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Estar despelotado y con compañía en la playa es cojonudo. Si, además, con más o menos disimulo te hacen una paja, entonces el morbo es tan brutal que la corrida que tienes es apoteósica.
Desde luego sí que es preciosa. Pero para volcán el que tengo yo entre las piernas que está a punto de entrar en erupción viendo a esa diosa tan divina y excitante.
Es inevitable sentir hambre cuando se me ofrece un culo. Comer, lamer, besar...sin límite de tiempo. En el sexo me gusta casi de todo, pero comer un buen culo y que mi pareja de juegos lo disfrute, para mi no tiene precio.