Mi sobrina de 18 años y yo (Relato real)

Buenas tardes.

Aunque la continuación del relato no podré tenerla lista hasta el fin de semana, quiero compartir con vosotros estas fotos de unas bragas de Teresa, concretamente de las que llevaba el primer día que nos encontramos en el baño y que luego ha vuelto a llevar en nuestros encuentros.

Si las comparto es por dos razones:

- Primera, porque Teresa me ha dado permiso.
Ayer cenamos con mis cuñados y con ella en su casa, y en una de las ocasiones que fui a su habitación con mis hijos y con ella vi que tenía todas sus bragas dobladas en una silla. Cuando dejamos la habitación para ir al salón, se me ocurrió volver hacia atrás para coger estas bragas y hacerle estas fotos encima de su cama. Y las volví a dejar en el montón doblado.
Ya por la noche, al llegar a casa, le mandé un mensaje para decirle lo que había hecho y que había pensado compartirlas en el foro. Ella se rió y me dijo que era muy perverso y morboso y que estaba encantada de que fuera así y de que compartiera las fotos de sus bragas con vosotros.

- Segunda, para que todos podáis comprobar, viendo sus bragas, que mi sobrina es una chica sencilla que no se preocupa por la ropa interior. Unas bragas sencillas, muy gastadas por el uso y sin ni siquiera quitarle la etiqueta interior.
En el tiempo que llevamos juntos, solo una vez hablamos de su ropa interior y de que me gustaría regalarle algún conjunto sexy, pero con toda la razón me dijo que ella nunca había llevado algo así y que su madre sospecharía de que algo pasaba si veía una ropa interior a la que normalmente lleva.

Esperamos que os gusten.

Gracias.
Uffff,que morbo
 
Más que el morbo que puede provocar la historia, me fascina el contexto de lo que supone un hecho como el que nos relatas.
Se trata de un asunto, que puede provocar unos daños colaterales muy importantes.
De verdad lo puedes vivir con la satisfacción y la relajación que aparentas?.
Si liarte con la sobrina de tu mujer, es una cuestión peligrosa, llevarla a tu casa y acostarte con ella en tu cama, me parece de una temeridad mayúscula.
Jamás he hecho algo así, pero mi mujer no tardaría ni medio minuto, en darse cuenta que algo ha ocurrido en casa.
Luego están los imponderables de la vida. Una vuelta a casa desde el trabajo, antes de lo previsto. Una vecina que ve o escucha algo etc...
De todas formas, supongo que alguien tan metódico como tú, tendrá establecido un protocolo de acción en caso de emergencia.
Una serie de movimientos y argumentos, perfectamente coordinados con Teresa, para salir airosos de una situación límite.
Me gustaría que nos comentaras algo al respecto.
Como ves, me interesa más la logística de la infidelidad, que el hecho sexual. 😂😂
No por tratar de imitarte, ya que pienso que el riesgo y el estrés no compensan. 😜

Gracias y enhorabuena por el relato



.
 
Más que el morbo que puede provocar la historia, me fascina el contexto de lo que supone un hecho como el que nos relatas.
Se trata de un asunto, que puede provocar unos daños colaterales muy importantes.
De verdad lo puedes vivir con la satisfacción y la relajación que aparentas?.
Si liarte con la sobrina de tu mujer, es una cuestión peligrosa, llevarla a tu casa y acostarte con ella en tu cama, me parece de una temeridad mayúscula.
Jamás he hecho algo así, pero mi mujer no tardaría ni medio minuto, en darse cuenta que algo ha ocurrido en casa.
Luego están los imponderables de la vida. Una vuelta a casa desde el trabajo, antes de lo previsto. Una vecina que ve o escucha algo etc...
De todas formas, supongo que alguien tan metódico como tú, tendrá establecido un protocolo de acción en caso de emergencia.
Una serie de movimientos y argumentos, perfectamente coordinados con Teresa, para salir airosos de una situación límite.
Me gustaría que nos comentaras algo al respecto.
Como ves, me interesa más la logística de la infidelidad, que el hecho sexual. 😂😂
No por tratar de imitarte, ya que pienso que el riesgo y el estrés no compensan. 😜

Gracias y enhorabuena por el relato



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Hola.

Planteas sensatamente problemas o daños que pueden llegar a producirse. Por supuesto, no hay nada seguro, y que hasta ahora hayamos tenido la suerte de no haber sido descubiertos, eso no significa que no pueda llegar a suceder.

No estoy tan satisfecho ni relajado como pueda parecer. Planifico y disfruto cada encuentro con Teresa, y hasta el momento he/hemos sido lo suficientemente cautos.

Por supuesto, yo tengo todas las de perder, más que lo que pudiera perder Teresa en caso de que esto se supiera, razón de más para que, cuando quedamos, yo lo haga con todo el tiento posible.

Cuando hemos venido a mí casa, que habrán sido unas 5 veces en todo este tiempo, siempre he sido muy muy cuidadoso, tanto antes como después. Era imposible que mi mujer sospechara nada.

Por cuanto a los imponderables de los que hablas, está claro que si algún día nos pillaran en casa, poco podríamos decir al respecto. Si eso sucediera (que nos pillaran) durante el trayecto, para eso sí tenemos preparadas razones lo suficientemente creíbles (o, al menos, así nos lo parecen) para salir airosos de ese envite.

Y, por supuesto, tenemos claro que si algún día tuviéramos que usar esas razones/excusas por ser pillados yendo o viniendo de, no volveríamos a repetir, ahí se acabaría la relación.

Espero haber resuelto tus dudas o satisfecho tu curiosidad. Si deseas saber más, no dudes en preguntar.

Saludos.
 
Hola.

Planteas sensatamente problemas o daños que pueden llegar a producirse. Por supuesto, no hay nada seguro, y que hasta ahora hayamos tenido la suerte de no haber sido descubiertos, eso no significa que no pueda llegar a suceder.

No estoy tan satisfecho ni relajado como pueda parecer. Planifico y disfruto cada encuentro con Teresa, y hasta el momento he/hemos sido lo suficientemente cautos.

Por supuesto, yo tengo todas las de perder, más que lo que pudiera perder Teresa en caso de que esto se supiera, razón de más para que, cuando quedamos, yo lo haga con todo el tiento posible.

Cuando hemos venido a mí casa, que habrán sido unas 5 veces en todo este tiempo, siempre he sido muy muy cuidadoso, tanto antes como después. Era imposible que mi mujer sospechara nada.

Por cuanto a los imponderables de los que hablas, está claro que si algún día nos pillaran en casa, poco podríamos decir al respecto. Si eso sucediera (que nos pillaran) durante el trayecto, para eso sí tenemos preparadas razones lo suficientemente creíbles (o, al menos, así nos lo parecen) para salir airosos de ese envite.

Y, por supuesto, tenemos claro que si algún día tuviéramos que usar esas razones/excusas por ser pillados yendo o viniendo de, no volveríamos a repetir, ahí se acabaría la relación.

Espero haber resuelto tus dudas o satisfecho tu curiosidad. Si deseas saber más, no dudes en preguntar.

Saludos.
Gracias por tu respuesta, Alberto.
Me interesan tus respuestas y tu punto de vista. La historia que nos relatas, desde fuera, sólo da para catalogarte como héroe, o villano. Según la perspectiva de quién te observa, a riesgo de no entender todo el contexto.
Según nos cuentas, tu relación con Teresa, comenzó con una serie de circunstancias no buscadas, y que desembocaron en lo que ha ocurrido después. Vaya, que no eras el típico maduro al acecho de cualquier hembra joven que estuviera en su entorno.
No has pensado en una " retirada a tiempo"? y que todo quede en una agradable experiencia para tí y para Teresa.
Gracias, Alberto.
Y perdona si te resulto demasiado incisivo.
 
Como he llegado tarde he podido leer todo el relato de golde... Ha sido un placer disfrutar contigo y con tu sobrina. Ojalá continúes y ojala te de permiso para mostrarnos más de ella con todo el anonimato necesario... :)
 
Buenas tardes.

Aunque la continuación del relato no podré tenerla lista hasta el fin de semana, quiero compartir con vosotros estas fotos de unas bragas de Teresa, concretamente de las que llevaba el primer día que nos encontramos en el baño y que luego ha vuelto a llevar en nuestros encuentros.

Si las comparto es por dos razones:

- Primera, porque Teresa me ha dado permiso.
Ayer cenamos con mis cuñados y con ella en su casa, y en una de las ocasiones que fui a su habitación con mis hijos y con ella vi que tenía todas sus bragas dobladas en una silla. Cuando dejamos la habitación para ir al salón, se me ocurrió volver hacia atrás para coger estas bragas y hacerle estas fotos encima de su cama. Y las volví a dejar en el montón doblado.
Ya por la noche, al llegar a casa, le mandé un mensaje para decirle lo que había hecho y que había pensado compartirlas en el foro. Ella se rió y me dijo que era muy perverso y morboso y que estaba encantada de que fuera así y de que compartiera las fotos de sus bragas con vosotros.

- Segunda, para que todos podáis comprobar, viendo sus bragas, que mi sobrina es una chica sencilla que no se preocupa por la ropa interior. Unas bragas sencillas, muy gastadas por el uso y sin ni siquiera quitarle la etiqueta interior.
En el tiempo que llevamos juntos, solo una vez hablamos de su ropa interior y de que me gustaría regalarle algún conjunto sexy, pero con toda la razón me dijo que ella nunca había llevado algo así y que su madre sospecharía de que algo pasaba si veía una ropa interior a la que normalmente lleva.

Esperamos que os gusten.

Gracias.
Lo que daría por poder oler esas bragas... madre mía que morbazo...
 
Gracias por tu respuesta, Alberto.
Me interesan tus respuestas y tu punto de vista. La historia que nos relatas, desde fuera, sólo da para catalogarte como héroe, o villano. Según la perspectiva de quién te observa, a riesgo de no entender todo el contexto.
Según nos cuentas, tu relación con Teresa, comenzó con una serie de circunstancias no buscadas, y que desembocaron en lo que ha ocurrido después. Vaya, que no eras el típico maduro al acecho de cualquier hembra joven que estuviera en su entorno.
No has pensado en una " retirada a tiempo"? y que todo quede en una agradable experiencia para tí y para Teresa.
Gracias, Alberto.
Y perdona si te resulto demasiado incisivo.
Hola de nuevo.
No eres en absoluto incisivo, me gusta mantener este diálogo contigo.
Efectivamente, ni se me había pasado por la cabeza tener sexo alguno con mi sobrina. Es más, quien de verdad captaba mi atención en algunos momentos era su madre, mi cuñada, porque es como a mí me gustan las mujeres: rotunda, con curvas y grandes tetas. Vamos, todo lo contrario a Teresa.
En cuanto a lo de la "retirada a tiempo", sin duda es algo que tengo en mente, y más aún después de lo que ha pasado entre nosotros (nada grave ni malo, sino algo totalmente inesperado y placentero) en el ultimo mes, y que contaré oportunamente más adelante.
En resumen: entiendo tu postura, tus reticencias, tu curiosidad... Y te agradezco que podamos estar conversando de ello al margen de lo que es el sexo en sí.
A tu disposición.
Un saludo.
 
Hola.

Ahora que tengo un poco de tiempo para escribir, sigo contando.

Dejé el relato en el momento en el que iba a darle el masaje a mi sobrina.

Ella, tumbada boca abajo en la cama. En ropa interior.
Braguitas blancas y sujetador color carne (sí, es muy clásica).
Yo, en camiseta y calzoncillos. Y con mi bote de masaje en la mano.

Me quité el reloj y lo puse a la vista encima de la mesilla.
Eran las 20.25 horas.
Como comenté, teníamos más o menos una hora disponible.

No iba a correr, iba a hacerla disfrutar hasta donde llegásemos; tenía claro que no se trataba de hacer muchas cosas en una hora sino hacer las justas y bien hechas.

Me deleité mirándola unos segundos, sentado a su lado, al borde de la cama.
Desde ahí retiré su pelo al lado contrario, dejando vía libre a su cuello.

Repetí el movimiento con el dorso de la mano que tanto le había gustado cuando la toqué por primera vez.
Y muy lentamente bajé, haciendo un movimiento en forma de S, desde su cuello hasta su cadera, justo hasta el borde de sus bragas, donde me detuve para seguir el recorrido por encima de sus nalgas, bajar por sus muslos y terminar en sus pies.

Desde el mismo momento en que empecé a bajar mi mano por su cuerpo, Teresa se estremeció. S
e le puso la carne de gallina, y entre susurros dijo:

- Oh, Dios, otra vez esa sensación.
- Te gusta?, le pregunté.
- Me encanta, me tiene desnortada, dijo con una media sonrisa.
- Así debe ser, añadí yo.

Tras recorrer su cuerpo con mi mano, cogí el gel de masaje y eché una pequeña cantidad en cada una de mis palmas y, desde la misma posición en la que estaba (sentado a su lado), empecé el masaje.

(Sí, sé que hubiera sido mejor colocarme encima de ella para empezar el masaje, pero me parecía demasiado invasivo, así de golpe).

Para no extenderme demasiado, diré que comencé a masajear suavemente su cuello, su nuca, sus hombros...
Teresa respiraba profunda y agitadamente.

Bajé por su espalda, y al llegar al sujetador le pedí permiso para desabrochárselo.
Entre susurros, me dijo que sí, y con tacto y muy excitado desabroché ese sujetador color carne, dejando a la vista su espalda, con una sorpresa añadida: entre que Teresa es de piel más bien blanca y los días que ya llevábamos en la playa, tenía bien pronunciada la marca del bronceado, excepto la de la zona del sujetador.

Aquello me puso burrísimo, porque empecé a imaginar sus tetas y su coño con esa marca de bronceado, y ese pensamiento me hizo entrar en ebullición. Afortunadamente, conté hasta diez sin dejar de masajearla y pude aplacar un poco mi deseo para centrarme en seguir con el masaje bajando por su espalda, hasta llegar a sus bragas.

A todo esto, Teresa seguía suspirando con cada toque de mis manos, de mis dedos, y más lo hizo cuando estos pasaron por encima de sus bragas sin detenerse, hasta llegar a sus muslos.

No quería ser muy directo aún, y como todavía eran las 20.35 (yo estaba pendiente de la hora) y, por supuesto, quería que ella siguiera disfrutando, seguí con el masaje por la cara externa de sus muslos, hacia los pies.

Ahí me costaba llegar, así que me coloqué precisamente a sus pies para así poder masajearla mejor para ella y más cómodamente para mí.

Subía y bajaba por sus muslos, hasta los pies, presionando, masajeando...
Y poco a poco empecé a hacer llegar mis manos hacia el interior de esos muslos delgados, y poco a poco no solo iban más hacia el interior sino también más hacia arriba, hasta que llegó un punto en el que mi sobrina empezó a gemir y a decir:

- Uffff, me arde todo el cuerpo, me estás matando.
- Y eso que aún no te he tocado, sonreí yo.
- Ay, no me digas eso que me derrito, respondió ella.

Yo ya no pude aguantar más.

- Espera y verás, le dije.

Y dicho y hecho.
Sin ya pedirle permiso, empecé a jugar con sus bragas, haciendo pasar mis dedos por debajo de ellas y acariciar su firme culo, para después acomodarlos de tal manera que ya noté todo el calor que Teresa desprendía y, sobre todo, todo lo empapada que estaba.

Sus bragas ya eran un impedimento, así que con cuidado se las quité y, efectivamente, allí estaba ese culo delgado pero firme y con una pronunciada marca de sol. Yo me quedé absorto, pero de inmediato cogí un cojín y se lo puse por debajo del estómago, para alzar ese trasero.

Teresa no puso ninguna objeción, así que con mis manos empecé a amasar suavemente su culito y mis dedos empezaron a acercarse a su sexo, hasta que finalmente se posaron sobre él.

Teresa empezó a elevar el volumen de sus gemidos, y más lo hizo cuando mis dedos se encontraron con su ya hinchadísimo clítoris, el cual delicadamente comencé a masturbar mientras con la otra mano acariciaba su culo, su espalda...

Mi sobrina empezó a gritar.

- Aasaah, Dios mío, me matas de placer. No pareeeeessss.

Y esos gritos se convirtieron en bufidos cuando empezó a convulsionar y yo empecé a notar cómo se corría, momento en el que ella dijo:

- Uffffffff, me estás matandooooo, ay qué gustooooooo.

Aparté lentamente mis dedos de su sexo mientras Teresa, empapada de sudor y empezando a respirar más lentamente, aplastaba su cuerpo contra el colchón.

Yo no pude evitar lamerme los dedos con los que había estado jugando en su coño, y el sabor me sorprendió pero no me desagradó.
Era un sabor fuerte, pero delicioso.

Cuando Teresa recuperó parte de la normalidad, me dijo:

- Qué me estás haciendo, que me vuelves loca?

Miré el reloj. Las 20.45 horas. Y le respondí:

- Pues esto no ha sido nada, qué tal si te das la vuelta?

Tiernamente le ayudé a dar la vuelta y allí pude contemplar por primera vez su cuerpo desnudo.
Esas tetitas pequeñas, blancas, pero con la marca del bañador pronunciada, unas aureolas grandes y oscuras y unos pezones de tamaño mediano también oscuros y que estaban muy desafiantes.
Ese coño también con la marca del bañador. Peludo pero no poblado, y completamente empapado.

Yo estaba obnubilado, y solo acerté a decir:

- Maravillosa.

Y en ese momento le puse el cojín bajo la espalda y me agaché a la altura de su coño para comérselo.

- Qué vas a hacerme ahora?, me preguntó ella agitada.
- Saborearte, respondí yo.

Y eso fue lo que hice.
Empecé a besar la parte interna de sus muslos, y poco a poco fui abriendo sus labios y pasando mi lengua por ellos, hasta volver a encontrarme con su clítoris, el cual toqué, lamí, disfruté (siempre con cuidado de no hacerle daño a ella)...
Teresa gritaba, gemía, suspiraba, me apretaba la cabeza contra su coño...
Y así logré hacer que se corriera no una sino dos veces más (menudo sorpresón, era multiorgásmica), empapándome la cara mientras mis manos a veces dejaban su coño y, sin dejar de comérselo, las subía para jugar con sus pezones.

Tras la segunda corrida con mi boca, yo me fui retirando para admirarla.
Y la estampa no podía ser más morbosa.
Mi sobrina estaba con los ojos cerrados, respirando fuerte y acariciándose las tetas... Aquello era maravilloso.

Para hacer aquello más sensible, mientras ella recuperaba el fuelle yo fui besándola tiernamente por su cuerpo hasta terminar haciéndolo en su mejilla.
Ella abrió los ojos, me miró profundamente, me tocó la cara, y me dijo:

- Digo otra vez lo mismo, qué estás haciendo conmigo, que desde el otro día no puedo dejar de pensar en esto? Y ahora ya lo voy a querer a todas horas, añadió mientras se reía.
- Lo importante es que estés bien, y que disfrutes, respondí yo.
- Y tú, estás disfrutando?, me preguntó.
- Yo estoy en la gloria, esto es un regalo para mí, ya ves cómo voy todo el día de... Duro.
- Sí, ya sabes que no te quito el ojo de encima, me dijo, y ambos nos partimos de risa a la vez.

No había terminado de completar la frase cuando sonó mi teléfono. Era mi mujer, ya venían de vuelta a casa.


- Justo a tiempo, le dije, y sonreímos los dos.

No pude evitar darle un beso en los labios y añadir:

- Eres maravillosa, ojalá tengamos ocasión de repetir.
- De repetir y de algo más, añadió ella.
- A qué te refieres?, le dije yo aun imaginando lo que Teresa quería decir.
- Que te quiero dentro, te necesito dentro, necesito sentir esa dureza dentro.
- Uf, eso sería increíble, y yo también lo deseo, le dije yo. Pero aquí va a ser difícil, porque no tenemos muchas ocasiones de estar a solas y si lo estamos tampoco vamos a tener mucho tiempo. Te propongo algo: sigamos disfrutando. Déjame volverte loca de placer una y mil veces cuando tengamos ocasión, por pequeña que sea. Que surge una como la de esta tarde, pues la aprovechamos al máximo. Que no, sigamos disfrutando de todo lo que no es la penetración y en cuanto volvamos a Madrid, buscamos una mañana o una tarde completa para nosotros solos. Te parece? Es que no quiero que ese momento que deseas (y que yo también deseo por supuesto) tenga que pasar deprisa y corriendo, sino disfrutando cada segundo.

Ella me miró con ternura y me dijo:

- Gracias, tío, por cuidarme. Me parece perfecto. Y gracias por darme tanto placer.

Me dio un beso en los labios y, sin añadir nada más, nos levantamos para arreglarnos.

Esa tarde no se me olvidará en la vida, como tampoco todo lo que pasó en los días siguientes tanto en la playa como en Madrid.

Espero que os guste. Sigo contando en cuanto pueda.

Gracias.
Alberto.
Me tiene burrisimo, duro duro y mojadisimo
 
Hola de nuevo.
No eres en absoluto incisivo, me gusta mantener este diálogo contigo.
Efectivamente, ni se me había pasado por la cabeza tener sexo alguno con mi sobrina. Es más, quien de verdad captaba mi atención en algunos momentos era su madre, mi cuñada, porque es como a mí me gustan las mujeres: rotunda, con curvas y grandes tetas. Vamos, todo lo contrario a Teresa.
En cuanto a lo de la "retirada a tiempo", sin duda es algo que tengo en mente, y más aún después de lo que ha pasado entre nosotros (nada grave ni malo, sino algo totalmente inesperado y placentero) en el ultimo mes, y que contaré oportunamente más adelante.
En resumen: entiendo tu postura, tus reticencias, tu curiosidad... Y te agradezco que podamos estar conversando de ello al margen de lo que es el sexo en sí.
A tu disposición.
Un saludo.
Joder, otra vez en ascuas, a esperar de nuevo
 
Hola a todos.

Continúo con lo sucedido cuando llegué a casa de mis cuñados para estar con mi sobrina a solas.

Lo que pasó esa mañana voy a contarlo con todo lujo de detalles (como siempre). Fue una mañana larga y hay mucho que contar, así que será un relato extenso, porque no quiero dejarlo a medias.

Dejé lo sucedido en el mismo instante en el que mi sobrina me abría la puerta de su casa. Estaba tan natural como sensual, con su cara de casi recién levantada adornada con una sonrisa, su pelo largo recogido y vestida con uno de esos pijamas que yo ya conocía de nuestra estancia en la playa.

Pasé, nos dimos dos besos en la mejilla (sí, suena raro, pero aun en esa situación yo no iba ni a dar un paso en falso ni a abalanzarme sobre ella), y pasamos al salón, sentándonos el chaiselongue que lo preside.

Hubo unos minutos de conversaciones cuasi intrascendentes, como si alguno de los dos estuviese esperando a que el otro rompiese el hielo. Yo suponía que en cualquier momento no tendría más que acercarme a ella para que todo se desatara, pero quería encontrar un modo natural de hacerlo. Así que lo hice de la manera más natural que se me ocurrió, preguntándole:
  • Qué tal estás?
  • Bueno, te mentiría si te dijera que no estoy un poco nerviosa, pero estoy bien -me respondió Teresa.
  • Lo entiendo perfectamente -le dije-, yo también lo estoy.
  • Tú, por qué? Si ya tienes experiencia -dijo Teresa.
  • Bueno, pero ninguna mujer es igual a otra, y yo quiero que te sientas bien, cómoda, feliz y que disfrutes -le dije mientras empezaba a rozar sus piernas con la yema de mis dedos.
  • Uf, eso siempre lo consigues -susurró mi sobrina cerrando los ojos.
Ahora ya no había vuelta atrás. Me acerqué a su cuello sin dejar de rozarle los muslos y comencé a besárselo, llevando mi boca a su oreja, mordisqueándosela al tiempo que mi mano izquierda ya se había posado encima de su pantalón de pijama, justamente encima del coño.

Teresa estaba muy caliente y mojadísima (se notaba incluso por encima del pantalón) y sus susurros excitados empezaron a convertirse en grititos cuando mi mano se deslizó por debajo de sus braguitas, encontrando ese coño tan delicioso cuyo clítoris ya estaba muy hinchado.

El momento en el que empecé a jugar con ese clítoris también lo aproveché para besar a mi sobrina. Esta vez, el beso estuvo exento de formalismos, porque era tal la excitación que lo convertimos un morreo desenfrenado, juntando nuestras lenguas sin orden ni concierto pero con un morbazo sin igual.

Entre morreo y gemidos, Teresa decía:
  • Dios, cuánto echaba de menos esto. No paresssss.
Y empezaron sus convulsiones, sus orgasmos continuados mientras yo no dejaba de masturbarla. Era tal la pasión que incluso ella deshizo el morreo para lamerme la oreja, morderme el cuello (afortunadamente, sin hacerme chupetón) y estirar su mano hasta mi hinchado paquete, añadiendo:
  • Lo quiero dentro de mí ya.
  • Sssshhh, todo a su tiempo -le dije yo siendo muy puñetero y sin dejar de sonreír.
  • Noooo -volvió a salir su vena más juguetona y adolescente-, quiero sentirla dentro ya.
  • Enseguida -repliqué-, pero antes déjame...
Y sin añadir más, y sin dejar de masturbarla, le pedí que se quitara la camiseta, dejando sus tetitas libres para mi boca, que hizo con ellas lo que quiso. Incluso, llegué a morder sus pezones con un poco más de intensidad de lo normal, lo que hizo que Teresa diera un respingo, y que yo le pidiera disculpas, a lo que ella me dijo que no me preocupara, que le había gustado esa sensación.

Sabiéndolo, continué mordiéndole los pezones y jugando con su empapadísimo coño, hasta que fui tumbándola en el sofá, me deshice de su pantalón y sus bragas y allí tenía a mi sobrina desnuda y expuesta para mí.

Volví a besarla, volvimos a morrearnos, y comencé a bajar por su cuerpo como lo había hecho en la playa, pero esta vez sin tener la espada de Damocles de la hora encima; esta vez, el viaje por su cuerpo fue más largo, pues lamí y besé cada poro y cada pliegue de su piel, desde la cabeza hasta los dedos de los pies, donde me detuve a lamerlos, mordisquearlos, masajearlos...

Mi sobrina era todo gritos de placer. Y dejó de hacer preguntas como:
  • Qué me estás haciendo?,
a pedir con energía que no parase, a decir que la estaba volviendo loca de placer, a "suplicar" de nuevo que la penetrara.

Yo ignoré momentáneamente esta "súplica" para viajar de sus pies a su sexo pasando por sus muslos. Fue en su encharcadísimo coño donde hundí mi boca y donde saqué a pasear mi lengua sin descanso, apoderándome de su clítoris, enredándola en su vello púbico, dándole grandes lametones de arriba a abajo y de izquierda a derecha.

Teresa estaba del todo desatada, apretaba sin descanso mi cabeza contra su sexo, y sus gritos se parecían más a alaridos, mientras decía:
  • Jodeeeeeeerrrr, que me estás matandooooo.... Dioossss, no paressssss.
Así estuve unos minutos, hasta que me levanté con mi cara empapada para ver la suya, que tenía los ojos en blanco y la respiración agitadísima. No dejé pasar más que el tiempo necesario para desnudarme y tomar en la mano un preservativo y de nuevo volver a la carga, pero esta vez ya buscando lo que había ido a hacer allí.

Me tumbé sobre ella para volver a fundirnos en un intenso beso, y cuando Teresa sintió mi polla encima de su coño, rozándolo y llevándola al éxtasis, gritó:
  • Sí, por favor, hazlo ya, hazme tuya, no me hagas esperar más.
  • Ahora mismo -le dije yo.
Intenté ponerme el preservativo del modo más rápido y más cómodo posible, algo que prácticamente conseguí a pesar de mi excitación.

Ya con él puesto, me coloqué encima de mi sobrina. Ella me rodeó con sus brazos y fue tirando de mi espalda hacia ella para que mi polla fuese penetrándola. Y eso fue lo que hizo: muy despacio, fui entrando en ella. Tenía el coño muy caliente, muy mojado y muy estrecho, y según iba entrando Teresa me besaba con furia, besos que amortiguaban sus gritos de placer aunque no lo conseguían del todo.

Teresa gritaba:
  • Sííí, por fiiin, ay Dios, qué placer!!!
Yo no podía articular palabra. Aquello era increíble, su coño atrapaba mi polla y entrar y salir de él suponía un placer difícilmente comparable.

Nuestros besos estaban llenos de deseo, y yo alternaba movimientos de penetración con instantes en los que me quedaba parado con mi polla enterrada del todo en su coño, instantes en los que mi sobrina arqueaba su delgado cuerpo mientras ya no solo gritaba, berreaba, y a mí sentirla así me invitaba a alternar esos movimientos.

Tras varios minutos así, después de uno de sus orgasmos (que ya había tenido unos cuantos desde que empezó la penetración) me detuve (sin salir de dentro de ella) para tomarnos un respiro.

Teresa estaba empapada en sudor. Su joven piel brillaba, y sus mejillas estaban coloradas.

Tras otra ronda de besos, quería saber cómo estaba, y se lo pregunté.
  • Tú que crees? Mírame -respondió Teresa.
  • Te ha molestado en algún momento? Hay algo que no te haya gustado? -yo seguía queriendo lo mejor para ella.
  • Noooo, estoy súper feliz, no lo ves? Me tienes tocando el cielo, tío -respondió ella.
  • No sabes cuánto me alegra saberlo, porque yo estoy igual.
Nos miramos y volvieron los morreos apasionados y mis movimientos dentro de ella. Pero antes de ir a más, le pregunté:
  • Quieres que vayamos a la cama? Allí estaremos más cómodos y, sobre todo, podré darte mucho más placer.
  • Ummmmmmm, si es así, vamos -respondió Teresa.
No le pregunté si quería que fuera en su cama o en la de sus padres, porque yo quería que fuera en esta última, más grande y más cómoda.

Así que nos separamos, la ayudé a levantarse (dijo sonriendo que le temblaban las piernas), cogí la caja de preservativos del bolsillo de mi pantalón (que estaba en el suelo) y la tomé de la mano para llevarla al fondo del pasillo, a la habitación de sus padres, coronada por una cama de 1.35 a la que de inmediato retiré la colcha de verano y la sábana encimera.

Esta vez fui yo el que se tumbó boca arriba, y no hizo falta decirle a Teresa que se tumbara sobre mí, para volver a unirnos en un beso profundo. Ella frotaba con desesperación su coño sobre mi polla, y no tardó en volver a pedirme que la penetrara.

Enseguida me coloqué el preservativo, y entonces le dije:
  • Házmelo tú a mí, Tere.
  • Qué quieres decir? -me preguntó.
  • Colócate encima de mí y hazla desaparecer a tu ritmo -le respondí.
  • Ahora mismo, será un placer -añadió ella con una gran sonrisa.
Mi sobrina volvió a tumbarse encima de mí, volvimos a besarnos, y cuando su coño y mi polla volvieron a frotarse, ella fue colocando su cuerpo hasta que consiguió (yo me moví lo justo para ayudarla) que su coño engullera mi capullo, lo que me hizo gritar de placer y provocó que, siempre sin dejar de besarnos, el movimiento acompasado de nuestros cuerpos terminara por completar la penetración.

Yo la agarré por su delgado culo y no pude evitar hacer algo que siempre me ha gustado mucho: marcar yo el ritmo, culear fuerte.

Y así lo hice: sin soltarle el culo, flexioné un poco mis rodillas y empecé a moverme cada vez más deprisa, hasta que llegué a marcar un ritmo intenso, sin descanso, lo que provocó auténticos berridos de placer en mi sobrina, mientras decía "barbaridades" (las pongo ese calificativo por ser ella quien las decía) como:
  • Jodeerrrrr, cómo te siento, me llega hasta dentro! Ufffff
Escucharla decir eso me hizo embrutecer (por decirlo de algún modo), lo que provocó que, aun a riesgo de caer exhausto, yo moviese un poco más rápido mis caderas, haciendo que en cada empujón mi polla se hundiese hasta los huevos en su coño.

Teresa se corrió un par de veces más sin dejar de berrear, y yo tuve que detenerme lentamente para no llegar a correrme, algo que estaba muy cerca de pasar.

Poco a poco fuimos recuperando el aliento, y yo me puse de lado para que ella saliese de mí y tenerla tumbada junto a mí. Empezamos a acariciarnos muy suavemente; yo lo hice sobre todo con sus pezones, y ella me acariciaba sobre todo la polla (a la que yo ya había quitado el preservativo). En ese momento, Teresa me sonrió y me dijo:
  • Gracias.
  • Por qué? -pregunté extrañado.
  • Porque jamás pensé que mi primera vez iba a ser tan intensa, tan placentera -me contestó.
  • Así que eras virgen? -pregunté aunque no extrañado, porque casi estaba seguro de que lo sería, pero aun así me apetecía oírselo decir.
  • Claro, qué pensabas?
  • No, nada, estaba casi seguro de que lo eras, pero al sentirte tan implicada tuve un momento de duda -le dije yo.
  • He sido muy basta? -preguntó Teresa entre risas.
  • Nooo -le contesté yo también riéndome-, has estado genial, te he sentido disfrutona en todo momento.
  • Es que me has hecho disfrutar mucho -me dijo.
  • Y tú a mí -añadí yo.
Nos besamos intensamente, y en un momento dado y como ambos seguíamos acariciándonos, mi sobrina me dijo señalando mi polla:
  • Hoy no vas a terminar?
  • Jejeje, has estado a punto de conseguirlo -le dije yo.
  • Y qué ha pasado para no hacerlo? -me preguntó extrañada.
  • Que no quería terminar tan pronto, no sin antes jugar algo más.
  • Y qué podemos hacer? -me preguntó ella.
  • Taaaantas cosas -le dije-. Ahora verás.
Me bajé de la cama, me puse pegado a uno de sus lados, y con suavidad atraje su cuerpo hasta el borde en el que yo estaba. Puss cada una de sus largas piernas sobre mis hombros, y esa visión hizo que yo no pudiera reprimir un:
  • Joder, qué morbazo es verte y tenerte así. Empieza a acariciarte las tetas, por favor.
Teresa no dijo nada, tan solo obedeció y empezó a magrearse las tetas y los pezones mientras yo preparaba otro preservativo. Una vez puesto, y siempre con sus piernas encima de mis hombros, apunté mi polla a la entrada de su coño y de un caderazo se la metí hasta dentro.

De nuevo, bufidos, berridos y alaridos mientras yo, poderoso en esa posición, entraba y salía de mi sobrina no muy rápido (porque estaba cansado y mi orgasmo estaba cerca), pero sí muy profundo.

No fue mucho lo que pude aguantar, y así se lo hice saber a Teresa, a la que pregunté dónde quería que yo terminase. Entre gemidos me dijo que donde yo quisiera, que ella había elegido la primera vez, así que no dudé en, cuando estaba a punto de correrme, sacar la polla de su coño, quitarme el preservativo y eyacular como un bendito sobre su vientre mientras yo también berreaba como ella.

Nos dejamos caer de nuevo sobre la cama. Eran las 13.48 horas. Habían pasado casi dos horas. Pero a ambos nos habían parecido 15 minutos, de tanto placer continuado.

Así desnudos comentamos, nos reímos, nos besamos... Hasta que llegó la hora en la que yo tenía que irme antes de que pudiera o bien llegar mi cuñado a su casa o bien mi mujer a la mía. Además, tenía que liberar a mis suegros de mis hijos.

En la puerta de su casa volvimos a comernos la boca deseando que lo que había pasado pudiera volver a repetirse, y lo más pronto posible.

Lo que pasó desde ese momento lo seguiré contando otro día.

Siento la extensión de esta parte del relato, que espero os guste.

Gracias.
A mi me a dejado sin aliento y durísimo y super salido.
 
Hola a todos.

Continúo con el relato de la relación sexual entre mi sobrina Teresa y yo.

Lo último que conté fue el extraordinario encuentro que mantuvimos en mi casa (más concretamente, en el sofá de mi salón) Teresa y yo el lunes 23 de septiembre del año pasado.

Resultó tan intenso, tan morboso, tan sensual y, por qué no decirlo también, tan sexual que yo pasé el resto del día más recordando y rememorando esas horas que Teresa y yo pasamos juntos que pendiente de las tareas del hogar. Aun así, no desatendí a mi familia y mi mujer nada pudo sospechar porque la casa estaba en perfecto estado de revista y sin ningún agente externo sospechoso.

Como las veces anteriores, no quise saturar a Teresa, así que no la escribí hasta la tarde del día siguiente (martes 24), y lo hice tan solo para preguntarle qué tal se encontraba, a lo que ella me respondió que, aparte de las agujetas, estaba muy bien, muy feliz y muy satisfecha (y añadió este emoji 😉). Yo me alegré por ello, le desee feliz final de día y convenimos en seguir hablando en otro momento.

Para no hacerme muy repetitivo, puedo contar que los siguientes tres encuentros (que tuvieron lugar el lunes 14 de octubre en su casa; el jueves 31 de octubre en mi casa; y el lunes 11 de noviembre de nuevo en mi casa) resultaron muy parecidos al del 23 de septiembre.

Con esto no quiero decir que fuesen aburridos, todo lo contrario, pues en cada uno de ellos mi sobrina fue abriéndose sexualmente un poco más, esto es, empezó a tomar alguna iniciativa, a pedir lo que le apetecía en ese momento, a jugar más y mejor con mi polla en su boca...

Pero sí hubo algo diferente a todo lo anterior en el último de los tres encuentros mencionados, el del 11 de noviembre de 2024 en mi casa. Y esta diferencia o punto de inflexión es el que paso a relataros ahora.

Ese día, tras una maravillosa sesión de sexo en mi cama, tras correrme sobre sus tetas, como en las veces anteriores nos tumbamos juntos a descansar, a acariciarnos, a besarnos, a charlar...

En un momento dado, yo le hice saber a Teresa cuánto me gustaría algún día poder eyacular dentro de ella, que me sintiera plenamente cuando llegase al orgasmo. Ella me respondió:

- A mí también me gustaría, pero ya sabemos que es imposible sin preservativo.
- Bueno -apunté yo-, hay más lugares en los que podrías sentirme sin tener que ser en tu coño.
- Cómo??? -preguntó muy extrañada ella.
- Sí, no te imaginas de qué estoy hablando? -le pregunté.
- En mi boca??? -dijo abriendo los ojos como platos- . Arrrggg, eso es asqueroso!
- Bueno, no lo sé porque no lo he probado yo personalmente, pero hay mujeres aficionadas a ello -le dije sonriendo-. Y, además de en la boca, también podrías sentirme en otro lugar.
- Dónde??? -preguntó de nuevo muy extrañada-.

Esa es la parte que me encantaba de ella, su parte de inocencia/ignorancia plena. Yo no respondí, tan solo me señalé el culo con un dedo mientras le guiñaba un ojo.

- En el culo??? - dijo torciendo el gesto-. Pero eso es antinatural, y además muy sucio!
- Bueno, todo siempre con limpieza, como el resto del cuerpo -le dije-. Pues no te puedes imaginar el placer que sienten las mujeres que lo han probado.
- Tú lo has hecho? -preguntó de nuevo Teresa.
- Sí, hace años, cuando tenía relaciones antes de conocer a tu tía, lo probé bastante, y todas las mujeres sin excepción repetían.
- Es que me resulta tan difícil de imaginar... -dijo Teresa.
- Lo supongo, pero como todo en esta vida, es cuestión de ponerse, de probar... Además -añadí-, las mujeres que lo han probado dicen que, después, no hay nada más placentero que, si tienen oportunidad, poder probar una penetración vaginal y otra anal a la vez.
- Cómo?????? -dijo Teresa entre risas y sorpresa.
- Lo que oyes, es lo que se viene a llamar una doble penetración.
- Y ahora me dirás que también has probado eso -me dijo ella.
- Sí -le dije-, en su momento tuve la oportunidad de quedar con parejas o matrimonios normales a las que les apetecía como a mí probar cosas diferentes, y entre ellas era la doble penetración, y cuando ellas la probaban, repetían. Tú imagínate el placer que sientes cuando te penetro, pues multiplicado por dos, y a la vez.
- Me estás dejando alucinada -me dijo Teresa-. O sea, que quedabas con parejas de hombre y mujer para tener sexo?
- Sí -le contesté-, lo que viene siendo un trio. Las mujeres querían sentir lo que era estar con su marido y otro hombre a la vez, y los maridos querían ver a sus mujeres disfrutando con otros hombres.
- Se me escapa todo esto -dijo Teresa-.
- Normal, es nuevo para ti, pero en el fondo es bastante más normal de lo que puedas imaginar. Al final todo se resume en querer probar cosas nuevas: el sexo anal, la eyaculación en la boca, el sexo con dos hombres a la vez...

Seguimos conversando algunos minutos más sobre esto, Teresa siendo curiosa y yo resolviendo sus dudas.

Lo que yo jamás podría imaginar es que esta conversación pudiera ser el germen de lo que llegó a ocurrir meses después, en mayo de este mismo año, 2025. Pero antes de eso pasaron más cosas que seguiré contando en cuanto pueda.

Este próximo sábado o a más tardar el domingo relataré lo sucedido en el siguiente encuentro, que tuvo lugar antes del puente de diciembre de 2024.

Feliz día y gracias por leerme.

Alberto.
 
Hola a todos.

Continúo con el relato de la relación sexual entre mi sobrina Teresa y yo.

Lo último que conté fue el extraordinario encuentro que mantuvimos en mi casa (más concretamente, en el sofá de mi salón) Teresa y yo el lunes 23 de septiembre del año pasado.

Resultó tan intenso, tan morboso, tan sensual y, por qué no decirlo también, tan sexual que yo pasé el resto del día más recordando y rememorando esas horas que Teresa y yo pasamos juntos que pendiente de las tareas del hogar. Aun así, no desatendí a mi familia y mi mujer nada pudo sospechar porque la casa estaba en perfecto estado de revista y sin ningún agente externo sospechoso.

Como las veces anteriores, no quise saturar a Teresa, así que no la escribí hasta la tarde del día siguiente (martes 24), y lo hice tan solo para preguntarle qué tal se encontraba, a lo que ella me respondió que, aparte de las agujetas, estaba muy bien, muy feliz y muy satisfecha (y añadió este emoji 😉). Yo me alegré por ello, le desee feliz final de día y convenimos en seguir hablando en otro momento.

Para no hacerme muy repetitivo, puedo contar que los siguientes tres encuentros (que tuvieron lugar el lunes 14 de octubre en su casa; el jueves 31 de octubre en mi casa; y el lunes 11 de noviembre de nuevo en mi casa) resultaron muy parecidos al del 23 de septiembre.

Con esto no quiero decir que fuesen aburridos, todo lo contrario, pues en cada uno de ellos mi sobrina fue abriéndose sexualmente un poco más, esto es, empezó a tomar alguna iniciativa, a pedir lo que le apetecía en ese momento, a jugar más y mejor con mi polla en su boca...

Pero sí hubo algo diferente a todo lo anterior en el último de los tres encuentros mencionados, el del 11 de noviembre de 2024 en mi casa. Y esta diferencia o punto de inflexión es el que paso a relataros ahora.

Ese día, tras una maravillosa sesión de sexo en mi cama, tras correrme sobre sus tetas, como en las veces anteriores nos tumbamos juntos a descansar, a acariciarnos, a besarnos, a charlar...

En un momento dado, yo le hice saber a Teresa cuánto me gustaría algún día poder eyacular dentro de ella, que me sintiera plenamente cuando llegase al orgasmo. Ella me respondió:

- A mí también me gustaría, pero ya sabemos que es imposible sin preservativo.
- Bueno -apunté yo-, hay más lugares en los que podrías sentirme sin tener que ser en tu coño.
- Cómo??? -preguntó muy extrañada ella.
- Sí, no te imaginas de qué estoy hablando? -le pregunté.
- En mi boca??? -dijo abriendo los ojos como platos- . Arrrggg, eso es asqueroso!
- Bueno, no lo sé porque no lo he probado yo personalmente, pero hay mujeres aficionadas a ello -le dije sonriendo-. Y, además de en la boca, también podrías sentirme en otro lugar.
- Dónde??? -preguntó de nuevo muy extrañada-.

Esa es la parte que me encantaba de ella, su parte de inocencia/ignorancia plena. Yo no respondí, tan solo me señalé el culo con un dedo mientras le guiñaba un ojo.

- En el culo??? - dijo torciendo el gesto-. Pero eso es antinatural, y además muy sucio!
- Bueno, todo siempre con limpieza, como el resto del cuerpo -le dije-. Pues no te puedes imaginar el placer que sienten las mujeres que lo han probado.
- Tú lo has hecho? -preguntó de nuevo Teresa.
- Sí, hace años, cuando tenía relaciones antes de conocer a tu tía, lo probé bastante, y todas las mujeres sin excepción repetían.
- Es que me resulta tan difícil de imaginar... -dijo Teresa.
- Lo supongo, pero como todo en esta vida, es cuestión de ponerse, de probar... Además -añadí-, las mujeres que lo han probado dicen que, después, no hay nada más placentero que, si tienen oportunidad, poder probar una penetración vaginal y otra anal a la vez.
- Cómo?????? -dijo Teresa entre risas y sorpresa.
- Lo que oyes, es lo que se viene a llamar una doble penetración.
- Y ahora me dirás que también has probado eso -me dijo ella.
- Sí -le dije-, en su momento tuve la oportunidad de quedar con parejas o matrimonios normales a las que les apetecía como a mí probar cosas diferentes, y entre ellas era la doble penetración, y cuando ellas la probaban, repetían. Tú imagínate el placer que sientes cuando te penetro, pues multiplicado por dos, y a la vez.
- Me estás dejando alucinada -me dijo Teresa-. O sea, que quedabas con parejas de hombre y mujer para tener sexo?
- Sí -le contesté-, lo que viene siendo un trio. Las mujeres querían sentir lo que era estar con su marido y otro hombre a la vez, y los maridos querían ver a sus mujeres disfrutando con otros hombres.
- Se me escapa todo esto -dijo Teresa-.
- Normal, es nuevo para ti, pero en el fondo es bastante más normal de lo que puedas imaginar. Al final todo se resume en querer probar cosas nuevas: el sexo anal, la eyaculación en la boca, el sexo con dos hombres a la vez...

Seguimos conversando algunos minutos más sobre esto, Teresa siendo curiosa y yo resolviendo sus dudas.

Lo que yo jamás podría imaginar es que esta conversación pudiera ser el germen de lo que llegó a ocurrir meses después, en mayo de este mismo año, 2025. Pero antes de eso pasaron más cosas que seguiré contando en cuanto pueda.

Este próximo sábado o a más tardar el domingo relataré lo sucedido en el siguiente encuentro, que tuvo lugar antes del puente de diciembre de 2024.

Feliz día y gracias por leerme.

Alberto.
Deseando seguir leyendo y ....masturbandome a la vez..😏
 
Hola a todos.

Continúo con el relato de la relación sexual entre mi sobrina Teresa y yo.

Lo último que conté fue el extraordinario encuentro que mantuvimos en mi casa (más concretamente, en el sofá de mi salón) Teresa y yo el lunes 23 de septiembre del año pasado.

Resultó tan intenso, tan morboso, tan sensual y, por qué no decirlo también, tan sexual que yo pasé el resto del día más recordando y rememorando esas horas que Teresa y yo pasamos juntos que pendiente de las tareas del hogar. Aun así, no desatendí a mi familia y mi mujer nada pudo sospechar porque la casa estaba en perfecto estado de revista y sin ningún agente externo sospechoso.

Como las veces anteriores, no quise saturar a Teresa, así que no la escribí hasta la tarde del día siguiente (martes 24), y lo hice tan solo para preguntarle qué tal se encontraba, a lo que ella me respondió que, aparte de las agujetas, estaba muy bien, muy feliz y muy satisfecha (y añadió este emoji 😉). Yo me alegré por ello, le desee feliz final de día y convenimos en seguir hablando en otro momento.

Para no hacerme muy repetitivo, puedo contar que los siguientes tres encuentros (que tuvieron lugar el lunes 14 de octubre en su casa; el jueves 31 de octubre en mi casa; y el lunes 11 de noviembre de nuevo en mi casa) resultaron muy parecidos al del 23 de septiembre.

Con esto no quiero decir que fuesen aburridos, todo lo contrario, pues en cada uno de ellos mi sobrina fue abriéndose sexualmente un poco más, esto es, empezó a tomar alguna iniciativa, a pedir lo que le apetecía en ese momento, a jugar más y mejor con mi polla en su boca...

Pero sí hubo algo diferente a todo lo anterior en el último de los tres encuentros mencionados, el del 11 de noviembre de 2024 en mi casa. Y esta diferencia o punto de inflexión es el que paso a relataros ahora.

Ese día, tras una maravillosa sesión de sexo en mi cama, tras correrme sobre sus tetas, como en las veces anteriores nos tumbamos juntos a descansar, a acariciarnos, a besarnos, a charlar...

En un momento dado, yo le hice saber a Teresa cuánto me gustaría algún día poder eyacular dentro de ella, que me sintiera plenamente cuando llegase al orgasmo. Ella me respondió:

- A mí también me gustaría, pero ya sabemos que es imposible sin preservativo.
- Bueno -apunté yo-, hay más lugares en los que podrías sentirme sin tener que ser en tu coño.
- Cómo??? -preguntó muy extrañada ella.
- Sí, no te imaginas de qué estoy hablando? -le pregunté.
- En mi boca??? -dijo abriendo los ojos como platos- . Arrrggg, eso es asqueroso!
- Bueno, no lo sé porque no lo he probado yo personalmente, pero hay mujeres aficionadas a ello -le dije sonriendo-. Y, además de en la boca, también podrías sentirme en otro lugar.
- Dónde??? -preguntó de nuevo muy extrañada-.

Esa es la parte que me encantaba de ella, su parte de inocencia/ignorancia plena. Yo no respondí, tan solo me señalé el culo con un dedo mientras le guiñaba un ojo.

- En el culo??? - dijo torciendo el gesto-. Pero eso es antinatural, y además muy sucio!
- Bueno, todo siempre con limpieza, como el resto del cuerpo -le dije-. Pues no te puedes imaginar el placer que sienten las mujeres que lo han probado.
- Tú lo has hecho? -preguntó de nuevo Teresa.
- Sí, hace años, cuando tenía relaciones antes de conocer a tu tía, lo probé bastante, y todas las mujeres sin excepción repetían.
- Es que me resulta tan difícil de imaginar... -dijo Teresa.
- Lo supongo, pero como todo en esta vida, es cuestión de ponerse, de probar... Además -añadí-, las mujeres que lo han probado dicen que, después, no hay nada más placentero que, si tienen oportunidad, poder probar una penetración vaginal y otra anal a la vez.
- Cómo?????? -dijo Teresa entre risas y sorpresa.
- Lo que oyes, es lo que se viene a llamar una doble penetración.
- Y ahora me dirás que también has probado eso -me dijo ella.
- Sí -le dije-, en su momento tuve la oportunidad de quedar con parejas o matrimonios normales a las que les apetecía como a mí probar cosas diferentes, y entre ellas era la doble penetración, y cuando ellas la probaban, repetían. Tú imagínate el placer que sientes cuando te penetro, pues multiplicado por dos, y a la vez.
- Me estás dejando alucinada -me dijo Teresa-. O sea, que quedabas con parejas de hombre y mujer para tener sexo?
- Sí -le contesté-, lo que viene siendo un trio. Las mujeres querían sentir lo que era estar con su marido y otro hombre a la vez, y los maridos querían ver a sus mujeres disfrutando con otros hombres.
- Se me escapa todo esto -dijo Teresa-.
- Normal, es nuevo para ti, pero en el fondo es bastante más normal de lo que puedas imaginar. Al final todo se resume en querer probar cosas nuevas: el sexo anal, la eyaculación en la boca, el sexo con dos hombres a la vez...

Seguimos conversando algunos minutos más sobre esto, Teresa siendo curiosa y yo resolviendo sus dudas.

Lo que yo jamás podría imaginar es que esta conversación pudiera ser el germen de lo que llegó a ocurrir meses después, en mayo de este mismo año, 2025. Pero antes de eso pasaron más cosas que seguiré contando en cuanto pueda.

Este próximo sábado o a más tardar el domingo relataré lo sucedido en el siguiente encuentro, que tuvo lugar antes del puente de diciembre de 2024.

Feliz día y gracias por leerme.

Alberto.
Me ha encantado este capítulo de transición
 

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