Hada con el chico atrevido

ikarusulu

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-"Es preciosa y esta buenísima"


Pensaba, mientras la gente me obligaba a estrecharme aun mas contra ella. Tenia la cara inmersa en la bonita maraña de su melena color castaño, me obligaban a apretar mis genitales contra la firmeza de su culo enfundado en un ajustadísimo vaquero.


Los inevitables roces me excitaron. Sintiendo todo eso ¿Quien no se arriesgaría un poco?. Procuré alcanzar aquel trasero con la mano, y cuando lo conseguí lo acaricié suavemente con la duda de como se lo tomaría.


Imagínese mi sobresalto cuando, no sé todavía como, consiguió darse la vuelta. Ante esa maniobra retiré la mano en misión de exploración. Ella se me quedó mirando unos segundos, clavando la mirada en mis ojos de forma desafiante. Estaba evaluandome. Acercó su rostro a mi oído y deslizó estas palabras que me dejaron helado:


-Soy transexual, piénsatelo, si aún quieres probar me bajo en la próxima, sígueme.


Perece que mi osadía o yo mismo no le disgustaba del todo. La gente que iba con nosotros en esa lata de sardinas, de un autobús en hora punta, debía ir a sus asuntos pues aunque la situación llegó a ser algo descarada nadie pareció quedársenos mirando de forma rara. Yo suelo mantener la cabeza fría bajo tensión y en aquella situación era lo que mas necesitaba.


Primero inicié una maniobra de comprobación no fuera a resultar una chica normal que se estuviera riendo de mí. Justo tras la bragueta no notaba nada. Pero entre sus muslos conseguí tocar un bulto nada familiar. La tenía colocada entre sus piernas, como aquello se pusiera duro tenía que apretar mucho en esos vaquerostan estrechos.


Podria ser un homosexual, un travesti, aunque por su cara, preciosa por cierto y con muy poco maquillaje, no me lo parecía. Alcancé como pude uno de sus pechos con la mano por debajo de su cazadora. Allí había carne, quizá debajo hubiera silicona pero parecían pequeñas y muy duras. Parecía que formaba una teta magníficamente dibujada.


Me decidí a probar suerte y bajé detrás de ella. La alcancé en la acera y me presenté con dos besos en sus mejillas. Era muy joven, de mi edad, unos veinte, puede que menos, y por fin descubrí su nombre: Hada.


La cogí de la cintura para caminar a su lado. Y a ella no debió parecerle mal por que me sonrió. Incluso alguna vez mi mano se dejaba caer por tan estupendo culo sin miedo de lo pudiesen pensar de mí con un monumento como aquel a mi lado.


Mientras me recriminaba por mi impaciencia me contó con dureza por si me asustaba que aún no le habían operado el sexo pero que tenía pensado hacerse esa importante operación. Que los pechos que tanto me agradaban debajo de tanta ropa eran resultado solo de las hormonas y no de la silicona.


Cuando llegamos a su casa antes de dejarme entrar me dijo:


-Me gustas mucho, pero no quiero engañar a nadie, si yo te gusto y todavía quieres, entra conmigo y si no... bueno es fácil retirarte, aún estás a tiempo. Aunque me encantaría que hiciéramos el amor.


Sin pensarlo mas la besé en la boca y le dije:


-Te deseo.


Me hizo sentar cómodamente en un sillón y comenzó un lento strip-tease. Se quitó la cazadora siguiendo un ritmo que solo se escuchaba en su linda cabecita. Después un jersey ajustado, tan fino, como de angora, que marcaba la silueta de sus durísimas tetas. Lo hacia lanzándome besos con sus labios sensuales pintados de rojo pasión.


Se desabrochó los vaqueros y los fue bajando lentamente dejando al descubierto unas larguísimas piernas perfectamente depiladas. Aunque le costaba hacerlo por lo ajustado de la prenda. Su cuerpo todavía lo tapaba una blusa blanca larga que empezó a desabrochar despacio comenzando desde arriba descubriendo el escote, el nacimiento de los poderosos pechos y un sujetador negro de encaje.


Se giró y mientras seguía desabrochando me dejaba ver alternativamente sus hombros desnudos moviendo su larga y rizada melena como un péndulo. Terminó de quitársela y pude contemplar su torneada espalda bronceada cubierta ya solo por la fina tira del sujetador y las braguitas trasparentes a juego. No llevaba tanga.


Se volvió a mirarme cuando ya tenia suelto el sujetado. Pero apretado a sus pechos con las manos. Cuando terminó de arrojar la camisa a un rincon, sus tetas me parecieron maravillosas. No demasiado grandes, firmes, cónicas, coronadas por un pequeño pezón oscuro que apuntaba al frente, desafiante y con deseo.


Por fin terminó la actuación sacándose las braguitas. Pero manteniendo oculto durante unos segundos más con la mano como si se avergonzase de él su pequeño pene. Aquel precioso conjunto me hizo decirle:


-No te operes, no te hace falta, estas magnífica asi.


Contestó que lo había pensado todo muy bien y que si todavía quería hacer el amor con ella.


- Eso no es asunto tuyo, es mi decisión. ¿Todavía te animas? ¿Quieres seguir? Me gustas.


Levantándome y acercándome le fui diciendo:


-Ahora más que nunca.


Le cogí la cara dulcemente con las manos y posé mis labios en los suyos. Acariciaba con mis pulgares sus pómulos y con las palmas el filo de su barbilla suave como si nunca hubiera habido barba allí. Abrí la boca para recibir su lengua en ella junto con una buena ració de saliva.


Tenía las orejas perforadas y los labios carnosos y sensuales. Mi lengua recorría sus dientes blancos y se cruzaba con la suya o subía explorando su paladar, su lengua recorría mi boca como queriendo llegar a la laringe. Mientras mis manos no se separaban de su cuerpo desnudo, de su piel suave y bronceada.


Acariciando con la yema de los dedos la linea de su columna bajando despacio hasta alcanzar las nalgas duras y respingonas que tanto me habían impresionado en el autobús. Abrirlas suavemente y acariciar suave la entrada a su ano con uno de mis dedos.


Empezó a desnudarme con maestría y antes de darme cuenta tenía los pantalones y el boxer en el suelo, jersey y camiseta siguieron el mismo camino aunque parecía que ella no separaba sus manos de mi piel.


Aún no había acabado cuando ya estaba de rodillas ante mí, metiéndose la polla en la boca. No hacía falta, ya estaba muy dura antes de que empezara con tan magistral mamada. Lo chupaba con fruición apretándolo contra el paladar, con la lengua. E incluso clavando suavemente los dientes en el tronco para que no se le escapara mientras terminaba de sacarme el boxer por los pies.


Yo estaba muy excitado desde el striptease y no tardó en terminar de endurecer el instrumento con tan placenteras labores. Toda nuestra ropa quedó diseminada por el pequeño salón. Ya desnudo del todo me condujo al único dormitorio del apartamento, lo único que me fijé de allí fue en la enorme cama. Donde se tumbó boca arriba esperándome.


Aunque era mi primera verga, me decidí a comérsela, sin pensar más en el asunto, pues quería darle todo el placer posible a aquella ninfa.


- No hace falta.


- Relájate y disfruta.


Arrodillado entre sus muslos me la metí en la boca donde cabía casi entera, estirando los brazos para acariciarle los pechos. No dejé de acariciarla con la lengua y los labios, los huevos, el escroto, lamia el tronco hacia arriba hasta el glande que me volvía a meter en la boca.


No conseguí que cogiera mucho grosor, era una herramienta fina y larga, pero si mucha dureza y parecía que a ella le gustaba. Por como gemía un montón. Dejé la labor para seguir lamiendo el plano vientre,subiendo por su piel lentamente. cerró las piernas para aprisionar entre los muslos mi duro falo. Llegué a sus pechos besándolos, lamiendo el pezón oscuro de pequeña areola pero duro y marcado.


Los metí en la boca sujetándolos con los dientes para acariciarlos con la lengua. Continué subiendo por el arranque de sus pechos hasta las axilas, tan suaves que parecían la piel de su culito, el cuello fino, donde me fijé por primera vez en la nuez. Y volví a besar su boca y a darnos lengua sin descanso.


Mantenía la polla apretada entre sus muslos y durante unos segundos me moví como si la follara así subiendo y bajando la cadera. No fue mucho tiempo o me habría corrido. Sin separar la boca de la suya seguimos besándonos, lascivos, guarros, hasta mordiendo suavemente sus labios y su lengua.


Cuando subía la cadera notaba su glande recorriendo la piel de mi vientre. Sus manos sujetaban con fuerza mis nalgas o masajeaban mi espalda. Me puse a su lado y fue ella laque se puso encima. Besándome y acariciando mi piel con la lengua devolviéndome el favor. Bajando de mi boca por mi pecho acariciando mis pezones y mi vientre hasta volver a meterse en la boca mi polla, no sin antes haberle dado unas buenas lamidas a mi escroto.


Aprovechó esos momentos para colocarme un condón usando sus labios para bajarlo sobre mi tronco. Después usando una mano que tenía libre fuera de mi rabo que parecía no querer soltar cogió de su mesilla un tubo de lubricante. Lo esparció generosamente por su ano. Yo podía verlo todo en el enorme espejo del armario, que tenía justo enfrente. Su culo bien abierto y dos de sus dedos penetrando con suavidad su ano con el gel.


Viendo que la tenía bien dura se levantó, justo encima de mi cadera y fue doblando las rodillas despacio. Bajando el culo lentamente hasta dejar su ano justo en la punta. Aún mas despacio se la fue clavando dejando caer su peso sobre mi pubis con suavidad y apuntando hacia mi con su pene aun duro.


Ella parecía controlar su placer y subía y bajaba a un ritmo propio pero completamente placentero para mi. Me estaba follando ella a mí.


Acariciaba su polla con suavidad, su vientre, o alcanzaba sus pechos, no quería dejar de tocarla por si ese sueño de mujer esquiva desaparecía. Cuando quise darme cuenta pues parecía que el tiempo se había detenido estaba a punto de correrme.


Animándola con mis gemidos no dejó de moverse encima de mí hasta que no sintió la flacidez de mi aparato. Se limitó a echarse encima de mí y besarme en los labios. Hada apoyó la cabeza en mi pecho. A la vez que rodeaba sus hombros tiernamente con mi brazo y dejaba la otra mano en su cadera.


En ese momento vulnerable ella solo me pedía algunos mimitos. Fui perfectamente capaz de dárselos, me tenía hipnotizado. Acariciarla tiernamente besarla con suavidad y recorrer su cabello con las manos. Así me confirmó que le gustaban los chicos cariñosos y dulces. Eso es lo que había visto en mí.


Siempre ha sido toda una mujer, Decidió no operarse, debido a su profesión parece que le da más morbo a los hombres así como está. Hemos continuado viéndonos de vez en cuando, le siguen gustando los chicos dulces y cariñosos. Seguimos haciendo el amor con la pasión de la primera vez.







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