Mentiras y crueldad

berserk37

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Mentiras y crueldad

Me llamo Gianna y llevo el último mes en una cama de un hospital, mientras miro al techo puedo escuchar la respiración de mi hermano mayor Marco. Duerme, está agotado por todas las horas que pasa a mi lado para que yo no pase esto sola. Mi hermano y yo pertenecíamos a la familia más poderosa de una ciudad costera de Italia, mis padres prepararon a mi hermano para ser el siguiente jefe, lo convirtieron en una máquina de guerra, a mí, sin embargo, me convirtieron en su consejera.

Mis padres terminaron muriendo fruto de su desmesurada ambición, Marco paso a ser el jefe de la familia, después de consultarlo conmigo decidimos pedir una reunión con las demás familias. Nuestras empresas eran afines unas a otras, colaborando entre nosotros podíamos sacar más beneficios que luchando entre nosotros. La ciudad se revitalizó, se crearon muchos puestos de trabajo, para las obras de reconstrucción de la ciudad y el puerto, Gracias a eso el turismo subió una barbaridad.

Mi hermano decidió repartir nuestro extenso territorio con las demás familias, ellas habían cumplido con su parte del trato y mi hermano cumpliría con lo pactado, policía, jueces y políticos se encargarían de gobernar la ciudad, mientras tanto ellos se dedicarían a hacer negocios. Llegaron a un pacto que ninguna familia influiría en jueces, policía y políticos, de ser así el castigo sería severo. Isabella era la novia de mi hermano, ella era hija de Aurelio el guardaespaldas de mis padres y ahora nuestro. Él fue quien nos crio y gracias a eso Isabella y él se conocieron en nuestra familia, no es que mi hermano necesitara que alguien le defendiera, pero Aurelio iba más para protegerme a mí, no era buena luchando prefería la maña a la fuerza.

Aquella noche fuimos invitados por el jefe de la familia del sur de la ciudad a una fiesta que había organizado en su mansión. Isabella estaba nerviosísima; sin embargo, a Marco y a mí no nos apetecía ir. Él era el jefe de la familia, no tenía más remedio, pero yo no pintaba nada allí, más que una mansión parecía un palacio, la fiesta se celebraría en un salón enorme que se encontraba en el centro de la mansión. Cuando ya llevábamos media hora yo estaba sentada bostezando cuando Aurelio se acercó.

• Te veo muy animada Gianna – mientras reía.
• Sí, animadísima, ¿se puede saber que hacemos aquí Aurelio?

Aurelio me hizo mirar a donde estaban Marco e Isabella, mi hermano se notaba que hacía un rato que había dejado de escuchar a aquel hombre e Isabella miraba a donde nosotros. Marco le dijo algo al oído y vino corriendo a donde nosotros.

• Gianna tenías razón, menudo aburrimiento.
• Ya te lo dije – mientras intentaba disimular el bostezo.

La puerta principal se abrió, por ella entro el anfitrión de la fiesta, un hombre de mediana edad escoltado por otro hombre de la edad de Marco, Aurelio me dijo que era su hijo. La verdad es que me pareció muy guapo, pero ahí quedo la cosa. No sé cuanto tiempo habría pasado cuando decidí investigar la mansión. Se notaba que aquel hombre entendía de arte, los pasillos de esa mansión parecían las paredes de un museo. Tenía algunos de los mejores cuadros que se habían pintado en la historia.

Soy de las que cree que estos cuadros tendrían que estar en un museo para que todo el mundo tuviera la oportunidad de disfrutar de ellos. Me detuve delante de uno de los cuadros, el cuadro de La joven de la perla de Johannes Vermeer para ser exacto. Estaba tan ensimismada mirando la obra que no me percate de que alguien se había acercado por mi espalda. Al notar su presencia me asusté y al darme la vuelta allí estaba él. Aquel chico que tan guapo me había parecido, era más alto que Marco, tenía unas espaldas anchas como mi hermano, además de una sonrisa magnética que me tenia embobada. Alargo su mano en gesto de saludo que yo acepte, presentándose, su nombre era Francesco. Me tendió el brazo con intención de darme un tour por toda la estancia, yo lo acepté y nos pusimos a caminar mientras me iba comentando lo que le parecían los cuadros y las esculturas que su padre coleccionaba gastándose una fortuna en ellos.

• Parece que te molesta – le dije.
• Si y no, no me malinterpretes, estos cuadros son demasiado buenos para que estén guardando polvo aquí.

Tenia razón, terminamos en una habitación donde había una copia del David de Miguel Ángel, aunque se veía que era una imitación estaba muy bien hecha. Su cercanía me turbaba, empezaba a sentir cosas que no había sentido en toda mi vida, como si tuviera mariposas en el estómago, según me dijo más tarde Isabella me había enamorado, menuda chorrada. Como veis era una ingenua, me había enamorado hasta las trancas, pero en aquel entonces no era consciente de ello. Era amable, cálido y consiguió que una noche aburrida a no poder más, se convirtiera en algo muy divertido.

Pero como todo lo bueno llega a su fin, aparecieron Aurelio y Marco para chafarme el único momento que había valido la pena en toda la noche, Francesco no se cortó, me dio su número de teléfono, instándome a llamarlo algún día para tomar café, después se despidió educadamente de mi hermano, saliendo de aquella habitación llena de esculturas.

• ¡Joder hermanita!, ¡no puedes desaparecer así sin decir nada!, ¡me he asustado!
• Venga Marco, no seas así – decía Isabella sacándome la lengua mientras sonreía.

Me puse como un tomate, Aurelio se reía caminado atrás nuestro, no quería que Marco se cabreara con él por haberme perdido. No lo hizo, veía como Francesco también se había fijado en mí y decidió que me vendría bien conocer gente nueva. Guarde el número de teléfono en el bolso. Durante la siguiente semana estuve tentada a llamar, pero me daba miedo de que no quisiera quedar conmigo. Llego el viernes, de ese día no iba a pasar, durante la hora de la comida me armé de valor llamándole, después del sexto tono pensé que no me lo cogería, pero me equivocaba.

• ¿Quién es? - pregunto Francesco.
• Soy Gianna, nos conocimos en la fiesta del sábado.
• Gianna, me alegro de que me llames, ya pensaba que no lo harías.
• Para serte sincera, temía que te lo hubieras pensado mejor.
• Si hubiera hecho eso demostraría ser un idiota.

Al final quedamos a las siete en la cafetería que quedaba delante de nuestra empresa. A las siete menos cuarto ya me encontraba allí, nerviosa perdida. Llego puntual como un reloj suizo, fue una tarde estupenda, era un hombre con un gran sentido del humor, que me hacía reír. Los encuentros se fueron dando semana tras semana. Cuando paso el primer mes Francesco decidió invitarme a cenar, no me llevo a un restaurante de tres tenedores, era un restaurante familiar, donde tenias un menú con comida casera, al mirar a los comensales de la mesa de al lado me fije en la buena pinta que tenían sus platos.

No me equivoque, la cena estuvo exquisita como la compañía, después de pagar fuimos a tomar una copa, me llevo a un bar donde tenían la música a un volumen donde te permitía hablar sin gritar, tomamos un par de cervezas. No estaba acostumbrada a beber, por lo cual ya estaba medio achispada, aquella noche me sentía caliente, no sé si era debido a las cervezas mezclado con el vino de la cena, pero mi sexo estaba caliente y húmedo. Francesco se dio cuenta de mi estado, me dijo si quería tomar la última en su casa. Durante un instante tuve dudas, pero le dije que sí. Nos montamos en el coche y llegamos enseguida a su edificio, entramos en el garaje, después de aparcar el coche, nos metimos en un ascensor que nos dejó delante de su puerta. Decidí ser atrevida, entre primero mientras dejaba el abrigo en el suelo, me baje los tirantes del vestido haciendo que este cayera al suelo después de dos contorneos de mis caderas.

Francesco se relamía al ver mi cuerpo desnudo, se acercó a mí y pegándome contra la pared, empezó a besarme, que bien lo hacía, después fue descendiendo mientras pasaba su lengua por todo mi cuerpo, al llegar a mi sexo, hizo que levantara mi pierna derecha colocándola contra una pequeña mesita. Tenia mi coñito delante de su cara tapado por un minúsculo tanga, después de apartarlo empezó a jugar con mi clítoris chupándolo y pasando la lengua, pronto empecé a gemir de placer.

Cuando empezó a succionar mi clítoris, una descarga eléctrica recorrió toda mi espalda haciendo que estallara en un orgasmo tan demoledor que estuve a punto de desmayarme. Cuando me recupere, tenia intención de chuparle la polla, pero él cogiéndome de las caderas hizo que apoyase las manos en la pared, obligándome a echar mi culo para atrás. Estaba muy excitada, escuche como liberaba su polla, después note su calor y vigor cuando empezó a restregármela por todo mi coñito, estaba impaciente y él lo sabía, de una sola estocada me la metió hasta dentro haciendo que me faltara el aire.

Sus penetraciones eran acompasadas y profundas, proporcionarme un gran placer, Francesco empezó a notar como mi cuerpo empezaba a convulsionar, arreciando en sus embestidas proporcionándome uno de los mejores orgasmos de mi vida. Después fue él el que saco su polla para correrse encima de mi culo. Esa noche fue muy intensa, no paremos hasta que nuestros sexos se quedaron en carne viva. Desde esa noche no nos separamos, desde ese día han pasado tres maravillosos años.

Durante este tiempo Isabella y Marco se casaron y tuvieron a Piera, mi sobrina, mi ojito derecho, según mi hermano la mimo demasiado. Eso es envidia porque Piera me quiere más a mí, se lo digo a mi hermano mientras le saco la lengua. Como he dicho los tres años han sido maravillosos, pero también han tenido sus sombras. Francesco viajaba mucho, pues era el encargado de comprar las obras de arte que su padre exponía en su palacio. Al principio no me afectaba, pero eso, cambio cuando empezamos a vivir juntos.

Toda esa tensión derivo en discusiones que arreglábamos de forma muy satisfactoria en la cama. Francesco además era el informático en la empresa de su padre, si se estropeaba algún ordenador tenia que ir a arreglar la avería. Fuera de noche o de día, Como me quedaba muchas horas sola en casa, empecé a trabajar más horas, era la primera en entrar a la empresa y la última en salir. Pero todo estallo en uno de sus últimos viajes, me dijo en que hotel estaría hospedado por una semana. Me tocaba coger vacaciones en breve, así que después de hablarlo con Marco, decidí adelantarlas y darle una sorpresa a Francesco.

Después de coger al avión me plante en París, cogí un taxi que me llevo hasta el hotel, ya en recepción pregunte por Francesco. Lo que me dijo la recepcionista me dejo de piedra, ningún cliente se había hospedado con ese nombre en todo el mes. Se supone que había venido a este hotel los ultimas tres veces y no sabían nada de él. Lo llamé veinte veces, todas las veces me dio apagado o fuera de cobertura. Mi enfado iba en aumento, no me quedo más remedio que coger una habitación, pues no tendría un vuelo de vuelta hasta el siguiente día.

No peque ojo en toda la noche, me preguntaba donde se abría metido y eso me enfadaba, pero después pensaba que le podría haber pasado algo y me preocupaba, toda la noche fue como una montaña rusa. Con los primeros rayos del sol me levante, me metí en la ducha, accionando el agua fría, necesitaba aclarar mis ideas, había una idea que pasaba constantemente por mi mente, no era otra que me estaba engañando y viendo lo visto desde cuando. Después de desayunar fui directa al aeropuerto, cogiendo el avión de vuelta. En el avión concilié el sueño, demasiado cansancio acumulado. Después de aterrizar, cogí mi coche del aparcamiento del aeropuerto, yéndome directa a mi casa, al llegar vi que Francesco se encontraba sentado en el salón como si me estuviera esperando.

• ¿Desde cuándo me vigilas? - pregunto muy serio.
• ¿Desde cuándo me mientes? - pregunte más sería aún.
• Yo solo estoy haciendo mi trabajo.
• ¿Entonces para que me mientes? - volví a preguntar más enfadada aún.
• ¡Yo te dije en que hotel iba a estar!
• Si y lo apunte aquí, míralo tú mismo.

Su rostro mutó, ya no reflejaba enfado, más bien reflejaba preocupación porque según parecía se había confundido de nombre, ¿quién se confunde del nombre del hotel donde se va a hospedar? Francesco se levantó viendo que había metido la pata, intento abrazarme, pero no se lo permití. Fui a nuestro cuarto y después de hacer una maleta le dije que pasaría un tiempo en casa de mi hermano, que tenia que reflexionar, no tenia claro si esta relación tenia futuro. Francesco no dijo nada, pero por su expresión me pareció detectar alivio, esa no era la expresión que esperaba encontrarme.

Una vez la maleta hecha salí de mi casa, llamando a Marco, este me dijo que hablaría con Isabella para tener la habitación de invitados lista. Fue Isabella la que me recibió con un abrazo, la pequeña Piera se alegró de saber que su tía preferida pasaría unos cuantos días en casa para jugar con ella. Entre en la habitación de invitados, empezando a llorar, no entendía el cambio de actitud de Francesco, durante mi noche en el hotel de París tuve tiempo de repasar los últimos meses y pude percatarme que los cambios en Francesco se llevaban dando desde hace tiempo, ya no era tan atento, cada vez menos muestras de cariño, gestos de estío cuando pensaba que no lo estaba mirando.

Como podía haber estado tan ciega, ¿Francesco era tan buen actor? ¿O era yo la que miraba para otro lado?, sumergida en esos pensamientos escuche como alguien llamaba a la puerta con los nudillos.

• Ginana, ¿cómo te encuentras? - pregunto Isabella con cara de preocupación.
• Engañada, triste, como si mis últimos tres años hubieran sido una mentira.
• Necesitas saber la verdad, para poder seguir adelante.
• Crees que me engaña, ¿verdad?
• No tengo pruebas, pero la cosa no pinta nada bien.

Escuche como alguien subía las escaleras que separaban la sala de estar con las habitaciones, no tarde en ver como mi hermano cruzaba el umbral de la puerta y me abrazaba, igual que las noches de tormenta cuando estaba muerta de miedo al escuchar los relámpagos.

• Gianna, ¿que ha ocurrido?
• Este fin de semana quise darle una sorpresa a Francesco y me presente en el hotel, para enterarme de que él nunca estuvo hospedado allí – vi como mi hermano apretaba los dientes.
• Gianna, en la empresa tenemos unos investigadores muy buenos, si les digo que es un favor para ti, no pondrán ninguna pega.
• No sé si estoy preparada para…
• Hermanita, esto como las tiritas, del tirón, créeme es lo mejor.
• Gracias Marco – dije algo más animada.
• Sabes que puedes quedarte todo el tiempo que quieras, ¿verdad? - dijo Marco
• No molestas, además Piera está encantada – mírala.

Que lista era esa niña, no sabía lo que pasaba, pero intuía que algo no iba bien, por eso no se había atrevido a entrar en la habitación, cuando la sonreí y estire los brazos, entonces corrió, saltando para que la levantara en brazos. Piera era el mejor bálsamo contra las penas, su sonrisa era contagiosa, para cuando me di cuenta estaba sentada a su lado dibujando con ella, mientras sus padres nos miraban sonrientes.

Las semanas fueron pasando, como tenia mejor horario que Marco que estaba hasta arriba de reuniones e Isabella que era cirujano, me encargaba de recoger a mi sobrina, en una de estas ocasiones mientras la llevaba cogida de la mano, Piera me contaba lo bien que se lo había pasado jugando con sus compañeros, entonces lo vi. Francesco estaba apoyado en mi coche esperándome.

• ¿Qué haces aquí?
• Tenemos que hablar – dijo Francesco muy serio.
• Ahora no es el momento, tengo que llevar a Piera a casa.

Francesco me seguía reteniendo, vi miedo en el rostro de Piera, de un movimiento brusco conseguí que me soltara el brazo, no podía descifrar la mirada de Francesco, no sé si veía ira, tristeza o decepción, pero fue a dar un paso hacia mí cuando se detuvo en seco. Aurelio estaba a su espalda sujetándolo del hombre, me miro y me dijo.

• Lleva a Piera a casa, mientras yo converso con Francesco – la mirada de Aurelio daba miedo.

Cuando llegue a casa de Marco e Isabella, prepare algo de merienda para mi sobrina y después vimos la película que más le gustaba a Piera. La habría visto más de cien veces y se seguía emocionando como el primer día. Para cuando la película termino, fue Marco el primero en llegar, después de abrazar a su hija, me saludo a mí con un beso en la mejilla.

• ¿Estás bien?, Aurelio me lo ha contado.
• Sí, Piera se ha asustado un poco, pero cuando ha visto a su abuelo se ha tranquilizado.
• Voy a tener que tomar cartas en el asunto, desempolvando mi antiguo yo – la mirada de mi hermano era severa.
• Marco, por favor, dejamos aquella vida atrás.
• Lo sé, pero…
• Estoy bien además tengo tu teléfono, el de Aurelio y el de Isabella por si pasa algo.

Isabella llegó media hora después, Marco le contó lo ocurrido. Isabella mostraba indignación por la actitud de Francesco, un hombre que estaba mostrando su verdadera cara y no era nada buena. Durante la cena Piera cogió todo el protagonismo en la cena contando sus anécdotas del colegio, después nos pidió a su madre y a mí que le leyéramos un libro antes de dormir. Tenia claro que mi relación con Francesco había acabado, El hombre del que me había enamorado jamás existió.

Me sentía como una estúpida, pero yo fui real, yo me mostré tal y como era, pero también tenia preguntas como, ¿para que interpretar ese papel?, ¿con qué propósito?, de momento no hallaría ninguna respuesta no me quedaba otra más que esperar a que los investigadores terminaran su trabajo. Durante el siguiente mes seguí con mi vida, entonces una mañana que estaba revisando unos planos me llamaron al móvil.

Eran los investigadores, me citaban para las diez del día siguiente en su despacho. Les dije que estaba de acuerdo, su voz sonaba neutra así que no pude sacar nada, ni bueno ni malo. Nunca en mi vida las horas se habían hecho tan largas, después en casa junto a mi hermano, mi cuñada y mi incombustible sobrina, deje de pensar en ese informe que me revelaría una realidad que yo sospechaba, pero de la que no tenia ninguna certeza aún.

Aquella noche no pegue ojo, por mucho que no quisiera en esos momentos, seguía amando a Francesco. Ojala esto fuera tan sencillo como encender y apagar una luz. Apague el despertador dos horas antes de que sonara, me levante y me di una ducha, necesitaba atemperar mis nervios. Marcos e Isabella se despertaron una hora después, para cuando bajaron a la cocina, tenia todo el desayuno preparado y el café recién hecho. Estaba tan nerviosa que se me cayó la taza al suelo, Isabella me dijo que me tesara para tranquilizarme mientras ella recogía el estropicio.

Marco me dijo que él me llevaría, que no estaba en condiciones de conducir, no entendía por qué estaba tan nerviosa, ¿tal vez tenia miedo de descubrir que la mentira era mayor de lo que yo me había imaginado? Para cuando deje de lado mis pensamientos ya habíamos llegado a las oficinas de los investigadores, Marcos me dijo que me esperaría en la cafetería de enfrente.

• ¿No vas a entrar conmigo Marco?
• No Gianna, además los resultados de la investigación te conciernen a ti, yo no puedo estar delante, es la política de estos investigadores.

Entre en el edificio, llegue a un mostrador donde me identifique, me acompañaron a una especie de sala de espera. No sé cuanto estuve allí, sé que no fue mucho, pero a mí se me hizo eterno, cogí una de las revistas que había en una pequeña mesa. Empecé a leerla, no me interesaba, pero por lo menos me mantendría distraída, no me dio tiempo ni a leer la primera hoja cuando entro una mujer diciéndome que ya podía pasar.

En aquel despacho se encontraban un hombre y una mujer, de unos treinta años cada uno.

• Siéntese, ¿desea tomar algo? – me pregunto la mujer.
• No gracias, podemos ir al grano, por favor.
• Como desee – dijo en hombre.

Sobre la mesa había un informe metido en una carpeta, según me dijeron tenían pruebas que Francesco me había sido infiel durante el último año y medio, pero que tenían indicios de que la infidelidad venía de lejos. Pero las pruebas fotográficas eran de las últimas dos semanas, fotos con distintas mujeres, con algunas salía besándose, con otras entrando en hoteles. De hecho en una de las fotos aparecía el hotel donde se hospedó el fin de semana que yo fui a París. Tenían incluso un video grabado de Francesco follando con una mujer en el coche, dentro de un aparcamiento de un supermercado abandonado.

• Además hemos detectado que utiliza la empresa de su padre para blanquear dinero.
• ¿Están seguros?
• Sí.
• ¿Pero eso que tiene que ver conmigo?
• Tenemos indicios de que pretendía usarla como puerta de entrada para intentar hacer lo mismo en su empresa.

Me sentía cada vez peor, cada vez me alegraba más, de haber ido aquel fin de semana a París, de no ser así no sé qué hubiera pasado. Después de entregarme una copia del dosier y mandarme una a mi correo, se despidieron de mí amablemente. Mientras bajaba en el ascensor, una pena muy grande me embargaba. Me sentía fatal, pues por mi culpa Francesco podría haber puesto en peligro a las personas que más me importaban. Al salir del edificio, me encaminé a la cafetería donde me esperaba Marco. Al entrar me tenia preparada una taza con una infusión que sería alguna tila, me senté en la silla que quedaba delante de él y le puse en antecedentes.

• Infiel durante un año y medio, con indicios de haberlo sido desde antes – le dije a Marcos
• Soy una estúpida, me engaño pero bien.
• No te mortifiques, nos engañó a todos.
• A ti no, no le permitiste llevar la informática de la empresa.
• No fue por él, sino porque ya trabajamos con los mejores y Francesco no ofrecía nada que lo mejorara, ¿qué vas a hacer hermana?
• Iré a mi casa y empezaré a empacar mis cosas.
• ¿Quieres que Aurelio y yo vayamos contigo?
• No, hoy solo me llevaré mi ropa, otro día ya iré a recoger lo demás, entonces si aceptare vuestra invitación – estaba triste, pero mi hermano sabía como hacerme sonreír.

Marco volvió a insistir en acompañarme, pero le volví a decir que no, me llevo en coche hasta su casa y allí cogí mi coche para poder traer mis cosas, a partir del día siguiente empezaría a buscar una casa, no es que no estuviera bien en casa de mi hermano, pero en algún momento tendría que empezar a hacer mi propia vida. No tarde en llegar a mi casa, después de aparcar entre en el portal. El ascensor estaba en la planta baja, metí las cajas que había comprado de camino en el ascensor y empecé a subir, al entrar en casa me di cuenta de que él se encontraba allí.

Sentado en el sofá mirándome mientras tenia su barbilla apoyada en sus manos, lo ignore empezando a subir las escaleras. El vino detrás de mí, me hablaba, pero yo le ignoraba, no había excusa en este mundo que justificara lo que había hecho. Entonces cogiéndome fuerte del brazo me obligo a mirarle.

• ¡Me vas a escuchar! - dijo Francesco fuera de sí.
• ¡No tengo porque! - dije categórica.
• Tú no lo entiendes, lo del hotel…
• En aquel hotel me engañaste con una mujer rubia, te podría decir el día exacto y la hora, no intentes colarme ninguna de tus excusas, porque lo sé todo.
• ¿Cómo que lo sabes todo?
• Se que me eres infiel desde hace un año y medio, si no es más.
• ¿Me has espiado?
• Piensa lo que quieras, por lo que a mí respecta hemos terminado – dije mostrando una total confianza.
• ¿Que más sabes? - note cierto tono de preocupación en su tono de voz.
• Que blanqueas dinero en la empresa de tu padre.

Su rostro mutó, me cogió de los brazos y empezó a zarandearme mientras me gritaba que le entregara esas pruebas, yo le dije que no. En frente de la entrada al dormitorio se encuentran las escaleras para subir de la sala de estar a los dormitorios, Francesco me arrastro hasta allí amenazándome, que si no se los entregaba me tiraría para abajo. Había tres o cuatro metros de altura, suficiente para matarte si el golpe es en la cabeza, me volví a negar, entonces pude soltar uno de mis brazos pudiendo soltarle un tortazo que hizo que me soltara, dando dos pasos para atrás.

Su rostro congestionado destilaba irá, se arrancó contra mí y de un empujón me tiro por las escaleras, rodé golpeándome en todos los lados, pero el peor fue el último, note como mi cuello crujía. Termine con mi cuerpo tumbado sobre el suelo y mis piernas sobre los últimos escalones. Podía ver a Francesco bajar, el cuello me dolía mucho, pero empecé a darme cuenta de que no me dolía nada más, intente moverme, pero mi cuerpo no me respondía. En ese momento lo único que quería era huir de él, pero no podía, mi cuerpo no se movía. Cuando llego a mí, estaba muy nervioso, diría que asustado, empezó a buscar por todos mis bolsillos. Lo que él buscaba no lo llevaba encima, lo deje en casa de Marco antes de salir. Francesco deambulaba por toda la casa maldiciendo su mala suerte, al ver que no encontraría nada en vez de llamar a una ambulancia cogió un pañuelo y me amordazo la boca.

• Lo siento Giana, tengo que escapar de la ciudad, huir al sirio más lejano de la tierra para que tu hermano no me encuentre – se le veía aterrado, todo su cuerpo temblaba.

Escuche como se cerraba la puerta y después el silencio, no sé cuanto tiempo llevaba en aquella postura, pero el cansancio me empezó a hacer mella, además del dolor lacerante que tenia en el cuello. El móvil empezó a sonar, pero mis brazos no me respondían, sabía que algo malo le pasaba a mi cuerpo, pero rezaba para que fuera temporal. El móvil empezó a sonar insistentemente, yo empecé a llorar, intentaba gritar, pero la mordaza no me lo permitía.

Empecé a escuchar ruidos en la puerta de entrada de mi casa, intente gritar, entonces la puerta se abrió y pude escuchar la voz de mi hermano y mi cuñada, los dos se acercaron a mí, Isabella enseguida dijo que nadie me tocara. Marco se acercó, poniendo su mano sobre mi hombre, cosa que vi, porque no note nada, empezó a pedirme perdón por no haber venido antes.

• ¿Qué ha pasado Gianna?
• Francesco y yo discutimos, se puso nervioso y me termino tirando por las escaleras, no puedo levantarme hermano.

Isabella me decía que todo saldría bien, pero su rostro me decía una cosa diferente, cada vez tenia más claro que el golpe del cuello era mucho más grabe de lo que Isabella intentaba transmitir. Trajeron una camilla, me pusieron un collarín y me sujetaron la cabeza para que no se moviera. Durante el viaje en la ambulancia dirección al hospital lo hice en silencio, Marcos tenia mi mano sujeta, lo sé porque él me lo dijo, seguía sin notar nada. Intentaba disimular, pero conocía a mi hermano como si lo hubiera parido yo.

Una vez en el hospital, me empezaron a hacer una serie de pruebas, tardaron toda la noche, me tuvieron de aquí para haya. Una vez terminado todo, me dijeron que me tenían que operar, estaba cagada, Isabella estaría en la operación, pero no sería ella quien me operara, Marco estaba muy preocupado, yo estaba muerta de miedo, en el quirófano hacía frío, uno de los médicos se acercó y después de inyectarme algo empecé a sentir mucho cansancio hasta que me dormí, para cuando desperté me encontraba en una habitación de hospital, Marco se encontraba sentado a mi lado, la doctora no paso hasta el día siguiente.

El diagnóstico no pudo ser más devastador, tetraplejia, no podía mover nada de cuello para abajo. Me dijo que tendría que hacer rehabilitación y que todavía era demasiado pronto para sacar conclusiones, pero su rostro me decía que no volvería a andar en toda mi vida, tenia veinticinco años y estaba presa en mi propio cuerpo. Marco lloraba, tuvo que salir de la habitación, jamás vi llorar a mi hermano en mi vida. Los días iban pasando, para mí todos iguales, rehabilitación y mirar las vistas que me ofrecía la ventana, el resto de mi vida sería así, las vistas serían distintas, pero yo las miraría tumbada en una cama.

No volvería a jugar con Piera, no la volvería a coger en brazos, no volvería a bailar, ni ir al cine, tampoco volvería a ser feliz. Desde ese mismo momento una idea empezó a crecer en mi cabeza, Isabella, Marco, Aurelio incluso Piera se pasaban el día en el hospital, me sentía una carga, en realidad era lo que era. Marco me dijo que estaban buscando a Francesco y que pagaría por lo que había hecho, mire a mi hermano y le dije.

• Marco no mates a Francesco.
• ¿Después de lo que te ha hecho?
• Eres mejor que él, prométemelo – sabía que si me lo prometía no lo mataría, pero también que se inventaría una forma de saltarse la promesa.
• Te lo prometo – sé que no le hizo gracia, pero no podía negarme nada.

No quería que mi hermano tirara su vida por la borda, tenia a Isabella y a Piera, era un buen esposo y un mejor padre. Francesco ya me había jodido la vida a mí, no quería que también lo hiciera con mi hermano por una venganza que en nada me ayudaba. El tiempo fue pasando y no notaba ninguna mejoría, los médicos y yo lo teníamos claro, estaría postrada en una cama de por vida, la depresión cada vez iba ganando más terreno dentro de mí. Una mañana Marco vino se sentó a mi lado, me dijo que habían encontrado a Francesco y estaba pagando por lo que hizo.

Sabía que no lo había matado, pero sospechaba que Francesco hubiera preferido morir a sufrir lo que iba a sufrir, no sentía ninguna pena por él, él no tuvo ninguna empatía conmigo, mire a Marco y le dije.

• Marco, ¡lo prometiste!
• Lo he cumplido Gianna, todos me han pedido que me mantenga a un lado y es lo que he hecho, ahora solo quiero pasar tiempo contigo.

Sabía que Marco no mentía, no sabía mentir, por lo menos a mí. Las semanas fueron pasando, el cansancio se notaba en los rostros de Marco, Aurelio e Isabella, la única que parecía incansable era Piera que se sentaba en la cama y dibujaba para su tía, era la única que conseguía hacerme sonreír. Llego el mes de octubre, las hojas empezaron a caerse, habían pasado cuatro meses desde que me tiraron por aquellas escaleras, no había noche que no recordara ese suceso. Había tomado una decisión y mandé reunir a la familia para comunicarles mi decisión.

Todos fueron puntuales la única que no estaba era Piera, Marco e Isabella la dejaron al cuidado de una canguro, les mire y les dije.

• Quiero morir, esto no es vida.
• ¡Pero que dices Gianna!– decía mi hermano.
• Es mi deseo, respetadlo – dije sería.
• Chiquilla, eso que nos pides… - dijo Aurelio.
• No pido que me matéis, sino que quiero pedir la muerte asistida.

Marco no quería, tuvo que salir de la habitación llorando, en los últimos meses le había visto llorar más que en toda su vida, Isabella me cogió de la mano, lo sé porque levanto las manos para que las viera, me dio un beso en la frente y me dijo que ella me apoyaba, al trabajar en el hospital tenia una perspectiva diferente a Marco, Aurelio se sentó en una de las sillas, no decía nada tenia la mirada perdida, pero vi como unas lágrimas caían por su rostro, él también me entendía y me apoyaba.

El que más se resistió fue Marco, tomar esa decisión lo estaba matando, su mirada suplicante, me pedía que me lo pensara mejor, pero la decisión ya estaba tomada.

• ¿Sabes lo que me estás pidiendo Gianna?
• Lo sé, puede que sea egoísta, pero tú ambienten lo eres.
• ¿Hermana por favor!
• Respeta mi decisión, por favor hermano, esto no es vida – sabía que Marco lo entendía.

Entonces lo vi en su rostro, me apoyaría, apoyo sus manos sobre la cama y lanzo el grito más desgarrador que hubiera escuchado en mi vida, era como si le estuvieran arrancando el corazón, cogió mis manos, las beso y me dijo.

• Te prometí que siempre estaría a tu lado, estaré a tu lado hasta el final, cuenta conmigo – con lágrimas en los ojos.

Rellenamos todos los formularios, después de entregarlos teníamos que esperar a que darían el veredicto, si lo aceptaban o, por lo contrario, lo rechazaban. No hizo falta esperar, derivado de mi tetraplejia empecé a tener problemas respiratorios, tenia infecciones constantemente al no poder tragar bien. En una de ellas tuve una neumonía que se complicó, los doctores hablaron con Marco, Isabella y Aurelio para decirles que mi estado era irreversible, me sedarían para que tuviera una muerte tranquila.

Una vez que me sedaron tuve el tiempo justo de despedirme de todos, sobre todo de la pequeña Piera, mis ojos empezaron a cerrarse paulatinamente y deje de sentir.

EPÍLOGO

Ha pasado un año desde que Gianna murió, todos los domingos venimos al cementerio para visitar la tumba de mi hermana, yo aprovecho para hablar con ella, seguro que más de uno piensa que estoy loco, pero me ayuda a sobrellevar su perdida. La que más lo está sintiendo es Piera, cada vez que se abre la puerta de casa, mira en su dirección con un rostro lleno de ilusión, cada vez que no es su tía su rostro muta en uno lleno de tristeza, su abuelo intenta animarla y la mayoría de las veces lo consigue.

Nada ha vuelto a ser lo mismo desde el día que murió mi hermana, aquel día un pedazo de nosotros murió con ella, de no ser por el amor incondicional que atesoran Isabella y Piera hacia mí, no sé cómo hubiera seguido viviendo, ellas me dan fuerzas para seguir adelante, desde aquel día decidí que intentaría ser lo más feliz posible en honor a mi querida hermana Gianna.

Sé a ciencia cierta que Francesco está sufriendo un infierno en vida, el día que mis investigadores dieron con él, se había hospedado en un hotel de cinco estrellas, demostrando que no era muy listo. El dueño del hotel era el jefe de la familia que controlaba el oeste de la ciudad, en cuanto el director del hotel se puso en contacto con él, me llamo y nos dirigimos hasta allí. Francesco se encontraba en la piscina del hotel besándose con una mujer, muy bonito mi hermana postrada en una cama y él pasándoselo en grande.

Cuando Francesco entro en su habitación con la sana intención de follarse a esa tía, se encontró con cuatro personas esperándole, yo me encontraba sentado en uno de los sofás, en el otro se encontraban dos jefes de las demás familias y Aurelio escoltándome, el jefe de la tercera familia decidió no venir, era su hijo, sabía que merecía ser castigado y prometió no entrometerse.

• Hola Francesco, cuanto tiempo sin verte – dije mascando las palabras.
• Si mucho.
• No has ido a visitar a mi hermana ni una sola vez – cada vez más cabreado.
• Sí, he estado ocupado – escuchar eso me enervó, mire a la chica y le dije.
• Esto no va contigo, márchate – ella viendo el percal decidió marcharse.

Una vez salió por la puerta me levante y acercándome a Francesco le propine un puñetazo en el plexo solar, dejándole doblado, sin respiración, después le di un rodillazo en la cara, lo que hizo que se estrellara contra uno de los sofás pequemos, cayendo al suelo, una vez en el suelo empecé a golpearlo con todas mis fuerzas. Si Aurelio no me llega a detener, no sé qué hubiera pasado.

• Marco para, se lo prometiste a Gianna.
• ¡Lo sé!, pero…
• Déjanoslo a nosotros Marco, recibirá el daño que ha recibido Gianna multiplicado por mil – dijo uno de los jefes.
• Aprenderás lo que es sufrir – dijo otro de los jefes mientras lo miraba.

Francesco estaba muerto de miedo, lo estaba tanto que empezó a mearse en los pantalones, uno de los jefes hizo una llamada y dos hombres del tamaño de un armario ropero entraron llevándoselo, la verdad es que no me gustaría estar en su pellejo.

Gianna fue vengada, pero eso no trajo paz a mi corazón.

FIN.
 
Jolín. Con lo contento que estoy está noche con la victoria del Sevilla 3-0, vaya historia más triste.
Pedazo de basura es Francesco, tiene el final que se merece.
Menos mal que Marcos tiene a Isabella y su hija Piera para intentar ser feliz, pero es muy duro que tú hermana te pida eso. Yo no sé si lo.podria soportar.
 
Jolín. Con lo contento que estoy está noche con la victoria del Sevilla 3-0, vaya historia más triste.
Pedazo de basura es Francesco, tiene el final que se merece.
Menos mal que Marcos tiene a Isabella y su hija Piera para intentar ser feliz, pero es muy duro que tú hermana te pida eso. Yo no sé si lo.podria soportar.

Yo he visto morir a mis padres de cancer, si pudiera ahorrar sufrimiento a mi hermana lo haría.
 
Joder, que tristeza más inmensa. Vaya relato para empezar un lunes, muy bueno pero muy, muy triste.

Yo pasé por una situación parecida con mi padre. Ahora, pasado un tiempo, mirándolo en perspectiva, es mejor una solución rápida para evitar sufrimiento al enfermo, sobre todo cuando él es consciente de todo lo que está perdiendo y de la pobreza de su calidad de vida, a pesar de tener a toda la familia con él, apoyándolo en su enfermedad y en su día a día.
 
Bueno, acá estoy de nuevo leyendo este relato de Berserk, Francesco era por lo visto un ser repudiable y lo que debe haber empezado a sufrir se lo ganó con creces, fue una pena lo de Gianna y el acto de amor de su hermano debe haber sido muy doloroso, tengo un ex compañero de enseñanza media que tuvo que tomar una decisión muy dolorosa, y fue tener que desconectar a su esposa ya que tenía un daño irreversible también y dejarla vivir era un dolor para ella y para toda la familia, unos lo odian por la decisión que tomó y otros lo apañan, pero era lo que se tenía que hacer, los doctores le dijeron que estaba muerta en vida y que no había más que hacer, buen relato amigo mío como siempre. :aplausos1::aplausos1::aplausos1:
 
Bueno, acá estoy de nuevo leyendo este relato de Berserk, Francesco era por lo visto un ser repudiable y lo que debe haber empezado a sufrir se lo ganó con creces, fue una pena lo de Gianna y el acto de amor de su hermano debe haber sido muy doloroso, tengo un ex compañero de enseñanza media que tuvo que tomar una decisión muy dolorosa, y fue tener que desconectar a su esposa ya que tenía un daño irreversible también y dejarla vivir era un dolor para ella y para toda la familia, unos lo odian por la decisión que tomó y otros lo apañan, pero era lo que se tenía que hacer, los doctores le dijeron que estaba muerta en vida y que no había más que hacer, buen relato amigo mío como siempre. :aplausos1::aplausos1::aplausos1:

A veces la vida nos obliga a tomar decisiones dolorosas, es lo que tuvo que hacer Marco, pero como no concederselo a Gianna condenada a estar postrada en una cama el resto de su vida
 
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