El perfecto disfraz de chica

ikarusulu

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Se acercaban los carnavales, tengo diez y ocho años y por fin se me iba a permitir pasar la noche o la mayor parte de ella fuera. Junto a unos amigos, salir y divertirnos disfrazados.


Yo tenia pensado algo espectacular, me disfracé de chica, pero puse todo lo posible de mi parte y la ayuda de mi hermana para quedar, no bien, fantástica.


Me depilé por entero aunque casi no hace falta, pues no tengo mucho vello. La ropa de mi hermana sobre mi cuerpo delgado: unas medias negras cubriendo mis largas y finas piernas, una minifalda ajustada a mi culito respingón y a los muslos disimulaba el pene que había tenido colocarme hacia atrás.


Un sujetador con relleno disimulaba la ausencia de senos y un top cubriéndolo lo justo atraía la vista hacia mi vientre plano y mi ombligo que iba desnudo pero adornado con un pircing falso.


Un maquillaje algo agresivo disimulaba lo poco masculino que quedaba en mis rasgos y darle un peinado diferente a mi larga melena rubia terminaba de ocultar mi personalidad real.


Con la cazadora abierta al bajar al portal donde mis amigos me esperaban ni ellos consiguieron reconocerme en un primer momento. Claro que solo se fijaron en mis tetas postizas. Incluso intenté disimular con cierto éxito mi voz y hasta que no me eche a reír como una loca no llegaron a darse cuenta de que de verdad era yo.


Resultó una verdadera sorpresa para ellos, alguno tuvo que tragarse algún sincero piropo que me había dirigido. Todos se habían esforzado tanto como yo en disfrazarse pero ninguno había conseguido llegar a engañar a los demás tanto como yo.


Íbamos a ir a una fiesta de disfraces pero aún era temprano. Así que nos dedicamos a vagar por las calles atestadas disfrutando de la vista del resto de los disfraces y tomando algo en algun bar.


Casi de inmediato mis amigos tomaron el papel de caballeros protectores al lado de una dama, a mi alrededor y parecía que a nuestro alrededor la gente con la hablaba me tomaba por una chica de verdad. Después de algunos experimentos exitosos y algunas miradas jugosas por parte de algún hombre me relajé y conseguí disfrutar con alegría.


Al cabo de un rato conseguimos llegar a la disco, había un montón de chicos y chicas casi todos con una gran multitud de disfraces diferentes. Al principio conseguimos mantener nuestro grupo junto pero tras la primera deserción de nuestro romano tras una Cleopatra cada uno decidió ir por su lado y mezclarnos con el resto de la gente.


Yo estuve bailado con chicas y chicos sin preocuparme en nada del genero o la orientación de mis ocasionales parejas y sin pensar en si ellos y ellas habían llegado a vislumbrar la verdad bajo la ropa prestada.


Al acercarme a la barra para pedir una copa se colocó a mi lado un chico que no iba disfrazado. Era guapo y bajo la ajustada camiseta se adivinaban unos pectorales de modelo. Deslizando una mano por mi cintura me dijo que se llamaba David y me dio dos besos en las mejillas. Yo pensaba:


- Hola guapa, ¿te puedo invitar a una copa?.


Vaya un ligón de discoteca. Pensé.


- Claro. Tomo cuarenta y tres cola.


- Soy Marcos, preciosa ¿y tú?.


- Sandra, encantada.


Me dio dos besos en las mejillas como si fuera una presentación normal. Pero le dejé hacer para ver hasta donde se atrevía a llegar. Quería ver su cara cuando le dijera que tenia una polla como la suya. Le conteste que mi nombre era Sonia con mi mejor voz de chica.


Nunca, ni siquiera entonces me había planteado montármelo con un tio, aunque dejar que me invitara a una copa un despistado no me parecía mal.


Intentaba portarme lo mas femenina posible y el parecía tragársela hasta el fondo. Con las copas en la mano buscamos un rincón discreto para charlar. Al fondo de la discoteca entre dos columnas que nos tapaban de los focos láser que iluminaban la pista.


Yo tenía cuidado de que no andara cerca alguno de mis colegas para no ser objeto de sus bromas al día siguiente. Pero logramos deslizarnos hasta allí sin que nadie se fijara en nosotros. El chico además de ser guapo tenia una conversación interesante. Hasta compartíamos hobbys.


El sitio era oscuro y el sofá cómodo y cuando quise darme cuenta tenia su mano en mi muslo. La falda era muy corta. A través del nylon de la media notaba la fuerza de sus dedos. Entonces decidí que era hora de terminar con la broma y le dije que era chico como él. Al oído rozando su oreja con mis labios.


- Soy un chico. No sé si te habías dado cuenta.


- Ya lo sabía, cielo, pero me gustaste y me dio morbo verte así. Por eso estoy contigo.


Ahí fue cuando me dejó helado o para entonces ya debería decir helada. Acercó su cara despacio a la mía y me dio un suave beso en los labios sin apartar la mano de mi muslo.


- Y ahora me gustaría que nos conociéramos mejor. Si no te echas atrás.


- Me está gustando. Quiero probar cosas nuevas.


A la vez que decía esto acariciaba su poderoso torso con la mano hasta tocar con dos dedos uno de sus pezones. Se lo pellizqué un momento y él recorrió mi cuello con su lengua. Me tenía cogida por la cintura con su mano sobre mi piel entre la tela de la falda y el top.


Estaba dispuesta a llegar al final. En ese miento deseaba a ese chico y quería tenerlo. Me pegué más a su cuerpo, frotándome con su cuerpo como cualquiera de las demás putillas que teníamos alrededor.


Su mano había alcanzado la piel de mi muslo por encima de la liga de la media. Parecía que no iba a parar hasta llegar a mi culo o al tanga. Me encantaba esa caricia. El tanga apenas podía contener ya mi erección.


Cuando puse la mano en sus vaqueros justo encima de su pene noté lo duro que lo tenía. Pero la quería notar suave, dura y caliente en mi mano. Abrió su cinturón y hundo el vientre para que yo pudiera meter la mano por dentro del pantalón.


El slip que llevaba no supuso ningún obstáculo mientras notaba en mis dedos la suave piel depilada de su pubis. Poco más tarde rodeaba el tronco duro como si estuviera petrificado con la mano. Lo acaricié suave durante un rato, no quería que se corriera en medio de la disco.


Él tampoco había parado y había conseguido liberar mi rabo del tanga. Pero cubierto por la minifalda sus manipulaciones eran discretas. Me pajeaba también con suavidad. Su otra mano me amasaba las nalgas con firmeza pero con cariño.


No habíamos dejado de intercambiar saliva. Y en ese rincón oscuro otras parejas estaban en las mismas condiciones que nosotros sin que se pudieran distinguir sus géneros. A nuestro lado lo que parecían dos chicas se amasaban las tetas con fuerza, aunque una o las dos podían ser tan chicas como yo.


- Quiero más.


- Solo tengo el coche. Seguro que encuentro un sitio tranquilo para aparcar.


- ¿Y a qué esperamos?.


- A qué termines la copa.


Le di un último trato a mi vaso y le cogí de la mano para salir de allí. Tampoco me iba a comportar como una tímida jovencita una vez decidido lo que deseaba.


- ¡Vámonos!


Sin soltar mi mano me llevó hasta su vetusto vehículo de segunda mano. Nos valdría perfectamente para lo que ambos deseábamos. En quince minutos más estábamos en un solitario parking frecuentado por parejitas.


El cada semáforo había acariciado mi rodilla aún cubierta por el nylon de la media. Pensaba seguir en mi papel de chica el mayor tiempo posible. Hasta continuaba hablándole con mi voz aflautada. Pero mi polla no había perdido nada de su dureza en el camino. Se marcaba en la falda.


Por fin aparcó en un rincón oscuro, bajo un árbol. Hacía frío y tuvo que dejar el motor encendido para tener calefacción. En ese momento baje el respaldo de asiento a tope, hasta apoyarlo en la banqueta del trasero.


Marcos no lo hizo todavía pero se inclinó sobre mí para darme un beso dulce en los labios. Su mano apoyada en mi cintura empezó a deslizarse por el vientre levantando el top. Considerando que no tengo tetas el sujetador y los rellenos de silicona era lo que se iba a encontrar por allí.


Cuando metió la lengua en mi boca me di cuenta de que no le importaba, de que lo que yo era le daba más morbo. Crucé la lengua con la suya y recibí en mi boca su saliva. Ese beso era el mas lascivo que había recibido en mi vida. Ninguna chica me hacía besado así.


Empecé a tirar de su ropa para desnudarlo. Quería ver ese poderoso cuerpo masculino. Bajó el respaldo de su asiento. Para entonces ya tenía su torso desnudo y me incliné a besar y lamer sus pectorales. Chupé sus pezones.


- Quiero que te dejes la lencería.


Por fin me quitó el top. El suje de encaje era bonito y lo dejó donde estaba un rato más. Su lengua ya recorría mi cuello, besaba mi oreja o bajaba hasta mis hombros que podía lamer pues solo los tapaban los finos tirantes.


Me estaba gustando y excitando a partes iguales su forma de tratarme. Me bajé la falda, solo me quedaba puesta la lencería. Marcos se tomó un momento para mirar mi cuerpo con cara de vicio.


Mi polla había escapado del tanga y apuntaba dura al techo del coche. Era una parte de mí que también le atraía y la rodeó con sus dedos para pajearme con suavidad. Me acarició los huevos depilados mientras yo intentaba librarlo de sus vaqueros y de un bóxer blanco ajustado que marcaba la forma de su nabo.


Pronto lo saqué de su encierro. Aún no me decidía a ponerlo en mi boca pero me dediqué a acariciarlo como él estaba haciendo con el mío. Seguíamos lamiéndonos y besando la piel que el otro ponía al alcance.


Marcos fue el primero en buscar mi rabo con su lengua. Empezó lamiendo mis huevos. Para luego subir por el tronco hasta meterse el glande entre los labios. Llevaba tanto tiempo duro y excitado que no tardé mucho en correrme.


- ¡Me corro!.


- Hazlo, dame tu leche.


Todo mi semen acabó en su boca. Pero fue solo un segundo por que se incorporó para besarme y pasármelo. Nuestras lenguas se cruzaban jugando con la mezcla de semen y saliva.


- No estoy preparada para que me folles. Soy virgen.


- Lo imaginaba. Tranquila. Pero déjame comerte el culito ya verás como lo disfrutas.


- Me vas a matar. Nadie me ha hecho eso.


Pero me giré ofreciendo mi cadera. Confiando en él. Empezó besando mis nalgas. Apartó la gomita del tanga, no me quitó la prenda. Pasando la lengua por mi piel. Adentrándose entre ellas sin prisa hasta llegar al ano. Como si quisiera penetrarme con ella, lubricando el agujero negro con su saliva. La sensación era fantástica me hacía gemir y suspirar.


Jugó con sus dedos, llegando a clavar uno o dos de ellos en mi interior. Mojados de sus babas y con mi excitación llegó a gustarme, mucho. Si hubiera seguido un minuto más me hubiera dejado follar.


- Quiero acariciarte.


Pero el no se había corrido aún. Y deseaba probar su semen. Alcance su rabo con mi mano, como pude en ese pequeño espacio, acariciándolo con suavidad. Y me giré para buscarlo con mi boca.


Para lamer sus huevos tan depilados y suaves como los míos. Para subir lamiendo el férreo tubo de carne hasta llegar al morado glande. Meterlo en mi boca y claro como el mejor caramelo que hubiera probado jamás. Lógicamente mis habilidades en la felación eran inexistentes.


No dejé de acariciar sus huevos con la mano. Pero le saqué partido a mis visionados de porno en Internet. Y aunque no llegué a hacerle un garganta profunda creo que lo disfrutó. Sobre todo por que un momento más tarde tenía su semen en mi lengua.


Como hizo él con el mío lo compartimos como buenos amigos en un lascivo cruce de lenguas. Y eso sin dejar de acariciarlo y repasar todo su cuerpo con las manos.


Descansamos un rato, yo estaba acurrucada entre sus poderosos brazos sintiéndome protegida. Con mi cabeza apoyada en su torso de barril. Juguetona lamiendo de vez en cuando uno de sus pezones. Aún conservaba puesta toda mi lencería, eso le excitaba como me dijo.


- En general no me gustan los chicos. Pero me dan mucho morbo las chicas como tú. No sé por qué un joven guapo, sexi con un conjunto como el que llevas, tan sexi, me excita mucho.


- Cada uno vive su sexualidad como quiere. Yo tengo que admitir que me has hecho descubrir cosas completamente nuevas para mí. Nunca me había planteado follar con un tio y me ha encantado todo lo que hemos hecho.


- A mí también. Has sido una chica maravillosa.


- Lo he intentado. Pero me estás diciendo que ¿solo repetirlas todo esto conmigo si me ves vestida de chica sexi?.


- Básicamente si. No se si me pondría tan cachondo contigo o con cualquier otro chico si te viera con vaqueros y una camiseta. A no ser que debajo llevaras algo parecido a lo de hoy.


- Pues si mi hermana me echa una mano igual podríamos repetir y puede que llegar algo más lejos. Me ha excitado mucho todo Sobre todo cuando estabas jugando con mi culo.


- ¿Lo harías por mí?.


- Lo haría por mí. Lo he pasado muy bien. Me ha puesto muy cachonda ser esta putita.


Mientras me llevaba a mi casa no paraba de acariciarme el muslo sobre el nylon de la media. E incluso llegaba hasta el tanga y mi polla por debajo de la falda.


Me despedí de él ante mi portal con un morreo de campeonato volviendo a cambiar saliva con el carmín corrido en mis labios.


Si de verdad quería repetir tendría que contarle toda mi aventura a mi hermana. Incluso el haber tenido sexo con un chico. Conociéndola era probable que quisiera participar.












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