La diosa reencarnada

ikarusulu

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Toca la piedra, suavemente, siente la textura, sigue las curvas, las formas su mano recorre con sensualidad los contornos de la estatua. La belleza de la obra de arte recién sacada de las profundidades del mar.


Buceando en un banco de arena descubrieron las cuadernas podridas de una galera. De entre las ánforas algunas de ellas todavía con el sello de brea intacto resalta la dureza del mármol.


¿A que diosa de la antigüedad representaba?


¿De que hermosa mujer del pasado había copiado el artista las deseadas formas?


¿La habrían adorado en templos de Grecia e Italia sabiendo que una deidad como ella estaba fuertes del alcance de simples mortales?.


Había costado mucho trabajo sacarla de entre el lodo que no la merecía y subirla a la cubierta sin daño. Ahora la luz del sol del Mediterráneo bañaba sus formas celestiales descubriendo aún mas detalles de su hermosura. El calor descongela la estatua, solo un leve parpadeo de los bellos ojos al principio.


Nadie se dio cuenta del suave movimiento en la piedra. Ni de como las incrustaciones minerales y vegetales se cayeron solas cuando el sol estaba mas alto en el cielo. Un movimiento de los dedos, un temblor de los senos un incremento en la sonrisa. Todo pasa desapercibido.


Poco a poco el aumento del color, del blanco brillante del mármol pulido a un bello tono todo cálido mas humano. Aunque el cabello cada vez mas suelto y ondulado siguió siendo blanco como la nieve, como el mármol. Ni el ni ella ocupados en otras tareas en el barco se habían dado cuenta de los cambios que ocurran en su invitada, situada en un lugar de honor en la cubierta.


A la salida de la luna la diosa de había encarnado del todo. Había vuelto a la vida desnuda y gloriosa sensual, acariciando su propia carne por primera vez en siglos. Los había visto moverse durante el día por el barco y hacer otras inferiores inmersiones. Ella fue la primera que subió. Solo llevaba un bikini tan pequeño que apenas cubría sus pezones y su coñito. La diosa apreciaba la belleza de su descubridora, su cuerpo sensual y sus músculos fuertes de buceadora.


El aura de la diosa impidió que cuando ella se acercó a su lugar y la viera se asustara. En vez de frio mármol carne caliente. Ella se aproximó a la diosa con una mirada de deseo y lascivia y se dejó soltar los lazos del bikini. Permitió que las manos de la diosa acariciaran sus pechos pequeños y duros. Su vulva depilada y le dieran el placer que le había despertado. Buscaba los labios y la lengua y las manos recorrían la piel de la otra hasta que se dejaron caer sobre las tablas.


Fue entonces cuando él subió a cubierta las vio a las dos excitadas y se excitó él. Caliente se sacó el bañador para unirse a ellas con la verga bien dura. Le acogieron con una amplia sonrisa agarrando la polla. Mientras una lamía el tronco la otra posaba la lengua por los huevos. Tener una diosa arrodillada a sus pies junto a la mujer que amaba y compartía su vida ambas dándole placer.


Compartiendo sus cuerpos sobre las viejas tablas de la cubierta. Bajo el embrujo de la luna llena. Las diosa tras siglos encerrada tenia ganas de polla dura caliente en su interior. A cuatro patas le ofreció el coño al hombre mientras saboreaba el coño de la mujer y esta a su vez lamía los huevos de él y el clítoris de la diosa a la vez. Moviendo la cadera, todo el cuerpo amando a los humanos que le dieron vida. Sacándola de la oscuridad de las profundidades adorándola desde el lejano pasado.
 
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