Porno, pajas y frot

Harmogitón

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6 Jul 2025
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Sevilla
¡Hola a todos! Hace tiempo que tengo el deseo de un amigo de pajas y frot. Cerveza, porno, pajas cruzadas y frot. Si se tercia y a mi amigo no le disgusta, caricias - en los pezones, los muslos, el pecho, el vientre y la espalda - y besos. Nada más; con todo eso la testosterona y la oxitocina fluyen a raudales y dos hombres pueden gozar de una experiencia sumamente gratificante, disfrutando ambos de su masculinidad compartida y satisfaciendo unos deseos y unas necesidades que una mujer no puede satisfacer por razones obvias, aunque sus encantos y su pericia en el sexo sean capaces de provocar el deseo incluso en los hombres que (creen que) son totalmente inmunes al deseo por una mujer. Mi fortísimo deseo de un amigo de pajas y frot me ha inspirado para escribir un relato de ficción. Cuando era adolescente me dio una temporada por escribir relatos eróticos - todos de temática heterosexual - donde narraba historias de sexo en pareja y en grupo. Sí, estaba muy salido, como todos a esa edad. Llevaba 27 años sin escribir un relato erótico y me ha sorprendido la facilidad y la rapidez con que lo he hecho; mi deseo tan fuerte me ha proporcionado una magnífica inspiración. Lo pongo en este subforo, aunque creo que la masturbación mutua y el frot no son algo ni gay ni hetero, sino sencillamente algo genuinamente masculino que cualquier hombre puede disfrutar en plenitud sin necesidad de etiquetarse ni de dudar de nada. Los protagonistas somos un amigo de pajas imaginario y yo. Bueno, también el tío y la tía que protagonizan la peli porno que mi amigo y yo estamos viendo mientras damos rienda suelta a nuestros deseos. Como quiero que cuantos más hombres - bueno, y también mujeres - disfruten de este relato mejor, sólo hay pajas, pajas cruzadas y frot; no hay caricias ni besos, que a bastantes hombres les pueden echar para atrás. El relato comenzó como una fantasía en tiempo real, así que al principio está escrito en presente, pero en un momento dado, sin darme cuenta, seguí escribiendo en modo relato y cambié al pasado. He preferido dejarlo así, me parece más auténtico. Espero que os guste y que sea útil para todos aquellos que sentís deseos de experimentar esta forma tan genial y tan placentera de conexión entre dos hombres, pero que tenéis dudas y que tal vez sentís vergüenza y culpa de tener estos deseos y miedo de hacerlos realidad. Es algo natural, inocente e instintivo; dos hombres saben como disfrutar el uno del otro sin tener que haberlo aprendido de nada ni de nadie. Y muy seguro; el riesgo de transmisión de ETS es bajísimo, prácticamente nulo - con la posible excepción del herpes genital y también de la viruela símica -. Saludos a todos.

Estamos los dos viendo porno y completamente desnudos frente a un televisor de pantalla grande, cómodamente sentados en un sofá, cada uno sobre una toalla blanca para evitar el contacto directo de nuestros cuerpos con el sofá. Los dos estamos muy relajados y muy tranquilos, muy a gusto, tomando algo de beber. Estamos en penumbra porque las luces que están puestas son suaves e indirectas; la pantalla del televisor ilumina más que las luces. Ninguno de los dos está todavía empalmado y estamos decidiendo que tipo de peli porno queremos ver. A ti te apetece ver una peli larga, con los actores dedicando un buen rato a los juegos previos, y te gustaría que la actriz fuera una mujer escultural, de medidas de modelo. Quieres que los actores follen en muchas posturas distintas, incluyendo el misionero, la vaquera y el side fuck. Yo quiero que la actriz sea algo morena, no mucho, y de ojos verdes. Me gustaría, como a ti, que los actores follaran en muchas posturas distintas y, además, que entre que terminan de follar en una postura y comienzan con otra, dedicaran unos minutos a tocarse y acariciarse todo el cuerpo, a masturbarse mutuamente y a comerle el tío el coño a la tía y comerle la tía la polla al tío. Me da morbo también que el tío tenga una polla igual que la tuya. Tú quieres que la acción transcurra en un jardín con piscina, escuchándose de fondo el sonido agradable de un chorro de agua cayendo en la piscina y que los actores follen en una tumbona cómoda, con el respaldo ligeramente incorporado para que así, en las tomas de frente, mientras hacen sexo oral, se vean bien las caras de placer que ponen. Yo quiero lo mismo, pero que, a mitad de la película más o menos, entren en la casa y continúen follando en el sofá del salón, un salón amplio, de grandes ventanas, con mobiliario moderno y funcional. El sofá es muy amplio, para que dos personas puedan estar cómodamente tendidas a lo largo del mismo, una al lado de la otra, con los cuerpos pegados, pero cómodos.
Los dos queremos que en la peli no sólo se muestren los genitales y los cuerpos de los actores. Queremos que también se muestren constantemente los rostros de los dos, como están disfrutando el uno del otro, como están gozando de una sesión de sexo larga en múltiples posturas. Y también queremos los dos que la tía tenga muchos orgasmos a lo largo de la peli, que se corra una vez detrás de otra y que entonces su rostro refleje fielmente el placer inmenso que está sintiendo. Tú quieres que la tía tenga al menos dos orgasmos durante los preliminares, uno mediante la estimulación del punto G y otro comiéndole el coño. Yo quiero que, en los orgasmos que tenga follando, la tía gima y chille bien, que su cara refleje que está en éxtasis y que tenga espasmos y tiemble salvajemente mientras se corre, en orgasmos que se alarguen. Que algún orgasmo sea tan fuerte que tenga que descabalgar al tío, sacarse la polla, para enseguida empezar frenéticamente a frotarse el clítoris y ello provoque que su orgasmo se alargue unos segundos más.
Nos damos cuenta entonces de que, hablando de todo esto, nuestras pollas se han animado y estamos morcillones. Vemos en la web porno en la que estamos buscando una peli que dura una hora entera, le damos al play, y vamos visualizando por la barra de desplazamiento, avanzando en bloques de más o menos cinco minutos y viendo la escena durante unos segundos. Resulta que la peli responde exactamente a nuestros deseos. Comenzamos a verla desde el principio.
El tío está tumbado boca arriba en la tumbona tomando el sol. Lleva un bañador de nadador y está tomándose, sorbo a sorbo, un café con hielo. La tía está en la piscina, a ratos nadando, a ratos con los brazos sobre el bordillo, con los ojos cerrados para protegerse del intenso Sol. Lleva un bikini de dos piezas. Uno clásico, no uno con tanga. Se nota perfectamente, mirándole las tetas, que tras la tela hay dos tetas perfectas, con el tamaño ideal, ni demasiado grandes ni demasiado pequeñas, y con una forma que no puede ser más atractiva, casi perfectamente circulares, pero sin llegar a serlo del todo. Muy cercanas la una a la otra, pero sin llegar a tocarse, dejando entre las dos una estrecha canaleta que da mucho juego a la imaginación.
En un momento dado, la tía sale de la piscina y se pone a secarse al Sol, tumbada sobre una toalla roja en el césped. El tío, a unos metros de ella, está embobado mirando su cuerpo perfecto. La tía se quita la parte de arriba del bikini, pero no la de abajo, y sigue tomando el Sol. Entonces al tío se le van los ojos a las tetas de la tía. Pone una cara beatífica, parece la cara de un ángel en la gloria del Cielo. Pero también, en la mirada, hay algo que denota deseo. El tío se lleva un momento la mano al bañador y, de forma muy superficial y rápida, se toca. Entonces se levanta de la tumbona y la arrastra hacia un granado que hay a un par de metros, dejándola bajo la copa del árbol. El tío sabe qué va a pasar, sabe que la tía es muy sensible al Sol y quiere que la tía esté cómoda, muy cómoda.
Cuando la tía se da cuenta de que el tío ha cambiado la tumbona de sitio y la ha puesto bajo el granado, a salvo del Sol, se levanta y se dirige hacia allá. No hace falta que le pida al tío que le haga sitio en la tumbona, el tío se echa a un lado para hacerle sitio. Como el sofá del salón, la tumbona es ancha y dos personas pueden estar cómodas, aunque con los cuerpos pegados. La tía respira hondo y le comenta al tío que está muy a gusto así, a la sombra del granado. El tío acerca los labios a la mejilla de la tía y comienza a besarla, acercándose a la boca hasta que la alcanza y, entonces, es la tía la que toma la iniciativa y le come la boca al tío. Un beso largo y apasionado, de casi medio minuto. Cuando el beso termina, la cara de la tía refleja fuertemente deseo. Pone una mano sobre la cabeza del tío y la dirige hacia sus tetas. Sus pezones ya están empitonados y eso hace que al tío se le ponga cara de estar muy excitado. El tío comienza a besarle las tetas. Primero suavemente, dando picos a las aureolas y acariciando los pezones con las yemas de sus dedos. Enseguida está ya lamiendo las tetas enteras, moviendo la cabeza de arriba a abajo y de derecha a izquierda, a veces como describiendo circunferencias. Ocasionalmente, estimula repetidamente los pezones pasando la punta de la lengua rápidamente sobre ellos. La tía tiene cara de estar gozando muy intensamente y se lleva la mano a la parte inferior del bikini. Con los dedos se frota y entonces, en un primer plano, se ve con claridad como los labios se le marcan notoriamente en la tela. Mientras se frota, sus caderas y sus piernas tiemblan ligeramente.
El tío se ha dado cuenta de que la tía está tocándose. Le pregunta si no estaría más cómoda sin la parte inferior del bikini, húmeda porque acaba de salir del agua. La chica le responde que no sólo está húmeda por el agua, que se encuentra muy excitada. "Estoy cachonda, estoy lubricando casi tanto como si estuviera follando de lo excitada que estoy. Ningún hombre me ha comido las tetas como tú lo estás haciendo". Esto lo dice con una voz sensual y de forma algo entrecortada, la fuerte excitación se nota. El tío sabe perfectamente que no tiene que pedirle permiso, se incorpora y se coloca frente a sus piernas, las rodillas sobre el césped y el tronco, los brazos y la cabeza sobre la tumbona. Toma con suavidad el bikini por ambos lados de la cadera al tiempo que la tía la eleva ligeramente, instante que el tío aprovecha para quitárselo. Su coño está efectivamente húmedo. Es un coño perfecto. Los labios mayores tienen cada uno de ellos un par de lóbulos apenas perceptibles y son firmes, aunque no tirantes. El clítoris es claramente visible y tiene el tamaño que un clítoris debe tener, sobresaliendo del prepucio en la medida justa.
Entonces tú y yo nos miramos y sonreímos. "¡Vaya comienzo! Desde luego, la cosa promete" dices tú. "Sí, acaba de empezar y ya tengo la impresión de que va a ser la peli más sensacional que he visto nunca. Estamos los dos totalmente empalmados" digo yo. Y sí, los dos estamos totalmente palotes sin habernos siquiera tocado un momento. Nuestras pollas están apuntando al techo. Aún cubiertos los capullos por nuestros prepucios, aunque los ojetes ya están al descubierto.
Empezamos los dos a tocarnos, cada uno su polla. De forma suave, agarrando el capullo y rodeándolo con los dedos durante unos segundos, apretando de forma apenas perceptible. Agarrando con delicadeza el tronco y tocándonoslos pasando los dedos hacia arriba y hacia abajo, desde la base hasta la corona del capullo, pero sin tocarnos el capullo todavía.
Para entonces el tío ya está empleándose a fondo con el coño de la tía. Había empezado tocándole el clítoris con la yema del dedo corazón, mientras con los dedos índice y pulgar de la otra mano mantenía sus labios cerrados y los frotaba con suavidad, derecho contra izquierdo. Enseguida había continuado lamiéndole la cara interna de los muslos y acercándose al coño mientras no paraba de estimulárselo. Ahora estaba lo que se dice comiéndole el coño con unas ansias que se veían reflejadas en su rostro. Pasando la lengua por todo su coño, deteniéndose en el clítoris para estimularlo con la punta de la lengua, de forma similar a como lo había hecho con los pezones hacía apenas un par de minutos. La tía gemía ya, aún discretamente pero a un volumen fácilmente audible y los planos alternaban las secuencias, ora mostrando al tío comiéndole el coño a la tía, ora mostrando el rostro de la tía, que parecía estar en un éxtasis místico-sexual, los gestos de su cara acompasados con esos gemidos entrecortados de su boca.
En un momento dado la tía gritó "¡Dame fuerte y rápido en el clítoris con la lengua, fuerte y rápido por favor, me estoy acercando, me voy a correr!" Inmediatamente se mostró un plano del tío, que dejó de comerle el coño a la tía apenas un segundo y puso una cara a un tiempo de intensa felicidad y cierto toque pícaro. Enseguida volvió al coño de la tía, abandonando acariciarla con la lengua para centrarse exclusivamente en estimularle el clítoris con la punta de la lengua, lengua arriba lengua abajo a una velocidad tal que la lengua casi no se le veía, como las alas del colibrí. Los planos se iban alternando, la tía con cara de estar a punto de estallar de placer, el tío acercándola cada vez más al orgasmo. La tía gritó "¡Ahhhh. Me corro. Diossssss... me corro!" e instantáneamente esos espasmos suaves que hasta entonces la habían sacudido con ligereza se transformaron en espasmos brutales que provocaron que casi se cayera de la tumbona; no se cayó porque el tío, alargando sus brazos, le sujetó por la cintura. La tía se contorsionaba de placer, gemía y chillaba "¡Qué gusto. Joder, el coño me ha explotado! El tío retiró las manos de su cintura y se puso de pie. Todo el capullo y la parte superior del tronco le sobresalían del bañador por el muslo derecho. Un primer plano mostró su capullo y como el presemen ya había empezado a manar.
Te miré entonces a los ojos y los dos sonreímos. Yo solté también una breve y ligera carcajada. "Tío, como tú", te dije. Tú dirigiste la mirada a tu polla y yo también lo hice. Efectivamente, el presemen ya había llegado hasta la base del tronco y estaba a punto de empezar a deslizarse por tus huevos. La palma de mi mano estaba aún seca, pero la palma de la tuya estaba cubierta por una fina película de presemen. "Tío, ya estoy a mil. Ha sido comerle las tetas y el coño y la tía se ha corrido salvajemente. No puedo empezar a pajearme todavía o no voy a aguantar ni hasta que empiece la mamada", me dijiste. "Yo también tengo que seguir sólo tocándome porque como me haga una paja en toda regla también voy a correrme enseguida". "Pues a ver como lo hacemos, tío, yo estoy verraco verraco y no sé si voy a aguantar mucho sin empezar a pajearme", me dijiste. "No, eso no va a pasar; si hace falta, pausamos el vídeo y dejamos que el calentón se nos baje un poco", te dije yo.
Cuando terminó nuestra breve conversación, el tío acababa de quitarse el bañador y lucía una impresionante erección. Tenía unos huevos tirando a grandes y le sobresalían bastante. "Se parecen a los tuyos", dijiste tú. "Sí, aunque yo tengo el escroto algo rugoso y él lo tiene totalmente liso", te respondí yo. Estaba sin depilar, aunque su pelambrera no era demasiado espesa ni tampoco se extendía mucho. El ángulo de erección era 130 y su polla no estaba curvada hacia ningún lado, sino que era casi completamente recta, aunque ligeramente curvada hacia arriba. Su capullo tenía forma... En ese momento soltaste por la boca un "¡Coño!". Los dos nos miramos y yo dije "¡No puede ser!" Cogí el mando del televisor para pausar la peli. En ese momento, la polla del tío se mostraba en primer plano con una perspectiva que hacía que pareciera que se estaba viendo frontal y lateralmente al mismo tiempo. Inmediatamente le di al botón de pausa y su polla quedó fija en la gran pantalla del televisor. "¡Hasta tiene la misma densidad de venas que tú y se le marcan lo mismo que a ti!", te dije. "¡Hostia, esto es increíble. Siempre que me la casco viendo porno fantaseo con que soy yo quien está follándose a la tía. Ahora esa fantasía es más intensa y... Tío, mira, me he excitado tanto que ya ha llegado el presemen a la toalla!" dijiste tú. Sí, habías manchado la toalla y ya tenías también presemen no sólo en la palma, sino también en el dorso de la mano. "Contrólate un poco, tío, a ver si te vas a poner tan burro que vas a intentar follarte al televisor", te dije yo. Los dos soltamos una carcajada.
El tío y la tía se estaban comiendo la boca, echados los dos sobre el costado de forma que sus cuerpos se encontraban tocándose frente a frente. La polla del tío estaba entre los muslos de la tía, que los estaba moviendo, apretándolos uno contra el otro, haciendo a la polla del tío moverse. Entre los pubis de ambos había un hueco del tamaño justo para que cupiera una mano y la tía se la llevó al coño y empezó a frotarse el clítoris. Quería más, la tía quería más. "¡Quiero correrme otra vez. Hazme lo que sea, pero haz que me corra otra vez!", gritó la tía. El tío se incorporó y se puso a un lado de la tumbona. Volvió a ponerse de rodillas y entonces dirigió su mano derecha hacia el coño de la tía. Estaba tan lubricada que le entraron dos dedos sin necesidad de ningún esfuerzo. El tío no perdió tiempo y comenzó p´alante y p´atrás con los dedos, sin llegar a sacarlos del todo y apretando fuertemente hacia arriba. La cara de la tía decía que el punto G estaba bien activo. El tío se dio cuenta de la cara de estar gozando tan intensamente de la tía y le sonrió. La tía también sonrió y entonces el tío le puso la mano izquierda sobre su teta derecha. El tío siguió con los dedos estimulándole de forma cada vez más rápida, mientras con la otra mano le acariciaba las tetas a la tía. "¡Sigue, más fuerte, aprieta más hacia arriba. No pares ni un instante, no te detengas. Estoy gozando. Ay, Diosssss!" chillaba la tía y enseguida volvía a gemir, cada vez a un volumen mayor y más intensamente. Un primer plano de la polla del tío mostró como seguía totalmente enhiesta y, además, palpitaba. Se iban alternando planos del tío metiéndole los dedos a la tía, de la cara de la tía disfrutando y de la escena completa. Nosotros también estábamos gimiendo, no como la tía, por supuesto, pero sí suavemente. Estabas pasándote la yema del dedo por el capullo y eso te provocó un gemido más alto y más intenso. Te retiraste la mano de la polla unos segundos para enseguida volver a tocarte. Rodeaste tu polla con la mano y empezaste a pajearte. En ese preciso instante la tía dio un chillido muy escandaloso y su cuerpo se sacudió en un fuerte espasmo. Inmediatamente paraste la paja. Estaba claro que estabas en un nivel de excitación tal que cualquier cosa que pasara en la peli en algún momento podía hacerte perder el control y correrte. Yo también estaba tan excitado que decidí no pasarme la yema del dedo por el frenillo, que es lo que me disponía a hacer cuando la tía pegó el chillido y experimentó el espasmo. Los dos nos retiramos las manos de las pollas. "La tía va a correrse ya, mira su cara, fíjate como tiembla cada vez más", dijiste. "Joder como está el tío poniéndola a mil", dije yo. Volvimos a poner las manos en nuestras pollas, aunque sin estimularnos, las manos quietas. Entonces la tía gritó "¡Me corro, me corro, me corro. Ahhhhhh!" La tía convulsionó, todo su cuerpo sacudiéndose, las tetas moviéndose de tal forma que nos llamó tanto la atención que los dos soltamos a la vez espontáneamente un "¡Uffff... las tetas!" El tío le sacó los dedos y entonces, con la palma de esa misma mano comenzó a golpearle el coño repetidamente, de forma suave pero firme y constante. Esto alargó el orgasmo de la tía, que soltó un entrecortado "¡¿Estoy en la Tierra?!". El tío entonces dejó de golpearle el coño, se llevó la mano, que estaba empapada hasta más allá de la muñeca, a la polla y se pasó la palma de la mano por el capullo. Inmediatamente empezó a pajearse, mientras se incorporaba. Soltó un gemido de placer como no había hecho desde el comienzo de la peli y su cara reflejaba que ya estaba en un nivel de excitación muy alto.
"Tío, ahora viene algo que a todos los tíos nos pone muy cerdos", dijiste. "Sí, ahora le toca a la tía agradecerle al tío como la ha hecho correrse dos veces", dije yo. "Espero que empiece lentamente, que vaya poco a poco y así podré ir controlando la excitación", dijiste. "Sí, eso mismo espero yo. Las mamadas son mi perdición, es lo que más trabajo me llevó controlar. Cuando empecé a ver porno siempre me corría cuando la mamada aún no había terminado y me resultaba frustrante, pero es que no podía controlarme", te dije yo. El tío se había tumbado boca arriba y la tía se colocó entonces en la misma posición en la que el tío le había comido el coño a ella. Agarró su polla por la mitad superior del tronco y el capullo y la echó hacia abajo hasta que tocó la superficie de la tumbona. La soltó entonces, provocando que la polla diera un respingo y golpeara fuertemente en el vientre al tío, haciendo ese sonido característico de la polla cuando golpea el vientre. A la tía le pareció muy gracioso y repitió la acción varias veces mientras soltaba algunas carcajadas. Acercó la boca a la polla y sacó la lengua. Con la punta de la lengua rozó el ojete del capullo y en ese preciso instante se mostró un plano de la cara del tío, que evidenciaba un súbito y brutal placer. La tía repitió la operación varias veces, tal y como el tío le había estimulado el clítoris a ella unos minutos antes. Se escuchó la voz entrecortada del tío y se mostró su rostro. "Para, para, por favor. Puedo haberte comido las tetas y el coño como ningún hombre lo ha hecho y te puedo haber hecho un dedo que te haya llevado al Paraíso, pero mi polla responde como la de todos los hombres; si sigues me voy a correr y quiero provocarte más orgasmos y que sea follándote bien", le dijo el tío.
La tía entonces se metió la polla en la boca. Le cupo casi toda. La mantuvo así durante unos segundos y entonces empezó a sacársela muy lentamente, Cuando todo el tronco estaba fuera, detuvo la operación, de forma que el capullo seguía dentro de su boca. Apretó un poco y un primer plano de la cara del tío y un gemido suyo indicaron que estaba disfrutando. La tía se sacó también el capullo y la polla quedó completamente descubierta en todo su esplendor, brillante por la saliva. Volvió a meterse la polla en la boca y empezó a subir y bajar, desde casi la base del pene hasta la corona, recorriendo casi todo el tronco hacia abajo y hacia arriba, sin descubrir el capullo. El tío gemía cada vez con más fuerza y con mayor volumen, y su cara cada vez denotaba más placer. La tía entonces cambió la técnica y empezó a pasarle la lengua por el capullo en movimientos circulares. "Esto lo está aguantando mejor que los lametones en el ojete", dijiste. "Sí, y mira que da gusto eso, pero se controla mejor que lo que le ha hecho antes", dije yo. Para entonces habíamos empezado a pajearnos siguiendo el ritmo de la tía comiéndole la polla al tío sin descubrir el ojete, sincronizando las sacudidas que nos dábamos en la polla con el subibaja de la tía. "Ahora va a acelerar el ritmo, así que tendremos que controlarnos", dijiste. "Sí, o si no nos vamos a correr ya", dije yo. La tía volvió a meterse la polla en la boca y a subir y bajar a lo largo del tronco, aunque ahora dejando al descubierto también parte del glande muchas veces. Lo iba haciendo aumentando el ritmo paulatinamente, de forma imperceptible, lo que hacía más difícil controlarse y no ir también nosotros incrementando el ritmo de nuestras sacudidas. De vez en cuando le pasaba la lengua por el capullo. Se sacaba la polla de la boca y se la pasaba por toda la longitud de la polla, desde la base del pubis hasta el ojete. Utilizaba la parte superior y la inferior de la lengua. Volvía a metérsela en la boca arriba y abajo. Volvía a sacársela y otra vez la lengua recorriendo el tronco, y otra vez la lengua frotándole el capullo y así una y otra vez. Nosotros seguíamos con la paja, aminorando el ritmo cuando en la peli se mostraban planos de la cara de éxtasis del tío, porque nos excitaba mucho ver al tío disfrutar, casi más que ver como su polla era devorada por la boca de la tía.
Fue entonces cuando te miré. Tú te diste cuenta y también me miraste. Acerqué mi mano hacia ti, en un movimiento que se dirigía a tu entrepierna. Me detuve y te pregunté "¿Quieres?". "Sí, tío, adelante", dijiste tú. Mi mano llegó a tu entrepierna y toque tu polla con la mano, por el tronco. Te agarré la polla por el tronco y con la yema del dedo índice comencé a acariciarte el ojete y sus alrededores, sintiendo la humedad intensa de tu presemen. Moví mi dedo en movimientos circulares. Te miré y los dos sonreímos. Tu cara era un poema, te estaba provocando un placer muy intenso. “Tío, sigue, por favor, sigue… Ah, qué gusto, ahhh”, dijiste. Tus piernas comenzaron a temblar suavemente y cerraste los ojos. Entonces se escuchó ese sonido tan característico de cuando una tía se saca de la boca una polla casi entera de repente. Abriste los ojos y miraste a la pantalla al mismo tiempo que yo también lo hacía. El tío dio un gemido fuerte y se retorció de placer. Con la mano me hiciste un gesto, indicándome que me detuviera. Yo lo hice, pero sin retirar la mano de tu polla, manteniendo el tronco agarrado firmemente. La tía volvió a meterse la polla en la boca casi entera y siguió subiendo y bajando, lamiendo el capullo, lamiendo el tronco de arriba abajo y volviendo a metérsela en la boca y otra vez arriba y abajo. Con la mano yo te masturbaba siguiendo el ritmo de la tía comiéndole la polla al tío, mi mano arriba y abajo acompasada con la boca de la tía. Tu presemen me facilitaba muchísimo la tarea, tu prepucio descubriendo el glande cuando yo tiraba hacia abajo y cubriéndolo cuando tiraba hacia arriba. La tía se sacó la polla de la boca y le dijo al tío “Te necesito dentro de mí. Méteme la polla bien y vuelve a hacer que me corra”. Se incorporó y se colocó sobre el tío en posición de vaquera. Le agarró la polla y se la metió en la vagina. Inmediatamente comenzó a cabalgarlo, los pies sobre la tumbona, cada uno a un lado del tío, y empezó a subir y bajar flexionando las piernas. Al principio lentamente, pero enseguida su excitación le hizo acelerar. Ella era la que estaba follándose al tío, cuya cara evidenciaba que estaba disfrutando muchísimo, parecía que estaba en éxtasis. Arriba y abajo, arriba y abajo, metiéndosela entera hasta el pubis y sacándola hasta el final del tronco, sin llegar a descubrir el capullo. Yo seguía masturbándote, también siguiendo el ritmo de la tía. Tú ibas alternando la mirada, viendo la peli y mirando como yo te estaba pajeando. Entonces miraste mi polla, totalmente empalmada y palpitante. No dijiste nada, acercaste tu mano a mi polla y empezaste a pajearme a mí como yo estaba haciendo contigo. La tía empezó a alternar el subibaja con movimientos hacia adelante y hacia atrás, cabalgando sobre el tío, que seguía en éxtasis. Al moverse hacia adelante y hacia atrás la tía gemía más fuerte y su cara expresaba un placer intenso que poco a poco iba aumentando. El clítoris en constante fricción con el pubis del tío, la tía buscaba el siguiente orgasmo, quería correrse otra vez. Seguía alternando p´alante y p´atrás con arriba y abajo y en un momento dado no calculó bien y se le salió la polla. No volvió a metérsela enseguida, sino que la sobó unos segundos, haciéndole una breve paja. Entonces se echó hacia atrás, su tronco entre las piernas del tío, su cabeza sobre la tumbona, sus pies que reposaban a ambos lados de la cabeza del tío. Empezó a frotarse el clítoris de forma frenética mientras la polla del tío, a la que no le cabía ni una gota más de sangre, casi le llegaba al vientre, como si el capullo buscara el ombligo. La tía gemía y gemía y el tío comenzó a masturbarse a un ritmo también frenético. Los dos masturbándose piel con piel, nosotros masturbándonos el uno al otro, no pudimos evitar seguir el ritmo frenético del tío y la tía. “No voy a aguantar mucho más así”, me dijiste. “Yo tampoco, como ellos sigan así y nosotros también, voy a correrme antes de que vuelvan a follar”, te dije yo. En ese preciso instante la tía se incorporó, le quitó al tío la mano de la polla y volvió a metérsela. Se frotaba hacia adelante y hacia atrás cada vez más rápidamente. Un primer plano mostró ese movimiento, el clítoris apareciendo y desapareciendo mientras recorría el pubis del tío. Cada vez gemía más fuerte. “Tío, más despacio”, te dije yo. “Tú también, por favor”, me dijiste tú. Entonces la tía pegó un chillido espectacular seguido de un “¡Me corro…!”, se descabalgó del tío y volvió a tumbarse boca arriba y a golpearse fuertemente y repetidamente el coño con la palma de la mano, alargando así su orgasmo. El tío la miraba, se agarró la polla y empezó a pajearse, pero el gesto de su cara indicaba una excitación máxima, así que enseguida paró, mientras la tía aún se golpeaba el coño, con un primer plano que mostraba su coño totalmente húmedo y como sus secreciones vaginales habían manchado ligeramente el colchoncillo de la tumbona. Tú y yo interrumpimos las pajas que estábamos haciéndonos el uno al otro sin decir nada, embobados los dos viendo como la tía gemía, chillaba y se convulsionaba. Volví a pasarte el dedo índice por el ojete en un movimiento circular. “¡Hostia… Ahhhh!”, soltaste. “¡Deténte, tío, deténte o me corro ya!”. Retiré la mano de tu polla y tú comenzaste a respirar pausadamente, intentando relajarte y rebajar el nivel de excitación. Yo ya estaba echando presemen y me acaricié el glande, enfocándome en el ojete, tal y como acababa de hacer contigo. También tuve que parar a los pocos segundos; mi excitación era máxima y ver tu polla empalmada en todo su esplendor y libre, sin ninguna mano agarrándola, pegada a tu vientre, me ponía aún más verraco.
El tío y la tía volvieron a colocarse de tal forma que sus cuerpos estaban frente a frente, pegados, y se dieron un beso apasionado que duró cerca de un minuto. Nosotros volvimos a agarrarnos las pollas, cada uno la suya, y a sobárnoslas, sin llegar a pajearnos. El tío volvió a colocarse boca arriba y la tía se incorporó, le dio la espalda y volvió a meterse la polla, en la postura de vaquera inversa. Así no se les podía ver las caras a los dos al mismo tiempo, pero constantemente se intercalaban secuencias del plano completo, del coño de la tia arriba y abajo, de la cara de la tía y de la cara del tío. Tú y yo volvimos a retomar el ritmo de las embestidas. Ahora no sólo la tía cabalgaba al tío, también el tío empujaba arriba y abajo. Se coordinaban bien, pero a veces había un desfase y al tío se le salía la polla de la tía, lo que nos parecía muy gracioso. La tía comenzó a frotarse el clítoris mientras seguían follando salvajemente, el tío gimiendo cada vez más fuerte, las caras de placer de ambos intercalándose con los planos de la acción completa y del detalle del metesaca. El descanso que nos habíamos tomado mientras se habían besado nos había venido muy bien para bajar nuestra excitación y ahora nos la cascábamos sin temor a perder el control y corrernos. La tía entonces se echó hacia atrás, su espalda descansando sobre el pecho y el vientre del tío. En esta posición ella seguía moviéndose, pero ahora era el tío quien estaba moviéndose más, arriba y abajo taladrándola bien. La tía seguía tocándose el clítoris con frenesí y también al tío se le salía la polla a veces, inmediatamente la tía agarrándola y volviendo a metérsela. El tío entonces colocó sus manos sobre las tetas de la tía y empezó a sobarlas y a apretarlas, la cara del tío mostrando el placer que estaba sintiendo jugando con las tetas mientras se follaba a la tía. La excitación que nos provocó el añadido del sobeteo de las tetas nos hizo bajar el ritmo. Tú acercaste la mano que no estabas usando para pajearte hacia mi polla y supe qué querías. Retiré la mano de mi polla y te dejé agarrarla. Estabas pajeándote tu polla con una mano y pajeándome a mí con la otra. “¡Esta sensación es fenomenal… Tío, ¿te gusta como lo hago?!”, dijiste. “Sí, no pares por favor”, te dije yo. Yo miraba a la peli, te miraba a la cara y miraba como estabas pajeando las dos pollas a la vez. De pronto, otra vez el aviso de la tía. “Me corro de nuevo…Sí, me corro, me corro… Ahhhh!” Se sacó la polla y , sin quitarse de encima del tío, de nuevo empezó a estimularse el clítoris, ahora frotándoselo e intercalando fuertes golpes de la palma de la mano. La excitación del rato que llevaban follando y de los orgasmos anteriores hizo que este orgasmo fuera más intenso y más largo. La tía se movía en espasmos continuos y tú entonces seguiste con tus manos el ritmo de los espasmos de la tía, dándoles a las pollas golpes fuertes, tus manos chocando contra nuestros pubis, haciendo un ruido similar al de los huevos del tío chocando contra el pubis de la tía. Cuando la tía dejó de convulsionar dejaste de masturbarnos. “Hemos aguantado como campeones hasta el final de la escena”, dije yo. “Sí, tío, y eso que pajear a los dos a la vez me ha puesto muy burro, la sensación es genial”, dijiste tú.
El tío y la tía volvieron a besarse apasionadamente, mientras la tía seguía tocándose y el tío se pajeaba lenta y suavemente. En un momento dado, sin dejar de besarse, la tía le agarró la polla al tío y empezó a masturbarlo suavemente, mientras que el tío comenzó a sobarle a ella el coño, también con suavidad. “Tío, ¿se ha corrido cuatro veces de verdad?”, me preguntaste. “Sí, tío, se ha corrido cuatro veces, a cada orgasmo con mayor intensidad. Lo están haciendo tan bien que a veces me da la impresión de que van a salirse de la pantalla y los vamos a tener aquí follando delante de nosotros, oliendo sus cuerpos y el flujo de la tía”, te dije yo.
Terminaron de besarse y los dos se incorporaron, levantándose de la tumbona. No pudieron resistirse y volvieron a besarse apasionadamente. El tío cogió a la tía en brazos y se dirigieron hacia la casa. “Tío, estas pausas que hacen follando nos están viniendo muy bien para controlar la excitación”, dijiste. “Sí, pero estoy tan caliente que tengo que obligarme a bajar el ritmo cuando dejan de follar porque lo que me pide la polla es seguir cascándomela y correrme bien a gusto. Pero voy a aguantar hasta el final. Yo también fantaseo con que soy yo quien está follándose a la tía y voy acorrerme al mismo tiempo que el actor, como siempre intento hacer. Y esa corrida va a ser bestial”, dije yo. “Sí, a mí también me gusta aguantar hasta el final y correrme al mismo tiempo que el actor”, me dijiste tú.
Habían entrado en la casa y se habían echado sobre el sofá, la tía boca arriba y el tío encima de ella. Iban a follar en la postura del misionero. El tío le metió la polla sin más preámbulo, los dos estaban a mil y como llevaban un par de minutos sin follar la excitación les había bajado lo suficiente como para que el tío aguantara sin correrse un rato más. Ya en el primer empujón le clavó la polla a la tía completamente y empezó a embestirla brutalmente. La tía chillaba y gemía como una loca y el tío, más bajo y con menos intensidad, también gemía. Las caras de los dos reflejaban el placer que estaban experimentando. “Tío, ¿otra cruzada?”, te pregunté. “Venga, adelante”, respondiste tú, y me agarrase la polla y yo te la agarré a ti. Nos masturbábamos siguiendo el ritmo de las embestidas del tío. “Siempre lo hago así, aunque muchas veces tengo que aminorar el ritmo durante unos segundos y luego retomarlo porque si no aminoro me corro”, te dije. “A mí me pasa igual, pero a veces pierdo el control, no calculo bien y traspaso el punto de no retorno y no puedo evitar correrme”, dijiste tú. El tío aceleraba el ritmo de las embestidas y la tía no paraba de chillar y gemir como una loca. Entonces, el tío se detuvo súbitamente, pero sin sacarle a la tía la polla. Necesitaba una pausa de unos segundos, estaba claro. Nosotros también paramos, pero seguimos agarrándonos las pollas el uno al otro. “En las pelis, cuando el tío hace eso, yo siempre paro también, pero sigo agarrándome la polla si el tío no se la saca a la tía”, dije yo. “Sí, y si el tío se la saca a la tía unos segundos, retiras la mano de la polla y vuelves a agarrártela y a pajearte cuando el tío vuelve a metérsela y sigue embistiendo, ¿no?”, dijiste tú. “¿Cómo lo sabes?”, te pregunté. “Bueno, creo que es algo instintivo, cada cual se masturba a su manera, pero hay hábitos que seguimos casi todos los tíos”, dijiste tú.
El tío volvió a metérsela. En esta ocasión, iba alternando golpes más suaves con golpes más penetrantes y también iba variando la velocidad, a veces un ritmo más lento, a veces más rápido. Había estado con los brazos reposando sobre el sofá, pero ahora le puso las manos a la tía sobre las tetas y empezó a sobárselas y a acariciarle los pezones con las yemas de los dedos mientras no paraba de embestirla. “Sí, así, sigue, estoy gozando…Ay, Dios!” gritaba la tía. El tío soltaba un gemido fuerte cuando le pegaba a la tía una de esas embestidas en las que la empotraba. Seguíamos el ritmo de las embestidas y que el ritmo estuviera constantemente variando nos venía muy bien para controlar la excitación. “Parece como si los guionistas hubiesen querido ayudarnos a los pajeros a aguantar más”, dijiste tú. “Sí, eso parece, llevamos ya un rato sin parar y estamos aguantando bien”, dije yo. Dirigí la mano que tenía libre hacia tu polla e, instintivamente, supiste qué quería. “Ahora me toca a mí”, te dije. Retiraste la mano de tu polla y te la agarré con la mía. Estaba yo como tú habías estado poco antes, pajeándome con una mano y con la otra pajeándote a ti. “No sé que me da más gusto, si una cruzada o así”, me dijiste. “Yo tampoco sabría decirte”, te respondí. En un momento dado, el tío aceleró los empujones. Un primer plano mostró el rostro de la tía. “Tío, ésta va a correrse por quinta vez”, dije yo. “Sí, y tengo la impresión de que ahora el tío va a seguir embistiéndola mientras se corre, ni él va a sacarle la polla ni ella va a hacerlo tampoco”, dijiste tú. “Sí, pero verás como la tía se las arregla para llevarse la mano al clítoris y frotárselo mientras se corre”, dije yo. “¿Tú y yo hemos visto muchas pelis porno o es que ya conocemos a la tía como si nos la hubiéramos follado?”, dijiste tú. Los dos estallamos en carcajadas mientras yo seguía pajeando ambas pollas. Entonces la tía comenzó con los espasmos, un chillido fuerte y prolongado y, efectivamente, se las arregló para llevarse la mano abajo mientras el tío no dejaba de embestirla y empezó a frotarse. En esta ocasión no gritó que se corría, ni falta que hizo. “¿Te llevo al límite?”, te pregunté. “Sí, tío, yo te aviso”, respondiste. El tío seguía embistiendo y yo seguía pajeándonos y aceleré. En un momento dado, vi signos inequívocos en tu cara. Estabas muy cerca, y eso hizo que yo también me acercara. Aminoré el ritmo durante unos segundos y entonces detuve la paja completamente. “No te he dicho nada. ¿Cómo has sabido que tenías que parar en ese preciso instante?”, me preguntaste. “Tu cara hablaba por ti”, te respondí. “Cuando estoy en el punto de no retorno, interrumpo la paja súbitamente. Pero también me gusta a veces controlar más y aminorar el ritmo antes de detenerla completamente”, dije. “Sí, a mí también me gusta hacerlo de las dos formas. Lo que pasa es que si cuando aminoro la paja he llegado casi al borde se me escapan una o dos gotas de semen”, dijiste. “Sí, a mí también me pasa. Una vez me toqué el capullo para esparcirme una gota de semen que me había salido y la excitación que me provocó tocarme el capullo hizo que no pudiera evitar correrme y solté un lefazo detrás de otro”, dije yo.
Mientras la tía seguía tumbada boca a arriba, el tío se echó hacia atrás. “Sí, cómeme otra vez”, dijo la tía. El tío empezó a hacerle un dedo, metiéndole dos dedos, luego tres, adentro y afuera, empujando hacia arriba, otra vez estimulándole el punto G. Al mismo tiempo, con la legua, le lamía el clítoris con frenesí. La combinación tuvo un efecto inmediato en la tía. El tío mientras hacía como que se follaba al sofá, estaba tan caliente que tenía que estimularse la polla de alguna manera. Comiéndole el coño a la tía, haciéndole el dedo con una mano y con la otra sobándole una teta y la otra. Nosotros volvimos a pajearnos cada uno su polla. “¿Otra vez estás cerca?”, le preguntó el tío a la tía. “Sí, no pares, dale más fuerte a los dedos y pásame la punta de la lengua por el clítoris”, le dijo – más bien le suplicó – la tía. Y de pronto “Otra vez… sí, ah… me corro, me corro, me corro… síííííííí”. Pese al brutal orgasmo de la tía, nosotros seguimos pajeándonos sin bajar el ritmo. Íbamos poco a poco controlando la excitación cada vez mejor. Yo cada vez echaba más presemen, pero tú te habías moderado y ya soltabas menos cantidad.
La tía se llevó las manos a las tetas mientras se recuperaba de la corrida y se las sobaba. El tío se sentó y empezó a masturbarse mientras con cara de estar verraco perdido miraba como a la tía le chorreaba el coño y como se sobaba las tetas. “Ahora vas a seguir comiéndome y yo también voy a comerte a ti”, le dijo la tía al tío. “¿Podemos antes hacerlo de lado?”, le preguntó el tío. “Esa postura me pone a mil y mientras te taladro voy a darte en el coño con una mano, a sobarte las tetas con la otra y a comerte la boca”, le dijo el tío. Y se pusieron en posición y la tía le agarró la polla y se la metió. El tío comenzó a penetrarla lenta y suavemente. Estaba muy muy salido y si iba más rápido iba a correrse. “Tío, el side fuck me excita muchísimo. La combinación de la follada, el frote del clítoris, el sobeteo de las tetas y el beso es demasiado para mí. Si tenemos que pausar el vídeo en algún momento, ¿te importa?”, te pregunté. “No, claro que no. A mí me pasa igual. Con el side fuck tengo que estar constantemente aminorando y acelerando y aminorando otra vez para no correrme. Y cuando ya no puedo más no tengo más remedio que detenerme y aún así la excitación me baja muy despacio porque lo que veo en la pantalla me pone cerdo cerdo”, dijiste. “Bueno, pero vamos a aguantar como campeones. No va a hacer falta pausar el vídeo, no, te digo que yo aguanto la escena entera”, dije. Lo que se veía en la pantalla era sexo salvaje sin concesiones. Embestidas profundas y rápidas, el tío agarrando una teta sin soltarla con una mano y con la otra frotándole a la tía el coño con frenesí, los dos constantemente buscándose las bocas y morreándose con pasión. Gemidos entrecortados, a veces alguno a más volumen. Nosotros seguíamos pajeándonos, pero éramos incapaces de seguir el rimo de las embestidas. Acerqué mi mano a tu polla. “No, tío, me encantaría, pero como me agarres la polla y me pajees tú voy a ser incapaz de controlarme y no quiero correrme todavía, quiero llegar al final y que el tío, tú y yo nos corramos a la vez, como si nos estuviéramos follando a la tía entre los tres”, dijiste. Instantáneamente detuve mi paja. “¿Qué te ocurre?”, me preguntaste. “¿Te he cortado el punto? ¿Tantas ganas tenías de agarrar mi polla?”. “No, no es eso, tío. Es que me he imaginado que estábamos follándonos a la tía con el actor y me he puesto que casi me corro”, te dije. “Tío, esto es bestial, una peli formidable, sensacional, y dos tíos disfrutando del porno y de las pajas sin vergüenza, como dos tíos deben disfrutar el uno del otro, como tíos que son”, dijiste.
El tío seguía con las embestidas, el sobeteo de las tetas y la estimulación del clítoris. Su cara reflejaba que estaba acercándose al punto de no retorno. Aminoró el ritmo y se detuvo. Nosotros dejamos de pajearnos, pero manteniendo la mano en la polla. El tío le sacó la polla a la tía. “¿Qué ocurre?”, le preguntó la tía. “No sólo es que me iba a correr, es que tengo una sed horrible. Necesito beber agua”, dijo el tío. “Sí, yo también estoy seca, vamos a la cocina”. Fueron a la cocina, sacaron una botella grande de agua de la nevera y se la bebieron entera entre los dos. Al tío no se le bajaba el empalme y se tocaba la polla. La tía tampoco podía evitar tocarse el coño de excitada que estaba. “Desde luego, la peli es realista”, dije. “Sí, demasiado tiempo han tardado en necesitar agua”, dijiste tú.
Esa pausa nos vino muy bien para bajar nuestra excitación. De hecho, nuestras erecciones perdieron algo de fuerza, pero muy poco. En cuanto volvieron al sofá y reanudaron el side fuck volvimos a empalmarnos totalmente y otra vez a pajearnos. Me acercaste la mano a mi polla. “¿Quieres intentarlo?”, me preguntaste. “Adelante”, te respondía. Me pajeabas a mí con una mano y te pajeabas tú con la otra, intentando seguir el ritmo de las embestidas aunque sin conseguirlo del todo. Yo estaba logrando controlar la excitación, pese a lo burro que me ponía que me estuvieras pajeando tú. Entonces la tía volvió a poner esa cara de estar a punto de correrse. Llevé mi mano a la tuya y tú entendiste que debías retirarla de mi polla. “Como sigas pajeándome mientras la tía se corre no voy a ser capaz de aguantar, tío”, te dije. La tía entonces estalló y se convulsionó que parecía que estaba poseída. Tuviste que detener súbitamente la paja y los dos nos quedamos hipnotizados viendo el efecto del orgasmo en la tía. El tío también la miraba y se llevó la mano a la polla, la rodeó totalmente y se la apretó; parecía que estaba tan verraco que o hacía eso o se corría. Nuestras pollas palpitaban y echaban presemen. Tú miraste la mía, yo miré la tuya y sonreímos.
Tras un minuto, el tío y la tía parecían haber vuelto a un nivel más bajo de excitación. Sin decir nada, los dos se colocaron en posición de 69 y empezaron a comerse mutuamente. Instintivamente, yo acerqué mi mano a tu polla y tú acercaste tu mano a la mía y empezamos a pajearnos mutuamente a un ritmo medio. “Esta escena está bien para calmarse un poco y controlarse”, dijiste. “Sí, aunque las ganas con las que éstos dos están comiéndose las he visto yo en pocas pelis”, te respondí. El tío estaba boca arriba y la tía boca abajo encima de él; el tío agarrándole el culo con firmeza con las dos manos y comiéndole el coño pasándole la lengua por todas partes, a veces deteniéndose y haciendo como que se restregaba la cara contra el coño. La tía le comía la polla con una maestría que los dos flipábamos. Se la sacaba de la boca y le lamía los huevos en toda su extensión y volvía a metérsela hasta casi el pubis y arriba y abajo sin llegar a descubrir el glande y a ratos sacándosela entera y lamiéndole el capullo con ganas. Entonces empezó a lamerle repetidamente el ojete sólo con la punta de la lengua, primero pausadamente, luego acelerando el ritmo. Esto tuvo en el tío el mismo efecto que al principio. “Para, para”, decía el tío con voz entrecortada mientras su cuerpo entero temblaba. La tía paró de hacerle eso, pero siguió comiéndosela de todas las formas posibles. “Vamos a seguir follando”, dijo la tía. “Espera, antes quiero hacerte correrte otra vez”, le dijo el tío, y aceleró el ritmo y la intensidad con que le estaba comiendo el coño. “Más despacio, por favor”, te dije yo. “Tú también, tío, por favor”, me dijiste tú. Los dos aminoramos el ritmo de la cruzada de la que tanto estábamos disfrutando. La tía seguía mamando y mamando y en un momento dado empezó a temblar cada vez más fuerte. “Ahora va a sacarse la polla de la boca y va a chillar que van a temblar las paredes”, dijiste. “Pues a mí me da que no va a dejar de comerle la polla mientras se corre”, dije yo. Y así fue, la tía se corrió sin sacarse la polla de la boca, pero convulsionó de tal forma que medio cuerpo se le salió del sofá y cayó al suelo. Se las arregló para no lastimarle al tío la polla pese a lo difícil que debía resultarle controlar lo que hacía con su boca. Siguió comiéndosela al tío mientras se llevaba no una mano, sino las dos hacia el coño y se tocaba, y después con una mano frotándose el coño y con la otra acariciándose una teta. Por fin se sacó la polla de la boca y se echó totalmente en el suelo. El tío seguía tumbado boca arriba en el sofá y se llevó la mano a la polla y empezó a pajearse intensamente. “Joder, tío, ¿cómo puede tener tanto aguante el cabrón? Después de cómo se la ha mamado, el tío tiene fuelle para pajearse como lo está haciendo. ¿Aceleramos?”, te pregunté. “No, si seguimos con la cruzada no voy a aguantar si aceleramos. Para seguirle el ritmo al tío sin correrme me la tengo que hacer yo, contigo pajeándome y yo pajeándote a ti… ¡Ufff!, demasiada excitación”. Los dos retiramos las manos de las pollas para enseguida agarrarnos cada uno la nuestra y nos pajeamos siguiendo el ritmo de la paja del tío. Los dos soltábamos gemidos de placer, nos mirábamos y sonreíamos.
La tía se incorporó y volvió a echarse en el sofá mientras el tío dejaba de pajearse. Sin decir ninguno nada, el tío se levantó del sofá, cogió a la tía en brazos, la tía le echó los brazos sobre los hombros y flexionó las rodillas. Estaban polla contra coño. “Métetela”, le dijo el tío. La tía alargó un brazo hacia abajo, le agarró la polla al tío y se la metió p´adentro, volviendo a colocar el brazo alrededor de la espalda del tío. Iban a follar de pie. Los dos mirábamos fijamente a la pantalla, nuestras caras reflejando una excitación bestial. El tío empezó a embestirla mientras levantaba y bajaba a la tía. La polla se le salía a veces y muy rápidamente la tía volvía a metérsela. Sus cuerpos estaban fuertemente apretados y a la tía casi no se le veían las tetas, ni al tío casi el pecho y el abdomen. Nosotros volvimos a la paja cruzada.
Pero entonces tú tuviste una idea. “Tío, ¿frotamos nuestras pollas? Tengo unas ganas locas de probar qué se siente”, dijiste. No te respondí ni sí ni no ni ninguna otra cosa porque mi cara lo hizo por mí. Nos colocamos uno frente al otro, nuestros cuerpos totalmente sobre el sofá. Estiré mis piernas hacia ti y tú estiraste tus piernas hacia mí y las entrelazamos, quedando mis piernas sobre las tuyas. Con ayuda de los brazos nos acercamos hasta que nuestros huevos estaban en contacto. Alargué el brazo y, con mi mano derecha, agarré tu polla y la incliné hacia la mía. Al entrar las dos pollas en contacto soltaste un gemido fuerte y pusiste una cara indescriptible. Sin dejar de agarrarte la polla, agarré la mía con la otra mano y las junté, tronco contra troco, capullo contra capullo, los dos frenillos pegados uno al otro. Diste entonces un respingo que te sacudió todo el cuerpo y volviste a soltar un fuerte gemido. “¡Tío, estoy en el Cielo! ¡Dios, qué gusto, esto es lo mejor… Ah, joder, no es sólo la polla, tengo todo el cuerpo muy sensible. Dios, qué gusto…!”, gritaste. El tío seguía cepillándose a la tía de pie y el sonido de las embestidas al chocar los pubis de ambos era más fuerte que en las escenas anteriores, incluso que en las de vaquera y vaquera invertida. Pero ni tú ni yo estábamos ya mirando la peli. Con mis dos manos agarrando firmemente nuestras pollas, empecé a deslizar las manos de arriba abajo por toda la longitud de nuestras pollas. Los dos gemíamos intensamente. No necesitábamos lubricante alguno, volvías a segregar mucho presemen de lo verraco que estabas. “¡No pares, tío, no pares!”, gritabas. Entonces escuchamos – no vimos – los inequívocos gemidos de la tía corriéndose por enésima vez y como el tío también gemía. Eso nos puso muy cerdos. Tuve que disminuir el ritmo y tú me dijiste “Para del todo, por favor, para del todo. Estoy que voy a estallar y no quiero correrme porque quiero seguir haciendo esto hasta que ya sea imposible aguantar más”, dijiste. Paré del todo y retiré mis manos de nuestras pollas. Los dos estábamos resoplando, con la respiración acelerada. “¿Te ha gustado?”, te pregunté. ¿Qué si me ha gustado? Mira como me están temblando las piernas y como me palpita la polla”, dijiste. “Pero tenemos que descansar unos minutos, si empezamos otra vez ahora mismo no aguanto ni medio minuto”, me dijiste. “Sí, yo también necesito unos minutos para que este calentón brutal se me baje”, dije. “Ahora el que necesita beber agua soy yo”, dijiste. Te levantaste y fuiste a la cocina, con la polla totalmente empalmada. Te seguí, también yo completamente tieso. Abrimos la nevera, sacamos una botella de refresco y nos echamos cada uno un vaso grande, de medio litro. La botella era de litro y medio, así que el medio litro que quedaba lo repartimos entre los dos. El segundo vaso lo bebimos más despacio, con la respiración aún algo acelerada, pero poco a poco recuperándonos. Te miré la polla y tú también me la miraste. Los dos nos miramos a la cara y sonreímos. Sin decir nada, volvimos al salón y nos sentamos en el sofá. “Vaya, antes en el jardín y ahora en la casa, éstos dos otra vez están follando en la postura de la vaquera”. “Sí, la tía quiere correrse una vez más y esta postura es muy propicia para eso”, dije yo.
Volvimos a tocarnos la polla, cada uno la suya, mientras la tía cabalgaba al tío, el tío a veces tomando la iniciativa y empujando él. La tía entonces cambió el subibaja por el p´adelante y p´atrás, frotándose bien el clítoris. Nosotros fuimos un paso más allá y otra vez empezamos a pajearnos. Se alternaban planos de la cara de la tía con planos de la cara del tío con planos de la escena completa y primeros planos del frote que la tía estaba dándole al coño contra el pubis del tío. La tía aceleraba poco a poco y nosotros aceleramos el ritmo de la paja. Acercaste tu mano libre a mi polla y yo te dejé agarrármela. Volvías a pajearme a mí mientras te pajeabas tú. El tío empezó a gemir de forma cada vez más intensa y continua y entonces yo acerqué mi mano a tu polla, tú retiraste de ella tu mano y me dejaste agarrártela. Estábamos los dos de nuevo gozando de una paja cruzada en toda regla mientras la tía se acercaba al orgasmo. “Tío, ¿cuántas veces se ha corrido? He perdido la cuenta”, te dije. “Yo también, esta tía va a tener que tirarse unas cuantas horas sin moverse y al tío va a estar doliéndole la polla una semana”, dijiste tú. Los dos íbamos acelerando el ritmo de la cruzada. “Ahora vamos a acelerar todavía más cuando la tía se corra y nosotros vamos a aguantar como campeones”, me dijiste. “Sí, tío, hay que entrenar la resistencia para después volver a frotarnos y durar un rato”, te dije yo. Esta vez la tía no dijo nada, se corrió gritando como una energúmena y, en vez de sacarse la polla y golpearse el coño, apretó aún más para que la polla entera se le quedara dentro y se llevó la mano al clítoris y se lo frotó con más intensidad que nunca, alargando así otra vez su orgasmo. El tío no podía dejar de mirar el espectáculo que tenía delante y nosotros, tal y como habíamos acordado, aceleramos el ritmo de la cruzada que nos estaba llevando al Cielo. No fue hasta que el tío se incorporó ligeramente y la tía se echó hacia atrás, colocando las palmas de las manos sobre el sofá, que nosotros aminoramos, el ritmo sin dejar de pajearnos mutuamente. Ni el tío le sacó la polla a la tía ni la tía lo hizo y el tío alargó los brazos para coger a la tía por las caderas mientras la tía seguía con el tronco echado hacia atrás y las manos apoyadas en el sofá. “Tío, me parece que ahora van a follar en la postura de la caja, que me pone muy burro”, te dije. “Sí, van a hacer eso y me da que ésta va a ser la última y también en la que más tiempo van a emplear”, dijiste. “A mí me da que la tía ahora, para terminar, va a correrse dos veces y que el tío va a correrse al mismo tiempo que ella se corra la segunda vez”, te dije. Y así fue, siguieron follando, las tetas de la tía moviéndose de forma que tú y yo las mirábamos embobadísimos. “Tiene unas tetas perfectas. ¡Cabronazo el tío, que está follándose a una tía que parece una diosa y está arrancándole un orgasmo detrás de otro!”, dijiste. “¡Ufff! Y mira como los dos están en el rol activo, la tía subiendo y bajando las caderas y el tío empujando hacia arriba embistiéndola”, te dije yo. Entonces me giré y puse las piernas en el sofá dirigiéndolas hacia ti. No había terminado yo de colocarme así cuando tú estabas haciendo lo mismo, echando hacia mí tus piernas. Nos acercamos hasta que nuestros huevos estaban en contacto estrecho y tú alargaste tus manos. “Ahora me toca a mí”, dijiste. “Quiero experimentar que se siente al pajear dos pollas al mismo tiempo, frotando una contra la otra como hemos hecho antes”, añadiste. Cuando envolviste nuestras pollas en tus manos pusiste una cara de plenitud total y enseguida empezaste a hacer lo mismo que yo había hecho antes. Huevos pegados, troncos pegados, capullo contra capullo, frenillos rozándose. Los dos soltamos un fuerte gemido. Tú seguías arriba y abajo arriba y abajo cada vez con más fuerza y los dos jadeábamos cada vez más intensamente, nuestra respiración cada vez más acelerada y entrecortada y nuestros gemidos cada vez más fuertes. Nos mirábamos el uno al otro, recreándonos en nuestras caras que reflejaban el placer supremo, mirando nuestras pollas envueltas en tus manos luchando una contra la otra y a ratos mirando la peli. Cerraste los ojos y te concentraste en menear bien las dos pollas. Yo hice lo mismo. Estábamos los dos en un éxtasis que no queríamos que terminara y estábamos aguantando muy bien. Los dos cubiertos de sudor y con el cuerpo entero convertido en una única zona erógena, el placer que sentíamos en las pollas extendiéndose hasta el último rincón de nuestros cuerpos. De pronto, la tía “Ahhh… ya casi estoy, más fuerte, acelera que me corro…Ahhhh! El tío soltó también un grito como no había soltado en toda la peli. Los dos abrimos los ojos. “Aún tiene la polla dentro de la tía, no creo que se haya corrido todavía”, dijiste. “No, no lo ha hecho, el grito ha sido atronador, pero con este polvo sensacional que están echando cuando el tío se corra va a ser más escandaloso y lo va a hacer fuera, verás como echa chorro tras chorro y le pone a la tía las tetas y la cara cubiertas de leche”, dije. Aminoraste el ritmo porque el grito del tío y la corrida de la tía hicieron que a los dos la excitación nos aumentara todavía más, aunque aquello parecía imposible. Acerqué mis manos a nuestras pollas. Tú retiraste tus manos de ellas y yo con la mano izquierda agarré las dos por la base fuertemente y comencé a deslizar la mano derecha arriba y abajo por los troncos y frotando los capullos con la palma de la mano. Los dos soltamos un grito espectacular y nuestra respiración se aceleró aún más. “¡Para, tío, para, que me corro y el tío no se ha corrido todavía!”, gritaste. Yo también estaba a apenas unos segundos y paré en seco. Solté nuestras pollas y miramos como el tío y la tía habían reanudado el polvo en la postura de la caja. Esta vez, la tía sólo se mantenía con una mano sobre el sofá porque con la otra estaba frotándose el clítoris frenéticamente. Los dos se movían a una velocidad enorme y cada vez mayor, ella p´atrás y p´adelante y él arriba y abajo. El tío se estaba acercando, la típica cara de tío al que le queda poco para correrse en las pelis porno. Tú entonces hiciste lo que yo había hecho unos instantes antes. Con tu mano izquierda agarraste firmemente las dos pollas por la base y con la mano derecha empezaste arriba y abajo arriba y abajo cada vez más fuerte, de vez en cuando agarrando los dos capullos y restregándolos fuertemente uno contra el otro. Ni mirábamos la película ni escuchábamos los gemidos y chillidos de los actores. Nos mirábamos el uno al otro, mirábamos como te empleabas a saco con nuestras pollas y sonreíamos que parecíamos ángeles en la mayor gloria. Nuestros cuerpos temblaban cada vez con más fuerza. Si en ese momento hubiera tenido lugar un terremoto no nos habríamos dado cuenta, absortos como estábamos en el placer intenso e inmenso que estábamos experimentando. De lejos escuchábamos como el tío y la tía balbuceaban algo y miramos la peli. La tía iba a correrse y lo avisó. “¡Me corro, me corro, me corro… Ahhhhh... Sí, me corro ya!” Y esta vez sí, el tío también avisó. “¡Yo también me corro…Ahhh… Dios me voy a correr… Va a estallarme la polla… Ahhh”. Tú seguías empleándote con nuestras pollas y el tío le sacó la polla a la tía, las piernas flexionadas mientras la tía se incorporaba ligeramente y colocaba su cara a escasos centímetros de la polla del tío. La tía no pudo contenerse y se metió la polla en la boca enterita, pero enseguida se la sacó y dejó que el tío se masturbara con la polla apuntando a sus tetas. La cara del tío evidenciaba que sólo le quedaban unos segundos y la tía puso esa cara típica de las pelis porno de las tías que se preparan para recibir una lefada espectacular. “¡Tío, que se corre ya, acelera, acelera!”, grité. “¡Más rápido, más fuerte!”, volví a gritar. Nos miramos a la cara y reconocimos ese rictus de un tío que está a punto de explotar. El tío aceleró aún más la paja, pegó un grito espectacular “¡Ahhhhhhhh!” y vomitó el primer chorro de leche, que salió disparado hacia las tetas de la tía y dejó un reguero que iba desde la base de las tetas hasta el cuello. No hizo falta más para que nosotros estalláramos. Los dos soltamos un grito espectacular “¡Ahhhhhhhh!” “¡Me corroooooooooo!”, gritamos los dos a la vez. No sabíamos cuál era la polla de cada uno, parecía que nuestras pollas se hubieran fundido las dos en una. Soltamos el primer chorro y luego otro y otro. Tus manos estaban empapadas de nuestro semen y tú aceleraste aún más y seguimos vomitando lefa, pero perdimos la cuenta de cuántos chorros echamos. Entramos en un trance que parecía que nuestras almas habían abandonado nuestros cuerpos y estábamos en el Paraíso del placer. Dejaste de pajearnos, nuestro semen regando nuestras pollas, nuestros huevos, nuestros pubis, incluso la parte superior de los muslos. Los dos nos tendimos boca arriba, cada uno con la cabeza a un extremo del sofá, pero con nuestras piernas aún entrelazadas. Así estuvimos un rato, dudando de si aquello había ocurrido de verdad o había sido un sueño. Estábamos agotados y precisamente el sueño nos invadió, nuestros cuerpos convalecientes del chute de testosterona y oxitocina que nos habíamos metido. Con nuestras piernas aún entrelazadas, los dos nos quedamos dormidos…

Fin
 
¡Hola a todos! Hace tiempo que tengo el deseo de un amigo de pajas y frot. Cerveza, porno, pajas cruzadas y frot. Si se tercia y a mi amigo no le disgusta, caricias - en los pezones, los muslos, el pecho, el vientre y la espalda - y besos. Nada más; con todo eso la testosterona y la oxitocina fluyen a raudales y dos hombres pueden gozar de una experiencia sumamente gratificante, disfrutando ambos de su masculinidad compartida y satisfaciendo unos deseos y unas necesidades que una mujer no puede satisfacer por razones obvias, aunque sus encantos y su pericia en el sexo sean capaces de provocar el deseo incluso en los hombres que (creen que) son totalmente inmunes al deseo por una mujer. Mi fortísimo deseo de un amigo de pajas y frot me ha inspirado para escribir un relato de ficción. Cuando era adolescente me dio una temporada por escribir relatos eróticos - todos de temática heterosexual - donde narraba historias de sexo en pareja y en grupo. Sí, estaba muy salido, como todos a esa edad. Llevaba 27 años sin escribir un relato erótico y me ha sorprendido la facilidad y la rapidez con que lo he hecho; mi deseo tan fuerte me ha proporcionado una magnífica inspiración. Lo pongo en este subforo, aunque creo que la masturbación mutua y el frot no son algo ni gay ni hetero, sino sencillamente algo genuinamente masculino que cualquier hombre puede disfrutar en plenitud sin necesidad de etiquetarse ni de dudar de nada. Los protagonistas somos un amigo de pajas imaginario y yo. Bueno, también el tío y la tía que protagonizan la peli porno que mi amigo y yo estamos viendo mientras damos rienda suelta a nuestros deseos. Como quiero que cuantos más hombres - bueno, y también mujeres - disfruten de este relato mejor, sólo hay pajas, pajas cruzadas y frot; no hay caricias ni besos, que a bastantes hombres les pueden echar para atrás. El relato comenzó como una fantasía en tiempo real, así que al principio está escrito en presente, pero en un momento dado, sin darme cuenta, seguí escribiendo en modo relato y cambié al pasado. He preferido dejarlo así, me parece más auténtico. Espero que os guste y que sea útil para todos aquellos que sentís deseos de experimentar esta forma tan genial y tan placentera de conexión entre dos hombres, pero que tenéis dudas y que tal vez sentís vergüenza y culpa de tener estos deseos y miedo de hacerlos realidad. Es algo natural, inocente e instintivo; dos hombres saben como disfrutar el uno del otro sin tener que haberlo aprendido de nada ni de nadie. Y muy seguro; el riesgo de transmisión de ETS es bajísimo, prácticamente nulo - con la posible excepción del herpes genital y también de la viruela símica -. Saludos a todos.

Estamos los dos viendo porno y completamente desnudos frente a un televisor de pantalla grande, cómodamente sentados en un sofá, cada uno sobre una toalla blanca para evitar el contacto directo de nuestros cuerpos con el sofá. Los dos estamos muy relajados y muy tranquilos, muy a gusto, tomando algo de beber. Estamos en penumbra porque las luces que están puestas son suaves e indirectas; la pantalla del televisor ilumina más que las luces. Ninguno de los dos está todavía empalmado y estamos decidiendo que tipo de peli porno queremos ver. A ti te apetece ver una peli larga, con los actores dedicando un buen rato a los juegos previos, y te gustaría que la actriz fuera una mujer escultural, de medidas de modelo. Quieres que los actores follen en muchas posturas distintas, incluyendo el misionero, la vaquera y el side fuck. Yo quiero que la actriz sea algo morena, no mucho, y de ojos verdes. Me gustaría, como a ti, que los actores follaran en muchas posturas distintas y, además, que entre que terminan de follar en una postura y comienzan con otra, dedicaran unos minutos a tocarse y acariciarse todo el cuerpo, a masturbarse mutuamente y a comerle el tío el coño a la tía y comerle la tía la polla al tío. Me da morbo también que el tío tenga una polla igual que la tuya. Tú quieres que la acción transcurra en un jardín con piscina, escuchándose de fondo el sonido agradable de un chorro de agua cayendo en la piscina y que los actores follen en una tumbona cómoda, con el respaldo ligeramente incorporado para que así, en las tomas de frente, mientras hacen sexo oral, se vean bien las caras de placer que ponen. Yo quiero lo mismo, pero que, a mitad de la película más o menos, entren en la casa y continúen follando en el sofá del salón, un salón amplio, de grandes ventanas, con mobiliario moderno y funcional. El sofá es muy amplio, para que dos personas puedan estar cómodamente tendidas a lo largo del mismo, una al lado de la otra, con los cuerpos pegados, pero cómodos.
Los dos queremos que en la peli no sólo se muestren los genitales y los cuerpos de los actores. Queremos que también se muestren constantemente los rostros de los dos, como están disfrutando el uno del otro, como están gozando de una sesión de sexo larga en múltiples posturas. Y también queremos los dos que la tía tenga muchos orgasmos a lo largo de la peli, que se corra una vez detrás de otra y que entonces su rostro refleje fielmente el placer inmenso que está sintiendo. Tú quieres que la tía tenga al menos dos orgasmos durante los preliminares, uno mediante la estimulación del punto G y otro comiéndole el coño. Yo quiero que, en los orgasmos que tenga follando, la tía gima y chille bien, que su cara refleje que está en éxtasis y que tenga espasmos y tiemble salvajemente mientras se corre, en orgasmos que se alarguen. Que algún orgasmo sea tan fuerte que tenga que descabalgar al tío, sacarse la polla, para enseguida empezar frenéticamente a frotarse el clítoris y ello provoque que su orgasmo se alargue unos segundos más.
Nos damos cuenta entonces de que, hablando de todo esto, nuestras pollas se han animado y estamos morcillones. Vemos en la web porno en la que estamos buscando una peli que dura una hora entera, le damos al play, y vamos visualizando por la barra de desplazamiento, avanzando en bloques de más o menos cinco minutos y viendo la escena durante unos segundos. Resulta que la peli responde exactamente a nuestros deseos. Comenzamos a verla desde el principio.
El tío está tumbado boca arriba en la tumbona tomando el sol. Lleva un bañador de nadador y está tomándose, sorbo a sorbo, un café con hielo. La tía está en la piscina, a ratos nadando, a ratos con los brazos sobre el bordillo, con los ojos cerrados para protegerse del intenso Sol. Lleva un bikini de dos piezas. Uno clásico, no uno con tanga. Se nota perfectamente, mirándole las tetas, que tras la tela hay dos tetas perfectas, con el tamaño ideal, ni demasiado grandes ni demasiado pequeñas, y con una forma que no puede ser más atractiva, casi perfectamente circulares, pero sin llegar a serlo del todo. Muy cercanas la una a la otra, pero sin llegar a tocarse, dejando entre las dos una estrecha canaleta que da mucho juego a la imaginación.
En un momento dado, la tía sale de la piscina y se pone a secarse al Sol, tumbada sobre una toalla roja en el césped. El tío, a unos metros de ella, está embobado mirando su cuerpo perfecto. La tía se quita la parte de arriba del bikini, pero no la de abajo, y sigue tomando el Sol. Entonces al tío se le van los ojos a las tetas de la tía. Pone una cara beatífica, parece la cara de un ángel en la gloria del Cielo. Pero también, en la mirada, hay algo que denota deseo. El tío se lleva un momento la mano al bañador y, de forma muy superficial y rápida, se toca. Entonces se levanta de la tumbona y la arrastra hacia un granado que hay a un par de metros, dejándola bajo la copa del árbol. El tío sabe qué va a pasar, sabe que la tía es muy sensible al Sol y quiere que la tía esté cómoda, muy cómoda.
Cuando la tía se da cuenta de que el tío ha cambiado la tumbona de sitio y la ha puesto bajo el granado, a salvo del Sol, se levanta y se dirige hacia allá. No hace falta que le pida al tío que le haga sitio en la tumbona, el tío se echa a un lado para hacerle sitio. Como el sofá del salón, la tumbona es ancha y dos personas pueden estar cómodas, aunque con los cuerpos pegados. La tía respira hondo y le comenta al tío que está muy a gusto así, a la sombra del granado. El tío acerca los labios a la mejilla de la tía y comienza a besarla, acercándose a la boca hasta que la alcanza y, entonces, es la tía la que toma la iniciativa y le come la boca al tío. Un beso largo y apasionado, de casi medio minuto. Cuando el beso termina, la cara de la tía refleja fuertemente deseo. Pone una mano sobre la cabeza del tío y la dirige hacia sus tetas. Sus pezones ya están empitonados y eso hace que al tío se le ponga cara de estar muy excitado. El tío comienza a besarle las tetas. Primero suavemente, dando picos a las aureolas y acariciando los pezones con las yemas de sus dedos. Enseguida está ya lamiendo las tetas enteras, moviendo la cabeza de arriba a abajo y de derecha a izquierda, a veces como describiendo circunferencias. Ocasionalmente, estimula repetidamente los pezones pasando la punta de la lengua rápidamente sobre ellos. La tía tiene cara de estar gozando muy intensamente y se lleva la mano a la parte inferior del bikini. Con los dedos se frota y entonces, en un primer plano, se ve con claridad como los labios se le marcan notoriamente en la tela. Mientras se frota, sus caderas y sus piernas tiemblan ligeramente.
El tío se ha dado cuenta de que la tía está tocándose. Le pregunta si no estaría más cómoda sin la parte inferior del bikini, húmeda porque acaba de salir del agua. La chica le responde que no sólo está húmeda por el agua, que se encuentra muy excitada. "Estoy cachonda, estoy lubricando casi tanto como si estuviera follando de lo excitada que estoy. Ningún hombre me ha comido las tetas como tú lo estás haciendo". Esto lo dice con una voz sensual y de forma algo entrecortada, la fuerte excitación se nota. El tío sabe perfectamente que no tiene que pedirle permiso, se incorpora y se coloca frente a sus piernas, las rodillas sobre el césped y el tronco, los brazos y la cabeza sobre la tumbona. Toma con suavidad el bikini por ambos lados de la cadera al tiempo que la tía la eleva ligeramente, instante que el tío aprovecha para quitárselo. Su coño está efectivamente húmedo. Es un coño perfecto. Los labios mayores tienen cada uno de ellos un par de lóbulos apenas perceptibles y son firmes, aunque no tirantes. El clítoris es claramente visible y tiene el tamaño que un clítoris debe tener, sobresaliendo del prepucio en la medida justa.
Entonces tú y yo nos miramos y sonreímos. "¡Vaya comienzo! Desde luego, la cosa promete" dices tú. "Sí, acaba de empezar y ya tengo la impresión de que va a ser la peli más sensacional que he visto nunca. Estamos los dos totalmente empalmados" digo yo. Y sí, los dos estamos totalmente palotes sin habernos siquiera tocado un momento. Nuestras pollas están apuntando al techo. Aún cubiertos los capullos por nuestros prepucios, aunque los ojetes ya están al descubierto.
Empezamos los dos a tocarnos, cada uno su polla. De forma suave, agarrando el capullo y rodeándolo con los dedos durante unos segundos, apretando de forma apenas perceptible. Agarrando con delicadeza el tronco y tocándonoslos pasando los dedos hacia arriba y hacia abajo, desde la base hasta la corona del capullo, pero sin tocarnos el capullo todavía.
Para entonces el tío ya está empleándose a fondo con el coño de la tía. Había empezado tocándole el clítoris con la yema del dedo corazón, mientras con los dedos índice y pulgar de la otra mano mantenía sus labios cerrados y los frotaba con suavidad, derecho contra izquierdo. Enseguida había continuado lamiéndole la cara interna de los muslos y acercándose al coño mientras no paraba de estimulárselo. Ahora estaba lo que se dice comiéndole el coño con unas ansias que se veían reflejadas en su rostro. Pasando la lengua por todo su coño, deteniéndose en el clítoris para estimularlo con la punta de la lengua, de forma similar a como lo había hecho con los pezones hacía apenas un par de minutos. La tía gemía ya, aún discretamente pero a un volumen fácilmente audible y los planos alternaban las secuencias, ora mostrando al tío comiéndole el coño a la tía, ora mostrando el rostro de la tía, que parecía estar en un éxtasis místico-sexual, los gestos de su cara acompasados con esos gemidos entrecortados de su boca.
En un momento dado la tía gritó "¡Dame fuerte y rápido en el clítoris con la lengua, fuerte y rápido por favor, me estoy acercando, me voy a correr!" Inmediatamente se mostró un plano del tío, que dejó de comerle el coño a la tía apenas un segundo y puso una cara a un tiempo de intensa felicidad y cierto toque pícaro. Enseguida volvió al coño de la tía, abandonando acariciarla con la lengua para centrarse exclusivamente en estimularle el clítoris con la punta de la lengua, lengua arriba lengua abajo a una velocidad tal que la lengua casi no se le veía, como las alas del colibrí. Los planos se iban alternando, la tía con cara de estar a punto de estallar de placer, el tío acercándola cada vez más al orgasmo. La tía gritó "¡Ahhhh. Me corro. Diossssss... me corro!" e instantáneamente esos espasmos suaves que hasta entonces la habían sacudido con ligereza se transformaron en espasmos brutales que provocaron que casi se cayera de la tumbona; no se cayó porque el tío, alargando sus brazos, le sujetó por la cintura. La tía se contorsionaba de placer, gemía y chillaba "¡Qué gusto. Joder, el coño me ha explotado! El tío retiró las manos de su cintura y se puso de pie. Todo el capullo y la parte superior del tronco le sobresalían del bañador por el muslo derecho. Un primer plano mostró su capullo y como el presemen ya había empezado a manar.
Te miré entonces a los ojos y los dos sonreímos. Yo solté también una breve y ligera carcajada. "Tío, como tú", te dije. Tú dirigiste la mirada a tu polla y yo también lo hice. Efectivamente, el presemen ya había llegado hasta la base del tronco y estaba a punto de empezar a deslizarse por tus huevos. La palma de mi mano estaba aún seca, pero la palma de la tuya estaba cubierta por una fina película de presemen. "Tío, ya estoy a mil. Ha sido comerle las tetas y el coño y la tía se ha corrido salvajemente. No puedo empezar a pajearme todavía o no voy a aguantar ni hasta que empiece la mamada", me dijiste. "Yo también tengo que seguir sólo tocándome porque como me haga una paja en toda regla también voy a correrme enseguida". "Pues a ver como lo hacemos, tío, yo estoy verraco verraco y no sé si voy a aguantar mucho sin empezar a pajearme", me dijiste. "No, eso no va a pasar; si hace falta, pausamos el vídeo y dejamos que el calentón se nos baje un poco", te dije yo.
Cuando terminó nuestra breve conversación, el tío acababa de quitarse el bañador y lucía una impresionante erección. Tenía unos huevos tirando a grandes y le sobresalían bastante. "Se parecen a los tuyos", dijiste tú. "Sí, aunque yo tengo el escroto algo rugoso y él lo tiene totalmente liso", te respondí yo. Estaba sin depilar, aunque su pelambrera no era demasiado espesa ni tampoco se extendía mucho. El ángulo de erección era 130 y su polla no estaba curvada hacia ningún lado, sino que era casi completamente recta, aunque ligeramente curvada hacia arriba. Su capullo tenía forma... En ese momento soltaste por la boca un "¡Coño!". Los dos nos miramos y yo dije "¡No puede ser!" Cogí el mando del televisor para pausar la peli. En ese momento, la polla del tío se mostraba en primer plano con una perspectiva que hacía que pareciera que se estaba viendo frontal y lateralmente al mismo tiempo. Inmediatamente le di al botón de pausa y su polla quedó fija en la gran pantalla del televisor. "¡Hasta tiene la misma densidad de venas que tú y se le marcan lo mismo que a ti!", te dije. "¡Hostia, esto es increíble. Siempre que me la casco viendo porno fantaseo con que soy yo quien está follándose a la tía. Ahora esa fantasía es más intensa y... Tío, mira, me he excitado tanto que ya ha llegado el presemen a la toalla!" dijiste tú. Sí, habías manchado la toalla y ya tenías también presemen no sólo en la palma, sino también en el dorso de la mano. "Contrólate un poco, tío, a ver si te vas a poner tan burro que vas a intentar follarte al televisor", te dije yo. Los dos soltamos una carcajada.
El tío y la tía se estaban comiendo la boca, echados los dos sobre el costado de forma que sus cuerpos se encontraban tocándose frente a frente. La polla del tío estaba entre los muslos de la tía, que los estaba moviendo, apretándolos uno contra el otro, haciendo a la polla del tío moverse. Entre los pubis de ambos había un hueco del tamaño justo para que cupiera una mano y la tía se la llevó al coño y empezó a frotarse el clítoris. Quería más, la tía quería más. "¡Quiero correrme otra vez. Hazme lo que sea, pero haz que me corra otra vez!", gritó la tía. El tío se incorporó y se puso a un lado de la tumbona. Volvió a ponerse de rodillas y entonces dirigió su mano derecha hacia el coño de la tía. Estaba tan lubricada que le entraron dos dedos sin necesidad de ningún esfuerzo. El tío no perdió tiempo y comenzó p´alante y p´atrás con los dedos, sin llegar a sacarlos del todo y apretando fuertemente hacia arriba. La cara de la tía decía que el punto G estaba bien activo. El tío se dio cuenta de la cara de estar gozando tan intensamente de la tía y le sonrió. La tía también sonrió y entonces el tío le puso la mano izquierda sobre su teta derecha. El tío siguió con los dedos estimulándole de forma cada vez más rápida, mientras con la otra mano le acariciaba las tetas a la tía. "¡Sigue, más fuerte, aprieta más hacia arriba. No pares ni un instante, no te detengas. Estoy gozando. Ay, Diosssss!" chillaba la tía y enseguida volvía a gemir, cada vez a un volumen mayor y más intensamente. Un primer plano de la polla del tío mostró como seguía totalmente enhiesta y, además, palpitaba. Se iban alternando planos del tío metiéndole los dedos a la tía, de la cara de la tía disfrutando y de la escena completa. Nosotros también estábamos gimiendo, no como la tía, por supuesto, pero sí suavemente. Estabas pasándote la yema del dedo por el capullo y eso te provocó un gemido más alto y más intenso. Te retiraste la mano de la polla unos segundos para enseguida volver a tocarte. Rodeaste tu polla con la mano y empezaste a pajearte. En ese preciso instante la tía dio un chillido muy escandaloso y su cuerpo se sacudió en un fuerte espasmo. Inmediatamente paraste la paja. Estaba claro que estabas en un nivel de excitación tal que cualquier cosa que pasara en la peli en algún momento podía hacerte perder el control y correrte. Yo también estaba tan excitado que decidí no pasarme la yema del dedo por el frenillo, que es lo que me disponía a hacer cuando la tía pegó el chillido y experimentó el espasmo. Los dos nos retiramos las manos de las pollas. "La tía va a correrse ya, mira su cara, fíjate como tiembla cada vez más", dijiste. "Joder como está el tío poniéndola a mil", dije yo. Volvimos a poner las manos en nuestras pollas, aunque sin estimularnos, las manos quietas. Entonces la tía gritó "¡Me corro, me corro, me corro. Ahhhhhh!" La tía convulsionó, todo su cuerpo sacudiéndose, las tetas moviéndose de tal forma que nos llamó tanto la atención que los dos soltamos a la vez espontáneamente un "¡Uffff... las tetas!" El tío le sacó los dedos y entonces, con la palma de esa misma mano comenzó a golpearle el coño repetidamente, de forma suave pero firme y constante. Esto alargó el orgasmo de la tía, que soltó un entrecortado "¡¿Estoy en la Tierra?!". El tío entonces dejó de golpearle el coño, se llevó la mano, que estaba empapada hasta más allá de la muñeca, a la polla y se pasó la palma de la mano por el capullo. Inmediatamente empezó a pajearse, mientras se incorporaba. Soltó un gemido de placer como no había hecho desde el comienzo de la peli y su cara reflejaba que ya estaba en un nivel de excitación muy alto.
"Tío, ahora viene algo que a todos los tíos nos pone muy cerdos", dijiste. "Sí, ahora le toca a la tía agradecerle al tío como la ha hecho correrse dos veces", dije yo. "Espero que empiece lentamente, que vaya poco a poco y así podré ir controlando la excitación", dijiste. "Sí, eso mismo espero yo. Las mamadas son mi perdición, es lo que más trabajo me llevó controlar. Cuando empecé a ver porno siempre me corría cuando la mamada aún no había terminado y me resultaba frustrante, pero es que no podía controlarme", te dije yo. El tío se había tumbado boca arriba y la tía se colocó entonces en la misma posición en la que el tío le había comido el coño a ella. Agarró su polla por la mitad superior del tronco y el capullo y la echó hacia abajo hasta que tocó la superficie de la tumbona. La soltó entonces, provocando que la polla diera un respingo y golpeara fuertemente en el vientre al tío, haciendo ese sonido característico de la polla cuando golpea el vientre. A la tía le pareció muy gracioso y repitió la acción varias veces mientras soltaba algunas carcajadas. Acercó la boca a la polla y sacó la lengua. Con la punta de la lengua rozó el ojete del capullo y en ese preciso instante se mostró un plano de la cara del tío, que evidenciaba un súbito y brutal placer. La tía repitió la operación varias veces, tal y como el tío le había estimulado el clítoris a ella unos minutos antes. Se escuchó la voz entrecortada del tío y se mostró su rostro. "Para, para, por favor. Puedo haberte comido las tetas y el coño como ningún hombre lo ha hecho y te puedo haber hecho un dedo que te haya llevado al Paraíso, pero mi polla responde como la de todos los hombres; si sigues me voy a correr y quiero provocarte más orgasmos y que sea follándote bien", le dijo el tío.
La tía entonces se metió la polla en la boca. Le cupo casi toda. La mantuvo así durante unos segundos y entonces empezó a sacársela muy lentamente, Cuando todo el tronco estaba fuera, detuvo la operación, de forma que el capullo seguía dentro de su boca. Apretó un poco y un primer plano de la cara del tío y un gemido suyo indicaron que estaba disfrutando. La tía se sacó también el capullo y la polla quedó completamente descubierta en todo su esplendor, brillante por la saliva. Volvió a meterse la polla en la boca y empezó a subir y bajar, desde casi la base del pene hasta la corona, recorriendo casi todo el tronco hacia abajo y hacia arriba, sin descubrir el capullo. El tío gemía cada vez con más fuerza y con mayor volumen, y su cara cada vez denotaba más placer. La tía entonces cambió la técnica y empezó a pasarle la lengua por el capullo en movimientos circulares. "Esto lo está aguantando mejor que los lametones en el ojete", dijiste. "Sí, y mira que da gusto eso, pero se controla mejor que lo que le ha hecho antes", dije yo. Para entonces habíamos empezado a pajearnos siguiendo el ritmo de la tía comiéndole la polla al tío sin descubrir el ojete, sincronizando las sacudidas que nos dábamos en la polla con el subibaja de la tía. "Ahora va a acelerar el ritmo, así que tendremos que controlarnos", dijiste. "Sí, o si no nos vamos a correr ya", dije yo. La tía volvió a meterse la polla en la boca y a subir y bajar a lo largo del tronco, aunque ahora dejando al descubierto también parte del glande muchas veces. Lo iba haciendo aumentando el ritmo paulatinamente, de forma imperceptible, lo que hacía más difícil controlarse y no ir también nosotros incrementando el ritmo de nuestras sacudidas. De vez en cuando le pasaba la lengua por el capullo. Se sacaba la polla de la boca y se la pasaba por toda la longitud de la polla, desde la base del pubis hasta el ojete. Utilizaba la parte superior y la inferior de la lengua. Volvía a metérsela en la boca arriba y abajo. Volvía a sacársela y otra vez la lengua recorriendo el tronco, y otra vez la lengua frotándole el capullo y así una y otra vez. Nosotros seguíamos con la paja, aminorando el ritmo cuando en la peli se mostraban planos de la cara de éxtasis del tío, porque nos excitaba mucho ver al tío disfrutar, casi más que ver como su polla era devorada por la boca de la tía.
Fue entonces cuando te miré. Tú te diste cuenta y también me miraste. Acerqué mi mano hacia ti, en un movimiento que se dirigía a tu entrepierna. Me detuve y te pregunté "¿Quieres?". "Sí, tío, adelante", dijiste tú. Mi mano llegó a tu entrepierna y toque tu polla con la mano, por el tronco. Te agarré la polla por el tronco y con la yema del dedo índice comencé a acariciarte el ojete y sus alrededores, sintiendo la humedad intensa de tu presemen. Moví mi dedo en movimientos circulares. Te miré y los dos sonreímos. Tu cara era un poema, te estaba provocando un placer muy intenso. “Tío, sigue, por favor, sigue… Ah, qué gusto, ahhh”, dijiste. Tus piernas comenzaron a temblar suavemente y cerraste los ojos. Entonces se escuchó ese sonido tan característico de cuando una tía se saca de la boca una polla casi entera de repente. Abriste los ojos y miraste a la pantalla al mismo tiempo que yo también lo hacía. El tío dio un gemido fuerte y se retorció de placer. Con la mano me hiciste un gesto, indicándome que me detuviera. Yo lo hice, pero sin retirar la mano de tu polla, manteniendo el tronco agarrado firmemente. La tía volvió a meterse la polla en la boca casi entera y siguió subiendo y bajando, lamiendo el capullo, lamiendo el tronco de arriba abajo y volviendo a metérsela en la boca y otra vez arriba y abajo. Con la mano yo te masturbaba siguiendo el ritmo de la tía comiéndole la polla al tío, mi mano arriba y abajo acompasada con la boca de la tía. Tu presemen me facilitaba muchísimo la tarea, tu prepucio descubriendo el glande cuando yo tiraba hacia abajo y cubriéndolo cuando tiraba hacia arriba. La tía se sacó la polla de la boca y le dijo al tío “Te necesito dentro de mí. Méteme la polla bien y vuelve a hacer que me corra”. Se incorporó y se colocó sobre el tío en posición de vaquera. Le agarró la polla y se la metió en la vagina. Inmediatamente comenzó a cabalgarlo, los pies sobre la tumbona, cada uno a un lado del tío, y empezó a subir y bajar flexionando las piernas. Al principio lentamente, pero enseguida su excitación le hizo acelerar. Ella era la que estaba follándose al tío, cuya cara evidenciaba que estaba disfrutando muchísimo, parecía que estaba en éxtasis. Arriba y abajo, arriba y abajo, metiéndosela entera hasta el pubis y sacándola hasta el final del tronco, sin llegar a descubrir el capullo. Yo seguía masturbándote, también siguiendo el ritmo de la tía. Tú ibas alternando la mirada, viendo la peli y mirando como yo te estaba pajeando. Entonces miraste mi polla, totalmente empalmada y palpitante. No dijiste nada, acercaste tu mano a mi polla y empezaste a pajearme a mí como yo estaba haciendo contigo. La tía empezó a alternar el subibaja con movimientos hacia adelante y hacia atrás, cabalgando sobre el tío, que seguía en éxtasis. Al moverse hacia adelante y hacia atrás la tía gemía más fuerte y su cara expresaba un placer intenso que poco a poco iba aumentando. El clítoris en constante fricción con el pubis del tío, la tía buscaba el siguiente orgasmo, quería correrse otra vez. Seguía alternando p´alante y p´atrás con arriba y abajo y en un momento dado no calculó bien y se le salió la polla. No volvió a metérsela enseguida, sino que la sobó unos segundos, haciéndole una breve paja. Entonces se echó hacia atrás, su tronco entre las piernas del tío, su cabeza sobre la tumbona, sus pies que reposaban a ambos lados de la cabeza del tío. Empezó a frotarse el clítoris de forma frenética mientras la polla del tío, a la que no le cabía ni una gota más de sangre, casi le llegaba al vientre, como si el capullo buscara el ombligo. La tía gemía y gemía y el tío comenzó a masturbarse a un ritmo también frenético. Los dos masturbándose piel con piel, nosotros masturbándonos el uno al otro, no pudimos evitar seguir el ritmo frenético del tío y la tía. “No voy a aguantar mucho más así”, me dijiste. “Yo tampoco, como ellos sigan así y nosotros también, voy a correrme antes de que vuelvan a follar”, te dije yo. En ese preciso instante la tía se incorporó, le quitó al tío la mano de la polla y volvió a metérsela. Se frotaba hacia adelante y hacia atrás cada vez más rápidamente. Un primer plano mostró ese movimiento, el clítoris apareciendo y desapareciendo mientras recorría el pubis del tío. Cada vez gemía más fuerte. “Tío, más despacio”, te dije yo. “Tú también, por favor”, me dijiste tú. Entonces la tía pegó un chillido espectacular seguido de un “¡Me corro…!”, se descabalgó del tío y volvió a tumbarse boca arriba y a golpearse fuertemente y repetidamente el coño con la palma de la mano, alargando así su orgasmo. El tío la miraba, se agarró la polla y empezó a pajearse, pero el gesto de su cara indicaba una excitación máxima, así que enseguida paró, mientras la tía aún se golpeaba el coño, con un primer plano que mostraba su coño totalmente húmedo y como sus secreciones vaginales habían manchado ligeramente el colchoncillo de la tumbona. Tú y yo interrumpimos las pajas que estábamos haciéndonos el uno al otro sin decir nada, embobados los dos viendo como la tía gemía, chillaba y se convulsionaba. Volví a pasarte el dedo índice por el ojete en un movimiento circular. “¡Hostia… Ahhhh!”, soltaste. “¡Deténte, tío, deténte o me corro ya!”. Retiré la mano de tu polla y tú comenzaste a respirar pausadamente, intentando relajarte y rebajar el nivel de excitación. Yo ya estaba echando presemen y me acaricié el glande, enfocándome en el ojete, tal y como acababa de hacer contigo. También tuve que parar a los pocos segundos; mi excitación era máxima y ver tu polla empalmada en todo su esplendor y libre, sin ninguna mano agarrándola, pegada a tu vientre, me ponía aún más verraco.
El tío y la tía volvieron a colocarse de tal forma que sus cuerpos estaban frente a frente, pegados, y se dieron un beso apasionado que duró cerca de un minuto. Nosotros volvimos a agarrarnos las pollas, cada uno la suya, y a sobárnoslas, sin llegar a pajearnos. El tío volvió a colocarse boca arriba y la tía se incorporó, le dio la espalda y volvió a meterse la polla, en la postura de vaquera inversa. Así no se les podía ver las caras a los dos al mismo tiempo, pero constantemente se intercalaban secuencias del plano completo, del coño de la tia arriba y abajo, de la cara de la tía y de la cara del tío. Tú y yo volvimos a retomar el ritmo de las embestidas. Ahora no sólo la tía cabalgaba al tío, también el tío empujaba arriba y abajo. Se coordinaban bien, pero a veces había un desfase y al tío se le salía la polla de la tía, lo que nos parecía muy gracioso. La tía comenzó a frotarse el clítoris mientras seguían follando salvajemente, el tío gimiendo cada vez más fuerte, las caras de placer de ambos intercalándose con los planos de la acción completa y del detalle del metesaca. El descanso que nos habíamos tomado mientras se habían besado nos había venido muy bien para bajar nuestra excitación y ahora nos la cascábamos sin temor a perder el control y corrernos. La tía entonces se echó hacia atrás, su espalda descansando sobre el pecho y el vientre del tío. En esta posición ella seguía moviéndose, pero ahora era el tío quien estaba moviéndose más, arriba y abajo taladrándola bien. La tía seguía tocándose el clítoris con frenesí y también al tío se le salía la polla a veces, inmediatamente la tía agarrándola y volviendo a metérsela. El tío entonces colocó sus manos sobre las tetas de la tía y empezó a sobarlas y a apretarlas, la cara del tío mostrando el placer que estaba sintiendo jugando con las tetas mientras se follaba a la tía. La excitación que nos provocó el añadido del sobeteo de las tetas nos hizo bajar el ritmo. Tú acercaste la mano que no estabas usando para pajearte hacia mi polla y supe qué querías. Retiré la mano de mi polla y te dejé agarrarla. Estabas pajeándote tu polla con una mano y pajeándome a mí con la otra. “¡Esta sensación es fenomenal… Tío, ¿te gusta como lo hago?!”, dijiste. “Sí, no pares por favor”, te dije yo. Yo miraba a la peli, te miraba a la cara y miraba como estabas pajeando las dos pollas a la vez. De pronto, otra vez el aviso de la tía. “Me corro de nuevo…Sí, me corro, me corro… Ahhhh!” Se sacó la polla y , sin quitarse de encima del tío, de nuevo empezó a estimularse el clítoris, ahora frotándoselo e intercalando fuertes golpes de la palma de la mano. La excitación del rato que llevaban follando y de los orgasmos anteriores hizo que este orgasmo fuera más intenso y más largo. La tía se movía en espasmos continuos y tú entonces seguiste con tus manos el ritmo de los espasmos de la tía, dándoles a las pollas golpes fuertes, tus manos chocando contra nuestros pubis, haciendo un ruido similar al de los huevos del tío chocando contra el pubis de la tía. Cuando la tía dejó de convulsionar dejaste de masturbarnos. “Hemos aguantado como campeones hasta el final de la escena”, dije yo. “Sí, tío, y eso que pajear a los dos a la vez me ha puesto muy burro, la sensación es genial”, dijiste tú.
El tío y la tía volvieron a besarse apasionadamente, mientras la tía seguía tocándose y el tío se pajeaba lenta y suavemente. En un momento dado, sin dejar de besarse, la tía le agarró la polla al tío y empezó a masturbarlo suavemente, mientras que el tío comenzó a sobarle a ella el coño, también con suavidad. “Tío, ¿se ha corrido cuatro veces de verdad?”, me preguntaste. “Sí, tío, se ha corrido cuatro veces, a cada orgasmo con mayor intensidad. Lo están haciendo tan bien que a veces me da la impresión de que van a salirse de la pantalla y los vamos a tener aquí follando delante de nosotros, oliendo sus cuerpos y el flujo de la tía”, te dije yo.
Terminaron de besarse y los dos se incorporaron, levantándose de la tumbona. No pudieron resistirse y volvieron a besarse apasionadamente. El tío cogió a la tía en brazos y se dirigieron hacia la casa. “Tío, estas pausas que hacen follando nos están viniendo muy bien para controlar la excitación”, dijiste. “Sí, pero estoy tan caliente que tengo que obligarme a bajar el ritmo cuando dejan de follar porque lo que me pide la polla es seguir cascándomela y correrme bien a gusto. Pero voy a aguantar hasta el final. Yo también fantaseo con que soy yo quien está follándose a la tía y voy acorrerme al mismo tiempo que el actor, como siempre intento hacer. Y esa corrida va a ser bestial”, dije yo. “Sí, a mí también me gusta aguantar hasta el final y correrme al mismo tiempo que el actor”, me dijiste tú.
Habían entrado en la casa y se habían echado sobre el sofá, la tía boca arriba y el tío encima de ella. Iban a follar en la postura del misionero. El tío le metió la polla sin más preámbulo, los dos estaban a mil y como llevaban un par de minutos sin follar la excitación les había bajado lo suficiente como para que el tío aguantara sin correrse un rato más. Ya en el primer empujón le clavó la polla a la tía completamente y empezó a embestirla brutalmente. La tía chillaba y gemía como una loca y el tío, más bajo y con menos intensidad, también gemía. Las caras de los dos reflejaban el placer que estaban experimentando. “Tío, ¿otra cruzada?”, te pregunté. “Venga, adelante”, respondiste tú, y me agarrase la polla y yo te la agarré a ti. Nos masturbábamos siguiendo el ritmo de las embestidas del tío. “Siempre lo hago así, aunque muchas veces tengo que aminorar el ritmo durante unos segundos y luego retomarlo porque si no aminoro me corro”, te dije. “A mí me pasa igual, pero a veces pierdo el control, no calculo bien y traspaso el punto de no retorno y no puedo evitar correrme”, dijiste tú. El tío aceleraba el ritmo de las embestidas y la tía no paraba de chillar y gemir como una loca. Entonces, el tío se detuvo súbitamente, pero sin sacarle a la tía la polla. Necesitaba una pausa de unos segundos, estaba claro. Nosotros también paramos, pero seguimos agarrándonos las pollas el uno al otro. “En las pelis, cuando el tío hace eso, yo siempre paro también, pero sigo agarrándome la polla si el tío no se la saca a la tía”, dije yo. “Sí, y si el tío se la saca a la tía unos segundos, retiras la mano de la polla y vuelves a agarrártela y a pajearte cuando el tío vuelve a metérsela y sigue embistiendo, ¿no?”, dijiste tú. “¿Cómo lo sabes?”, te pregunté. “Bueno, creo que es algo instintivo, cada cual se masturba a su manera, pero hay hábitos que seguimos casi todos los tíos”, dijiste tú.
El tío volvió a metérsela. En esta ocasión, iba alternando golpes más suaves con golpes más penetrantes y también iba variando la velocidad, a veces un ritmo más lento, a veces más rápido. Había estado con los brazos reposando sobre el sofá, pero ahora le puso las manos a la tía sobre las tetas y empezó a sobárselas y a acariciarle los pezones con las yemas de los dedos mientras no paraba de embestirla. “Sí, así, sigue, estoy gozando…Ay, Dios!” gritaba la tía. El tío soltaba un gemido fuerte cuando le pegaba a la tía una de esas embestidas en las que la empotraba. Seguíamos el ritmo de las embestidas y que el ritmo estuviera constantemente variando nos venía muy bien para controlar la excitación. “Parece como si los guionistas hubiesen querido ayudarnos a los pajeros a aguantar más”, dijiste tú. “Sí, eso parece, llevamos ya un rato sin parar y estamos aguantando bien”, dije yo. Dirigí la mano que tenía libre hacia tu polla e, instintivamente, supiste qué quería. “Ahora me toca a mí”, te dije. Retiraste la mano de tu polla y te la agarré con la mía. Estaba yo como tú habías estado poco antes, pajeándome con una mano y con la otra pajeándote a ti. “No sé que me da más gusto, si una cruzada o así”, me dijiste. “Yo tampoco sabría decirte”, te respondí. En un momento dado, el tío aceleró los empujones. Un primer plano mostró el rostro de la tía. “Tío, ésta va a correrse por quinta vez”, dije yo. “Sí, y tengo la impresión de que ahora el tío va a seguir embistiéndola mientras se corre, ni él va a sacarle la polla ni ella va a hacerlo tampoco”, dijiste tú. “Sí, pero verás como la tía se las arregla para llevarse la mano al clítoris y frotárselo mientras se corre”, dije yo. “¿Tú y yo hemos visto muchas pelis porno o es que ya conocemos a la tía como si nos la hubiéramos follado?”, dijiste tú. Los dos estallamos en carcajadas mientras yo seguía pajeando ambas pollas. Entonces la tía comenzó con los espasmos, un chillido fuerte y prolongado y, efectivamente, se las arregló para llevarse la mano abajo mientras el tío no dejaba de embestirla y empezó a frotarse. En esta ocasión no gritó que se corría, ni falta que hizo. “¿Te llevo al límite?”, te pregunté. “Sí, tío, yo te aviso”, respondiste. El tío seguía embistiendo y yo seguía pajeándonos y aceleré. En un momento dado, vi signos inequívocos en tu cara. Estabas muy cerca, y eso hizo que yo también me acercara. Aminoré el ritmo durante unos segundos y entonces detuve la paja completamente. “No te he dicho nada. ¿Cómo has sabido que tenías que parar en ese preciso instante?”, me preguntaste. “Tu cara hablaba por ti”, te respondí. “Cuando estoy en el punto de no retorno, interrumpo la paja súbitamente. Pero también me gusta a veces controlar más y aminorar el ritmo antes de detenerla completamente”, dije. “Sí, a mí también me gusta hacerlo de las dos formas. Lo que pasa es que si cuando aminoro la paja he llegado casi al borde se me escapan una o dos gotas de semen”, dijiste. “Sí, a mí también me pasa. Una vez me toqué el capullo para esparcirme una gota de semen que me había salido y la excitación que me provocó tocarme el capullo hizo que no pudiera evitar correrme y solté un lefazo detrás de otro”, dije yo.
Mientras la tía seguía tumbada boca a arriba, el tío se echó hacia atrás. “Sí, cómeme otra vez”, dijo la tía. El tío empezó a hacerle un dedo, metiéndole dos dedos, luego tres, adentro y afuera, empujando hacia arriba, otra vez estimulándole el punto G. Al mismo tiempo, con la legua, le lamía el clítoris con frenesí. La combinación tuvo un efecto inmediato en la tía. El tío mientras hacía como que se follaba al sofá, estaba tan caliente que tenía que estimularse la polla de alguna manera. Comiéndole el coño a la tía, haciéndole el dedo con una mano y con la otra sobándole una teta y la otra. Nosotros volvimos a pajearnos cada uno su polla. “¿Otra vez estás cerca?”, le preguntó el tío a la tía. “Sí, no pares, dale más fuerte a los dedos y pásame la punta de la lengua por el clítoris”, le dijo – más bien le suplicó – la tía. Y de pronto “Otra vez… sí, ah… me corro, me corro, me corro… síííííííí”. Pese al brutal orgasmo de la tía, nosotros seguimos pajeándonos sin bajar el ritmo. Íbamos poco a poco controlando la excitación cada vez mejor. Yo cada vez echaba más presemen, pero tú te habías moderado y ya soltabas menos cantidad.
La tía se llevó las manos a las tetas mientras se recuperaba de la corrida y se las sobaba. El tío se sentó y empezó a masturbarse mientras con cara de estar verraco perdido miraba como a la tía le chorreaba el coño y como se sobaba las tetas. “Ahora vas a seguir comiéndome y yo también voy a comerte a ti”, le dijo la tía al tío. “¿Podemos antes hacerlo de lado?”, le preguntó el tío. “Esa postura me pone a mil y mientras te taladro voy a darte en el coño con una mano, a sobarte las tetas con la otra y a comerte la boca”, le dijo el tío. Y se pusieron en posición y la tía le agarró la polla y se la metió. El tío comenzó a penetrarla lenta y suavemente. Estaba muy muy salido y si iba más rápido iba a correrse. “Tío, el side fuck me excita muchísimo. La combinación de la follada, el frote del clítoris, el sobeteo de las tetas y el beso es demasiado para mí. Si tenemos que pausar el vídeo en algún momento, ¿te importa?”, te pregunté. “No, claro que no. A mí me pasa igual. Con el side fuck tengo que estar constantemente aminorando y acelerando y aminorando otra vez para no correrme. Y cuando ya no puedo más no tengo más remedio que detenerme y aún así la excitación me baja muy despacio porque lo que veo en la pantalla me pone cerdo cerdo”, dijiste. “Bueno, pero vamos a aguantar como campeones. No va a hacer falta pausar el vídeo, no, te digo que yo aguanto la escena entera”, dije. Lo que se veía en la pantalla era sexo salvaje sin concesiones. Embestidas profundas y rápidas, el tío agarrando una teta sin soltarla con una mano y con la otra frotándole a la tía el coño con frenesí, los dos constantemente buscándose las bocas y morreándose con pasión. Gemidos entrecortados, a veces alguno a más volumen. Nosotros seguíamos pajeándonos, pero éramos incapaces de seguir el rimo de las embestidas. Acerqué mi mano a tu polla. “No, tío, me encantaría, pero como me agarres la polla y me pajees tú voy a ser incapaz de controlarme y no quiero correrme todavía, quiero llegar al final y que el tío, tú y yo nos corramos a la vez, como si nos estuviéramos follando a la tía entre los tres”, dijiste. Instantáneamente detuve mi paja. “¿Qué te ocurre?”, me preguntaste. “¿Te he cortado el punto? ¿Tantas ganas tenías de agarrar mi polla?”. “No, no es eso, tío. Es que me he imaginado que estábamos follándonos a la tía con el actor y me he puesto que casi me corro”, te dije. “Tío, esto es bestial, una peli formidable, sensacional, y dos tíos disfrutando del porno y de las pajas sin vergüenza, como dos tíos deben disfrutar el uno del otro, como tíos que son”, dijiste.
El tío seguía con las embestidas, el sobeteo de las tetas y la estimulación del clítoris. Su cara reflejaba que estaba acercándose al punto de no retorno. Aminoró el ritmo y se detuvo. Nosotros dejamos de pajearnos, pero manteniendo la mano en la polla. El tío le sacó la polla a la tía. “¿Qué ocurre?”, le preguntó la tía. “No sólo es que me iba a correr, es que tengo una sed horrible. Necesito beber agua”, dijo el tío. “Sí, yo también estoy seca, vamos a la cocina”. Fueron a la cocina, sacaron una botella grande de agua de la nevera y se la bebieron entera entre los dos. Al tío no se le bajaba el empalme y se tocaba la polla. La tía tampoco podía evitar tocarse el coño de excitada que estaba. “Desde luego, la peli es realista”, dije. “Sí, demasiado tiempo han tardado en necesitar agua”, dijiste tú.
Esa pausa nos vino muy bien para bajar nuestra excitación. De hecho, nuestras erecciones perdieron algo de fuerza, pero muy poco. En cuanto volvieron al sofá y reanudaron el side fuck volvimos a empalmarnos totalmente y otra vez a pajearnos. Me acercaste la mano a mi polla. “¿Quieres intentarlo?”, me preguntaste. “Adelante”, te respondía. Me pajeabas a mí con una mano y te pajeabas tú con la otra, intentando seguir el ritmo de las embestidas aunque sin conseguirlo del todo. Yo estaba logrando controlar la excitación, pese a lo burro que me ponía que me estuvieras pajeando tú. Entonces la tía volvió a poner esa cara de estar a punto de correrse. Llevé mi mano a la tuya y tú entendiste que debías retirarla de mi polla. “Como sigas pajeándome mientras la tía se corre no voy a ser capaz de aguantar, tío”, te dije. La tía entonces estalló y se convulsionó que parecía que estaba poseída. Tuviste que detener súbitamente la paja y los dos nos quedamos hipnotizados viendo el efecto del orgasmo en la tía. El tío también la miraba y se llevó la mano a la polla, la rodeó totalmente y se la apretó; parecía que estaba tan verraco que o hacía eso o se corría. Nuestras pollas palpitaban y echaban presemen. Tú miraste la mía, yo miré la tuya y sonreímos.
Tras un minuto, el tío y la tía parecían haber vuelto a un nivel más bajo de excitación. Sin decir nada, los dos se colocaron en posición de 69 y empezaron a comerse mutuamente. Instintivamente, yo acerqué mi mano a tu polla y tú acercaste tu mano a la mía y empezamos a pajearnos mutuamente a un ritmo medio. “Esta escena está bien para calmarse un poco y controlarse”, dijiste. “Sí, aunque las ganas con las que éstos dos están comiéndose las he visto yo en pocas pelis”, te respondí. El tío estaba boca arriba y la tía boca abajo encima de él; el tío agarrándole el culo con firmeza con las dos manos y comiéndole el coño pasándole la lengua por todas partes, a veces deteniéndose y haciendo como que se restregaba la cara contra el coño. La tía le comía la polla con una maestría que los dos flipábamos. Se la sacaba de la boca y le lamía los huevos en toda su extensión y volvía a metérsela hasta casi el pubis y arriba y abajo sin llegar a descubrir el glande y a ratos sacándosela entera y lamiéndole el capullo con ganas. Entonces empezó a lamerle repetidamente el ojete sólo con la punta de la lengua, primero pausadamente, luego acelerando el ritmo. Esto tuvo en el tío el mismo efecto que al principio. “Para, para”, decía el tío con voz entrecortada mientras su cuerpo entero temblaba. La tía paró de hacerle eso, pero siguió comiéndosela de todas las formas posibles. “Vamos a seguir follando”, dijo la tía. “Espera, antes quiero hacerte correrte otra vez”, le dijo el tío, y aceleró el ritmo y la intensidad con que le estaba comiendo el coño. “Más despacio, por favor”, te dije yo. “Tú también, tío, por favor”, me dijiste tú. Los dos aminoramos el ritmo de la cruzada de la que tanto estábamos disfrutando. La tía seguía mamando y mamando y en un momento dado empezó a temblar cada vez más fuerte. “Ahora va a sacarse la polla de la boca y va a chillar que van a temblar las paredes”, dijiste. “Pues a mí me da que no va a dejar de comerle la polla mientras se corre”, dije yo. Y así fue, la tía se corrió sin sacarse la polla de la boca, pero convulsionó de tal forma que medio cuerpo se le salió del sofá y cayó al suelo. Se las arregló para no lastimarle al tío la polla pese a lo difícil que debía resultarle controlar lo que hacía con su boca. Siguió comiéndosela al tío mientras se llevaba no una mano, sino las dos hacia el coño y se tocaba, y después con una mano frotándose el coño y con la otra acariciándose una teta. Por fin se sacó la polla de la boca y se echó totalmente en el suelo. El tío seguía tumbado boca arriba en el sofá y se llevó la mano a la polla y empezó a pajearse intensamente. “Joder, tío, ¿cómo puede tener tanto aguante el cabrón? Después de cómo se la ha mamado, el tío tiene fuelle para pajearse como lo está haciendo. ¿Aceleramos?”, te pregunté. “No, si seguimos con la cruzada no voy a aguantar si aceleramos. Para seguirle el ritmo al tío sin correrme me la tengo que hacer yo, contigo pajeándome y yo pajeándote a ti… ¡Ufff!, demasiada excitación”. Los dos retiramos las manos de las pollas para enseguida agarrarnos cada uno la nuestra y nos pajeamos siguiendo el ritmo de la paja del tío. Los dos soltábamos gemidos de placer, nos mirábamos y sonreíamos.
La tía se incorporó y volvió a echarse en el sofá mientras el tío dejaba de pajearse. Sin decir ninguno nada, el tío se levantó del sofá, cogió a la tía en brazos, la tía le echó los brazos sobre los hombros y flexionó las rodillas. Estaban polla contra coño. “Métetela”, le dijo el tío. La tía alargó un brazo hacia abajo, le agarró la polla al tío y se la metió p´adentro, volviendo a colocar el brazo alrededor de la espalda del tío. Iban a follar de pie. Los dos mirábamos fijamente a la pantalla, nuestras caras reflejando una excitación bestial. El tío empezó a embestirla mientras levantaba y bajaba a la tía. La polla se le salía a veces y muy rápidamente la tía volvía a metérsela. Sus cuerpos estaban fuertemente apretados y a la tía casi no se le veían las tetas, ni al tío casi el pecho y el abdomen. Nosotros volvimos a la paja cruzada.
Pero entonces tú tuviste una idea. “Tío, ¿frotamos nuestras pollas? Tengo unas ganas locas de probar qué se siente”, dijiste. No te respondí ni sí ni no ni ninguna otra cosa porque mi cara lo hizo por mí. Nos colocamos uno frente al otro, nuestros cuerpos totalmente sobre el sofá. Estiré mis piernas hacia ti y tú estiraste tus piernas hacia mí y las entrelazamos, quedando mis piernas sobre las tuyas. Con ayuda de los brazos nos acercamos hasta que nuestros huevos estaban en contacto. Alargué el brazo y, con mi mano derecha, agarré tu polla y la incliné hacia la mía. Al entrar las dos pollas en contacto soltaste un gemido fuerte y pusiste una cara indescriptible. Sin dejar de agarrarte la polla, agarré la mía con la otra mano y las junté, tronco contra troco, capullo contra capullo, los dos frenillos pegados uno al otro. Diste entonces un respingo que te sacudió todo el cuerpo y volviste a soltar un fuerte gemido. “¡Tío, estoy en el Cielo! ¡Dios, qué gusto, esto es lo mejor… Ah, joder, no es sólo la polla, tengo todo el cuerpo muy sensible. Dios, qué gusto…!”, gritaste. El tío seguía cepillándose a la tía de pie y el sonido de las embestidas al chocar los pubis de ambos era más fuerte que en las escenas anteriores, incluso que en las de vaquera y vaquera invertida. Pero ni tú ni yo estábamos ya mirando la peli. Con mis dos manos agarrando firmemente nuestras pollas, empecé a deslizar las manos de arriba abajo por toda la longitud de nuestras pollas. Los dos gemíamos intensamente. No necesitábamos lubricante alguno, volvías a segregar mucho presemen de lo verraco que estabas. “¡No pares, tío, no pares!”, gritabas. Entonces escuchamos – no vimos – los inequívocos gemidos de la tía corriéndose por enésima vez y como el tío también gemía. Eso nos puso muy cerdos. Tuve que disminuir el ritmo y tú me dijiste “Para del todo, por favor, para del todo. Estoy que voy a estallar y no quiero correrme porque quiero seguir haciendo esto hasta que ya sea imposible aguantar más”, dijiste. Paré del todo y retiré mis manos de nuestras pollas. Los dos estábamos resoplando, con la respiración acelerada. “¿Te ha gustado?”, te pregunté. ¿Qué si me ha gustado? Mira como me están temblando las piernas y como me palpita la polla”, dijiste. “Pero tenemos que descansar unos minutos, si empezamos otra vez ahora mismo no aguanto ni medio minuto”, me dijiste. “Sí, yo también necesito unos minutos para que este calentón brutal se me baje”, dije. “Ahora el que necesita beber agua soy yo”, dijiste. Te levantaste y fuiste a la cocina, con la polla totalmente empalmada. Te seguí, también yo completamente tieso. Abrimos la nevera, sacamos una botella de refresco y nos echamos cada uno un vaso grande, de medio litro. La botella era de litro y medio, así que el medio litro que quedaba lo repartimos entre los dos. El segundo vaso lo bebimos más despacio, con la respiración aún algo acelerada, pero poco a poco recuperándonos. Te miré la polla y tú también me la miraste. Los dos nos miramos a la cara y sonreímos. Sin decir nada, volvimos al salón y nos sentamos en el sofá. “Vaya, antes en el jardín y ahora en la casa, éstos dos otra vez están follando en la postura de la vaquera”. “Sí, la tía quiere correrse una vez más y esta postura es muy propicia para eso”, dije yo.
Volvimos a tocarnos la polla, cada uno la suya, mientras la tía cabalgaba al tío, el tío a veces tomando la iniciativa y empujando él. La tía entonces cambió el subibaja por el p´adelante y p´atrás, frotándose bien el clítoris. Nosotros fuimos un paso más allá y otra vez empezamos a pajearnos. Se alternaban planos de la cara de la tía con planos de la cara del tío con planos de la escena completa y primeros planos del frote que la tía estaba dándole al coño contra el pubis del tío. La tía aceleraba poco a poco y nosotros aceleramos el ritmo de la paja. Acercaste tu mano libre a mi polla y yo te dejé agarrármela. Volvías a pajearme a mí mientras te pajeabas tú. El tío empezó a gemir de forma cada vez más intensa y continua y entonces yo acerqué mi mano a tu polla, tú retiraste de ella tu mano y me dejaste agarrártela. Estábamos los dos de nuevo gozando de una paja cruzada en toda regla mientras la tía se acercaba al orgasmo. “Tío, ¿cuántas veces se ha corrido? He perdido la cuenta”, te dije. “Yo también, esta tía va a tener que tirarse unas cuantas horas sin moverse y al tío va a estar doliéndole la polla una semana”, dijiste tú. Los dos íbamos acelerando el ritmo de la cruzada. “Ahora vamos a acelerar todavía más cuando la tía se corra y nosotros vamos a aguantar como campeones”, me dijiste. “Sí, tío, hay que entrenar la resistencia para después volver a frotarnos y durar un rato”, te dije yo. Esta vez la tía no dijo nada, se corrió gritando como una energúmena y, en vez de sacarse la polla y golpearse el coño, apretó aún más para que la polla entera se le quedara dentro y se llevó la mano al clítoris y se lo frotó con más intensidad que nunca, alargando así otra vez su orgasmo. El tío no podía dejar de mirar el espectáculo que tenía delante y nosotros, tal y como habíamos acordado, aceleramos el ritmo de la cruzada que nos estaba llevando al Cielo. No fue hasta que el tío se incorporó ligeramente y la tía se echó hacia atrás, colocando las palmas de las manos sobre el sofá, que nosotros aminoramos, el ritmo sin dejar de pajearnos mutuamente. Ni el tío le sacó la polla a la tía ni la tía lo hizo y el tío alargó los brazos para coger a la tía por las caderas mientras la tía seguía con el tronco echado hacia atrás y las manos apoyadas en el sofá. “Tío, me parece que ahora van a follar en la postura de la caja, que me pone muy burro”, te dije. “Sí, van a hacer eso y me da que ésta va a ser la última y también en la que más tiempo van a emplear”, dijiste. “A mí me da que la tía ahora, para terminar, va a correrse dos veces y que el tío va a correrse al mismo tiempo que ella se corra la segunda vez”, te dije. Y así fue, siguieron follando, las tetas de la tía moviéndose de forma que tú y yo las mirábamos embobadísimos. “Tiene unas tetas perfectas. ¡Cabronazo el tío, que está follándose a una tía que parece una diosa y está arrancándole un orgasmo detrás de otro!”, dijiste. “¡Ufff! Y mira como los dos están en el rol activo, la tía subiendo y bajando las caderas y el tío empujando hacia arriba embistiéndola”, te dije yo. Entonces me giré y puse las piernas en el sofá dirigiéndolas hacia ti. No había terminado yo de colocarme así cuando tú estabas haciendo lo mismo, echando hacia mí tus piernas. Nos acercamos hasta que nuestros huevos estaban en contacto estrecho y tú alargaste tus manos. “Ahora me toca a mí”, dijiste. “Quiero experimentar que se siente al pajear dos pollas al mismo tiempo, frotando una contra la otra como hemos hecho antes”, añadiste. Cuando envolviste nuestras pollas en tus manos pusiste una cara de plenitud total y enseguida empezaste a hacer lo mismo que yo había hecho antes. Huevos pegados, troncos pegados, capullo contra capullo, frenillos rozándose. Los dos soltamos un fuerte gemido. Tú seguías arriba y abajo arriba y abajo cada vez con más fuerza y los dos jadeábamos cada vez más intensamente, nuestra respiración cada vez más acelerada y entrecortada y nuestros gemidos cada vez más fuertes. Nos mirábamos el uno al otro, recreándonos en nuestras caras que reflejaban el placer supremo, mirando nuestras pollas envueltas en tus manos luchando una contra la otra y a ratos mirando la peli. Cerraste los ojos y te concentraste en menear bien las dos pollas. Yo hice lo mismo. Estábamos los dos en un éxtasis que no queríamos que terminara y estábamos aguantando muy bien. Los dos cubiertos de sudor y con el cuerpo entero convertido en una única zona erógena, el placer que sentíamos en las pollas extendiéndose hasta el último rincón de nuestros cuerpos. De pronto, la tía “Ahhh… ya casi estoy, más fuerte, acelera que me corro…Ahhhh! El tío soltó también un grito como no había soltado en toda la peli. Los dos abrimos los ojos. “Aún tiene la polla dentro de la tía, no creo que se haya corrido todavía”, dijiste. “No, no lo ha hecho, el grito ha sido atronador, pero con este polvo sensacional que están echando cuando el tío se corra va a ser más escandaloso y lo va a hacer fuera, verás como echa chorro tras chorro y le pone a la tía las tetas y la cara cubiertas de leche”, dije. Aminoraste el ritmo porque el grito del tío y la corrida de la tía hicieron que a los dos la excitación nos aumentara todavía más, aunque aquello parecía imposible. Acerqué mis manos a nuestras pollas. Tú retiraste tus manos de ellas y yo con la mano izquierda agarré las dos por la base fuertemente y comencé a deslizar la mano derecha arriba y abajo por los troncos y frotando los capullos con la palma de la mano. Los dos soltamos un grito espectacular y nuestra respiración se aceleró aún más. “¡Para, tío, para, que me corro y el tío no se ha corrido todavía!”, gritaste. Yo también estaba a apenas unos segundos y paré en seco. Solté nuestras pollas y miramos como el tío y la tía habían reanudado el polvo en la postura de la caja. Esta vez, la tía sólo se mantenía con una mano sobre el sofá porque con la otra estaba frotándose el clítoris frenéticamente. Los dos se movían a una velocidad enorme y cada vez mayor, ella p´atrás y p´adelante y él arriba y abajo. El tío se estaba acercando, la típica cara de tío al que le queda poco para correrse en las pelis porno. Tú entonces hiciste lo que yo había hecho unos instantes antes. Con tu mano izquierda agarraste firmemente las dos pollas por la base y con la mano derecha empezaste arriba y abajo arriba y abajo cada vez más fuerte, de vez en cuando agarrando los dos capullos y restregándolos fuertemente uno contra el otro. Ni mirábamos la película ni escuchábamos los gemidos y chillidos de los actores. Nos mirábamos el uno al otro, mirábamos como te empleabas a saco con nuestras pollas y sonreíamos que parecíamos ángeles en la mayor gloria. Nuestros cuerpos temblaban cada vez con más fuerza. Si en ese momento hubiera tenido lugar un terremoto no nos habríamos dado cuenta, absortos como estábamos en el placer intenso e inmenso que estábamos experimentando. De lejos escuchábamos como el tío y la tía balbuceaban algo y miramos la peli. La tía iba a correrse y lo avisó. “¡Me corro, me corro, me corro… Ahhhhh... Sí, me corro ya!” Y esta vez sí, el tío también avisó. “¡Yo también me corro…Ahhh… Dios me voy a correr… Va a estallarme la polla… Ahhh”. Tú seguías empleándote con nuestras pollas y el tío le sacó la polla a la tía, las piernas flexionadas mientras la tía se incorporaba ligeramente y colocaba su cara a escasos centímetros de la polla del tío. La tía no pudo contenerse y se metió la polla en la boca enterita, pero enseguida se la sacó y dejó que el tío se masturbara con la polla apuntando a sus tetas. La cara del tío evidenciaba que sólo le quedaban unos segundos y la tía puso esa cara típica de las pelis porno de las tías que se preparan para recibir una lefada espectacular. “¡Tío, que se corre ya, acelera, acelera!”, grité. “¡Más rápido, más fuerte!”, volví a gritar. Nos miramos a la cara y reconocimos ese rictus de un tío que está a punto de explotar. El tío aceleró aún más la paja, pegó un grito espectacular “¡Ahhhhhhhh!” y vomitó el primer chorro de leche, que salió disparado hacia las tetas de la tía y dejó un reguero que iba desde la base de las tetas hasta el cuello. No hizo falta más para que nosotros estalláramos. Los dos soltamos un grito espectacular “¡Ahhhhhhhh!” “¡Me corroooooooooo!”, gritamos los dos a la vez. No sabíamos cuál era la polla de cada uno, parecía que nuestras pollas se hubieran fundido las dos en una. Soltamos el primer chorro y luego otro y otro. Tus manos estaban empapadas de nuestro semen y tú aceleraste aún más y seguimos vomitando lefa, pero perdimos la cuenta de cuántos chorros echamos. Entramos en un trance que parecía que nuestras almas habían abandonado nuestros cuerpos y estábamos en el Paraíso del placer. Dejaste de pajearnos, nuestro semen regando nuestras pollas, nuestros huevos, nuestros pubis, incluso la parte superior de los muslos. Los dos nos tendimos boca arriba, cada uno con la cabeza a un extremo del sofá, pero con nuestras piernas aún entrelazadas. Así estuvimos un rato, dudando de si aquello había ocurrido de verdad o había sido un sueño. Estábamos agotados y precisamente el sueño nos invadió, nuestros cuerpos convalecientes del chute de testosterona y oxitocina que nos habíamos metido. Con nuestras piernas aún entrelazadas, los dos nos quedamos dormidos…

Fin
Increíble historia, llevo fantaseando con eso desde q me lo imaginé por primera vez, hace ya bastante... Tengo novia y siempre lo he hecho con tías, pero ese placer de tener otra polla pegada a la tuya, de magrearlas sin manos, de pajear las dos juntas, de apretar las puntas, de meter las dos en un juguete y follarnoslo... Y acabar los dos a la vez, notar la corrida del otro de lleno mientras te corres en su polla... Acabar, lavarse y al poco tiempo, otra vez, empezar a abrazarnos con las pollas flácidas, cogiendonos de los culos y apretando, rozando de un lado a otro, notando como se van poniendo duras, tener la confianza de q le gusta lo mismo, es como si fuese tu clon, sin miedo, sólo placer, incluso del calentón y del contacto de los cuerpos desnudos, surge una idea antes impensable, sólo estabas ahí para follar, polla con polla, pero os sale casi a la vez y sale un beso, a ver q pasa, y te corresponde, se convierte en morreo, cada vez más impensable, y las pollas ya duras del todo, sin manos, éstas están aún en los culos... Hasta q hay un espacio y te coge la polla, antes siquiera de q tú lo hagas, ahora el beso es entre las pollas, punta contra punta, se están besando, es un placer q nunca antes habías sentido, q ninguna tía te había dado, ni intentándolo con otra polla de goma, el precum de las dos lubrica, pero aún así se echa más lubricante, efecto calor, deslizan, hasta q ahora es glande contra glande, por la parte de abajo, donde da placer, el punto g, se supone... Y en ese punto, donde más placer sientes y has sentido, lo q más sientes es su glande, lo podrías describir si cierras los ojos de lo bien q lo sientes, y lo mejor es q es recíproco, con una mano, da igual cual, de aprientan más, nunca has sentido nada igual, es un placer q no sabías q existía, es diferente, es inimaginable, le miras y cierra los ojos, el corazón te bombea como nunca, cierras los ojos, lo notas, le notas a él, notas como te nota, y un escalofrío caliente te recorre el cuerpo, y sientes el cielo, no es algo físico, eres el elegido, sois los elegidos, el placer era concebido así, polla contra polla, un vínculo... Te corres, y exhalas un gemido, es tu alma gimiendo, notas su alma follando con la tuya, y su corrida, caliente, muy caliente, en tu polla, como si quisiera entrar, estáis tan unidos q sois uno, conectados por un circuito de semen, lo notas dentro de tí, de tu polla, tú entras en la suya, sois uno, y temblais... Son unos segundos de algo q no se puede describir con palabras, no existen, os miráis, os reís, y sin decir nada, sabéis q habéis descubierto algo único, como si fuese la fuente de la eterna juventud, algo q nadie conoce, q ni imaginan, algo q hace q la realidad supere a la ficción, y afirmais, lo mejor de todo, es q es el principio, lo mejor de todo es q volverá a pasar...
 
Increíble historia, llevo fantaseando con eso desde q me lo imaginé por primera vez, hace ya bastante... Tengo novia y siempre lo he hecho con tías, pero ese placer de tener otra polla pegada a la tuya, de magrearlas sin manos, de pajear las dos juntas, de apretar las puntas, de meter las dos en un juguete y follarnoslo... Y acabar los dos a la vez, notar la corrida del otro de lleno mientras te corres en su polla... Acabar, lavarse y al poco tiempo, otra vez, empezar a abrazarnos con las pollas flácidas, cogiendonos de los culos y apretando, rozando de un lado a otro, notando como se van poniendo duras, tener la confianza de q le gusta lo mismo, es como si fuese tu clon, sin miedo, sólo placer, incluso del calentón y del contacto de los cuerpos desnudos, surge una idea antes impensable, sólo estabas ahí para follar, polla con polla, pero os sale casi a la vez y sale un beso, a ver q pasa, y te corresponde, se convierte en morreo, cada vez más impensable, y las pollas ya duras del todo, sin manos, éstas están aún en los culos... Hasta q hay un espacio y te coge la polla, antes siquiera de q tú lo hagas, ahora el beso es entre las pollas, punta contra punta, se están besando, es un placer q nunca antes habías sentido, q ninguna tía te había dado, ni intentándolo con otra polla de goma, el precum de las dos lubrica, pero aún así se echa más lubricante, efecto calor, deslizan, hasta q ahora es glande contra glande, por la parte de abajo, donde da placer, el punto g, se supone... Y en ese punto, donde más placer sientes y has sentido, lo q más sientes es su glande, lo podrías describir si cierras los ojos de lo bien q lo sientes, y lo mejor es q es recíproco, con una mano, da igual cual, de aprientan más, nunca has sentido nada igual, es un placer q no sabías q existía, es diferente, es inimaginable, le miras y cierra los ojos, el corazón te bombea como nunca, cierras los ojos, lo notas, le notas a él, notas como te nota, y un escalofrío caliente te recorre el cuerpo, y sientes el cielo, no es algo físico, eres el elegido, sois los elegidos, el placer era concebido así, polla contra polla, un vínculo... Te corres, y exhalas un gemido, es tu alma gimiendo, notas su alma follando con la tuya, y su corrida, caliente, muy caliente, en tu polla, como si quisiera entrar, estáis tan unidos q sois uno, conectados por un circuito de semen, lo notas dentro de tí, de tu polla, tú entras en la suya, sois uno, y temblais... Son unos segundos de algo q no se puede describir con palabras, no existen, os miráis, os reís, y sin decir nada, sabéis q habéis descubierto algo único, como si fuese la fuente de la eterna juventud, algo q nadie conoce, q ni imaginan, algo q hace q la realidad supere a la ficción, y afirmais, lo mejor de todo, es q es el principio, lo mejor de todo es q volverá a pasar...
Sí, en el relato no hay nada de contacto físico entre los dos tíos más allá de que se masturban mutuamente y de que entrelazan sus piernas cuando hacen frot, en una postura similar a como dos tías hacen tribadismo (vamos, lo que todos llamamos "tijeras"). Pero también se puede hacer de pie o sentados abrazándose y acariciándose - y también besándose, claro - mientras uno de los tíos estimula con una mano las dos pollas a la vez. Ya no es sólo las piernas y las pollas en contacto, ya es todo el cuerpo, vientre contra vientre, pecho contra pecho, cara contra cara, acariciándose mutuamente con las dos manos - o con una, si eres el que está empleándose en estimular las pollas - las espaldas, las caderas, los pezones. Y también pude hacerse tumbados, uno boca arriba y el otro encima boca abajo, huevos contra huevos contra huevos y polla contra polla, también con la totalidad de los dos cuerpos en contacto, deslizándose ligeramente el de arriba - y el de abajo también puede hacerlo - hacia adelante y hacia atrás, como cuando estás boca abajo frotándote la polla contra la sábana. En esta postura no hace falta estimular las pollas con la mano para experimentar placer, pero también puede hacerse si se quiere, elevando ligeramente la cadera el que está encima.
En el relato no hacen nada de esto, sino sólo el contacto polla contra polla y los muslos y las piernas entrelazados. Por eso digo lo de No sabíamos cuál era la polla de cada uno, parecía que nuestras pollas se hubieran fundido las dos en una. En un relato en el que los dos tíos lo hagan estableciendo contacto físico de cuerpo entero se podría hablar de que los dos cuerpos se habían fundido en uno, que ya no éramos dos hombres, sino un superhombre con cuatro piernas, cuatro brazos y dos cabezas, como si fuéramos una criatura mítica, y demás metáforas para recalcar esa sensación mágica de unión - y no sólo unión física, también unión emocional y espiritual incluso - que se establece entre dos hombres que practican frot de cuerpo entero.
Lo que mencionas de masturbarse los dos con un juguete también está muy bien; de hecho, en el hilo Dos pollas rozándose tengo subido un vídeo en el que dos tíos meten sus pollas en la misma manga. En este vídeo, además, los tíos hacen eso en una postura similar a la de la vaquera; es una postura cómoda para el frot, pero no hay contacto físico total, de cuerpo entero. También se puede compartir un juguete, usándolo uno para masturbar al otro y viceversa. El frot es algo difícil de describier bien con palabras, hay que experimentarlo.
 
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