Mi hermana nos pilla y se nos une

ikarusulu

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Era otra época, hace ya algunos años de esto. Por entonces internet no se había inventado. Los videos, bueno teníamos, por la gracia de mis padres, un vhs en casa, pero no era fácil para un chico tímido y pajillero alquilar una porno.


Lo mejor de lo que disponía eran algunas revistas pilladas vaya usted a saber donde. A veces un Clima, que por cierto aún se edita, comprado en un kiosco de otro barrio por si me reconocían.


La prehistoria, vamos, y seguro que hay muchos que se reconocen en ese personaje. Aunque haya cambiado el siglo no hace tantos años de esto.


La época está clara, los personajes van ahora, empiezo por mí y mi amigo Mario. Dos chicos jóvenes no mal parecidos delgados y con algún grano de vez en cuando, no hace falta entrar en grandes detalles. Os los podéis imaginar o buscarlos como twinks en cualquier web gay.


Falta otro personaje, mi hermana Marta. Largos muslos, culo prieto y respingón, tetas duras y bien puestas, una larga melena morena lisa y una carita que haría botar mil barcos.


En resumen un pibón que tenía detrás a todos los chulitos del barrio. Pero tenía novio, un gilipollas que me caía como una patada en los mismísimos.


Mario y yo habíamos crecido juntos. Teníamos mas confianza con el otro que con cualquier persona en el mundo incluidos nuestros padres. Eso de ser amigo de los hijos no se llevaba por entonces. Ese año yo entraba en la universidad y Mario empezaba a trabajar en la tienda de unos tíos. Pero teníamos el verano libre.


No nos comíamos un colín evidentemente y nos matábamos a pajas. Pronto descubrimos que hacerlo juntos nos daba mas morbo. No nos conformábamos con intercambiar las revistas que conseguíamos. En algún descampado o en el garaje ocultos tras un coche nos sacábamos las pollas y nos poníamos a darle a la zambomba.


A veces teníamos algo mas de suerte y nos quedábamos solos en casa, la mía o la suya, que lujo, poder masturbarnos juntos sobre una cama con comodidad y sin prisas.


Nos la machacábamos pero sin mariconadas, ¡que frase! Han pasado años y aún me avergüenzo de haberla dicho alguna vez. Por que ni siquiera era cierta, estaba tan caliente que rabiaba por que Mario me la cogiera con la mano y la acariciara.


Y lo que habría dado para que me la chupara, si sé lo que hubiera dado, hacerle una mamada de campeonato con toda la aplicación de la que fuera capaz.


Pero durante mucho tiempo fuimos tan idiotas como para ni planteárnoslo. Cuanto tiempo pedido.
Las ganas aumentan poco a poco y al final perdimos la vergüenza. Una tarde de domingo mis padres habían cogido el coche, un venerable ciento veintisiete, para ir a ver a mis abuelos al pueblo. No se les esperaba.


Mi hermana Marta estaba con su novio, tampoco. Al terminar de comer Mario se vino a mi casa de inmediato. Teníamos toda la tarde para hacer lo que quisiéramos y mi cuarto para hacerlo.


El plan era paja, merienda y futbol en la tele, puede que con alguna variación del orden según nuestros apetitos, pasar del futbol y seguir con las pajas. Por entonces se nos volvía a poner dura momentos después de habernos corrido. Juventud divino tesoro.


Hacia calor, habíamos terminado los exámenes pero teníamos que esperar a las vacaciones del progenitor para salir de la ciudad. En mi caso al pueblo a aburrirme soberanamente.


Pero aquel domingo nos fuimos derechos a mi cuarto. En vez de arrimar una silla al armario le dije:


-¡Ayúdame!.


Con su espalda pegada a las puertas del armario, me cogió de la cintura, y me izó hasta el altillo donde tenía escondidas las revistas. Cogí las dos primeras sintiendo su cara pegada a mi pecho y sus manos deslizándose por mis muslos hasta sujetar mi culo.


- Las tengo.


Algo se empezaba a revolver en mi actitud para el sexo. O puede que fueran las hormonas, nada mas. Casi sin separarme de él me saqué la camiseta. Mi cara muy cerca de la suya y mirándonos a los ojos. Me imitó sin perder un segundo casi con los torsos pegados.


- Mejor desnudos. ¿No?


Pero aún con miedo a tocarnos. Estaba ya muy excitado y nervioso. Dejé caer mis vaqueros hasta los tobillos y me tiré a la cama atravesado.
Mario se lo tomó con mas calma pero igualmente se bajó los pantalones y él se los quitó del todo.


Su slip abanderado blanco con abertura era tan pequeño que el duro glande asomaba por encima de la cinturilla. El mío era igual de grande y mi polla echada al lado izquierdo se marcaba durísima en el algodón.


- Ya la tienes dura. Cabrán.


Ese día era un punto de inflexión en nuestra relación y en nuestra sexualidad. Acercándose a mí terminó de sacarme el pantalón tirando de la prenda. Me miraba a los ojos y al rabo alternativamente.


- Sin nada de nada.


Y se apoyó en la parte alta de mi muslo para subirse a la cama a mi lado. Me dio un escalofrío cuando lo hizo. El roce que parecía casual me gustó más de lo que me atrevería a admitir.


-Pásame una de esas revistas.


Lo hice, rozando sus dedos. En un gesto de confianza cogió mi mano y me la apretó. Justo antes de coger su gayumbo y bajarlo justo por debajo de su prieto culo dejando la polla al aire. Era bonita, recta, el morado glande escondido en su pliegue de piel, con su mata de pelo oscuro en la base, cargaba un poco hacia la izquierda como la mía.


Con un diestro movimiento, practicado miles de veces, bajó el pellejo descubriendo el pulido glande. Yo no podía dejar de mirarla olvidando mi revista a un lado sobre mi cama. Me tenía hipnotizado, en ese momento mandé a la mierda todos mis reparos y acerqué la mano a sus peludos huevos.


- Me miras mucho.


Pero no lo decía como reproche, sino con una sonrisa lasciva.


A mí me gustaba acariciar los testículos cuando me pajeaba y sabía que Mario también lo hacía. Lo había visto muchas veces. Rocé su escroto con suavidad.


Mis dedos se deslizaron por su piel, haciendo caracolillos con su vello. No se enfadó, al contrario, soltó un gemido que me indicó que le gustaba.


Tanto, que extendió el brazo hacia mí rabo. Con prisa, antes de que algo lo hiciera cambiar de opinión y arrepentirse. Terminé de quitarme lo que me quedaba de ropa antes de que su mano llegara a tocarme.


Él empezó cogiendo mi polla mientras yo seguía acariciando sus huevos cada vez con más confianza. La apretaba con suavidad moviéndola de arriba abajo sin prisa. Yo también me animé más y acariciaba todo su pubis peludo, huevos y polla.


Nos miramos a los ojos y nos sonreímos. Si alguien tenía que tocarnos el nabo quién mejor que un amigo de toda la vida. Pero estábamos tan cachondos que los dos queríamos más.


Nuestros rostros se fueron acercando lentamente y nos dimos un beso, en la boca, suave y dulce. Nos íbamos animando y segundos después estaba dando el primer beso con lengua de mi vida y no era a una chica y eso no me importaba.


Como no esperábamos a nadie no me había preocupado de cerrar y dejar la llave puesta en la cerradura por dentro. Si volvían mis padres eso les hubiera parecido raro.


En ocasiones anteriores como solo nos pajeábamos con las pollas fuera de la ropa nos daba tiempo a recomponernos. Aunque pringáramos los calzoncillos de semen. Esta vez desnudos del todo y mucho más concentrados nos olvidamos de la puerta.


Entró mi hermana casi sin hacer ruido. No sabía si estábamos en casa y llegó al pasillo sin decir nada antes de oír el ruido de los muelles del colchón en mi habitación.


Y nos encontró a ambos con la mano en la polla del otro y las lenguas fuera de las bocas cruzándose lascivas. Nuestras salivas caían por las barbillas hasta nuestros torsos lampiños por aquel entonces.


Venía caliente y cabreada, su novio le había metido mano en el asiento de atrás del coche. En su caso un simca mil de segunda mano, sí, como el de la canción. Después se había ido con sus amigotes a ver el fútbol. La había dejado a medias.


Así que la sorpresa hizo que casi se le cayeran las bragas. Y eso era difícil por que el lois que llevaba puesto parecía pintado sobre su culo y muslos perfectos, de rodillas para abajo la tela era más ancha. De pata de elefante como se llevaban entonces.


El concepto de bisexual no lo teníamos muy claro en esa época. Pero era evidente que aunque lo que estábamos haciendo juntos en ese momento nos gustaba y al menos por mi parte estaba dispuesto a seguir explorándolo, no nos habíamos olvidado de las chicas.


Creo que ver a mí guapa hermana allí delante mirándonos con una expresión desencajada, excitada y cachonda en vez de cortarnos nos excitó aún más. No sabíamos como reaccionaria.


Bueno, pues en vez de poner el grito en el cielo y llamarnos pervertidos solo se quedó allí en el umbral, mirándonos. Su cara de salida nos decía que le gustaba lo que veía.


Así que seguimos. Yo tenía una mano en la polla de mi amigo y la otra en sus huevos pero lo acariciaba suave. Él en cambio movía la mía como si quisiera arrancármela y llevársela a casa como recuerdo.


Al verlo mi hermana se acercó y puso su mano sobre la de Mario para que aflojara el ritmo. A la vez sus dedos rozaban mi glande.


- Si os corréis demasiado pronto a las chicas no nos hace gracia. Tómatelo con calma, no tenemos prisa.


Ahora los asombrados éramos nosotros. ¿Que le pasaba?. ¿De verdad esa era mi hermana o me la habían cambiado?.


- Dime como hacerlo. ¿Como os gusta a vosotras?.


- A las chicas nos gusta que seáis atentos con nosotras. Que os interese lo que sentimos y que nos deis placer.


Increíblemente no había soltado mi polla y seguía acariciándola con ternura junto con la mano de Mario. El roce de sus dedos me parecía lo más morboso que me había pasado y eso que esa tarde iba para récord.


Mario retiró su mano y dejó la de Marta pajeándome con suavidad. Ella se inclinó despacio y empezó a besar a mi amigo dándole lengua. Nos había arrebatado la iniciativa y era ella la que mandaba.


Ya tenía los dos rabos uno en cada mano y empezó a besarnos alternativamente dándonos cada vez más lengua y más saliva.


- Ahora os las voy a comer. Tomad buena nota por que después quiero ver como lo hacéis vosotros. Eso me pondrá muy caliente.


- ¿Has cerrado?


- Si, he echado la llave.


Uniendo la acción a la palabra se arrodilló entre los dos. No soltaba las pollas. Inclinó la cabecita. La melena le cubría la cara cuando sentí su lengua recorriendo mi escroto. Una corriente eléctrica recorrió mi columna desde el nabo hasta la base de mi cerebro.


Un jadeo escapó de los labios de mi amigo cuando Marta se dedicó a su rabo. Cada poco rato cambiaba de polla, lamiendo el tronco hasta llegar al glande o chupando los huevos.


No se si yo sabría hacerlo pero en ese momento ya estaba dispuesto a todo. Y creo que Mario estaba igual de preparado.


- Vuestro turno. Seguid mientras me desnudo.


Me empujó para que me tumbara mientras Mario se subía encima de mí. Su nabo quedó justo encima de mi cara. Ya no había vuelta atrás y empecé besando el glande. Para luego deslizar la lengua por todo el duro aparato.


Él en cambio empezó por mis huevos, mojándolos con su saliva antes de meterlos entre sus labios. De reojo no perdía de vista a Marta que se desnudaba despacio sin dejar de mirarnos.


Cuando se quitó la camiseta sus tetas contenidas por el cruzado mágico serían las primeras que veríamos en vivo. Echó las manos a la espalda para soltar el broche lo que hizo que parecieran más cónicas y duras de lo que ya eran.


La prenda se abrió y resbaló por sus torneados brazos, me quedé con la boca abierta lo que mi amigo aprovechó para meter en ella la polla. Los pechos que veía eran aún más maravillosos que cualquier cosa que me hubiera imaginado. Más bonitos incluso que los que salían en las revistas.


Mario tuvo la misma reacción que yo al ver la tetas de mi hermana pues paró de lamer mis huevos. Todo fue a mayores cuando empezó a bajar el lois. La pequeña braga blanca de algodón apenas tapaba su encharcado coño. La tela se trasparentaba allí y casi se veía la pelambrera negra de su conejito.


Fueron segundos pues en cuanto el pantalón salió por los pies, fue detrás la braguita. Durante un momento deslizó los dedos por los labios de su vulva separándolos. Se acarició el clítoris, aunque no supe hasta un rato después como se llamaba ese botón. Y eso que si lo había visto en las fotos de las revistas.


Nunca supe si se llegó a correr en ese momento pero cuando apartó la cadera de Mario de encima de mí cabeza y puso la suya encima de mi boca lo que probé en ese momento me supo a gloria. Saqué la lengua y me puse a pasarla por los labios y a intentar penetrarla con ella como un loco.


- Despacio nene, no hay prisa. Como te dije antes. Pasa la lengua y disfrútalo. Haz que la note.


Mario no había dejado de lamer mi polla y huevos. Pero se había girado y puesto entre mis piernas para no perderse nada de lo que me hacía Marta. Para entonces estaba tan excitado que no pude contenerme más. Me corrí en la boca de mi mejor amigo sin poder avisarle.


También es verdad que tenía la boca muy ocupada con el coño de mi hermana. No le importó, se lo tragó sin protestar.


-A ver chicos, que no tenga que repetirlo, se trata de disfrutar los tres. Cuando haya lefa la compartimos, no seáis egoístas.


Marta buscó en la boca de mi amigo los restos de mi semen metiendo la lengua hasta la garganta. Como Mario y yo habíamos estado practicando le respondió al beso lascivo. Creo que bastante de su saliva resbaló haya mi vientre.


Yo seguía dando lengua y recibiendo en la boca los orgasmos de mi hermana. Pero ella quería una polla dentro y la mía había quedado fuera de juego por el momento.


Hizo que Mario se pusiera en el borde del colchón. Se le subió encima y despacio, con las rodillas a los lados de su cadera, dejó caer la pelvis sobre su rabo.


- Vamos, hermanito sigue usando la lengua como ya me has demostrado que sabes.


Me puse entre los muslos de Mario, separé sus rodillas y me puse a comerle el culito a Marta, lamer sus nalgas prietas y llegar hasta el ano con la sin hueso. Alcanzaba hasta los huevos peludos de mi colega y el interior de sus muslos.


Les oía gemir a los dos disfrutando del polvo y de mis atenciones con la lengua. Precisamente por eso mi polla volvía a ponerse dura.


- Marta, ¿ahora que hago?


- Aún me queda otro agujero. ¿No quieres utilizarlo?.


Ni en mis más locas fantasías me habría imaginado que mi estreno sería sodomizar a mi hermana, comerle el coño y la polla a mi amigo. Y parecía que ella ya había estrenado esa vía con un éxito notable.


- Ponle bien de saliva y a tu polla también. Para que no nos duela.


Como había hecho toda la tarde seguí sus instrucciones al pie de la letra. Guiando el glande con la mano lo acerqué al ano e hice fuerza. Es evidente que debido a mi inexperiencia no entró a la primera, pero insistiendo conseguí deslizarme en el interior de su recto.


Coordinar los movimientos también nos llevó unos momentos lo que consiguió además retrasar la corrida de Mario. Pero no mucho más tiempo, estaba muy excitado, un momento más tarde noté como su nabo se salía solo del xixi y rozaba mis huevos mojándolos con los jugos mezclados de ambos.


Inmovilizado por el peso de mi hermana no podía moverse así que siguió besándola y comiendo sus duras tetas mientras yo le follaba el culo. Ella lo apretaba exprimiendo mi rabo. Hubo un momento que pensé si no querría arrancarlo y quedarse con él dentro.


Yo aproveché para inclinarme un poco más, besar sus hombros y lamer su orejita. Movía el culo saliendo a mi encuentro cada vez que yo empujaba. Y jadeaba recibiendo las caricias de los dos.


- Tata, ¿y esto?.


Le pregunté extrañado. Entre suspiros y gemidos consiguió soltar alguna frase coherente.


- Antes de tomar la píldora era la mejor opción para no quedar preñada y le cogí cierto gusto. Te defiendes, sigue follando, no pares.


Seguí su orden con sumo placer. Hasta terminar llenando el culo de Marta con mi leche. Nos estaba demostrando lo morbosa y guerrilla que es. Y continuó en esa línea.


Se giró y le puso el culo en la cara a Mario. Este se había quedado sin lamerla hasta ese momento. Ansioso sacó la lengua y sin problema, ni asco, se puso a comérla entera. Mi semen rezumando del ano de mi hermana y su coñito del que aún salía algo de su propia lefa.


Mientras yo conseguí besar a Marta y jugar con su lengua.


- Hermanito. Tendremos que dejar lo de que me folles para otro día. Pero no pienso desaprovechar dos pollas como las vuestras.


- Y nosotros encantados.


- Habrá que aprovechar estas tardes de fútbol. Pero mientras quiero que vayáis practicando entre vosotros.


Yo pensaba en que tendría algún rato a solas con ella en casa sin padres. Y más ratos con mi amigo en los que explorar esa nueva forma de relación que habíamos descubierto. Viendo que a mí hermana le gustaba el anal llegamos a explorar esa opción.


Para entonces ya teníamos algo de prisa para lavarnos y ventilar la habitación. Aunque no nos privamos de contemplar a Marta sentada en el bidé lavándose el chumino y el culito completamente desnuda. Ni de lavarnos el uno al otro nuestros rabos.


Por entonces le llegué a coger el gusto a tener una polla o un vibrador metido en el ano. Un placer del que no me he privado con posterioridad cada vez que se me presentaba la oportunidad. Desde luego los tríos se repitieron todo lo que pudimos, todo lo morbosos y lascivos que nos dictaba nuestra imaginación.












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Era otra época, hace ya algunos años de esto. Por entonces internet no se había inventado. Los videos, bueno teníamos, por la gracia de mis padres, un vhs en casa, pero no era fácil para un chico tímido y pajillero alquilar una porno.


Lo mejor de lo que disponía eran algunas revistas pilladas vaya usted a saber donde. A veces un Clima, que por cierto aún se edita, comprado en un kiosco de otro barrio por si me reconocían.


La prehistoria, vamos, y seguro que hay muchos que se reconocen en ese personaje. Aunque haya cambiado el siglo no hace tantos años de esto.


La época está clara, los personajes van ahora, empiezo por mí y mi amigo Mario. Dos chicos jóvenes no mal parecidos delgados y con algún grano de vez en cuando, no hace falta entrar en grandes detalles. Os los podéis imaginar o buscarlos como twinks en cualquier web gay.


Falta otro personaje, mi hermana Marta. Largos muslos, culo prieto y respingón, tetas duras y bien puestas, una larga melena morena lisa y una carita que haría botar mil barcos.


En resumen un pibón que tenía detrás a todos los chulitos del barrio. Pero tenía novio, un gilipollas que me caía como una patada en los mismísimos.


Mario y yo habíamos crecido juntos. Teníamos mas confianza con el otro que con cualquier persona en el mundo incluidos nuestros padres. Eso de ser amigo de los hijos no se llevaba por entonces. Ese año yo entraba en la universidad y Mario empezaba a trabajar en la tienda de unos tíos. Pero teníamos el verano libre.


No nos comíamos un colín evidentemente y nos matábamos a pajas. Pronto descubrimos que hacerlo juntos nos daba mas morbo. No nos conformábamos con intercambiar las revistas que conseguíamos. En algún descampado o en el garaje ocultos tras un coche nos sacábamos las pollas y nos poníamos a darle a la zambomba.


A veces teníamos algo mas de suerte y nos quedábamos solos en casa, la mía o la suya, que lujo, poder masturbarnos juntos sobre una cama con comodidad y sin prisas.


Nos la machacábamos pero sin mariconadas, ¡que frase! Han pasado años y aún me avergüenzo de haberla dicho alguna vez. Por que ni siquiera era cierta, estaba tan caliente que rabiaba por que Mario me la cogiera con la mano y la acariciara.


Y lo que habría dado para que me la chupara, si sé lo que hubiera dado, hacerle una mamada de campeonato con toda la aplicación de la que fuera capaz.


Pero durante mucho tiempo fuimos tan idiotas como para ni planteárnoslo. Cuanto tiempo pedido.
Las ganas aumentan poco a poco y al final perdimos la vergüenza. Una tarde de domingo mis padres habían cogido el coche, un venerable ciento veintisiete, para ir a ver a mis abuelos al pueblo. No se les esperaba.


Mi hermana Marta estaba con su novio, tampoco. Al terminar de comer Mario se vino a mi casa de inmediato. Teníamos toda la tarde para hacer lo que quisiéramos y mi cuarto para hacerlo.


El plan era paja, merienda y futbol en la tele, puede que con alguna variación del orden según nuestros apetitos, pasar del futbol y seguir con las pajas. Por entonces se nos volvía a poner dura momentos después de habernos corrido. Juventud divino tesoro.


Hacia calor, habíamos terminado los exámenes pero teníamos que esperar a las vacaciones del progenitor para salir de la ciudad. En mi caso al pueblo a aburrirme soberanamente.


Pero aquel domingo nos fuimos derechos a mi cuarto. En vez de arrimar una silla al armario le dije:


-¡Ayúdame!.


Con su espalda pegada a las puertas del armario, me cogió de la cintura, y me izó hasta el altillo donde tenía escondidas las revistas. Cogí las dos primeras sintiendo su cara pegada a mi pecho y sus manos deslizándose por mis muslos hasta sujetar mi culo.


- Las tengo.


Algo se empezaba a revolver en mi actitud para el sexo. O puede que fueran las hormonas, nada mas. Casi sin separarme de él me saqué la camiseta. Mi cara muy cerca de la suya y mirándonos a los ojos. Me imitó sin perder un segundo casi con los torsos pegados.


- Mejor desnudos. ¿No?


Pero aún con miedo a tocarnos. Estaba ya muy excitado y nervioso. Dejé caer mis vaqueros hasta los tobillos y me tiré a la cama atravesado.
Mario se lo tomó con mas calma pero igualmente se bajó los pantalones y él se los quitó del todo.


Su slip abanderado blanco con abertura era tan pequeño que el duro glande asomaba por encima de la cinturilla. El mío era igual de grande y mi polla echada al lado izquierdo se marcaba durísima en el algodón.


- Ya la tienes dura. Cabrán.


Ese día era un punto de inflexión en nuestra relación y en nuestra sexualidad. Acercándose a mí terminó de sacarme el pantalón tirando de la prenda. Me miraba a los ojos y al rabo alternativamente.


- Sin nada de nada.


Y se apoyó en la parte alta de mi muslo para subirse a la cama a mi lado. Me dio un escalofrío cuando lo hizo. El roce que parecía casual me gustó más de lo que me atrevería a admitir.


-Pásame una de esas revistas.


Lo hice, rozando sus dedos. En un gesto de confianza cogió mi mano y me la apretó. Justo antes de coger su gayumbo y bajarlo justo por debajo de su prieto culo dejando la polla al aire. Era bonita, recta, el morado glande escondido en su pliegue de piel, con su mata de pelo oscuro en la base, cargaba un poco hacia la izquierda como la mía.


Con un diestro movimiento, practicado miles de veces, bajó el pellejo descubriendo el pulido glande. Yo no podía dejar de mirarla olvidando mi revista a un lado sobre mi cama. Me tenía hipnotizado, en ese momento mandé a la mierda todos mis reparos y acerqué la mano a sus peludos huevos.


- Me miras mucho.


Pero no lo decía como reproche, sino con una sonrisa lasciva.


A mí me gustaba acariciar los testículos cuando me pajeaba y sabía que Mario también lo hacía. Lo había visto muchas veces. Rocé su escroto con suavidad.


Mis dedos se deslizaron por su piel, haciendo caracolillos con su vello. No se enfadó, al contrario, soltó un gemido que me indicó que le gustaba.


Tanto, que extendió el brazo hacia mí rabo. Con prisa, antes de que algo lo hiciera cambiar de opinión y arrepentirse. Terminé de quitarme lo que me quedaba de ropa antes de que su mano llegara a tocarme.


Él empezó cogiendo mi polla mientras yo seguía acariciando sus huevos cada vez con más confianza. La apretaba con suavidad moviéndola de arriba abajo sin prisa. Yo también me animé más y acariciaba todo su pubis peludo, huevos y polla.


Nos miramos a los ojos y nos sonreímos. Si alguien tenía que tocarnos el nabo quién mejor que un amigo de toda la vida. Pero estábamos tan cachondos que los dos queríamos más.


Nuestros rostros se fueron acercando lentamente y nos dimos un beso, en la boca, suave y dulce. Nos íbamos animando y segundos después estaba dando el primer beso con lengua de mi vida y no era a una chica y eso no me importaba.


Como no esperábamos a nadie no me había preocupado de cerrar y dejar la llave puesta en la cerradura por dentro. Si volvían mis padres eso les hubiera parecido raro.


En ocasiones anteriores como solo nos pajeábamos con las pollas fuera de la ropa nos daba tiempo a recomponernos. Aunque pringáramos los calzoncillos de semen. Esta vez desnudos del todo y mucho más concentrados nos olvidamos de la puerta.


Entró mi hermana casi sin hacer ruido. No sabía si estábamos en casa y llegó al pasillo sin decir nada antes de oír el ruido de los muelles del colchón en mi habitación.


Y nos encontró a ambos con la mano en la polla del otro y las lenguas fuera de las bocas cruzándose lascivas. Nuestras salivas caían por las barbillas hasta nuestros torsos lampiños por aquel entonces.


Venía caliente y cabreada, su novio le había metido mano en el asiento de atrás del coche. En su caso un simca mil de segunda mano, sí, como el de la canción. Después se había ido con sus amigotes a ver el fútbol. La había dejado a medias.


Así que la sorpresa hizo que casi se le cayeran las bragas. Y eso era difícil por que el lois que llevaba puesto parecía pintado sobre su culo y muslos perfectos, de rodillas para abajo la tela era más ancha. De pata de elefante como se llevaban entonces.


El concepto de bisexual no lo teníamos muy claro en esa época. Pero era evidente que aunque lo que estábamos haciendo juntos en ese momento nos gustaba y al menos por mi parte estaba dispuesto a seguir explorándolo, no nos habíamos olvidado de las chicas.


Creo que ver a mí guapa hermana allí delante mirándonos con una expresión desencajada, excitada y cachonda en vez de cortarnos nos excitó aún más. No sabíamos como reaccionaria.


Bueno, pues en vez de poner el grito en el cielo y llamarnos pervertidos solo se quedó allí en el umbral, mirándonos. Su cara de salida nos decía que le gustaba lo que veía.


Así que seguimos. Yo tenía una mano en la polla de mi amigo y la otra en sus huevos pero lo acariciaba suave. Él en cambio movía la mía como si quisiera arrancármela y llevársela a casa como recuerdo.


Al verlo mi hermana se acercó y puso su mano sobre la de Mario para que aflojara el ritmo. A la vez sus dedos rozaban mi glande.


- Si os corréis demasiado pronto a las chicas no nos hace gracia. Tómatelo con calma, no tenemos prisa.


Ahora los asombrados éramos nosotros. ¿Que le pasaba?. ¿De verdad esa era mi hermana o me la habían cambiado?.


- Dime como hacerlo. ¿Como os gusta a vosotras?.


- A las chicas nos gusta que seáis atentos con nosotras. Que os interese lo que sentimos y que nos deis placer.


Increíblemente no había soltado mi polla y seguía acariciándola con ternura junto con la mano de Mario. El roce de sus dedos me parecía lo más morboso que me había pasado y eso que esa tarde iba para récord.


Mario retiró su mano y dejó la de Marta pajeándome con suavidad. Ella se inclinó despacio y empezó a besar a mi amigo dándole lengua. Nos había arrebatado la iniciativa y era ella la que mandaba.


Ya tenía los dos rabos uno en cada mano y empezó a besarnos alternativamente dándonos cada vez más lengua y más saliva.


- Ahora os las voy a comer. Tomad buena nota por que después quiero ver como lo hacéis vosotros. Eso me pondrá muy caliente.


- ¿Has cerrado?


- Si, he echado la llave.


Uniendo la acción a la palabra se arrodilló entre los dos. No soltaba las pollas. Inclinó la cabecita. La melena le cubría la cara cuando sentí su lengua recorriendo mi escroto. Una corriente eléctrica recorrió mi columna desde el nabo hasta la base de mi cerebro.


Un jadeo escapó de los labios de mi amigo cuando Marta se dedicó a su rabo. Cada poco rato cambiaba de polla, lamiendo el tronco hasta llegar al glande o chupando los huevos.


No se si yo sabría hacerlo pero en ese momento ya estaba dispuesto a todo. Y creo que Mario estaba igual de preparado.


- Vuestro turno. Seguid mientras me desnudo.


Me empujó para que me tumbara mientras Mario se subía encima de mí. Su nabo quedó justo encima de mi cara. Ya no había vuelta atrás y empecé besando el glande. Para luego deslizar la lengua por todo el duro aparato.


Él en cambio empezó por mis huevos, mojándolos con su saliva antes de meterlos entre sus labios. De reojo no perdía de vista a Marta que se desnudaba despacio sin dejar de mirarnos.


Cuando se quitó la camiseta sus tetas contenidas por el cruzado mágico serían las primeras que veríamos en vivo. Echó las manos a la espalda para soltar el broche lo que hizo que parecieran más cónicas y duras de lo que ya eran.


La prenda se abrió y resbaló por sus torneados brazos, me quedé con la boca abierta lo que mi amigo aprovechó para meter en ella la polla. Los pechos que veía eran aún más maravillosos que cualquier cosa que me hubiera imaginado. Más bonitos incluso que los que salían en las revistas.


Mario tuvo la misma reacción que yo al ver la tetas de mi hermana pues paró de lamer mis huevos. Todo fue a mayores cuando empezó a bajar el lois. La pequeña braga blanca de algodón apenas tapaba su encharcado coño. La tela se trasparentaba allí y casi se veía la pelambrera negra de su conejito.


Fueron segundos pues en cuanto el pantalón salió por los pies, fue detrás la braguita. Durante un momento deslizó los dedos por los labios de su vulva separándolos. Se acarició el clítoris, aunque no supe hasta un rato después como se llamaba ese botón. Y eso que si lo había visto en las fotos de las revistas.


Nunca supe si se llegó a correr en ese momento pero cuando apartó la cadera de Mario de encima de mí cabeza y puso la suya encima de mi boca lo que probé en ese momento me supo a gloria. Saqué la lengua y me puse a pasarla por los labios y a intentar penetrarla con ella como un loco.


- Despacio nene, no hay prisa. Como te dije antes. Pasa la lengua y disfrútalo. Haz que la note.


Mario no había dejado de lamer mi polla y huevos. Pero se había girado y puesto entre mis piernas para no perderse nada de lo que me hacía Marta. Para entonces estaba tan excitado que no pude contenerme más. Me corrí en la boca de mi mejor amigo sin poder avisarle.


También es verdad que tenía la boca muy ocupada con el coño de mi hermana. No le importó, se lo tragó sin protestar.


-A ver chicos, que no tenga que repetirlo, se trata de disfrutar los tres. Cuando haya lefa la compartimos, no seáis egoístas.


Marta buscó en la boca de mi amigo los restos de mi semen metiendo la lengua hasta la garganta. Como Mario y yo habíamos estado practicando le respondió al beso lascivo. Creo que bastante de su saliva resbaló haya mi vientre.


Yo seguía dando lengua y recibiendo en la boca los orgasmos de mi hermana. Pero ella quería una polla dentro y la mía había quedado fuera de juego por el momento.


Hizo que Mario se pusiera en el borde del colchón. Se le subió encima y despacio, con las rodillas a los lados de su cadera, dejó caer la pelvis sobre su rabo.


- Vamos, hermanito sigue usando la lengua como ya me has demostrado que sabes.


Me puse entre los muslos de Mario, separé sus rodillas y me puse a comerle el culito a Marta, lamer sus nalgas prietas y llegar hasta el ano con la sin hueso. Alcanzaba hasta los huevos peludos de mi colega y el interior de sus muslos.


Les oía gemir a los dos disfrutando del polvo y de mis atenciones con la lengua. Precisamente por eso mi polla volvía a ponerse dura.


- Marta, ¿ahora que hago?


- Aún me queda otro agujero. ¿No quieres utilizarlo?.


Ni en mis más locas fantasías me habría imaginado que mi estreno sería sodomizar a mi hermana, comerle el coño y la polla a mi amigo. Y parecía que ella ya había estrenado esa vía con un éxito notable.


- Ponle bien de saliva y a tu polla también. Para que no nos duela.


Como había hecho toda la tarde seguí sus instrucciones al pie de la letra. Guiando el glande con la mano lo acerqué al ano e hice fuerza. Es evidente que debido a mi inexperiencia no entró a la primera, pero insistiendo conseguí deslizarme en el interior de su recto.


Coordinar los movimientos también nos llevó unos momentos lo que consiguió además retrasar la corrida de Mario. Pero no mucho más tiempo, estaba muy excitado, un momento más tarde noté como su nabo se salía solo del xixi y rozaba mis huevos mojándolos con los jugos mezclados de ambos.


Inmovilizado por el peso de mi hermana no podía moverse así que siguió besándola y comiendo sus duras tetas mientras yo le follaba el culo. Ella lo apretaba exprimiendo mi rabo. Hubo un momento que pensé si no querría arrancarlo y quedarse con él dentro.


Yo aproveché para inclinarme un poco más, besar sus hombros y lamer su orejita. Movía el culo saliendo a mi encuentro cada vez que yo empujaba. Y jadeaba recibiendo las caricias de los dos.


- Tata, ¿y esto?.


Le pregunté extrañado. Entre suspiros y gemidos consiguió soltar alguna frase coherente.


- Antes de tomar la píldora era la mejor opción para no quedar preñada y le cogí cierto gusto. Te defiendes, sigue follando, no pares.


Seguí su orden con sumo placer. Hasta terminar llenando el culo de Marta con mi leche. Nos estaba demostrando lo morbosa y guerrilla que es. Y continuó en esa línea.


Se giró y le puso el culo en la cara a Mario. Este se había quedado sin lamerla hasta ese momento. Ansioso sacó la lengua y sin problema, ni asco, se puso a comérla entera. Mi semen rezumando del ano de mi hermana y su coñito del que aún salía algo de su propia lefa.


Mientras yo conseguí besar a Marta y jugar con su lengua.


- Hermanito. Tendremos que dejar lo de que me folles para otro día. Pero no pienso desaprovechar dos pollas como las vuestras.


- Y nosotros encantados.


- Habrá que aprovechar estas tardes de fútbol. Pero mientras quiero que vayáis practicando entre vosotros.


Yo pensaba en que tendría algún rato a solas con ella en casa sin padres. Y más ratos con mi amigo en los que explorar esa nueva forma de relación que habíamos descubierto. Viendo que a mí hermana le gustaba el anal llegamos a explorar esa opción.


Para entonces ya teníamos algo de prisa para lavarnos y ventilar la habitación. Aunque no nos privamos de contemplar a Marta sentada en el bidé lavándose el chumino y el culito completamente desnuda. Ni de lavarnos el uno al otro nuestros rabos.


Por entonces le llegué a coger el gusto a tener una polla o un vibrador metido en el ano. Un placer del que no me he privado con posterioridad cada vez que se me presentaba la oportunidad. Desde luego los tríos se repitieron todo lo que pudimos, todo lo morbosos y lascivos que nos dictaba nuestra imaginación.












..
joooder uqe maravilla uff
 
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Era otra época, hace ya algunos años de esto. Por entonces internet no se había inventado. Los videos, bueno teníamos, por la gracia de mis padres, un vhs en casa, pero no era fácil para un chico tímido y pajillero alquilar una porno.


Lo mejor de lo que disponía eran algunas revistas pilladas vaya usted a saber donde. A veces un Clima, que por cierto aún se edita, comprado en un kiosco de otro barrio por si me reconocían.


La prehistoria, vamos, y seguro que hay muchos que se reconocen en ese personaje. Aunque haya cambiado el siglo no hace tantos años de esto.


La época está clara, los personajes van ahora, empiezo por mí y mi amigo Mario. Dos chicos jóvenes no mal parecidos delgados y con algún grano de vez en cuando, no hace falta entrar en grandes detalles. Os los podéis imaginar o buscarlos como twinks en cualquier web gay.


Falta otro personaje, mi hermana Marta. Largos muslos, culo prieto y respingón, tetas duras y bien puestas, una larga melena morena lisa y una carita que haría botar mil barcos.


En resumen un pibón que tenía detrás a todos los chulitos del barrio. Pero tenía novio, un gilipollas que me caía como una patada en los mismísimos.


Mario y yo habíamos crecido juntos. Teníamos mas confianza con el otro que con cualquier persona en el mundo incluidos nuestros padres. Eso de ser amigo de los hijos no se llevaba por entonces. Ese año yo entraba en la universidad y Mario empezaba a trabajar en la tienda de unos tíos. Pero teníamos el verano libre.


No nos comíamos un colín evidentemente y nos matábamos a pajas. Pronto descubrimos que hacerlo juntos nos daba mas morbo. No nos conformábamos con intercambiar las revistas que conseguíamos. En algún descampado o en el garaje ocultos tras un coche nos sacábamos las pollas y nos poníamos a darle a la zambomba.


A veces teníamos algo mas de suerte y nos quedábamos solos en casa, la mía o la suya, que lujo, poder masturbarnos juntos sobre una cama con comodidad y sin prisas.


Nos la machacábamos pero sin mariconadas, ¡que frase! Han pasado años y aún me avergüenzo de haberla dicho alguna vez. Por que ni siquiera era cierta, estaba tan caliente que rabiaba por que Mario me la cogiera con la mano y la acariciara.


Y lo que habría dado para que me la chupara, si sé lo que hubiera dado, hacerle una mamada de campeonato con toda la aplicación de la que fuera capaz.


Pero durante mucho tiempo fuimos tan idiotas como para ni planteárnoslo. Cuanto tiempo pedido.
Las ganas aumentan poco a poco y al final perdimos la vergüenza. Una tarde de domingo mis padres habían cogido el coche, un venerable ciento veintisiete, para ir a ver a mis abuelos al pueblo. No se les esperaba.


Mi hermana Marta estaba con su novio, tampoco. Al terminar de comer Mario se vino a mi casa de inmediato. Teníamos toda la tarde para hacer lo que quisiéramos y mi cuarto para hacerlo.


El plan era paja, merienda y futbol en la tele, puede que con alguna variación del orden según nuestros apetitos, pasar del futbol y seguir con las pajas. Por entonces se nos volvía a poner dura momentos después de habernos corrido. Juventud divino tesoro.


Hacia calor, habíamos terminado los exámenes pero teníamos que esperar a las vacaciones del progenitor para salir de la ciudad. En mi caso al pueblo a aburrirme soberanamente.


Pero aquel domingo nos fuimos derechos a mi cuarto. En vez de arrimar una silla al armario le dije:


-¡Ayúdame!.


Con su espalda pegada a las puertas del armario, me cogió de la cintura, y me izó hasta el altillo donde tenía escondidas las revistas. Cogí las dos primeras sintiendo su cara pegada a mi pecho y sus manos deslizándose por mis muslos hasta sujetar mi culo.


- Las tengo.


Algo se empezaba a revolver en mi actitud para el sexo. O puede que fueran las hormonas, nada mas. Casi sin separarme de él me saqué la camiseta. Mi cara muy cerca de la suya y mirándonos a los ojos. Me imitó sin perder un segundo casi con los torsos pegados.


- Mejor desnudos. ¿No?


Pero aún con miedo a tocarnos. Estaba ya muy excitado y nervioso. Dejé caer mis vaqueros hasta los tobillos y me tiré a la cama atravesado.
Mario se lo tomó con mas calma pero igualmente se bajó los pantalones y él se los quitó del todo.


Su slip abanderado blanco con abertura era tan pequeño que el duro glande asomaba por encima de la cinturilla. El mío era igual de grande y mi polla echada al lado izquierdo se marcaba durísima en el algodón.


- Ya la tienes dura. Cabrán.


Ese día era un punto de inflexión en nuestra relación y en nuestra sexualidad. Acercándose a mí terminó de sacarme el pantalón tirando de la prenda. Me miraba a los ojos y al rabo alternativamente.


- Sin nada de nada.


Y se apoyó en la parte alta de mi muslo para subirse a la cama a mi lado. Me dio un escalofrío cuando lo hizo. El roce que parecía casual me gustó más de lo que me atrevería a admitir.


-Pásame una de esas revistas.


Lo hice, rozando sus dedos. En un gesto de confianza cogió mi mano y me la apretó. Justo antes de coger su gayumbo y bajarlo justo por debajo de su prieto culo dejando la polla al aire. Era bonita, recta, el morado glande escondido en su pliegue de piel, con su mata de pelo oscuro en la base, cargaba un poco hacia la izquierda como la mía.


Con un diestro movimiento, practicado miles de veces, bajó el pellejo descubriendo el pulido glande. Yo no podía dejar de mirarla olvidando mi revista a un lado sobre mi cama. Me tenía hipnotizado, en ese momento mandé a la mierda todos mis reparos y acerqué la mano a sus peludos huevos.


- Me miras mucho.


Pero no lo decía como reproche, sino con una sonrisa lasciva.


A mí me gustaba acariciar los testículos cuando me pajeaba y sabía que Mario también lo hacía. Lo había visto muchas veces. Rocé su escroto con suavidad.


Mis dedos se deslizaron por su piel, haciendo caracolillos con su vello. No se enfadó, al contrario, soltó un gemido que me indicó que le gustaba.


Tanto, que extendió el brazo hacia mí rabo. Con prisa, antes de que algo lo hiciera cambiar de opinión y arrepentirse. Terminé de quitarme lo que me quedaba de ropa antes de que su mano llegara a tocarme.


Él empezó cogiendo mi polla mientras yo seguía acariciando sus huevos cada vez con más confianza. La apretaba con suavidad moviéndola de arriba abajo sin prisa. Yo también me animé más y acariciaba todo su pubis peludo, huevos y polla.


Nos miramos a los ojos y nos sonreímos. Si alguien tenía que tocarnos el nabo quién mejor que un amigo de toda la vida. Pero estábamos tan cachondos que los dos queríamos más.


Nuestros rostros se fueron acercando lentamente y nos dimos un beso, en la boca, suave y dulce. Nos íbamos animando y segundos después estaba dando el primer beso con lengua de mi vida y no era a una chica y eso no me importaba.


Como no esperábamos a nadie no me había preocupado de cerrar y dejar la llave puesta en la cerradura por dentro. Si volvían mis padres eso les hubiera parecido raro.


En ocasiones anteriores como solo nos pajeábamos con las pollas fuera de la ropa nos daba tiempo a recomponernos. Aunque pringáramos los calzoncillos de semen. Esta vez desnudos del todo y mucho más concentrados nos olvidamos de la puerta.


Entró mi hermana casi sin hacer ruido. No sabía si estábamos en casa y llegó al pasillo sin decir nada antes de oír el ruido de los muelles del colchón en mi habitación.


Y nos encontró a ambos con la mano en la polla del otro y las lenguas fuera de las bocas cruzándose lascivas. Nuestras salivas caían por las barbillas hasta nuestros torsos lampiños por aquel entonces.


Venía caliente y cabreada, su novio le había metido mano en el asiento de atrás del coche. En su caso un simca mil de segunda mano, sí, como el de la canción. Después se había ido con sus amigotes a ver el fútbol. La había dejado a medias.


Así que la sorpresa hizo que casi se le cayeran las bragas. Y eso era difícil por que el lois que llevaba puesto parecía pintado sobre su culo y muslos perfectos, de rodillas para abajo la tela era más ancha. De pata de elefante como se llevaban entonces.


El concepto de bisexual no lo teníamos muy claro en esa época. Pero era evidente que aunque lo que estábamos haciendo juntos en ese momento nos gustaba y al menos por mi parte estaba dispuesto a seguir explorándolo, no nos habíamos olvidado de las chicas.


Creo que ver a mí guapa hermana allí delante mirándonos con una expresión desencajada, excitada y cachonda en vez de cortarnos nos excitó aún más. No sabíamos como reaccionaria.


Bueno, pues en vez de poner el grito en el cielo y llamarnos pervertidos solo se quedó allí en el umbral, mirándonos. Su cara de salida nos decía que le gustaba lo que veía.


Así que seguimos. Yo tenía una mano en la polla de mi amigo y la otra en sus huevos pero lo acariciaba suave. Él en cambio movía la mía como si quisiera arrancármela y llevársela a casa como recuerdo.


Al verlo mi hermana se acercó y puso su mano sobre la de Mario para que aflojara el ritmo. A la vez sus dedos rozaban mi glande.


- Si os corréis demasiado pronto a las chicas no nos hace gracia. Tómatelo con calma, no tenemos prisa.


Ahora los asombrados éramos nosotros. ¿Que le pasaba?. ¿De verdad esa era mi hermana o me la habían cambiado?.


- Dime como hacerlo. ¿Como os gusta a vosotras?.


- A las chicas nos gusta que seáis atentos con nosotras. Que os interese lo que sentimos y que nos deis placer.


Increíblemente no había soltado mi polla y seguía acariciándola con ternura junto con la mano de Mario. El roce de sus dedos me parecía lo más morboso que me había pasado y eso que esa tarde iba para récord.


Mario retiró su mano y dejó la de Marta pajeándome con suavidad. Ella se inclinó despacio y empezó a besar a mi amigo dándole lengua. Nos había arrebatado la iniciativa y era ella la que mandaba.


Ya tenía los dos rabos uno en cada mano y empezó a besarnos alternativamente dándonos cada vez más lengua y más saliva.


- Ahora os las voy a comer. Tomad buena nota por que después quiero ver como lo hacéis vosotros. Eso me pondrá muy caliente.


- ¿Has cerrado?


- Si, he echado la llave.


Uniendo la acción a la palabra se arrodilló entre los dos. No soltaba las pollas. Inclinó la cabecita. La melena le cubría la cara cuando sentí su lengua recorriendo mi escroto. Una corriente eléctrica recorrió mi columna desde el nabo hasta la base de mi cerebro.


Un jadeo escapó de los labios de mi amigo cuando Marta se dedicó a su rabo. Cada poco rato cambiaba de polla, lamiendo el tronco hasta llegar al glande o chupando los huevos.


No se si yo sabría hacerlo pero en ese momento ya estaba dispuesto a todo. Y creo que Mario estaba igual de preparado.


- Vuestro turno. Seguid mientras me desnudo.


Me empujó para que me tumbara mientras Mario se subía encima de mí. Su nabo quedó justo encima de mi cara. Ya no había vuelta atrás y empecé besando el glande. Para luego deslizar la lengua por todo el duro aparato.


Él en cambio empezó por mis huevos, mojándolos con su saliva antes de meterlos entre sus labios. De reojo no perdía de vista a Marta que se desnudaba despacio sin dejar de mirarnos.


Cuando se quitó la camiseta sus tetas contenidas por el cruzado mágico serían las primeras que veríamos en vivo. Echó las manos a la espalda para soltar el broche lo que hizo que parecieran más cónicas y duras de lo que ya eran.


La prenda se abrió y resbaló por sus torneados brazos, me quedé con la boca abierta lo que mi amigo aprovechó para meter en ella la polla. Los pechos que veía eran aún más maravillosos que cualquier cosa que me hubiera imaginado. Más bonitos incluso que los que salían en las revistas.


Mario tuvo la misma reacción que yo al ver la tetas de mi hermana pues paró de lamer mis huevos. Todo fue a mayores cuando empezó a bajar el lois. La pequeña braga blanca de algodón apenas tapaba su encharcado coño. La tela se trasparentaba allí y casi se veía la pelambrera negra de su conejito.


Fueron segundos pues en cuanto el pantalón salió por los pies, fue detrás la braguita. Durante un momento deslizó los dedos por los labios de su vulva separándolos. Se acarició el clítoris, aunque no supe hasta un rato después como se llamaba ese botón. Y eso que si lo había visto en las fotos de las revistas.


Nunca supe si se llegó a correr en ese momento pero cuando apartó la cadera de Mario de encima de mí cabeza y puso la suya encima de mi boca lo que probé en ese momento me supo a gloria. Saqué la lengua y me puse a pasarla por los labios y a intentar penetrarla con ella como un loco.


- Despacio nene, no hay prisa. Como te dije antes. Pasa la lengua y disfrútalo. Haz que la note.


Mario no había dejado de lamer mi polla y huevos. Pero se había girado y puesto entre mis piernas para no perderse nada de lo que me hacía Marta. Para entonces estaba tan excitado que no pude contenerme más. Me corrí en la boca de mi mejor amigo sin poder avisarle.


También es verdad que tenía la boca muy ocupada con el coño de mi hermana. No le importó, se lo tragó sin protestar.


-A ver chicos, que no tenga que repetirlo, se trata de disfrutar los tres. Cuando haya lefa la compartimos, no seáis egoístas.


Marta buscó en la boca de mi amigo los restos de mi semen metiendo la lengua hasta la garganta. Como Mario y yo habíamos estado practicando le respondió al beso lascivo. Creo que bastante de su saliva resbaló haya mi vientre.


Yo seguía dando lengua y recibiendo en la boca los orgasmos de mi hermana. Pero ella quería una polla dentro y la mía había quedado fuera de juego por el momento.


Hizo que Mario se pusiera en el borde del colchón. Se le subió encima y despacio, con las rodillas a los lados de su cadera, dejó caer la pelvis sobre su rabo.


- Vamos, hermanito sigue usando la lengua como ya me has demostrado que sabes.


Me puse entre los muslos de Mario, separé sus rodillas y me puse a comerle el culito a Marta, lamer sus nalgas prietas y llegar hasta el ano con la sin hueso. Alcanzaba hasta los huevos peludos de mi colega y el interior de sus muslos.


Les oía gemir a los dos disfrutando del polvo y de mis atenciones con la lengua. Precisamente por eso mi polla volvía a ponerse dura.


- Marta, ¿ahora que hago?


- Aún me queda otro agujero. ¿No quieres utilizarlo?.


Ni en mis más locas fantasías me habría imaginado que mi estreno sería sodomizar a mi hermana, comerle el coño y la polla a mi amigo. Y parecía que ella ya había estrenado esa vía con un éxito notable.


- Ponle bien de saliva y a tu polla también. Para que no nos duela.


Como había hecho toda la tarde seguí sus instrucciones al pie de la letra. Guiando el glande con la mano lo acerqué al ano e hice fuerza. Es evidente que debido a mi inexperiencia no entró a la primera, pero insistiendo conseguí deslizarme en el interior de su recto.


Coordinar los movimientos también nos llevó unos momentos lo que consiguió además retrasar la corrida de Mario. Pero no mucho más tiempo, estaba muy excitado, un momento más tarde noté como su nabo se salía solo del xixi y rozaba mis huevos mojándolos con los jugos mezclados de ambos.


Inmovilizado por el peso de mi hermana no podía moverse así que siguió besándola y comiendo sus duras tetas mientras yo le follaba el culo. Ella lo apretaba exprimiendo mi rabo. Hubo un momento que pensé si no querría arrancarlo y quedarse con él dentro.


Yo aproveché para inclinarme un poco más, besar sus hombros y lamer su orejita. Movía el culo saliendo a mi encuentro cada vez que yo empujaba. Y jadeaba recibiendo las caricias de los dos.


- Tata, ¿y esto?.


Le pregunté extrañado. Entre suspiros y gemidos consiguió soltar alguna frase coherente.


- Antes de tomar la píldora era la mejor opción para no quedar preñada y le cogí cierto gusto. Te defiendes, sigue follando, no pares.


Seguí su orden con sumo placer. Hasta terminar llenando el culo de Marta con mi leche. Nos estaba demostrando lo morbosa y guerrilla que es. Y continuó en esa línea.


Se giró y le puso el culo en la cara a Mario. Este se había quedado sin lamerla hasta ese momento. Ansioso sacó la lengua y sin problema, ni asco, se puso a comérla entera. Mi semen rezumando del ano de mi hermana y su coñito del que aún salía algo de su propia lefa.


Mientras yo conseguí besar a Marta y jugar con su lengua.


- Hermanito. Tendremos que dejar lo de que me folles para otro día. Pero no pienso desaprovechar dos pollas como las vuestras.


- Y nosotros encantados.


- Habrá que aprovechar estas tardes de fútbol. Pero mientras quiero que vayáis practicando entre vosotros.


Yo pensaba en que tendría algún rato a solas con ella en casa sin padres. Y más ratos con mi amigo en los que explorar esa nueva forma de relación que habíamos descubierto. Viendo que a mí hermana le gustaba el anal llegamos a explorar esa opción.


Para entonces ya teníamos algo de prisa para lavarnos y ventilar la habitación. Aunque no nos privamos de contemplar a Marta sentada en el bidé lavándose el chumino y el culito completamente desnuda. Ni de lavarnos el uno al otro nuestros rabos.


Por entonces le llegué a coger el gusto a tener una polla o un vibrador metido en el ano. Un placer del que no me he privado con posterioridad cada vez que se me presentaba la oportunidad. Desde luego los tríos se repitieron todo lo que pudimos, todo lo morbosos y lascivos que nos dictaba nuestra imaginación.












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Joder que istotia tan maravillosa como me ubiera gustado participar, me e corrido lellendolo gracias
 
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