Anoche veníamos de pasar la tarde con los amigos, y me dice ¿por qué no te desvías y vamos a **** (sitio de dogging) a que te coma la polla?. Como podéis imaginar me sorprendió porque no suele ser de pedirme esas cosas, más bien se lo tengo que suplicar. Le pregunto por confirmar y me dice "si no quieres no pasa nada, pero tengo ganas de comértela". Joder, para allá que tiré.
Cuando llegamos, buscamos un sitio ligeramente apartado, aunque no mucho porque había varios coches y seguro que alguno nos veía, paramos y ¡¡se baja del coche encendiéndose la luz interior, se contonea delante del coche y se pasa al asiento de atrás!!. Mi polla ya estaba a mil.
Mientras yo abro la puerta para pasarme junto a ella, nuevamente con la luz encendida, descubro que se ha quitado el jersey y el sujetador y me espera en tetas.. joder, que teníamos un coche a escasos 20 metros y otros estaban dando vueltas. Me meto en el coche, y salta sobre mí para abrazarme y besarnos durante un rato.
Mientras nos besábamos había aprovechado para desabrocharme la camisa, y me estaba sobando entero, y me dice, "bueno ¿¿qué?, ¿me vas a dar la polla?", pero al ir a desabrocharme el pantalón, me pide que me levante lo que pueda en el coche, con lo que mi cintura queda a la altura del crital, me desabrocha, baja los pantalones y los calzoncillos para abajo dejándome el culo y la polla al aire, y se pone a mamar sin importarla las luces que nos enfocan al pasar. Joder yo estaba que me salía.
Ya cansado en la posición encorvada que estaba, aunque más caliente que una mona, me siento y la cabrona se pone a mirar hacia fuera y me dice.. que pena que nadie quiere verte la polla, girándose de nuevo y volviendo a chupar como una loca hasta que me corrí entre gritos. Normalmente en estos momentos suele sacar un pañuelo y escupirlo ahí, pero en este caso abrió la puerta (encendiéndose la luz), saco la cabeza (con las tetas al aire claro) y lo echo despacito al lado del coche, volviendo a cerrar.
No veáis lo caliente que me puso, que me puse a comerla los pezones endurecidos por el frío (el coche anunciaba 13 grados).
Ya sólo quedaba vestirse lentamente, descansar un poco en el asiento trasero, pasar al delantero y volvernos a casa con una sonrisa de oreja a oreja.
Ójala se repitan más de estas...