Tuve una erección instantánea al ver su culo tan desnudo, dejando a la vista aquel lunar que tanto me gustaba y que había lamido mil veces hacía 15 años.
Ella nunca vistió de forma especialmente provocativa, por lo que llegué a pensar que se había puesto aquel bikini tan sexy para seducirme a mí. En seguida supe que era ella a por quien tenía que ir ese día.
 
CAPÍTULO 3

Nada más meternos en la piscina se pudieron distinguir claramente dos grupos separados; los chicos y las chicas. Como dos ejércitos preparándose para la guerra, ambos decidíamos nuestras estrategias.
En nuestro caso, se notaba que la mayoría de chicos andaba regular en cuanto a relaciones sexuales, puesto que parecía que todos querían follarse literalmente a todas. Creo que no hubo ninguna que se quedara sin ser halagada por algún chico en nuestras conversaciones. Las dos más mencionadas fueron claramente Sara y Raquel. Debo reconocer que me molestaba un poco, ya que en ese momento estaba bastante focalizado en tener algo con Raquel y no me apetecía tener que lidiar con tanta competencia. De todas formas, yo sabía que tenía toda la ventaja ya que habíamos estado juntos y se notaba que ella también tenía ganas de que pasara algo entre nosotros durante la fiesta y quien sabe si más allá.
Si te fijabas en el otro lado de la enorme piscina, podías ver a las chicas susurrando y mirando a los chicos. De vez en cuando soltaban alguna que otra risa nerviosa.
Lo único que estaba claro era que desde que ambos ejércitos se encontraran en el campo de batalla, aquello iba a ser un festival de fluidos corporales. La tensión sexual se palpaba en el ambiente y llovían miradas cargadas de erotismo.
―El que no folle hoy es porque no quiere ―dijo Luis.
La verdad es que Luis era el que peor me caía por haber andado tanto tiempo detrás Raquel cuando era mi novia, pero en este caso no pude estar más de acuerdo con su comentario.
Poco a poco, los dos grupos que se habían formado en el interior de la piscina se fueron fusionando con las primeras conversaciones de ligoteo.
Yo tenía muy claro mi objetivo, así que sin pensármelo mucho me acerqué a Raquel.
―Bonito bikini ―bromeé para romper el hielo.
―¿Te gusta? ―me daba cierto respeto llevar algo tan atrevido.
―Te queda genial.
Ella sonrió y se dio una palmadita en el culo bromeando. Yo traté de fingir que no me había puesto cerdísimo con su gesto.
―Al verte se me vienen tantos recuerdos a la cabeza... ―dijo ella.
Yo asentí con una sonrisa.
―¿Y ahora como te va?¿Tienes novia? ―insistió.
―No... No he encontrado a nadie que cumpla mis expectativas.
―Entiendo... Yo últimamente prefiero tener relaciones más casuales, ¿sabes?
Sin duda, era mi oportunidad de oro para volver a saborear aquel cuerpo de escándalo. Durante todos aquellos años había fantaseado muchas veces con los recuerdos que tenía de ella y la había endiosado un poco de tantas ganas que tenía de volver a follármela.
Nuestra conversación se prolongó durante casi una hora, hasta que decidimos que era buena idea hablar con más gente y retomar contacto con todos antes de volver a quedarnos los dos a solas.
Hablé un buen rato con viejos amigos a los que no había vuelto a ver desde el instituto, pero recuerdo que mi mente no quería otra cosa que no fuera que llegara ya el momento de volver a quedarme a solas con Raquel.
Se había puesto extremadamente sexy y provocadora. Ya no era una cría insegura. Se había convertido en una auténtica mujer sexy y potente, que seduce y se acuesta con quien quiere, y esa noche tenía que ser conmigo.
Poco a poco, entre conversaciones a veces por los alrededores y a veces dentro de la piscina, entre bebida y bebida, el atardecer iba dibujando el paisaje sobre nuestros ebrios cuerpos.

La casa era gigante y había infinidad de habitaciones y baños, por lo que todos íbamos tomando rutas aleatorias cada vez que teníamos que ir al baño. Todo esto sumado a la cantidad de alcohol que ya había penetrado nuestra sangre, cada trayecto al baño era sinónimo de perderse.
A continuación tuvieron lugar los primeros de los tantísimos acontecimientos remarcables de la gran fiesta del reencuentro.

La primera de las sorpresas que me llevé esa noche llegó rápidamente cuando abrí la puerta equivocada creyendo que se trataba del baño. Lo primero que pensé al ver lo que estaba ocurriendo en aquella habitación es que estaba alucinando y que el alcohol me estaba provocando paranoias visuales.
Se trataba de dos personas entablando una épica "batalla de espadas".
Por un lado estaba Andrea, que con su cuerpo desnudo y sus operadas tetas dando botes en el aire, sujetaba una gruesa y peluda polla que usaba como espada. Al otro lado de la batalla se encontraba un espadachín con un arma más liviana que la de su contrincante. Se trataba nada menos que de Dani, mi mejor amigo.
Yo los miré con los ojos como platos, sin decir una palabra, mientras que ellos, sin soltar la mano de sus pollas, trataban ansiosamente de convencerme de que no dijera nada a nadie. Yo les dejé claro que no diría nada y poco después me dejaron continuar mi búsqueda del baño.
Estaba atónito. ¿Puede ser que Dani sea gay y yo nunca me diera cuenta?¿Es acaso gay jugar con la polla de una mujer transexual?
Lo único que se es que en ese momento entendí perfectamente el morbo que podría producirle esa situación a un hombre heterosexual. La verdad es que dudo mucho que yo, en la situación de Dani, me hubiera negado a restregar mi polla contra la de Andrea. Creo que puede ser muy excitante tener a una mujer, con su aura femenina, cargar tremendo pollón que contraste tanto con el resto de su cuerpo tan sexy y esas enormes tetas. De hecho, mientras pensaba todas estas cosas de camino al baño, sentí cierta envidia de Dani y de la experiencia que estaba teniendo. Al fin y al cabo yo me había puesto bastante caliente al ver a las chicas en bikini, especialmente a Raquel, y me moría de ganas de follar con ella.

Pensando que las sorpresas habían terminado, logré encontrar el baño, pero nada más entrar fui sorprendido por fuertes gemidos que venían de la ducha.
―¡Ahhh, sí joder!¡Ayy!
Decidí aprovechar que no se habían percatado de mi presencia para cerrar la puerta y continuar escuchando lo que ocurría al otro lado de la mampara empañada por la humedad.
No sabía distinguir quién era la chica, ya que hablaba en gemidos artificialmente agudos, pero me había puesto muy caliente la situación, así que empecé a tocarme lentamente mientras ellos seguían a lo suyo.
Se notaba que estaba siendo un polvo de dos personas que se tenían muchas ganas, era puro deseo sexual y el sonido del choque de sus cuerpos era de gran intensidad.
Poco después me di cuenta de que los otros gemidos eran también de una chica, lo cual hizo que me calentara muchísimo más todavía. <<¿Quiénes serían?>> Me mataba la curiosidad.
El baño estaba impregnado de un tremendo calor. Lo recuerdo como uno de los momentos más excitantes de mi vida.
―Ufff... Sí...qué rico ―volvió a gemir la misma voz.
Entonces la identifiqué. ¡Era Paula! La amiga gordita de Raquel. Nunca pensé que fuera lesbiana. ¿A quién se estaría follando? La otra sin duda se lo estaría pasando bien jugando con las tetas más grandes de la fiesta. Me estaba poniendo muy cachondo la voz de Paula al gemir y entendí que, aunque por su físico pareciera inexperta, seguro que debe follar de escándalo porque la otra chica no paraba de gritar de placer. Sin embargo, la única que decía cosas era Paula. Se notaba que era la más experimentada de las dos en el sexo lésbico. <<No tengo ni idea de qué otra chica del curso es lesbiana... ¿Quién será?>>
Pronto mis dudas se resolvieron, dándome una sorpresa casi mayor que la de ver a mi amigo Dani restregar su polla contra la de quien fue mi compañero Andrés.
―Dios... Carmen, sigue haciendo eso... ufff.
No podía ser. Aquella fiesta estaba desatando una actividad sexual atronadora en todos nosotros. La aparentemente inofensiva Paula, que nunca atrajo a los chicos de clase, se estaba follando a nada menos que a la chica más guapa de todas. ¡Que tenía novio desde hacía ocho años y se iban a casar!
Poder identificar a las dos personas que estaban follando tras la mampara hizo que me excitara mucho más y permitió que me las pudiera imaginar en mi cabeza, mientras sus gemidos y el sonido de sus cuerpos chocando y los fluidos restregándose creaban un ambiente de erotismo salvaje.
Me ponía muy caliente pensar en lo cerda tenía que estar Carmen para literalmente tirar sus planes de vida por la borda por un polvo con Paula. Aunque vaya polvo...
Decidí aguantar sin correrme y salir del baño. Estaba completamente borracho y tan cachondo que sentía que quería encontrar a Raquel y empotrarla contra cualquier pared de la casa.
 
CAPITULO 4

Cuando volví a salir al jardín, donde se encontraba la mayor parte de la fiesta, merodeando la enorme piscina, traté de localizar a Raquel, pero no tuve éxito.
Tras un pequeño escaneo de grupos de gente decidí que el más apropiado en el que me podía integrar era uno formado por un viejo amigo, Óscar, que charlaba con Sara, Berta y Elena.
Mi objetivo principal seguía siendo follarme a Raquel, ya que era la que más morbo me provocaba teniendo en cuenta todo nuestro pasado y su salvaje cambio de actitud, pero el objetivo real de aquella fiesta era follar a secas, no con Raquel específicamente.
Por tanto, era una idea interesante introducirme en la conversación en la que se encontraba Sara, la chica con más fama de golfa, además de la adorable Berta y la tímida aunque muy mona, Elena.
Elena y Berta estaban vestidas dado que ya era totalmente de noche, pero Sara seguía en aquel bikini de leopardo que no quería dejar de enseñar. Por un momento pensé que Sara podía ser perfecta para mis necesidades de aquel momento, ya que se trataba de la más atrevida y directa, además de que me ponía como una moto enseñando tanta carne. Me costaba entender que no se hubiera ido aún con ninguno, dado que prácticamente todos los tíos le tendrían que haber tirado la caña ya a esas alturas de la fiesta.
―Dice Berta que fuiste su primer beso ―me dijo Óscar como bienvenida.
Yo me reí y le di la razón. Me hizo especial ilusión saber que Berta había estado hablando de mí y que hubiera mencionado aquello. Aún así seguía viéndola como una chica demasiado fuera de mi alcance como para replantearme nada. Ella no necesitaba ir provocando ni ir seduciendo a nadie, ella sabía lo que valía y tenía el poder de elegir a quien quisiera.
Yo no es que sea especialmente feo, pero ni en mis mejores sueños consigo ligar con alguien como Berta o Carmen. Además, no era de esas personas que te provocan un simple calentón sino que te dan ganas de conocerla de verdad y hablar con ella más allá de lo sexual.
―¿Qué tal os está yendo la fiesta? ―intervine.
―Bien, bien, están pasando cosas MUY heavys ―contestó Sara.
―Lo que nos sorprende es que no sea esta quien las protagonice ―bromeó Berta mientras le daba una palmadita al culo semidesnudo de Sara, que rebotó sensualmente como consecuencia.
―¡Estoy ocupada con una misión, Berta! ―replicó Sara, a lo que Elena añadió:
―Dice que tengo que dejar de ser tan tímida y lanzarme a algún tío.
La verdad es que no sonaba nada tímida, no sé si por actitud o si era el alcohol quien la hacía hablar con tanta seguridad, pero me sorprendía que no se hubiera atrevido a hablar con ninguno aún.
―¿Qué te parece él? ―le preguntó Sara refiriéndose a mí.
La vergüenza se volvió a apoderar de Elena, que contestó con un tímido:
―No sé.
Detrás de ella pude ver a Sara haciendo gestos de aprobación.
La verdad es que no me interesaba especialmente tener nada con Elena. La chica era mona, pero teniendo ahí al lado a una leona como Sara con ese tanga de leopardo...
―¿Habéis visto a Raquel? ―pregunté.
―No... ―respondió Berta dubitativa mirando a los demás.
Yo la miré serio, exigiendo que me dijera la verdad.
―Se fue para dentro con Luis ―confesó Óscar.
<<Tremendo hijo de puta>> pensé.
―Genial ―respondí con una sonrisa irónica.

Las siguientes conversaciones ocurrieron sin mi participación, ya que estaba lleno de rabia y frustración por lo que acababan de contarme. ¿Cómo podía ser?¿Desde cuándo Raquel prefiere a Luis? Con lo bien que habíamos empezado la fiesta... ¿Tendría que haberme lanzado antes? No podía creer que encima fuera Luis el desgraciado que me hiciera prolongar mi racha de no follar. <<Ni de coña...>> pensé.
<<Hoy follo, aunque sea con la más fea de todas>>

Entre tanto tiempo que pasé en mis propios pensamientos, tanto Óscar como Berta acabaron marchándose a otro lugar de la fiesta, quedándonos solos Sara, Elena y yo.
Quiero hacer un inciso y añadir que más tarde durante la fiesta descubrí que Berta realmente estaba interesada en mí y que fue por querer ir a lo seguro, a la chica que mi polla quería y no a por la que tenía que haber ido, que perdí la oportunidad de tener algo con la chica más decente de todas. Si os puedo dar un consejo es que valoréis si el calentón vale la pena o si es mejor forzarse a pensar con la cabeza de arriba y no con la de la entrepierna. Ya os adelanto que absolutamente todas las decisiones que tomé en la fiesta fueron tomadas al cien por cien por mis cargados y desesperados testículos.
Ahora mismo pensarás que quizás no es demasiado tarde y que podría intentar contactar con ella, pero ya adelanto que es imposible debido a la imagen que debe tener de mí después de todo lo que hice en esa fiesta...


Dicho esto, regresamos a la fiesta donde quedamos Sara, Elena y yo charlando mientras terminamos nuestro enésimo cubata.

―La cosa es esta. A Elena le cuesta muchísimo acercarse a los chicos. Le gusta uno de su trabajo, pero no se atreve a hacer nada porque siente que le puede decepcionar por su falta de experiencia... Y esa era mi misión de hoy. Ayudar a Elena a soltarse con alguno para que luego pueda sentirse más segura con el tío del curro.
―¿Y cómo va la misión?
―Pues, ¿no nos ves aquí todavía? ―respondió Elena enfadada ―Cada tío que se acerca es para decirle a Sara lo sexy que está y que si quiere acompañarle a alguna habitación.
Yo, víctima de la frustración de haber perdido mi oportunidad con Raquel, hablaba ya sin pelos en la lengua:
―Vale, te voy a dar un consejo, Elena. Ya sé que eres una tía super romántica y que quieres que de la nada aparezca un tío y decida ligar contigo por arte de magia, pero la cosa no funciona así. Tienes que elegir, o te lanzas tú al que te guste o dejas de mostrarte tan santita.
Sara me lanzó una mirada cortante, dándome a entender que podía estar pasándome de la ralla con Elena.
―No, Sara, no me pongas esa cara porque tú lo sabes perfectamente ―continué ―¿Sabéis de quién habla todo el mundo hoy? De la perra de Raquel y de tí Sara, porque cuando te quedaste en bikini nos dejaste ver a todos ese culazo que tienes. Para atraer a un chico hay que seducirlo y eso no puede ocurrir si te quedas aquí sentada tan bien tapadita.
―¿Te habrás quedado a gusto, eh? ―se indignó Elena.
―Mira, yo solo intento ayudarte. Eres guapísima, joder. Te puedo asegurar que con que le eches un poquito de morro, tienes a cualquiera dispuesto a follar contigo.
―Aquí le voy a dar la razón al amigo ―me apoyó Sara dirigiéndose a Elena.
―Es más, te garantizo que si te hubieras puesto un tanga como el de Sara, habrían ido muchísimos tíos a por tí sin que hubieras tenido que mover un dedo. Los tíos somos muy simples y muy fáciles de atraer.
Los tres empezamos a reírnos, dejando a un lado la confrontación.
Entonces, de la nada, Elena se quitó con decisión la ropa que llevaba encima del bañador y con gestos de entre rabia y cachondeo, introdujo la parte posterior del bañador por dentro de sus nalgas, haciendo un efecto de tanga.
―Guau... Sí señora ―dijo Sara mientras aplaudía.
Yo me había quedado sin palabras. Sus nalgas se veían pálidas y contrastaban brutalmente con el resto de sus piernas. Se notaba que nunca había expuesto esas partes de su cuerpo al sol. Su culo era más que decente y sumado a su actitud, me había generado una fuerte erección que no pude disimular a través del bañador.
―¡Mira, mira! ―gritó Sara entusiasmada, señalando mi entrepierna mientras reía ―¡Se ha puesto cachondo y todo!
Elena comenzó a reír de forma nerviosa, ya que no estaba acostumbrada a ese tipo de situaciones.
No hizo falta verbalizar lo que estábamos pensando los tres en aquel momento; Claramente habíamos encontrado al chico que iba a ayudar a Elena a conseguir experiencia y seguridad.
―Joder, qué giro de acontecimientos, ¿eh? ―dijo Sara ―¡Venga! Vamos a buscar una habitación libre.
 
Última edición por un moderador:
Es claro que la que se metió el bañador entre sus nalgas fue Elena

Como van ocurriendo los acontecimientos nuestro protagonista follará con todas incluyendo Andrea, menos con Raquel.
:p

Tengo la impresión que nuestro narrador descubrirá durante la fiesta que lo de Luis y Raquel trae historia del 91. :oops:
 
Es claro que la que se metió el bañador entre sus nalgas fue Elena

Como van ocurriendo los acontecimientos nuestro protagonista follará con todas incluyendo Andrea, menos con Raquel.
:p

Tengo la impresión que nuestro narrador descubrirá durante la fiesta que lo de Luis y Raquel trae historia del 91. :oops:
Gracias! Se me habían liado los nombres ahí ya lo he puesto bien 😅
 
Me inquieta el inciso que ha dado el autor, porque deja claro que la chica que más merece la pena es Berta y perdió la oportunidad.
A mí la verdad es que Raquel no me cae demasiado bien.
No sé cómo acabará la fiesta, pero lo mejor es que se olvide de Ella.
 
Aquí el problema es que iba obsesionado con Raquel, cuando en la fiesta había muchas más chicas y mejores que Ella, como por ejemplo Berta, aunque al menos parece que de la fiesta no se va a ir sin tener sexo
Después de que Raquel se ha ido con el capullo ese de Luis, haría bien en olvidarse de Ella y seguir con su vida. Ella se lo.pierde.
 
Releyendo el capítulo, a no ser que haga algo que molestará a Berta, que no creo, yo no veo tan descabellado que contacte con Ella e intenté algo.
 
La decencia es relativa, y bueno, entiendo que él lo percibió así de Bertha y que al final no tuvo nada con ella. Raquel estaba a lo seguro pero no tenía ningún compromiso con él, igual no deja de picar el orgullo.

Parece que la ganadora va a ser Elena, aunque quizás intervenga también Sara, sería un golazo.
 
Aquí el problema es que iba obsesionado con Raquel, cuando en la fiesta había muchas más chicas y mejores que Ella, como por ejemplo Berta, aunque al menos parece que de la fiesta no se va a ir sin tener sexo
Después de que Raquel se ha ido con el capullo ese de Luis, haría bien en olvidarse de Ella y seguir con su vida. Ella se lo.pierde.
La decencia es relativa, y bueno, entiendo que él lo percibió así de Bertha y que al final no tuvo nada con ella. Raquel estaba a lo seguro pero no tenía ningún compromiso con él, igual no deja de picar el orgullo.

Parece que la ganadora va a ser Elena, aunque quizás intervenga también Sara, sería un golazo.
Si, el protagonista claramente se encontraba en un momento de frustracion por su prolongada abstinencia sexual ademas de que le duele especialmente que sea con Luis con quien decidiera irse Raquel.
El tema de Berta viene de que, cuando su prioridad era follar no la tuvo tan en cuenta, pero cuando esa necesidad estuvo resuelta fue consciente de que la persona que mas le podía aportar era ella. Además el llevar tanto tiempo sin follar le hacía verse menos capaz, fuera de su alcance, cuando la realidad era otra.
En el siguiente capítulo comienza la verdadera aventura que vivió el prota esa noche 🫡
 
CAPITULO 5

Sara guiaba el camino mientras que Elena y yo tratábamos de hacer que la situación fuese lo más cómoda posible para ambos.
<<¿Sara nos quiere acompañar o es que tiene pensado quedarse ahí mientras lo hagamos?>>

Una vez en la habitación pasamos unos pocos segundos de incertidumbre e incomodidad hasta que Sara decidió romper el hielo y comenzar a hacer de profesora ante Elena:
―Vale, vamos a tratar de imaginar que él es tu compañero de trabajo. Obviamente, cuando te lleve a su casa no es para leer juntos el periódico. Ambos queréis follar, la cosa es cómo llegas hasta ese momento de forma natural. Es muy importante que vea que estás segura de lo que haces y que no piense que estás incómoda o que te sientes presionada. Si él no da indicios de querer tomar la iniciativa, deberías hacerlo tú. Por ejemplo, después de decirle lo bien que le queda su camisa o cualquier tontería que se te ocurra, te acercas a él y haces algo así.
Con gran determinación, Sara se acercó a mí y, sin pararse a pensar, empezó a darme besos muy calientes en el cuello.
No daba crédito, esa fiesta era una sorpresa tras otra y en aquel momento tenía a la chica más sexy de la clase, borracha, lamiendo mi cuello. Bendita locura.
Yo respondía con pequeños gemidos como señal de aprobación.
Casi sin llegar a darme cuenta, me fue bajando el bañador hasta dejarme con la polla al descubierto.
―¿Has visto? Ahora tú ―dijo Sara antes de volver a subirme el bañador.
Estaba flipando, aquello no era un trío o un polvo de calentón. Era una clase práctica para Elena y yo era la rata de laboratorio. Yo estaba encantado de serlo, por supuesto.
Entonces, Elena, en un acto de valentía e inconsciencia producidas por el alcohol, se quitó de golpe el bañador dejando todo su cuerpo a la vista.
Sus tetas eran mucho más grandes de lo que pensaba, ya que nunca las había enseñado lo más mínimo. Me sorprendió lo peluda que estaba toda la zona cercana a su vagina, pero pensé que le daban un toque sexy y salvaje que contrastaba mucho con la personalidad que solía mostrar hacia fuera.
―Coño, ¡Elena! ―dijo Sara riendo ―, esa también es una opción. A ver quién es el listo que se echa para atrás viéndote así.
Antes de que me diera tiempo de encontrar las palabras que pudieran expresar lo que sentía en aquel momento, Elena se me abalanzó y comenzó a besarme de la misma forma que lo había hecho Sara, pero con mucha más intensidad.
Se me puso como una piedra nada más empezó a besarme, pegando su cuerpo desnudo al mío, dejando que sus tetas desnudas rozaran con mi cuerpo. Se notaba que se estaba esforzando y que quería aprender a poner realmente cachondo al chico aquel que le gustaba.
O quizás simplemente se había puesto cachondísima con la situación y el alcohol impedía que su personalidad introvertida la frenara.
No tardó nada en bajarme el bañador y agarrarme la polla con fuerza.
Decidida, sin tomarse un segundo de pausa, se agachó y se la metió de golpe en la boca.
―¡Para, para! ―intervino Sara mientras se descojonaba ―tienes que hacerlo más sensual, más despacito.
Entonces se agachó ella también frente a mí, al lado de Elena, y comenzó a pasar su lengua por mis huevos y la parte baja de mi polla. Era una auténtica experta y era una gozada poder experimentarlo en primera persona. Lo hacía todo con una suavidad y precisión que nunca había experimentado antes, era espectacular, un privilegio.
―Es muy importante hacer contacto visual de vez en cuando, fíjate ―le explicaba Sara a Elena, que asentía.
Los ojos de Sara se clavaron en los míos mientras su lengua recorría cada parte de mi dura polla. Yo no podía hacer mucho más que ayudarla a apartarle los pelos que se le ponían en la cara interrumpiendo su maravillosa felación, mientras que Elena nos observaba con atención, aprendiendo de cada detalle que pudiera serle de utilidad más adelante con el chico de su trabajo.

Durante los siguientes minutos, mi polla fue alternando entre la boca de Sara y la de la Elena.
Podía ir apreciando cómo Elena era tan buena alumna en sus clases de comer pollas como lo fue en las del instituto, ya que aplicaba siempre los consejos de Sara y se iba notando su mejoría cada vez que se la volvía a meter en la boca.
Justo cuando los tres estábamos completamente sincronizados, sin necesidad de hablar ni dar instrucciones, se abrió la puerta.
―¡Hostias! Perdonad, ya me voy... ―dijo Berta antes de volver a cerrar la puerta.
La pobre acababa de presenciar cómo dos de sus mejores amigas se le chupaban a un chico que le molaba. Y yo quejándome de Raquel con Luis...

Cuando parecía que la tensión sexual se había disipado por culpa del incidente, Elena volvió a tomar la iniciativa y continuó por donde lo había dejado, concretamente dentro de su boca.
Esta vez, Sara no necesitó volver a intervenir y, como buena profesora, no lo hizo. Ella no estaba ahí para comerse una polla, sino para ayudar a su amiga a hacerlo.
―Dios mío, Elena... ―gemí.
La situación se iba volviendo cada vez más caliente, y Elena no dejaba de sorprendernos a ambos con su increíble determinación. Me moría de ganas de follármela, pero estaba demasiado excitado como para gestionar aquella situación.
―Dios mío, ¡me corro! ―avisé a Elena.
―¡No te apartes! ¡Que vea que le ayudas a disfrutar! ―gritó Sara, totalmente implicada en sus enseñanzas.
Elena respondió ejerciendo más fuerza sobre mi polla y ayudándome a estimularla lo máximo posible.
No quería correrme sin haberla metido en aquel coño tan peludo y tan deshabitado, que debía estar super firme y apretadito, pero no pude aguantar. Nunca había estado con dos chicas a la vez y menos aún en una situación tan morbosa como esa. Sólo con ver el cuerpo desnudo de Elena ya me había calentado suficiente como para prácticamente correrme encima, por no hablar de ver ahí a Sara, con su microbikini de leopardo, cogiendo mi polla y metiéndola en la boca de Elena.
Entre tantos estímulos excitantes, notando la humedad de su saliva y la suavidad y firmeza de su lengua, terminé de descargar todo mi semen en la boca de Elena.
―Ohhh sí, joder... qué rico ―gemí durante los últimos segundos de mi orgasmo.
Cuando entendió que ya había terminado, esta se apartó un poco y dejó que toda mi corrida saliera de su boca y le recorriera el cuello mientras los tres nos reíamos impresionados.
Sara no dudó en aplaudir y mostrar lo impresionada que estaba con Elena.
―Has estado increíble, Elena ―la felicité ―no te preocupes lo más mínimo por el tío del trabajo. Más bien el que se debería preocupar es él para que no le pase como a mí y pueda aguantar un poco más.
Elena se río y los tres nos marchamos, entendiendo que había llegado el momento de amenizar la noche y encontrar a más viejos amigos con los que recordar anécdotas.

Yo ya me encontraba un poco menos frustrado con lo de Raquel y Luis. Acababa de tener una experiencia sexual espectacular, aunque el culo de Raquel aún seguía siendo el plato preferido de mi mente. Me imaginé a Luis poniendo a Raquel contra la pared, dándole un azote en ese culazo y metiéndole su polla sin compasión, provocando aquellos gemidos tan sexys que hacía Raquel cuando me la follaba a cuatro.
 

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