Estando en la facultad nos fuimos de viaje a Latinoamérica una compañera que, si bien no era mi novia era mi follamiga, y yo. Volamos en Iberia, en aquellos Jumbos y teníamos que hacer escala y trasbordo en Miami. Total que en el vuelo trasoceánico no solo no dormimos sino que estuvimos charlando animadamente todo el trayecto y la compañera que teníamos en el asiento central, pasillo por medio, resultó una chica catalana algo mayor que nosotros muy divertida que se sumó a nuestra juerga acompañada de algún gintonic, aunque no demasiados ni mucho menos.
Total que llegamos a Miami y los de Iberia nos dan la mala noticia que el vuelo de conexión se retrasa. Esperamos varias horas en el Aeropuerto Internacional de Miami, que así se llama, sin perder el buen humor.
Finalmente nos dicen que el vuelo está definitivamente cancelado y que operará al día siguiente a su hora normal. Nos dicen que nos acomodarán en varios hoteles, que tengamos paciencia. Más espera hasta que nos anuncian que hay unos buses que nos llevarán al hotel.
Ya allí nuestra nueva amiga viene hacia nuestra habitación, equipada de una cama tamaño King, de 1,80 de ancho algo desconocido en España en aquella época. La habitación que era enorme y con mini bar fue como un parque temático para nosotros tres y la juerga que traíamos. Charlamos y por lo que sea la chica se quedó dormida como un tronco luego de beber un poco más pero - insisto - sin ser una locura etílica.
Mi amiga y yo durmiendo a su lado, todos muy cómodos, con mucho calor ya que por lo que sea o no había aire acondicionado, no funcionaba o bien no quisimos/supimos conectarlo. Total que nos empezamos a acariciar mi amiga y yo y nos desnudamos por completo. Mi amiga me hace gestos hacia la otra chica, primero como diciendo "se va a despertar" y ante mi mirada comenzó una perversa complicidad hasta que ambos comenzamos a acariciarla. Ella dormía en braguitas y camiseta. Primero los brazos y piernas, viendo que no se despertaba y dormía boca arriba la acariciamos sobre su abdomen por encima de la camiseta. Ella dormida.
Nos fuimos excitando y envalentonando y le acariciamos las tetas. Ella dormía o a estas alturas simulaba dormir. De vez en cuando mi amiga y yo además de morrearnos, acariciarnos - ella empapada y yo con la polla más tiesa que la porrilla de un guardia civil - intercambiábamos expresiones inenarrables ora de excitación y morbo, ora de perplejidad y diversión. La cosa es que el cuerpo de nuestra nueva amiga iba respondiendo. Sus pezones, que coronaban unos senos de tamaño moderado pero muy turgentes, estaban tiesos debido a nuestras repetidas caricias.
El morbo era máximo ¡alto voltaje! y mi amiga se atrevió a apartarle la amplia braga, apareciendo una selva oscura de vello negro azabache y unos labios mayores bien pigmentados los cuales no contenían a sus hermanos menores que protuberaban ofreciendo un color rosa oscuro a nuestros ojos incrédulos. Ese sexo enseguida fue invadido por nuestros dedos ávidos que encontraron calor, palpitación y humedad. La chica seguía formalmente dormida y a esas alturas, con los movimientos y algún jadeo que se le escapaba, los tres seguíamos cada uno a lo suyo haciendo ver que nos creíamos que ella estaba dormida.
Nunca había visto a mi amiga tan excitada. Yo con ella había hecho de todo, correrme en su boca, anal, follarla en los baños de la facultad, hablar de fantasías mientras follábamos, juguetes (aquellos vibradores blancos estriados y rígidos de la época...) y un largo etcétera, pero nunca habíamos estado con otra persona. Yo creo que fue esa noche en Miami el momento en que ella se descubrió a sí misma como bisexual activa. Vacación que continuó en los siguientes años, pero esa ya es otra historia...
La excitación convirtió a mi amiga en una máquina sexual y, ni corta ni perezosa, comenzó a comerle ese coño peludo a nuestra extraña compañera de juegos que seguía simulando un profundo sueño con algún movimiento de cadera ante los ávidos envites de labios y lengua de mi compañera de facultad. Yo creo que ya en ese momento en la Bella Durmiente de Miami se produjo algún orgasmo, aquello estaba empapado. Yo también probé esos deliciosos néctares que impregnaban el frondoso vello púbico que cubría inclusive su área perianal.
Lo más bestia vino cuando mi compañera me hizo gestos de que se la metiera y yo, qué locuras se hacen de joven, sin más se la enterré entrando como un cuchillo caliente en una pastilla de mantequilla que lleva rato fuera de la nevera. Fue tal mi excitación que, pese a que a mi me cuesta tiempo correrme, tuve que salirme de ella y metérsela a mi amiga ¡todo ello sin condón, qué época tan distinta! y en dos sacudidas correrme y correrse ella acto seguido. Con la juventud de ese momento poco faltó para seguir "atacando" a nuestra nueva amiga que, supuestamente, seguía en brazos de Morfeo mientras que mi compañera le volvió a obsequiar un cunilingus largo e intenso que le arrancó un superorgasmo en el que pensábamos que se ina a "despertar", pero eso no ocurrió.
Finalmente los que caímos rendidos fuimos nosotros hasta la mañana siguiente en que nos despertamos mi amiga y yo. La tercecera ya no estaba en la habitación y tampoco sus objetos personales. Se había levantado, duchado y recogido. Nos la encontramos en el autoservicio de desayuno, ya con su café, en donde nos saludamos como si nada siempre en el tono más divertido y simpático. Nosotros alucinados, pero todos siguiendo el juego.
Dejamos las maletas en consigna y con el mismo buen humor del viaje dimos una vuelta por Miami hasta la hora que nos recogió el bus y abordamos el siguiente vuelo, en donde ya no íbamos juntos. Faltó poco para que mi amiga y yo que tuvimos que solicitar una mantita a la azafata para enrollarnos comentando la noche loca que habíamos vivido.Al llegar al aeropuerto de destino, ella hacía un tercer trasbordo al punto en donde se iba a encontrar con amigos y nosotros ya nos quedábamos allí. Nos despedimos como si nada y nunca más supimos nada de ella, ni siquiera nos habíamos intercambiado nuestras señas. Hoy no me acuerdo de su nombre y no creo que ella recuerde los nuestros, total que durmió muy bien en Miami
Con mi amiga, que continuamos muchos años con nuestra relación, muchas veces nos poníamos como locos en la cama evocando esa aventura surrealista que tuvimos en la inesperada escala técnica en Miami. Aún hoy recuerdo lo excitantemente perverso del momento.