Los Vídeos de la despedida

albaceteño

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8 Jul 2025
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Esto es un suceso absolutamente real, que me he inventado.

Mi prometida dormía junto a mi mientras yo miraba chorradas en el móvil pensando ya en dormir, la boda estaba cerca, el zumbido de un mensaje me despejó, era Lucía, una amiga:

—¿Estás seguro Manu? No quiero ser pesada pero es que no tenéis ni los treinta.
—Si no quieres ser pesada deja los Donuts. Añadí un emoticono de burla.

Giré la cabeza, mi prometida estaba preciosa, dormía boca arriba con una vieja camiseta mia de tirantes, sin sujetador y en bragas.

Silvia tenía veintiséis, yo dos más, era morena y delgada, de piel clara y unas piernas preciosas que acaban en forma de corazón. Su cara era lo mejor, a sus rasgos pequeños había que sumarle un lejano legado asiático, sus ojos claros y algo rasgados le daban un aspecto adorable y exótico a la vez. Yo estaba enamorado hasta las entrañas.

—Es que hay algo que no sé si debería...—escribió Lucía.
—Aclárate Lucia, que tengo sueño.
—Bueno yo te lo mando y ya está.

Me llegaron varios archivos.

—¿Esto que es, Lucía? —escribí extrañado.
—Videos de la despedida —Lucia se desconectó.

Hace días Silvia tuvo su despedida, el plan supuso ir por la calle con un carro de supermercado cargado de alcohol, un altavoz y lo típico, orejas de conejita, diademas con cuernos de demonio y demás chorradas. Me enseñaron una foto de ese dia y aunque sonreí al mirarla no pude evitar un atisbo de celos.

Se veía a Silvia cubata en mano y rodeada de amigas, su suave y brillante pelo liso cortado a la altura de los hombros sostenía un falso velo de novia, un corsé blanco demasiado ceñido y una falda del mismo color completaban el conjunto. Estaba tremenda vestida así, el encuadre no permitía ver toda esa falda pero sospeché que de verla me hubiera puesto celoso de verdad.

Los mensajes de Lucía me dieron mala espina, "yo te lo mando y ya está" sonaba bastante mal ¿que habría en esos vídeos? Igual era una broma, pensé, pero ya me había quitado el sueño, igual Silvia se había pasado un poco, o quizá era una tontería, igual era mejor no verlos, o tal vez habría algo que yo no querría ver o no querría saber.

Esto último empeoró mi estado, noté un nudo en el estómago. Pensar que Silvia hubiera hecho algo que afectase a nuestra relación me causaba pánico. Miré un rato largo esos archivos dudando entre borrarlos o abrirlos pero no pude aguantar, me puse los auriculares y me dije a mi mismo: a ver qué hay en los putos vídeos.

El primer vídeo mostraba la casa de Cristina, una amiga suya, mi novia salia riendo, y si, la falda era muy corta, los tacones lo contrario, pero lo que realmente convertía el conjunto en puro morbo era un simple detalle, un liguero blanco en su muslo.

Nunca había visto a Silvia tan sexualizada, era pura dinamita, me invadió una excitación nerviosa, se grabó en mis retinas, sin embargo esa sensación pasó a un segundo plano y cuando me paré a pensar el miedo ocupó su lugar. Pues era solo el primer vídeo.

Mi dedo tocó la pantalla temblando para ver el siguiente documento.

Se veía el suelo moverse y las chicas tarareaban canciones de reguetón, escuché algún piropo de tíos que se cruzaban con ellas y poco más, aunque algún comentario masculino me molestó "¿es la novia o la stripper?". Intenté relativizarlo, eran chicas de despedida al fin y al cabo. Pasé al próximo video más tranquilo.

En el siguiente se veía una mano con un pintalabios escribiendo algo en la espalda de Silvia, me causó curiosidad, revisé el vídeo varias veces pero no se entendía, me quedé con la intriga.

El siguiente video empezó de manera mareante, se movía mucho, cuando el foco se estabilizó reconocí a una amiga del grupo, estaba hablando con un chico y dándole algo que no se veía bien, el chico escuchaba con cara de sorpresa y los audios me quitaron la tranquilidad.

—Dijiste que lo harías —dijo Cristina con su dedo índice señalado a Silvia.
—Lo haré pero solo un poco.
—Pero lo haces bien o no tiene gracia. Era la voz de otra amiga.

La cámara mostró a unos chicos y a Cristina sujetando un dildo, ambos con una sonrisa en su rostro.

—Queremos que lo sujetes así y que la novia nos enseñe lo que sabe hacer —indicaba Cristina a uno de ellos.

La cámara se movió errante hasta que hizo zoom en la cara de mi chica, estaba a centímetros del dildo, reía avergonzada, abrió la boca, casi posó sus labios en el juguete pero se apartó con un una carcajada, las amigas se lo reprocharon.

—Lo prometiste —dijo una.
—Va, en serio.
—Demuestra porque te quieren casar —añadió otra voz.

Silvia agarro la mano del chico con un mirada lasciva y acercó de nuevo su boca, la cámara enfocó al suelo, estallaron vítores y gritos agudos.

—Pues si que sabe —se escuchó.
—Nivel pro —dijo un chico.
—Casate conmigo si quieres...o mejor no.

Esto no iba bien, se estaba pasando, giré mi cabeza y miré a mi pareja incrédulo, con mis labios secos y decepcionado.

Pulsé play en otro archivo, parecía el servicio de un bar, el móvil enfocaba a la puerta.

—¿Estas ya? Es para hoy, Silvia.
—Póntelo de una vez.

Silvia salió del baño riéndose a carcajadas, encorvada y con las manos entre las piernas como si se estuviera meando, la cámara se movió, mostró un control remoto y quedó claro... Un huevo vibrador, de esos que se activan a distancia pulsando un botón.

Lo había visto en alguna otra despedida, el mando cambiaba de manos entre risitas, la escena terminó con las chicas regresando a la calle. A mí no me hizo gracia.

Puse otro más, a ver qué mierda veía ahora. En principio también se veía el suelo pero no sonaba música, solo unas frases.

—Va tío dámelo ya que nos vamos —era la voz de Lucía.
—No habérmelo dado.
—Venga va, en serio, ya os habéis divertido.

La cámara se levantó dejando ver la situación, le habían dado el mando del huevo vibrador a un grupo de chicos y ahora no lo querían devolver.

—Intenta cogerlo—dijo un tío alto y moreno mientras estiraba su brazo.

Silvia apareció en escena intentando coger el mando pero le faltaba mucha altura.

—Saltando igual los coges morena —le dijo a Silvia.
—No voy a saltar para que te rias, guapo.
—Me quedo con lo de guapo y con el con el mando también.

Ella se encogió y soltó un leve gemido, el chico había pulsado el botón.

—¡Para ya! —dijo riéndose con la cara roja.
—No te lo vamos a dar hasta que se gasten las pilas reina —dijo otro tío con sorna.

Él volvió a pulsar el botón, Silvia quedó agachada con la cabeza hacia abajo, un hilo de saliva llegó al suelo desde su boca, se tapó la cara con las manos y disimuló riendo.

—Negocialó —gritó una de las chicas.
—Dale un beso —dijo otra mujer.
—Eso suena bien, corazón. Al tío le brillaron los ojos.

Silvia, ya de pié, se quedó pensando, con esa expresión de media sonrisa que denota duda, con los brazos en jarra y los pies en "ele".

—¿Un beso? Vale, pero luego os venís con nosotras —dijo haciendo gritar al "gallinero".

Vi las manos del desconocido posarse en su nuca y cintura, no perdieron el tiempo y la mano del chico se deslizó bajo la falda. Ella estaba de espaldas y está vez pude leer lo que le habían escrito con el rojo del pintalabios: "zorra disponible".

Caminé por el pasillo de casa de una punta a otra, estuve a punto de despertar a Silvia y pedirle explicaciones ¿Como era capaz? Se había dejado vacilar por un idiota y les había dado un espectáculo a cuatro imbéciles, era humillante, encima se habían dado el lote.
Pero en lugar de despertarla quería verlo todo, ¿Hasta donde llegaría? Pase al siguiente video.

Luces y música, al principio me pareció una discoteca pero un escenario donde una mujer sostenía un micrófono indicaba que el local era más especializado, una señora con pinta de cabaretera le indicaba las escaleras a la novia esperando a que subiese.

Sinceramente, si lo que venía a continuación era un show de stripper me iba a dar absolutamente igual, un profesional haciendo su trabajo era tan corriente y previsible que lo habría firmado sin dudar visto lo visto. Observé con la esperanza de ver cómo la locura de mi futura esposa terminaba por lo menos de una forma mínimamente normal.

La animadora empezó a comentar con ironía las pintas de mi pareja, me llamó la atención la ausencia de una silla y un stripper. Igual no era ese el espectáculo.

—A ver cariño, que te vas a divertir aún más — decía la mujer.

Lo próximo que vi es a la señora colocando una pegatina roja en la parte trasera de la falda de Silvia, parecía una manzana. La mujer se dirigió al público.

—A ver... ¿Quien quiere una botella gratis? Varias manos taparon la imagen del video.
—¿A quién subimos cariño? —preguntó a mí chica la señora.

Silvia buscó entre el público con rostro travieso, estiró su brazo, imitó con su mano una pistola, con sus labios el sonido y simuló un disparo hacia alguien. Se vió al chico que la había besado antes subir al escenario. La mujer volvió a intervenir.

—Esto es muy fácil guapetón, azotas a la novia y si se cae la pegatina te llevas la botella. El público rugió, y más el grupo de amigas. Yo estaba alucinando.

Silvia vaciló pero no tardó en ponerse de perfil al público, la señora animó al chico.

—No te cortes, guapete, o te quedas sin botella.

El chico se posicionó preparando la palma de su mano y no tardó en golpear suavemente el culo de mi novia, se escucharon silbidos y él volvió a azotarla. El pelo de Silvia tapaba su rostro salvo cuando dirigía miradas cómplices a sus amigas entre risas. La señora interrumpió.

—Se me va a aburrir la novia como sigas así guapete. Y puso el micro cerca de la boca de Silvia.
—Pide más, bonita, que es tu noche. Mi chica se giró hacia él riendo, aunque no se entendió nada entre los ruidos de la gente.

Él siguiente azote fue más fuerte y el que le siguió más, el público menos ruidoso y más expectante me dejó oir el sonido del cuarto golpe, escuché un gemido entrecortado. Las amigas gritaron más.

La maestra de ceremonias pidió silencio cuando Silvia se enderezó con intención de decir algo, vi la misma sonrisa de todos los vídeos. esa que trataba sin éxito enmascarar placer y vergüenza.

—La pegatina no se va a caer nunca —dijo riendo.
—Esa es la gracia cariño, disfrútalo.

La señora hizo a mi pareja inclinarse y con aspavientos pidió a la vez más fuerza en los azotes y ánimos del público. Ella se dejó guiar, apoyó sus manos en los hombros de la animadora y agachó su rostro. El chico azotó esta vez con toda su fuerza, Silvia levantó la cabeza de golpe con la boca abierta y algo cayó al suelo, era el huevo. Fin del video.

No daba crédito, las imágenes vistas se mezclaban en mi mente, un relámpago de emociones, con mi pulso acelerado dejé caer el teléfono sobre mi regazo, al caer en mi entrepierna noté una erección. Eso fue muy confuso.

Su vestuario, el liguero, el huevo, su saliva, los azotes, el morreo, de repente desearía haber visto como chupó ese dildo, mi mente lo imaginó y no pude evitar excitarme como nunca. Necesitaba ver más, quería ver más y que sucediese más.

Solo quedaba un vídeo.

Intrigado y confuso observé como la cámara daba giros bruscos de un lado a otro desenfocando todo, la ambientación del local no ayudaba, todo eran luces y música, solo distinguí por un momento un grupo de strippers bailando en el escenario, no había ninguna chica.

El vídeo dejó de moverse y enfocó a una esquina del local, reconocí al chico de los azotes saliendo del servicio, mi novia caminaba detrás. Al pasar junto a quien les grababa vi el liguero en manos del chico, su torso tapó un momento la imagen y a continuación pasó Silvia, estaba seria, sonrojada, con los párpados caidos y sudada, con mechones de pelo pegados en su mejilla y el pintalabios corrido.

Se acabaron los vídeos.

La miré fijamente. Esos vídeos me habían llevado de los nervios al dolor y del dolor a una extraña sensación, en ese momento no la miraba como siempre la había visto, mi cuerpo era una mezcla de excitación y desprecio, el corazón me iba a mil.

Me subí a horcajadas encima suya, puse mi mano en su cara, el pulgar en sus labios y me empecé a pajear como nunca, ella parecía estar despertando y cuando apenas había abierto los ojos mi chorro salió de mí con una fuerza inusual, chocando en su cara, pelo y cuello. Abrió los ojos confusa intentando procesar lo que estaba viendo.

—¿Que es..¿Que pasa?

Su voz era de sueño aún, intentó incorporarse. Yo casi me caigo de lado del "relax".

—¿Me has.. ¿Te has...¿Como se te ocurre...

Una vez despejada su gesto era más hostil.

—¿Te parece normal esto? ¡Imbécil! ¿En que coño estabas pensando?.

La miré unos segundos.

—Estaba pensando en una zorra disponible.

Cambió su expresión al instante, vió mi móvil encendido, con el último frame en pantalla y el símbolo circular de volver a visualizar sobre su cara.

Su boca y sus ojos se abrieron de golpe, no dijo nada.

Yo me dejé caer a mi lado de la cama exhausto y traté de asimilarlo todo.

FIN
 
Esto es un suceso absolutamente real, que me he inventado.

Mi prometida dormía junto a mi mientras yo miraba chorradas en el móvil pensando ya en dormir, la boda estaba cerca, el zumbido de un mensaje me despejó, era Lucía, una amiga:

—¿Estás seguro Manu? No quiero ser pesada pero es que no tenéis ni los treinta.
—Si no quieres ser pesada deja los Donuts. Añadí un emoticono de burla.

Giré la cabeza, mi prometida estaba preciosa, dormía boca arriba con una vieja camiseta mia de tirantes, sin sujetador y en bragas.

Silvia tenía veintiséis, yo dos más, era morena y delgada, de piel clara y unas piernas preciosas que acaban en forma de corazón. Su cara era lo mejor, a sus rasgos pequeños había que sumarle un lejano legado asiático, sus ojos claros y algo rasgados le daban un aspecto adorable y exótico a la vez. Yo estaba enamorado hasta las entrañas.

—Es que hay algo que no sé si debería...—escribió Lucía.
—Aclárate Lucia, que tengo sueño.
—Bueno yo te lo mando y ya está.

Me llegaron varios archivos.

—¿Esto que es, Lucía? —escribí extrañado.
—Videos de la despedida —Lucia se desconectó.

Hace días Silvia tuvo su despedida, el plan supuso ir por la calle con un carro de supermercado cargado de alcohol, un altavoz y lo típico, orejas de conejita, diademas con cuernos de demonio y demás chorradas. Me enseñaron una foto de ese dia y aunque sonreí al mirarla no pude evitar un atisbo de celos.

Se veía a Silvia cubata en mano y rodeada de amigas, su suave y brillante pelo liso cortado a la altura de los hombros sostenía un falso velo de novia, un corsé blanco demasiado ceñido y una falda del mismo color completaban el conjunto. Estaba tremenda vestida así, el encuadre no permitía ver toda esa falda pero sospeché que de verla me hubiera puesto celoso de verdad.

Los mensajes de Lucía me dieron mala espina, "yo te lo mando y ya está" sonaba bastante mal ¿que habría en esos vídeos? Igual era una broma, pensé, pero ya me había quitado el sueño, igual Silvia se había pasado un poco, o quizá era una tontería, igual era mejor no verlos, o tal vez habría algo que yo no querría ver o no querría saber.

Esto último empeoró mi estado, noté un nudo en el estómago. Pensar que Silvia hubiera hecho algo que afectase a nuestra relación me causaba pánico. Miré un rato largo esos archivos dudando entre borrarlos o abrirlos pero no pude aguantar, me puse los auriculares y me dije a mi mismo: a ver qué hay en los putos vídeos.

El primer vídeo mostraba la casa de Cristina, una amiga suya, mi novia salia riendo, y si, la falda era muy corta, los tacones lo contrario, pero lo que realmente convertía el conjunto en puro morbo era un simple detalle, un liguero blanco en su muslo.

Nunca había visto a Silvia tan sexualizada, era pura dinamita, me invadió una excitación nerviosa, se grabó en mis retinas, sin embargo esa sensación pasó a un segundo plano y cuando me paré a pensar el miedo ocupó su lugar. Pues era solo el primer vídeo.

Mi dedo tocó la pantalla temblando para ver el siguiente documento.

Se veía el suelo moverse y las chicas tarareaban canciones de reguetón, escuché algún piropo de tíos que se cruzaban con ellas y poco más, aunque algún comentario masculino me molestó "¿es la novia o la stripper?". Intenté relativizarlo, eran chicas de despedida al fin y al cabo. Pasé al próximo video más tranquilo.

En el siguiente se veía una mano con un pintalabios escribiendo algo en la espalda de Silvia, me causó curiosidad, revisé el vídeo varias veces pero no se entendía, me quedé con la intriga.

El siguiente video empezó de manera mareante, se movía mucho, cuando el foco se estabilizó reconocí a una amiga del grupo, estaba hablando con un chico y dándole algo que no se veía bien, el chico escuchaba con cara de sorpresa y los audios me quitaron la tranquilidad.

—Dijiste que lo harías —dijo Cristina con su dedo índice señalado a Silvia.
—Lo haré pero solo un poco.
—Pero lo haces bien o no tiene gracia. Era la voz de otra amiga.

La cámara mostró a unos chicos y a Cristina sujetando un dildo, ambos con una sonrisa en su rostro.

—Queremos que lo sujetes así y que la novia nos enseñe lo que sabe hacer —indicaba Cristina a uno de ellos.

La cámara se movió errante hasta que hizo zoom en la cara de mi chica, estaba a centímetros del dildo, reía avergonzada, abrió la boca, casi posó sus labios en el juguete pero se apartó con un una carcajada, las amigas se lo reprocharon.

—Lo prometiste —dijo una.
—Va, en serio.
—Demuestra porque te quieren casar —añadió otra voz.

Silvia agarro la mano del chico con un mirada lasciva y acercó de nuevo su boca, la cámara enfocó al suelo, estallaron vítores y gritos agudos.

—Pues si que sabe —se escuchó.
—Nivel pro —dijo un chico.
—Casate conmigo si quieres...o mejor no.

Esto no iba bien, se estaba pasando, giré mi cabeza y miré a mi pareja incrédulo, con mis labios secos y decepcionado.

Pulsé play en otro archivo, parecía el servicio de un bar, el móvil enfocaba a la puerta.

—¿Estas ya? Es para hoy, Silvia.
—Póntelo de una vez.

Silvia salió del baño riéndose a carcajadas, encorvada y con las manos entre las piernas como si se estuviera meando, la cámara se movió, mostró un control remoto y quedó claro... Un huevo vibrador, de esos que se activan a distancia pulsando un botón.

Lo había visto en alguna otra despedida, el mando cambiaba de manos entre risitas, la escena terminó con las chicas regresando a la calle. A mí no me hizo gracia.

Puse otro más, a ver qué mierda veía ahora. En principio también se veía el suelo pero no sonaba música, solo unas frases.

—Va tío dámelo ya que nos vamos —era la voz de Lucía.
—No habérmelo dado.
—Venga va, en serio, ya os habéis divertido.

La cámara se levantó dejando ver la situación, le habían dado el mando del huevo vibrador a un grupo de chicos y ahora no lo querían devolver.

—Intenta cogerlo—dijo un tío alto y moreno mientras estiraba su brazo.

Silvia apareció en escena intentando coger el mando pero le faltaba mucha altura.

—Saltando igual los coges morena —le dijo a Silvia.
—No voy a saltar para que te rias, guapo.
—Me quedo con lo de guapo y con el con el mando también.

Ella se encogió y soltó un leve gemido, el chico había pulsado el botón.

—¡Para ya! —dijo riéndose con la cara roja.
—No te lo vamos a dar hasta que se gasten las pilas reina —dijo otro tío con sorna.

Él volvió a pulsar el botón, Silvia quedó agachada con la cabeza hacia abajo, un hilo de saliva llegó al suelo desde su boca, se tapó la cara con las manos y disimuló riendo.

—Negocialó —gritó una de las chicas.
—Dale un beso —dijo otra mujer.
—Eso suena bien, corazón. Al tío le brillaron los ojos.

Silvia, ya de pié, se quedó pensando, con esa expresión de media sonrisa que denota duda, con los brazos en jarra y los pies en "ele".

—¿Un beso? Vale, pero luego os venís con nosotras —dijo haciendo gritar al "gallinero".

Vi las manos del desconocido posarse en su nuca y cintura, no perdieron el tiempo y la mano del chico se deslizó bajo la falda. Ella estaba de espaldas y está vez pude leer lo que le habían escrito con el rojo del pintalabios: "zorra disponible".

Caminé por el pasillo de casa de una punta a otra, estuve a punto de despertar a Silvia y pedirle explicaciones ¿Como era capaz? Se había dejado vacilar por un idiota y les había dado un espectáculo a cuatro imbéciles, era humillante, encima se habían dado el lote.
Pero en lugar de despertarla quería verlo todo, ¿Hasta donde llegaría? Pase al siguiente video.

Luces y música, al principio me pareció una discoteca pero un escenario donde una mujer sostenía un micrófono indicaba que el local era más especializado, una señora con pinta de cabaretera le indicaba las escaleras a la novia esperando a que subiese.

Sinceramente, si lo que venía a continuación era un show de stripper me iba a dar absolutamente igual, un profesional haciendo su trabajo era tan corriente y previsible que lo habría firmado sin dudar visto lo visto. Observé con la esperanza de ver cómo la locura de mi futura esposa terminaba por lo menos de una forma mínimamente normal.

La animadora empezó a comentar con ironía las pintas de mi pareja, me llamó la atención la ausencia de una silla y un stripper. Igual no era ese el espectáculo.

—A ver cariño, que te vas a divertir aún más — decía la mujer.

Lo próximo que vi es a la señora colocando una pegatina roja en la parte trasera de la falda de Silvia, parecía una manzana. La mujer se dirigió al público.

—A ver... ¿Quien quiere una botella gratis? Varias manos taparon la imagen del video.
—¿A quién subimos cariño? —preguntó a mí chica la señora.

Silvia buscó entre el público con rostro travieso, estiró su brazo, imitó con su mano una pistola, con sus labios el sonido y simuló un disparo hacia alguien. Se vió al chico que la había besado antes subir al escenario. La mujer volvió a intervenir.

—Esto es muy fácil guapetón, azotas a la novia y si se cae la pegatina te llevas la botella. El público rugió, y más el grupo de amigas. Yo estaba alucinando.

Silvia vaciló pero no tardó en ponerse de perfil al público, la señora animó al chico.

—No te cortes, guapete, o te quedas sin botella.

El chico se posicionó preparando la palma de su mano y no tardó en golpear suavemente el culo de mi novia, se escucharon silbidos y él volvió a azotarla. El pelo de Silvia tapaba su rostro salvo cuando dirigía miradas cómplices a sus amigas entre risas. La señora interrumpió.

—Se me va a aburrir la novia como sigas así guapete. Y puso el micro cerca de la boca de Silvia.
—Pide más, bonita, que es tu noche. Mi chica se giró hacia él riendo, aunque no se entendió nada entre los ruidos de la gente.

Él siguiente azote fue más fuerte y el que le siguió más, el público menos ruidoso y más expectante me dejó oir el sonido del cuarto golpe, escuché un gemido entrecortado. Las amigas gritaron más.

La maestra de ceremonias pidió silencio cuando Silvia se enderezó con intención de decir algo, vi la misma sonrisa de todos los vídeos. esa que trataba sin éxito enmascarar placer y vergüenza.

—La pegatina no se va a caer nunca —dijo riendo.
—Esa es la gracia cariño, disfrútalo.

La señora hizo a mi pareja inclinarse y con aspavientos pidió a la vez más fuerza en los azotes y ánimos del público. Ella se dejó guiar, apoyó sus manos en los hombros de la animadora y agachó su rostro. El chico azotó esta vez con toda su fuerza, Silvia levantó la cabeza de golpe con la boca abierta y algo cayó al suelo, era el huevo. Fin del video.

No daba crédito, las imágenes vistas se mezclaban en mi mente, un relámpago de emociones, con mi pulso acelerado dejé caer el teléfono sobre mi regazo, al caer en mi entrepierna noté una erección. Eso fue muy confuso.

Su vestuario, el liguero, el huevo, su saliva, los azotes, el morreo, de repente desearía haber visto como chupó ese dildo, mi mente lo imaginó y no pude evitar excitarme como nunca. Necesitaba ver más, quería ver más y que sucediese más.

Solo quedaba un vídeo.

Intrigado y confuso observé como la cámara daba giros bruscos de un lado a otro desenfocando todo, la ambientación del local no ayudaba, todo eran luces y música, solo distinguí por un momento un grupo de strippers bailando en el escenario, no había ninguna chica.

El vídeo dejó de moverse y enfocó a una esquina del local, reconocí al chico de los azotes saliendo del servicio, mi novia caminaba detrás. Al pasar junto a quien les grababa vi el liguero en manos del chico, su torso tapó un momento la imagen y a continuación pasó Silvia, estaba seria, sonrojada, con los párpados caidos y sudada, con mechones de pelo pegados en su mejilla y el pintalabios corrido.

Se acabaron los vídeos.

La miré fijamente. Esos vídeos me habían llevado de los nervios al dolor y del dolor a una extraña sensación, en ese momento no la miraba como siempre la había visto, mi cuerpo era una mezcla de excitación y desprecio, el corazón me iba a mil.

Me subí a horcajadas encima suya, puse mi mano en su cara, el pulgar en sus labios y me empecé a pajear como nunca, ella parecía estar despertando y cuando apenas había abierto los ojos mi chorro salió de mí con una fuerza inusual, chocando en su cara, pelo y cuello. Abrió los ojos confusa intentando procesar lo que estaba viendo.

—¿Que es..¿Que pasa?

Su voz era de sueño aún, intentó incorporarse. Yo casi me caigo de lado del "relax".

—¿Me has.. ¿Te has...¿Como se te ocurre...

Una vez despejada su gesto era más hostil.

—¿Te parece normal esto? ¡Imbécil! ¿En que coño estabas pensando?.

La miré unos segundos.

—Estaba pensando en una zorra disponible.

Cambió su expresión al instante, vió mi móvil encendido, con el último frame en pantalla y el símbolo circular de volver a visualizar sobre su cara.

Su boca y sus ojos se abrieron de golpe, no dijo nada.

Yo me dejé caer a mi lado de la cama exhausto y traté de asimilarlo todo.

FIN
Como acabó la cosa
 

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