opus32
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Capítulo 4. Lujuria.
Volvemos al reservado, Sonia seguía morreándose con Isidro, Vestía una minifalda cortísima junto con un top que le tapaba justo sus escasas tetas, cubría el conjunto un blusón transparente que más que tapar era como el papel de envolver un regalo. El chico estaba sentado en un sofá de dos plazas y ella se colocó medio recostada, abrazada a él, sus brazos rodeaban el cuello de su novio y seguía morreándolo con pasión, comiéndose mutuamente la boca. Las lenguas libraban una batalla sin cuartel.
A su espalda estaban Elías y Pablo observando la escena. La falda se le había subido dejando a la vista su potente trasero tapado con unas bragas brasileñas con motivos florales, orquídeas con un fondo rosáceo que combinaban a la perfección con el blanco de la minifalda. Isidro tiró de la minifalda hacia arriba quedando enrollada a su cintura. Las lenguas seguían su trabajo, explorando los sabores, las humedades, gozando de los preliminares, calentándose mutuamente. Isidro deslizo su mano derecha desde la cintura hacia su zona pélvica introduciéndose por debajo de la banda elástica. Los dos amigos se estaban frotando el paquete, la tenue luz del reservado era suficiente para observar las caricias de la pareja. El olor a sexo ya se percibía en el ambiente. Elías se aproximó y tiró de las bragas, era difícil moverlas por la posición en la que se encontraba la chica, pero ella colaboró levantando el culo. No parecía que le importase la situación.
Pablo salió del reservado y regresó poco después acompañado de otra chica de características físicas similares a Sonia. Nada más entrar en el reservado el chico del pepino la empujo al sofá que estaba libre y empezó a desnudarla. Le despojó del vestido de tirantes quedando en ropa interior, la sujetaba por la cintura con una mano, mientras le lamia el rostro, y con su otra mano le agarraba del culo. Delante de ellos, Elías ya se había sacado la polla y se masturbaba lentamente con la mano derecha y la izquierda la tenía entre los cachetes del culo de Sonia. Además, con el dedo medio le frotaba el anillo estrellado de su ano. Bajando de posición, pellizcando el clítoris y moviendo la mano a lo largo de los labios menores, Sonia estaba en la gloria, Isidro le había despojado del top y le comía sus duros pezones en menos de un minuto alcanzo un fuerte y ruidoso orgasmo.
Isidro se levantó y sacándose los pantalones y calzoncillos le ordeno a Sonia que se arrodillase sobre el sofá y le comiera la polla. Elías se colocó detrás de ella, que con el culo levantado ofrecía una inmejorable posición para acceder a su coño. Elías se puso en cuclillas y mientras le comía el culo con las manos le tiraba de los pezones.
Pablo por su parte no perdía el tiempo y tenia a Silvia, que así se llamaba la chica, ensartada por el culo. Los dos estaban desnudos, ella con la espalda pegada al torso de él, mostraba un pubis peludo con el vello rubio, los labios vaginales eran prominentes con un clítoris inflamado que sobresalía claramente de su capuchón. Tenía la polla de Pablo profundamente ensartada en el culo, botaba de forma rítmica sobre sus piernas a la vez que gritaba incomprensibles quejidos, de placer, dolor… vete a saber. Elías cambió de pareja y acercándose a Silvia le comió la boca mientras con la mano buscaba su abertura y tanteando le acercó su polla, dura como el acero. A continuación, intentó penetrarla vaginalmente emparedando a la chica, pero no lo conseguía.
Joder Elías, mira que eres inútil – le dijo Pablo – espera un momento que nos movemos los tres y a ver si consigues meterla.
Venga ya, no perdáis el tiempo que estoy a punto de correrme- se exclamo Silvia-
Un momento, quietos los dos. Eso es, hasta el fondo. – grito Elías-
Empezaron una carrera desbocada y sincronizada que los llevó al clímax en pocos minutos. Al otro lado del reservado, Isidro se follaba a Sonia sin disminuir el ritmo, dentro fuera, dentro fuera, ella gemía y pedía:
Dame más duro, más duro, venga que me falta poco.
Eso es gatita, ronronea y mueve el culo.
Date la vuelta y ponte mirando al trio del sofá.
Ummmm que bueno, dame, Isidro, dame, eiii vosotros venid aquí que un trio y una pareja es un fool y yo ya estoy fool del todo. Me podéis engañar y volverme loca todo a la vez, aaaaaaaaaaaaaa me corro.
Date la vuelta que voy a correrme yo también, en tus pequeñas tetas, ahhhhhh toma leche bebé.
Quedaron los cinco derrotados, eran las 2 de la mañana, Sonia se vistió y se marchó a su casa, satisfecha y a la vez preocupada por lo que diría su madre.
En el reservado los tres mosqueteros volvieron a la carga con Silvia, la cogieron en brazos entre los tres y la llevaron al pasillo de comunicación con el edificio vecino. A Silvia ya la tenían domada. El pasillo era el clásico pasillo francés y de los agujeros laterales ya asomaban varias vergas pidiendo guerra. Silvia se arrodillo y empezó a chupar la primera polla que asomaba a su derecha. En poco más adelante estaban arrodilladas dos chicas más y un chico. Los tres estaban desnudos. Las dos chicas que mamaban la misma polla y el chico con el culo contra el agujero de la pared estaba siendo penetrado por el desconocido del otro lado del pasillo. Ellos no podían ver al dueño de la polla, pero los clientes disponían de cristales tintados que permitían ver lo que pasaba en el pasillo.
Capítulo 5; sospechas.
Sonia llegó a casa sobre las 2:20 de la madrugada. Su madre la estaba esperando en el sofá con cara de circunstancias.
Hola, mamá ¿Qué haces levantada? No tienes sueño.
Tú me lo quitas, desde que conocí al sujeto ese que dices es tu novio tengo una sensación extraña, un desasosiego que no indica nada bueno.
¡Joder! Mira que eres desconfiada. Yo te puedo asegurar que no hay nada de qué preocuparse. ¿Tu piensas que van a abusar de mí? ¿cómo temes que pueda pasar algo semejante? ¿Qué tiene las manos largas? De acuerdo, y alguna cosa más también la tiene larga. Yo solo busco divertirme, no estoy enamorada.
No seas descarada. Los hombres no se miden por la largada de su polla. Se miden por su integridad, su compromiso en el cumplir con sus responsabilidades… y si encima te quieren y la tienen de buen tamaño, pues encantada de la vida. Aunque, recuerda, la polla crece con aportación sanguínea, cuanto más grande, más sangre necesita para empinarse. Los tíos con pollón les baja la sangre del celebro a la polla y piensan con la cabeza del rabo. Son los peores. Pagados de sí mismos, egocéntricos y egoístas. El tal Isidro es de estos. Te la va a pegar tarde o temprano.
Eres una exagerada mami. No voy a comentar contigo más detalles, pero te puedo asegurar que me tiene contenta.
Venga vamos a dormir, que te estas comportando como una fresca. Mañana a las 8 de la mañana agarramos la furgoneta, montamos las bicis y nos vamos a quemar energías y calenturas.
Noooo que quiero dormir, vete tu sola.
Ni hablar, si uno es bueno para la juerga también lo debe ser para las obligaciones, tú te levantas a las 7,30 te duchas y se te pasan las tonterías. No se hable más, buenas noches.
Buenooooo buenas noches, ogro.
Al día siguiente, en el horario acordado estaban montadas en la furgoneta. Solo hacia una semana que la habían adquirido de segunda mano. Era una Mercedes Vito habilitada como motor home. Estaba bastante rodada, era de una peña futbolística que se la quitó de encima por desilusión en su equipo. Para lo que la necesitaban era más que suficiente. Acercarlas al principio de la ruta, con sus bicicletas a buen resguardo. Las maquinas valían una fortuna, unos 5000.- euros la unidad.
El vehículo les proporcionaba la comodidad suficiente para desplazarse al lugar escogido como inicio de ruta, a la vez que disponían de un vestuario sobre ruedas donde cambiarse de ropa, ducharse, darse un tiempo de relax con los suministros e útiles necesarios.
El lugar escogido estaba a 15 km. de la ciudad era un espacio habilitado para aparcar autocaravanas y desde allí empezarían la ruta de unos aproximadamente 100 km.
No tenían que temer nada, pues no había motivo para sentirse amenazadas. Pero Carmen no estaba relajada, sentía una tensión interna que le advertía que algo iba mal. En el trayecto hasta la zona de acampada no ceso de mirar por los retrovisores, siguiendo con la mirada cualquier vehículo que pudiera seguirlas o simplemente que se acercara a ellas. Como decía constantemente: que yo sea una paranoica no quiere decir que no me persigan.
Sonia a su lado se reía de sus miedos. Todavía tenía el coño atormentado de la intensa sesión de folleteo del día anterior. El sillín de la bicicleta no ayudaría a calmar la penetrante picazón. Se removía en el asiento intentando encontrar una posición confortable. Carmen la miraba de reojo, a ella no se le escaba nada.
¿Qué te pasa, Tienes el mal de San Vito? Que porqué la furgo sea una vito no significa que el nombre sea contagioso.
Cállate ya graciosilla, que tengo un picor insoportable, habré dormido en mala posición.
Si, si será eso
No seas sarcástica. A veces me pasa que la ropa me irrita la zona intima
Mejor sea esto. Pero me temo que con tanto traqueteo te habrán pegado cualquier porquería.
Ya estamos, tú siempre pensando lo peor.
Piensa mal y acertarás.
Anda cállate, que a ti también te iría bien un poco de marcha.
Yo todo el roce que necesito es el del sillín de la bicicleta.
No me extraña que siempre tengas tan mala leche. Una alegría de vez en cuando te ayudaría a calmar los ánimos….
Claro claro, me acerco contigo a tus amigos y se me pasan todos los males.
Mira no es mala idea, mañana te vienes conmigo.
Antes me tiro de un puente, eres un pendón desorejado. No sé qué voy a hacer contigo.
Cuando faltaba poco para llegar al destino de acampada le pareció que un todoterreno de grandes dimensiones les estaba siguiendo, lo controlaba por el retrovisor. Llegando a la zona reservada para estacionar, el todoterreno les adelantó y se perdió de vista. Falsa alarma.
Recorrieron la ruta trazada de antemano sin ninguna novedad. Carmen estaba en tensión, toda la ruta se la pasó mirando alrededor, temiendo la aparición del todoterreno cosa que no sucedió.
Venga mami, relájate ya ves que no hay peligro.
Eso lo dices tú, pero te puedo asegurar que la liebre salta cuando menos te lo esperas.
Por cierto, hoy por la tarde tengo trabajo, después de comer te dejaré sola en casa.
No te preocupes, la casa está a salvo. No montaré ninguna fiesta salvaje.
De vuelta a casa llegaron sin novedad al aparcamiento de la Vito. Era un edificio próximo a su hogar, no más de 300 metros, así que al salir de nuevo a la calle solo les quedaba unos minutos de trayecto. Carmen no solo seguía atenta a todo lo que se movía, también observaba con atención los vehículos aparcados. De manera que en cuanto vio un todoterreno oscuro, grande y con los cristales opacos aparcado cerca del portal de su edificio se quedó congelada. Sonia seguía con su verborrea sin percatarse de nada. Era evidente que les estaban siguiendo. Las casualidades no existen.
Rápidamente entraron en su portal y sin pausa alcanzaron su piso. Una vez a salvo Carmen repasó mentalmente todo lo sucedido buscando alguna pista para iluminar todo el entramado que le preocupaba cada vez más.
Primer punto, Sonia le presenta a su novio y no le gusta nada, ni él ni su manera de comportarse.
Segundo elemento, descubre que su hija está experimentando con su sexualidad. Comportándose de forma promiscua y peligrosa.
Tercer punto, les siguen sin tener ningún motivo real, justificado para ello.
Aquí ahí gato encerrado. Sera necesaria una investigación más a fondo. Ella sola no puede solucionarlo, requerirá la ayuda de personas de su confianza cualificadas para ello.
Capítulo 6 Jaime.
El director de la academia de música donde trabajaba y trabaja Carmen era una persona cercana a ella. Jaime Rodríguez y Carmen se conocían desde que ella empezó a trabajar allí 15 años atrás. En aquel entonces él era profesor como ella, pero pronto ascendió a director. Todo ello a resultas de un braguetazo, se casó de penalti, veinte años atrás, con la hija del dueño de la academia Helena Martín y, de profesor a director solo pasaron unos pocos años. En cuanto el padre de Helena se jubiló le ofreció el puesto de mando.
Con Jaime siempre tuvo buena relación. Sin embargo, con Helena la relación era fría, distante, se caían mal desde un principio. Su sexto sentido le advertía que no era trigo limpio. Su trato con ella era lejano, pues por la academia solo aparecía muy rara vez. Helena tenía su propio negocio, un centro de fisioterapia ya que ella estaba licenciada en esta especialidad y tenía su actividad lejos de la academia.
Jaime le hablaba a menudo de ella. Su relación era muy tormentosa. Él se encargaba de todo lo relacionado con la academia, ella no metía baza allí. Por el contrario, en su casa Jaime pintaba poco, era el típico marido calzonazos que decía si a todo. Tenían una hija en común, Silvia de 19 años, fruto del embarazo que tuvo como consecuencia la alianza matrimonial. Helena tenía un carácter dominante, todas las cosas eran dirigidas y controladas por ella. Jaime era un cero a la izquierda. Muchas veces le explicaba como de frustrado se sentía, como su vida de pareja era un espejismo. Ni tan solo compartían habitación. Helena lo había echado del dormitorio conyugal alegando que roncaba y no la dejaba dormir. Muchas noches, desde su cama, la oía hablar por teléfono, reírse y comportarse como si sus intereses estuvieran lejos de los propios de un matrimonio.
Jaime tenía 50 años, de físico menudito 1,60 como Carmen. El pelo canoso, con una barba recortada, también canosa, pero sin bigote. Muy delgado, estaría sobre los 60 kilos, todo ello podría decirse que no era un hombre de características físicas especiales. Pero su carácter era afable, cercano con todos los profesores y gente con la que se relacionaba. Nunca tenía una palabra más alta que otra. Su acento gallego le daba una especial modulación a su voz, proyectando más ternura y cercanía a sus interlocutores, más si cabe. Por el contrario, Helena era más alta que él, estaba por encima del 1,70, físicamente fuerte, su profesión le comportaba ejercicio constante para el trato con sus clientes. Morena, con el pelo rizado cortado a media melena sobre los hombros. Un busto rotundo, de vientre plano con unas caderas poderosas y unas piernas larguísimas. Tenía la misma edad que Carmen, 45 años.
Jaime sospechaba que Helena le era infiel, aunque nunca no lo había podido probar.
Por todo lo cual, Jaime era un hombre triste, amargado. La única alegría la tenía en su hija Silvia. Físicamente era parecida a él. Menuda rubia, como el antes de ser canoso. Tímida y cariñosa. Era el centro de su vida. Aunque últimamente la veía poco. Era una chica ocupada, con sus estudios de Humanidades y las salidas con sus amigos no le quedaba mucho tiempo para compartir con su padre.
No sé si es necesario decirlo, pero Carmen tenía mucho aprecio hacia Jaime. Si no fuera que era un hombre casado, y ella odiaba a los infieles, podría decirse que el aprecio que le tenía podría convertirse fácilmente en enamoramiento. Pero claro las circunstancias personales de Jaime le impedían dar el paso definitivo y mantenían una amistad cercana, pero sin pasar de amistad.
Ese martes, después de semana santa, cuando Carmen llego al despacho de la academia se encontró con un Jaime cabizbajo, lloroso, una persona derrotada.
Por dios, Jaime ¿Qué te pasa?
Estoy hundido, Carmen. He escuchado un fragmento de conversación entre Helena y Silvia y es horroroso.
Me estas asustando, Jaime.
Mas asustado estoy yo.
Cuéntame, ¿Qué es lo que oíste?
Pues Silvia se quejaba del trato que recibía de Helena, y su madre les decía que si le escocia se pusiera pomada………
No sé qué pensar………
Volvemos al reservado, Sonia seguía morreándose con Isidro, Vestía una minifalda cortísima junto con un top que le tapaba justo sus escasas tetas, cubría el conjunto un blusón transparente que más que tapar era como el papel de envolver un regalo. El chico estaba sentado en un sofá de dos plazas y ella se colocó medio recostada, abrazada a él, sus brazos rodeaban el cuello de su novio y seguía morreándolo con pasión, comiéndose mutuamente la boca. Las lenguas libraban una batalla sin cuartel.
A su espalda estaban Elías y Pablo observando la escena. La falda se le había subido dejando a la vista su potente trasero tapado con unas bragas brasileñas con motivos florales, orquídeas con un fondo rosáceo que combinaban a la perfección con el blanco de la minifalda. Isidro tiró de la minifalda hacia arriba quedando enrollada a su cintura. Las lenguas seguían su trabajo, explorando los sabores, las humedades, gozando de los preliminares, calentándose mutuamente. Isidro deslizo su mano derecha desde la cintura hacia su zona pélvica introduciéndose por debajo de la banda elástica. Los dos amigos se estaban frotando el paquete, la tenue luz del reservado era suficiente para observar las caricias de la pareja. El olor a sexo ya se percibía en el ambiente. Elías se aproximó y tiró de las bragas, era difícil moverlas por la posición en la que se encontraba la chica, pero ella colaboró levantando el culo. No parecía que le importase la situación.
Pablo salió del reservado y regresó poco después acompañado de otra chica de características físicas similares a Sonia. Nada más entrar en el reservado el chico del pepino la empujo al sofá que estaba libre y empezó a desnudarla. Le despojó del vestido de tirantes quedando en ropa interior, la sujetaba por la cintura con una mano, mientras le lamia el rostro, y con su otra mano le agarraba del culo. Delante de ellos, Elías ya se había sacado la polla y se masturbaba lentamente con la mano derecha y la izquierda la tenía entre los cachetes del culo de Sonia. Además, con el dedo medio le frotaba el anillo estrellado de su ano. Bajando de posición, pellizcando el clítoris y moviendo la mano a lo largo de los labios menores, Sonia estaba en la gloria, Isidro le había despojado del top y le comía sus duros pezones en menos de un minuto alcanzo un fuerte y ruidoso orgasmo.
Isidro se levantó y sacándose los pantalones y calzoncillos le ordeno a Sonia que se arrodillase sobre el sofá y le comiera la polla. Elías se colocó detrás de ella, que con el culo levantado ofrecía una inmejorable posición para acceder a su coño. Elías se puso en cuclillas y mientras le comía el culo con las manos le tiraba de los pezones.
Pablo por su parte no perdía el tiempo y tenia a Silvia, que así se llamaba la chica, ensartada por el culo. Los dos estaban desnudos, ella con la espalda pegada al torso de él, mostraba un pubis peludo con el vello rubio, los labios vaginales eran prominentes con un clítoris inflamado que sobresalía claramente de su capuchón. Tenía la polla de Pablo profundamente ensartada en el culo, botaba de forma rítmica sobre sus piernas a la vez que gritaba incomprensibles quejidos, de placer, dolor… vete a saber. Elías cambió de pareja y acercándose a Silvia le comió la boca mientras con la mano buscaba su abertura y tanteando le acercó su polla, dura como el acero. A continuación, intentó penetrarla vaginalmente emparedando a la chica, pero no lo conseguía.
Joder Elías, mira que eres inútil – le dijo Pablo – espera un momento que nos movemos los tres y a ver si consigues meterla.
Venga ya, no perdáis el tiempo que estoy a punto de correrme- se exclamo Silvia-
Un momento, quietos los dos. Eso es, hasta el fondo. – grito Elías-
Empezaron una carrera desbocada y sincronizada que los llevó al clímax en pocos minutos. Al otro lado del reservado, Isidro se follaba a Sonia sin disminuir el ritmo, dentro fuera, dentro fuera, ella gemía y pedía:
Dame más duro, más duro, venga que me falta poco.
Eso es gatita, ronronea y mueve el culo.
Date la vuelta y ponte mirando al trio del sofá.
Ummmm que bueno, dame, Isidro, dame, eiii vosotros venid aquí que un trio y una pareja es un fool y yo ya estoy fool del todo. Me podéis engañar y volverme loca todo a la vez, aaaaaaaaaaaaaa me corro.
Date la vuelta que voy a correrme yo también, en tus pequeñas tetas, ahhhhhh toma leche bebé.
Quedaron los cinco derrotados, eran las 2 de la mañana, Sonia se vistió y se marchó a su casa, satisfecha y a la vez preocupada por lo que diría su madre.
En el reservado los tres mosqueteros volvieron a la carga con Silvia, la cogieron en brazos entre los tres y la llevaron al pasillo de comunicación con el edificio vecino. A Silvia ya la tenían domada. El pasillo era el clásico pasillo francés y de los agujeros laterales ya asomaban varias vergas pidiendo guerra. Silvia se arrodillo y empezó a chupar la primera polla que asomaba a su derecha. En poco más adelante estaban arrodilladas dos chicas más y un chico. Los tres estaban desnudos. Las dos chicas que mamaban la misma polla y el chico con el culo contra el agujero de la pared estaba siendo penetrado por el desconocido del otro lado del pasillo. Ellos no podían ver al dueño de la polla, pero los clientes disponían de cristales tintados que permitían ver lo que pasaba en el pasillo.
Capítulo 5; sospechas.
Sonia llegó a casa sobre las 2:20 de la madrugada. Su madre la estaba esperando en el sofá con cara de circunstancias.
Hola, mamá ¿Qué haces levantada? No tienes sueño.
Tú me lo quitas, desde que conocí al sujeto ese que dices es tu novio tengo una sensación extraña, un desasosiego que no indica nada bueno.
¡Joder! Mira que eres desconfiada. Yo te puedo asegurar que no hay nada de qué preocuparse. ¿Tu piensas que van a abusar de mí? ¿cómo temes que pueda pasar algo semejante? ¿Qué tiene las manos largas? De acuerdo, y alguna cosa más también la tiene larga. Yo solo busco divertirme, no estoy enamorada.
No seas descarada. Los hombres no se miden por la largada de su polla. Se miden por su integridad, su compromiso en el cumplir con sus responsabilidades… y si encima te quieren y la tienen de buen tamaño, pues encantada de la vida. Aunque, recuerda, la polla crece con aportación sanguínea, cuanto más grande, más sangre necesita para empinarse. Los tíos con pollón les baja la sangre del celebro a la polla y piensan con la cabeza del rabo. Son los peores. Pagados de sí mismos, egocéntricos y egoístas. El tal Isidro es de estos. Te la va a pegar tarde o temprano.
Eres una exagerada mami. No voy a comentar contigo más detalles, pero te puedo asegurar que me tiene contenta.
Venga vamos a dormir, que te estas comportando como una fresca. Mañana a las 8 de la mañana agarramos la furgoneta, montamos las bicis y nos vamos a quemar energías y calenturas.
Noooo que quiero dormir, vete tu sola.
Ni hablar, si uno es bueno para la juerga también lo debe ser para las obligaciones, tú te levantas a las 7,30 te duchas y se te pasan las tonterías. No se hable más, buenas noches.
Buenooooo buenas noches, ogro.
Al día siguiente, en el horario acordado estaban montadas en la furgoneta. Solo hacia una semana que la habían adquirido de segunda mano. Era una Mercedes Vito habilitada como motor home. Estaba bastante rodada, era de una peña futbolística que se la quitó de encima por desilusión en su equipo. Para lo que la necesitaban era más que suficiente. Acercarlas al principio de la ruta, con sus bicicletas a buen resguardo. Las maquinas valían una fortuna, unos 5000.- euros la unidad.
El vehículo les proporcionaba la comodidad suficiente para desplazarse al lugar escogido como inicio de ruta, a la vez que disponían de un vestuario sobre ruedas donde cambiarse de ropa, ducharse, darse un tiempo de relax con los suministros e útiles necesarios.
El lugar escogido estaba a 15 km. de la ciudad era un espacio habilitado para aparcar autocaravanas y desde allí empezarían la ruta de unos aproximadamente 100 km.
No tenían que temer nada, pues no había motivo para sentirse amenazadas. Pero Carmen no estaba relajada, sentía una tensión interna que le advertía que algo iba mal. En el trayecto hasta la zona de acampada no ceso de mirar por los retrovisores, siguiendo con la mirada cualquier vehículo que pudiera seguirlas o simplemente que se acercara a ellas. Como decía constantemente: que yo sea una paranoica no quiere decir que no me persigan.
Sonia a su lado se reía de sus miedos. Todavía tenía el coño atormentado de la intensa sesión de folleteo del día anterior. El sillín de la bicicleta no ayudaría a calmar la penetrante picazón. Se removía en el asiento intentando encontrar una posición confortable. Carmen la miraba de reojo, a ella no se le escaba nada.
¿Qué te pasa, Tienes el mal de San Vito? Que porqué la furgo sea una vito no significa que el nombre sea contagioso.
Cállate ya graciosilla, que tengo un picor insoportable, habré dormido en mala posición.
Si, si será eso
No seas sarcástica. A veces me pasa que la ropa me irrita la zona intima
Mejor sea esto. Pero me temo que con tanto traqueteo te habrán pegado cualquier porquería.
Ya estamos, tú siempre pensando lo peor.
Piensa mal y acertarás.
Anda cállate, que a ti también te iría bien un poco de marcha.
Yo todo el roce que necesito es el del sillín de la bicicleta.
No me extraña que siempre tengas tan mala leche. Una alegría de vez en cuando te ayudaría a calmar los ánimos….
Claro claro, me acerco contigo a tus amigos y se me pasan todos los males.
Mira no es mala idea, mañana te vienes conmigo.
Antes me tiro de un puente, eres un pendón desorejado. No sé qué voy a hacer contigo.
Cuando faltaba poco para llegar al destino de acampada le pareció que un todoterreno de grandes dimensiones les estaba siguiendo, lo controlaba por el retrovisor. Llegando a la zona reservada para estacionar, el todoterreno les adelantó y se perdió de vista. Falsa alarma.
Recorrieron la ruta trazada de antemano sin ninguna novedad. Carmen estaba en tensión, toda la ruta se la pasó mirando alrededor, temiendo la aparición del todoterreno cosa que no sucedió.
Venga mami, relájate ya ves que no hay peligro.
Eso lo dices tú, pero te puedo asegurar que la liebre salta cuando menos te lo esperas.
Por cierto, hoy por la tarde tengo trabajo, después de comer te dejaré sola en casa.
No te preocupes, la casa está a salvo. No montaré ninguna fiesta salvaje.
De vuelta a casa llegaron sin novedad al aparcamiento de la Vito. Era un edificio próximo a su hogar, no más de 300 metros, así que al salir de nuevo a la calle solo les quedaba unos minutos de trayecto. Carmen no solo seguía atenta a todo lo que se movía, también observaba con atención los vehículos aparcados. De manera que en cuanto vio un todoterreno oscuro, grande y con los cristales opacos aparcado cerca del portal de su edificio se quedó congelada. Sonia seguía con su verborrea sin percatarse de nada. Era evidente que les estaban siguiendo. Las casualidades no existen.
Rápidamente entraron en su portal y sin pausa alcanzaron su piso. Una vez a salvo Carmen repasó mentalmente todo lo sucedido buscando alguna pista para iluminar todo el entramado que le preocupaba cada vez más.
Primer punto, Sonia le presenta a su novio y no le gusta nada, ni él ni su manera de comportarse.
Segundo elemento, descubre que su hija está experimentando con su sexualidad. Comportándose de forma promiscua y peligrosa.
Tercer punto, les siguen sin tener ningún motivo real, justificado para ello.
Aquí ahí gato encerrado. Sera necesaria una investigación más a fondo. Ella sola no puede solucionarlo, requerirá la ayuda de personas de su confianza cualificadas para ello.
Capítulo 6 Jaime.
El director de la academia de música donde trabajaba y trabaja Carmen era una persona cercana a ella. Jaime Rodríguez y Carmen se conocían desde que ella empezó a trabajar allí 15 años atrás. En aquel entonces él era profesor como ella, pero pronto ascendió a director. Todo ello a resultas de un braguetazo, se casó de penalti, veinte años atrás, con la hija del dueño de la academia Helena Martín y, de profesor a director solo pasaron unos pocos años. En cuanto el padre de Helena se jubiló le ofreció el puesto de mando.
Con Jaime siempre tuvo buena relación. Sin embargo, con Helena la relación era fría, distante, se caían mal desde un principio. Su sexto sentido le advertía que no era trigo limpio. Su trato con ella era lejano, pues por la academia solo aparecía muy rara vez. Helena tenía su propio negocio, un centro de fisioterapia ya que ella estaba licenciada en esta especialidad y tenía su actividad lejos de la academia.
Jaime le hablaba a menudo de ella. Su relación era muy tormentosa. Él se encargaba de todo lo relacionado con la academia, ella no metía baza allí. Por el contrario, en su casa Jaime pintaba poco, era el típico marido calzonazos que decía si a todo. Tenían una hija en común, Silvia de 19 años, fruto del embarazo que tuvo como consecuencia la alianza matrimonial. Helena tenía un carácter dominante, todas las cosas eran dirigidas y controladas por ella. Jaime era un cero a la izquierda. Muchas veces le explicaba como de frustrado se sentía, como su vida de pareja era un espejismo. Ni tan solo compartían habitación. Helena lo había echado del dormitorio conyugal alegando que roncaba y no la dejaba dormir. Muchas noches, desde su cama, la oía hablar por teléfono, reírse y comportarse como si sus intereses estuvieran lejos de los propios de un matrimonio.
Jaime tenía 50 años, de físico menudito 1,60 como Carmen. El pelo canoso, con una barba recortada, también canosa, pero sin bigote. Muy delgado, estaría sobre los 60 kilos, todo ello podría decirse que no era un hombre de características físicas especiales. Pero su carácter era afable, cercano con todos los profesores y gente con la que se relacionaba. Nunca tenía una palabra más alta que otra. Su acento gallego le daba una especial modulación a su voz, proyectando más ternura y cercanía a sus interlocutores, más si cabe. Por el contrario, Helena era más alta que él, estaba por encima del 1,70, físicamente fuerte, su profesión le comportaba ejercicio constante para el trato con sus clientes. Morena, con el pelo rizado cortado a media melena sobre los hombros. Un busto rotundo, de vientre plano con unas caderas poderosas y unas piernas larguísimas. Tenía la misma edad que Carmen, 45 años.
Jaime sospechaba que Helena le era infiel, aunque nunca no lo había podido probar.
Por todo lo cual, Jaime era un hombre triste, amargado. La única alegría la tenía en su hija Silvia. Físicamente era parecida a él. Menuda rubia, como el antes de ser canoso. Tímida y cariñosa. Era el centro de su vida. Aunque últimamente la veía poco. Era una chica ocupada, con sus estudios de Humanidades y las salidas con sus amigos no le quedaba mucho tiempo para compartir con su padre.
No sé si es necesario decirlo, pero Carmen tenía mucho aprecio hacia Jaime. Si no fuera que era un hombre casado, y ella odiaba a los infieles, podría decirse que el aprecio que le tenía podría convertirse fácilmente en enamoramiento. Pero claro las circunstancias personales de Jaime le impedían dar el paso definitivo y mantenían una amistad cercana, pero sin pasar de amistad.
Ese martes, después de semana santa, cuando Carmen llego al despacho de la academia se encontró con un Jaime cabizbajo, lloroso, una persona derrotada.
Por dios, Jaime ¿Qué te pasa?
Estoy hundido, Carmen. He escuchado un fragmento de conversación entre Helena y Silvia y es horroroso.
Me estas asustando, Jaime.
Mas asustado estoy yo.
Cuéntame, ¿Qué es lo que oíste?
Pues Silvia se quejaba del trato que recibía de Helena, y su madre les decía que si le escocia se pusiera pomada………
No sé qué pensar………