Gracias a la lencería

Pedromiguel

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Me he acostumbrado a usar lencería femenina en lugar de los habituales calzoncillos boxer o slips masculinos.

Fue de casualidad, en una escapada de fin de semana, cuando olvidé llevar los míos. Cuando le comenté a mi mujer me dijo que me pusiera uno de ella, y me tiró una bombacha rosada, con encaje, no muy chica. Me la puse, divertido, y se me puso dura la polla. Me gustó.

Después compré algunas para mí y me excita usarlas y comprarlas. Me gustan los CK, ni tangas ni grandes de vieja. Es muy cómodo.
En mi casa ando muchas veces desnudo o con tangas. Cuando me cocino o cuando lavo la cocina me excita especialmente hacerlo solo vestido con lencería femenina.

Un día salgo de mi casa y me cruzo en la calle con un vecino, del edificio de al lado. Me saluda, amable. No tenemos amistad, pero hemos intercambiado algunas palabras de vez en cuando, sobre todo cuando salgo a pasear a mi perro.
Ese día me para y me dice:

- Ud. perdone vecino, le puedo hacer una pregunta?
- sí, desde luego, no sé si se la contesto, - él se rio también y siguió preguntando:
- No sé si Ud. sabe, pero desde mi cocina en casa yo veo la suya. Ud vive en el 2do, ¿verdad? Yo estoy en el 3ero y lo veo bien claro.
- entiendo, y entonces?
- bueno, que yo veo que Ud. anda mucho desnudo o en lencería femenina, no le importa que lo vean así de todos lados? y perdone mi atrevimiento, por qué usa lencería femenina? le gusta vestirse así, de mujer?
 
- perdone Ud. , pero a Ud que le importa? - le respondí, algo molesto, pero también me gustó que lo notara y me lo dijera.
- no se enoje, por favor, solo quería que supiera que se lo ve claramente, y que asi como lo veo yo lo debe ver mucha gente.
- está bien, si, me gusta usar ropa de mujer y también me gusta hacer algunas tareas de la casa, en general femeninas, como lavar la vajilla. Lamento si le molesto, la próxima vez puede no mirar. - le dije, seco y, dándome vuelta, seguí mi camino.
 
Pasaron varios días sin que volviera a encontrarme con el vecino. Sin embargo, lo sucedido no dejaba de darme vueltas por la cabeza.

Era inevitable cuando estaba en la cocina dirigir frecuentes miradas a la cocina de mi vecino en el edificio de al lado. Lo vi un par de veces, pero no parecía estar él mirando hacia mi casa. Igual iba de tanga y a veces desnudo, confiando en que alguien estaría mirando en alguno de los edificios que me rodeaban.

Como a la semana o los diez días del episodio del encuentro cuando salgo con el perro me encuentro de frente con él que caminaba hacia su casa. Me saludó muy amable y yo respondí pero seco, contenido. Después que nos cruzamos se dio vuelta y me llamó:

-Vecino, venga que quiero hablar con Ud.

Me detuve y me di vuelta. Se acercó, sonriente, acarició a mi perro y luego me dice:

- primero quiero pedirle disculpas por el malentendido del otro día, no pretendía de ninguna manera ofenderlo, todo lo contrario, quería señalarle algo que tal vez Ud. no había tomado conciencia.

- está bien, -respondí- no tiene importancia. está disculpado.

- por otra parte, si es algo que a Ud. le divierta lavar la vajilla, tengo un montón, hahaha, y no tengo a nadie que la lave por mí. Si quiere venir a lavarla, a divertirse, -por favor- le invito con una cerveza o el que sea su veneno favorito, vino, whisky, hahaha Quiere? como señal de paz? y charlamos un poco y nos conocemos. Me cae muy bien Ud. me gusta la gente original, que hace y dice lo que quiere, sin timideces.

Entonces el que se rio fui yo, y acepté su oferta, le dije que iba a pasear media hora al perro y que después pasaba por mi cerveza.

- me da una alegría, es el 302, Lo espero.
- estaremos solos? Su esposa no esta?
- estaremos solos, tranquilo, vivo solo.- y me palmeo el hombro.

Media hora después había dejado al Negro en casa y llamaba en su apartamento. Me abrió la puerta principal y subi.
Estaba la puerta abierta y entré, cerrando detrás mio. Vino a saludarme y me llevó a la cocina. No era chiste, tenía una montaña de vajilla, ollas, sartenes y cubiertos, etc para lavar.

- no le importaría lavar en lencería femenina? Como haces en su casa? Me gusta verte, hahaha, - ya se le había escapado un tuteo. Yo lo iba a seguir tratando de Ud.
- claro que no, - respondí, mientras sentía que se me ponía dura la polla. Me había cambiado poniéndome una de las más femeninas y putas que tenía, previendo algo así.

Me llevó al dormitorio, que era otro desorden de ropa de vestir y de cama. Era evidente que allí no había mujer!

-y cuando esté listo lo espero en la cocina con la cerveza.

Parecía broma. Pero hice eso. Quedé solo vestido con una bombachita roja, de encajes, que me quedaba perfecta. El culo quedaba medio descubierto. Tuve problema con la polla porque la situación había hecho que se pusiera morcillona. Pero finalmente la pude acomodar.

En la cocina me esperaba con las cervezas y otra sorpresa: él estaba también vestido solo con calzoncillos. Unos boxer grandes, bien masculinos.
Brindamos con las cervezas, tomé unos tragos y me puse a trabajar. Soy muy eficiente y como me gusta ordenar y limpiar la cocina lo hago muy bien.
En un rato había terminado con la limpieza y puesto todo a secar.

Todo el tiempo el vecino tomaba cerveza y me hablaba de sexo, mientras se tocaba la polla a través de la ropa. Era evidente que estaba en erección, formaba una buena carpa en su ropa.

- y por qué te gusta tanto hacer esto? Te excita sexualmente?
- no sé por qué, solo sucede.
- y a tu mujer no le importa que seas medio marica?
 
Ya había abandonado totalmente el Ud., me tuteaba todo el tiempo. Yo, a la inversa, lo seguía tratando de Ud.

- No, no le importa, ¿y por qué le parece tan raro? No es que sea marica, solo me gusta la lencería.
- Solo eso? sabes que no te creo? Se nota, por ej., que estás con la pija dura de exhibirte frente a mí en tanga y haciendo trabajo de mujer, como lavar la cocina.
- Ud. puede pensar lo que quiera, ya le expliqué que me excita la lencería.
- una lástima, mira que buena herramienta para que juegues tengo, - y mientras me decía eso, sacó su polla por la abertura de su calzoncillo y me la mostró.
Estaba dura, como se adivinaba y era grande. Oscura, larga y gorda, le desnudaba el glande, mostrándomelo hinchado y brillante de jugos. Se pajeaba, deleitándose en mostrarme como lo hacía.

Lo miré, asombrado.
Era de unos 50 años, con una buena barriga de cerveza, pocos pelos en el cuerpo. Brazos y piernas delgadas, mostrando ausencia casi total de actividad física. De facciones agradables, cabeza casi totalmente calva, bien afeitado, sonreía fácilmente y era simpático, me decía de todo y no ofendía. Su carácter más destacado físicamente era, sin duda, su buena verga.

Mientras lo miraba se dio cuenta de mi estudio, se paró y se sacó los calzones, quedando totalmente desnudo. Debajo de su polla colgaban dos grandes huevos. Los pelos del pubis eran desprolijos y entrecanos. La pija parecía más grande al mostrarse desnudo

- para mí que el marica es Ud., no está queriendo ligar conmigo?

- sabes que si, me tienes obsesionado, desde que hablamos el otro día, te espío todos los días cuando vas a la cocina en tanga y me he hecho buenas pajas pensando en vos, tengo unas ganas enormes de follarte ese culo, - dijo mientras se paraba y se acercaba a mí, poniéndome la mano en la nalga más próxima.
Se sentía áspera y caliente, la metió por debajo de la tanga y exploró con sus gruesos dedos el surco, buscando mi ojete, sin ninguna delicadeza.
 
Nunca había sido follado por un tío.

Mi mujer si me lo había hecho muchas veces. Empezó con los dedos a darme placer mientras follábamos.
De a poco me fue gustando cada vez más. Un dedo, dos dedos y de ahí pasó ya a hacerlo cuando me chupaba o cuando me hacía la paja contándome algo. Me venía cómo un cerdo cuando lo hacía. Me encantaba, y a ella también.

Fue aumentando la cantidad de dedos hasta meterme 4, empujando con la parte más gruesa de la mano, abriéndome. Entonces le regalé un arnés y varias pollas de silicona de distintos tamaños. Ya me follaba con la más gruesa que era como mi polla. Era más chica que la verga de mi vecino.

Mi mujer me ponía en 4 y me enculaba, dejándome que yo me hiciera la paja. Ahora usaba una polla ella también en el coño mientras me follaba, decía que era un tercero que nos follaba a los dos. Así que la fantasía ya estaba en nosotros.

Pero ahora no sabía qué hacer.
Nunca hablamos con mi mujer sobre qué hacer si surgía esta posibilidad. Ella me insistía que un dildo no era una verdadera polla, que una polla de hombre era mucho mejor y que un día tenía que probar una de verdad.

Era algo que estaba en la carpeta de cosas a hacer. Siempre pensé que el macho lo iba a poner ella y que sería en un trío con alguno de los que la follaban.
Pero ahora había surgido otra posibilidad, gracias a mi hábito de usar lencería.

Mientras el vecino seguía tocándome el culo, había encontrado mi agujero y lo exploraba con los dedos. Yo lo dejaba hacer mientras decidía si dejarme tocar o irme. ¡Me estaba dando mucho gusto! Se chupó un dedo y, bien lubricado con saliva, me lo metió bien adentro. ¡Era gordo!

- pero este culito está muy bien trabajado, mi amor, no tiene nada de virgen, no te decía yo que eras puto? No me mientas, ¡no me gusta eso!
- no te mentí, nunca follé con un hombre, dale con cuidado, sólo cogí con dildos.

Tampoco olvidaba yo que estábamos en la cocina, a la vista de toda la urbanización vecina. Una cosa es pasearse desnudo, otra muy distinta es hacer un espectáculo pornográfico y homosexual, sin saber quién te puede estar mirando.

Pensé que debía irme, ¡pero era tan lindo lo que sentía! Me metió todo el dedo, muy adentro. Con la otra mano lo veía masturbar esa pija suya, muy linda sí, pero tan grande que me asustaba. No creía que la pudiera aguantar. Se veía tan potente, tan fuerte.

Y si lo dejara, ¿qué irá a decir mi mujer cuando le cuente? se enojará? o le gustará?
 
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