Nunca he vivido en una ciudad, mi vida siempre ha estado ligada a la naturaleza, por mi edad y debido al abandono del mundo rural he visto como campos de cultivo se han convertido en bosques; también por desgracia he vivido en primera persona la devastadora acción del fuego, la destrucción del fruto de la naturaleza, el refugio de cientos de seres vivos, de tener un paisaje lleno de vida y vitalidad, a pasar a uno de tristeza, miseria y desolación capaz de hacer brotar lagrimas a rudos e insensibles varones.
Parece mentira que una persona humana con capacidad para pensar sea capaz de encontrar una motivación para provocar la destrucción de algo que se necesitaran decenas de años y unas condiciones climáticas favorables para recuperarse.
En pocos meses las montañas reverdecerán, a los ojos de los profanos parecerá que ha vuelto la normalidad, pero aquellos arboles centenarios ninguno de nosotros los volverá ha ver.
ANIMO Y FUERZA TENERIFE, Y A TODOS LOS PERJUDICADOS POR LOS INCENDIOS.