El mundo no estaba preparado

berserk37

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El mundo no estaba preparado

Como bien dice el título de esta historia, el petróleo se estaba agotando y el mundo no estaba preparado. Por eso me encontraba en una isla en mitad del océano pacífico, extrayendo petróleo con nuevas técnicas de extracción. En estos pozos más pequeños las técnicas de extracción tradicionales no servían, nuestro trabajo era darle más tiempo al mundo para que estuvieran preparados, para cuando el petróleo se agotara definitivamente.

No éramos conscientes de cuantas cosas usamos en nuestro día a día que estaban hechos con este recurso natural. El petróleo movía miles de billones en todo el mundo, toda la gente que se beneficiaba de él no estaba dispuesta a soltar la gallina de los huevos de oro. Uno de ellos era mi suegro, él jamás aceptó que su hija se casara con un prospector. Aunque estuviera considerado uno de los mejores del mundo. Eso sí, ahora que su gran fortuna dependía de que su yerno fuera tan bueno como su reputación decía, todo eran facilidades y amabilidades.

El petróleo se acababa y ninguna petrolera estaba preparada para escuchar esas palabras, en pocos años no habría crudo para todos, el precio de los productos derivados de este subirían de manera estratosférica. Los científicos llevaban décadas prediciendo esto, pero ninguno se lo tomo en serio, solo les gustaban los millones que este recurso natural les proporcionaba. Todos los gobiernos estaban presionados para que el crudo fuera el primer combustible sobre las energías renovadles y combustibles no contaminantes.

Yo andaba a caballo entre tres islas que en su día sacaron suficiente crudo como para abastecer el planeta sin problemas, a día de hoy estancan casi extintos para la extracción tradicional, pero no para las nuevas técnicas que habíamos empezado a utilizar, esto era como cuando comes un yogur, cuando llegamos al final tenemos que rebañar para poder comer lo que queda al fondo del todo. En estos pozos se hacía algo parecido, se perforaban galerías para poder acercar lo máximo posible la maquinaria al fondo del pozo.

El problema era que cuanto más bajábamos más subía la temperatura y la humedad, con un cien por cien de humedad, el sudor no conseguía enfriar el cuerpo y corrías el riesgo de sufrir un golpe de calor. Usábamos ropa aislante, pero a cierta profundidad, dejaba de ser efectiva. Dos de mis hombres estaban hospitalizados por sendos golpes de calor, entonces uno de mis hombres entro en la oficina.

• Jefe, hemos llegado al máximo que podemos bajar, trabajar en estas condiciones es arriesgar la vida, dijo Marcus.
• Cerrad el pozo, nos trasladaremos a la siguiente isla.
• El otro día, nos ordenaron exprimir el pozo hasta el final – dijo Marcus con miedo a las represalias.
• No te preocupes, hacedlo bajo mi responsabilidad, aquí el que toma la última decisión soy yo.
• Así lo aremos jefe.

Sabía que a mi suegro y sus socios no les haría ninguna gracia, pero de seguir así no habría operarios para trabajar y lo perderían todo, no podía entender como estaban tan ciegos por el dinero que eran capaces de sacrificar a sus propios hombres. Yo no era así, si no estaban de acuerdo que vinieran ellos y sacaran su propio petróleo, que era fácil mandar desde un despacho que se encontraba a diez mil kilómetros con las comodidades de una ciudad, hablando del rey de Roma.

• Cuñado, ¿por qué has cerrado el pozo sin consultárnoslo? – parecía enfadado.
• Porque jamás hubierais aceptado, pero no pienso poner en peligro a ningún trabajador más.
• ¡Eso no lo decides tú!
• ¡Aquí sí!
• No sé qué vio mi hija en ti, no tienes lo que hay que tener para vencer en los negocios.
• ¿Y tú si lo tienes?, es fácil hablar desde un despacho con aire acondicionado, aquí trabajamos a más de cuarenta y cinco grados rozando el cien por cien de humedad.

Mi suegro colgó la llamada, como hacía siempre, que estaba escuchando algo que no quería. Cuando Astrid me llevo a casa de su padre para que estos me conocieran, su padre se llevó una decepción al saber que yo no era más que un prospector, un prospector con dos doctorados, uno en geología y el otro en ingeniería aplicada, pero no tenía lo que a él le sobraba, a lo único que daba importancia el dinero. Si seguía en la empresa era por Astrid, ella sabía que sin mis hombres y sin mí, la empresa se iría a pique.

Astrid era una mujer preciosa, con un coeficiente intelectual superior al mío, pero con un corazón que no le cabía en el pecho. Tenía un carácter fuerte, no daba su brazo a torcer si estaba convencida de que llevaba la razón. Fue la primera persona que vi cuando entre en las oficinas de aquella petrolera cuando fui a firmar mi contrato. Me choqué con ella al salir del ascensor, iba cargada de libros y planos, con una bata blanca y unas gafas de pasta que no le favorecían, pero incuso así me pareció la mujer más hermosa del mundo.

Le pregunté por el despacho del accionista mayoritario de la petrolera, ella con una sonrisa me dijo que era su padre, también me dijo que este se encontraba reunido y que si la acompañaba me invitaría a un café de máquina. La seguí sin rechistar, entramos en una sala de descanso y saco dos cafés. Yo me quede mirando al mío, era más negro que el petróleo que solía extraer. Pensé que seguramente si metías este café en el depósito de un coche arrancaría. Me entro tal ataque de risa que deje a aquella mujer flipando, entonces me pregunto.

• ¿Qué te ha hecho tanta gracia?
• Este café tiene casi el mismo color que el crudo que extraigo, me he preguntado si sería capaz de hacer que un coche arranque y se mueva.
• Sí, la verdad es que mi padre y sus socios son unos tacaños – empezamos a reírnos los dos.
• No me has dicho tu nombre – dijo aquella mujer.
• Me llamo Gunnar, ¿y tú?
• Yo Astrid, encantada.
• Lo mismo digo.
• Gunnar eres prospector, ¿verdad?
• Sí.
• ¿Qué opinas de las energías renovables y las energías limpias?
• Que son necesarias, que ya vamos tarde en empezar a implementarlas.
• Interesante, pensé que me dirías que son cuentos chinos.
• Como prospector, tengo datos de primera mano de que el petróleo cada vez es más escaso, llegara el día en que tengamos que descartarlo, aunque algunos no quieran hacerlo.
• ¿Por qué?
• Porque el petróleo se está agotando y cuando escasee su precio será tan desorbitado que muy pocas personas en el mundo podrán pagar sus derivados.

Astrid cambió su semblante, mi trabajo dependía del petróleo; sin embargo, estaba defendiendo las energías limpias. Como ingeniero me mantenía al día en las novedades que iban saliendo en ese respecto, era nuestro futuro, si no conseguíamos adaptarnos a los nuevos tiempo que estaban por venir, desapareceríamos. No nos dio tiempo para más, una mujer vestida con un traje de ejecutiva vino a buscarme para decirme que el accionista mayoritario ya podía atenderme.

Si os soy sincero, prefería quedarme ahí con Astrid, que ir a hablar con un hombre que lo único que quería era más dinero, a cualquier precio. No me equivoque, le deje claro que si mandaba a alguno de sus ejecutivos a meter presión a mis hombres o a mí, lo lanzaría de cabeza al pozo. Si lo que quería eran resultados, que me dejara trabajar a mi aire, Pensé que no volvería a ver a Astrid, pero esta se las arreglo para saber en qué hotel estaba hospedado y tocando la puerta de mí habitación me invito a cenar.

Astrid hubiera seguido siendo hermosa, aunque hubiera venido en chándal y sin maquillar, la verdad no entendía para qué se maquillaba, no le hacía falta. Esa noche llevo a otras y para cuando nos dimos cuenta llevábamos dos meses saliendo para disgusto de su padre. El estaba empeñado en querer casarlo con el hijo de uno de sus socios, era un bueno para nada, trajes caros, coches caros y muchos músculos, ejercitaba todo su cuerpo, menos la parte más importante, el cerebro.

Tanto mi suegro, sus socios y el infraser me menospreciaban, cosa que sacaba de quicio a Astrid. Yo no me preocupaba, sin gente como yo, ellos no serían nada. Su riqueza se sustentaba en los barriles de petróleo que personas como yo extraíamos. Ganaba muy bien, pero no dejaba de ser un trabajo peligroso, Había visto morir a muchos compañeros en acometidas producidas por bolsas de gas que se encontraban dentro del yacimiento de petróleo. Esta presión se liberaba en forma de onda expansiva que se llevaba todo por delante.

Recuerdo un viernes, habíamos quedado, pero no aparecía, me empecé a preocupar. Llamaba y no cogía el móvil. Sabía que no estaba en casa así que decidí ir a buscarla a la empresa, cuando llegue el de seguridad me dijo que había bajado al sótano donde los científicos probaban las máquinas nuevas que utilizábamos para extraer petróleo. Conocía muy bien ese sitio, yo diseñe algunas de esas máquinas y estuve presente cuando las probaron.

Cuando entre en el taller, estaba todo oscuro, menos la garita donde se encontraban los ordenadores, no era muy grande, pero tenía cristales de seguridad por si algo salía mal. Cuando entre, me la encontré dormida sobre el teclado, tenía una expresión de paz, durante el trayecto había pasado de la preocupación al cabreo, pero después de verla dormir placidamente, se me paso el enfado. Intente cogerla en brazos y ponerla sobre el pequeño sofá que había en esa oficina, no parecía muy cómodo, pero seguro que lo era más que el teclado. Al levantarla las teclas se le habían marcado en la cara, no me dio tiempo a levantarla cuando despertó. Se me quedo mirando extrañada, como si estuviera desorientada, después de mirar a su alrededor se dio cuenta donde estaba, se había dormido poniéndose roja como el tomate.

• Lo siento Gunnar, he venido a comprobar unos datos y me he quedado dormida, perdóname.
• Trabajas demasiado Astrid, cada día descansas menos – le dijo muy serio.
• Lo sé, lo sé, te prometo que intentaré descansar más, pero el proyecto en el que trabajo está fuera de los proyectos de la empresa, mi padre me dejo claro que lo tendría que hacer fuera del horario laboral.
• ¿En qué trabajas?

Esa pregunta la puso muy contenta, abriendo el fichero en la pantalla del ordenador salió el plano de un motor que funcionaba con hidrógeno. El hidrógeno al contacto con el oxígeno no produce contaminantes, sino agua, por lo cual no contaminaba y tampoco favorecía el temido efecto invernadero, convirtiéndola en una energía limpia.

También pude comprobar que había patentado su idea, no esperaba menos de Astrid, era demasiado lista. Sé que su padre y Damián (así se llamaba el musculitos), le hubieran robado la idea en el momento en que el petróleo hubiera dejado de ser rentable. Ahora mismo el motor de Astrid era inviable, los coches serían tan caros que ningún obrero podría comprarlos, pero ya llegaría su momento. Su rostro era de felicidad, entonces me miro sonriente y me dijo.

• Gunnar, ayúdame a perfeccionarlo, necesito que este motor sea eficiente y asequible para todas las personas.
• Claro que te ayudaré, pero eres consciente que tendremos muchas trabas, empezando por tu padre.
• Lo sé, pero ellos solo ven el dinero, no se han puesto a pensar lo que pasara cuando el petróleo se acabe.
• En eso tienes toda la razón.
• ¿En cuántos años crees que ocurrirá?, tú trabajas en esto, nadie mejor que tú lo sabe.
• En pocos años, incluso usando las nuevas máquinas, es imposible extraer todo el petróleo, además cuanto más al fondo el petróleo es menos puro y está más contaminado.
• Papa se va a cabrear, ¿verdad?
• No lo dudes – reímos los dos.

Se cabrearía seguro, pero una vez se comprobará la viabilidad del motor, su padre se aprovecharía de esto para seguir haciéndose más rico. Donde se encontraba el techo de esta gente, la fortuna de mi suegro era tan grande que sustentaría a las futuras generaciones sin que estos tuvieran que dar palo al agua, pero siempre quería más, eran insaciables. Tenía claro que si de momento me permitía salir con su hija era porque yo le proporcionaba el petróleo que lo había hecho tan rico.

El día que este se agotara, haría todo lo que estuviera en su mano para interponerse entre nosotros hasta romper nuestra relación. Aquella noche nos quedamos haciendo números y mejorando el diseño del motor, terminamos haciendo el amor sobre una de las mesas. Astrid era una mujer domínate en la cama, a mí no me importaba, disfrutaba dejándome llevar por ella. Recuerdo el ruido que hacían las patas de la mesa soportando la brutal cabalgada que me estaba dando.

Arqueaba tanto la espalda hacia atrás que pensé que se caería en cualquier omento. La primera vez que lo hicimos no pude aguantar mucho, me dio mucha vergüenza y lo pase fatal, entonces abrazándome me dijo que con todos los hombres que había estado les había ocurrido lo mismo. Con una sonrisa en el rostro me dijo que el handicap venía en el segundo intento. Eso me espoleo y lo di todo, aguante como un campeón, no fue fácil lo reconozco, Astrid manejaba los músculos de su vagina a voluntad, apretando mi polla y después aflojándola, proporcionándome un placer indescriptible.

Tengo que reconocer que con los años le he cogido el tranquillo, pero cuando ella quiere sigue siendo capaz de ponerme al límite. Pasados dos años decidí pedirle que se casara conmigo. Ella aceptó encantada, dando saltos de alegría mientras miraba el anillo de compromiso que le había regalado, no era caro ni ostentoso, Astrid aunque había nacido en una familia muy rica, no le gustaban las joyas ostentosas ni muy caras. Ella era más de plata que de oro, eso era algo que a su padre le sacaba de quicio.

Todavía recuerdo el día que fuimos a darle la buena nueva. Creí que se le había dado un ataque, su rostro paso por todo el espectro de colores. Fue a decir lo que realmente opinaba, pero viendo la felicidad en el rostro de su hija, decidió que lo mejor que podía hacer era callarse y apoyar a su ojito derecho. Si sus ojos pudieran lanzar rayos, yo estaría descuartizado, de todas maneras tengo algo bueno que decir de mi suegro.

Al año de nacer Astrid su madre decidió desaparecer para seguir con la vida que a ella le gustaba, jamás entenderé que un progenitor sea tan egoísta como para abandonar a un hijo por ser incompatible con la vida que quiere llevar. Mi suegro se quedó y crió a su hija, la verdad que no lo hizo nada mal, no tuvo que ser fácil. El es un hombre que viaja mucho, eso con los años le vino bien a Astrid, porque aparte de ver mundo aprendió varios idiomas.

Dominaba seis idiomas escritos y hablados, siempre que estoy sentado en mi despacho prefabricado, recuerdo esto, es porque echo mucho de menos a Astrid. En los últimos tres años nos hemos visto en diez ocasiones, son muy pocas y si nos hemos podido ver era porque ella cogía días de vacaciones, plantándose delante de su padre hasta que este cedía y se los concedía. Yo lo conseguí en dos ocasiones, pero no fue fácil, a mí no me puede echar, pero sí a mis operarios, ya me habían amenazado en más de una ocasión con despedirlos a todos.

Ellos también tienen sus familias a las que alimentar y facturas que pagar, lo que es peor. Cada día que pasamos en una de estas apestosas islas, es uno que no pasamos al lado de nuestras familias. Yo adoro mi trabajo, pero no al punto de perder a Astrid, últimamente la escuchaba más hastiada cada vez que hablábamos por teléfono. No la culpaba, tener un marido que se pasa casi todo el año fuera de casa no tenía que ser nada fácil.

Lo sé, porque yo también me pasaba todo ese tiempo lejos de ella, me llegaron rumores de que Damián andaba detrás de Astrid. Para el sería un braguetazo en toda regla. Astrid era la hija del socio mayoritario, además de ser una mujer de bandera con banda de música. Esos rumores jamás me afectaron, yo ponía la mano en el fuego por Astrid. Pero eso no quería decir que ella terminara cansada de esta situación y termináramos divorciándonos.

Algunos podrán decir que ella sabía perfectamente que se casaba con un prospector, pero también hay que decirlo. Desde que empecé a salir con Astrid y después de casarnos, mis viajes aumentaron. Mi suegro es un hombre acostumbrado a salirse con la suya. Se había propuesto como meta que nuestro matrimonio fracasara y pondría todo su empeño en ello. Sabía que mi suegro quería a su hija, pero la casta podía más, conocía muy bien los comentarios que se hacían en el círculo en el que el se movía. Para mi suegro tenía que ser inaguantable que sus socios y amigos le recordaran constantemente que su hija se había casado con un don nadie.

Un don nadie con dos doctorados, mucho más de lo que tenían la mayoría de ellos, pero me faltaba lo que ellos más valor daban, el dinero. Como ya he comentado, ganaba bien, pero comparado con sus fortunas lo mío era calderilla. Mi suegro sabía que Damián era hijo de su mejor amigo y casi tan rico como el. Gracias al dinero de su padre, a ojos de ellos, el le podría dar una mejor vida a Astrid que yo.

Mi suegro no se enteraba de nada, a Astrid no le importaba el dinero, si no era para invertirlo en inventos que mejorarían la vida de las personas. Era lo que estaba haciendo ella con el dinero de su padre. El problema era que el desconocía ese hecho, aunque también hay que decirlo, si el motor que Astrid había diseñado funcionaba bien y generaba mucho dinero, a su padre se le pasaría el enfado rápido.

Una llamada me devolvió al la realidad, al mirar la pantalla del móvil, me fijé que era el número de mi suegro.

• Gunnar, no estamos de acuerdo en que hayas cerrado el pozo, he mandado a Damián para comprobar si el problema que dices existe.
• ¿Damián?, ¡que sabe el de prospección!
• Eso da igual, ¡el tiene la última palabra!
• ¡Aquí no!, no pondré en peligro la vida de mis hombres por un puñado de hombres codiciosos.
• Tú aras lo que yo…
• Sí, sí, yo are lo que tú digas, y si no seré despedido, ¡pues hazlo! y que sea Damián quien extraiga el petróleo.
• ¿Crees que no soy capaz de despedirte?
• Claro que eres capaz, pero no lo haces porque sabes que ningún prospector de mi nivel trabajara para ti, yo me encargaré de ello.
• Bueno, bueno, de todas maneras, Damián ya está en camino.

Qué remedio, tendría que aguantar a Damián durante unas horas, nada cambiaria mi decisión. Las nuevas técnicas para sacar petróleo de pozos en lo que la vieja tecnología no podía, solo son efectivos cuando estos están cerca de la superficie, digamos que a unos tres kilómetros de profundidad. Se ensancha el agujero de perforación como ya he explicado antes y se baja con un dispositivo que succiona el petróleo que ha quedado en el fondo, el problema es que esta extracción, solo se puede hacer manualmente, cuatro operarios tienen que adentrarse dentro del pozo para poder controlar la presión y las bolsas de gas, después se acciona la succión, esta funciona como las bombas de succión que se utilizan para sacar el agua de garajes inundados por una inundación. El problema radica en que según se va sacando el petróleo, la máquina de succión tiene que descender, porque las mangueras tienen una longitud y diámetro que permite mantener una presión constante de succión.

Si la manguera sería más larga o el grosor fuera mayor, no ejercería la fuerza suficiente. Los trajes que usamos aguantan hasta cierto punto la presión y temperatura, pero el problema venía con las mascarillas. Pedí mascarillas con bombonas de oxígeno como las que usan los bomberos, pero resulta que los hombres más ricos del mundo también son los más tacaños. Las máscaras eran buenas, pero los filtros no estaban diseñados para este trabajo, se obstruían con facilidad, dificultando la respiración de la persona que la llevaba.

Con el tiempo nos fuimos acostumbrando, pero no sabíamos los efectos que tendrían estos gases nocivos en nuestros cuerpos en los años venideros. Damián no tardó en llegar, pronto escuché el helicóptero que lo traía, salí a recibirlo por educación, sobre todo por obligación. Me gustará o no seguía siendo mi superior, aunque hubiera sido puesto en la empresa a dedo, traía la sonrisa socarrona de siempre. Seguramente pensaría que con ordenármelo y amenazarme sería suficiente, le dejaría seguir creyendo en esa ilusión un poco más.

• Gunnar, tu suegro y yo no estamos contentos – no pude disimular una sonrisa, como si a mí eso me importara.

Le acompañé a mi despacho y nos sentamos para que me pudiera leer la cartilla, según hablaba puse el cerebro en off. No me podía interesar menos lo que tenía que decirme, una vez que termino de hablar le invite a salir de mi despacho, pidiendo ayuda a algunos de mis hombres, le entregue a Damián una máscara y un traje de los que usábamos dentro del pozo. Con palabras no podría convencerlo, entonces nos adentramos los dos en el pozo.

Damián parecía asustado, dentro de este, todo era oscuridad, parecía la entrada al infierno. Todos sentíamos lo mismo cada día que entrábamos en el para trabajar, era una sensación a la que no nos habíamos acostumbrado. Damián pronto empezó a sentir las consecuencias de la temperatura, gases y presión que había dentro de ese gran agujero. De repente empezó a notar como los filtros de se mascara empezaban a saturarse poco a poco y sus pulmones empezaban a recibir menos oxígeno.

Si a eso le sumamos el aumento de temperatura cada metro que se descendía, le empezaron a fallar los pies, de no haber estado sujeto por mí se hubiera terminado cayendo al vació. Su mirada era de puro terror, como si estuviera convencido de que iba a terminar muriendo por falta de oxígeno. Pues bien, eso era lo que sentíamos mis operarios y yo cada día que descendíamos a aquel agujero infernal.

Pedí a mis hombres que nos subieran, la plataforma que usábamos para trabajar, se manejaba desde una grúa. Una vez fuera lo llevé a mi despacho prefabricado, aunque todavía tenía el susto en el cuerpo, seguía teniendo esa mirada de victoria. Algo dentro de mí me decía que las cosas no marchaban bien, pronto me explotarían en la cara. Una vez recuperado llamo para que lo vinieran a buscar, no quería pasar ni un momento más en esa isla infernal como él la llamó. Se despidió de mí dándome la mano con esa sonrisa de vencedor en su rostro, todas mis alarmas estaban encendidas. Una vez se montó en el helicóptero llamé a Astrid, todo mi ser me decía que la llamara, no recibí respuesta.

Volví a llamar y nada, durante las siguientes dos horas llame a mi suegro que tampoco contesto. Intente comunicarme con distintas personas de la empresa para que me dijeran si había pasado algo a Astrid. En ningún momento pensé en nada que no fuera que había tenido un accidente y se encontraba herida. No quise pensar más, haya porque me hubiera vuelto loco, ese día no pude trabajar, al día siguiente me obligue a hacerlo. Mis hombres no tardaron en comunicarme que no estaba centrado y era un peligro para mí y para ellos, tenían razón.

Decidí tomarme unos días para ver si conseguía comunicarme con Astrid, al tercer día recibí un correo suyo. No había nada escrito, solo tenía un archivo, lo descargué y al abrirlo era un video donde salía yo fallándome a una mujer que no conocía de nada, desde atrás. Tuve que sentarme, jamás de los jamases pensé que mi suegro y Damián caerían tan bajo. No conteste, sabia que ahora mismo Astrid sería un volcán en erupción y no atendería a razones.

De todas maneras, el video estaba muy bien hecho, pedí a uno de mis trabajadores que le echara un vistazo. Era muy bueno en diseño e informática, si acepto este trabajo era porque se viajaba mucho y el sueldo era muy alto.

• Jefe, el video está muy bien hecho, seguramente han utilizado inteligencia artificial, si tu mujer ha visto esto…
• Lo ha visto, créeme, gracias por tu ayuda.
• De nada jefe, sabes que nos tienes a todos para lo que haga falta.
• Lo sé, gracias a todos.

Estaba bien jodido, tenía muy claro que lo siguiente que llegaría a esa isla infernal sería los papeles del divorcio. No culpaba a Astrid, yo hubiera hecho lo mismo, como odiaba tener razón, tardaron un par de semanas en llegar. Ella ya había estampado su firma, intente hablar con Astrid en varias ocasiones, pero me fue imposible, siempre estaba reunida y la única vez que me cogió el teléfono solo conseguí enfadarla más.

Las vacaciones que pensaba cogerme las retrase, contrate a un abogado para asesorarme. Me dejo claro las opciones que tenía, la mejor de ellas era firmar los papeles del divorcio, yo era inocente, pero ella tenía un video que me incriminaba y yo tenía mi palabra que en esos momentos no valía mucho para ella. Jamás había llorado tanto como cuando estampe mi firma en esos papeles. Acababa de perder a la mujer de mi vida sin haber hecho nada, mi suegro se había salido con la suya, pero no había calculado bien.

Mi siguiente paso sería presentar mi dimisión, aguantaría hasta final de mes para que mis trabajadores cobraran toda la nomina. Lo que faltaba era que encima les pagaran menos por mi culpa, los reuní a todos y les comente mi decisión.

• Chicos, he decidido dimitir, lo haré al final de mes para que no os descuenten ni un euro de la nómina.
• Jefe, hablo en nombre de todos, si tú te vas nosotros nos vamos contigo – dijo Marcos.
• Estáis seguros, porque la idea que tengo es una locura.
• Cuéntanos.

Mi idea era extraer el petróleo del pozo más peligroso del planeta, este tuvo que ser clausurado porque se encontraba cerca de una falla. Las vibraciones del taladro, desestabilizaron la falla, al poco de empezar a extraer el crudo un terremoto golpeo la zona, no fue muy fuerte, pero si lo suficiente para algunos trabajadores perdieran la vida. Ese pozo estaba casi al completo y era propiedad de la competencia de mi suegro, durante mucho tiempo estudie la zona y cerca del pozo había una cueva, gracias a los temblores al fondo de esta se habían creado una grietas y el crudo se había filtrado por estas creando depósitos que nosotros podríamos utilizar para extraer el petróleo.

• ¿Es viable jefe?
• La cueva es lo suficiente ancha como para albergar la maquinaria, solo tendríamos que reforzar algunas padeces y agrandar algunas zonas, es viable, de todas formas contrataremos geólogos independientes para que hagan un informe.
• Muy bien jefe, cuenta con nosotros.

Si tenía una reputación tan buena era porque trabajaba con los mejores, compre un billete de avión y pedí al helicóptero que me vendría a buscar. Lo primero que haría al llegar a la ciudad era pasar por la empresa para entregar los papeles del divorcio firmados a Astrid y la carta de dimisión a mi suegro. Tenía claro que se negaría a aceptarla, pero no podía hacer nada, cuando firme el contrato puse una cláusula. En esa cláusula dejaba claro que yo podría rescindir el contrato cuando yo quisiera, sin dar ninguna justificación.

Por una parte, tenía ganas de ver a Astrid, pero, por otro lado, no quería ver a la Astrid que me iba a encontrar. Su anterior pareja la había traicionado, lo paso fatal, yo le di mi palabra que jamás le traicionaría, aunque no lo había hecho, ese video contaba otra historia muy distinta. Sabía que verlo le habría traído muy malos recuerdos y lo mucho que la tuvo que doler.

El vuelo se hizo eterno, porque iba a entregar unos papeles que enterrarían mi matrimonio, pero era lo único que podía hacer, después esperaría a que Astrid se calmara lo suficiente para que me dejara dar mi versión. Aterrice y alquile un coche, lo aparque en el que todavía era el aparcamiento que tenía adjudicado a mi nombre en el aparcamiento de la empresa, después recorrí el camino que llevaba hasta la entrada de la empresa.

Al mirar la puerta me vino a la mente lo feliz que era la última vez que había atravesado esa entrada. Cogido de la mano de Astrid y besado esos labios que me volvían loco, estuve parado durante unos segundos, mientras saboreaba esos buenos recuerdos. Después me dirigí a coger el ascensor, cuando el ascensor llego al piso, salí de el y me dirigí al despacho de Astrid. Una parte de mí quería volver a verla, pero otra de las partes no la quería ver ni en pintura.

Pregunte a una de las compañeras de Astrid por ella y me dijo que se había cogido unos días de vacaciones. Suspire, aliviado, pero también decepcionado, sé que suena contradictorio, pero así era como me sentía. Saque un sobre que contenía los papeles del divorcio ya firmado y se los deje a Astrid encima de la mesa, después fui a entregar mi dimisión a mi suegro en persona.

Su secretaria intentó impedirme el paso diciéndome que estaba ocupado, pero a mí me dio igual, entre igualmente. Mi suegro estaba hablando por teléfono. Al verme colgó y se me quedo mirando con una sonrisa.

• Al final te has salido con la tuya, espero que no tengas que arrepentirte – dije mascando las palabras.
• Yo no me arrepiento de nada, ahora mi hija podrá estar con un hombre a su altura – cada vez me costaba más controlarme.
• Has destruido nuestro matrimonio, por el capricho de Damián y por complacer a su padre, ¡no te va a salir gratis! – dije cada vez más enfadado.
• ¿Me estás amenazando?
• No necesito amenazarte, solo he venido a entregarte esto – dejé un sobre con mi dimisión sobre su mesa.
• Entregar un video falso a Astrid para destruir nuestro matrimonio ha sido jugar muy sucio, incluso para ti – mi suegro acuso el golpe.
• Haré lo que sea por mi hija – dijo mi suegro.
• ¿Por tu hija o por ti mismo? – volvió a acusar el golpe.
• ¡Quién te has creído que eres para hablarme así! – intentaba aparentar que tenía la razón, pero sabía perfectamente que mis palabras reflejaban la realidad.
• Astrid no quiere a Damián, ni le quiere ni le querrá, eso será tu ruina – dije con una media sonrisa.
• El video era bueno, ¿verdad?, me costó un dineral – esta vez era el quién se reía.
• Me marcho, solo he venido a traerte mi carta de dimisión – escuchar eso, cambio el semblante a mi suegro.
• No puedes hacerme esto.
• Claro que puedo, ¿te crees que me voy a quedar en esta empresa después de lo que me habéis hecho?
• Tranquilízate, todo se puede negociar, ¿cuánto dinero quieres?
• Ese es tu problema, solo te importa el dinero.

Me marché dejándole la palabra en la boca, ellos eran multimillonarios, pero necesitaban a gente como yo para serlo. De la empresa de mi ex suegro me fui directo a su competencia y le expuse mi plan, ellos me miraban con cierto escepticismo, la verdad es que el plan tenía riesgos, les dije que estaba dispuesto a que unos expertos independientes validaran el proyecto. Los accionistas mayoritarios de la empresa dijeron que si esos expertos daban el visto bueno teníamos un trato.

Tardaron un mes en revisar todos los datos y tomar muestras en la cueva para ver si los datos de mi informe coincidían con el de ellos, al final ellos dieron el visto bueno. Solo podíamos extraer petróleo hasta que la cueva empezara a agrietarse y la cueva empezara a temblar, porque si eso ocurría podía desestabilizar la falla, provocando un terremoto que nos mataría a todos, ya estábamos preparados para empezar con los preparativos para tener todo listo y empezar a extraer el crudo.

ASTRID

Era la mujer más feliz del mundo hasta que ese video llego a mi correo, la verdad que no sé quién me lo mando, lo intente averiguar, pero fue en vano. Al ver ese video se me paro el corazón por unos instantes, era Gunnar, no había ninguna duda.
 
Pare el video e hice Zoom para comprobarlo, era su cara, el tatuaje que tenía en el hombro y el brazo derecho. Me lo prometió, me prometió que no me traicionaría, si llegaba el momento en que se enamorara de otra mujer me diría la verdad por muy dolorosa que está fuera.

No podía respirar, el corazón me iba a mil, sentía como las sienes retumbaban como si fueran sendos tambores. Tuve que sentarme para no caer redonda al suelo, cuando se lo conté a mi padre este me miraba diciéndome que ya me lo advirtió, que el no era el hombre yo creía. Sabía que antes de conocerme Gunnar no tuvo una relación estable por su trabajo, al viajar tanto no quería tener novia, solo tenía follamigas. Fue claro con eso y jamás me oculto nada. Por eso este video que había llegado a mi correo me tenía tan desconcertada.

Jamás noté nada, su actitud hacia mi jamás cambio, siempre fue igual de cariñoso y atento conmigo. Quería hablar con el, pero mi padre me convenció de que no se lo merecía. También contrato a un abogado para que hiciera los papeles del divorcio lo antes posible, todo me pareció muy precipitado, pero sentía tanto dolor que me deje llevar por el. No conteste a ninguno de los intentos de Gunnar por contactar conmigo, sé que debería haberle dejado explicarse, pero estaba tan enfadada con el que no era capaz, solo escuchar su voz sería suficiente para empezar a gritarle.

Después estaba Damián, de repente se convirtió en el hombre más atento del mundo. Jamás me tragué su treta, sabía que esté lo que quería era follarme y adiós muy buenas. Lo había visto con distintas compañeras que habían caído en sus redes, muchas de ellas tuvieron problemas con sus novios o maridos. Otra faceta de Damián era que no sabía estarse callado, enseguida lo contaba para fardar.

Gunnar era todo lo contrario, discreto a más no poder y muy celoso de su intimidad. Las primeras semanas no fueron fáciles, me mude a casa de mi padre y me centre en sacar mis cosas de la casa que compartía con Gunnar, cuando llegaron los papeles los firme de manera mecánica. Cada día las ganas de hablar con Gunnar crecían, pero ahí estaba mi padre como Pepito Grillo para convencerme de lo contrario. Esa situación estaba empezando a cansarme, se lo dije a mi padre, si se seguía metiendo en mis cosas alquilaría un piso y me iría a vivir yo sola.

Viendo mi padre que cada día estaba más tensa con el, decidió invitarme a cenar al restaurante que solía ir con mamá, antes de que nos abandonara. Llegue yo primera y le espere sentada en la mesa que había reservado, cuál fue mi sorpresa cuando vi entrar a Damián. No me lo podía creer, mi padre estaba conchabado con el. Sabía perfectamente que Damián andaba detrás de mí, pero yo no tenía ningún interés en el, ahora menos que acababa de sufrir la traición del hombre del que estaba enamorada.

Cuando llego a la mesa y me miro, mi cara lo decía todo, decidí que sería lo más clara posible y acabaría con esa farsa lo antes posible.

• Damián, ¿qué haces tú aquí?
• Tu padre y yo pensamos que ahora te vendría bien algo de compañía.
• ¡Sí!, ¡pero no la tuya!

Damián puso mala cara, pero siguió a lo suyo, este chico solo pensaba en el mismo, solo importaba lo que el quería y eso me sacaba de quicio, eligió el peor día para sacarme de mis casillas.

• Mira Damián, no quiero saber nada de ti, ni ahora ni en el futuro, no me gustas nada, ¿te ha quedado claro?

La cara de Damián estaba congestionada, no creo que estuviera acostumbrado a que una mujer le rechazara con la contundencia como lo había hecho yo, pero ya era hora que alguien lo hiciera. Me miro, pidió la cuenta y después de abonar la copa que se había tomado se levantó, eso sin apartar su mirada de la mía. Después se dio media vuelta y se marchó dejándome allí, tal vez a otra persona le hubiera sentado mal, pero yo tengo que decir que me sentí aliviada.

Los días que me cogí para el traslado se habían acabado y tenía que regresar al trabajo, la verdad es que no me apetecía nada ver a mi padre. Siempre odié a mi madre por habernos abandonado, agradecí a mi padre el haberse quedado, pero no a este precio. Yo era una moneda de cambio para satisfacer su desmedida ambición, cuando entre por la puerta de la empresa decidí subir por las escaleras en vez de coger el ascensor. De esa manera sabia que no me cruzaría con nadie.

Eran ocho pisos, cuando llegue al octavo pensé que me daría un infarto, tuve que sentarme en las escaleras y esperar a recuperar el aliento. Por suerte, mi despacho quedaba al lado de las escaleras, al entrar en el, vi un sobre en la mesa, me dio un vuelco el corazón. Era el sobre que le envié a Gunnar con los papeles del divorcio, abrí el sobre y allí estaban, cuando los cogí con mis manos una gran pena invadió todo mi ser, empezando a llorar.

Me había traicionado vilmente, pero le seguía amando como el primer día, no se deja de amar a alguien de un día para otro. No sé cuanto tiempo estuve llorando con ellos en la mano, pero decidí meterlos otra vez en el sobre y llevárselos a mi padre para que se los entregara al abogado. Llegue al despacho de mi padre, fui a tocar la puerta antes de entrar cuando escuche una persona levantando la voz, era Damián.

Lo que escuche en ese momento me partió en mil pedazos, saber que uno de los artífices fue mi padre, me dolió hasta lo más profundo de mi alma.

• Me prometiste que si quitábamos de en medio a Gunnar tendría a Astrid, pero ella me dejó claro ayer, lo que piensa de mí – decía un Damián, más que cabreado.
• Yo la convenceré.
• No lo harás, Astrid es muy cabezona, no se doblegará.
• ¿Crees que no estoy cumpliendo con lo prometido? – pregunto mi padre.

• No, reconozco que lo del video falso fue una buena idea, pero no es suficiente.

Una ira indescriptible se apoderó de mí, abrí la puerta de una patada, el estruendo hizo que mi padre y Damián se levantaran de un salto de sus sillas.

• ¿Qué es eso de un video falso?, ¡papa, dime que no he perdido al amor de mi vida por una mentira! – dije ciega de ira.
• Es lo mejor hija, créeme.
• ¿Lo mejor para quién?, ¡desde luego para mí no!

Damián fue a hablar, pero una mirada mía le dejo claro que lo mejor que podía hacer era mantenerse callado, después mire a mi padre severamente y le dije.

• Mama se fue hace años, siempre pensé que nunca me quiso, me consolaba pensar que tú sí me querías, pero resulta que no es así, ¡por lo que a mí respecta, has dejado de ser mi padre!
• Hija yo…
• ¡No me llames así!

Mi padre agachó la cabeza, solo se lo pregunté una vez, quería saber donde se encontraba Gunnar. Damián miraba seriamente a mi padre, pero este me dio la dirección, creo que fue su forma de pedirme perdón, tan pobre como su forma de quererme.

• ¿A dónde crees que vas? – pregunto Damián en forma inquisitiva.
• ¡A ti que te importa!
• ¡Me importa porque eres mi prometida!
• ¿Tu prometida?, ¡que desvarió es ese!
• ¡Eso es lo que nos prometió tu padre, a mi padre y a mí!
• Ya, ¿acaso yo te prometí algo?
• No.
• Entonces queda claro que tú y yo no somos nada, ni seremos nada como ya te dije ayer, ahora me voy a buscar al amor de mi vida.

La conversación terminó ahí, salí de aquellas oficinas directa a casa. Hice una maleta y me dirigí directamente al aeropuerto para coger el primer avión que me llevara a Noruega, solo esperaba que Gunnar me siguiera queriendo lo suficiente para dejarme pedirle perdón.

GUNNAR

Conocía muy bien estas tierras, yo nací aquí en Noruega, sobre el papel, el plan parecía solidó, pero todos sabemos que el papel lo soporta todo, después está la vida real, esta suele dar sorpresas y muchas veces desagradables. Llevaba el plan B de escape en el bolsillo, aquella cueva había dos salidas. La principal por la que entraríamos y luego otra que no se solía utilizar, porque era muy angosta, tenía un viejo mapa que me aseguraron que era original.

Mientras los demás empezaron a montar toda la maquinaria, yo me introduje en aquella otra salida, para comprobar que no hubiera derrumbes, además también para comprobar que el mapa era correcto. Según el mapa la salida se encontraba a unos quinientos metros, pero la galería era tan angosta que agobiaba mucho, tenías la sensación de que no llegarías al final de esta. El problema era que para poder salir los últimos cien metros había que hacerlos tumbado en el suelo, justo entraba un cuerpo humano.

Arrastrándome despacito, pero con paso firme conseguí llegar al final de aquella salida y pude ver la luz del día, hablaría después con mis operarios, tendríamos que reforzar varias partes del tramo, por suerte algunos de ellos habían hecho espeleología y además de que habían trabajado en minas. Al salir fuera me di cuenta de que tenía la ropa llena de barro, decidí pasarme por mi oficina prefabricada y ponerme otra ropa de trabajo limpia.

Mientras caminaba vi como un coche se acercaba, era un taxi, se paró justo delante de mi oficina. La puerta se abrió y de ella salió Astrid, era la última persona que esperaba ver allí, todo mi cuerpo se emocionó, estaba deseando abrazarla. Entonces un cabreo monumental empezó a crecer dentro de mi contra mi mismo, no se lo pondría tan fácil, me había hecho mucho daño, me acerqué hacia donde estaba ella y le dije.

• ¿Le puedo ayudar en algo, señorita?
• Gunnar.
• Sabe mi nombre, pero yo no la conozco de nada, ¿podría decirme su nombre?
• Gunnar, por favor.
• ¡Ni Gunnar ni nada!, ¿se puede saber que haces aquí Astrid?
• He venido a pedirte perdón, ya sé la verdad – Astrid empezó a llorar, de hecho tenía los ojos rojos de lo mucho que había llorado.

Mi armadura no era tan sólida como pensaba, empezaron a aparecer grietas por todas partes. Ver a la mujer que amas llorar, tan hecha polvo no era un plato de gusto. Hacía mucho frió y decidí que lo mejor era que pasara a la oficina, encendiéramos la calefacción, así entraría en calor mientras yo me duchaba. Llame a Marcus y le dije que se encargara el, que tenía unos asuntos que resolver.

Mientras el agua caliente recorría mi cuerpo, no pude dejar de pensar que Astrid había visto aquel video donde alguien igualito a mí se follaba a una mujer de forma salvaje. Como culparla de que no quisiera saber nada de mí, por muy enfadado que estuviera, no podía dejar de pensar que yo hubiera actuado igual que ella, cogí una toalla y me seque. Salí de la ducha con la toalla envuelta en la cintura, a Astrid se le iluminaron los ojos, aunque me moría de ganas, eso no iba a pasar, por lo menos no de momento.

• Gunnar quería pedirte perdón, sé que debería haberte dejado darme tu versión, pero es que ese video…

No dije nada, empecé a vestirme delante de ella, parecerá que la estaba castigando, pero era una cosa que solíamos hacer en casa de la forma más natural, me salió por costumbre. A Astrid se le iban los ojos y entonces me dijo.

• Joder Gunnar vístete hombre, que así no me concentro.

Sonreí, una vez vestido, la miré y le dije.
• Astrid, yo no soy el que aparece en ese video, quiero que lo tengas claro, ahora lo que más me apetece es abrazarte y besarte, pero eso no va a pasar.
• Lo entiendo – dijo una apenada Astrid.
• No, no lo entiendes, te perdí y eso me devasto.
• ¡Lo entiendo perfectamente! – dijo Astrid, muy seria.
• No, tú, tenías la ira donde sujetarte, a mí solo me quedo un agujero negro muy profundo debajo de mis pies.

Astrid se tapó la boca con sus manos, llorando, se levantó rápidamente, abrazándome con una intensidad que me dejo sin respiración. Soy un blando, lo sé, pero no pude evitar devolverle el abrazo. Sentir su cuerpo pegado al mío, el calor que desprendía, lo bien que olía, me gustaba mucho el olor del champú que usaba. Estuve a punto de dejarme llevar, pero el aparte de mí y le dije que me diera tiempo, necesitaba superar el resentimiento que esta situación había creado hacia ella.

Astrid no dejaba de ser una víctima como yo, nosotros vivíamos en unas casas prefabricadas que la nueva petrolera construyo cerca de la cueva, no eran muy grandes, pero suficiente para que pudiéramos estar los dos. La mía tenía una cama de matrimonio donde podríamos dormir los dos, la acompañe para que dejara sus cosas y después llame a los muchachos para presentarles a Astrid. Sabían quién era, pero no la conocían en persona.

Todos admiraron la belleza de Astrid, pero se comportaron, después Marcus me llevo a un lado apartado y me dijo.

• Jefe, no seas imbécil, por lo que me contaste los dos sois víctimas, ha venido a buscarte, ten eso en cuenta.
• Ya, pero…
• Ni, pero ni nada, ¿es más lista que tu verdad?
• Sí, ¿pero eso que tiene que ver?
• Perdónala y ponla en nómina, si su inteligencia es comparable a su belleza, la necesitaremos si queremos sacar adelantare esta empresa.
• ¿No confías en mis cálculos?
• Jefe, eres un gran geólogo, pero yo conozco mejor que nadie las entrañas de una montaña y es el lugar más impredecible del mundo, cuéntale el plan y que nos ayude.
• ¿Qué te pasa Marcus?, jamás te he visto tan asustado.
• Tengo miedo a que este trabajo salga mal y no poder volver a ver a mi mujer y a mi hija, solo dime una cosa, ¿tienes un plan B para cuando terminemos este trabajo?
• Sí.
• ¿Tiene que ver con la prospección?
• La prospección es un trabajo caduco.
• Con eso me vale, arréglalo con ella y conseguid que salgamos todos con vida.

Volví al lado de Astrid, la verdad es que mis compañeros, porque aunque yo fuera su jefe, eran una familia para mí, acogieron muy bien a Astrid. Esa noche le conté mi plan, Astrid me miraba como si estuviera loco, pero el dinero que ganaríamos era necesario para mi plan B.
• ¿Cuál es tu plan B, si puede saberse?
• Tu motor, crear un taller y construir coches que dejen de contaminar, con diseños bonitos y cómodos para conducir.
• Ya, pero quien va a querer trabajar con coches que no sabemos si la gente querrá comprar.
• Los tienes delante, esos hombres son unos mecánicos consumados, tuvimos que aprender para poder arreglar las máquinas cuando se estropeaban, cuando llegue el momento estaremos a la altura.

Astrid sonrió, allá siempre lucho por una energía limpia, pero hacerlo dentro de una petrolera era como hablar con una pared de hormigón y esperar respuesta de esta. Vio con sus propios ojos como su padre se enriquecía mientras el planeta iba muriendo en el proceso. Por eso, estudio mucho, para poder crear motores que pudieran funcionar en largas distancias, pero sin necesitar combustibles fósiles.

Su padre no la ayudo ni un ápice, le obligo a trabajar en ese proyecto fuera de las horas laborales, con la esperanza que el cansancio le hiciera desistir. Que poco conocía a su hija, eso le dio más bríos y termino creando un prototipo muy esperanzador. El problema de los motores eléctricos es que no tienen una gran autonomía, el motor que Astrid había construido tenía una autonomía de unos setecientos kilómetros.

Marcus y los demás vieron los diseños de Astrid, mostraron una gran admiración por ella. Entonces Marcus me miro y me dijo.

• ¿Este es tu plan B jefe?
• Así es Marcus, ¿qué te parece?
• Que va a ser un placer trabajar a tus órdenes Astrid, o mejor dicho jefa.
• Todavía no soy jefa de nadie, primero tenemos que conseguir que el plan de este majadero funcione – dijo Astrid mientras se reía.

Fuimos todos a la cueva a terminar con los preparativos y después descansaríamos el resto del día, el siguiente día empezaba lo peligroso. Si mis cálculos no eran correctos, desataríamos un terremoto enorme y moriríamos todos, además de una cantidad ingente de personas inocentes. Astrid entró a ver la cueva, la aterraba y fascinaba a partes iguales, esa cueva tenía ese efecto en todos. Antes de llegar a los lagos de petróleo le di una máscara con oxígenos a Astrid, también tuvo que ponerse una ropa que le protegiera del calor.

Dentro de la cueva el calor no era tan grande como cuando nos introducíamos en el pozo, pero sí lo suficiente para provocar quemaduras si tocabas las paredes. Una vez fuera tuve una conversación con Astrid, seguía muy triste, estaba convencida de que me había perdido como pareja, no era así, poco a poco el resentimiento fue disminuyendo y mi amor por ella fue creciendo.

Para mí perderla era inviable, cuando firme los papeles del divorcio fue como perder todas mis extremidades. Tenerla ahora a mi lado era un sueño del que no quería despertar, mire a Astrid y le dije.

• No me has perdido Astrid, estoy aquí a tu lado.
• No como antes Gunnar, veo que estás resentido, aunque lo entiendo, me duele.
• Claro que estoy resentido, pero te entiendo, yo hubiera hecho lo mismo.
• ¿En serio?
• Sí, tu padre se gastó un dineral en hacer ese video, parece tan real, ese video habría hecho dudar a cualquiera.

Astrid se abrazó con fuerza a mí, podía notar sus lágrimas mojando mi camiseta, la abrace, la abrace como nunca lo había hecho y ocurrió, mis diques también dejaron de contener mis lágrimas. Nos besamos por primera vez desde que comenzó esta pesadilla, Marcus y los demás nos miraban con una sonrisa. Todos sabían perfectamente lo mal que lo estaba pasando y vieron también lo mal que lo había pasado Astrid por las malas artes de personas que hacen lo que sea por salirse con la suya.

Astrid y yo pasamos el día a solas, teníamos muchas cosas de la que hablar, los dos seguíamos llevando las alianzas, entonces Astrid sacando los papeles del divorcio los quemo delante de mí.

• Pensé que ya estarían tramitados – dije con alivio.
• Iba a dárselos a mi padre cuando me entere de la verdad, me alegro de no haberlos tramitado – mientras Astrid miraba la alianza que llevaba en el dedo.
• Yo también me alegro, esta noche te prepararé ese plato que tanto te gusta, ¿qué te parece? – A Astrid se le iluminaron los ojos y una gran sonrisa se dibujó en su rostro.

Llego la hora de la cena, todos se fueron pronto a dormir, al día siguiente empezaba la extracción y querían estar lo más descansados posible. Como había prometido a Astrid le prepare su plato preferido, cuando hice la compra al llegar a Noruega compre los ingredientes de este plato como lo hacía todas las semanas. Algo me empujaba a hacerlo y viendo la cara de felicidad de mi mujer me alegraba de haberlo hecho. Había sido un día lleno de emociones y estábamos cansados, decidimos ir a dormir.

Nos empezamos a desnudar como lo hacíamos siempre uno delante del otro, nos miramos, no pudimos contenernos más. Nos empezamos a besar con la misma pasión de siempre, yo diría que incluso con más pasión. Astrid me echo sobre la cama, para cuando me di cuenta ya tenía mi polla metida en su boca, era toda una maestra y me estaba llevando al cielo con el placer que me estaba proporcionando. Le dije que parara, se subiera a la cama y pusiera su coñito al alcance de mi boca, hicimos un sesenta y nueve en toda regla.

Volver a sentir la humedad de su coñito en mi boca fue catártico para mí, las lágrimas que empezaron a caer por mis mejillas empezaron a eliminar todo el resentimiento de mi cuerpo. Me esmeré en darle todo el placer que mi boca pudiera proporcionarle, Astrid tuvo que morderse la mano para no gritar, yo estaba en la misma situación, Astrid succionaba y me acariciaba la punta de mi polla con su lengua, no sé cómo lo hacía, pero su lengua adquiría una elasticidad sobrehumana.

El sumun del placer llego cuando pude notar como encajaba mi polla en el fondo de su garganta, no pude aguantar más y me corrí dando un alarido que se escuchó en toda Noruega. Me quede tumbado sobre la cama mirando al techo con una sonrisa de bobalicón en el rostro. Al mirar a Astrid vi como esta se relamía con gula, gateo hasta poner su coñito sobre mi boca. Verla relamerse, me puso más caliente de lo que ya estaba. Mi lengua empezó a recorrer cada recoveco de aquel coñito que era el mejor manjar para mí. Los gemidos de Astrid aumentaron en intensidad cuando mi lengua empezó a jugar con su clítoris, no tardo en correrse. Su grito también se escuchó en toda Noruega, una vez que se calmó se puso roja de vergüenza, yo me reí y la atraje a mí. Hice que se sentara sobre mi polla empalándose poco a poco. Note cada centímetro de su apretada y caliente vagina, casi me corro cuando mi polla llego al final de esta y Astrid cerro sus músculos vaginales sobre el tronco de mi sexo.

Empezamos un mate, saca acompasado y tranquilo, pero pronto Astrid tomo el mando como solía hacer y empezó a cabalgarme como una amazona desbocada. Tuve que agarrarla para que no terminara cayéndose de la cama, el cabecero chocaba contra la pared de madre con tal intensidad que temblaba toda la casa, Astrid pego su cuerpo con el mío, necesitaba sentir el máximo contacto entre nosotros, mientras me besaba me decía lo mucho que me quería.

Yo no podía ni hablar del placer que estaba sintiendo, pero intente transmitirle lo mucho que la quería con mi mirada y las lágrimas que descendían de mis mejillas. Los dos alcanzamos un atronador orgasmo y terminamos abrazados, agotados, pero muy satisfechos. Hubiéramos seguido toda la noche, pero teníamos que estar lo más frescos posible para el día siguiente. A media noche Astrid se despertó con frió, la verdad es que en esa zona de Noruega el día que menos frió hacía era menos diez grados.

Astrid pegó su cuerpo al mío mientras yo la abrazaba desde atrás, después de ronronear volvió a dormirse. Nos despertó la luz del sol, teníamos que aprovechar estos meses, porque eran los más luminosos de todo el año, después vendría meses donde prácticamente era de noche todo el día y se hacían muy largos. Nos levantamos y preparamos un buen desayuno. Cuando salimos de nuestra caseta, Marcus y los demás ya estaban listos para empezar a extraer crudo,

Nos miraban con una sonrisilla que hacía que Astrid se pusiera como un tomate, entonces nos miramos todos y se acabaron las bromas. Era hora de entrar en la cueva, Astrid se quedaría en una tienda donde teníamos todos los ordenadores recabando datos. Ella los monitorearía y nos avisaría de cualquier anomalía. Todos teníamos miedo, el trabajo era igual de peligroso que en otras ocasiones, solo que esta vez teníamos el riesgo de que una montaña se nos cayera encima.

Llegamos al final de la cueva donde se encontraban los dos lagos de petróleo, Marcus sé aria cargo de uno de los equipos y yo del otro. Los dos nos quedamos mirando el botón de encendido, nos miramos y decidimos apretarlos juntos. Empezamos a extraer crudo sin ningún contratiempo, todos mirábamos a las paredes por si había algún movimiento extraño. De vez en cuando nos poníamos en contacto con Astrid, los datos que arrojaban las mediciones estaban dentro del baremo de seguridad.

El primer día de trabajo sacamos más crudo del que teníamos previsto, tardando una semana en vaciar los lagos de petróleo. Después tardaban otra semana en volver a llenarse. Los primeros seis meses fueron muy buenos, habíamos conseguido extraer la cantidad que teníamos prevista para el primer año. La petrolera estaba muy contenta, Astrid intento hablar con su padre, pero fue en vano. Este no contesto a ninguna de las llamadas, nos llegaron rumores de que la petrolera del que el padre de Astrid era socio estaba pasando por dificultades.

La petrolera para la que trabajábamos ahora no tenía rival, pero esto era algo efímero, llegaría un momento que no podríamos extraer más petróleo, una vez que los temblores empezaran se acabó. La petrolera estaba intentando presionarnos para que siguiéramos, pero tanto Marcus como yo fuimos muy claros, la petrolera no estaba nada contenta con eso, no querían soltar la gallina de los huevos de oro. Durante el séptimo mes todos decidimos tomarnos un descanso de dos semanas que la mayoría aprovecho para visitar a sus familias.

Astrid y yo viajamos a nuestra antigua ciudad, quería ver a su padre. Este no quiso recibirla, según parecía la culpaba de todos sus males, Damián y su padre habían abandonado el barco llevándose a los principales accionistas y aquella empresa estaba abocada a hundirse sin remedio como el Titanic, entramos en su despacho sin hacer caso a la secretaria. El padre de Astrid estaba dormido al lado de media botella de whisky, su hija intento despertarlo y cuando lo consiguió la reacción de su padre fue totalmente iracunda.

• ¡Vosotros dos sois los culpables de mi ruina!
• Eso crees papa, o tal vez lo son Damián y su padre por abandonarte.
• La única que me ha fallado eres tú, si te hubieras casado con Damián ahora seguiría siendo un hombre importante.
• El egoísmo ante todo, ¿verdad Suegro?
• Sigues con este perdedor, al final si he educado a una entupida.
• No papa, el único entupido eres tú, solo piensas en ti y al final as conseguido lo que buscabas.
• Que es lo que buscaba, ¿hija?
• Quedarte solo.

Astrid salió de ese despacho muy decepcionada, pero sobre todo muy triste. Su madre no la quería y se fue, pero lo de su padre era peor. Su padre la hizo creer que de verdad la quería, pero no tenía escrúpulos para venderla a un hombre como Damián. Astrid tenía a su padre en un pedestal y de repente ese pedestal se había roto en mil pedazos. Durante el vuelo de vuelta no abrió la boca, solo quería que la abrazara, una vez bajamos del avión en Noruega se tranquilizó.

En el mundo abundan las decepciones, pero que una de esas decepciones sea tu propio padre no tiene que ser un plato agradable de tragar. Volvimos al trabajo, durante el primer mes todo fue bien, pero después empezaron a salir pequeñas grietas en las paredes. Eso no era buena señal, llame a Astrid.

• Cariño, ¿ves alguna lectura anormal?
• No, aquí todo parece normal.
• ¿Los sismógrafos?
• Las lecturas son normales, como tú me enseñaste, ¿ha pasado algo?
• Han salido grietas en las paredes.
• Tened mucho cuidado, por favor – Astrid estaba muy preocupada.

No volvieron a salir más grietas, durante las siguientes semanas todo fue normal, pero aquella mañana tenía un mal presentimiento. Distintos animales escapando del monte, una espesa niebla, algo no andaba bien. Con la primera señal saldríamos de la cueva, lo hablé con Marcus y el estaba de acuerdo, la mañana paso sin contratiempos, pero todo se complicó a la tarde, en el momento de encender las máquinas las grietas de las paredes se agrandaron saliendo crudo de estas. Un temblor empezó a sacudir toda la montaña, apreté la alarma. Todos mis hombres se ciñeron al plan de evacuación y fueron saliendo en orden. Solo Marcus se quedó atrás intentando que el incendio que se había declarado al incendiarse el crudo no se extendiera y así sus compañeros pudieran salir sin problemas.

• ¿Se puede saber qué haces?, deberías estar saliendo – dije serio.
• Jefe, si no contengo el fuego, todos morirán abrasados, no les dará tiempo a salir.
• Te ayudaré – Marcus negaba con la cabeza.
• Con que se sacrifique uno es suficiente.
• Y tu familia que, me quedaré a ayudarte – dije sin hacer caso a lo que el me decía.

El fuego terminó extendiéndose, pero por lo menos todos pudieron salir, exceptuando Marcus y yo, el problema era que el fuego nos había rodeado, la salida principal estaba bloqueada, solo nos quedaba la otra salida. Agarre fuerte a Marcus y corrimos a ella antes de que el fuego también la bloqueara, jamás en mi vida había pasado tanto miedo. Incluso Marcus que era un espeleólogo experimentado, estaba aterrado.

El entro primero a esa angosta grieta, nos costaba avanzar, dentro de ese agujero parecía que el oxígeno estuviera a punto de agotarse. Todo se complicó cuando escuchamos una explosión y la grieta empezó a derrumbarse detrás de nosotros. Marcus grito que siguiéramos sin mirar atrás, en ese momento no tenía ni miedo ni nada, era como si estuviera en otro plano. Cuando vimos que la grieta dejaba de derrumbarse nos paramos a descansar.

Quedaban unos cien metros para la salida, Marcus se adelantó para ver si esta estaba despejada, no tardo mucho en volver, pero a mí esos minutos se me hicieron eternos.

• Jefe, hemos tenido suerte, la salida está despejada.

Solo eran cien metros, pero a mí se me estaban haciendo muy largos. De repente vi luz al final de esa grieta infernal, no sé por qué empecé a reírme como un loco, no sé si eran los nervios o que me había vuelto loco de atar. Estaba agotado, me tumbé con la intención de descansar un poco. Note como me agarraban y tiraban de mí, al salir fuera de esa montaña, abrace a Marcus, habíamos sobrevivido de milagro.

Entonces la vi a Astrid de rodillas en el suelo, llorando rota de dolor, pensando que me había perdido para siempre. Corrí hasta llegar a ella, arrodillándome delante de ella, la abracé con todas mis fuerzas.

• Astrid estoy bien, no me ha pasado nada – ella solo decía mi nombre, mientras lloraba con la mirada perdida.

La separé de mí y la hice mirarme, al verme sonrió y me abrazo con fuerza. Astrid estaba a punto de que le diera un ataque de nervios, mire a Marcus y le hice una señal con la cabeza para que se acercara.

• Se acabó, la cueva queda clausurada, ahora llamaré a la petrolera para comunicárselo.
• Tenemos que salir de aquí cuanto antes, este temblor ha podido despertar a la falla y si nos pilla aquí, no sobreviviremos.
• Lo sé.

Mientras mantenía a Astrid abrazada, nos dirigimos a la tienda donde teníamos todo el equipo informático, cogí el teléfono por satélite y llame a la petrolera. A estos no les hizo ninguna gracia, me dijeron que nos reservarían habitaciones en un hotel a las afueras de la ciudad, donde estaríamos a salvo y nos mandarían una delegación para hablar con nosotros. Por suerte el temblor solo se limitó a la montaña y la falla seguía dormida.

Después de una ducha, Marcus, Astrid y yo bajamos al salón principal para recibir a la delegación de la petrolera. Como estos tenían una filial en Noruega, llegaron enseguida, no traían muy buena cara, nos sentamos y empezamos a hablar.

• Tenemos entendido que queda crudo por extraer, ¿verdad? – pregunto uno de la delegación.
• Así es, pero es imposible extraerlo sin perder la vida en el intento – dije.
• Los jefes nos han dado un cheque en blanco, poned la cantidad que queráis y seguid extrayéndolo.
• No lo entendéis, ¿verdad? no se puede extraer más crudo de esa montaña sin que esta se te caiga encima, además todos los pozos están en similares circunstancias – dijo Marcus.
• Eso no le gustará a los jefes.
• Pues que se vayan haciendo a la idea que el momento que tanto temían ya ha llegado, en el mundo ya no hay suficiente petróleo para todos, renovarse o morir – dije mientras los tres nos levantábamos para irnos.
• ¿Esa es tu última palabra?
• Sí – dije.
• No volveréis a encontrar trabajo como prospectares.
• Nuestras vidas son más importantes que este trabajo – dijo un serio Marcus.

La empresa petrolera mando a más prospectares más preocupados por su cartera que por sus vidas, todos perdiera la vida y la falla estuvo a un pelo de desestabilizarse. Los familiares de los prospectares y el mismo gobierno de Noruega pusieron querellas contra la petrolera, perderían millones entre las indemnizaciones y la mala publicidad.

Nosotros por nuestra parte juntamos el dinero de todos y montamos un taller para montar el motor que había diseñado Astrid en los coches corrientes, Marcus y los demás se esforzaron al máximo para ponerse al día con el diseño de Astrid, demostrando que eran buenos en cualquier trabajo que tuvieran que hacer. Yo por mi parte fui contratado como geólogo consultor en un grupo de científicos que había creado el gobierno Noruego para mantener vigilada la falla, la vida nos había puesto trabas, pero Astrid y yo conseguimos salir adelante más felices que nunca.

EPÍLOGO

Han pasado nueve meses desde que montamos el taller, me encuentro cogiendo la mano de Astrid, que está a punto de traer a este mundo a nuestra primera hija. Es algo que no se puede contar con palabras, hay que vivirlo, Astrid fue la persona más feliz del mundo cuando le pusieron a nuestra hija en brazos. Estaba agotada, pero su sonrisa de felicidad iluminaría el día más oscuro, yo sentí lo mismo cuando la tuve en brazos, sentí que nuestra vida había cambiado pero a mucho mejor.

El taller empezó flojo, puesto que los coches con motor de hidrógeno salía más caros que uno de combustibles fósiles, pero según fueron pasando los meses, la gasolina y el diesel tuvieron una subida brutal por la escasez que había, el hidrógeno se volvió una alternativa mucho más asequible, con una autonomía casi igual al que tenían los coches de gasolina y gasoil. El gobierno Noruego invirtió mucho dinero en estos motores y ya muchas gasolineras tenían surtidores de hidrógeno para los nuevos motores, La vida nos volvía a sonreír a todos.

Los gobiernos se pusieron las pilas, pero dependieron del petróleo hasta el último momento, muchos países se negaron a dejar de usar combustibles fósiles, no tenían infraestructuras, ni tecnologías que pudieran sustituir esos motores de gasolina y diesel. Esos países se colapsaron, como el padre de Astrid, Damián, el padre de este y sus socios eran de ese pensamiento, lo perdieron todo cuando llego lo inevitable, para cuando intentaron cambiarse de barco fue demasiado tarde, gracias a la desaparición paulatina del petróleo la contaminación ha ido disminuyendo, solo espero que todavía estemos a tiempo de revertir el cambio climático.

Astrid no vuelto a saber nada de su padre, eso la entristece, pero nuestra hija consigue devolverle esa preciosa sonrisa que tiene, yo soy feliz, porque tengo en mi vida algo que no tiene precio, una familia que me quiere por encima de todo.

FIN.
 
Última edición:
Pare el video e hice Zoom para comprobarlo, era su cara, el tatuaje que tenía en el hombro y el brazo derecho. Me lo prometió, me prometió que no me traicionaría, si llegaba el momento en que se enamorara de otra mujer me diría la verdad por muy dolorosa que está fuera.

No podía respirar, el corazón me iba a mil, sentía como las sienes retumbaban como si fueran sendos tambores. Tuve que sentarme para no caer redonda al suelo, cuando se lo conté a mi padre este me miraba diciéndome que ya me lo advirtió, que el no era el hombre yo creía. Sabía que antes de conocerme Gunnar no tuvo una relación estable por su trabajo, al viajar tanto no quería tener novia, solo tenía follamigas. Fue claro con eso y jamás me oculto nada. Por eso este video que había llegado a mi correo me tenía tan desconcertada.

Jamás noté nada, su actitud hacia mi jamás cambio, siempre fue igual de cariñoso y atento conmigo. Quería hablar con el, pero mi padre me convenció de que no se lo merecía. También contrato a un abogado para que hiciera los papeles del divorcio lo antes posible, todo me pareció muy precipitado, pero sentía tanto dolor que me deje llevar por el. No conteste a ninguno de los intentos de Gunnar por contactar conmigo, sé que debería haberle dejado explicarse, pero estaba tan enfadada con el que no era capaz, solo escuchar su voz sería suficiente para empezar a gritarle.

Después estaba Damián, de repente se convirtió en el hombre más atento del mundo. Jamás me tragué su treta, sabía que esté lo que quería era follarme y adiós muy buenas. Lo había visto con distintas compañeras que habían caído en sus redes, muchas de ellas tuvieron problemas con sus novios o maridos. Otra faceta de Damián era que no sabía estarse callado, enseguida lo contaba para fardar.

Gunnar era todo lo contrario, discreto a más no poder y muy celoso de su intimidad. Las primeras semanas no fueron fáciles, me mude a casa de mi padre y me centre en sacar mis cosas de la casa que compartía con Gunnar, cuando llegaron los papeles los firme de manera mecánica. Cada día las ganas de hablar con Gunnar crecían, pero ahí estaba mi padre como Pepito Grillo para convencerme de lo contrario. Esa situación estaba empezando a cansarme, se lo dije a mi padre, si se seguía metiendo en mis cosas alquilaría un piso y me iría a vivir yo sola.

Viendo mi padre que cada día estaba más tensa con el, decidió invitarme a cenar al restaurante que solía ir con mamá, antes de que nos abandonara. Llegue yo primera y le espere sentada en la mesa que había reservado, cuál fue mi sorpresa cuando vi entrar a Damián. No me lo podía creer, mi padre estaba conchabado con el. Sabía perfectamente que Damián andaba detrás de mí, pero yo no tenía ningún interés en el, ahora menos que acababa de sufrir la traición del hombre del que estaba enamorada.

Cuando llego a la mesa y me miro, mi cara lo decía todo, decidí que sería lo más clara posible y acabaría con esa farsa lo antes posible.

• Damián, ¿qué haces tú aquí?
• Tu padre y yo pensamos que ahora te vendría bien algo de compañía.
• ¡Sí!, ¡pero no la tuya!

Damián puso mala cara, pero siguió a lo suyo, este chico solo pensaba en el mismo, solo importaba lo que el quería y eso me sacaba de quicio, eligió el peor día para sacarme de mis casillas.

• Mira Damián, no quiero saber nada de ti, ni ahora ni en el futuro, no me gustas nada, ¿te ha quedado claro?

La cara de Damián estaba congestionada, no creo que estuviera acostumbrado a que una mujer le rechazara con la contundencia como lo había hecho yo, pero ya era hora que alguien lo hiciera. Me miro, pidió la cuenta y después de abonar la copa que se había tomado se levantó, eso sin apartar su mirada de la mía. Después se dio media vuelta y se marchó dejándome allí, tal vez a otra persona le hubiera sentado mal, pero yo tengo que decir que me sentí aliviada.

Los días que me cogí para el traslado se habían acabado y tenía que regresar al trabajo, la verdad es que no me apetecía nada ver a mi padre. Siempre odié a mi madre por habernos abandonado, agradecí a mi padre el haberse quedado, pero no a este precio. Yo era una moneda de cambio para satisfacer su desmedida ambición, cuando entre por la puerta de la empresa decidí subir por las escaleras en vez de coger el ascensor. De esa manera sabia que no me cruzaría con nadie.

Eran ocho pisos, cuando llegue al octavo pensé que me daría un infarto, tuve que sentarme en las escaleras y esperar a recuperar el aliento. Por suerte, mi despacho quedaba al lado de las escaleras, al entrar en el, vi un sobre en la mesa, me dio un vuelco el corazón. Era el sobre que le envié a Gunnar con los papeles del divorcio, abrí el sobre y allí estaban, cuando los cogí con mis manos una gran pena invadió todo mi ser, empezando a llorar.

Me había traicionado vilmente, pero le seguía amando como el primer día, no se deja de amar a alguien de un día para otro. No sé cuanto tiempo estuve llorando con ellos en la mano, pero decidí meterlos otra vez en el sobre y llevárselos a mi padre para que se los entregara al abogado. Llegue al despacho de mi padre, fui a tocar la puerta antes de entrar cuando escuche una persona levantando la voz, era Damián.

Lo que escuche en ese momento me partió en mil pedazos, saber que uno de los artífices fue mi padre, me dolió hasta lo más profundo de mi alma.

• Me prometiste que si quitábamos de en medio a Gunnar tendría a Astrid, pero ella me dejó claro ayer, lo que piensa de mí – decía un Damián, más que cabreado.
• Yo la convenceré.
• No lo harás, Astrid es muy cabezona, no se doblegará.
• ¿Crees que no estoy cumpliendo con lo prometido? – pregunto mi padre.

• No, reconozco que lo del video falso fue una buena idea, pero no es suficiente.

Una ira indescriptible se apoderó de mí, abrí la puerta de una patada, el estruendo hizo que mi padre y Damián se levantaran de un salto de sus sillas.

• ¿Qué es eso de un video falso?, ¡papa, dime que no he perdido al amor de mi vida por una mentira! – dije ciega de ira.
• Es lo mejor hija, créeme.
• ¿Lo mejor para quién?, ¡desde luego para mí no!

Damián fue a hablar, pero una mirada mía le dejo claro que lo mejor que podía hacer era mantenerse callado, después mire a mi padre severamente y le dije.

• Mama se fue hace años, siempre pensé que nunca me quiso, me consolaba pensar que tú sí me querías, pero resulta que no es así, ¡por lo que a mí respecta, has dejado de ser mi padre!
• Hija yo…
• ¡No me llames así!

Mi padre agachó la cabeza, solo se lo pregunté una vez, quería saber donde se encontraba Gunnar. Damián miraba seriamente a mi padre, pero este me dio la dirección, creo que fue su forma de pedirme perdón, tan pobre como su forma de quererme.

• ¿A dónde crees que vas? – pregunto Damián en forma inquisitiva.
• ¡A ti que te importa!
• ¡Me importa porque eres mi prometida!
• ¿Tu prometida?, ¡que desvarió es ese!
• ¡Eso es lo que nos prometió tu padre, a mi padre y a mí!
• Ya, ¿acaso yo te prometí algo?
• No.
• Entonces queda claro que tú y yo no somos nada, ni seremos nada como ya te dije ayer, ahora me voy a buscar al amor de mi vida.

La conversación terminó ahí, salí de aquellas oficinas directa a casa. Hice una maleta y me dirigí directamente al aeropuerto para coger el primer avión que me llevara a Noruega, solo esperaba que Gunnar me siguiera queriendo lo suficiente para dejarme pedirle perdón.

GUNNAR

Conocía muy bien estas tierras, yo nací aquí en Noruega, sobre el papel, el plan parecía solidó, pero todos sabemos que el papel lo soporta todo, después está la vida real, esta suele dar sorpresas y muchas veces desagradables. Llevaba el plan B de escape en el bolsillo, aquella cueva había dos salidas. La principal por la que entraríamos y luego otra que no se solía utilizar, porque era muy angosta, tenía un viejo mapa que me aseguraron que era original.

Mientras los demás empezaron a montar toda la maquinaria, yo me introduje en aquella otra salida, para comprobar que no hubiera derrumbes, además también para comprobar que el mapa era correcto. Según el mapa la salida se encontraba a unos quinientos metros, pero la galería era tan angosta que agobiaba mucho, tenías la sensación de que no llegarías al final de esta. El problema era que para poder salir los últimos cien metros había que hacerlos tumbado en el suelo, justo entraba un cuerpo humano.

Arrastrándome despacito, pero con paso firme conseguí llegar al final de aquella salida y pude ver la luz del día, hablaría después con mis operarios, tendríamos que reforzar varias partes del tramo, por suerte algunos de ellos habían hecho espeleología y además de que habían trabajado en minas. Al salir fuera me di cuenta de que tenía la ropa llena de barro, decidí pasarme por mi oficina prefabricada y ponerme otra ropa de trabajo limpia.

Mientras caminaba vi como un coche se acercaba, era un taxi, se paró justo delante de mi oficina. La puerta se abrió y de ella salió Astrid, era la última persona que esperaba ver allí, todo mi cuerpo se emocionó, estaba deseando abrazarla. Entonces un cabreo monumental empezó a crecer dentro de mi contra mi mismo, no se lo pondría tan fácil, me había hecho mucho daño, me acerqué hacia donde estaba ella y le dije.

• ¿Le puedo ayudar en algo, señorita?
• Gunnar.
• Sabe mi nombre, pero yo no la conozco de nada, ¿podría decirme su nombre?
• Gunnar, por favor.
• ¡Ni Gunnar ni nada!, ¿se puede saber que haces aquí Astrid?
• He venido a pedirte perdón, ya sé la verdad – Astrid empezó a llorar, de hecho tenía los ojos rojos de lo mucho que había llorado.

Mi armadura no era tan sólida como pensaba, empezaron a aparecer grietas por todas partes. Ver a la mujer que amas llorar, tan hecha polvo no era un plato de gusto. Hacía mucho frió y decidí que lo mejor era que pasara a la oficina, encendiéramos la calefacción, así entraría en calor mientras yo me duchaba. Llame a Marcus y le dije que se encargara el, que tenía unos asuntos que resolver.

Mientras el agua caliente recorría mi cuerpo, no pude dejar de pensar que Astrid había visto aquel video donde alguien igualito a mí se follaba a una mujer de forma salvaje. Como culparla de que no quisiera saber nada de mí, por muy enfadado que estuviera, no podía dejar de pensar que yo hubiera actuado igual que ella, cogí una toalla y me seque. Salí de la ducha con la toalla envuelta en la cintura, a Astrid se le iluminaron los ojos, aunque me moría de ganas, eso no iba a pasar, por lo menos no de momento.

• Gunnar quería pedirte perdón, sé que debería haberte dejado darme tu versión, pero es que ese video…

No dije nada, empecé a vestirme delante de ella, parecerá que la estaba castigando, pero era una cosa que solíamos hacer en casa de la forma más natural, me salió por costumbre. A Astrid se le iban los ojos y entonces me dijo.

• Joder Gunnar vístete hombre, que así no me concentro.

Sonreí, una vez vestido, la miré y le dije.
• Astrid, yo no soy el que aparece en ese video, quiero que lo tengas claro, ahora lo que más me apetece es abrazarte y besarte, pero eso no va a pasar.
• Lo entiendo – dijo una apenada Astrid.
• No, no lo entiendes, te perdí y eso me devasto.
• ¡Lo entiendo perfectamente! – dijo Astrid, muy seria.
• No, tú, tenías la ira donde sujetarte, a mí solo me quedo un agujero negro muy profundo debajo de mis pies.

Astrid se tapó la boca con sus manos, llorando, se levantó rápidamente, abrazándome con una intensidad que me dejo sin respiración. Soy un blando, lo sé, pero no pude evitar devolverle el abrazo. Sentir su cuerpo pegado al mío, el calor que desprendía, lo bien que olía, me gustaba mucho el olor del champú que usaba. Estuve a punto de dejarme llevar, pero el aparte de mí y le dije que me diera tiempo, necesitaba superar el resentimiento que esta situación había creado hacia ella.

Astrid no dejaba de ser una víctima como yo, nosotros vivíamos en unas casas prefabricadas que la nueva petrolera construyo cerca de la cueva, no eran muy grandes, pero suficiente para que pudiéramos estar los dos. La mía tenía una cama de matrimonio donde podríamos dormir los dos, la acompañe para que dejara sus cosas y después llame a los muchachos para presentarles a Astrid. Sabían quién era, pero no la conocían en persona.

Todos admiraron la belleza de Astrid, pero se comportaron, después Marcus me llevo a un lado apartado y me dijo.

• Jefe, no seas imbécil, por lo que me contaste los dos sois víctimas, ha venido a buscarte, ten eso en cuenta.
• Ya, pero…
• Ni, pero ni nada, ¿es más lista que tu verdad?
• Sí, ¿pero eso que tiene que ver?
• Perdónala y ponla en nómina, si su inteligencia es comparable a su belleza, la necesitaremos si queremos sacar adelantare esta empresa.
• ¿No confías en mis cálculos?
• Jefe, eres un gran geólogo, pero yo conozco mejor que nadie las entrañas de una montaña y es el lugar más impredecible del mundo, cuéntale el plan y que nos ayude.
• ¿Qué te pasa Marcus?, jamás te he visto tan asustado.
• Tengo miedo a que este trabajo salga mal y no poder volver a ver a mi mujer y a mi hija, solo dime una cosa, ¿tienes un plan B para cuando terminemos este trabajo?
• Sí.
• ¿Tiene que ver con la prospección?
• La prospección es un trabajo caduco.
• Con eso me vale, arréglalo con ella y conseguid que salgamos todos con vida.

Volví al lado de Astrid, la verdad es que mis compañeros, porque aunque yo fuera su jefe, eran una familia para mí, acogieron muy bien a Astrid. Esa noche le conté mi plan, Astrid me miraba como si estuviera loco, pero el dinero que ganaríamos era necesario para mi plan B.
• ¿Cuál es tu plan B, si puede saberse?
• Tu motor, crear un taller y construir coches que dejen de contaminar, con diseños bonitos y cómodos para conducir.
• Ya, pero quien va a querer trabajar con coches que no sabemos si la gente querrá comprar.
• Los tienes delante, esos hombres son unos mecánicos consumados, tuvimos que aprender para poder arreglar las máquinas cuando se estropeaban, cuando llegue el momento estaremos a la altura.

Astrid sonrió, allá siempre lucho por una energía limpia, pero hacerlo dentro de una petrolera era como hablar con una pared de hormigón y esperar respuesta de esta. Vio con sus propios ojos como su padre se enriquecía mientras el planeta iba muriendo en el proceso. Por eso, estudio mucho, para poder crear motores que pudieran funcionar en largas distancias, pero sin necesitar combustibles fósiles.

Su padre no la ayudo ni un ápice, le obligo a trabajar en ese proyecto fuera de las horas laborales, con la esperanza que el cansancio le hiciera desistir. Que poco conocía a su hija, eso le dio más bríos y termino creando un prototipo muy esperanzador. El problema de los motores eléctricos es que no tienen una gran autonomía, el motor que Astrid había construido tenía una autonomía de unos setecientos kilómetros.

Marcus y los demás vieron los diseños de Astrid, mostraron una gran admiración por ella. Entonces Marcus me miro y me dijo.

• ¿Este es tu plan B jefe?
• Así es Marcus, ¿qué te parece?
• Que va a ser un placer trabajar a tus órdenes Astrid, o mejor dicho jefa.
• Todavía no soy jefa de nadie, primero tenemos que conseguir que el plan de este majadero funcione – dijo Astrid mientras se reía.

Fuimos todos a la cueva a terminar con los preparativos y después descansaríamos el resto del día, el siguiente día empezaba lo peligroso. Si mis cálculos no eran correctos, desataríamos un terremoto enorme y moriríamos todos, además de una cantidad ingente de personas inocentes. Astrid entró a ver la cueva, la aterraba y fascinaba a partes iguales, esa cueva tenía ese efecto en todos. Antes de llegar a los lagos de petróleo le di una máscara con oxígenos a Astrid, también tuvo que ponerse una ropa que le protegiera del calor.

Dentro de la cueva el calor no era tan grande como cuando nos introducíamos en el pozo, pero sí lo suficiente para provocar quemaduras si tocabas las paredes. Una vez fuera tuve una conversación con Astrid, seguía muy triste, estaba convencida de que me había perdido como pareja, no era así, poco a poco el resentimiento fue disminuyendo y mi amor por ella fue creciendo.

Para mí perderla era inviable, cuando firme los papeles del divorcio fue como perder todas mis extremidades. Tenerla ahora a mi lado era un sueño del que no quería despertar, mire a Astrid y le dije.

• No me has perdido Astrid, estoy aquí a tu lado.
• No como antes Gunnar, veo que estás resentido, aunque lo entiendo, me duele.
• Claro que estoy resentido, pero te entiendo, yo hubiera hecho lo mismo.
• ¿En serio?
• Sí, tu padre se gastó un dineral en hacer ese video, parece tan real, ese video habría hecho dudar a cualquiera.

Astrid se abrazó con fuerza a mí, podía notar sus lágrimas mojando mi camiseta, la abrace, la abrace como nunca lo había hecho y ocurrió, mis diques también dejaron de contener mis lágrimas. Nos besamos por primera vez desde que comenzó esta pesadilla, Marcus y los demás nos miraban con una sonrisa. Todos sabían perfectamente lo mal que lo estaba pasando y vieron también lo mal que lo había pasado Astrid por las malas artes de personas que hacen lo que sea por salirse con la suya.

Astrid y yo pasamos el día a solas, teníamos muchas cosas de la que hablar, los dos seguíamos llevando las alianzas, entonces Astrid sacando los papeles del divorcio los quemo delante de mí.

• Pensé que ya estarían tramitados – dije con alivio.
• Iba a dárselos a mi padre cuando me entere de la verdad, me alegro de no haberlos tramitado – mientras Astrid miraba la alianza que llevaba en el dedo.
• Yo también me alegro, esta noche te prepararé ese plato que tanto te gusta, ¿qué te parece? – A Astrid se le iluminaron los ojos y una gran sonrisa se dibujó en su rostro.

Llego la hora de la cena, todos se fueron pronto a dormir, al día siguiente empezaba la extracción y querían estar lo más descansados posible. Como había prometido a Astrid le prepare su plato preferido, cuando hice la compra al llegar a Noruega compre los ingredientes de este plato como lo hacía todas las semanas. Algo me empujaba a hacerlo y viendo la cara de felicidad de mi mujer me alegraba de haberlo hecho. Había sido un día lleno de emociones y estábamos cansados, decidimos ir a dormir.

Nos empezamos a desnudar como lo hacíamos siempre uno delante del otro, nos miramos, no pudimos contenernos más. Nos empezamos a besar con la misma pasión de siempre, yo diría que incluso con más pasión. Astrid me echo sobre la cama, para cuando me di cuenta ya tenía mi polla metida en su boca, era toda una maestra y me estaba llevando al cielo con el placer que me estaba proporcionando. Le dije que parara, se subiera a la cama y pusiera su coñito al alcance de mi boca, hicimos un sesenta y nueve en toda regla.

Volver a sentir la humedad de su coñito en mi boca fue catártico para mí, las lágrimas que empezaron a caer por mis mejillas empezaron a eliminar todo el resentimiento de mi cuerpo. Me esmeré en darle todo el placer que mi boca pudiera proporcionarle, Astrid tuvo que morderse la mano para no gritar, yo estaba en la misma situación, Astrid succionaba y me acariciaba la punta de mi polla con su lengua, no sé cómo lo hacía, pero su lengua adquiría una elasticidad sobrehumana.

El sumun del placer llego cuando pude notar como encajaba mi polla en el fondo de su garganta, no pude aguantar más y me corrí dando un alarido que se escuchó en toda Noruega. Me quede tumbado sobre la cama mirando al techo con una sonrisa de bobalicón en el rostro. Al mirar a Astrid vi como esta se relamía con gula, gateo hasta poner su coñito sobre mi boca. Verla relamerse, me puso más caliente de lo que ya estaba. Mi lengua empezó a recorrer cada recoveco de aquel coñito que era el mejor manjar para mí. Los gemidos de Astrid aumentaron en intensidad cuando mi lengua empezó a jugar con su clítoris, no tardo en correrse. Su grito también se escuchó en toda Noruega, una vez que se calmó se puso roja de vergüenza, yo me reí y la atraje a mí. Hice que se sentara sobre mi polla empalándose poco a poco. Note cada centímetro de su apretada y caliente vagina, casi me corro cuando mi polla llego al final de esta y Astrid cerro sus músculos vaginales sobre el tronco de mi sexo.

Empezamos un mate, saca acompasado y tranquilo, pero pronto Astrid tomo el mando como solía hacer y empezó a cabalgarme como una amazona desbocada. Tuve que agarrarla para que no terminara cayéndose de la cama, el cabecero chocaba contra la pared de madre con tal intensidad que temblaba toda la casa, Astrid pego su cuerpo con el mío, necesitaba sentir el máximo contacto entre nosotros, mientras me besaba me decía lo mucho que me quería.

Yo no podía ni hablar del placer que estaba sintiendo, pero intente transmitirle lo mucho que la quería con mi mirada y las lágrimas que descendían de mis mejillas. Los dos alcanzamos un atronador orgasmo y terminamos abrazados, agotados, pero muy satisfechos. Hubiéramos seguido toda la noche, pero teníamos que estar lo más frescos posible para el día siguiente. A media noche Astrid se despertó con frió, la verdad es que en esa zona de Noruega el día que menos frió hacía era menos diez grados.

Astrid pegó su cuerpo al mío mientras yo la abrazaba desde atrás, después de ronronear volvió a dormirse. Nos despertó la luz del sol, teníamos que aprovechar estos meses, porque eran los más luminosos de todo el año, después vendría meses donde prácticamente era de noche todo el día y se hacían muy largos. Nos levantamos y preparamos un buen desayuno. Cuando salimos de nuestra caseta, Marcus y los demás ya estaban listos para empezar a extraer crudo,

Nos miraban con una sonrisilla que hacía que Astrid se pusiera como un tomate, entonces nos miramos todos y se acabaron las bromas. Era hora de entrar en la cueva, Astrid se quedaría en una tienda donde teníamos todos los ordenadores recabando datos. Ella los monitorearía y nos avisaría de cualquier anomalía. Todos teníamos miedo, el trabajo era igual de peligroso que en otras ocasiones, solo que esta vez teníamos el riesgo de que una montaña se nos cayera encima.

Llegamos al final de la cueva donde se encontraban los dos lagos de petróleo, Marcus sé aria cargo de uno de los equipos y yo del otro. Los dos nos quedamos mirando el botón de encendido, nos miramos y decidimos apretarlos juntos. Empezamos a extraer crudo sin ningún contratiempo, todos mirábamos a las paredes por si había algún movimiento extraño. De vez en cuando nos poníamos en contacto con Astrid, los datos que arrojaban las mediciones estaban dentro del baremo de seguridad.

El primer día de trabajo sacamos más crudo del que teníamos previsto, tardando una semana en vaciar los lagos de petróleo. Después tardaban otra semana en volver a llenarse. Los primeros seis meses fueron muy buenos, habíamos conseguido extraer la cantidad que teníamos prevista para el primer año. La petrolera estaba muy contenta, Astrid intento hablar con su padre, pero fue en vano. Este no contesto a ninguna de las llamadas, nos llegaron rumores de que la petrolera del que el padre de Astrid era socio estaba pasando por dificultades.

La petrolera para la que trabajábamos ahora no tenía rival, pero esto era algo efímero, llegaría un momento que no podríamos extraer más petróleo, una vez que los temblores empezaran se acabó. La petrolera estaba intentando presionarnos para que siguiéramos, pero tanto Marcus como yo fuimos muy claros, la petrolera no estaba nada contenta con eso, no querían soltar la gallina de los huevos de oro. Durante el séptimo mes todos decidimos tomarnos un descanso de dos semanas que la mayoría aprovecho para visitar a sus familias.

Astrid y yo viajamos a nuestra antigua ciudad, quería ver a su padre. Este no quiso recibirla, según parecía la culpaba de todos sus males, Damián y su padre habían abandonado el barco llevándose a los principales accionistas y aquella empresa estaba abocada a hundirse sin remedio como el Titanic, entramos en su despacho sin hacer caso a la secretaria. El padre de Astrid estaba dormido al lado de media botella de whisky, su hija intento despertarlo y cuando lo consiguió la reacción de su padre fue totalmente iracunda.

• ¡Vosotros dos sois los culpables de mi ruina!
• Eso crees papa, o tal vez lo son Damián y su padre por abandonarte.
• La única que me ha fallado eres tú, si te hubieras casado con Damián ahora seguiría siendo un hombre importante.
• El egoísmo ante todo, ¿verdad Suegro?
• Sigues con este perdedor, al final si he educado a una entupida.
• No papa, el único entupido eres tú, solo piensas en ti y al final as conseguido lo que buscabas.
• Que es lo que buscaba, ¿hija?
• Quedarte solo.

Astrid salió de ese despacho muy decepcionada, pero sobre todo muy triste. Su madre no la quería y se fue, pero lo de su padre era peor. Su padre la hizo creer que de verdad la quería, pero no tenía escrúpulos para venderla a un hombre como Damián. Astrid tenía a su padre en un pedestal y de repente ese pedestal se había roto en mil pedazos. Durante el vuelo de vuelta no abrió la boca, solo quería que la abrazara, una vez bajamos del avión en Noruega se tranquilizó.

En el mundo abundan las decepciones, pero que una de esas decepciones sea tu propio padre no tiene que ser un plato agradable de tragar. Volvimos al trabajo, durante el primer mes todo fue bien, pero después empezaron a salir pequeñas grietas en las paredes. Eso no era buena señal, llame a Astrid.

• Cariño, ¿ves alguna lectura anormal?
• No, aquí todo parece normal.
• ¿Los sismógrafos?
• Las lecturas son normales, como tú me enseñaste, ¿ha pasado algo?
• Han salido grietas en las paredes.
• Tened mucho cuidado, por favor – Astrid estaba muy preocupada.

No volvieron a salir más grietas, durante las siguientes semanas todo fue normal, pero aquella mañana tenía un mal presentimiento. Distintos animales escapando del monte, una espesa niebla, algo no andaba bien. Con la primera señal saldríamos de la cueva, lo hablé con Marcus y el estaba de acuerdo, la mañana paso sin contratiempos, pero todo se complicó a la tarde, en el momento de encender las máquinas las grietas de las paredes se agrandaron saliendo crudo de estas. Un temblor empezó a sacudir toda la montaña, apreté la alarma. Todos mis hombres se ciñeron al plan de evacuación y fueron saliendo en orden. Solo Marcus se quedó atrás intentando que el incendio que se había declarado al incendiarse el crudo no se extendiera y así sus compañeros pudieran salir sin problemas.

• ¿Se puede saber qué haces?, deberías estar saliendo – dije serio.
• Jefe, si no contengo el fuego, todos morirán abrasados, no les dará tiempo a salir.
• Te ayudaré – Marcus negaba con la cabeza.
• Con que se sacrifique uno es suficiente.
• Y tu familia que, me quedaré a ayudarte – dije sin hacer caso a lo que el me decía.

El fuego terminó extendiéndose, pero por lo menos todos pudieron salir, exceptuando Marcus y yo, el problema era que el fuego nos había rodeado, la salida principal estaba bloqueada, solo nos quedaba la otra salida. Agarre fuerte a Marcus y corrimos a ella antes de que el fuego también la bloqueara, jamás en mi vida había pasado tanto miedo. Incluso Marcus que era un espeleólogo experimentado, estaba aterrado.

El entro primero a esa angosta grieta, nos costaba avanzar, dentro de ese agujero parecía que el oxígeno estuviera a punto de agotarse. Todo se complicó cuando escuchamos una explosión y la grieta empezó a derrumbarse detrás de nosotros. Marcus grito que siguiéramos sin mirar atrás, en ese momento no tenía ni miedo ni nada, era como si estuviera en otro plano. Cuando vimos que la grieta dejaba de derrumbarse nos paramos a descansar.

Quedaban unos cien metros para la salida, Marcus se adelantó para ver si esta estaba despejada, no tardo mucho en volver, pero a mí esos minutos se me hicieron eternos.

• Jefe, hemos tenido suerte, la salida está despejada.

Solo eran cien metros, pero a mí se me estaban haciendo muy largos. De repente vi luz al final de esa grieta infernal, no sé por qué empecé a reírme como un loco, no sé si eran los nervios o que me había vuelto loco de atar. Estaba agotado, me tumbé con la intención de descansar un poco. Note como me agarraban y tiraban de mí, al salir fuera de esa montaña, abrace a Marcus, habíamos sobrevivido de milagro.

Entonces la vi a Astrid de rodillas en el suelo, llorando rota de dolor, pensando que me había perdido para siempre. Corrí hasta llegar a ella, arrodillándome delante de ella, la abracé con todas mis fuerzas.

• Astrid estoy bien, no me ha pasado nada – ella solo decía mi nombre, mientras lloraba con la mirada perdida.

La separé de mí y la hice mirarme, al verme sonrió y me abrazo con fuerza. Astrid estaba a punto de que le diera un ataque de nervios, mire a Marcus y le hice una señal con la cabeza para que se acercara.

• Se acabó, la cueva queda clausurada, ahora llamaré a la petrolera para comunicárselo.
• Tenemos que salir de aquí cuanto antes, este temblor ha podido despertar a la falla y si nos pilla aquí, no sobreviviremos.
• Lo sé.

Mientras mantenía a Astrid abrazada, nos dirigimos a la tienda donde teníamos todo el equipo informático, cogí el teléfono por satélite y llame a la petrolera. A estos no les hizo ninguna gracia, me dijeron que nos reservarían habitaciones en un hotel a las afueras de la ciudad, donde estaríamos a salvo y nos mandarían una delegación para hablar con nosotros. Por suerte el temblor solo se limitó a la montaña y la falla seguía dormida.

Después de una ducha, Marcus, Astrid y yo bajamos al salón principal para recibir a la delegación de la petrolera. Como estos tenían una filial en Noruega, llegaron enseguida, no traían muy buena cara, nos sentamos y empezamos a hablar.

• Tenemos entendido que queda crudo por extraer, ¿verdad? – pregunto uno de la delegación.
• Así es, pero es imposible extraerlo sin perder la vida en el intento – dije.
• Los jefes nos han dado un cheque en blanco, poned la cantidad que queráis y seguid extrayéndolo.
• No lo entendéis, ¿verdad? no se puede extraer más crudo de esa montaña sin que esta se te caiga encima, además todos los pozos están en similares circunstancias – dijo Marcus.
• Eso no le gustará a los jefes.
• Pues que se vayan haciendo a la idea que el momento que tanto temían ya ha llegado, en el mundo ya no hay suficiente petróleo para todos, renovarse o morir – dije mientras los tres nos levantábamos para irnos.
• ¿Esa es tu última palabra?
• Sí – dije.
• No volveréis a encontrar trabajo como prospectares.
• Nuestras vidas son más importantes que este trabajo – dijo un serio Marcus.

La empresa petrolera mando a más prospectares más preocupados por su cartera que por sus vidas, todos perdiera la vida y la falla estuvo a un pelo de desestabilizarse. Los familiares de los prospectares y el mismo gobierno de Noruega pusieron querellas contra la petrolera, perderían millones entre las indemnizaciones y la mala publicidad.

Nosotros por nuestra parte juntamos el dinero de todos y montamos un taller para montar el motor que había diseñado Astrid en los coches corrientes, Marcus y los demás se esforzaron al máximo para ponerse al día con el diseño de Astrid, demostrando que eran buenos en cualquier trabajo que tuvieran que hacer. Yo por mi parte fui contratado como geólogo consultor en un grupo de científicos que había creado el gobierno Noruego para mantener vigilada la falla, la vida nos había puesto trabas, pero Astrid y yo conseguimos salir adelante más felices que nunca.

EPÍLOGO

Han pasado nueve meses desde que montamos el taller, me encuentro cogiendo la mano de Astrid, que está a punto de traer a este mundo a nuestra primera hija. Es algo que no se puede contar con palabras, hay que vivirlo, Astrid fue la persona más feliz del mundo cuando le pusieron a nuestra hija en brazos. Estaba agotada, pero su sonrisa de felicidad iluminaría el día más oscuro, yo sentí lo mismo cuando la tuve en brazos, sentí que nuestra vida había cambiado pero a mucho mejor.

El taller empezó flojo, puesto que los coches con motor de hidrógeno salía más caros que uno de combustibles fósiles, pero según fueron pasando los meses, la gasolina y el diesel tuvieron una subida brutal por la escasez que había, el hidrógeno se volvió una alternativa mucho más asequible, con una autonomía casi igual al que tenían los coches de gasolina y gasoil. El gobierno Noruego invirtió mucho dinero en estos motores y ya muchas gasolineras tenían surtidores de hidrógeno para los nuevos motores, La vida nos volvía a sonreír a todos.

Los gobiernos se pusieron las pilas, pero dependieron del petróleo hasta el último momento, muchos países se negaron a dejar de usar combustibles fósiles, no tenían infraestructuras, ni tecnologías que pudieran sustituir esos motores de gasolina y diesel. Esos países se colapsaron, como el padre de Astrid, Damián, el padre de este y sus socios eran de ese pensamiento, lo perdieron todo cuando llego lo inevitable, para cuando intentaron cambiarse de barco fue demasiado tarde, gracias a la desaparición paulatina del petróleo la contaminación ha ido disminuyendo, solo espero que todavía estemos a tiempo de revertir el cambio climático.

Astrid no vuelto a saber nada de su padre, eso la entristece, pero nuestra hija consigue devolverle esa preciosa sonrisa que tiene, yo soy feliz, porque tengo en mi vida algo que no tiene precio, una familia que me quiere por encima de todo.

FIN.
Que gran historia, bueno, como todas las tuyas. Cuando quieras cuentanos otra. Feliz Navidad a todos.

:aplausos1::aplausos1:
 
Y Papa Nöel nos trajo de regalo un bonito regalo del dios Berserk. Un relato con tintes ecológicos y muy bueno, como siempre.
 
Tengo el ordenador estropeado, pensaba que para esta semana estaría reparado, pero con las fiestas la pieza no a llegado, así que estoy en dique seco de momento.

Con un poco decsuerte la semana que viene lo tendré listo y a punto, entonces me pondré con un nuevo relato que había empezado a escribir.
 
Tengo el ordenador estropeado, pensaba que para esta semana estaría reparado, pero con las fiestas la pieza no a llegado, así que estoy en dique seco de momento.

Con un poco decsuerte la semana que viene lo tendré listo y a punto, entonces me pondré con un nuevo relato que había empezado a escribir.
Y a mí se me ha fastidiado la pantalla y no hay manera de que se mantenga encendida. Me temo que me voy a tener que comprar una el Lunes. Estoy aquí insistiendo y no hay manera de que se mantenga encendida.
 
Joder, que mal se han portado los reyes. A saber lo que habeis hecho.
La mia llevaba ya días haciendo la gracia. El problema es que tenía que darle muchas veces al botón de encendido de pantalla hasta que se quedaba encendida, hasta que ya directamente creo que el botón está roto, así que no tengo más remedio que ir el Lunes a comprar una.
 
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