Cuando vino mi tía

Urukkhai

Miembro activo
Desde
2 Jul 2023
Mensajes
37
Reputación
368
Capítulo 1

Cuando tenía 30 años estaba viviendo en Madrid. Vivía solo y tenía un trabajo estable en una empresa importante, por lo que se podría decir que todo iba a pedir de boca. La verdad es que le dedicaba la mayor parte del tiempo al trabajo y no salía mucho de fiesta, por lo que ligaba bastante poco. Siempre fui algo tímido, así que nunca tenía ligues de una noche. Me gustaba esperar a conocer a la persona hasta llegar a tener la confianza suficiente como para tener sexo con ella y que no se echara para atrás cuando viera el tamaño de mi pene. Muchas veces pensé que quizás el motivo de mi timidez venía directamente de la inseguridad que me daba el tamaño de mi miembro, que era de unos 8 centímetros en erección.
Solía hacer planes los fines de semana con Fran y Emma, dos amigos del curro que compartían los mismos gustos que yo. Ellos dos eran el 90% de mi vida social en aquel momento, por lo que el día que me anunciaron que estaban saliendo juntos, tuve que fingir que me alegraba por ellos. Sabía que su relación significaba que me iba a quedar fuera de casi todos los planes. Eso ocurrió el 3 de septiembre, y desde ese día, empecé a sentirme bastante solo, pasando la mayoría de fines de semana solo en casa viendo series.

El 14 de octubre me llamó mi madre pidiéndome que si su hermana Paola se podía quedar unos días en mi casa, en Madrid.
Mi tía Paola vivía oficialmente en Huelva, pero se pasaba la vida viajando y nunca pasaba en Huelva más de dos meses seguidos.
Tenía 61 años, pero no los aparentaba, y no me refiero a la edad, sino a la forma de ser. Era ese tipo de persona hiperactiva que no puede estar sin hacer nada. Sabía que si Paola se quedaba unos días, no serían unos días tranquilos, sino que tendría que hacer planes con ella, ya que yo no tenía otros planes alternativos para escaquearme.
Al salir del trabajo, el jueves de la semana siguiente, fui directamente al aeropuerto a recoger a mi tía Paola. La reconocí rápidamente, pues arrastraba una maleta rosa fosforito y me saludaba eufórica desde la distancia. A sus 61 años aún se veía bastante guapa. Tenía el pelo negro azabache y las tetas operadas. Llevaba unos tacones negros y pantalones vaqueros que cubrían sus piernas delgadas y alargadas.
-¿Cómo estás, Pablito? ¡Cuánto tiempo! -me saludó y me dio dos besos.
-Sí, sí, montón -reímos educadamente.
Durante todo el camino de vuelta a casa fui sometido a un largo interrogatorio sobre mi vida en Madrid. Además pude conocer algunas cosas más sobre la vida de mi tía. Descubrí que estaba soltera y que lo que más le gustaba de Madrid era la facilidad que tenía para ligar con cincuentones desesperados.
-Podría llevarte a alguna de mis fiestas, serías un caramelito para todas las mujeres de mi edad -bromeó.
-Entonces, ¿vienes para ver si te ligas a algún madrileño?
-Quiero hacer más cosas, pero sí. -rió -una tiene sus necesidades... Y oye, de verdad, muchas gracias por dejarme quedarme en tu piso, eres un sol.
 
Capítulo 1

Cuando tenía 30 años estaba viviendo en Madrid. Vivía solo y tenía un trabajo estable en una empresa importante, por lo que se podría decir que todo iba a pedir de boca. La verdad es que le dedicaba la mayor parte del tiempo al trabajo y no salía mucho de fiesta, por lo que ligaba bastante poco. Siempre fui algo tímido, así que nunca tenía ligues de una noche. Me gustaba esperar a conocer a la persona hasta llegar a tener la confianza suficiente como para tener sexo con ella y que no se echara para atrás cuando viera el tamaño de mi pene. Muchas veces pensé que quizás el motivo de mi timidez venía directamente de la inseguridad que me daba el tamaño de mi miembro, que era de unos 8 centímetros en erección.
Solía hacer planes los fines de semana con Fran y Emma, dos amigos del curro que compartían los mismos gustos que yo. Ellos dos eran el 90% de mi vida social en aquel momento, por lo que el día que me anunciaron que estaban saliendo juntos, tuve que fingir que me alegraba por ellos. Sabía que su relación significaba que me iba a quedar fuera de casi todos los planes. Eso ocurrió el 3 de septiembre, y desde ese día, empecé a sentirme bastante solo, pasando la mayoría de fines de semana solo en casa viendo series.

El 14 de octubre me llamó mi madre pidiéndome que si su hermana Paola se podía quedar unos días en mi casa, en Madrid.
Mi tía Paola vivía oficialmente en Huelva, pero se pasaba la vida viajando y nunca pasaba en Huelva más de dos meses seguidos.
Tenía 61 años, pero no los aparentaba, y no me refiero a la edad, sino a la forma de ser. Era ese tipo de persona hiperactiva que no puede estar sin hacer nada. Sabía que si Paola se quedaba unos días, no serían unos días tranquilos, sino que tendría que hacer planes con ella, ya que yo no tenía otros planes alternativos para escaquearme.
Al salir del trabajo, el jueves de la semana siguiente, fui directamente al aeropuerto a recoger a mi tía Paola. La reconocí rápidamente, pues arrastraba una maleta rosa fosforito y me saludaba eufórica desde la distancia. A sus 61 años aún se veía bastante guapa. Tenía el pelo negro azabache y las tetas operadas. Llevaba unos tacones negros y pantalones vaqueros que cubrían sus piernas delgadas y alargadas.
-¿Cómo estás, Pablito? ¡Cuánto tiempo! -me saludó y me dio dos besos.
-Sí, sí, montón -reímos educadamente.
Durante todo el camino de vuelta a casa fui sometido a un largo interrogatorio sobre mi vida en Madrid. Además pude conocer algunas cosas más sobre la vida de mi tía. Descubrí que estaba soltera y que lo que más le gustaba de Madrid era la facilidad que tenía para ligar con cincuentones desesperados.
-Podría llevarte a alguna de mis fiestas, serías un caramelito para todas las mujeres de mi edad -bromeó.
-Entonces, ¿vienes para ver si te ligas a algún madrileño?
-Quiero hacer más cosas, pero sí. -rió -una tiene sus necesidades... Y oye, de verdad, muchas gracias por dejarme quedarme en tu piso, eres un sol.
Promete....
 
Capítulo 1

Cuando tenía 30 años estaba viviendo en Madrid. Vivía solo y tenía un trabajo estable en una empresa importante, por lo que se podría decir que todo iba a pedir de boca. La verdad es que le dedicaba la mayor parte del tiempo al trabajo y no salía mucho de fiesta, por lo que ligaba bastante poco. Siempre fui algo tímido, así que nunca tenía ligues de una noche. Me gustaba esperar a conocer a la persona hasta llegar a tener la confianza suficiente como para tener sexo con ella y que no se echara para atrás cuando viera el tamaño de mi pene. Muchas veces pensé que quizás el motivo de mi timidez venía directamente de la inseguridad que me daba el tamaño de mi miembro, que era de unos 8 centímetros en erección.
Solía hacer planes los fines de semana con Fran y Emma, dos amigos del curro que compartían los mismos gustos que yo. Ellos dos eran el 90% de mi vida social en aquel momento, por lo que el día que me anunciaron que estaban saliendo juntos, tuve que fingir que me alegraba por ellos. Sabía que su relación significaba que me iba a quedar fuera de casi todos los planes. Eso ocurrió el 3 de septiembre, y desde ese día, empecé a sentirme bastante solo, pasando la mayoría de fines de semana solo en casa viendo series.

El 14 de octubre me llamó mi madre pidiéndome que si su hermana Paola se podía quedar unos días en mi casa, en Madrid.
Mi tía Paola vivía oficialmente en Huelva, pero se pasaba la vida viajando y nunca pasaba en Huelva más de dos meses seguidos.
Tenía 61 años, pero no los aparentaba, y no me refiero a la edad, sino a la forma de ser. Era ese tipo de persona hiperactiva que no puede estar sin hacer nada. Sabía que si Paola se quedaba unos días, no serían unos días tranquilos, sino que tendría que hacer planes con ella, ya que yo no tenía otros planes alternativos para escaquearme.
Al salir del trabajo, el jueves de la semana siguiente, fui directamente al aeropuerto a recoger a mi tía Paola. La reconocí rápidamente, pues arrastraba una maleta rosa fosforito y me saludaba eufórica desde la distancia. A sus 61 años aún se veía bastante guapa. Tenía el pelo negro azabache y las tetas operadas. Llevaba unos tacones negros y pantalones vaqueros que cubrían sus piernas delgadas y alargadas.
-¿Cómo estás, Pablito? ¡Cuánto tiempo! -me saludó y me dio dos besos.
-Sí, sí, montón -reímos educadamente.
Durante todo el camino de vuelta a casa fui sometido a un largo interrogatorio sobre mi vida en Madrid. Además pude conocer algunas cosas más sobre la vida de mi tía. Descubrí que estaba soltera y que lo que más le gustaba de Madrid era la facilidad que tenía para ligar con cincuentones desesperados.
-Podría llevarte a alguna de mis fiestas, serías un caramelito para todas las mujeres de mi edad -bromeó.
-Entonces, ¿vienes para ver si te ligas a algún madrileño?
-Quiero hacer más cosas, pero sí. -rió -una tiene sus necesidades... Y oye, de verdad, muchas gracias por dejarme quedarme en tu piso, eres un sol.
Vamos... !!
 
A ver, a ver que milagro hace la tía Paola... ;););););):unsure::unsure::unsure::unsure::unsure::unsure::dancer1::dancer1::dancer1::dancer1::dancer1::dancer1::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO:🍻🍻🍻🍻🍻🍻🍻🍻🍻🍻🥂🥂
 
JUEVES(1):

Al llegar a mi piso, le ofrecí mi habitación. Me parecía adecuado tener un buen detalle hacia ella y que fuera yo quien durmiera en el sofá. Me lo agradeció y deshizo ahí su maleta, haciendo suya mi habitación. No tuve tiempo de hacer gran cosa antes de escucharla decir:
-¿Cuáles son los planes para esta tarde entonces?
La verdad es que no me importaba pasar esa tarde con ella. Aunque fuera una persona a la que veía cada varios años, no dejaba de ser parte de mi familia y me apetecía tomar unas cervecitas y escuchar sus batallitas, que seguro que me servirían para aprender un par de cosas sobre las mujeres, lo cual no me venía mal precisamente.
Salimos al centro y nos paramos en un bar donde había estado un par de veces con Fran y Emma. Conseguimos mesa en la terraza, hacía un día maravilloso. El camarero nos trajo dos cañas y una tapa de pan con tomate para conseguir que estuviéramos totalmente a gusto.
-Me alegro de tenerte por aquí -le confesé -, siempre me pareciste una tía muy enrollada.
Ella sonrió y mantuvimos una conversación bastante cotidiana durante un rato hasta que ella decidió romper con la monotonía de la conversación:
-Vale, me muero de curiosidad. Cuéntame sobre tus ligues. ¿Tienes novia?
Yo me reí y respondí:
-No... tenía. Rompimos hace casi dos años.
-Bueno, mejor, a tu edad tienes que ir de flor en flor y no quedarte estancado en una sola.
-Bueno... La verdad es que estoy más bien centrado en el trabajo.
Era verdad, pero ese no era el motivo por el que estaba solo. Yo quería tener a alguien, al menos a alguien con quien follar.
-No te creo. Como me entere de que a tu edad no follas cada fin de semana me voy a enfadar -bromeó.
-Pues te vas a enfadar jaja, la verdad es que llevo una buena sequía.
-¡¿Llevas dos años sin follar?!
Yo asentí.
-Pablito, cariño, no me digas eso. Menos mal que he venido para salvarte. Este finde vas a salir, vas a beber, y lo más importante, vas a follar -me dio una palmadita en el hombro -. Dile al Fran ese que este finde quieres fiestuki.
Yo me reí, aunque sabía que tenía toda la razón. Me sentía de alguna forma reconfortado por la actitud de mi tía.
Sentí que Paola había llegado como cosa del destino para abrirme los ojos y que me diera cuenta de que tenía que aprovechar mi tiempo y conocer a más mujeres. Llevaba los últimos dos años esperando a que me cayera del cielo una mujer con quien follar y Paola me hizo darme cuenta de que eso era algo que hay que ir a buscar, que no aparece de la nada.
-Pues te voy a hacer caso, luego le mando un mensaje -le dije decidido.
-Así me gusta, yo ya tengo una fiesta planeada para mañana jeje. ¡Este finde follamos los dos, un brindis por nosotros!
Me llamaba la atención que tuviera la misma mentalidad que un chaval salido de 20 años, pero me gustaba. Necesitaba que alguien así llegara a mi vida para sacar mi lado más atrevido y que por fin empezaran a pasar cosas más interesantes.
 
Tengo la morbosa impresión que dentro de poco la tía Paola dejará de llamarlo "Pablito", para empezar a nombrarlo "Pablote".:devilish:

Es más, si la tía se queda suficiente tiempo, será Pablitoxxx. :banana1:
 
JUEVES(2):

Pasamos toda la tarde entre bares y paseos por el centro, así que sobre las nueve ya estábamos agotados y decidimos volver a casa. Nos pareció buena idea pedir pizzas para cenar y quedarnos viendo una peli en el salón.
Al llegar a casa, me puse una camiseta y un pantalón de chándal, que era lo que yo utilizaba como pijama.
Paola fue a cambiarse a mi cuarto, donde tenía su maleta, saliendo de él con un corto camisón azul oscuro muy elegante, luciendo un ligero escote.
<<Ojalá cuando llegue a esa edad mi futura mujer esté así de buena>> pensé al verla.
No me malinterpretéis, no estaba teniendo ningún tipo de pensamiento sucio, pero si sentí cierta admiración a la belleza de una mujer de 61 con las tetas bien puestas. Quirúrgicamente, sí, pero bien puestas, que a esa edad no es nada habitual.
Cuando llegaron las pizzas, pudimos por fin sentarnos en el sofá y disfrutar de la peli y la comida.
Al ser una película de calidad cuestionable, pasamos la primera hora entre mofas y comentarios graciosos. Me sorprendía la complicidad que estábamos teniendo, ya que no es lo que esperas encontrar en alguien que te dobla la edad.
En aquel momento, mientras reíamos, volví a alegrarme mucho de la visita que me había hecho mi tía. Empecé a replantearme que era así como debería sentirme habitualmente. Tenía que dejar de pasar los fines de semana solo y salir más por ahí para conocer gente nueva.
Cuando terminamos de comer, ella se cansó de estar sentada y se acurrucó como pudo doblando las rodillas, apoyando su cabeza en un cojín.
Mientras ella clavaba su mirada en la tele, yo me fijé en sus piernas, que ahora estaban a unos centímetros de mí.
Sin darme cuenta, me imaginé acariciándolas y comencé a excitarme.
<<¿Qué coño me pasa? ¿Estoy tan desesperado que me atrae mi tía de 61 años?>> pensé preocupado.
Ella seguía recolocándose en busca de la postura más cómoda.
En uno de estos intentos de encontrar la mejor postura, el camisón se le levantó accidentalmente más de la cuenta durante un segundo en el que pude verle prácticamente todo el culo. Llevaba puesto un tanga celeste de encaje.
No era el mejor culo del mundo, pero era un culo en tanga a unos centímetros de mí, por lo que mi batalla mental contra los pensamientos pervertidos se preveía complicada.
Me mordí el labio conteniendo toda mi excitación e hice un esfuerzo por no imaginarme agarrándole el culo.
<<Mierda, tengo que quitarme esta imagen de la cabeza lo antes posible, esto no está bien, yo no soy un pervertido>>
Posteriormente, mientras yo estaba sentado en mi parte del sofá, ella se tumbó boca arriba, colocando sus piernas encima de mis muslos para poder estirarse.
Una de sus piernas pasaba literalmente por encima de mi paquete, que gracias a Dios no estaba duro del todo.
Me encontraba en una situación crítica, ya que si me excitaba, mi tía lo notaría al estar en contacto con mi paquete.
 
JUEVES(3):

Mientras luchaba contra los pensamientos intrusivos, con las piernas de mi tía apoyadas sobre mí, el maldito director de la película que estábamos viendo decidió que era el momento de incluir una escena de sexo. Normalmente, ver estas cosas con familiares ya de por sí resulta incómodo, pero si encima tienes que luchar por no empalmarte porque si lo haces tu tía lo notará, pues se vuelve infinitamente más incómodo.
No sé ni quienes eran los personajes involucrados en esa escena de la película, pero se quitaron la ropa con agresividad y empezaron a follar en la cocina.
-Por fin se pone emocionante la peli, ¿eh? -dijo Paola riendo
Yo me reí como respuesta. Estaba muy nervioso.
La mujer de la película empezó a gemir a gritos, mientras el hombre la empotraba. La escena era inoportunamente morbosa.
-Joder si me voy a poner cachonda y todo -dijo Paola bromeando.
Ese comentario desencadenó lo inevitable, ya no había forma de frenar mi erección.
Me iba el mundo a toda velocidad, mi pene empezaba a endurecerse, los gemidos de la actriz iban a más y mis ojos no podían evitar contemplar las hermosas piernas de mi tía. No pude evitarlo, se me puso totalmente dura.
La situación me superaba. Ella simplemente estaba viendo una peli con su sobrino, mientras que yo estaba a su lado pensando guarradas. Me sentí fatal y necesité salir de ahí.
-Tengo que ir al baño -dije con inseguridad.
-Te vas a perder lo mejor, Pablito.
Me reí y le di la razón, pero puse rumbo al baño con urgencia.
Una vez en el baño me lavé la cara y me miré al espejo pensando: <<Pablo, cojones, relájate, es tu tía, no se te pueden pasar esas cosas por la cabeza>>
Entendí que el haberme excitado de esa forma se debía a la falta de actividad sexual que había en mi vida y que dada mi situación, estaba justificado.
Me di unos minutos para calmarme y poder regresar con una mentalidad más apropiada.
Pasados cerca de diez minutos, cuando mi erección había desaparecido del todo, pude poner rumbo al salón para terminar de ver la peli.
Al llegar vi que Paola se había quedado dormida en el sofá.
En seguida me volvieron los pensamientos intrusivos, haciendo inútil todo el proceso mental que llevé a cabo en el baño. Espero que no me juzguéis si admito que en ese momento se me pasó por la cabeza acercarme a ella mientras dormía y subirle el camisón para echar otro vistazo a aquel culo en el tanga celeste. La idea era descabellada y el riesgo demasiado alto, por lo que eliminé esa y todas las ideas pervertidas de mi cabeza y decidí que era el momento de irme a dormir.
En teoría yo tenía que dormir en el sofá y ella en mi cuarto, pero dadas las circunstancias, apagué la tele y puse rumbo a mi habitación para dormir en mi cama.
 
Hoy tenéis doble ración. ;)

JUEVES(4):

Al abrir la puerta de mi habitación, encontré su maleta abierta justo al lado de la cama y no pude evitar echar un vistazo. Me moría de ganas de ver su ropa interior.
<<Lo estoy deseando... voy a dejar ya de luchar contra mis instintos. Me haré un buen pajote en su honor y nunca más volveré a pensar guarradas sobre ella>> me propuse.
Sin tener que rebuscar demasiado en su maleta, encontré un tanguita negro muy fino. <<Buff, si es que es una zorra... no es mi culpa que me ponga tanto>> pensé mientras mi pequeña polla comenzaba a reclamar mi atención. Lo olí aunque sabía que estaba limpio y que desafortunadamente no había estado en contacto con su coño.
Me había puesto brutalmente cachondo y ya no había vuelta atrás, era el momento de descargar para poder zanjar el asunto y no volver a desear a mi tía.
Coloqué el tanga alrededor de mi polla y empecé a masturbarme con fuerza.
Recordé todo el rato que pasé en el sofá, mirando sus piernas y me imaginé acariciándolas. Si volviera a ese momento, iría deslizando la mano hasta alcanzar sus nalgas. Con un dedo me abriría paso apartándole el tanga para luego introducirlo dentro de su coñito maduro. Me fui calentando más y más y las escenas que me imaginaba iban siendo cada vez más sucias y pervertidas.
Me imaginé empotrándola como el actor de la película. Ella me pediría que pare, que soy su sobrino, pero yo no pararía y la empotraría aún más fuerte.
Lo último con lo que fantaseé antes de terminar fue imaginando cómo habría sido que, mientras veíamos la peli, yo me levantara, me acercara hasta su cara, me bajara los pantalones y le metiera la polla en la boca sin darle tiempo a reaccionar.
<<Si, joder, tía Paola... Trágatelo todo, zorra.>> fantaseé mientras me corría.
Instantáneamente se me bajó todo el calentón y procedí rápidamente a guardar el tanga en el mismo sitio donde lo encontré. Fui al baño a limpiarme y finalmente volví para caer rendido en mi cama.
<<Nunca más>> me prometí.
 
Hoy tenéis doble ración. ;)

JUEVES(4):

Al abrir la puerta de mi habitación, encontré su maleta abierta justo al lado de la cama y no pude evitar echar un vistazo. Me moría de ganas de ver su ropa interior.
<<Lo estoy deseando... voy a dejar ya de luchar contra mis instintos. Me haré un buen pajote en su honor y nunca más volveré a pensar guarradas sobre ella>> me propuse.
Sin tener que rebuscar demasiado en su maleta, encontré un tanguita negro muy fino. <<Buff, si es que es una zorra... no es mi culpa que me ponga tanto>> pensé mientras mi pequeña polla comenzaba a reclamar mi atención. Lo olí aunque sabía que estaba limpio y que desafortunadamente no había estado en contacto con su coño.
Me había puesto brutalmente cachondo y ya no había vuelta atrás, era el momento de descargar para poder zanjar el asunto y no volver a desear a mi tía.
Coloqué el tanga alrededor de mi polla y empecé a masturbarme con fuerza.
Recordé todo el rato que pasé en el sofá, mirando sus piernas y me imaginé acariciándolas. Si volviera a ese momento, iría deslizando la mano hasta alcanzar sus nalgas. Con un dedo me abriría paso apartándole el tanga para luego introducirlo dentro de su coñito maduro. Me fui calentando más y más y las escenas que me imaginaba iban siendo cada vez más sucias y pervertidas.
Me imaginé empotrándola como el actor de la película. Ella me pediría que pare, que soy su sobrino, pero yo no pararía y la empotraría aún más fuerte.
Lo último con lo que fantaseé antes de terminar fue imaginando cómo habría sido que, mientras veíamos la peli, yo me levantara, me acercara hasta su cara, me bajara los pantalones y le metiera la polla en la boca sin darle tiempo a reaccionar.
<<Si, joder, tía Paola... Trágatelo todo, zorra.>> fantaseé mientras me corría.
Instantáneamente se me bajó todo el calentón y procedí rápidamente a guardar el tanga en el mismo sitio donde lo encontré. Fui al baño a limpiarme y finalmente volví para caer rendido en mi cama.
<<Nunca más>> me prometí.
Excelente relato. Mi más sincera enhorabuena, y a la espera de más.
 
Me parece que pablito es un mentiroso y no va a cumplir su promesa.... :cool::cool::cool::cool::cool:👺👺👺👺😈👿
 

Archivos adjuntos

  • Pinocho.jpg
VIERNES(1):

El viernes desperté renovado. Sentía que lo ocurrido anoche me había servido como una advertencia que me avisaba de que era la hora de actuar y empezar a tener acción real en mi vida.
Me duché, me preparé un café, y antes de salir de casa, eché un vistazo al salón, donde aún se encontraba Paola durmiendo.
<<Es mi tía, es genial y la quiero mucho. Nunca más volveré a tener ningún pensamiento erótico con ella, todo quedó resuelto anoche>>
Convencido de estas ideas, me dirigí al trabajo, satisfecho con mis propósitos de futuro.
Una vez ahí, me dirigí a la mesa de Emma, donde la encontré sentada junto a Fran.
-¡Chicos! Este finde salimos, sin excusas -dije casi obligándoles.
-¡Bueno! ¿Qué le han dado a este de desayunar? -respondió Emma.
Me reí y les expliqué que me hacía falta, que desde la ruptura con mi ex no me estaba dando la oportunidad de conocer a nadie.
Fran se alegró y me dio una palmadita en la espalda:
-Este finde salimos, colega.
Emma lo miró como quejándose por no consultarle a ella, pero Fran le hizo entender que su amigo les necesitaba y que eso era prioritario.
<<Fran es un colega de verdad>> pensé.
Finalmente, llegamos a la conclusión de que nuestra mejor opción era ir a una fiesta a la que iban a ir las amigas de Emma el sábado por la noche.
-Te presentaré por fin a mis amigas las de la foto aquella -dijo Emma sonriendo.
-Lloro de felicidad -respondí bromeando.

Procedo a explicar el contexto del comentario de Emma:
Su comentario se remonta a algo que ocurrió hace unos meses, en su primer día en la oficina:

Fran y yo llegamos aquel día un poco tarde y encontramos la mesa de Emma con sus cosas. Esa mesa siempre había estado vacía, por lo que rápidamente entendimos que se trataba de una nueva compañera. Encima de su mesa se encontraba la foto en cuestión. Tres mujeres espectaculares posando juntas.
-¿La hostia, cuál de ellas será? -me preguntó Fran.
A la izquierda de la foto se encontraba una chica rubia y bajita, con ojos claros y cadera y piernas voluminosas. A su lado se encontraba una de pelo castaño con enormes gafas de sol que cubrían su casi todo su rostro. Esta era algo más alta y delgada que la otra. Finalmente, a la derecha de la imagen estaba una chica negra, muy alta y con un pantalón vaquero corto que cubría una pequeña parte de sus hermosas y largas piernas.
-Me da igual, creo que me he enamorado de las tres -le respondí justo cuando me alguien me tocó la espalda:
-¡Hola! Soy Emma, veo que ya te has enamorado de mí. -se presentó entre risas. Era la chica de la derecha en la foto.


Desde entonces, había bromeado muchas veces con Emma sobre aquella foto y sobre querer conocer a las otras dos chicas. Por fin iba a ocurrir. Ojalá tener la oportunidad de tirarme a alguna de ellas...
Genial, ya tenía un buen plan para el sábado, tenía que prepararme mentalmente y con un poco de suerte conseguiría echar el polvo que tanta falta me hacía.
 
VIERNES(2):

Al volver del trabajo, al mediodía, me encontré la casa sola. Paola había salido con alguna amiga que tenía por Madrid, así que decidí quedarme en casa viendo una serie, como de costumbre, solo que esta vez no me sentiría mal por ello, ya que tenía un planazo para el día siguiente.
Me preparé la comida y me acomodé en el sofá donde esperaba pasar el resto de la tarde.
El sofá olía al perfume de Paola, lo que me llevó a pensar en ella. Pensé que tenía la oportunidad de volver a abrir su maleta y ver qué nuevas maravillas encontraba, pero esta vez no sentí el mismo impulso a hacerlo.
<<Mañana voy a ligar con alguna de mi edad, no voy a tocarme pensando en una sesentona>>
En ese momento supe que mi pequeña crisis de perversión sexual estaba superada. Al decidir no volver a curiosear en su maleta me había demostrado a mí mismo que ya no iba a tener más pensamientos sucios con mi tía. Estaba recuperando el control de mi vida.

Entre capítulo y capítulo de la serie fueron pasando las horas hasta que perdí la noción del tiempo y me quedé dormido en el sofá.
Serían altas horas de la madrugada cuando escuché la puerta abrirse. Se oían risas. Paola había llegado a casa con un hombre.
Yo fingí estar dormido para evitar momentos incómodos, ya que por la información que recibía de mis oídos, tanto Paola como el hombre iban muy borrachos.
Entre risas y besos fueron avanzando hasta llegar a mi habitación. Cerraron la puerta y las risas pasaron a escucharse en un segundo plano. Decidí acercarme un poco a la pared para ver si podía escuchar con mayor claridad.
Distinguía apasionados besos acompañados de eróticos halagos por parte del hombre dirigiéndose a mi tía.
Se ve que el hombre estaba muy satisfecho con la operación de aumento de pecho de mi tía, porque pasó unos 2 minutos sin parar de hablar de lo bonitas que eran sus tetas.
Tras unos segundos de silencio, empecé a escuchar los primeros gemidos por parte de Paola.
Casi instantáneamente noté que se me había puesto muy dura. La situación era realmente morbosa, así que, sin pensármelo mucho, metí mi mano por dentro de los calzoncillos y empecé a masturbarme al ritmo que marcaban los gemidos de Paola.
Me había sorprendido lo sensual que era su voz cuando soltaba esos suaves gemidos. Exhalaba el aire creando un sonido capaz de amansar a una bestia. Ese sonido que nos vuelve tan vulnerables a los hombres y que no todas las mujeres son capaces de generar. Como un susurro que actúa como un conjuro, haciendo que tu cuerpo envíe toda la sangre a tu pene y controle tu mente para que no puedas pensar en otra cosa que no sea desear tocar su cuerpo, lamerlo... follártelo.
Entonces, empecé a escuchar el impacto del cuerpo del hombre contra el de mi tía.
Con esta nueva situación, el tono de los gemidos de Paola había cambiado. Ya no eran sensuales susurros. Ahora había aumentado el volumen y se habían vuelto más agudos.
-¿Te gusta? -dijo el hombre sin parar de meter y sacar su polla de dentro de mi tía.
-Ajá -respondía Paola en un tono muy agudo y sexy.
De repente, se escuchó un fuerte azote, seguido de una especie de grito-risa de Paola, dando a entender tanto que la había sorprendido, como que le había gustado.
Sin cortarme, pegué mi oreja del todo a la pared, cerré los ojos, y aceleré el ritmo de mi masturbación.
Ahora escuchaba muy nítidamente cada gemido de mi tía.
Los golpes eran muy fuertes y rápidos, se notaba que Paola no había escogido a cualquiera, ya que no cualquiera te folla de una forma tan espectacular.
Envuelto en los gemidos de mi tía, pensé que yo nunca podría satisfacer a una mujer a ese nivel, dado el tamaño de mi miembro. Aún así, al menos en ese instante, no me importó ser el mirón, el secundario, el que goza viendo a la mujer gozar, aunque no sea él quien le da el placer.
Creé mi propia imagen de la escena que estaba ocurriendo al otro lado de la pared. Me imaginé a un hombre alto y fuerte, con tatuajes, follándose a mi tía a cuatro patas. Conseguí juntar esa imagen con el recuerdo del instante en el que pude ver el culo de Paola en aquel tanga celeste. Me concentré en recordar bien su culo, con esos rastros de celulitis y ese tanga bien introducido entre sus nalgas.
Mientras, Paola ya gritaba de placer. El sonido de la polla de aquel hombre reventándole el coño había aumentado al nivel que aumentó el volumen de los gemidos.
Sin intentar evitarlo, empecé a correrme en los calzoncillos.
<<Dios mío, Paola, que rico gimes... qué sexy eres, joder...>> pensaba durante los últimos segundos de mi orgasmo.
<<Mierda, otra vez me he corrido pensando en ella... Pero está justificado, escuchar a otros follar es muy excitante>> Me consolé tras haber fallado a mi promesa.
 
VIERNES(2):

Al volver del trabajo, al mediodía, me encontré la casa sola. Paola había salido con alguna amiga que tenía por Madrid, así que decidí quedarme en casa viendo una serie, como de costumbre, solo que esta vez no me sentiría mal por ello, ya que tenía un planazo para el día siguiente.
Me preparé la comida y me acomodé en el sofá donde esperaba pasar el resto de la tarde.
El sofá olía al perfume de Paola, lo que me llevó a pensar en ella. Pensé que tenía la oportunidad de volver a abrir su maleta y ver qué nuevas maravillas encontraba, pero esta vez no sentí el mismo impulso a hacerlo.
<<Mañana voy a ligar con alguna de mi edad, no voy a tocarme pensando en una sesentona>>
En ese momento supe que mi pequeña crisis de perversión sexual estaba superada. Al decidir no volver a curiosear en su maleta me había demostrado a mí mismo que ya no iba a tener más pensamientos sucios con mi tía. Estaba recuperando el control de mi vida.

Entre capítulo y capítulo de la serie fueron pasando las horas hasta que perdí la noción del tiempo y me quedé dormido en el sofá.
Serían altas horas de la madrugada cuando escuché la puerta abrirse. Se oían risas. Paola había llegado a casa con un hombre.
Yo fingí estar dormido para evitar momentos incómodos, ya que por la información que recibía de mis oídos, tanto Paola como el hombre iban muy borrachos.
Entre risas y besos fueron avanzando hasta llegar a mi habitación. Cerraron la puerta y las risas pasaron a escucharse en un segundo plano. Decidí acercarme un poco a la pared para ver si podía escuchar con mayor claridad.
Distinguía apasionados besos acompañados de eróticos halagos por parte del hombre dirigiéndose a mi tía.
Se ve que el hombre estaba muy satisfecho con la operación de aumento de pecho de mi tía, porque pasó unos 2 minutos sin parar de hablar de lo bonitas que eran sus tetas.
Tras unos segundos de silencio, empecé a escuchar los primeros gemidos por parte de Paola.
Casi instantáneamente noté que se me había puesto muy dura. La situación era realmente morbosa, así que, sin pensármelo mucho, metí mi mano por dentro de los calzoncillos y empecé a masturbarme al ritmo que marcaban los gemidos de Paola.
Me había sorprendido lo sensual que era su voz cuando soltaba esos suaves gemidos. Exhalaba el aire creando un sonido capaz de amansar a una bestia. Ese sonido que nos vuelve tan vulnerables a los hombres y que no todas las mujeres son capaces de generar. Como un susurro que actúa como un conjuro, haciendo que tu cuerpo envíe toda la sangre a tu pene y controle tu mente para que no puedas pensar en otra cosa que no sea desear tocar su cuerpo, lamerlo... follártelo.
Entonces, empecé a escuchar el impacto del cuerpo del hombre contra el de mi tía.
Con esta nueva situación, el tono de los gemidos de Paola había cambiado. Ya no eran sensuales susurros. Ahora había aumentado el volumen y se habían vuelto más agudos.
-¿Te gusta? -dijo el hombre sin parar de meter y sacar su polla de dentro de mi tía.
-Ajá -respondía Paola en un tono muy agudo y sexy.
De repente, se escuchó un fuerte azote, seguido de una especie de grito-risa de Paola, dando a entender tanto que la había sorprendido, como que le había gustado.
Sin cortarme, pegué mi oreja del todo a la pared, cerré los ojos, y aceleré el ritmo de mi masturbación.
Ahora escuchaba muy nítidamente cada gemido de mi tía.
Los golpes eran muy fuertes y rápidos, se notaba que Paola no había escogido a cualquiera, ya que no cualquiera te folla de una forma tan espectacular.
Envuelto en los gemidos de mi tía, pensé que yo nunca podría satisfacer a una mujer a ese nivel, dado el tamaño de mi miembro. Aún así, al menos en ese instante, no me importó ser el mirón, el secundario, el que goza viendo a la mujer gozar, aunque no sea él quien le da el placer.
Creé mi propia imagen de la escena que estaba ocurriendo al otro lado de la pared. Me imaginé a un hombre alto y fuerte, con tatuajes, follándose a mi tía a cuatro patas. Conseguí juntar esa imagen con el recuerdo del instante en el que pude ver el culo de Paola en aquel tanga celeste. Me concentré en recordar bien su culo, con esos rastros de celulitis y ese tanga bien introducido entre sus nalgas.
Mientras, Paola ya gritaba de placer. El sonido de la polla de aquel hombre reventándole el coño había aumentado al nivel que aumentó el volumen de los gemidos.
Sin intentar evitarlo, empecé a correrme en los calzoncillos.
<<Dios mío, Paola, que rico gimes... qué sexy eres, joder...>> pensaba durante los últimos segundos de mi orgasmo.
<<Mierda, otra vez me he corrido pensando en ella... Pero está justificado, escuchar a otros follar es muy excitante>> Me consolé tras haber fallado a mi promesa.
Bravo. Relatas muy bien y siempre dejas con ganas de más.
 

📢 Webcam con más espectadores ahora 🔥

Atrás
Top Abajo