Mi experiencia sexual estrella y joya de la corona. Espero que no haya ningún conocido/a por aquí mío porque va a indentificarme por esto en menos de minuto:
2-En la misma época que la de arriba contada, llevaba ya unos años de soltería. La verdad es que fui bastante sosa y apenas follaba haciéndome de rogar. Estando en mi mejor momento físico y teniendo oportunidades por doquier. Pero bueno, era joven y decidí desmelenarme una noche de verano. En qué momento.
Estaba con una buena amiga de toda la vida con la que solía quedar findes y nos pegábamos dos días de fiesta seguidos sin pasar por casa ni a ducharnos. Era un viernes, habiendo salido de la universidad y con ganas de fiesta. Nos gustaba el mismo ambiente: bares con rock ochentero o trash metal, zonas oscuras, gente de nuestro rollo y ambiente amigable. Salimos por una zona que nos encantaba y conocíamos a todo el mundo. Y a eso de las 4 am, sentadas frente a un bar ya cerrado sin gente en la calle, me dice: oye, ahora qué hacemos. Yo le dije de seguir bebiendo en otra zona, a pesar de tener que andar un buen rato, pero de aquellas se estaba viendo (follando como conejos, vamos) con un tío y le llamó. "Fulanito puedo ir a tu casa con una amiga y dormimos allí?" "Sí Menganita, qué te voy a contar". Sonaba de lujo. Cervezas, buena música...
La zona era como la anterior descrita. Daban ganas de correr en dirección contraria y llegar a Portugal. Asi que en unos minutos me encuentro en un piso viejo (la decoración no la recuerdo), lleno de muchísimos perros de todos los tamaños y con ladridos estridentes dando por culo y como no, apestaba a tabaco industrial. Vaya palacio.
Entramos en su habitación. Por lo menos había somier con un colchón. Y se puso a hacer algo en el ordenador que tenía en un escritorio lleno de colillas, tabaco, porros y lo que intuí que eran restos de coca. Bebiendo latas de aurum como princesas, nos da una conversación banal y sin sustancia para entrar en materia y aproveché para decir que iba al baño. Lo que hice realmente de camino al baño era ver donde estaba la salida y chequear cuántos cerrojos había para abrirlos bien después. No miento. Lo hice.
Vuelvo y les veo magreándose aún con ropa. Mi entonces amiga era muy bonita de cara, pero de cuerpo andaba regular y tenía un caracter terrible. Eso le restaba atractivo (lo último del carácter). Me siento en la silla, tensa, ojiplática y veo como ella se desnuda a todo correr. Coño sin depilar selvático total, sudado de estar de fiesta y con olor a orina como es lógico, tetillas de cabra, barriga enorme y pelos en el pezón que pude ver incluso en la oscuridad. Yo flipando en colores. Me dice el tío, ven a la cama, que no pasa nada.
Me siento en la esquina de la cama, tiesa como el palo de una escoba y me agarra de la nuca me acerca a él y me besa. Cenicero. Un sabor riquísimo. Mentalmente ya estaba visualizando la huida. Ellos vuelven a magrearse, el tío ya durísimo, y ella decide besarme. Cenicero. 1 estrella en tripadvisor le di a ese beso. Un puag absoluto. Y trata de guiarme la cabeza hacia su coño. Error 404 hermana. No bajé. Supongo que pensó que era una rancia, pero la verdad es que me dio igual. Él me busca, se pone un condón y me subo encima. Y pensé, bueno, ya que estoy aquí voy a darle algo de emoción. Le cabalgué, cambié de postura y me puse de espaldas a él, me moví ritmicamente, volví a cambiar, besé a mi amiga y le toqué las tetas (peludas) dándome todo igual ya, y noté como ella quería mi puesto. He de decir que el tipo hizo la estrella de mar y de follar sabía mas bien poco. Placer recibí entre cero y nada. No sé qué podía ver en él mi amiga.
Se lo cedí encantada. Y entonces él me dice, no no, mejor tú. Y yo le dije algo así como, que va, es que voy al baño a mear que luego pillo cistitis. Y me quedé tan ancha. Yo me agaché a un lado de la cama y busqué a tientas la ropa del suelo. Salgo de la habitación (serían las 5:30) y los perros decidieron dar una serenata y ladrarme. Yo ya estaba hasta el coño de todo hablando en plata y empecé a abrir cerrojos. Nada, no daba ni una. Al final tras unos minutos forcejeando como una subnormal, abro la puerta en pelotas, salgo fuera y os juro que respiré una bocanada de aire tan grande que me dolía el pecho. Me vestí pitando, salí a la calle y sentí en letras mayúsculas felicidad. Me fui hasta el metro, esperé a que abriesen y nunca más supe de él. Ni ganas.