El empezar las clases y organizarme hizo que pensara menos en Luis. O mejor dicho, que no pensara constantemente en Luis. Gianni estaba siendo un buen compañero que me guiaba por la enorme facultad de medicina donde había estudiado la flor y nata de la profesión en Italia. Pero además insistía mucho en salir a tomar café uniéndosenos Tita.
Yo los primeros días me apunté pero poco a poco empecé a recortar mis salidas. El desorbitado precio por un café en un dedal y mi sentimiento de culpabilidad en los momentos de ocio me hicieron rehusar sus invitaciones. Pero sin embargo Tita sí empezó en cambio a venirse a mi dormitorio a darme conversación en los momentos de descanso en el piso. Costumbre a la que empezó a sumarse Gianni.
Yo se lo contaba todo a Luis, pero él a mí no. Nos escribíamos a diario e incluso llegamos a hacer alguna videollamada para vernos las caras. Yo sabía que me ocultaba algunas cosas porque Lourdes me contaba todo. Primero cuando Luis empezó a quedar cada vez menos con ellos lamentándose de ser la carabina de la parejita. Pero además Luis me ocultó que había empezado a quedar con compañeras de clase.
Sí me contaba cuando quedaba con los compañeros del equipo, o con su nuevo compañero de habitación, un tal Marcos que según Luis estaba un poco empenado. Si él se hubiera vito hace un año…
Pero no me contó que entre las compañeras de su clase con las que estaba saliendo estaba Marta. Yo entendía su precaución pues era su exnovia y no querría preocuparme. Yo viendo lo mal que habían acabado no temí por mi relación. Pero el hecho de que me lo ocultara sí me produjo cierta desazón.
Por el contrario sí que me habló de la chavala que había ocupado mi cama en mi cuarto de la residencia. Que me hablara tanto de ella me indicaba que no había peligro.
Pero unas semanas más tarde hicimos videollamada y si sentí algo raro. Era el puente de la Hispanidad. Luis había regresado a su ciudad a pasar esos días. Mientras en Granada más o menos podía saber de él, en su ciudad vivía exclusivamente de lo que él me quisiera contar.
Yo como siempre le contaba todo aquello a lo que yo le daba importancia. Había detalles que pasaban por mi cabeza que no tenía sentido contarle a Luis. ¿Sería importante haberle ocultado que Tita me había dicho que yo le gustaba a Gianni? ¿Para qué? El italiano era amable pero no me atraía. Yo estaba sólo para Luis y no quería más distracciones.
Pero mientras yo le contaba a mi novio cómo eran las cafeterías, el ambiente en la universidad, o las bromas del profesor de Fisiología sonó el teléfono de Luis. Hizo un extraño gesto con la cara al mirar la pantalla y le dije que contestara, pero no quería. Pero insistí. Luis se apartó de la cámara para hablar fuera de la habitación. ¿Me molestó el hecho de apartarse? Yo tampoco me abría en canal. No tenía motivos.
-¿Quién era?-no pude evitar la curiosidad.
-Una amiga. Me invitaba a una fiesta esta noche.
-Y vas, ¿no?
-No le he contestado.
-No desaproveches una fiesta, tonto, que ya sabes que con Lourdes poca fiesta vas a tener, bueno, o conmigo si estuviera allí…
-Si te tengo a ti tengo mejor que fiesta…
Me hizo sonreír y desechar la duda de quién sería esa amiga que me ocultaba.
-Eso no te lo niego, jajaja. Que yo también echo de menos esos ratitos contigo…Pero oye, vete a la fiesta, a lo mejor te sale plan…-dije guiñándole un ojo con complicidad.
Pero ofendido y bastante nervioso me respondió:
-¿Qué me estás diciendo Claudia? Déjate de tonterías…
-Ya sabes que no soy celosa. No te puedo tener a pan y agua por haber decidido irme.
-Pero es que yo quiero sólo contigo…-respondió con la mirada baja.
Ahí se me aceleró el corazón y sentí un nudo en el estómago. Yo también quería abrazarlo, y besarlo, y echarme en su pecho, y…
-¿Te quieres hacer una pajilla?- le solté a bocajarro.
-¿Qué dices loca? Jajajaja.
-Como sólo quieres conmigo a lo mejor andas cargadito.
-Pero es que así en plan frío. No querrás que me saque la polla aquí en medio…
-Para mí, tonto. ¿O no te la sacas cuando estamos juntos? Además me viene bien verla…
-¿Y eso?- preguntó.
-Para recordarla mejor cuando me toco pensando en ti…
No iba a ocultar a mi novio que me relajaba pensando en los momentos vividos juntos.
-¿Te tocas pensando en mí?- preguntó alelado.
-Yo también me alivio, gordo…-le dije bajando el tono de voz.
-¿Y en qué piensas cuando lo haces?
-En mi gordo…en las cositas que hemos hecho. En tu olor…y tu sabor…
-Yo también pienso en ti, princesa…-respondió con la voz entrecortada.
-¿Y qué se te viene a la mente?-pregunté con mucha curiosidad.
-Tus tetitas…
-¿Te gustan mis tetitas?
-Ya sabes que me vuelven loco…
-Tú sabes que sólo son tuyas, ¿verdad?
-Ajam…-respondió mientras yo veía su brazo moverse. Se estaba masturbando.
Admito que la situación me estaba poniendo bastante caliente y dejándome llevar me quité el top mostrándole mis pechos con los pezones erguidos por mi propia excitación.
-Ten, mi vida…son tuyas…- se las ofrecí.
Luis se puso de pie enseñándome su polla durísima. No pude evitar relamerme mientras decía:
-Qué rico estás mi vida…no sabes las ganas que tengo de que me folles de nuevo…
Luis no respondía pues yo sólo veía su abdomen apretado y su mano subiendo y bajando con fuerza por el tronco de su polla.
-Ojalá pudiera sacarte yo tu lechita, gordo…- respondí con mi mano ya dentro de mi braga comprobando que mi excitación ya las mojaba.
Pero de golpe Luis se guardó su churra de nuevo sentándose bruscamente para decirme que sus padres acababan de llegar. Me dijo que ahora me escribía y cortó la videollamada.
Aunque me cortó el punto me hizo gracia y le escribí un mensaje:
“Casi te pillan con el cipote en la mano, jajaja. Bonita forma de conocer a mis suegros. Tú empalmado y yo en tetas, jajaja”.
En realidad había sido una situación graciosa. Yo no creía mucho en el cibersexo aunque ya habíamos tonteado Luis y yo alguna vez al separarnos en la residencia pero ahora empezaba a verlo como una forma de mantener caliente nuestra relación. Si mi novio se relajaba viendo mi cuerpo por una pantalla lo haría. Quizá así evitaba que buscara otras tetas.
De hecho aquella noche terminé lo que había empezado con Luis recordando la visión de sus abdominales apretadas y su polla en la pantalla mientras mi lengua se paseaba entre mis labios intentando recordar la suavidad de su glande. Le había mentido en realidad. Era la primera vez que me masturbaba desde que nos habíamos separado.