dom99
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Buenos días, os voy a relatar mi historia con la mojigata novia de mi compañero de universidad.
Carla era una niñata pija de 23 años. Con 1,65 de estatura tenía un cuerpo muy proporcionado. Era delgada, con unos pechos medianos y un culo que también iba en la misma línea, pero debido a su entrenamiento se la veía bastante firme. Aún así, lo que destacaba de ella era su melena rubia y la cara de malhostiada, pija y borde con la que iba por la vida.
Francisco, su novio, es un chaval de 1,85, delgado, con un tupé rubio y ojos azules. Era educado y culto, pero su prepotencia era en algunos casos insoportable. Presumía en redes de su posición socioeconómica, mostrando coches caros, viajes y un sinfín de lujos.
Yo soy un tío normal. Me crié en un contexto complejo, pero por suerte fui crítico y supe cuál era el camino correcto. Visto bien y me he preocupado por formarme y cultivarme, aunque se nota -según dicen- que soy una persona endurecida. Y tal vez sea cierto. Soy duro, disciplinado y de valores firmes. Físicamente mido 1,76 y peso unos 10kg por encima de mi altura, bastante musculado y tatuado, aunque esto último suelo ocultarlo con la ropa, porque sumado a mi cara de pocos amigos suele dar una imagen poco afable de mí, y de cara a hablar con alguien o encontrar trabajo crea un muro invisible.
Comenzamos con la historia, que aviso, es 100% verídica:
Todo comienza un martes, cuando entrenando en el gimnasio me llega un mensaje por Whatsapp de un número que no conozco:
- Hey tío, ¿qué tal?, ¿cómo ves el trabajo que hay que presentar mañana? Voy fatal eh, no sé por dónde cogerlo...
+ ¿Quién eres?
- Ahhh perdona por no decírtelo, soy Francisco. Vamos a derecho fiscal juntos.
+ El pijo o el friki?
- Jajajaja qué cabrón eres. Pues espero que el pijo jajajaja
+ Quieres que te pase el trabajo?
- Joder, no es eso. Es que no me da tiempo porque estoy súper liado y además no entiendo muy bien cómo quiere que lo hagamos (...)
+ No me gustan las vueltas, toma. No se lo pases a nadie y cambia las cosas que no se den cuenta. (Le envié el archivo)
- Pufff, no ha querido ayudarme nadie, muchas gracias eh. Te lo digo de verdad. Mañana te invito a una cerveza, que me has salvado el culo muchísimo
+ No hace falta, pero te lo agradezco
A partir de ahí, Francisco iba queriendo ser mi amigo. No sé el motivo, pero el chaval me iba como intentando agradar todo el día. Y la cerveza no se la acepté, pero puso una historia en Whatsapp en una piscina chulísima y le respondí: "Y otros pasando calor, anda que invitas". Y tras varios mensajes, quedamos en que me invitaba al día siguiente por la tarde. Yo, sin pisar una piscina años, la verdad que tenía ganas. De hecho, me tuve que comprar un bañador porque el que tenía ni me entraba.
Llegué allí y lo cierto es que el casoplón metía miedo. Primero tomamos una cerveza en una zona de chill out con una fuente y lo cierto es que Francisco era muy amable. Carla no lo era tanto. Su función parecía más la de una modelo o chica de revista que la de una persona. Sus respuestas eran superficiales, hasta que pasamos a hablar de aficiones.
- ¿Y qué aficiones tenéis los pijos? dije con tono gracioso.
+ Pues las mismas que los demás... viajar, salir a cenar y todo eso... ¿y tú?
- Artes marciales, gimnasio, rutas en moto...
+ Buaf, moto!! A mí me encantan las deportivas -dijo Carla-
Yo le enseñé una foto de la GSXR que llevaba en aquel momento y ella alucinó. Me dijo que le encantaba y ojalá algún día llevar una así. Como mucho te veo para llevar una vespa -le respondí en tono burlesco-
Tras unas risas, ellos pasaron a la piscina y yo fui al aseo a cambiarme. Me puse el bañador negro, que dejaba al descubierto mis piernas tatuadas y me quité la camiseta -ancha, como siempre llevaba- y dejé a la vista mi torso, bastante musculado y lleno de tinta.
Al llegar a la zona de piscina, Francisco exclamó: "Joder chaval, estás fuerte ehhhh!!" Mientras que Carla parecía ruborizarse, mirando de vez en cuando y de reojo.
Lo cierto es que se estaba genial, pero aquello duró menos de 10 minutos, porque Fran fue requerido por su padre para hacer unas gestiones de urgencia y por su insistencia, allí me quedé con la chavala, que me miraba con unos ojos de reticencia, a la vez que duda.
- Carla, no te voy a pegar dos tiros aunque me veas así. Si tienes alguna duda, me la preguntas.
+ No, no. Lo sé, lo sé jajajaja.
- Pues venga, suelta...
+ Es como que me choca... muchos tatuajes, cicatrices... por qué son? es como cuando en las películas sale uno de la cárcel jajajaja
- Pues no me crié en una familia como la tuya, ni en una urbanización privada. He tenido amigos que ahora están metidos en la droga, me he metido en muchas peleas... pues lo típico de esas zonas, pero al final entiendes cuál es el el camino que debes seguir.
Ella se centró en una cicatriz que llevo en el torso, no le quitaba la vista. Y es que era una chica observadora, porque iba tapada con uno de tantos tatuajes.
- Tócala -le cogí la mano y la puse sobre ella-
+ Uf, ya ves. Eso fue profundo, eh. Dios... -lo decía mientras la acariciaba con un gesto de querer y no deber-
Si os está gustando, continuaré. Tengo que trabajar.
Carla era una niñata pija de 23 años. Con 1,65 de estatura tenía un cuerpo muy proporcionado. Era delgada, con unos pechos medianos y un culo que también iba en la misma línea, pero debido a su entrenamiento se la veía bastante firme. Aún así, lo que destacaba de ella era su melena rubia y la cara de malhostiada, pija y borde con la que iba por la vida.
Francisco, su novio, es un chaval de 1,85, delgado, con un tupé rubio y ojos azules. Era educado y culto, pero su prepotencia era en algunos casos insoportable. Presumía en redes de su posición socioeconómica, mostrando coches caros, viajes y un sinfín de lujos.
Yo soy un tío normal. Me crié en un contexto complejo, pero por suerte fui crítico y supe cuál era el camino correcto. Visto bien y me he preocupado por formarme y cultivarme, aunque se nota -según dicen- que soy una persona endurecida. Y tal vez sea cierto. Soy duro, disciplinado y de valores firmes. Físicamente mido 1,76 y peso unos 10kg por encima de mi altura, bastante musculado y tatuado, aunque esto último suelo ocultarlo con la ropa, porque sumado a mi cara de pocos amigos suele dar una imagen poco afable de mí, y de cara a hablar con alguien o encontrar trabajo crea un muro invisible.
Comenzamos con la historia, que aviso, es 100% verídica:
Todo comienza un martes, cuando entrenando en el gimnasio me llega un mensaje por Whatsapp de un número que no conozco:
- Hey tío, ¿qué tal?, ¿cómo ves el trabajo que hay que presentar mañana? Voy fatal eh, no sé por dónde cogerlo...
+ ¿Quién eres?
- Ahhh perdona por no decírtelo, soy Francisco. Vamos a derecho fiscal juntos.
+ El pijo o el friki?
- Jajajaja qué cabrón eres. Pues espero que el pijo jajajaja
+ Quieres que te pase el trabajo?
- Joder, no es eso. Es que no me da tiempo porque estoy súper liado y además no entiendo muy bien cómo quiere que lo hagamos (...)
+ No me gustan las vueltas, toma. No se lo pases a nadie y cambia las cosas que no se den cuenta. (Le envié el archivo)
- Pufff, no ha querido ayudarme nadie, muchas gracias eh. Te lo digo de verdad. Mañana te invito a una cerveza, que me has salvado el culo muchísimo
+ No hace falta, pero te lo agradezco
A partir de ahí, Francisco iba queriendo ser mi amigo. No sé el motivo, pero el chaval me iba como intentando agradar todo el día. Y la cerveza no se la acepté, pero puso una historia en Whatsapp en una piscina chulísima y le respondí: "Y otros pasando calor, anda que invitas". Y tras varios mensajes, quedamos en que me invitaba al día siguiente por la tarde. Yo, sin pisar una piscina años, la verdad que tenía ganas. De hecho, me tuve que comprar un bañador porque el que tenía ni me entraba.
Llegué allí y lo cierto es que el casoplón metía miedo. Primero tomamos una cerveza en una zona de chill out con una fuente y lo cierto es que Francisco era muy amable. Carla no lo era tanto. Su función parecía más la de una modelo o chica de revista que la de una persona. Sus respuestas eran superficiales, hasta que pasamos a hablar de aficiones.
- ¿Y qué aficiones tenéis los pijos? dije con tono gracioso.
+ Pues las mismas que los demás... viajar, salir a cenar y todo eso... ¿y tú?
- Artes marciales, gimnasio, rutas en moto...
+ Buaf, moto!! A mí me encantan las deportivas -dijo Carla-
Yo le enseñé una foto de la GSXR que llevaba en aquel momento y ella alucinó. Me dijo que le encantaba y ojalá algún día llevar una así. Como mucho te veo para llevar una vespa -le respondí en tono burlesco-
Tras unas risas, ellos pasaron a la piscina y yo fui al aseo a cambiarme. Me puse el bañador negro, que dejaba al descubierto mis piernas tatuadas y me quité la camiseta -ancha, como siempre llevaba- y dejé a la vista mi torso, bastante musculado y lleno de tinta.
Al llegar a la zona de piscina, Francisco exclamó: "Joder chaval, estás fuerte ehhhh!!" Mientras que Carla parecía ruborizarse, mirando de vez en cuando y de reojo.
Lo cierto es que se estaba genial, pero aquello duró menos de 10 minutos, porque Fran fue requerido por su padre para hacer unas gestiones de urgencia y por su insistencia, allí me quedé con la chavala, que me miraba con unos ojos de reticencia, a la vez que duda.
- Carla, no te voy a pegar dos tiros aunque me veas así. Si tienes alguna duda, me la preguntas.
+ No, no. Lo sé, lo sé jajajaja.
- Pues venga, suelta...
+ Es como que me choca... muchos tatuajes, cicatrices... por qué son? es como cuando en las películas sale uno de la cárcel jajajaja
- Pues no me crié en una familia como la tuya, ni en una urbanización privada. He tenido amigos que ahora están metidos en la droga, me he metido en muchas peleas... pues lo típico de esas zonas, pero al final entiendes cuál es el el camino que debes seguir.
Ella se centró en una cicatriz que llevo en el torso, no le quitaba la vista. Y es que era una chica observadora, porque iba tapada con uno de tantos tatuajes.
- Tócala -le cogí la mano y la puse sobre ella-
+ Uf, ya ves. Eso fue profundo, eh. Dios... -lo decía mientras la acariciaba con un gesto de querer y no deber-
Si os está gustando, continuaré. Tengo que trabajar.