Entonces subo el voltaje con cuidado. Hay elegancia en tu porte, pero lo tuyo va un paso más allá: ese trasero no solo llama la atención, la reclama. Tiene esa mezcla peligrosa de finura y descaro que hace que uno pierda el hilo de cualquier conversación. Es de esos que no se miran… se admiran, aunque sea con la respiración un poco acelerada









