Esta anécdota es de hace mucho tiempo, porque calculo que no tendría yo ni diez años. No va exactamente de espiar, porque digamos que más que buscarlo, me lo encontré por pura casualidad. También tiene que ver con la típica tía buenorra. Estábamos en una casa que por aquella época alquilaban mis padres y mis tíos para pasar el verano; en el campo, muy grande, con piscina y mucho terreno. Un día se puso a darnos juego a sus hijos (mis primos) y a mí. No recuerdo exactamente de qué iba el asunto, pero era algo relacionado con decir 'ocurrencias' divertidas. El juego se acabó y cada uno se puso a hacer sus cosas. Debí de pasármelo muy bien, porque me quedé pensando en más 'ocurrencias' y se ve que al rato larguísimo se me ocurrió una que me pareció muy divertida. Como soy subnormal, en vez de guárdarmela por si volvíamos a jugar más adelante, no se me ocurrió otra cosa que ir a por mi tía a contársela. Me dirigí a su cuarto y conforme me aproximaba a la puerta empecé a gritar lo que fuese que se me ocurrió. La frase murió a medio pronunciar cuando llegué a la puerta y me la encontré completamente desnuda. Estaba cepillándose el pelo frente al espejo, no tanto como dándome la espalda, pero casi. En todo caso, insisto en que estaba frente al espejo, con lo cual todo lo que no veía por un lado, el propio espejo me lo mostraba por otro.
No reaccionó, así que siempre me quedará la duda de si se dio cuenta, aunque ya digo que yo iba gritando por mitad del pasillo y dudo muchísmo que no se enterara. Más bien sí reaccionaría, pero yo desaparecí de allí a supervelocidad y no pude comprobarlo. Iba absolutamente muerto de vergüenza. Ahora, el culazo impresionante y las tetas los sigo teniendo grabados en la retina.